Dentro de las actividades del Festival Internacional de Cine de Cartagena, tuve el privilegio de presentar a Roque Baños en un Curso/Master Class de Bandas Sonoras. Esta fue la presentación que leí. Gracias de todo corazón a Cristina Roca por darme la oportunidad.
Como los sueños,
más allá
de la idea del tiempo,
hechos sueños de sueño os llevo.
Porque sueño y recuerdo
tienen fuerza para obligar la vida,
aunque sean no más que un límite imposible
Gil de Biedma
Martín Garzo
dice que hablar de cine es, sobre todo, hablar de sueños. Porque en sus salas
se esconden nuestros pensamientos, nuestros recuerdos, el tiempo ausente, nuestra
vida. De ahí que el poder del cine sea devolvernos en sus imágenes todo lo que
creímos perder.
Por
ello, no es fácil hablar de cine para mí. Porque nada es más difícil que hablar
de lo que amamos, de nuestros sueños. Cuando aprendes a mirar la vida, sin
embargo, necesitas comprenderla, y, en ocasiones, expresarte. Y es en ese
momento cuando valoras más que nunca las palabras, las imágenes, y la música. Afirmaba
Lytton Strachey que la tarea del arte no es comprender, sino iluminar. Ningún
arte cumple mejor ese precepto que el cine. Y, por eso, de todas las artes, la
que más me emociona es, precisamente, el cine, porque aúna imágenes, palabras y
música para no sólo comprender mi vida, sino también, iluminarla.
Y
de iluminar bien sabe, y mucho, Roque Baños, una persona que se dedica a
armonizar música con imagen, aquello que no se ve y se quiere contar. Por ello,
la música de cine es mucho más que un mero acompañamiento sonoro de la imagen,
es la música de nuestros sueños. En este sentido, no sería descabellado
denominar a Roque Baños como músico de sueños.
Hoy
en día muy poca gente puede concebir una película sin una banda sonora, y aunque
algunos directores minusvaloraron este elemento cinematográfico (“No me gusta
la música de las películas, detesto ver a un hombre en el desierto muriéndose
de sed con la orquesta de Filadelfia detrás de él” comentó John Ford),
afortunadamente, la gran mayoría no han dudado en utilizarlo (incluido el
propio Ford) para darle un mayor sentido al cine. José Nieto, otro gran genio
español de la música de cine, al recoger el premio Nacional de Cinematografía
decía: “los compositores de música para el cine no somos sino los continuadores
de aquellos que, desde los orígenes de nuestra civilización pusieron su música
al servicio del arte de contar historias, historias en forma de mitos y
leyendas que daban cuerpo a creencias religiosas, historias en formas de cuento,
de comedia o de tragedia, para proyectar hacia el espectador la risa, la
ternura, el llanto, el miedo… la emoción en definitiva. En este sentido, sin la
música, el cine como espectáculo hubiese dido imposible”.
A
pesar de las dificultades de presupuesto, el desinterés de algunos directores y
productores, compositores como Roque Baños continúan esa maravillosa tarea de
narrar historias, de terminar de dar sentido a un plano o una película a través
no sólo de la ambientación, sino sobre todo de la sugerencia y la expresión, de
dar voz. Porque Roque, como bien lo denominó Alex de la Iglesia , es la voz del
cine español. Un hombre que ha dado voz a nuestros sueños, que ha puesto música
a muchas de las mejores obras cinematográficas de los últimos años en nuestro
país. Un hombre al que acompaña la versatilidad, la humildad, el genio, la
honestidad. Y que como buen músico de sueños, de narrador de historias,
consigue que cualquier espectador, aún sin imágenes, se emocione al escuchar su
música. Eso es arte, eso es luz.
Pero para
iluminar hay que aprender a mirar la vida con otros ojos, y esta es una lección
que Roque demostró conocer desde sus inicios. Siendo niño vivió influenciado
por la música ya que su padre era saxofonista. Por ello, poco a poco, los días
llegaron y fueron lo que prometieron ser. De su Jumilla natal y Murcia, donde
estudió en el Conservatorio Superior de Música (consiguiendo el Premio Fin de
Grado de Solfeo y Matrícula de Honor en Saxofón) pasó a Madrid (en el Real
Conservatorio de Música, obteniendo el Premio Fin de Carrera en las
titulaciones de Saxofón, Piano, Armonía, Fuga, Contrapunto, Composición e
Instrumentación y Dirección de Orquesta); y acabó completando sus estudios en
Estados Unidos, donde se especializa en composición de música para cine y en
Jazz, gracias a una beca del Ministerio de Cultura para ampliación de estudios
en el extranjero. Se graduó “Summa Cum Laude” en el Berklee College of Music de
Boston en las especialidades de composición para música de películas e
interpretación de Jazz, en un tiempo récord de dos años.
Gracias a su
formación en Berklee, centro por donde han pasado figuras de la composición tan
reconocidas como Howard Shore, afianza una pasión por la música de cine y la
composición, que arranca desde su adolescencia, donde, como él mismo reconoce,
“la música era una voz interior tan fuerte que no pude aplacar, sino todo lo
contrario, me esforcé al máximo para hacer ese sueño realidad, a pesar de que
los muros que tuviese que sortear fuesen demasiado altos.”.
De regreso a
España, entra de lleno en el mundo del cortometraje, componiendo la música de
tres cortos: “Arañazos” de Pedro Barbero, “Andeo” de Luís Vallés, y “Lisa” de
Carlos Pullet. El salto a los largometrajes y a la pantalla grande vino de la
mano del pianista Polo Ortí, un amigo conocido en Berklee, quien se encargó de
presentar a Roque al actor Gabino Diego, el cual impresionado por sus
composiciones lo promociona con el director Emilio Martínez Lázaro, con el que
acababa de rodar la película “Los peores años de nuestra vida”.
Este contacto
traería como resultado que Emilio Martínez Lázaro confiara en Roque para la
composición de la banda sonora de “Carreteras Secundarias”, en 1997, que obtuvo
el premio a la mejor banda sonora en el festival de Cine de Peñíscola, iniciándose
así una carrera cinematográfica que, creciéndose en cada obra, ha marcado los
últimos quince años del cine español.
Afortunadamente,
no se trata de un caso aislado. Roque pertenece a una generación que ha
protagonizado una revalorización de la banda sonora gracias a la labor de
insignes compositores como Pepe Nieto o Antón García Abril, y que ha permitido
iniciar una serie de colaboraciones director-compositor en la mejor tradición
del cine europeo y americano. Al igual que el tándem formado por Gracia
Querejeta con Ángel Illarramendi; Ventura Pons con Carles Cases; Bingen
Mendizábal con Juanma Bajo Ulloa y Mariano Barroso; José Luís Garci con Pablo
Cervantes o Alberto Iglesias con Julio Medem y Pedro Almodóvar; Roque Baños ha
sabido ganarse la confianza de los mejores directores de nuestro país y el
extranjero, desarrollando una fructífera relación con Emilio Martínez Lázaro,
Santiago Segura, Alex de la Iglesia y Carlos Saura.
¿El resultado?
Medio centenar de películas, tres premios Goya de diez nominaciones; tres
medallas del Círculo de Escritores Cinematográficos sobre 9 nominaciones; tres
Premios de la Música de 6 nominaciones; así como nominaciones en las academias
de cine argentina y mexicana, el premio a la mejor banda sonora en Toulouse o
el premio homenaje Ricardo Franco del Festival de Cine Español de Málaga.
Un
resultado fruto del trabajo constante, el esfuerzo y la dedicación. En palabras
de Roque: “el trabajar siguiendo las indicaciones de un director supone adaptarse
a las necesidades de la producción, pero no renunciar al estilo propio: solo
adecuar mis recursos a los requerimientos de la película. Al igual que los
pintores o los escritores, los músicos también tenemos nuestras etapas, que
bien podrían diferenciarse por colores. Aún así pocas cosas han variado en mi
estilo. La única diferencia entre el que yo era antes y el que soy ahora es que
he podido componer música para géneros totalmente opuestos, disfrutarlos al
máximo y superar con más entusiasmo los nuevos retos que han surgido”. Y es que
hay varias palabras con las que definir su obra, emoción, intuición, sensibilidad,
contrapunto, creatividad, pero, sobre todo, versatilidad. De la melancolía y
sensibilidad fundacional de “Carreteras Secundarias”, la seriedad y espectacularidad
con grandes orquestaciones de la serie “Torrente”, los contrapuntos serios y
dramáticos a las tragicomedias de “Muertos de Risa”, “Obra maestra” o
“Isis/Disi”, la música de raíz y mediterránea de las colaboraciones con Saura
“Goya en Burdeos”, “Buñuel y la Mesa de Rey Salomón”, “Salomé” o “El Séptimo
Día”; de épica y fantasía en “El corazón del Guerrero”; el homenaje a Schifrin y
el jazz en “El robo más grande jamás contado”; el western y la música de genero
en “800 balas”; de la identificación en “No somos Nadie”; el musical con “Los
lados de la cama”; la emoción y compasión de “Segunda Piel” o “Las Trece Rosas”;
el comentario musical y etnográfico de Lázaro de Tormes”; la sensibilidad y
coraje femenino de “Diario de una Ninfómana”; la inquietud de “La Comunidad”, la
tensión y melancolía de “El Maquinista”; el thriller en “La voz de su amo” o la
enérgica “Celda 211”, el misterio en “La Caja Kovak”; la inocencia y el horror
en “Frágiles” e “Intruders”; el suspense en “Los Crímenes de Oxford”; la íntima,
sutil y dolorosa épica de “Alatriste”; y la rabia, fuerza y dolor de “Balada
Triste de Trompeta”, entre muchas otras.
Esta
versatilidad va más allá de influencias de Herrmann, Elfman o Williams. Como
bien dice Roque, hay formas de ver la armonía, la melodía, marcadas por la
maestría de Ravel, Debussy, Stravinsky, Prokofiev, Tchaikovsky….que hace que
puntualmente los compositores lleguen a conclusiones parecidas. Pero, en
definitiva, Roque Baños hace la música que siente, y esa música es la que ha
dotado siempre a sus personajes, sobre todo, de dignidad y emoción.
Preparando
esta presentación de Roque Baños, leí entrevistas, artículos, monografías, y,
entre toda esa información, encontré un pequeño detalle que me emocionó. Cuando
le preguntaban cuál fue la película que le marcó el amor a la música de cine su
respuesta fue E.T. No pude evitar sentir un estremecimiento. Mi padre murió
antes de que cumpliera siete años. Durante los años setenta, junto a mi madre,
dedicó parte de su tiempo a asistir a proyecciones en Murcia y Alicante para
contratar las películas que se proyectaban en el cine de mi pueblo. No recuerdo
cuál fue la primera película que ví, pero si la única que asocio con él, poco
antes de que falleciera, en una sesión doble que proyectaba Drácula de
Cristopher Lee y E.T. La música me impactó tanto que la primera banda sonora
que compré, a los doce años en L.P, fue la de John Williams para esta película.
Desde entonces, las bandas sonoras han acompañado mi vida, mis sueños.
Para
Gil de Biedma, como la luz, la música tiene una calidad fosforescente y suave
de sueño recordado Si la música de cine es la música de los sueños, la música
de Baños tiene el don, como los grandes, de permanecer para siempre en nuestra
memoria. De dar sentido a lo que no se ve. De fabricar recuerdos, emoción y mantener
los sueños. Iluminar caminos. Gracias a la música de cine he mantenido mis
sueños. Gracias Roque, por hacer esto posible.
Dos de tus grandes amores, cine y música, se recogen en las bandas sonoras. Pocas personas habrán con un gusto y selección tan dulce, tierno y acertado como tú por esta música. La mejor persona para presentar a Roque Baños en la Master Class en el Batel eras tú y Cristina ni lo dudó. Tampoco me extraña que Don Roque se emocionara: una vida narrada con mucho cariño y sentimiento. Gracias. Besicos mil
ResponderEliminarPrecioso relato al son de tus palabras …. Maravillosa mezcla de talentos …
ResponderEliminarQué bien suena…
"Hacer con soltura lo que es dificil a los demás, he ahí la señal del talento; hacer lo que es imposible al talento, he ahí el signo del genio" Henri Frédéric Amiel
Muchas gracias, Álvaro!! Sin palabras...
Aunque un poco tarde, al fin he podido leer lo que ya escuché en su momento y me estremeció. No tengo más que darte las gracias como siempre Álvaro, espero hacer algo importante algún día para pedírte que me dediques unas palabras ymientras eso ocurre sigue escribiendo como tu sabes, desde el corazón. Un fuerte abrazo!
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