“Regreso al tiempo
aquel y estás allí,
horas inciertas del
amor, tan frágiles,
que contienen el mundo
y son eternas…
Luego otra vez camino
hasta este día,
y no vienes conmigo.”
Eloy Sánchez Rosillo
Nunca
imaginé buscar palabras para mantener tu nombre cerca. Siempre pensé que
crecerías junto a mí, porque formabas parte de aquello que construye a uno
mismo: los primeros pasos, las primeras sonrisas, las primeras palabras para
definir lo que suponía hacerse mayor. Y entre tantas primeras veces, nunca
imaginé buscar la palabra que borrara de mi alma el adiós último, la despedida,
el sueño inacabado de vernos madurar juntos, de despedirnos juntos. Nunca
imaginé pensar en mí sin ti.
Y
en esa búsqueda me he sentado de nuevo, para volver a sentir tu risa, tus ojos
preguntándome por mis viajes, por las clases, por los proyectos de futuro. Me
he sentado de nuevo para volver a sentir mas allá del tiempo nuestras primeras
veces: juegos y disfraces, oír música bajo las camas, los paseos por la glorieta,
las pipas en los bancos del paseo, las meriendas y la piscina en casa de tu
abuelita, estudiar en el balcón, las charlas interminables en el sofá frente al
televisor, tu bajar las escaleras para tocar el timbre de mi casa, llegar de
todo para contarnos todo…Me he sentado de nuevo para sentirte otra vez, y
enfadarme con el mundo por llevarte cuando dabas vida. Me he sentado de nuevo
para cerrar los ojos, y pensar en lo que te debo, para que no te robe el tiempo.
Ahora, en diciembre,
en este día en que cada año hablaba contigo, pienso, como Blaistein, en las
cosas que no sucederán, pienso en las cosas que nos dijimos, en aquellas que no
llegaron a decirse; pienso en que ya no soy yo, sino tan sólo una parte. Pienso
en los últimos 37 años, en una hermana, en la mejor amiga, en tu nombre. Pienso
en que ya no oigo pasar la vida, y en que no me importa crecer en este mundo en
el que el tiempo es ya tan sólo arena. Y, como Dulce Chacón, ahora susurro tu
nombre, ahora que tu sueño se ha quebrado, y no sabemos muy bien cuándo, ni por
qué, ni hacia dónde. Susurro tu nombre para que sea un mañana pronunciarlo,
hambriento de ti, callado de ti. Susurro tu nombre, tu nombre, Loles, tu nombre
lleno de ti. Y sigo sin encontrar las palabras…
ÁLVARO
precioso y muy emotivo, me ha encantado Álvaro
ResponderEliminarNo hay palabras Álvaro... mucha fuerza amigo. Ella lo sabe.
ResponderEliminarPero qué bonitas tus palabras, me vuelves a emocionar y de que manera..dicen que las personas siguen aquí mientras se las recuerde, y yo quiero creerlo..es precioso que la vida nos regale gente así, hay que aprender a agradecer por ello y no buscar explicación..no la tiene...un abrazo inmenso y mucho ánimo!
ResponderEliminarMuy bonito y sentido. Un beso... igual de cálido que tus recuerdos.
ResponderEliminarEse arco iris que ha estado cruzando el horizonte durante 37 años no va a dejar de brillar, ni olvidar ni tampoco desaparecer porque mientras estés tú para expresar todo su esplendor siempre aparecerá bajo un cielo azul. Colorea una sonrisa de colores vivos porque es lo que ella, Loles, dibuja. He sentido de nuevo una gran emoción al escucharte, despacio y con atención. He escuchado como tu corazón se estremecía. Amor, mucho amor. Besicos mil
ResponderEliminarSolo lo más bello puede salir del corazón...
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