Las pinturas al óleo sobre el lienzo, al ir envejeciendo a veces se hacen transparentes; y así es posible ver en determinados cuadros los trazos originales. Aparecerá un árbol a través de un vestido de mujer; un niño dejará paso a un perro; un barco dejará de estar en alta mar. A esto se le llama pentimento, porque el pintor se arrepintió, cambió de idea. Fue una gran escritora, Lillian Hellman, quien me descubrió esa palabra y su reflexión hace unos años, y últimamente no abandona mis pensamientos.
El contemplar un camino recorrido a veces ayuda a evitar piedras y obstáculos en los nuevos senderos que hemos de iniciar cada día, pero cuando el camino lleva mucho andado deja entrever en esa vista atrás que algunos de los sueños que te movían no han sido tales, o que, simplemente, estabas equivocado en muchas cosas. Redundar en que el camino es lo importante no sirve cuando no te reconoces en mucho de lo que te rodea en esta parada. Tengo la sensación de que partí hace tanto tiempo que el rumbo ha terminado por perderse, y me cuesta identificar los árboles que me servían de guía, porque observándolos ahora, desde la distancia, se han desnudado, mostrando su corteza original, libre del musgo y las ramas que el trayecto vital le fue añadiendo. Esos trazos originales quizás marcaban otro camino que no he sabido seguir. Y, sin embargo, me sorprendo a mi mismo en el sentimiento que queda al echar la vista atrás, en esta parada. No es dolor, quizás un poso de tristeza, un barniz de melancolía que siempre tiñe un retrato pasado.
El camino, aunque en principio señalara un viaje muy distinto al que he andado, me ha tatuado afectos, afectos que me hablan, me transmiten, y que, en todo caso, me permiten hoy tener el sostén necesario para poder cambiar de idea, o, simplemente, vivir. Mi barco no está en alta mar, donde lo pinté en un inicio, y lo difícil para mí ahora es saber dónde está, y si esta parada es el mar, y si pueden existir árboles en el mar, o estrellas a las que bailar cada noche. Ayer tuve miedo, porque el camino estuvo a punto de cortarse, el mar de secarse. No fue así, sigue el mar, sigue el camino, y lo contemplo de forma distinta. Cambié de idea. A veces, es bastante con poder andar.
El contemplar un camino recorrido a veces ayuda a evitar piedras y obstáculos en los nuevos senderos que hemos de iniciar cada día, pero cuando el camino lleva mucho andado deja entrever en esa vista atrás que algunos de los sueños que te movían no han sido tales, o que, simplemente, estabas equivocado en muchas cosas. Redundar en que el camino es lo importante no sirve cuando no te reconoces en mucho de lo que te rodea en esta parada. Tengo la sensación de que partí hace tanto tiempo que el rumbo ha terminado por perderse, y me cuesta identificar los árboles que me servían de guía, porque observándolos ahora, desde la distancia, se han desnudado, mostrando su corteza original, libre del musgo y las ramas que el trayecto vital le fue añadiendo. Esos trazos originales quizás marcaban otro camino que no he sabido seguir. Y, sin embargo, me sorprendo a mi mismo en el sentimiento que queda al echar la vista atrás, en esta parada. No es dolor, quizás un poso de tristeza, un barniz de melancolía que siempre tiñe un retrato pasado.
El camino, aunque en principio señalara un viaje muy distinto al que he andado, me ha tatuado afectos, afectos que me hablan, me transmiten, y que, en todo caso, me permiten hoy tener el sostén necesario para poder cambiar de idea, o, simplemente, vivir. Mi barco no está en alta mar, donde lo pinté en un inicio, y lo difícil para mí ahora es saber dónde está, y si esta parada es el mar, y si pueden existir árboles en el mar, o estrellas a las que bailar cada noche. Ayer tuve miedo, porque el camino estuvo a punto de cortarse, el mar de secarse. No fue así, sigue el mar, sigue el camino, y lo contemplo de forma distinta. Cambié de idea. A veces, es bastante con poder andar.
El camino es largo, siempre hay que mirar hacia delante, volviendo la cabeza y echando un vistazo atrás para recordar lo maravilloso de lo vivido, como puedo aprender de lo anteriormente acaecido porque nadie me asegura que en este espacio (OX, OY, OZ) con la cuarta dimensión tiempo (t), hubiera sido mejor cambiarla, porque estoy segura de lo que he vivido, con quién y por qué, estoy orgullosa de ello, aunque a veces la vida me sorprenda con acontecimientos imprevistos que me hagan reflexionar , pero debo plantearme en estos casos como mejorar porque es mucho camino lo que nos queda por recorrer, vivencias y cosicas buenas que COMPARTIR con quien más quiero porque de esto último sí estoy segura de que lo elijo y vivo yo. A veces es duro, no lo niego, pero merece tanto la pena vivirlo que no puedo concebir “no caminar un camino”.
ResponderEliminarEn este mundo, existen dos tipos de personas,las que nos cuestionamos nuestros actos,decisiones,el rumbo de nuestras vidas,si lo hacemos bien o mal,y las que simplemente se dejan llevar.al leel tus escritos veo que eres de los primeros, por eso me conmuerve tu forma de escribir y de transmitir los sentimientos,en ocasiones recibimos un toque de atención que nos confirma que la vida es un regalo,y que siempre tenemos mucho que dar y recibir aunque nos parezca que nadie lo percibe en realidad siempre hay alguien que nos necesita,y a quien podemos ser utiles. por eso unicamente vale la pena seguir luchando.gracias por escribir de esa forma.
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