Hace años que ví esta película francesa. "Madame Rosa" ha sido su título en castellano, si bien el original, La vie devant soi (La vida ante tí) le hacía más justicia por el simple hecho de conservar el título de la pequeña novela que adaptó, de Romain Gary (Emile Ajar). Mi recuerdo de ella fue, durante mucho tiempo, la impresionante actuación de Simone Signoret (un canto de cisne) y pequeños retazos de un historia dura, triste, tierna y bellísima a la vez. Madame Rosa es una ex prostituta judía de cerca de 70 años (superviviente de Auschwitz) que se gana a duras penas la vida dando albergue temporal en su casa de París a los hijos no deseados de las prostitutas del barrio. Su edificio está lleno de personajes pintorescos, en un mosaico de razas, religiones y nacionalidades, que tienen en común el drama y la comedia de la vida, ahí es nada. Por ello, cuando encontré el libro no dudé en comprarlo (y en regalarlo, en alguna ocasión). Película y libro me atraparon, y aún siguen en mi cabeza en puntuales ecos.
Anoche, ese recuerdo ha mutado. Escenario, Teatro Principal de Cartagena. Madame Rosa no era Simone Signoret sino Concha Velasco, en su propio canto de cisne. Disfruté, reí, lloré, me emocioné de nuevo ante el reflejo de la vida, tanto la que está marcada por un pasado demasiado doloroso, como la que no tiene sentido por la ausencia y el vacío. Fue imposible no sentir, no identificarse ante retazos de amor, soledad, esperanza, ilusión, tristeza y abandono. Imposible no salir a tu mundo y permanecer ajeno al andar rápido del transeúnte, al comentario del compañero o a la esperanza de un mail, sin el peso de la mirada gastada y benévola de Madame Rosa o la pasión de Momo. Quizás estoy demasiado sensible estos días, pero aún sigue en mi mente la frase final de la obra: "las cosas son como las personas, sólo tienen valor cuando alguien las ama". Aunque me encuentre solo en estos momentos, sonrío. Sonrío porque tengo conciencia de lo afortunado que soy por tener este maravilloso grupo de amigos que me recuerda cada día la vida. Y me gustaría, en esos tontos juegos de ilusiones que creamos de vez en cuando, prestaros a Madame Rosa y a Momo, que os conozcan para dibujar una sonrisa en su rostro que le devuelva dignidad a la vida. Sé que he repetido muchas veces la palabra vida, pero mucha vida no hace daño, si estáis en ella.
No la conozco, pero ten por seguro que ahora mismo la busco para verla......gracias por compartir tu sabiduría fílmica con nosotr@s
ResponderEliminarNo debí perdermela, está claro.
ResponderEliminarBonito blog, ánimo para seguir escribiendo.
Pues yo tuve la suerte de ir gracias a los buenos consejos y buen criterio de nuestro amigo Alvaro porque no se me había ocurrido y me encantó, sin duda genial. Él no ha podido describir mejor como es esta gran obra y la gran actuación de Concha. Si tenéis la oportunidad ir a verla. Sin duda para el próximo trimestre ya nos aconsejas porque la única obra que no me gustó fue la que elegí yo, que tú no fuiste pillín.
ResponderEliminarBuscaré el libro, con la descripción que has hecho dan ganas de leerlo. Seguro que será un buen consejo.
ResponderEliminarJulia y Bea, tanto libro, como película y obra de teatro merecen un hueco en nuestro tiempo. Seguro no os arrepentireis.
ResponderEliminarMª Carmen y Antonio, nos quedan muchas tardes de cervezas y buenas obras de teatro, es un hábito al que es fácil acostumbrarse cuando la compañía es buena. Gracias por pasaros por aquí y darme ánimos.
Hola a todos.
ResponderEliminarNo dejeis de leer todos los libros de Romain Gary.
Sobre todo "La angustia del rey Salomón". Escrito en un estilo muy parecido a "La vida ante si", habla del amor entre los ancianos. Y luego para poder entender bien ambos libros es imprescindible leer "La promesa del alba" que es su autobiografía.
Me has contagiado tu pasión. No conocía esta obra y gracias a ti me interesa.
ResponderEliminarUn abrazo