tag:blogger.com,1999:blog-66786245138506001422024-02-20T08:12:36.437+01:00VOCES ROBADASÁlvarohttp://www.blogger.com/profile/02813136475868686659noreply@blogger.comBlogger49125tag:blogger.com,1999:blog-6678624513850600142.post-9413324940210083892020-12-09T20:07:00.004+01:002020-12-27T10:09:37.654+01:00LA ISLA ROJA. Una isla en ninguna parte<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZIXIVrYHbVXU0mBaO0uqRgLzcl06q8fVkDX3hYXQ2A34xK-FL5E9FqzmjFj_dIpH0hRUjIP1MqVhc3f3DPoUb5d_igiMUN-ms7j185nMqky8hk_i9eN3gnF71AU9e_tTd3D97h2FiFh4/s2048/DSC_4919.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1365" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZIXIVrYHbVXU0mBaO0uqRgLzcl06q8fVkDX3hYXQ2A34xK-FL5E9FqzmjFj_dIpH0hRUjIP1MqVhc3f3DPoUb5d_igiMUN-ms7j185nMqky8hk_i9eN3gnF71AU9e_tTd3D97h2FiFh4/s320/DSC_4919.jpg" /></a></div><br /><p align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;"><br /></p>
<p align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Porque el sueño más real<o:p></o:p></i></p>
<p align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">es aquel más distante de la realidad,<o:p></o:p></i></p>
<p align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">aquel que vuela solo,<o:p></o:p></i></p>
<p align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">sin necesidad de velas ni de viento.<o:p></o:p></i></p>
<p align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">Hugo Pratt.<o:p></o:p></p>
<p align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;"><o:p> </o:p></p>
<p align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">Creí que era una
aventura, <o:p></o:p></p>
<p align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">Y en realidad era la
vida.<o:p></o:p></p>
<p align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">J.Conrad<o:p></o:p></p>
<p align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;"><o:p> </o:p></p>
<p align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;"><i>Para mis compañeros
de expedición: <o:p></o:p></i></p>
<p align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;"><i>Miriam, Pacopé,
Jesús y Ana; Guadalupe, Dani y Susana, <o:p></o:p></i></p>
<p align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;"><i>Viçent y Dolors,
Teresa, Anna, Esther, Miguel Ángel, y Oleana. <o:p></o:p></i></p>
<p align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;"><i>Y nuestra brújula,
Thierry y Valentina<o:p></o:p></i></p>
<p align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Andábamos sin buscarnos <o:p></o:p></i></p>
<p align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">pero sabiendo que andábamos para encontrarnos. <o:p></o:p></i></p>
<p align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">(Julio Cortázar).<o:p></o:p></p>
<p align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;"><i><o:p> </o:p></i></p>
<p align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Madagascar,
su nombre suena a remoto. Raharimanana, en su libro <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Nur,</i> la describe como una isla al margen. Y así ha sido durante
mucho tiempo, una isla al margen de todo, una isla en ninguna parte.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y
una isla así, ¿aún puede existir? ¿existió alguna vez tal y cómo la soñaron? Para
alguien que ha crecido bañado por el mar, contemplando el horizonte y pensando
qué habrá más allá, creer en algo así es casi como una seña de identidad. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Todo empezó
con Marco Polo. Él fue el primer europeo en hablar de una isla al sur del sur,
que llamó Madagascar. Pero estaba confundido, seguramente con Mogadiscio, en
Somalia. Porque Marco Polo no siempre decía la verdad, o, al menos, en algunos
casos, no comprobaba mínimamente lo que leía o le contaban sobre tierras remotas
que nunca visitó. Por eso afirmó, sin ningún tipo de rubor, que Madagascar era
el territorio con más elefantes del mundo, o que los camellos eran el plato
ideal de sus habitantes. Sin embargo, en la isla más grande de África no ves elefantes,
leones, camellos, jirafas o hipopótamos. Es otro mundo, un mundo aparte. En las
primeras líneas de mi diario escribí, antes de partir a esta isla: África que
no es África, o África que no parece serlo. Al hacerlo no imaginé que esas
palabras las repetiría más de una vez a lo largo de un mes, como una forma de
atrapar lo asombroso de una tierra que aparecía ante mis ojos como una
bendición. No lo esperaba y quizás por eso me enganchó desde un inicio, más
rápido de lo que me había ocurrido en otros viajes. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>¿Pero
si no parece África, qué parece? La cuarta isla más grande del mundo, tras
Groenlandia, Borneo y Papua Nueva Guinea, es casi un mini continente. Se
originó a partir del supercontinente Gondwana (un antiguo bloque continental
que resultó de la partición en dos de Pangea) y que, al extinguirse, dio lugar
a las masas continentales de las actuales Sudamérica, África, Australia,
Indostán, Madagascar y <st1:personname productid="la Ant£rtida. Su" w:st="on">la
Antártida. Su</st1:personname> costa oriental se formó cuando África se separó
de Gondwana hace alrededor de 165 millones de años. Más tarde, Madagascar se
separó, intrépida, del subcontinente indio y, al hacerlo, su aislamiento favoreció
la conservación de una enorme diversidad de especies. Esto hace que parezca
perdida en el mapa. Según los científicos, el 90% de su flora y fauna no se
puede encontrar en ninguna otra parte, y no solo por los baobabs, lémures o los
camaleones. Únicamente su variedad en bosques te deja atónito: Gerald Durrell
enumera desde selvas tropicales a monte bajo, pasando por bosques perennes de
secano, bosques de espinos con más pinchos que un erizo y bosques pigmeos de
árboles de tan solo quince centímetros. Una enorme riqueza biológica que ya de
por sí estimularía cualquier interés viajero. De altiplanos a sabanas, de
desierto a selvas lluviosas, la isla entera parece ser un gran parque natural
donde la vida salvaje se acepta con la naturalidad de las cosas imperecederas,
en palabras de Sergi Formentin.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiaE-dUgf8TGuOd-2zybpfYRmd-PVEWPQPB4HMk5w6J7FFt6faJs2oOQ6gosGAau5-heelcMK_pcUzT08mtU8Xsi4hMJx5wBzrA3uusiwdE9ObfDGW3NMr9l6h1sm0ODUfx9Vt629qfrzM/s800/DSC_1.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="800" data-original-width="800" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiaE-dUgf8TGuOd-2zybpfYRmd-PVEWPQPB4HMk5w6J7FFt6faJs2oOQ6gosGAau5-heelcMK_pcUzT08mtU8Xsi4hMJx5wBzrA3uusiwdE9ObfDGW3NMr9l6h1sm0ODUfx9Vt629qfrzM/w200-h200/DSC_1.png" width="200" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Todos
los viajes tienen un origen. Y aunque siempre fantaseo con hacer girar el globo
terráqueo y posar un dedo para que éste marque al azar la próxima aventura, aún
no ha llegado ese momento. Éste encontró su motivación en la ilusión de unos
compañeros de la expedición a Papúa, Jesús y Ana, grandes viajeros que, en uno
de los últimos días en Sulawesi, al atardecer de una playa en Bira, lanzaron su
deseo al aire, que al vuelo fue recogido por otros compañeros como Pacopé y yo.
Los tres, Jesús, Ana y Pacopé, son grandes compañeros de viaje. Tienen buena
conversación, curiosidad por lo que ven, divertidos, y no les agrada discutir.
Su forma de viajar es parecida a la mía. Si bien llevo tiempo queriendo conocer
Patagonia, su entusiasmo y la falta de concreción de otro viaje, me impulsaron
a unirme a ellos.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Para
mí Madagascar era un enigma. Poco sabía de ella más allá de un lugar en ninguna
parte, que es África pero también un poco de Asia, que es Índico pero también
un poco del mar cálido del canal de Mozambique. Una tierra de contrastes, desde
los altiplanos centrales de arrozales a la aridez del suroeste; de la majestuosidad
silenciosa de los baobabs al norte verde de playas paradisíacas. Un pueblo
formado por un conjunto de etnias de enorme riqueza cultural (merina, betsileo,
tsimihety, sakalava, antandroy), que ha llegado a nosotros gracias a una tradición
oral que sigue presente en las extraordinarias historias que puedes escuchar en
boca de cualquier malgache al que prestes atención. Pero también un pueblo al
límite de la subsistencia, uno de los más pobres del mundo, al que la
supervivencia le lleva a arrancar de la tierra los recursos que millones de
habitantes necesitan para calmar el hambre: talas y roturaciones
indiscriminadas para el cultivo del arroz, la ganadería de cebúes o la
obtención de leña para construir, cocinar y protegerse contra el frío. Una
tierra que puede dejar de serlo para lémures, camaleones, baobabs e
innumerables especies de flora y fauna.<span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Aunque
se encuentra cerca de Mozambique, a unos cuatrocientos kilómetros, los primeros
pobladores llegaron de Asia hace unos 1200 años, probablemente del extremo
asiático, de Siberut (la más grande de las islas Mentawai, en Indonesia, a más
de seis mil kilómetros de distancia), impulsados por las corrientes marinas y
los vientos en embarcaciones tipo Kontiki. Este origen ayuda a explicar los rasgos
orientales de una gran parte de la población, su lengua (el malgache, más
cercano al sudeste asiático o las islas del Pacífico que a las lenguas
africanas) y esa sensación que te inunda desde el primer momento de mirar de
espaldas a África, como si no formara parte de este continente al cien por cien.
Como si quisiera perderse del mapa, escaparse.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Poco
tiempo después, hubo migraciones bantúes desde el continente africano,
fundiéndose con la población asiática y configurando esa doble pertenencia que caracteriza
el rostro malgache. En una época donde los únicos habitantes de la isla eran
avestruces de más de tres metros de altura, lémures y tortugas gigantes, todo
empezó a cambiar. Los comerciantes árabes y persas, atraídos por su posición
geoestratégica entre dos grandes continentes y las bondades de sus recursos y
especias, establecieron colonias allí sobre el 1300. Y, al parecer, dieron el
nombre a la isla: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Al madina gaskaria </i>(“la
ciudad bonita”), que, con el tiempo, derivó en el Madagascar que menciona Marco
Polo. Tras ellos, en su búsqueda de una ruta alternativa a Oriente que evitara
el Mediterráneo, al doblar el Cabo de Buena Esperanza y avanzar por aguas del
Índico, aparecieron los portugueses encabezados por Diego Díaz, aunque no
lograron establecer una base duradera. Como reacción a tanta presencia
extranjera, desde el siglo XV, las diferentes tribus de la isla empezaron a
unirse iniciando los primeros reinos (Sakalava, Merinas… con reyes de nombres
impronunciables), pero no pudieron evitar que, en el s. XVII, el noreste de <st1:personname productid="la Isla" w:st="on">la Isla</st1:personname> se convirtiera en una de
las bases para piratas más famosas de la época, donde, según Daniel Defoe,
fundaron una utopía política llamada Libertaria. De hecho, en los siglos XVII y
XVIII, toda esta zona fue un enclave importante de piratas y corsarios
legendarios, como Adam Baldrige, Henry Every u Olivier Levasseur, cuyos navíos
hundidos forman parte del patrimonio nacional. Y, entre ellos, sobresale la
figura legendaria de William Kidd, el famoso <i>Capitán Kidd</i>, cuyo tesoro
se encuentra en paradero desconocido en estas aguas desde hace 300 años, y que
inspiró el personaje de John Silver <i>el Largo</i> en el libro «La isla del
tesoro», de Robert Louis Stevenson.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">A mediados del
XVII se asentó <st1:personname productid="la Compa■a Francesa" w:st="on">la
Compañía Francesa</st1:personname> de las Indias Orientales, con el objetivo
de controlar el comercio desde Cabo de Buena Esperanza hasta los mares de
Oriente, en un lugar del extremo sur que denominaron Fort Dauphin (en honor del
<i>Delfín</i>, el heredero de <st1:personname productid="la Corona" w:st="on">la
Corona</st1:personname>, futuro Luis XIV). No duraron mucho, sus enfrentamientos
con los nativos malgaches y las enfermedades les llevaron a abandonar el lugar
treinta años después. Y con todos ellos, como no podía ser menos, hicieron acto
de presencia los misioneros, que fueron la presencia occidental mas duradera,
aunque episódica, hasta que los franceses enarbolaron la bandera del
colonialismo a finales del s. XIX. Su estancia en la isla se prolongaría hasta
1960, fecha en la cual la tierra roja logró su independencia. Un lugar de
fusión, un cruce de caminos, una colisión de culturas, en palabras de Xavier
Aldekoa, que convierten a esta isla, aún hoy, en una torre de Babel derramada y
bañada por el mar. Una isla que parece querer escapar de todo, no solo del Atlas.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8PSm6KzP897Xt1pzBd_24T20KPJ1sUPDk2dL5nbn2lYfY7hsquOrKys1beAtfXWT8GogHAe0pohrGSImRRtMpO-QrRQ4_BS2uUGfQn6sMs4C3EYUyzBSxHsbqNLEBd0PH1RGVDGoCPVc/s6000/DSC_5061.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8PSm6KzP897Xt1pzBd_24T20KPJ1sUPDk2dL5nbn2lYfY7hsquOrKys1beAtfXWT8GogHAe0pohrGSImRRtMpO-QrRQ4_BS2uUGfQn6sMs4C3EYUyzBSxHsbqNLEBd0PH1RGVDGoCPVc/w133-h200/DSC_5061.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiaaUauenHLA1zRFoHc_Yh8kI_-n6fWDMaOmZBVf_CyGPVlCIJF0qYW8A_grplGkPDhvTp4zJCRhXZSr1CpTr1iIo5uGiZ7rS_rebhQsqjsvGeU_Sj7EChh2UXxqBAB8Obw_FaPgqsDSs/s6000/DSC_4774.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiaaUauenHLA1zRFoHc_Yh8kI_-n6fWDMaOmZBVf_CyGPVlCIJF0qYW8A_grplGkPDhvTp4zJCRhXZSr1CpTr1iIo5uGiZ7rS_rebhQsqjsvGeU_Sj7EChh2UXxqBAB8Obw_FaPgqsDSs/w133-h200/DSC_4774.JPG" width="133" /></a><br /><br /></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Cuando
te empapas de guías, libros y planos, rápidamente te das cuenta de que viajar
por Madagascar no es fácil. No hay grandes infraestructuras de transporte,
salvo un avión interno que une la capital, en el centro, con el norte. Las
grandes carreteras son escasas, faltan indicadores, y lo común son pistas de
tierra sujetas a las inclemencias del tiempo, que, aunque son toda una
aventura, resultan incómodas por las largas distancias entre las escasas
ciudades y los días que puedes tardar en desplazarte de un lugar a otro. La
población local, malgache, utiliza los <i style="mso-bidi-font-style: normal;">taxi
brousse</i>, minibuses que viajan abarrotados cuando se llenan, sin un horario
estricto, y si bien es un excelente medio para conocer, y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">sentir</i>, de primera mano el país, cuando se viaja con un tiempo
limitado, en este caso un mes, hay que buscar otras opciones. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y
ya no te digo preparar el inseparable macuto de viaje. Olisquear, buceando por
internet, sobre las temperaturas de mi destino te deja con la sensación de que
verdad voy a viajar a una isla al margen: del clima continental del interior,
donde se encuentra la capital Antananarivo (en un altiplano que en ocasiones
supera los <st1:metricconverter productid="1000 metros" w:st="on">1000 metros</st1:metricconverter>),
al subtropical de las costas, de la humedad de la costa este (más lluviosa y
verde) al calor seco del oeste (más desértico). Conclusión: un petate donde las
camisetas de manga corta y los pantalones desmontables dan la mano y abrazan
con cariño a los jerseys y el forro polar. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Al
fin, el viaje. No es fácil imaginar todo lo escrito tras casi dos días de
vuelos, retrasos y cansancio, cuando desde la ventanilla del avión aparece la
silueta, enorme, recortada sobre el mar, de Madagascar. Tampoco al bajar la
escalerilla del avión y respirar profundamente un aire fresco y húmedo que me
regala una extraña sensación de familiaridad. Ni cuando haces las largas colas
para pasar los controles y sellar el visado. Ni al conocer por fin a Valentina,
a quien Gerardo (guía de Etiopía y amigo) me había puesto en el mapa como cicerone.
Ni, mucho menos, en el largo trayecto desde el aeropuerto a Antananarivo, la
capital del país. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Antananarivo<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Aunque
no es una ciudad bien iluminada, tras el cristal del minibus que nos conduce al
hotel se intuye la pobreza del país, la fisonomía de las grandes ciudades que
han crecido sobre la base del caos, de las oportunidades y las necesidades, del
deseo y la pretensión de un orden, de la historia y la economía. Creo reconocer
postales de otras ciudades que me dibujaron esa impresión, de acumulación de
edificios por construir o en ruinas, junto a moles arquitectónicas como
salpicadas en un enjambre de miles de viviendas olvidadas por el ingenio
urbano. Un par de grandes avenidas de las que salen cientos de callejuelas que
tejen un tapiz de viviendas, solares o parcelas para el cultivo del arroz. Me
atrae, tiene ese aire entre desorden, decadencia y un matiz de incertidumbre
que tanto gusta a los viajeros.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La
ciudad, como si de una humilde Roma se tratase, se ha construido sobre la unión
de una serie de cerros, valles y colinas que oscilan entre los mil y los mil
quinientos metros. De ahí las continuas cuestas y laderas, bajo pinos y
eucaliptos, y la presencia, entre construcciones de cemento, de mesetas y
terrazas de arrozales. Y, como la ciudad eterna, encierra entre sus cerros una
atractiva historia que invita a descubrir siempre y cuando sepas dejar de lado
el caos, la polución, enjambres de personas que se desplazan de un lugar a otro
o simplemente desarrollan su vida en sus puestos y trabajos ajenos a mi mirada
curiosa. Apunto en mi diario, seguramente recuerdo de alguna lectura, que Tana
(la denominación popular de Antananarivo) se presenta en un vaivén, como
laberintos de vida que te llaman a gritos para que entres. Y accedo a la
invitación.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Entre
humildes edificios de ladrillo rojo y barrios de chabolas, encuentras antiguos
edificios coloniales y nuevas construcciones para empresas y palacios
gubernamentales. Y en una de las zonas elevadas, y más tranquilas, se localiza
nuestro hotel, el Louvre, una pequeña maravilla arquitectónica realizada por un
discípulo de Eiffel. A pesar de una reciente remodelación, la construcción
responde a todo lo que uno puede asociar a Eiffel, estructuras y vigas
metálicas que recuerdan a las principales obras del conocido arquitecto.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Por
la noche, que se presenta casi por sorpresa a media tarde, cuando parece llegar
la quietud, como una dulce sábana que cubre los edificios y las calles,
empiezas a intuir en las luces amarillentas y anaranjadas, que intentan impedir
que la luz abandone la ciudad, que la ciudad sigue viviendo pero de otra forma.
Los intercambios ocultos, el trapicheo, el vagabundeo en busca de la necesidad
o del deseo, no están presente en nuestro barrio, en una zona alta y acomodada.
Pero sí lo está algún moderno bar para extranjeros y el mundo de la
gastronomía, de la influencia francesa en el buen comer, y tomaremos buena nota
de ello en nuestra intermitente estancia en la capital. Otro de esos contrastes
que hace que África te atrape y haga contigo lo que quiera. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWYMC9LHWeiQ1cKImr1XAgrV2lTXfJVx9deFW9wkfx4r_dXTgpaZNXCjGNwsavD0hJQKVmm6IVWwIfz6rDeaCt6ozorrE_01ONudIleQ2_VmQFreelg5oVMtLAE-zrx4ZoY7A1VAp8Fzs/s720/DSC_5655.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="540" data-original-width="720" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWYMC9LHWeiQ1cKImr1XAgrV2lTXfJVx9deFW9wkfx4r_dXTgpaZNXCjGNwsavD0hJQKVmm6IVWwIfz6rDeaCt6ozorrE_01ONudIleQ2_VmQFreelg5oVMtLAE-zrx4ZoY7A1VAp8Fzs/s320/DSC_5655.jpg" width="320" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Tonga soa </i>(bienvenido). Es el momento en
que los nombres sobre el papel adquieren el rostro y el cuerpo de los que van a
ser mis compañeros de expedición durante casi un mes: mis viejos amigos Pacopé,
Jesús y Ana; y un retazo de la geografía peninsular en los que adivino en sus
ojos el mismo ansia de aventuras y descubrimiento que desde hace un tiempo
reside en mi. Miriam, Guadalupe, Dani y Susana, Viçent y Dolors, Teresa, Anna,
Esther, Miguel Ángel, y Oleana de origen ruso. Junto a ellos, Thierry, la mano
derecha de Valentina, cuyo rostro refleja los rasgos merina, los más deudores
de un origen asiático, y quien nos tiende su mano para conocer su país, su
tierra, su gente.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Tsiroanomandidy.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Tras
una noche limitada a las presentaciones (del grupo, de la expedición y de las
cervezas), al cambio de moneda (grandes fajos de billetes que te hacen sentir
millonario) y al descanso, el camino se inicia con las primeras, y perezosas,
luces de la mañana. Es el momento, abrigados ante el aire fresco, en que
conocemos nuestra primera <i style="mso-bidi-font-style: normal;">troupe</i>,
conductores de 4x4, cicerones de los caminos perdidos de esta gran isla. Cada
uno es singular, elocuente, tímido, con carácter, rudo, silencioso. Con ellos,
Valentina y Thierry, aprenderemos nuestras primeras palabras malgaches y
nombres de pueblos (complicadísimos, Tsiribinha, Tsiroanomandidy; que apenas
puedo garabatear en mi diario), su música, y, a través de sus ojos toda una
forma de vivir de un país que aún no te pide o intenta venderte todo a las
primeras de cambio.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Como
suele ocurrir en la mayor parte de África, las ciudades-capitales, más modernas
y abarrotadas de población, salvo las costeras o aquellas con un pasado
colonial (y cuyo encanto suele limitarse a zonas concretas), no es que
destaquen por su atractivo, así que al iniciar el camino a recorrer el país
agradecimos los primeros trazos de paisaje de la gran isla al son de canciones
africanas en el reproductor del coche. Prepararse a ver la vida pasar. Uno a
veces se siente un perfecto idiota con el diario, bolígrafo y cámara de fotos,
como si fuera un Kapuscinski de cómic, pensando que mi relato no es que vaya
ser el definitivo pero si uno que contenga verdad y emoción. Buscando un
paisaje, una historia, que leí hace tiempo y que hace años que ha desaparecido.
Cada vez siento más respeto al escribir sobre los sitios por los que viajo,
porque, en realidad, no sé nada. La realidad te pone en tu sitio.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Cada
solar de la ciudad, sea en llano o en ladera, parece ser el lugar idóneo para
plantar arrozales, porque, en esta tierra, comer es sinónimo de arroz. No de
maíz o mandioca, como ocurriría en tierras africanas continentales. Muchos
transeúntes, de pelo oscuro y lacio y ojos y piel cobriza, refuerzan esa huella
asiática. Por lo demás, comparte ese espíritu de ciudad a medio construir y un
tráfico endiablado de muchas ciudades africanas y del sureste asiático. Al
menos la lentitud en el avance permite intuir el perímetro de uno de los
principales puntos de Tana, el Lago Itosy (Anosy). Lo que podría ser un lugar
apacible enmarcado por bellas jacarandas, se ha convertido en uno de los centros
neurálgicos de la ciudad, alrededor del cual se desplaza el tráfico sin orden
ni concierto, una marea de coches y personas que si te descuidas te engulle
durante horas y horas para dejarte claro que has entrado en un mundo en el que
la palabra prisa no existe.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRWcuZvheiCoxZALEBNkmJ6TirFQldcpv_ULR8pJY5skWiypzv6T3D1guoez0L_dqyE-CSjIgJv45ZHVDd5zFOe7VZyaCNiGqWEJHZqBBck8moI5vo5s9YtuiT5Yk1MKBuWW5JtJ9YEPg/s6000/DSC_6316.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRWcuZvheiCoxZALEBNkmJ6TirFQldcpv_ULR8pJY5skWiypzv6T3D1guoez0L_dqyE-CSjIgJv45ZHVDd5zFOe7VZyaCNiGqWEJHZqBBck8moI5vo5s9YtuiT5Yk1MKBuWW5JtJ9YEPg/s320/DSC_6316.JPG" width="320" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> Lentamente<i>, </i>logramos salir de la capital. Dejamos
atrás un río en decadencia, casi como una sucia frontera entre el mundo urbano
y la promesa de un mundo a las afueras que descubrir. Las mujeres lavan ropa
mientras el juego de los niños con el agua los convierte en entrañables
centinelas de una tierra de paso. Circular por la carretera bajo un cielo
despejado e infinito despierta de nuevo el sentido del viaje por tierras
africanas y asiáticas: coches de segunda mano junto a carros tirados por
bueyes, ladrillos de arcilla secándose al sol, personas escondidas bajo tejidos
de mil y un colores esquivándose mutuamente en un cruce continuo de animales,
perros y mercancías, de bidones vacíos en busca de agua y hatos de tela o capazos
de verduras que ojean mercados. Como ocurre con la mayoría de los países africanos,
la vida en Madagascar no funciona con prisas, sino más bien todo lo contrario,
al ritmo del <i>mora mora</i> (poco a poco),
una expresión que de forma inmediata entra a formar parte no solo de tu
vocabulario sino de tu rutina diaria. Un proverbio africano dice: “vosotros,
los europeos, tenéis los relojes, pero nosotros tenemos el tiempo”, nos recordó
Vicenç. En verdad, como leí en más de una entrada de internet a la hora de
preparar el viaje, esta debe ser una expresión que los malgaches inventaron
para evitar caer en la desesperación, que a fuerza de repetirla como un mantra
tibetano, ayuda a combatir sin hundirte en la miseria la lentitud en la forma
de vivir y hacer las cosas en <st1:personname productid="la Gran Isla." w:st="on">la
Gran Isla.</st1:personname> Sea como sea, en Madagascar uno puede intuir
cuándo empiezan los viajes, pero nunca cuándo terminan.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Dejar
atrás la capital es abrirse al hermoso paisaje de Madagascar, a sus distancias
infinitas, cielos brillantes y montañas de roca viva que dan paso a ríos o
secas planicies de tierra que parecen engullirte en nubes de polvo rojizo y
amarillento. Pero el inicio de este viaje tardó en mostrar sus beldades: las
primeras colinas se presentan desnudas, erosionadas, y las zonas bajas parecen
más barrizales que los hermosos bosques que uno espera. Es el altiplano, la
única vegetación que se avista alejados de la ciudad son las palmeras <i style="mso-bidi-font-style: normal;">ravenala</i> y una hierba amarilla, casi
seca, sobre tierra yerma. Tan solo la presencia de pequeños pedazos de bosque,
diseminados en las grandes extensiones que se adivinaban desde mi ventanilla,
me recordaba que Madagascar había sido una tierra de bosques.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibzV5HpyQCFuWMRdQVdGemUVCx78E4fkFCwP8U9JcfuXaO7B0hiUnqdFvbrLXSBaMNXB0rrCdP3r-UsSr3YdxgIXHhY7nhmdRBtX8nR7c4F6wr2oTcHDpOjQlX7wU-Rgl85mgCIj5pA0s/s6000/DSC_4707.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1LfG2iMopf4G9Xuw11Dnp45COIZRavTMqrWPO7vTdHxfBglVktSMOyIGIgm7v3e-wytLzL3db-WvMGSOaphJlAUhO1GTzFWZgPOXf38GvUz5aKChGk1-GLccO_OGS-c7C3pa9MWkXJbo/s6000/DSC_4708.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1LfG2iMopf4G9Xuw11Dnp45COIZRavTMqrWPO7vTdHxfBglVktSMOyIGIgm7v3e-wytLzL3db-WvMGSOaphJlAUhO1GTzFWZgPOXf38GvUz5aKChGk1-GLccO_OGS-c7C3pa9MWkXJbo/w200-h133/DSC_4708.JPG" width="200" /></a><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi0niMQMMU27v8vgp9YDIpRItgotbao3Irl4GdrJUdldzL9Jm-h4W63rtbmnrVJsvqWvfANzHmPgwQkJZaS2LG50IVCHNmLtXrttOlKaS-iDQYtNGlSW38jUXY4M0ICscsmz5jlx1cZw5A/s6000/DSC_4798.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi0niMQMMU27v8vgp9YDIpRItgotbao3Irl4GdrJUdldzL9Jm-h4W63rtbmnrVJsvqWvfANzHmPgwQkJZaS2LG50IVCHNmLtXrttOlKaS-iDQYtNGlSW38jUXY4M0ICscsmz5jlx1cZw5A/w133-h200/DSC_4798.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgs-coFN0VMk_5u_1jrUYPQ5z76qRrXHNo5exPIYMIUq3lhYOQ7vU-lMPPMUN8s_poXoWi4SslxWJowLmf9tP5ibQQDunqtvaaFzPuW2Np95_62TNTIf5Ercs-cqVotus0lA39sIq7TQNI/s2048/DSC_4795.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1364" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgs-coFN0VMk_5u_1jrUYPQ5z76qRrXHNo5exPIYMIUq3lhYOQ7vU-lMPPMUN8s_poXoWi4SslxWJowLmf9tP5ibQQDunqtvaaFzPuW2Np95_62TNTIf5Ercs-cqVotus0lA39sIq7TQNI/w133-h200/DSC_4795.JPG" width="133" /></a></div><br /></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> Hoy,
sin embargo, hay pocos árboles. Es por ello que entiendes porque llaman a esta
tierra <st1:personname productid="la Isla Roja" w:st="on">la Isla Roja</st1:personname>
(<i>l´île rouge</i>): en su interior arden
hasta las noches, revelando una tierra rasurada que saca a la luz un suelo rico
en hierro, de una tez roja, salpicada de ocres y amarillos, que aparece por
doquier ante la falta de árboles y flora. Para una población con pocos
recursos, la madera es su única fuente de energía, y quemar la vegetación
también sirve para que crezca la hierba que alimenta al ganado. Es la tragedia
de la deforestación. Ojalá, aunque perdiera el encanto del nombre que la
singulariza, regresara el nombre de <st1:personname productid="la Isla Verde." w:st="on">la Isla Verde.</st1:personname> Y yo, como la mayoría de sus etnias,
empiezo a mirar al cielo y el horizonte, buscando respuestas. Mientras, el
camino sube y baja, entre curvas, terrazas de cultivo y arrozales, salpicados
por pueblos de casas de arcilla y adobe, puertas y ventanas de madera, techos
de juncos, o edificios de ladrillo. Algunas aldeas de adobe son tan pequeñas
que cuesta identificarlas, desde la lejanía, sobre todo cuando la tierra es
árida y reseca, en horizontes donde lo más parecido a un árbol son troncos
raquíticos.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No
necesito muchos días de viaje para comprender que el arroz es una forma de vida
en Madagascar. La presencia de arrozales, desde el centro de la capital a
cualquier tramo de nuestros trayectos, es signo inequívoco de que es una parte
esencial en su dieta. Pero arroz no es solo alimento. Los niños utilizan los
sacos del cereal como bolsas donde guardar los libros del colegio y, una vez
vaciados en el aula, como esterillas para sentarse. Y lo mismo ocurre con la
religión: es común ver en los márgenes de carreteras y caminos, incluso en los
más aislados, pequeñas vírgenes o santos en estructuras de piedra y madera a
modo de hornacinas. A lo largo de los días siguientes, esta percepción se
matizará con la idea de la superstición y de los tabúes, tan presente en la
vida local.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No
es fácil viajar por la gran isla, sus carreteras, cuando las hay, no están bien
pavimentadas, y lo más frecuente es encontrar pistas de tierra que dependiendo
de las últimas lluvias u otras inclemencias del tiempo, sean más transitables o
menos. Por eso se hace indispensable contratar conductores con todoterreno. Es
difícil coger un coche por tu cuenta, has de saber de mecánica, controlar GPS y
los caminos y rutas, estar preparado para cualquier imprevisto (desde parones
por el fuerte sol a atascos en el barro).<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Por
ahora tenemos suerte, viajamos por <st1:personname productid="la Route N" w:st="on">la Route N</st1:personname>7, una de las más importantes del país. La
carretera hilvana pequeños pueblos que parecen casi abandonados hasta que
descubres en el interior de sus muros una vida que se oculta al sol, y que hace
discurrir su rutina sin inmutarse por el paso periódico de transportes de
mercancías o de algún cuatro por cuatro de locos viajeros como nosotros. Casas
de ladrillo o adobe con tejados a dos aguas y pequeños balcones que parecen
deshabitadas en un primer vistazo pero donde hileras de humo y útiles de
labranza y hogar revelan la existencia de una vida interior que escapa a
nuestro rápido ojo viajero. Desde la ventanilla tengo la certeza de que hay
mucho por ver, que esta isla ofrece demasiado, y no tengo medios, ni el tiempo.
Así que me abandono al encuentro, sin expectativas. No sé si será la mejor
opción, pero es la más viable para mí. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibzV5HpyQCFuWMRdQVdGemUVCx78E4fkFCwP8U9JcfuXaO7B0hiUnqdFvbrLXSBaMNXB0rrCdP3r-UsSr3YdxgIXHhY7nhmdRBtX8nR7c4F6wr2oTcHDpOjQlX7wU-Rgl85mgCIj5pA0s/s6000/DSC_4707.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibzV5HpyQCFuWMRdQVdGemUVCx78E4fkFCwP8U9JcfuXaO7B0hiUnqdFvbrLXSBaMNXB0rrCdP3r-UsSr3YdxgIXHhY7nhmdRBtX8nR7c4F6wr2oTcHDpOjQlX7wU-Rgl85mgCIj5pA0s/w200-h133/DSC_4707.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSoP9LlPzd4ip2uyGPGBvGyO1D4cA3QFqjeH-avB8Z8OWJTsdzEmMe62NT1_KUijTdHYxPs-HL2s90ZwLupvZgKu5Yh3xlQqaaXAP3R4InUi1R82P_L_1_TTVMgMXdehHeSQpLDLQTxek/s6000/DSC_4756.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSoP9LlPzd4ip2uyGPGBvGyO1D4cA3QFqjeH-avB8Z8OWJTsdzEmMe62NT1_KUijTdHYxPs-HL2s90ZwLupvZgKu5Yh3xlQqaaXAP3R4InUi1R82P_L_1_TTVMgMXdehHeSQpLDLQTxek/w133-h200/DSC_4756.JPG" width="133" /></a><br /><br /></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> Siempre
llevo algunas lecturas cuando viajo a un país, desde libros (la mayor de las
veces) a artículos de periódico impresos o grabados en la memoria de mi móvil.
Me ayudan a entender mejor los territorios que camino, a soportar con
estoicismo las largas esperas de aeropuertos o traslados, e incluso para
conseguir conciliar el sueño cuando el clima o las condiciones me lo ponen difícil.
En esta ocasión me acompaña el naturalista Durrell y varios extractos de
noticia que me ponen al día sobre la deforestación y el hambre. Leo que
Madagascar es peculiar, no sólo porque haya tenido un presidente que fue DJ o
por el descubrimiento casi continúo de especies endémicas, sino por los
contrastes entre las diferentes zonas del país o el origen de sus etnias, que
hacen que el trato al extranjero pueda variar de un área a otra. La insularidad
y la falta de infraestructuras de comunicación entre diferentes regiones
permite que algunas poblaciones vivan más aisladamente y preserven una cultura
propia. Imagino que aquellas tierras más desarrolladas estarán más
acostumbradas al viajero que algunos pueblos del interior o el sur. Hasta este
momento, pocas veces he oído que se dirijan a nosotros como <i>vazaas</i> o <i>vazaha</i>, nombre que los malgaches dan a los extranjeros, y que significa
literalmente blanco. Al fin y al cabo, es una de las primeras palabras que se
aprenden en África. Nuestra piel de <i>vazaha
</i>no deja de ser un reclamo, pero siento que en este país la mayoría de las
zonas están más que acostumbradas a la presencia occidental, aunque haya
algunos niños de aldeas perdidas que se queden pasmados al vernos. No es la
época precolonial ni yo soy Livingstone.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero
esto no le resta un ápice al espíritu de aventura que tiene el grupo, ni al
hecho indiscutible de que estamos en una isla que aún conserva territorios
vírgenes y salvajes. Ese es nuestro horizonte y lo que me recarga las pilas al
grito de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">lore lore maku maku, </i>cancioncilla
que en un momento de risas convertimos en el emblema de nuestro grupo y que
triunfa de una forma curiosa en el público malgache. Al atardecer, en un
pequeño pueblo en ruta en el que paramos para estirar un poco las piernas, tenemos
ocasión de entonarla. Con la idea de recorrer el pueblo y familiarizarnos con
su arquitectura de barro nos vemos asaltados por un grupo de niños sonrientes<i>.
</i>Acuden hacia ti, primero tímidamente, luego corriendo, hasta formar un buen
grupo al grito de vazaha! (blanco). Nos alegramos, las risas infantiles tienen
el sonido de África. La cámara llama la atención, seguramente algunos la han
visto anteriormente y saben que su imagen puede quedarse fijada en la pantalla.
Solo queda que hagamos el payaso, les saquemos alguna foto y la mostremos de
forma teatral. A cada flash estallan gritos y risas de júbilo, y cuando
enseñamos las fotografías a través de la pantalla de la cámara, las expresiones
de alegría se extienden por todo el pueblo. Han decidido que nuestras cámaras y
las fotografías son el pasatiempo del día, y entre infinitas sonrisas,
carcajadas, ojos brillantes, manotazos, algún que otro agarrón y múltiples y
curiosas formas de llamar la atención, posan para mí, y para ellos, y para el
mundo, en unos minutos que por sí mismos le dan sentido a todo un viaje.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3-oaoa7e9sIVUZovKvxSD_p58TkKovsXc0ZTFwXTRs_QpH9OZYFIlv7cr2hEZmchZ4pBdS0yQXGZW5fWATsRkJEr7c6osQdkM9HDgJ1gvoUB-sCdvuSU7AT2GPPcFJxDPSjOeOiKs1PM/s4608/DSC_4733.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3072" data-original-width="4608" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj3-oaoa7e9sIVUZovKvxSD_p58TkKovsXc0ZTFwXTRs_QpH9OZYFIlv7cr2hEZmchZ4pBdS0yQXGZW5fWATsRkJEr7c6osQdkM9HDgJ1gvoUB-sCdvuSU7AT2GPPcFJxDPSjOeOiKs1PM/s320/DSC_4733.JPG" width="320" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiC5sqXT1ws6AH6MsiWAHRbuiokyT7m8wyQIQQlRlGVBZNLdNW_UHnItN3Ghwiz6sJqK016vfuFuq0ULgobA_lcajtzWZ_l1aBa1zFdz7mggQroCFQcm0T_GdDnmkJNt7q4A6oGf-CGuDA/s1599/DSC_4734.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1066" data-original-width="1599" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiC5sqXT1ws6AH6MsiWAHRbuiokyT7m8wyQIQQlRlGVBZNLdNW_UHnItN3Ghwiz6sJqK016vfuFuq0ULgobA_lcajtzWZ_l1aBa1zFdz7mggQroCFQcm0T_GdDnmkJNt7q4A6oGf-CGuDA/w200-h133/DSC_4734.jpg" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1sqvWOHSY_RPUMCrJZl4Q2cr4uiQtaJ_kMEKYj1BN4VbDodAAFNp3rnOsP_gNIWGOrhL8ajNTvJwo41dY-gJMGBLHk_I5pN-RZMQR8-9I2BtSwBSeiGjSI6nGTsA4sNZyngrc3L3vdqM/s6000/DSC_4748.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1sqvWOHSY_RPUMCrJZl4Q2cr4uiQtaJ_kMEKYj1BN4VbDodAAFNp3rnOsP_gNIWGOrhL8ajNTvJwo41dY-gJMGBLHk_I5pN-RZMQR8-9I2BtSwBSeiGjSI6nGTsA4sNZyngrc3L3vdqM/w200-h133/DSC_4748.JPG" width="200" /></a></div><br /><span style="text-indent: 35.4pt;"><span> </span><span> </span><span> </span></span><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="text-indent: 35.4pt;"><span> </span>De este modo
llegamos a Tsiroanomandidy, una ciudad a unos 200 kms al oeste de Tana, en la
región de Bongolava, dejando atrás campos sin fin de un brillo rojizo. Instalados
en un alojamiento cerca de un gran horno de pan, el cansancio pesa, y para
luchar contra él, en la espera del alimento y el descanso, Thierry se lanza a
darnos unas pequeñas pinceladas sobre la cultura malgache. Hablar con Valentina
(lleva mucha África a sus espaldas, en su mochila) y Thierry es conocer, y
comprender, parte de este país. La ilusión y destellos de alegría que puedes
observar en su mirada resume el carácter de un pueblo que afronta con esperanza
el futuro, que confía en si mismo para lograr sus sueños. Pero también lo es la
resignación, cuando habla de lo difícil que es salir del país o la necesidad de
avanzar, de luchar en cada guía o en cada proyecto, por prosperar ante mil y un
obstáculos.</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi62SgPoRVPy-5NuxIyk3YwhDJea8uE6L7XvinPgSbPhfOXOovamM8QOjufNlGeveBsue-MLHNW4NzOFYG9bSaVR8SltN7-XEz4evj6347EhrujdP9DU7izo0IaGrGx9orMNDyHOJARiG4/s6000/DSC_4757.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi62SgPoRVPy-5NuxIyk3YwhDJea8uE6L7XvinPgSbPhfOXOovamM8QOjufNlGeveBsue-MLHNW4NzOFYG9bSaVR8SltN7-XEz4evj6347EhrujdP9DU7izo0IaGrGx9orMNDyHOJARiG4/w200-h133/DSC_4757.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxEBLhOpNeY1gD9A-VqqTv_1ebj1caA50EY-g4T-vVTECqqhMxprUlKKldR4G4oQeNPRiyuxivIASejDmInd4UAvlIXrLQ8vVYQal7NauuYAJosICCUBkGlK_4Pv2Xpxy22IbcaNsedNQ/s6000/DSC_4760.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxEBLhOpNeY1gD9A-VqqTv_1ebj1caA50EY-g4T-vVTECqqhMxprUlKKldR4G4oQeNPRiyuxivIASejDmInd4UAvlIXrLQ8vVYQal7NauuYAJosICCUBkGlK_4Pv2Xpxy22IbcaNsedNQ/w133-h200/DSC_4760.JPG" width="133" /></a></div><br /><span style="text-indent: 35.4pt;"><br /></span><p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">A Thierry le
gusta hablar de sus tradiciones, e impulsado por Valentina, aprovecha cualquier
momento para contarnos algo. Esta tarde nos explica que Madagascar, a pesar de
ser un país con mayoría cristiana, aún tiene muy presente sus raíces animistas,
que han abrazado durante siglos las creencias de sus habitantes. Esto,
combinado por el respeto y culto a los ancestros, hace que muchas formas de
hacer las cosas (desde los entierros a las construcciones), se hagan de acuerdo
a las costumbres, aunque ello suponga dejar de lado la modernidad, sino se
quiere romper el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">fady</i> y recibir alguna
maldición. Intenta familiarizarnos con los <i>fady</i> (prohibiciones a medio
camino entre un tabú y una superstición) y evitar de este modo algún
malentendido: decir algunas palabras, hacer determinados gestos, tocar objetos concretos
o el consumo de ciertos alimentos (como el cerdo, por su impureza) se perciben
como una falta de respeto, incluso aunque, probablemente, la gente local no te
llame la atención. Y todas traen consecuencias negativas o trágicas si lo
haces. Ejemplos son el árbol del tamarindo, un intermediario con los ancestros:
tocar la cabeza de los niños desde bebés hasta los tres o cuatro años (llevan
un corte de pelo especial para tener conexión con los ancestros y protegerlos
de los malos espíritus); no se puede señalar con el dedo en un lugar sagrado
(es una falta de respeto a las almas de los antepasados), etc. No es de
extrañar que los malgaches llamen a <st1:personname productid="la Isla" w:st="on">la
Isla</st1:personname>, Tany D’razana, la tierra de los ancestros. Como buen
alumno, apunto en mi diario todo lo que puedo, no me gustaría ser maldecido en
tierra extraña. La cultura en esta Gran Isla es tan rica y diferente, tan
variada, que recuerda a su naturaleza. Quizás por eso presenta una conexión
profunda con la tierra.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Abre su
discurso con los pilares malgache: música, familia, cebú y arroz; y la
importancia de rituales como el de las exhumaciones de los muertos y el de la
circuncisión (los hombres no circuncidados no pueden heredar ni enterrarse en
las tumbas familiares). En esta práctica, la edad para hacerlo varía según la
zona, pero lo que más llama la atención es que tradicionalmente el abuelo
paterno se coma el trozo de piel circuncidado al nieto, en alegoría de
transmisión de la vida, mezclado con un trozo de plátano, por su simbología con
el pene y la fertilidad como buen augurio (¡¡quién sabe si por suavizar el
sabor!!). <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Sobre el rito
de las exhumaciones, conocido como Famadihana (<i>procesión de los huesos</i>),
Thierry nos relata que es un reflejo de la actitud positiva ante la muerte de
su pueblo. Los malgaches, o una parte importante de ellos, creen que deben
exhumar de sus tumbas a los antepasados con la intención de honrarlos a través
de fiestas y rituales, para luego volver a enterrarlos. Esta ceremonia se
realiza una vez cada 5 o 7 años. El pueblo baila y canta, acompañados por
bandas de músicos, se lavan los cadáveres, o esqueletos, los perfuman y se
envuelven con nuevas mortajas, mientras se les habla o <i style="mso-bidi-font-style: normal;">pasea</i> por la casa o el pueblo. Se honra a sus muertos porque
influyen en el devenir de los acontecimientos de los vivos, porque proceden de
su sangre. Conseguir su favor puede facilitar mucho la vida: mejorar las
cosechas de arroz, cuidar del ganado o el hogar. La autoridad omnipresente de
los ancestros llevó a Jacques Cousteau a denominar Madagascar como la isla de
los espíritus. Estos rituales dan fe. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Cierro los
ojos y, en el calor de la habitación, recibo el sueño pensando que en Madagascar
sus muertos aún controlan a los vivos. Y, como en pocos lugares del mundo, el
ciclo de vivos y muertos se encierra en un círculo perfecto.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXsojyvlSKEG_2IZ6xdvPOm4bDlekvd9BvCj7bRQkAzXLQU0jQbO6DtNsMKrS1NxevqiHv1PnpXy0X_If7adcDXu5aJNw9cns-vINKL0n_dobQ9wPGH_Q8JQtAG3Fohw02AbzryZvv32E/s6000/DSC_4771.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXsojyvlSKEG_2IZ6xdvPOm4bDlekvd9BvCj7bRQkAzXLQU0jQbO6DtNsMKrS1NxevqiHv1PnpXy0X_If7adcDXu5aJNw9cns-vINKL0n_dobQ9wPGH_Q8JQtAG3Fohw02AbzryZvv32E/w133-h200/DSC_4771.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmP4MJkdaNWQFuCFF5fkeke7p20MKS2shTLId99tYv74Vt1EBZ6gk8zUWlfMV_OG3w1Zije8U7e6jke68YPwARVRT4uCfPFUvVpkRLy-6n7gwR-crrxTPSyTbPfslOj-VJW48xvW_FjW8/s6000/DSC_4770.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmP4MJkdaNWQFuCFF5fkeke7p20MKS2shTLId99tYv74Vt1EBZ6gk8zUWlfMV_OG3w1Zije8U7e6jke68YPwARVRT4uCfPFUvVpkRLy-6n7gwR-crrxTPSyTbPfslOj-VJW48xvW_FjW8/w200-h133/DSC_4770.JPG" width="200" /></a></div><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b>Belovaka.</b><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El
sol apenas ha salido cuando nuestros pies pisan las calles de Tsiroanomandidy,
en busca del mercado y tortas de arroz para el desayuno. Tsiro, como la nombran
aquí sus habitantes, los sakalava (<i>la gente del valle largo</i>), se viste
más de África, tanto en los rasgos de su gente como en su cultura. A la sombra
de rebaños de cebúes, surgen puestos de ferretería, legumbres, plátanos y piñas
maduras, que abren sus sábanas, a modo de pequeños comercios, hacia nosotros,
desperezándose ante el nuevo día. Antes de que nos demos cuenta estamos de
nuevo dentro de los 4x4 dirección a Belovaka, la población que abre el paso
hacia las colinas escarpadas de Lavaka. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhf4tQK9heNlejq2VwTvmssupJ0TupTs53lcgobpPSZYp6gHVuuvSeZHN2dwsGLeRbowNag-7MUQGlh-KcHaorh3gZ3-pP1AhcNnFAFbSIQrg3Cxwx06Fa7GSRsvHvHVzozg3VH6fdPFXg/s6000/DSC_4763.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhf4tQK9heNlejq2VwTvmssupJ0TupTs53lcgobpPSZYp6gHVuuvSeZHN2dwsGLeRbowNag-7MUQGlh-KcHaorh3gZ3-pP1AhcNnFAFbSIQrg3Cxwx06Fa7GSRsvHvHVzozg3VH6fdPFXg/w200-h133/DSC_4763.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjk9Kt9bZRm88ReA8JnH1MPU9cs_crfGN0grGAOLQRA-RFI_RYdvXc1aArOoHxTDCxtHGcABUpBC42abyq2QtSDySN7RH6QpMEhfPm0CoXJm2sf-y0Qee5zt2n-Pot1mV-p86hu6-WETxc/s6000/DSC_4767.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjk9Kt9bZRm88ReA8JnH1MPU9cs_crfGN0grGAOLQRA-RFI_RYdvXc1aArOoHxTDCxtHGcABUpBC42abyq2QtSDySN7RH6QpMEhfPm0CoXJm2sf-y0Qee5zt2n-Pot1mV-p86hu6-WETxc/w200-h133/DSC_4767.JPG" width="200" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Con ese
objetivo, dejamos atrás la carretera para dirigirnos a través de pistas
polvorientas rumbo al oeste volcánico y desértico, atravesando el altiplano. El
camino no es difícil, sino, a ratos, casi imposible: cruce de ríos, polvo,
desniveles imprevistos y surrealistas, más polvo, tramos en los que es
necesario bajar para aligerar peso, de nuevo polvo, vehículos tirados en la
cuneta ante la imposibilidad del avance, y cómo no, polvo. En estos largos
trayectos de pista, cuando paramos a estirar las piernas y descansar de los
saltos y vaivenes derivados de los socavones, en medio de un paisaje desértico
y escarpado, siempre aparecen dos palabras de Valentina <i>PUTA NADA</i>. Y,
bueno, lo cierto es que esas dos palabras son las que más se amoldan a la
realidad que vivimos. Al bajar del todoterreno, en esas frecuentes paradas,
Pacopé, Jesús, Ana y yo, llevamos tanto polvo en camisetas, pelo, incluso
partes de mi cuerpo donde jamás sospeché pudiera penetrar el polvo, que apenas
nos podemos diferenciar de los cristales, retrovisores y llantas embarradas por
las salpicaduras de los charcos de agua y la tierra del camino. Pero bueno,
esto es una expedición, y no queda más que disfrutarlo.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh77l3MTwSL77-QYga8jiGYaAkkYsRt7CA0X5kC0JkgyWLm0SLLRDqKeh2I4rrhpAyXqXQD1yR5yaBiR9uu7LF_AeLVuCuGGHU1-scnhZEkid1KZzk7g74I9slJXptK935qNRX3aHOjhic/s1599/DSC_4809.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1066" data-original-width="1599" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh77l3MTwSL77-QYga8jiGYaAkkYsRt7CA0X5kC0JkgyWLm0SLLRDqKeh2I4rrhpAyXqXQD1yR5yaBiR9uu7LF_AeLVuCuGGHU1-scnhZEkid1KZzk7g74I9slJXptK935qNRX3aHOjhic/w200-h133/DSC_4809.jpg" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiX7-NQ_MHP13BmqE9BY4Dx7qj2WLO3WoHDwOJ9cMYJPxQ6G_KcP7DGPO7QixRPO5WhocM_zRcV20Reg4XgJWjpYLx-3XjS_07HrmeSIEtpQjAV8sd0KfHjKpPOLHI88jQdGTbyJSE4r5c/s1296/DSC_4810.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="972" data-original-width="1296" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiX7-NQ_MHP13BmqE9BY4Dx7qj2WLO3WoHDwOJ9cMYJPxQ6G_KcP7DGPO7QixRPO5WhocM_zRcV20Reg4XgJWjpYLx-3XjS_07HrmeSIEtpQjAV8sd0KfHjKpPOLHI88jQdGTbyJSE4r5c/w200-h150/DSC_4810.jpg" width="200" /></a><br /><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVC40ybXuiZ7r479Re4ArS6-tfW5tfhXuHpF7yFOoI_nNUHcX7Jab80WFisYjnpDAaXnhs8Opy7D0j1e_sHqYSxrYGi1_SvAfXJEqGMZS8MBivIvf8D8wt6tFG2YNapIdcDwHUnnhz8sc/s2048/DSC_4808.JPG" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1364" data-original-width="2048" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVC40ybXuiZ7r479Re4ArS6-tfW5tfhXuHpF7yFOoI_nNUHcX7Jab80WFisYjnpDAaXnhs8Opy7D0j1e_sHqYSxrYGi1_SvAfXJEqGMZS8MBivIvf8D8wt6tFG2YNapIdcDwHUnnhz8sc/w200-h133/DSC_4808.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkzI34yFa1vhEhSJgBSxVfKJEpeCg-ZvvebJJEVuH48K9-lEyCTFo_E9BhAoUcvnrkUespYOblYhl8q2QXBNvlshdlQ-77oTmr8lDuadeo7T4IsatBkq7gEdV-CZR_pRQnNdICmG9wTg8/s6000/DSC_4802.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkzI34yFa1vhEhSJgBSxVfKJEpeCg-ZvvebJJEVuH48K9-lEyCTFo_E9BhAoUcvnrkUespYOblYhl8q2QXBNvlshdlQ-77oTmr8lDuadeo7T4IsatBkq7gEdV-CZR_pRQnNdICmG9wTg8/w200-h133/DSC_4802.JPG" width="200" /></a></div><br /></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Las pistas de
tierra nos hacen comprender que distancias que los mapas prometen pequeñas se
transforman en viajes de aventura escondidos de la tiranía del tiempo del
reloj. Y avanzando en nubes de polvo se nos hace de noche sin llegar a nuestro
destino, por lo que improvisamos un campamento en la cima de una de las colinas.
Es noche cerrada, el ocaso ha dejado su último haz de luz llegando allí, y nos
reciben las linternas y las velas encendidas, luces nítidas en la oscuridad,
que recuerdan cuadros del tenebrismo barroco. El viento arrecia y unas pequeñas
hogueras, para desforestar y preparar la tierra para el cultivo en las laderas,
parecen descontrolarse. No es el mejor de los escenarios para ponerse a
descansar, pero aún quedaba la cena y música tradicional, donde tomamos
contacto por primera vez con el <i>kilalaky</i>, la danza más común y conocida
de Madagascar, a base de un ritmo rápido y frenético asociado a la caza del
cebú. No hizo falta bailar, el cansancio invita a mecerte por el fresco de una
noche estrellada que acaba con los fuegos e invita al sueño.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b>Trek Colinas Lavaka-
Ankavandra- Manambolo<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAoRloV7CIATpfeSlNUCJhuTMN0uNZY9TD-Zj5k9ojmt94T5nrjrf1bD4ljewqIAcKooVzQDbg2Jb4dcIs15LuoBiMQ-wK9OaBdEMQ_DuVEH0yuvyfNyzkbYH5NRqXvyJmyFxO55-Y2MY/s6000/DSC_4811.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAoRloV7CIATpfeSlNUCJhuTMN0uNZY9TD-Zj5k9ojmt94T5nrjrf1bD4ljewqIAcKooVzQDbg2Jb4dcIs15LuoBiMQ-wK9OaBdEMQ_DuVEH0yuvyfNyzkbYH5NRqXvyJmyFxO55-Y2MY/w200-h133/DSC_4811.JPG" width="200" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Los
primeros rayos de sol acariciando la lona de mi tienda me hacen abrir los ojos.
La vida hace rato que ha llegado al campamento, porteadores, conductores y
gente local transitan entre desayunos, baños improvisados y los preparativos de
la ruta de descenso hacia Ankavandra. Al salir de la tienda, puedo contemplar
con más nitidez lo que la oscuridad de la noche anterior me había impedido
apreciar: estamos rodeados por un paisaje escarpado de barrancos y colinas
herbosas, formado por el socavado de aguas subterráneas. Son las colinas de
Lavaka (<i>gran agujero</i> en malgache), pequeños cañones como heridas
causadas por la erosión tras continuos períodos de quema y cultivo, que ya han
quedado mimetizadas con el paisaje.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifGl-peSGwG10_A6eHsXa0WqWfzWMJMGho9ITxkByBoJgHxPH_2R60rnmpoimJqHan1zavhaQI_usn4zWaXVPV9wbXOdpRoQJ5HehBOFWHNDrT-Pbc-UVl9d11gdSEpO3iyYh0sRCn7Z8/s1599/DSC_4812.jpg" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1066" data-original-width="1599" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifGl-peSGwG10_A6eHsXa0WqWfzWMJMGho9ITxkByBoJgHxPH_2R60rnmpoimJqHan1zavhaQI_usn4zWaXVPV9wbXOdpRoQJ5HehBOFWHNDrT-Pbc-UVl9d11gdSEpO3iyYh0sRCn7Z8/w200-h133/DSC_4812.jpg" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi8UBKVKLZBnRRyY3BO-tYG_3y-jrvkNZAUGxsvSlDcHpNKQt4Ask5XsjwkseomZug6r9noGcZR1d9P-VLQ7V8-YZihCzpPjecRslciUEJOBKo2c56Bl__PHTVHjcOjRd1VGbatYQVwmtY/s6000/DSC_4813.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi8UBKVKLZBnRRyY3BO-tYG_3y-jrvkNZAUGxsvSlDcHpNKQt4Ask5XsjwkseomZug6r9noGcZR1d9P-VLQ7V8-YZihCzpPjecRslciUEJOBKo2c56Bl__PHTVHjcOjRd1VGbatYQVwmtY/w133-h200/DSC_4813.JPG" width="133" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Dirección al
río, iniciamos un pronunciado descenso ayudados por porteadores. Bajando, las
vistas del valle son sobrecogedoras y, cuando llegamos a él, el camino se torna
tranquilo, cruzando pastos, pequeños poblados, senderos bajo diminutos árboles
de sombra huidiza, y ramales del río que hay que atravesar descalzándose, ante
la sonrisa traviesa de los niños, porque el agua llega a las rodillas. Poco a
poco abandonamos el altiplano, a través de un agradable paseo en el que es
frecuente encontrarte con los habitantes de la región que caminan por los
senderos, el único medio de comunicación en esta zona retirada.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOq1Y1U22rZ314LWPVawZTxoMnkAySF_TuZif534e7FcLjDn69kDep0CA4McNti2lQ-QPjwzbqEDiQUeOTM91kKwRJgF3wYpyAOmjR75mVAuXoyZarvFHMLw-loqpvFVCXvhhebSiMQXs/s6000/DSC_4817.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOq1Y1U22rZ314LWPVawZTxoMnkAySF_TuZif534e7FcLjDn69kDep0CA4McNti2lQ-QPjwzbqEDiQUeOTM91kKwRJgF3wYpyAOmjR75mVAuXoyZarvFHMLw-loqpvFVCXvhhebSiMQXs/w200-h133/DSC_4817.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsP-CRSClqwXkghdgy0Fln9NhRDW8_jSKyQ5Vr3R7wyShOHCyxOfBCTCcMm9pBbP72VsZA0h8rZwptkU1eXChGsdSKZ5K7Mz7Zx2eD4q8_UsCmXFxKrjA3cy1vKfqLlfXUtHmw77dDxCo/s6000/DSC_4818.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsP-CRSClqwXkghdgy0Fln9NhRDW8_jSKyQ5Vr3R7wyShOHCyxOfBCTCcMm9pBbP72VsZA0h8rZwptkU1eXChGsdSKZ5K7Mz7Zx2eD4q8_UsCmXFxKrjA3cy1vKfqLlfXUtHmw77dDxCo/w200-h133/DSC_4818.JPG" width="200" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><b>Ankavandra</b>
resulta ser una aldea apacible del oeste de Madagascar, en la región de Menabe,
situada a los pies de la meseta de Bongolava y a orillas del río Manambolo.
Según leo, y nos cuenta Valentina, este enclave fue importante en otra época gracias
al cultivo del algodón y del tabaco, pero hoy en día ha caído en el olvido, dejando
una pequeña ciudad en decadencia que sobrevive gracias a las expediciones en
canoa por el río. Llegamos antes de mediodía, sometidos a las inclemencias del
sol, lo que trae consigo que la poca vida que apreciamos se desarrolle al
amparo de las sombras de los aleros de las casas. Como suele ocurrir, son los
niños los que se prestan de guía, <i>salam vahaza!!, </i>entre gritos, juegos,
carreras, ante la sonrisa plácida de sus madres que vigilan desde puertas y ventanas.
Almorzamos en el pueblo, pero antes nos dirigimos al decrépito centro de Salud,
un pequeño lujo al ser capital de distrito. Bajo desconchados carteles de
sanidad, dejamos medicamentos y termómetros, donaciones de un centro de acogida
que trae nuestro compañero Miguel de Burgos, y regalos de grupos anteriores de
Valentina. El silencio en la visita al centro y la sala de maternidad, es más
elocuente que nuestras palabras para hacernos ver las necesidades y carencias
del distrito.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Del pueblo en
que comemos y nos cambiamos para la etapa fluvial, partimos hacia el cercano
río. No es más que una leve caminata, salpicada de pequeñas charcas de agua,
que transitamos de forma festiva, cogidas nuestras manos por los niños del
pueblo. Es el punto de partida de nuestro descenso en canoa por el río
Manambolo. Un río que nace en las Tierras Altas del centro de <st1:personname productid="la Gran Isla" w:st="on"><st1:personname productid="la Gran" w:st="on">la
Gran</st1:personname> Isla</st1:personname> para desembocar, tras 250 kms de
recorrido, en el Canal de Mozambique.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhV7NyGUPxjqYBA3qerrLXxxZ-ChY3EEYQIQuA43irP0Waff1YuXOwAkg6Kwg3okfi5-bXajPPlZg32XXBHxgXID7bR8GIZTED-Jte1cHE66LvD2J8xqHzWmd57pWwFhLw9etODaYUeiDM/s6000/DSC_4833.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhV7NyGUPxjqYBA3qerrLXxxZ-ChY3EEYQIQuA43irP0Waff1YuXOwAkg6Kwg3okfi5-bXajPPlZg32XXBHxgXID7bR8GIZTED-Jte1cHE66LvD2J8xqHzWmd57pWwFhLw9etODaYUeiDM/w133-h200/DSC_4833.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitnGZcMSc2Bch1tO5UNYhMTt2xkQb10joWeG_VptKLO0RcgHS3HUGb0_Eoiu-r-pRSTW3e8mFOjztCBf3GV-Z0JdxC5jY5lx0oxf3gknnM5ovky7giZSn6Ws0IpIipIFe9YTbE4B-nWkw/s6000/DSC_4826.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitnGZcMSc2Bch1tO5UNYhMTt2xkQb10joWeG_VptKLO0RcgHS3HUGb0_Eoiu-r-pRSTW3e8mFOjztCBf3GV-Z0JdxC5jY5lx0oxf3gknnM5ovky7giZSn6Ws0IpIipIFe9YTbE4B-nWkw/w133-h200/DSC_4826.JPG" width="133" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUIzlhb8fuca_-I96a3uJSMgsZGSHSG6f7KeDVu4c3BYwx2zvxMn1tZeKr4x8OKYbbxGpDqfvbvqguqwvLYmVoo0JNnb8U4rXQ7ivsWT89o7_fomp0mhGkbTBUbyswQ7Uktoo-0ceBfLU/s6000/DSC_4824.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUIzlhb8fuca_-I96a3uJSMgsZGSHSG6f7KeDVu4c3BYwx2zvxMn1tZeKr4x8OKYbbxGpDqfvbvqguqwvLYmVoo0JNnb8U4rXQ7ivsWT89o7_fomp0mhGkbTBUbyswQ7Uktoo-0ceBfLU/w133-h200/DSC_4824.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPTRf6sCgmWwdZvnQ4foEW5wOX3r1PF1E2cmanx2iagbU6Y6oCw40juS_tggyd4QE4NsPL2jxY4WDyrWyYBX-m5FEE2bviRqyHFCcF8EC2QW2wmgCcMCfEivOR2IXyvYU4GImriry3rEQ/s6000/DSC_4821.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPTRf6sCgmWwdZvnQ4foEW5wOX3r1PF1E2cmanx2iagbU6Y6oCw40juS_tggyd4QE4NsPL2jxY4WDyrWyYBX-m5FEE2bviRqyHFCcF8EC2QW2wmgCcMCfEivOR2IXyvYU4GImriry3rEQ/w133-h200/DSC_4821.JPG" width="133" /></a></div><br /> <o:p></o:p><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">MANAMBOLO<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En
la explanada terrosa junto a la orilla del río, medio pueblo parece esperarnos.
En verdad, están organizando nuestra partida: familiares de los remeros,
vendedores de última hora, decenas de niños para los que nosotros somos el
espectáculo del mes. Todo un pueblo brota del río. El grupo de remeros,
bastante jovial, espera, con una cierta impaciencia, ver a qué turista o
viajero va a ser asignado. La misma impaciencia, y, por qué no decirlo,
inquietud, que presentamos nosotros. Los gritos se suceden a los murmullos de
forma continua y variable, por lo es casi imposible distinguir si son
conversaciones sobre nosotros y nuestras pintas o instrucciones sobre la
organización del trabajo y la disposición de las canoas y las mercancías. Poco
importa, porque a los poco minutos todo se calma para dar paso a un ritual (<i>fomba</i>)
tradicional que bendice la ruta y llama a los ancestros o espíritus a que nos
guíen por el río. Como si fuera un bautizo, debemos elegir un nombre para
designar nuestro grupo en el ritual. La noche anterior habíamos decidido que
ese nombre fuera <i>lamaku </i>(“todos unidos” en malgache), por lo que
coreamos <i>lamaku</i> sin cesar para que no olviden nuestro nombre los buenos
espíritus. Llega un momento en que nos ponemos en fila, casi como en un
expositor a lo largo de la duna de un banco de arena, y nos asignan canoa y
remero. Juventud y mediana edad, cuerpos fibrados y algunos con sobrepeso, se
alternan en las asignaciones, que, a día de hoy, sigo sin conocer a qué
criterios responden. Me toca Erik, uno de los dirigentes, de mirada inteligente
y hábil en las maniobras. Aunque lo único que me preocupa al subir a mi barca y
coger el remo es no caerme, y no dejarme la vida al remar. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiLE5hGiav3Kq5p-MWeA-FVjBbkzmiTTDlmhBaPd_17l_dgjRD3gqUKluD2LTVS39tYrki1J2L5ez3RttvPBota4g-GlTqG16uB1JL3ekQrulJSzlMHMYQ5QEbtpDBBamO2Wd1gSicSNY/s1199/DSC_4836.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="883" data-original-width="1199" height="148" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiLE5hGiav3Kq5p-MWeA-FVjBbkzmiTTDlmhBaPd_17l_dgjRD3gqUKluD2LTVS39tYrki1J2L5ez3RttvPBota4g-GlTqG16uB1JL3ekQrulJSzlMHMYQ5QEbtpDBBamO2Wd1gSicSNY/w200-h148/DSC_4836.jpg" width="200" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">No es mi
primera vez en una piragua o canoa, aunque tengo más experiencia con un kayak,
y precisamente por eso, por saber de primera mano la exigencia física que
requiere el desplazarse sobre un río a través de este medio, tengo una ligera
preocupación sobre si la navegación será modo paseo, modo competición o modo
dios sabe qué. Me tengo que hacer al remo, y el remo a mí, para evitar sobreesfuerzos
o pequeñas lesiones, y eso requiere un tiempo de aprendizaje. Aparte del remo,
uno para nosotros, que nos situamos delante, y otro para los remeros, que se
colocan detrás (la mayoría de etnia <i>sakalava</i>, nómadas y habituados al
río); ellos suelen llevar un palo alargado de madera (rama sólida o pértiga de
bambú), parecido al de los gondoleros, con el que remontan el río ya solos, una
vez han hecho el descenso, durante otra semana. El cauce, en estos primeros
compases, es muy ancho pero hay muy poco caudal, las canoas se quedan
encalladas cada poco en los bancos de arena que se forman y hay que bajar y
empujar. Definitivamente, no va a ser un paseo relajado, y, en el fondo, me
gusta, es lo que demanda una aventura fluvial.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Asegurado el
equilibrio y el ritmo de paleo con mi compañero Erik, empiezo a descubrir cosas
de él. Me fascina la tranquilidad con la que se desenvuelve, cómo parece leer
las aguas como si fuera un libro abierto, y cómo, sin aparentarlo lo más
mínimo, está pendiente de todo lo que ocurre en la canoa. En mi mente surgen
decenas de preguntas y es aquí donde empiezan las dudas sobre la comunicación,
el idioma a utilizar más allá de los gestos indio navajo. Pronto descubro que
la comunicación no es problema. Todo sirve, mezclar palabras en inglés y
francés, señalar, cantar, y lo que más me gusta: interpretar el gesto y la
sonrisa. Y, de este modo tan rudimentario pero efectivo, voy conociendo
respuestas.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Las
últimas horas de la tarde se desarrollan con tranquilidad. Ver avanzar las
piraguas mientras el sol se va retirando, me produce una sensación de
serenidad. A primera vista nadie podría adivinar que son auténticas casas
flotantes. En sus entrañas se esconden tiendas de campaña, sacos de dormir,
utensilios de cocina y, dado que no es fácil encontrarla en ruta, la propia
comida (en la que no puede faltar pollos y patos malgaches, que uno observa en
todo desplazamiento que se precie, sea en <i>taxi brousse</i>, camión o
motocicleta).<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjC4N9d1Ud-dZXtjWHJBrGtNbffK2XnCLL-UTi1DNsxOJ53GmS9J3UZrwTEPoYEMTRECl_Eq3Jvr4OdJ-U0maLtgih7PiUkwWeBpdoS9ZWhkThQbjy9goEEPmldvARLSHZl_h4lcYLFlqU/s2048/DSC_4844.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1365" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjC4N9d1Ud-dZXtjWHJBrGtNbffK2XnCLL-UTi1DNsxOJ53GmS9J3UZrwTEPoYEMTRECl_Eq3Jvr4OdJ-U0maLtgih7PiUkwWeBpdoS9ZWhkThQbjy9goEEPmldvARLSHZl_h4lcYLFlqU/w133-h200/DSC_4844.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuBSq51iMQsohlJyVUInOjVIBadmA-saLY3vJoP7FntJFOuzXQWA5W1MFZ0LEZaFDLLAuLlarCfnJbUkYE98I_nhG1mWgxMZhPyS9jiXXc47cMWl_cOzGly2chvexlBDFINHKAvueFD1o/s6000/DSC_4864.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuBSq51iMQsohlJyVUInOjVIBadmA-saLY3vJoP7FntJFOuzXQWA5W1MFZ0LEZaFDLLAuLlarCfnJbUkYE98I_nhG1mWgxMZhPyS9jiXXc47cMWl_cOzGly2chvexlBDFINHKAvueFD1o/w200-h133/DSC_4864.JPG" width="200" /></a><br /><br /></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Al finalizar
la jornada, antes que anochezca, acampamos en las playas de arena blanca que se
forman en los meandros del río. Sonrío al recordar los campamentos en las dunas
de arena que bordean el río; las risas mientras nos bañamos y lavamos la ropa
en el agua achocolatada, con los secaderos improvisados construidos por Jesús;
partidos internacionales de voleibol; las conversaciones en el espacio común
construido por tres piraguas bocabajo a modo de asientos y parapetos,
perfilando una lona de plástico fino que servía de mantel y zona de juegos; las
sorpresas en las cenas, a menudo a base de tilapia pescada en el río; y la
vieja tetera plateada repleta de mojito malgache receta de Valentina, antídoto
para el cansancio y pócima para, descalzos bajo la noche estrellada, contar
historias e imaginar sueños.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLaVhEpGmsIXVP99lrqWwThFsRXqx5o4Ud1Zzn3Cw58E2oYig3dFkhckLXDncuE-v9wGD8UnfdOMn3cpwYpAXO61G4bn0PvOO_vUMg6e-JVZtxvT2tlcE-5fPoZ9arTgRA9rJbmmaKxbU/s6000/DSC_4847.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLaVhEpGmsIXVP99lrqWwThFsRXqx5o4Ud1Zzn3Cw58E2oYig3dFkhckLXDncuE-v9wGD8UnfdOMn3cpwYpAXO61G4bn0PvOO_vUMg6e-JVZtxvT2tlcE-5fPoZ9arTgRA9rJbmmaKxbU/w200-h133/DSC_4847.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhK9bC2XntwXnyj170EQ4qXJOt3HGmPRIa8d2wr42MoYOFt0_TYY4bf27L-1NMgUoCRtXVo8P-O5iYPkny29-dlUZKot9p1yDdkz5l1kn6Wed1ScoZPbhSByqCzk5FPklvZ0KPWu-hlXuc/s6000/DSC_4849.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhK9bC2XntwXnyj170EQ4qXJOt3HGmPRIa8d2wr42MoYOFt0_TYY4bf27L-1NMgUoCRtXVo8P-O5iYPkny29-dlUZKot9p1yDdkz5l1kn6Wed1ScoZPbhSByqCzk5FPklvZ0KPWu-hlXuc/w133-h200/DSC_4849.JPG" width="133" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Nuestro
destino es Bekopaka, la puerta de acceso al parque natural de los Tsingy de
Bemaraha, a unos 120 kms aproximadamente. Con él en mente, los días del
descenso pronto adquieren la dulce cotidianeidad de un modo de vida: madrugamos
con los primeros rayos de sol, desayunamos y antes de que cante un gallo (que
no tardaría en acabar en nuestra cazuela, todo sea dicho), nos lanzamos al
agua. El cauce del río es ancho, y, la mayor parte del tiempo, no tiene un gran
caudal, al menos al inicio, pero el recorrido es diverso: zonas de poca
profundidad donde era frecuente encallar en el lecho de arena, lo que te obliga
a bajar y empujar la piragua andando sobre bancos de arena para volver a subir
en cuanto se coge fondo; otros provistos de gran vegetación tropical; o
pequeños tramos de fuerte corriente que alivian el remo dejándonos llevar.
Seguramente, en el pasado, el río fue utilizado como un medio de transporte
para la población local o incluso para conexiones coloniales del interior. Lo
cierto es que, al no tener su nivel máximo, la navegación es muy tranquila, y,
por ello, no es común ver embarcaciones de carácter comercial, salvo las
pequeñas canoas de madera (un tronco de árbol vaciado y estrecho) de la población
local que hacen sus rutas o pescan (colocando y recogiendo redes, trampas para
gambas o cangrejos, intercambios de productos entre orillas y poblados).<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">El río es de
agua y tierra, y recuerda a esas aguas color chocolate o café con leche que
encuentras en tierras africanas, de los que esperas, en cualquier meandro o burbujeo,
ver asomar un peligro. Los primeros días, alguna onda o burbuja inusual, me
hace estremecerme de forma inconsciente mientras mi mente imagina mandíbulas de
cocodrilo a punto de surgir. Aconsejan bañarse en las orillas y vigilando, e
incluso, antes de sumergirte en el agua, dar un palazo con el remo sobre la
superficie del agua para ahuyentarlos en el caso de que estén semienterrados en
la arena o cerca de la piragua. Uno no sabe como tomarse estas advertencias, de
hecho como Valentina, Thierry y los remeros suelen bromear con el asunto, llego a creer que no hay problema y que son historias para adornar el trayecto, hasta
que en una de éstas Valentina nos enseña en su móvil una fotografía del
descenso del año pasado en que transportó un cocodrilo amordazado en su
piragua. Desde ese momento, no desdeño el consejo y sigo estando atento a las
ondas y burbujas <i style="mso-bidi-font-style: normal;">inusuales</i> a mi
alrededor.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhw39U8QhvgJKTJQapZxPk7w48xzSpUUa-exLU7PuiClRm2-HxnGz8IlyLkrVo4pyDOBp8JZ0gnojk8FP7TH8mFEVKazXJzN23jbVUEFlfMGvoVAgM7Bahs3Yt7OSWw7O-SOXnesDRnSpI/s1080/DSC_4850.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="810" data-original-width="1080" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhw39U8QhvgJKTJQapZxPk7w48xzSpUUa-exLU7PuiClRm2-HxnGz8IlyLkrVo4pyDOBp8JZ0gnojk8FP7TH8mFEVKazXJzN23jbVUEFlfMGvoVAgM7Bahs3Yt7OSWw7O-SOXnesDRnSpI/s320/DSC_4850.jpg" width="320" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Dejando
de lado esos esporádicos miedos, la mayor parte del tiempo nuestros ojos se
dedican a apreciar la naturaleza. Aunque los lémures y camaleones son las
estrellas de la función faunística, en Madagascar existen casi doscientas
especies de aves, de las cuáles un tercio son endémicas. Un paraíso para Esther,
nuestra fotógrafa particular de aves, o para Vicenç, un maestro en lo que se
refiere a la fotografía de flora y fauna; bueno, un maestro en mayúsculas en
cualquier aspecto de la vida. Tranquilo, prudente, es siempre una presencia
protectora, maravillosamente acompañado de Dolors, un tándem con el que las
buenas conversaciones, las risas y el espíritu aventurero están garantizados.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Con
ellos nos dedicamos a avistar bandadas de garzas blancas, rapaces, o los
colores vivos del martín pescador, a cantar en grupo (<i>lore, loreeeee…</i>) o
reflexionar a solas. Sobre el martín pescador, leo una hermosa historia
malgache. En el sur de la isla dos pueblos, los <i style="mso-bidi-font-style: normal;">bara</i> y los <i style="mso-bidi-font-style: normal;">antandroy</i>,
estaban en guerra. Uno de los guerreros del pueblo <i style="mso-bidi-font-style: normal;">bara</i>, huyendo de sus enemigos, se adentró en un lago y dejó sólo su
nariz fuera, para poder respirar. Los <i style="mso-bidi-font-style: normal;">antandroy</i>
vieron que una nariz sobresalía del agua y fueron rápidamente a apresarlo,
pero, de pronto, un martín pescador se posó sobre ella disuadiéndolos de que
allí había alguien sumergido. En agradecimiento, el hombre que sobrevivió
emitió un juramento: “maldito sea el que, entre mis descendientes, mate o coma
el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">vintsy</i> (martín pescador en
malgache), porque me ha salvado la vida”. Desde entonces, el martín pescador es
<i style="mso-bidi-font-style: normal;">fady </i>(tabú) entre los <i style="mso-bidi-font-style: normal;">bara</i>. Nadie lo come por miedo a la
maldición de sus antepasados.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFxoWEYw6xYUbP4P283LkvkMtSYxBN0_J9BmRhoF7W9UJ5A9Oojn0i_GtqSZea9HHVp_U-qMExKGzcy7Jy8Z0xNpriUTfF2StzVszPH5Pz3Rg_0K6OMiudveC6q0JA3lehxQmm1TxrpJ0/s6000/DSC_4857.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFxoWEYw6xYUbP4P283LkvkMtSYxBN0_J9BmRhoF7W9UJ5A9Oojn0i_GtqSZea9HHVp_U-qMExKGzcy7Jy8Z0xNpriUTfF2StzVszPH5Pz3Rg_0K6OMiudveC6q0JA3lehxQmm1TxrpJ0/w200-h133/DSC_4857.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5JBPDqrj8rh5cFCmEIQiXOl5Yjru7kNkA9aTwL9M86SPh0CTt23R5MumWgG7jgPA_iiT1v1Gnt21BhQ0Yntj20atSCgnB8oDYXsDeveR_peiRSx4I4mJSIV1lUz8vfxm1MLDWbuxyB5c/s1600/DSC_4858.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1200" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5JBPDqrj8rh5cFCmEIQiXOl5Yjru7kNkA9aTwL9M86SPh0CTt23R5MumWgG7jgPA_iiT1v1Gnt21BhQ0Yntj20atSCgnB8oDYXsDeveR_peiRSx4I4mJSIV1lUz8vfxm1MLDWbuxyB5c/w150-h200/DSC_4858.jpg" width="150" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pequeñas
historias que otorgan al río y su naturaleza un carácter mítico y que ayudan a
sobrellevar el paleo. Lo normal son unas siete horas de remo, con parada para
comer. Dependiendo del sol, el ritmo o las leves corrientes, la llegada a las
playas o dunas para acampar pueden ser más o menos intensas. El cansancio,
sobre todo los primeros días, hace mella. El no saber hacia donde te diriges, la
hoja de ruta, si vas agotado y te duele la espalda o los brazos, y se suceden
los meandros del río sin parar, en ocasiones causa frustración. Solo puedes
confiar en Valentina, en cómo lee el río como si fuera un libro de aventura, en
su sonrisa perenne.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRhD4LxKsL4GaqQpKGvqzZdNIuwk-GvTYZuiuC4719zWP3nvND1wIpy7Iloqi3f6u-AZgBVeH7KcPIBSvLu-DDqvfj5sSrj0sALrMc_thjebEpyj3eNmqygqZ7FG7Ngjgk_z7CW6vgzyU/s1600/DSC_4965.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRhD4LxKsL4GaqQpKGvqzZdNIuwk-GvTYZuiuC4719zWP3nvND1wIpy7Iloqi3f6u-AZgBVeH7KcPIBSvLu-DDqvfj5sSrj0sALrMc_thjebEpyj3eNmqygqZ7FG7Ngjgk_z7CW6vgzyU/w200-h150/DSC_4965.jpg" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiShsvn6w4URpD-n_GuE-O_xCO8Hz9lGq5hyrISyhyM3Yg7cBzmjrSUK3p6HSeQCPMbo4ZJd_1IzkmwLbGtqOTJ2AzdE_IdUwZU_7S4JUqCfq7aJosghwRuDROZGWDCEnuV4y4gvbdUfRA/s6000/DSC_4894.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiShsvn6w4URpD-n_GuE-O_xCO8Hz9lGq5hyrISyhyM3Yg7cBzmjrSUK3p6HSeQCPMbo4ZJd_1IzkmwLbGtqOTJ2AzdE_IdUwZU_7S4JUqCfq7aJosghwRuDROZGWDCEnuV4y4gvbdUfRA/w200-h133/DSC_4894.JPG" width="200" /></a><br /><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7HUsL_TLgTcbugGxm55wGGgu_xzj1X4tfYNGVSJlGxHOcri4_9i1yZrEI07Y6JehYm-jsNynOETXHnu_vIy9MBaC-qlczvqfSzm9QJY5J8-jCVvWVYo092k4XgGrq7VLjEiGweAOhTrI/s6000/DSC_4868.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7HUsL_TLgTcbugGxm55wGGgu_xzj1X4tfYNGVSJlGxHOcri4_9i1yZrEI07Y6JehYm-jsNynOETXHnu_vIy9MBaC-qlczvqfSzm9QJY5J8-jCVvWVYo092k4XgGrq7VLjEiGweAOhTrI/w200-h133/DSC_4868.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiaBpM1kElrdUBXWwQV2me55sITlfgT9NpvZYVtPY5B7Msn7Z48-kw4u9WRX9GR7bY4Bv8oRAU-XxMddbLgBDbPMmKO8NtCYwGxWvaPVe2Y8-34yppDyF3_s7T1wQNHvyOpFLjhOsuZaTo/s6000/DSC_4866.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiaBpM1kElrdUBXWwQV2me55sITlfgT9NpvZYVtPY5B7Msn7Z48-kw4u9WRX9GR7bY4Bv8oRAU-XxMddbLgBDbPMmKO8NtCYwGxWvaPVe2Y8-34yppDyF3_s7T1wQNHvyOpFLjhOsuZaTo/w200-h133/DSC_4866.JPG" width="200" /></a></div><br /></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En
esos momentos, sobre todo al acabar la jornada, el bañarse para descansar del
calor es casi un ritual. Da igual que el agua terrosa no de sensación de
limpieza, uno se refresca y descansa, y eso ya merece la pena. Poco a poco, el
cuerpo se sincroniza con los ritmos de la naturaleza: levantarse al alba y
acostarse en el ocaso. Y, poco a poco también, el río se convierte en casa, y
mis compañeros en familia. Cada día regala un lazo, un vínculo, que va
construyendo ese sentimiento, ese espacio. Un paisaje, unas canciones a pleno
pulmón bajo el ritmo del golpe del remo en la canoa, una conversación, la
necesidad de crear un hogar lejos de todo, pero cerca de uno mismo. Y, en este
nuevo hogar, cada noche volvemos a mirar al cielo, a la noche estrellada, como
ese abrazo que te arropa y te hace sentir bien. No dejo de pensar que donde
vivo, la mayoría de las estrellas se ha vuelto invisible a mis ojos. Y valoro
estas noches como el ciego que recupera la vista tras años de enfermedad. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Escribe
Joseph Conrad que “sin duda, mirar las estrellas es una ocupación interesante,
pues nos lleva al límite de lo alcanzable”. Y esa ocupación, tan antigua como
el propio ser humano,<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>me parece casi un
acto de magia. Y donde hay magia suele haber un mago. Y sí, lo tenemos, y se
llama Vicenç. En una tierra donde las constelaciones se invierten, ¿qué se
puede esperar de una noche mágica y de un mago fotógrafo? Nunca creí que algún
día sentiría las estrellas tan cerca que casi podría tocarlas. No sabía que
Madagascar, en los días de remo por el río Manambolo y en las noches donde la
arena era mi lecho y el cielo mi sábana, me regalaría una de las mejores
experiencias de mi vida. Alzar los ojos y sentir que <st1:personname productid=" 铰ӝৰ" w:st="on">la Vía Láctea</st1:personname> lo ocupa todo.
Sentir la belleza infinita de la luz que emite el universo. Y creer que es
imposible contar un sentimiento. Mi vida está ahí, mis sueños de viajar y
conocer, en esas estrellas que acarician mi cabeza. Gracias Vicenç por este
regalo en forma de fotografía, por convertirte en mi amigo y por hacer que un
niño que se perdía por los tejados alcanzara por un momento el cielo y las
estrellas. Gracias por enseñarme que las estrellas pueden ayudarme a soñar de
nuevo. No puedo evitar cerrar los ojos esa noche recordando los palabras del
Principito: “me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que, algún
día, cada uno pueda encontrar la suya”. Y, arrullado por el rumor del río,
concilio el sueño creyendo que he encontrado la mía.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglWOYvxmvAE8uJ4y4N9b_DflyJ8S7qY8vyGHiO8XwYGQ_2IAh_3bBLaH1urcS6kHOhgpgg4Kj0e-sDijTh31thXwt_RJ5IIMyDFxJQe7jwgD5ISyPJx-ehofLNQkUUYtFxqOiFEW1JEtI/s1440/DSC_4922.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1440" data-original-width="960" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglWOYvxmvAE8uJ4y4N9b_DflyJ8S7qY8vyGHiO8XwYGQ_2IAh_3bBLaH1urcS6kHOhgpgg4Kj0e-sDijTh31thXwt_RJ5IIMyDFxJQe7jwgD5ISyPJx-ehofLNQkUUYtFxqOiFEW1JEtI/w133-h200/DSC_4922.jpg" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiYqdJ9E4wzx17BKtnD63puVnOdB_ctDsnfghjki6-fmfk6kzdXYQBtIfRow_HuYQNEy1MUCYsDrREa1LS634fqjXThL-dSBd6X8RN4oBPxwT1rBpiKd5rb0mK2rz9i4isRY0v8Jg0JOI/s2048/DSC_4919.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1365" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiYqdJ9E4wzx17BKtnD63puVnOdB_ctDsnfghjki6-fmfk6kzdXYQBtIfRow_HuYQNEy1MUCYsDrREa1LS634fqjXThL-dSBd6X8RN4oBPxwT1rBpiKd5rb0mK2rz9i4isRY0v8Jg0JOI/w133-h200/DSC_4919.jpg" width="133" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Conforme
avanzan las jornadas, nos vamos conociendo mejor, e incluso aprendo a
interpretar los bruscos cambios de rumbo de Erik (algo le interesa de la gente
de las orillas con quien conversa a voz en grito: fruta, arroz, bebida) o el
ritmo de la palada (acelerar o pausar y así acercarse a otros compañeros de
canoa para hablar, pedir tabaco -cualquier cosa sirve para fumar-, o relajarse
entre bromas malgaches). Mientras, entre los brillos del agua, a veces divisas
pequeños poblados <i>sakalava</i> en los márgenes del río, mujeres pescando con
telas de mil colores que brillan al sol, y niños bañándose o sentados en las
dunas vigilando rebaños de cebúes que beben o, esporádicamente, cruzan el río a
través de vados de arena. No es raro que estos niños te observen en una actitud
de curiosidad e incluso miedo. Eso nos hace suponer que, quizás, no están muy
acostumbrados a ver <i style="mso-bidi-font-style: normal;">vazaha, </i>personas
blancas. Pero lo normal es descubrir rostros de bienvenida y alegría, alzando
sus brazos para saludarte, a los que respondes con el mismo gesto y sonrisa.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhiifi3s5Il1-UifTFaqHkl6aesO8QuTj7BDsCpIb7fLHYgGW0CA-PYR7Y9CW3JkDUPw0zkGh8mT1gdGA95IVksoid_oVQlr2T8vpm-OvW6X1YFnJW7r3TIt0sT_ljnmMIQKKmrzMVZqTk/s6000/DSC_4852.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhiifi3s5Il1-UifTFaqHkl6aesO8QuTj7BDsCpIb7fLHYgGW0CA-PYR7Y9CW3JkDUPw0zkGh8mT1gdGA95IVksoid_oVQlr2T8vpm-OvW6X1YFnJW7r3TIt0sT_ljnmMIQKKmrzMVZqTk/w133-h200/DSC_4852.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhK3PcnflTtzJeTzkxMpOihPjIzE5Tx3kziYhmdm07lH8tweMiblEX_FyLolYRoRKNsf4XaQOPMEjSXLDXczGvgyZa6W611u3SyEZoloFv8Udpmdiu8tRUxMglLFSxcOeOHd9fWxXchTf8/s6000/DSC_4856.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhK3PcnflTtzJeTzkxMpOihPjIzE5Tx3kziYhmdm07lH8tweMiblEX_FyLolYRoRKNsf4XaQOPMEjSXLDXczGvgyZa6W611u3SyEZoloFv8Udpmdiu8tRUxMglLFSxcOeOHd9fWxXchTf8/w133-h200/DSC_4856.JPG" width="133" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVbI0kdwVKnLIDkkSlL2tP4b41SFxv6nYig8JCSU8Lf8RjJdw9ejqvoAIb_CRcYiY5BNZ9tTCJ10O0t1oET3bvO5lUGo8WHPh6O-cvhke8PvOfhCyIK6ZOIMtfht2kYYcGOr8bxnMDl34/s6000/DSC_4910.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVbI0kdwVKnLIDkkSlL2tP4b41SFxv6nYig8JCSU8Lf8RjJdw9ejqvoAIb_CRcYiY5BNZ9tTCJ10O0t1oET3bvO5lUGo8WHPh6O-cvhke8PvOfhCyIK6ZOIMtfht2kYYcGOr8bxnMDl34/w200-h133/DSC_4910.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiy2k3qCt-aKhpfp9MMbgId9foXxzbuWa4kCfvrtPUsYoln2eadHMLE9q9Tn6Pj8iypfw2-eefixbPPGiyHWkcgZZcmmlZveoCvHeNLWZLeLigWUpxlghxABFjXYfUmSHawiPf5agcgpjI/s6000/DSC_4913.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiy2k3qCt-aKhpfp9MMbgId9foXxzbuWa4kCfvrtPUsYoln2eadHMLE9q9Tn6Pj8iypfw2-eefixbPPGiyHWkcgZZcmmlZveoCvHeNLWZLeLigWUpxlghxABFjXYfUmSHawiPf5agcgpjI/w133-h200/DSC_4913.JPG" width="133" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Visitamos un
par de esas aldeas, cuya rutina diaria se modifica con nuestra presencia. Los <i>sakalava</i>
son una etnia de antiguos orígenes árabes e indonesios, cuyo nombre significa “<i>los
del valle largo”</i>. Viven de la agricultura y la ganadería de cebúes, y
normalmente poseen un árbol ceremonial protector. La primera de esas aldeas
parece ser un poblado de verano (en invierno lo cubre el río por las lluvias),
y durante el recorrido Valentina y Thierry, entre abrazos a los niños que
acuden curiosos, nos explican sus costumbres: el colgante mágico elaborado por
el sabio de la aldea que lleva un pequeño, con restos de sus ancestros; los
matrimonios con jóvenes adolescentes que rápidamente quedan embarazadas para
dar continuidad al clan y fuerza de trabajo, pero que crían solas; la
importancia del tamarindo y la madera…Una forma de vida que se revela ante
nosotros y que me recuerda poderosamente otros poblados que conocí en Papua
Guinea. Nuestras impresiones se amplían ante la visita de <b>Akilanana</b>, una
de las aldeas más antiguas de la zona. Aquí se asentaron los <i>vazimba</i> que
fueron los primeros pobladores de la isla y de los que descienden los actuales <i>sakalava</i>.
No se sabe mucho sobre este pueblo más allá de la tradición oral. Según cuentan
mantienen su aislamiento, en un principio para huir de la trata de esclavos,
tras la llegada de los franceses para no trabajar para ellos y, desde la
independencia de Madagascar, para no pagar impuestos.<i> </i>Lo que si está
claro es que se asentaron en esta zona, donde además quedan huellas en las
cuevas de la zona de los Tsingy. Bajo techos de palma, se suceden viviendas en
cuyas puertas encuentras jóvenes con rifles, en signo de masculinidad, y
mujeres, algunas casi niñas, con sus bebés cubiertos por coloridas mantas a la
sombra. Algunas de ellas llevan la cara pintada con barro y texturas para
protegerse del fuerte sol, una tradición que comparten con la etnia <i>vezo</i>
y que, en ocasiones, se transforma en unos coloridos dibujos de pintura blanca
y amarilla. De nombre <i>masonjany, </i>esta hecha de la corteza triturada de los
árboles con barro, a parte de proteger la piel del sol y los insectos
(mosquitos), en algunos grupos tiene fines decorativos. Viven del pescado que
sacan del río y de la fabricación y venta de ron artesanal (con caña de azúcar
y fruta de tamarindo fermentado, en simples alambiques). A lo largo del poblado
distingo las piedras para moler grano, o las rudimentarias cercas para el cuidado
de cebúes. Dice Valentina que hay una tradición en <st1:personname productid="la Isla" w:st="on">la Isla</st1:personname> que consiste en que si
te dan algo, tú das algo (no solo material, sino sonrisas, la mano,
conversación). Así que ni corto ni perezosos, distribuimos sonrisas, camisetas,
botellas de agua vacías. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKUEpf9xQ_6R1sjn1lhJUDL-UNzJmk2wYlpmM1-_P6hgNZxVBZOH7DaRm-WW9xdb-IcmWywHCmiCFmypEyRwBBo6pUT2m0GFYul6xMiT4cACtX19hX9vRlaPOCpdaxk2lkCD7yxgJL1IE/s6000/DSC_4956.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKUEpf9xQ_6R1sjn1lhJUDL-UNzJmk2wYlpmM1-_P6hgNZxVBZOH7DaRm-WW9xdb-IcmWywHCmiCFmypEyRwBBo6pUT2m0GFYul6xMiT4cACtX19hX9vRlaPOCpdaxk2lkCD7yxgJL1IE/w133-h200/DSC_4956.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3B_omviMEI13YmoCBdZDbVnzPINz28xPI7Vc73NmRef0jdxU4DNxPRfQFH32zfK33Wolp9VUoHmLp1WvlqTmNCb6CQXcWVwwDTrhzRZobUvfuRvH6BRkANQ7R1SroGNZ6TxJ5CrdRiFI/s6000/DSC_4948.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3B_omviMEI13YmoCBdZDbVnzPINz28xPI7Vc73NmRef0jdxU4DNxPRfQFH32zfK33Wolp9VUoHmLp1WvlqTmNCb6CQXcWVwwDTrhzRZobUvfuRvH6BRkANQ7R1SroGNZ6TxJ5CrdRiFI/w133-h200/DSC_4948.JPG" width="133" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqX6zeqgRjcaBR6-PQ7hOuqKhN2kgASafsdMFQWe8TAHU7BSNj1WVD3tCB65sl6mtwAAlaRc4Poypl4_lAIbFB3fXnCQaL1ADsCFA0ey4opkFjd706Jv7yU26FszNYqREIe8J7Aakie4w/s6000/DSC_4954.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqX6zeqgRjcaBR6-PQ7hOuqKhN2kgASafsdMFQWe8TAHU7BSNj1WVD3tCB65sl6mtwAAlaRc4Poypl4_lAIbFB3fXnCQaL1ADsCFA0ey4opkFjd706Jv7yU26FszNYqREIe8J7Aakie4w/w133-h200/DSC_4954.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjoY1RI6EADdguLTOxOAl4_j7VT7VI68hz5I5V3IFLBzza_INn18HRkI1CJIvCiErq6LgdgZac7stk8gxxDntTTD29dVP14KWp9lTnmmYy875D8UBtSRDn6FIL9w7cfauZ4ujDJN-uoNIw/s6000/DSC_4931.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjoY1RI6EADdguLTOxOAl4_j7VT7VI68hz5I5V3IFLBzza_INn18HRkI1CJIvCiErq6LgdgZac7stk8gxxDntTTD29dVP14KWp9lTnmmYy875D8UBtSRDn6FIL9w7cfauZ4ujDJN-uoNIw/w133-h200/DSC_4931.JPG" width="133" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Decía
Hemingway que nunca supo de una mañana en África en la que al despertar no
fuera feliz. Es imposible no darle la razón, sobre todo cuando uno amanece con
el canto de las aves y el alegre bullicio del grupo desmontando el campamento y
preparando el desayuno; ante grupos de niños que acuden para compartir nuestro
comida y despedirnos; cuando escapando de la dictadura de los relojes remamos,
nos bañamos, y seguimos remando dejando atrás meandros y un pueblo que entre
saludos y sonrisas nos presta la sombra fresca de grandes mangos para el
descanso en las duras horas de sol. O cuando, en el transcurso de los días,
puedes aprovechar cualquier momento para construir una escena a recordar: un
partido de voleibol espontáneo junto al río, donde enfrentar España contra
Madagascar; atardeceres sentados con la mirada perdida en el horizonte mientras
comes los pistachos traídos por Miguel Ángel o lo observas haciendo figuras con
globos a los niños; las risas contagiosas de Dani el poeta y Susana en nuestras
desventuras con el remo; un silbido o un fraseo de una canción simple que puede
dar lugar a un coro, desafinado sí, pero divertidísimo, de remeros y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">vazaas </i>(blancos), que, marcando el ritmo
de las paladas y los gestos de nuestra líder Valentina, transforma un tiempo de
cansancio y desgaste en una de los mejores recuerdos del viaje. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_gwB9Uv1t6dCfIIW0-QvJ8-69TbRdAQUoDITRsFjavT-WBYXIy75XIWC3624imIfhJTjxQFPaZ7kQpgNKURfXhUTzvLlc1FBH3Y-1JIrUrx1DdZPwRDBfbS3u6WFNT5XaPFFXvR1m-q4/s6000/DSC_4968.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_gwB9Uv1t6dCfIIW0-QvJ8-69TbRdAQUoDITRsFjavT-WBYXIy75XIWC3624imIfhJTjxQFPaZ7kQpgNKURfXhUTzvLlc1FBH3Y-1JIrUrx1DdZPwRDBfbS3u6WFNT5XaPFFXvR1m-q4/w200-h133/DSC_4968.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsY2G5yjbh9wxdmg8freK4fQkzDCKwBGN5P8WS01ZX8FKkj3yiww7hbELLoY8ylzb8d8cyKxw1PZzBg1uHbtCZECsZw4UxIcb-6ewqtX6cIrWNLAARAWlgvN1Gqg-wgxsC4OneiwsLw5c/s6000/DSC_4972.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsY2G5yjbh9wxdmg8freK4fQkzDCKwBGN5P8WS01ZX8FKkj3yiww7hbELLoY8ylzb8d8cyKxw1PZzBg1uHbtCZECsZw4UxIcb-6ewqtX6cIrWNLAARAWlgvN1Gqg-wgxsC4OneiwsLw5c/w133-h200/DSC_4972.JPG" width="133" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Hubo un tiempo
en el que el brillo de las estrellas en el cielo nocturno resultaba esencial
para los viajeros. Y, alguna noche, al cerrar los ojos frente al manto
estrellado pienso que dormir es dejar pasar una noche que está más allá del
tiempo, y me resisto, lucho por vencer al sueño, hasta que el cansancio se
impone. Otras, todos nos resistimos a dejar escapar la magia nocturna y entre
historias, canciones y confidencias nos volvemos a lanzar hacia la magia de <st1:personname productid="la V■a L£ctea" w:st="on"><st1:personname productid="la V■a" w:st="on">la
Vía</st1:personname> Láctea</st1:personname> con la cámara de Vicenç, quien,
de nuevo, atrapa el tiempo en fotografías de grupo con los remeros, como un
intento de apresar la fugacidad de un sentimiento de vida que no queremos se
deslice entre nuestros dedos. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvbBi-D6wxievw8abgArVUr-k89ey7bbqx3rB0-MAvgD-syHmdwcCY7gmbhAF9Agbg4y7plv0jMY18INxoeNGqwX1tto9-i_DixtrpOQs12Vpi5bBMGf_0eMqRKXiM08NXpIdfvod-Yr4/s960/DSC_4923.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="960" data-original-width="640" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvbBi-D6wxievw8abgArVUr-k89ey7bbqx3rB0-MAvgD-syHmdwcCY7gmbhAF9Agbg4y7plv0jMY18INxoeNGqwX1tto9-i_DixtrpOQs12Vpi5bBMGf_0eMqRKXiM08NXpIdfvod-Yr4/s320/DSC_4923.jpg" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>De
este modo, cansados pero sintiendo en nuestra piel las bondades del río,
llegamos a <st1:personname productid="la Garganta" w:st="on">la Garganta</st1:personname>
del Manambolo. La frondosidad de sus acantilados excavados por el río, un
paisaje arbóreo que nos da la bienvenida, o algún lémur escondido entre las
copas altas de los árboles, casi como fantasmas de los que solo puedes apreciar
su movimiento ágil entre las ramas, indica que nos aproximamos al final de
nuestro recorrido. En este punto, las horas de remo se suceden con
tranquilidad, bajo el vuelo de milanas, rapaces, algún martín pescador, y
todos, el que más y el que menos, nos hemos hecho a la rutina y el esfuerzo del
paleo. Mi conexión con Erik, mi compañero remero, es cada vez más profunda,
intuitiva. Sabemos reconocer cuándo es necesario el descanso, o cuándo el otro
necesita ejercicio, o incluso captamos las bromas más allá de la barrera
idiomática. Valentina me dice en un susurro que a Erik le apodan Pastor (en
francés, <i>berger</i>), que se lo diga en algún momento cuando los demás
remeros no me oigan. Así lo hago, y sonríe sorprendido. Y, desde ese momento,
creo intuir una mayor complicidad en sus gestos cuando cargamos y descargamos
la canoa, o en su saludo cuando nos cruzamos en el campamento nocturno. Esa es
la magia del Manambolo.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhYQHcFepx3PIMNzk3f13oKlCMaydpMWKtAt8-gXaQYtsxYEWdNiUtbv8ULxtqumuRMmvt8hlNZ0jl-lE4yx6bNFy5vNH9sMkY95TvMU914hflH5tYw4gpXKTbc0v6hjdyE4Y7UVET0I4A/s6000/DSC_5002.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhYQHcFepx3PIMNzk3f13oKlCMaydpMWKtAt8-gXaQYtsxYEWdNiUtbv8ULxtqumuRMmvt8hlNZ0jl-lE4yx6bNFy5vNH9sMkY95TvMU914hflH5tYw4gpXKTbc0v6hjdyE4Y7UVET0I4A/w200-h133/DSC_5002.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSqfGVpNJbgzGGcjgi-KsH3PHK5-CddLbusv9VLqsFgWXKebhiVwM4DISeAjyvumm7DPEHBexBuyBbUif2I5Dk-3bs3YMi7qjKtwfhjTuTroyryvkML4WUxflUI-6Q16j9PBPjDdGf94I/s6000/DSC_5003.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSqfGVpNJbgzGGcjgi-KsH3PHK5-CddLbusv9VLqsFgWXKebhiVwM4DISeAjyvumm7DPEHBexBuyBbUif2I5Dk-3bs3YMi7qjKtwfhjTuTroyryvkML4WUxflUI-6Q16j9PBPjDdGf94I/w133-h200/DSC_5003.JPG" width="133" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Atravesando
el desfiladero de Beramaha, salimos del cauce principal para adentrarnos en lo
que parece un afluente y resulta ser la desembocadura del río Oly (<i>Oliha</i>).
Aquí el agua torna a un hermoso y transparente verde turquesa. Nos internamos
hasta alcanzar casi el inicio del afluente, donde hay caudal suficiente para
las canoas. Bajamos, y, ya andando, remontamos el cauce con el objetivo de
alcanzar unas cascadas y pozas/piscinas naturales que crea el agua en su
descenso. La subida no es sencilla, el terreno es resbaladizo y abundan las
grandes piedras erosionadas, los árboles frondosos y el desnivel. Viendo
nuestras simples chanclas de agua, Valentina insiste en que llevemos botas de
montaña, o zapatillas de buena suela, ya que una caída aquí puede ser peligrosa
y no dejamos de estar lejos de cualquier tipo de ayuda. Mientras la ayuda de
los remeros, reconvertidos en <i>sherpas</i> de selva húmeda, en el ascenso se
hace necesaria, van apareciendo los primeros y pequeños <i>tsingy, </i>peculiares
formaciones rocosas que pronto veremos en su esplendor; ágiles lagartos,
mariposas enormes de colores imposibles, y mil y un sonidos de la naturaleza
salvaje. De este modo, escondida entre un denso bosque virgen, alcanzamos una
gran cascada que vierte su agua sobre una amplia poza de agua transparente, un
paraíso natural que dibuja una de las maravillas en el mundo para Valentina. Su
mirada, que brilla como siempre, parece humedecerse. Mientras la vemos
alejarse, despacio, todos comprendemos que necesita respirar y sentir a solas
un lugar que es especial para ella. Para el resto, nosotros, tras días de
remojarnos en agua achocolatada, la perspectiva de un baño en un paraíso
natural de agua transparente y fresca es demasiada tentación. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhTZS9mPLm9cZTbpgPFcwOBCh5ZHoqfqHzMBfK01Qm7X4wPM5nBfUaGLGhR3Ms0SLY8-PghJdmoj_s-q8XhM7M-BDQgZWbgnI5oZO_rWnWrI60TDXXZswhYalYWdxkUrs9Ep88EiMxillU/s6000/DSC_4980.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhTZS9mPLm9cZTbpgPFcwOBCh5ZHoqfqHzMBfK01Qm7X4wPM5nBfUaGLGhR3Ms0SLY8-PghJdmoj_s-q8XhM7M-BDQgZWbgnI5oZO_rWnWrI60TDXXZswhYalYWdxkUrs9Ep88EiMxillU/w200-h133/DSC_4980.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBwc9ERz4tc81RyqQq0V4Vs3_vd2X1GP96jGl17sr8pvQ7i_E7p1i-KsI5DNzzvTDoQufEbOdE0qqXl3bM_4mf12x0r9Pps3NgOTpeRESqteAz5ZVv-ZDW7DI0KhKyAV4lUz9AneF59RA/s6000/DSC_4982.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBwc9ERz4tc81RyqQq0V4Vs3_vd2X1GP96jGl17sr8pvQ7i_E7p1i-KsI5DNzzvTDoQufEbOdE0qqXl3bM_4mf12x0r9Pps3NgOTpeRESqteAz5ZVv-ZDW7DI0KhKyAV4lUz9AneF59RA/w200-h133/DSC_4982.JPG" width="200" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdHBPvry-qwBOtodBuGb32lV7XqSSBCReUlI3OBEp6-VqOqf590uQzMjhQqvXtmd0BYj__AcXm6SJ2YGycc8gE7dvV3Buq_AFSrB9tCsi6fat8RTOBLCAN2A3zzg3Ck97vbzVJpSJqIl4/s6000/DSC_4990.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdHBPvry-qwBOtodBuGb32lV7XqSSBCReUlI3OBEp6-VqOqf590uQzMjhQqvXtmd0BYj__AcXm6SJ2YGycc8gE7dvV3Buq_AFSrB9tCsi6fat8RTOBLCAN2A3zzg3Ck97vbzVJpSJqIl4/s320/DSC_4990.JPG" width="320" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No
es difícil imaginar lo que sucede a continuación: trepar entre árboles para
lanzarse al agua mediante saltos acrobáticos, duchas naturales bajo la cascada,
fotografías, risas, gritos, tumbarse al sol como camaleones… En el descenso
para alcanzar las piraguas, hacemos una parada para comer en un paraje a la sombra,
de selva húmeda y bosques vírgenes, con pequeñas pozas y cascadas donde remojar
los pies y enfriar el agua. Durante la comida, con tantas emociones a la
espalda, poco hay que decir, lo único que conviene a ciertas situaciones es el
silencio, como diría Joseph Conrad. Además, la vida sigue, y tras el descanso
se debe retomar el remo.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No
podemos dejar de navegar por el río, sin sentir el fuerte viento que algunas
tardes, al atardecer, planta cara al remero. Rápidamente montamos el que será
nuestro último campamento, no necesitamos más que un frugal baño en el río,
abrigarse y a cenar, una rutina que no es más que un soplo de vida fresca. El
viento, que va amainando, hace que se pueden sentir los cantos lejanos de otros
poblados cercanos al río. Después de la cena, los chicos nos han preparado un
fuego, vienen con su guitarra y nos cantan canciones malgaches y nos animan a
bailar. Improvisamos así una pequeña fiesta nocturna que se alarga hasta
medianoche (todo un exceso si tenemos en cuenta que a las 21:00 estamos todos
los días en la cama). La guitarra que tienen es pura artesanía, la hacen con
madera de árbol e hilo de sedal pero suena fenomenal. Por algún sitio leo que el
nombre de esta guitarra en malgache es <b><i>“kavusis”.</i></b> La última
noche, abandonados al mojito de Valentina, en la vieja tetera abollada, al
calor y la luz de un fuego que, por unas horas, nos une a los remeros,
malgaches y viajeros, bajo un mismo ritual de alegría y despedida; un fuego que
purifica ánimos y cansancios, sueños de viaje y de progreso; un fuego que
saltamos y rodeamos, en infantiles intentos de baile, atónito espectador de
canciones, voces que se rompen en gritos y susurros, testigo de esa rara
comunión que a veces se produce en los viajes en los momentos de despedida,
donde no importa nada ni nadie más allá del momento, el abrazo, la ilusión y el
agradecimiento. Esa rara comunión que llama a la magia y ante la que solo
puedes abandonarte.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Si
el agradecimiento es la definición de mi rostro cuando por fin concilio el
sueño, esa misma palabra puede describir lo que todos sentimos a la mañana
siguiente, cuando en gesto de compañerismo tras tantos días de aventura
fluvial, intercambiamos regalos con nuestro equipo: camisetas por abrazos,
fotografías por sonrisas, el intercambio natural de las emociones. “<b><i>Misaotra
Betsaka</i>” (</b>muchas gracias) resuena en nuestros oídos, en nuestra alma,
cuando subimos a las canoas por última vez, y permanece en cada gesto o mirada
en las dos horas que nos separan de nuestro destino, Bekopaka<b>. <o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEir-pt3vDHugQegDPin4mu2hghshQQtqoyrgxdZSNDOaqAOps6_gcQtB0n0hEnzTHdedXdnSrbN6lKrouew0CE8lpsb-28Q1sLU6OKQqVJIakT0-5__wnLfhbk8cy6tdb5GKRmSCc_h1aQ/s6000/DSC_4998.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEir-pt3vDHugQegDPin4mu2hghshQQtqoyrgxdZSNDOaqAOps6_gcQtB0n0hEnzTHdedXdnSrbN6lKrouew0CE8lpsb-28Q1sLU6OKQqVJIakT0-5__wnLfhbk8cy6tdb5GKRmSCc_h1aQ/s320/DSC_4998.JPG" width="320" /></a></div><br /> <o:p></o:p><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Este último tramo
del río, tranquilo y pausado, es rico en escarpados acantilados, repletos de
vegetación y cuevas, refugio natural de multitud de aves y fauna. Apenas sin
esfuerzo, y atrapados por la naturaleza, nos sorprendemos al llegar al final
del descenso. En la ribera del río nos esperan unos 4x4, pero también un
solitario camping donde <span style="mso-spacerun: yes;"> </span>descansar y refrescarnos
con cervezas, hamacas y una merecida ducha. Había finalizado nuestra aventura
fluvial, pero se nos abrían las puertas a los <b>Tsingys </b>de Bemaraha.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><b><o:p> </o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b>Bemaraha.<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Estamos
en la región de Melaky, el oeste de Madagascar. <span style="mso-bidi-font-weight: bold;">El acceso a esta zona, y al Parque Natural, es difícil, solo puede
hacerse de dos formas: o por rutas de pista de tierra de complicada accesibilidad,
a través de vados y barros de la época de lluvias y montando los coches en
barcazas a modo de transbordos; o la nuestra, a través del descenso del río
Manambolo desde Ankavandra. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Bekopaka, es
la puerta de entrada al Parque, Patrimonio Mundial de <st1:personname productid="la Unesco" w:st="on">la Unesco</st1:personname> desde 1990, y
Reserva Natural protegida. Según nos cuentan, hasta que en 1987 la revista <i style="mso-bidi-font-style: normal;">National Geographic </i>no publicó unas
fotos de los Tsingy, muy pocas personas conocían este bosque de piedra. Los
Tsingys son enormes planicies de roca caliza donde la karstificación ha
excavado oquedades, simas, grietas y pináculos. Esta erosión ha traído como
resultado la creación de enormes llanuras de agujas de varias decenas de metros
de altura, en un espacio de más de cien kilómetros de largo y entre 5 y 20 de
ancho, bordeando los ríos Tsiribihina y Manambolo. Y, aunque parezca a primera
vista que no es un lugar apto para la vida humana, aquí habita una
biodiversidad abundante entre lémures, aves y reptiles endémicos. Uno de los
espectáculos geológicos más impresionantes del mundo.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Este
mágico mosaico kárstico al parecer se gestó bajo las aguas del Índico, hace
unos 200 millones de años, donde un gran cementerio de coral, conchas y
organismos marinos creó una formación de caliza de gran grosor que quedó al
descubierto tras movimientos telúricos, al descender el nivel de mar tras la
retirada de las glaciaciones. Posteriores movimientos tectónicos y el clima
tropical, con sus lluvias y vientos sucediéndose a un sol intenso, hizo el
resto. Esta formación geológica es tan frágil y quebradiza que se cree que el
mismo proceso de erosión que la ha erigido, en un tiempo indefinido, acabe por
destruirla. Afortunadamente, antes de que ese día llegue, aquí estamos para dar
fe de su existencia y explorarlo con las mismas ganas de aventura con las que
hemos descendido el río. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh99l_LBtKdGWTjpRigvle7JKsvD6Pdc6fabSyv2AnEaLDa_1zviTkFBAvuuRN6VfgIpZ-wJbTOiuydukuY3RVFrfvX8wEFNbDaP-bt5DW3l6-AkuVXiJGZrt8uRlQVaCgsBuPCI1_JK2c/s6000/DSC_5011.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh99l_LBtKdGWTjpRigvle7JKsvD6Pdc6fabSyv2AnEaLDa_1zviTkFBAvuuRN6VfgIpZ-wJbTOiuydukuY3RVFrfvX8wEFNbDaP-bt5DW3l6-AkuVXiJGZrt8uRlQVaCgsBuPCI1_JK2c/w200-h133/DSC_5011.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjbDCroDemDKyjCma33LNJubtzLiuKClmfakKRyN0rLY7MKNbddVgAokdeXNhTY5Vm_5_-xdl6eY-Z-C5rUackJXJ0mG8zJRiBZ3iEkhcupn1h09glAnQmEa4VM0UfrSGY9DH4Kj0PO_r8/s6000/DSC_5019.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjbDCroDemDKyjCma33LNJubtzLiuKClmfakKRyN0rLY7MKNbddVgAokdeXNhTY5Vm_5_-xdl6eY-Z-C5rUackJXJ0mG8zJRiBZ3iEkhcupn1h09glAnQmEa4VM0UfrSGY9DH4Kj0PO_r8/w200-h133/DSC_5019.JPG" width="200" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El
parque nacional alberga dos formaciones geológicas: <i>el Grand Tsingy</i> y el
<i>Petit</i> Tsingy. El más cercano es el <i>Petit Tsingy, </i>y por ello es el
primero al que accedemos, esa misma tarde, accediendo al otro lado de la ribera
del río en canoa. Mucho más pequeño que su hermano mayor el Gran Tsingy, lo
hace idóneo para aquellos sin buena forma física o con problemas de vértigo,
como yo. Nos espera una impresionante formación calcárea, con pináculos
dentados de piedra caliza formados tras la acción erosiva del agua y el viento
a lo largo de los siglos, de unos <st1:metricconverter productid="30 metros" w:st="on">30 metros</st1:metricconverter> de altura. De forma silenciosa,
iniciamos un pequeño recorrido a través de un camino por las formaciones, lo
que ayuda a entender su origen y evolución. Escondido entre su laberinto
aparece el tamarindo, un árbol sagrado para los malgaches de cuya corteza se
extrae un cosmético facial. Los Tsingy son zonas sagradas, sobre todo para los
sakalava, por lo que hay que respetar los tabúes, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">fady. </i>En este caso, no elevar la voz y señalar con el dedo, por lo
que nos advierten de que si queremos indicar algo lo hagamos con la mano
extendida o con el puño. Estos <i>fady</i> también permiten salvaguardar este
paisaje natural único. Gracias a ello no es raro ver grupos de sifakas, una
especie de lémur de pelo blanco y larga cola, dando saltos laterales. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihV2wVs6Jt195SbzWe2jGQUPqWV7R50UP5DoFK0ajZd837rfYNYk7hzigygzRSrnR2_93zDTILyEplHMaqPgLqluO_y80lG0VXHaWtsLbt6-7FRZca_nknkup5ANmk_C8Gf6bmsfQ9GzI/s1024/DSC_5040.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="1024" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihV2wVs6Jt195SbzWe2jGQUPqWV7R50UP5DoFK0ajZd837rfYNYk7hzigygzRSrnR2_93zDTILyEplHMaqPgLqluO_y80lG0VXHaWtsLbt6-7FRZca_nknkup5ANmk_C8Gf6bmsfQ9GzI/s320/DSC_5040.jpg" width="320" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Un
día intenso, que se había iniciado con el final del descenso al Manambolo y
había culminado con el Petit Tsingy, merece un cierre apropiado. De ahí que,
tras la cena, Valentina nos proponga acudir a un ¡¡cabaret!! Se trata de hacer
una última despedida a nuestro grupo de remeros. El cabaret resulta ser un pub
local a modo de discoteca, en medio de una calle polvorienta, la única de
Bekopaka, que desparrama sus casas a ambos lados de la pista que la atraviesa. El
lugar, una caseta con techo de uralita, no cuenta con muchos parroquianos,
exceptuando un pareja, un grupo de habituales y nuestros remeros, que, en la
barra o sentados en bancos laterales, se dedican a escuchar los grandes éxitos
malgaches. Nuestra llegada parece alentar el ambiente, y poco a poco la pista
de baile se anima con la pericia en el baile de nuestros amigos. Es curioso ver
cómo nuestros remeros han acudido al lugar con su pala de madera, a modo de
llave de coche (su canoa). Bailes, hacer el cebú, el lémur, risas, muchas risas
y alguna cerveza, y rápido para casa porque al día siguiente hay que madrugar.
Nos espera el Grand Tsingy. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFEJMfyavEDBdhzTCTDUAgHBdFm1-oBAgjOALMO6kHzQUa1gC-5zLIWlyvTpWlkQNUs6Ry6AARtZBXTzpDc_Atouqf3V7_Y6-fX4sgNp46NiYYj6Abka7zMTYUCSfqTfbWgU11NcIQct8/s1599/DSC_5010.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1599" data-original-width="1599" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFEJMfyavEDBdhzTCTDUAgHBdFm1-oBAgjOALMO6kHzQUa1gC-5zLIWlyvTpWlkQNUs6Ry6AARtZBXTzpDc_Atouqf3V7_Y6-fX4sgNp46NiYYj6Abka7zMTYUCSfqTfbWgU11NcIQct8/w200-h200/DSC_5010.jpg" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjX3Nl7cMATxkdGAqaxEzWMP6Gmer0uYdYqk3PHB72BfAdnfdbs4oaXCRpWfZW1Hb8JF7U0K5UJgbSv1UmZhYo7eO4inHrj5-W81KQ0mvm4_CP_OMi9NaQv1PyZR_pjvtP3QCsT7SeMy8M/s6000/DSC_5037.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjX3Nl7cMATxkdGAqaxEzWMP6Gmer0uYdYqk3PHB72BfAdnfdbs4oaXCRpWfZW1Hb8JF7U0K5UJgbSv1UmZhYo7eO4inHrj5-W81KQ0mvm4_CP_OMi9NaQv1PyZR_pjvtP3QCsT7SeMy8M/w200-h133/DSC_5037.JPG" width="200" /></a><br /><br /></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En
pie desde las 5 de la mañana, para aprovechar el fresco de las primeras horas y
evitar el calor y la humedad, tenemos como perspectiva más de una hora de
polvorienta pista repleta de baches. De la nada aparecen pequeños poblados,
mujeres envueltas en brillantes colores cargando mercancías sobre la cabeza, fardos
de leña, niños corriendo junto a nuestros 4x4, gritando saludos entre grandes
sonrisas, y, en un rincón de la nada, próximo a la pista, una pizarra y dos
pupitres, a la sombra de los restos de una pequeña y chamuscada edificación de
ladrillo. Seguramente pudo ser la escuela. Nos dicen que aún siguen enseñando en
ese lugar, aunque sean los números o algunas letras. Miro fijamente, en la
relativa rapidez del paso de la pista, y, de repente, esa pizarra que acoge dos
pupitres en las cercanías de un camino de intercambio, me conmueve. El camino
pasa a ser un pupitre vacío. Y pienso en mis alumnos, en mis clases. Y en lo
que puede hacer cambiar unas solas palabras o números. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Con
esos pensamientos en la cabeza, llegamos a nuestro destino, el Grand Tsingy.
Una vez superado el aparcamiento, hay una breve caminata hasta la entrada en
una planicie de un pequeño bosque. Allí, nos esperan los guías. Debemos ponernos
arneses y guantes, porque hay tramos del recorrido de gran dificultad que
exigen cables de seguridad a los que engancharse con mosquetones, vías ferratas
camufladas y un puente colgante a casi <st1:metricconverter productid="1000 metros" w:st="on">1000 metros</st1:metricconverter> del suelo.
Circular por el Tsingy no es fácil, pero al fin y al cabo eso es lo que ha
hecho que permanezca intacto miles de años. En este proceso, mientras me coloco
el arnés, es cuando preveo que no va ser un hermoso paseo contemplando
naturaleza salvaje, y reflexiono sobre esa necesidad que tengo en cada viaje de
poner a prueba mi vértigo, que más de una vez me ha paralizado y puesto en
aprietos. Mejor quitarse esas ideas de la cabeza. Vamos a caminar por encima de
formaciones que se han desarrollado con el paso de millones de años. Eso
emociona a cualquiera.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Comienza por
una zona boscosa donde se pueden ver aves y lémures blancos, y, tras una breve
caminata, se inicia el ascenso. Son varios kilómetros en los que todo está
preparado con escaleras (escalones artificiales estratégicamente situados para
facilitar la subida), cables de acero, cuerdas y clavos, para poder ir
asegurándote con los mosquetones. Por delante una extensión sin límite de
desfiladeros de piedra, gargantas, grutas, cañones, macizos de roca calcárea
esculpidos por el paso del tiempo, el viento y la lluvia. La caprichosa
geología moldea un auténtico santuario natural en el que nos detenemos cada
poco a observar las caracolas, incrustadas en el suelo, reflejo de que este
lugar estuvo sumergido en el agua hace millones de años. Tienes la sensación de
caminar por laberintos en auténticos bosques de piedra, en un lugar suspendido
en el tiempo. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Conforma
avanzas, no sin dificultad, adquieres la certeza de que en las zonas elevadas
las vistas deben ser impresionantes. Pero como ocurre con Ítaca, el viaje, el
recorrido, es lo importante, con pequeñas sorpresas en cada recodo. De este
modo, ascendiendo, descubrimos un pequeño lémur nocturno (<i>lepimur</i>), asomado
en una oquedad. Parece que nos mira fijamente, pero sabemos que no es así, no
ven durante el día, solo por la noche. Llega a bostezar y estirar una pata para
acomodarse, todo un show que durante unos minutos nos abstrae del cansancio, el
calor y la dureza del itinerario. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZNioJBYmftt8-pvcElgEDBHInEgJHrezxYSr91_rdqJFWpWRhNOn6903njILRDL3Vx1_4rKLDKeMKBNmgMxcoV_p2fFzhEJReO8bR11muN1aqUTLcDqjiCtDWKUbbP3O7GFDWSBnpd6w/s2048/DSC_5049.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1362" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZNioJBYmftt8-pvcElgEDBHInEgJHrezxYSr91_rdqJFWpWRhNOn6903njILRDL3Vx1_4rKLDKeMKBNmgMxcoV_p2fFzhEJReO8bR11muN1aqUTLcDqjiCtDWKUbbP3O7GFDWSBnpd6w/w133-h200/DSC_5049.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXiQfkNhEk3HgewgBX_lZdnyUtwHc3iZ_oDIJRjEitjfpsb9jzoG1bgTYXMKw6xIZIOrXVZpVwxyyZhdjbdvpsPKoXqoOrDHd1ZLsByNkIQLk7vNHl4lDKHD07Q5Gk1SDrcVgfouckOQQ/s1599/DSC_5047.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1599" data-original-width="1066" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXiQfkNhEk3HgewgBX_lZdnyUtwHc3iZ_oDIJRjEitjfpsb9jzoG1bgTYXMKw6xIZIOrXVZpVwxyyZhdjbdvpsPKoXqoOrDHd1ZLsByNkIQLk7vNHl4lDKHD07Q5Gk1SDrcVgfouckOQQ/w133-h200/DSC_5047.jpg" width="133" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgENYNHW3gmHwVc3ozk5ap9G1Kc7virqX6mKcAhgdPJWFyoQMlR9zsPHPRyvCR2jRveAl_lSsej9kqxsBWDPvmPx0qAQ7MjLxmMpsceLwhzD3kbdbSvUZz9noOXbj7Mwop0TMrYaTuhd1E/s6000/DSC_5051.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgENYNHW3gmHwVc3ozk5ap9G1Kc7virqX6mKcAhgdPJWFyoQMlR9zsPHPRyvCR2jRveAl_lSsej9kqxsBWDPvmPx0qAQ7MjLxmMpsceLwhzD3kbdbSvUZz9noOXbj7Mwop0TMrYaTuhd1E/w200-h133/DSC_5051.JPG" width="200" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Arriba, Ítaca,
donde tras escalar por sus afiladas vertientes, se extiende un mar pétreo en el
que las olas son pináculos de caliza y la espuma aristas afiladas. Colores que
oscilan del gris al ocre, del rojo al violáceo. Tanta belleza abruma, y, en mi
caso, empieza a crearme un problema adicional: el vértigo. Centrado en no
perder el equilibrio observo que tengo por delante un reto: cruzar un puente
colgante hecho con tablones de madera separados y colgantes de acero, oscilando
inquietamente sobre un vacío de casi cien metros. Es el lugar dónde tiene que
salir lo mejor de mí para superar el tremendo vértigo que provoca la altura. Cierro
los ojos e intento concentrarme en la belleza del paisaje para intentar
olvidarme de la altura, antes de que me paralice. Acompañado por el guía y Valentina,
que no suelta mi mano, y con una camiseta humedecida por el sudor de mi cuerpo,
la peor versión de mi mismo avanza sobre maderas que se mueven bajo mis pies,
oscilando al compás de un aire que no refresca y que me hace rezar al ingeniero
que hizo los anclajes. Gracias a ellos, y los ánimos de mis compañeros, puedo
superarlo. Sonrío nervioso para el objetivo de Vicenç, mientras alcanzamos un
hermoso mirador sobre una plataforma de madera que corona el trayecto. La
inmensidad del Tsingy se despliega ante mí, bloques en imposible equilibrio y
agujas que parecen desafiar al cielo. Cada paso de esfuerzo ha merecido la
pena. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhjqkCleHSv8oziRgOV6r6U1BhXnG8YjBWvtbqmStodTWO6l7xGtIkcLZrG3_CfBUtJPrTVmiCnKAUR0saTAEhVj_nkWg7ooK7KqYS_0LFJV8owkpGBVQcFlhUBXacDUQGrIYUpgy_TzE0/s2048/DSC_5054.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1365" data-original-width="2048" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhjqkCleHSv8oziRgOV6r6U1BhXnG8YjBWvtbqmStodTWO6l7xGtIkcLZrG3_CfBUtJPrTVmiCnKAUR0saTAEhVj_nkWg7ooK7KqYS_0LFJV8owkpGBVQcFlhUBXacDUQGrIYUpgy_TzE0/w200-h133/DSC_5054.jpg" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSo-0I2jmP_lwlURUv03i8DXgj3Cf2F8XKM0dBMmXBjbsi60leXl_GHCqV0B5DyNKaGMXl3Wji9kqs551N7LUudVGxMJ0wmBztQH1cVpOZQ90dbIbF8Nvx0x40eXO4DAKMteCefFiJZ3I/s6000/DSC_5053.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSo-0I2jmP_lwlURUv03i8DXgj3Cf2F8XKM0dBMmXBjbsi60leXl_GHCqV0B5DyNKaGMXl3Wji9kqs551N7LUudVGxMJ0wmBztQH1cVpOZQ90dbIbF8Nvx0x40eXO4DAKMteCefFiJZ3I/w200-h133/DSC_5053.JPG" width="200" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Respiro.
El descenso tras el puente es igual de complicado: escaleras empinadas que hacen
indispensable el arnés y los mosquetones, pasillos tan estrechos que te obligan
a pasar de lado vigilando la cámara para que no se golpee ni pierda la tapa del
objetivo más veces de las necesarias, y agarres tan afilados que hacen
necesario mantener los guantes que había utilizado para el remo en el descenso
del río. No me llega el pie (¿por qué seré tan bajo?), no coordino para pasar
mosquetones, y el tiempo se hace eterno otra vez. Escalas, te arrastras,
reptas, menos caminar cualquier cosa. Y lo superas. Y merece, de nuevo, la
pena. En este mundo pétreo, conocido como <st1:personname productid="La Catedral" w:st="on"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">La
Catedral</i></st1:personname>, impresiona ver una serie de plantas arraigadas
en superficies sin humus formando jardines colgantes de exuberantes verdes, cuyas
raíces larguísimas descienden hasta lo más profundo de cañones y gargantas para
acceder a los restos de agua de la época de lluvias. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En
el suelo parecen esperarte secretos de todo tipo: formaciones naturales
caprichosas bajo la forma de cuevas y cañones. Así que nos lanzamos a explorar
cuevas subterráneas, estrechas, horadadas por el agua, donde se hace necesario
ponerse un frontal o llevar linterna. Le cedo el testigo del agobio a Guada,
quien llega a pasarlo mal en esta rudimentaria, pero exigente, espeleología.
Pero todo acaba, y, cansados pero satisfechos por la aventura, comemos en el
parque antes de iniciar el regreso por otra ruta más tranquila.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Así,
descubrimos el Coua Gigante, un pájaro similar al faisán, que suele vivir en
tierra pero que puede volar si tiene que escapar de sus depredadores; o que aquí
se encuentra el lémur indri de Bemaraha, cuyo nombre científico es <i style="mso-bidi-font-style: normal;">avahi cleesei</i><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">, </b>en honor al actor británico de los Monty Python John Cleese y sus
grandes esfuerzos por proteger a esta especie. No lo llegamos a ver, pero el
que si avistamos es el lémur sifaka de Decken, de brillante pelaje blanco y
cola negra y que solo se encuentra en esta zona (oeste de la isla). Creo que es
el único ser vivo que se puede desplazar alegremente entre las rocas sin
hacerse daño.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Esta
zona fue refugio de las tribus que se resistieron a los franceses cuando éstos
tomaron la capital. Era un lugar perfecto para esconderse, porque la morfología
lo presentaba como un fortín de fácil defensa y difícil ataque, a parte de la
abundancia en comida y agua. El nombre de tsingy lo pusieron, sin embargo, los
antiguos pobladores de la zona, los vazimba, y significa “andar de puntillas” o
“donde no se puede andar descalzo”. Tenían claro los que pusieron el nombre, y
nosotros damos fe, que por aquí no es fácil andar. Quizás por ello los locales
temen adentrarse en su interior, dotándolo de espíritus y <i style="mso-bidi-font-style: normal;">fadys. </i><span style="mso-bidi-font-style: italic;">Un hermoso reflejo
de la íntima conexión malgache con la naturaleza. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></i>Dejando atrás esta
fortaleza pétrea, en el sendero que nos lleva hacia nuestros vehículos, no dejo
de pensar que, en efecto, hay una cierta espiritualidad en esos laberintos de
piedra, y que sólo espíritus, o lémures, son capaces de transitar por sus
pináculos y aristas. Un lugar donde los <i>fady </i>que nos acompañan durante
el viaje encuentran su sentido. Las sombras y los susurros del viento, que
persisten en los últimos recodos del parque, parecen confirmar mi teoría.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRP6h_md29LzJwV_sdVCqvD6HLuH9_MY-9B0UhYs-wiO5XCqngxQDX8o_1P-NCzmjukGPXyEq9tMbTUdXolPDXErMVlRThuYAJcjogWJF3auz2ycdDshRdFq2A6yzb1LBZQ6KuSRJ0zPg/s960/DSC_5055.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="960" data-original-width="720" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRP6h_md29LzJwV_sdVCqvD6HLuH9_MY-9B0UhYs-wiO5XCqngxQDX8o_1P-NCzmjukGPXyEq9tMbTUdXolPDXErMVlRThuYAJcjogWJF3auz2ycdDshRdFq2A6yzb1LBZQ6KuSRJ0zPg/s320/DSC_5055.jpg" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Tras
dormir salimos camino de Morondava, con una parada en Belo, a unos 100 kms, por
un a carretera secundaria que solo es accesible de abril a noviembre, fuera de
la época de las grandes lluvias. Hemos madrugado porque nos espera un recorrido
inicial en caravana, con una treintena de 4x4, por motivos de seguridad. Al
parecer hubo unos ataques en junio por estos lares, y te obligan a ir escoltados
por el ejército o la <i>gendarmerie</i>. Antes, vemos partir a nuestros remeros.
Algunos hacen el trayecto de vuelta remontando el río en las piraguas, tan solo
impulsados por un palo esbelto que ellos llaman con ironía las llaves del
coche. Los observamos en silencio, las camisetas superpuestas y descoloridas se
van empequeñeciendo conforme desaparecen de nuestra vista, y con esas figuras
que se difuminan bajo la estela del agua, parte una de las mejores experiencias
de mi vida. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Esa
misma agua que se lleva una parte de nosotros en este viaje, vertebra
comunicaciones y da vida a la gente local. No hay que olvidar que uno de los
medios más fáciles para acceder a los <i style="mso-bidi-font-style: normal;">tsingys</i>
de Bemaraha es atravesar las grandes corrientes del Manambolo y el Tsiribinha
(en malgache: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">donde no se puede nadar</i>,
por la presencia de cocodrilos). Nosotros llegamos en canoa, pero lo normal es
hacerlo en transbordador, a partir de unos embarcaderos mediante grandes
barcazas unidas por tablones en las que se transporta desde los 4x4 a personas
y mercancías. Y esta es la forma en que partimos de aquí. A estas alturas ya
conocemos de sobra que el proceso se hará con tranquilidad, mucha tranquilidad,
lo que nos permite refrescarnos en los pequeños puestos locales y disfrutar de
las maniobras en las orillas del río. Así, mientras esperamos nuestro turno
contemplando la pericia de los conductores a la hora de colocar el coche dentro
de la barcaza, descubrimos, estupefactos, que no siempre hay motor, y que gran
parte del traslado se hace con unas cuerdas y hombres en orillas opuestas
tirando. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhaiFfNFR9JGfPUgeUhpjfPfHnvmQ0w8pzzCgSjfd3P1N2qmta3L_jstEdpVMIe5I1zn44l-RHZxZASA11yxcQOldqCc5_6id1AJdGsObee-4atttZpGVgRLNew0WvHWE-3_0LQrdyz2Pk/s720/DSC_5058.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="540" data-original-width="720" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhaiFfNFR9JGfPUgeUhpjfPfHnvmQ0w8pzzCgSjfd3P1N2qmta3L_jstEdpVMIe5I1zn44l-RHZxZASA11yxcQOldqCc5_6id1AJdGsObee-4atttZpGVgRLNew0WvHWE-3_0LQrdyz2Pk/w200-h150/DSC_5058.jpg" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyD3R0uoeXUCnCqt39cmUdloRTG4DjOY5GsI3w5sMkTxliiBIE9Lc8TWmGEiBcvaYE-I-Au4pArek374ltykJ2zmbjv5fPRtef6eBENOEE_zwGGwrPyuqQ49SaLIWmEaRGgd-fXm0cigY/s6000/DSC_5057.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyD3R0uoeXUCnCqt39cmUdloRTG4DjOY5GsI3w5sMkTxliiBIE9Lc8TWmGEiBcvaYE-I-Au4pArek374ltykJ2zmbjv5fPRtef6eBENOEE_zwGGwrPyuqQ49SaLIWmEaRGgd-fXm0cigY/w200-h133/DSC_5057.JPG" width="200" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Belo es una
ciudad grande, al menos mayor que Bekopaka, situada cerca de la ribera del río
Tsiribinha (de curso paralelo al Manambolo, pero mucho más caudaloso), entre
manglares y pantanos. Se trata de un enclave bastante activo y bullicioso
debido al comercio y al tránsito de mercancías y personas por el río, cosa que
no extraña en absoluto teniendo en cuenta el estado de las pistas. Acoge
pastores, pescadores, pequeños comerciantes y hasta buscadores de oro en las
orillas del río. Además, posee el santuario que preserva las reliquias de los
antiguos reyes Menabe, donde cada 10 años hacen la ceremonia del baño de las
reliquias (ritual <i>Fitampoha</i>) para asegurar la prosperidad de la zona. Se
respira un ambiente marcadamente africano, tranquilo y colorido, así que comemos
en la ciudad, paseamos para ver el mercado, sorteando motos y triciclos,
tenderetes y vendedores ambulantes, y nos dirigimos a coger el ferry para
cruzar el río. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El
ferry es más bien una barcaza metálica, sin asientos, pero que nos regala un
agradable paseo hacia la otra orilla del Tsiribihina, un poco más al sur, cerca
del lugar donde han desembarcado nuestros 4x4, que lo han cruzado en otro ferry
mientras comíamos. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjju9sH6vQzcaZmdViLWrXpTBf-9c9B4YuLvfgHEw2dzKP_roEeCqZzKlyfntD2k8JOs_k44B7vVo0dEuozXIWyYdCOzWv92i1Rk1H45704CLCJRP1myRiCrCfHbdylKM3R4eRg_CXAWrk/s1296/DSC_5058B.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="972" data-original-width="1296" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjju9sH6vQzcaZmdViLWrXpTBf-9c9B4YuLvfgHEw2dzKP_roEeCqZzKlyfntD2k8JOs_k44B7vVo0dEuozXIWyYdCOzWv92i1Rk1H45704CLCJRP1myRiCrCfHbdylKM3R4eRg_CXAWrk/w200-h150/DSC_5058B.jpg" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYFSK2QmV_2FwqpqBgWH8BA6VlovsBTfL7meaAaBpej-47FAleiyxGnMW_xuGEPpOHCFDiqh7LoPeWcjUBGI-ermFja-JuJ75_OBdeiQ4vTCWP-Fkpr5i9I82d_lgAud7u5skvYk8u5xY/s1599/DSC_5059.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1066" data-original-width="1599" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYFSK2QmV_2FwqpqBgWH8BA6VlovsBTfL7meaAaBpej-47FAleiyxGnMW_xuGEPpOHCFDiqh7LoPeWcjUBGI-ermFja-JuJ75_OBdeiQ4vTCWP-Fkpr5i9I82d_lgAud7u5skvYk8u5xY/w200-h133/DSC_5059.jpg" width="200" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Pronto hacemos
una breve parada. Cerca de la pista se adivinan tumbas de la etnia MAHAFALY, un
pueblo animista, muy conocido por sus tumbas coloridas en el oeste y sur de <st1:personname productid="la Gran Isla." w:st="on"><st1:personname productid="la Gran" w:st="on">la
Gran</st1:personname> Isla.</st1:personname> A diferencia de otras zonas de
la isla, donde las tumbas se señalan con monolitos, túmulos de piedras o
esculturas rematadas con cuernos de cebú, aquí encontramos pequeños mausoleos
decorados con vistosos murales que reflejan escenas de la vida del difunto, que
aparece representado con los elementos que lo caracterizan (no solo sus rasgos
físicos sino también con atributos que definen su profesión, hobbies). Se trata
de una pintura casi infantil, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">naif. </i>No
es de extrañar, literalmente el nombre de la etnia significa <i style="mso-bidi-font-style: normal;">la gente feliz. </i>Si la manera de enterrar
a nuestros muertos habla de lo que somos como sociedad, estas tumbas describen
a un pueblo cercano, amable, que no quiere olvidar quiénes son ni a quiénes se
han ido. Y eso, para mi, es importante. Nos alegramos de haber pasado un rato
aquí. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCpMyJj3-hvdF9LfGkcc4fKz8JwIX0097PLWFm0rnWIqhAShFvnkK_DCmN0bEXPigmGFr12casbAtNegyCyrhZypbp8h-yCcgtkEamzB-T6l2_euTNx6ugJdJjNyrFPhq9G2ydF0ty7iY/s6000/DSC_5062.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCpMyJj3-hvdF9LfGkcc4fKz8JwIX0097PLWFm0rnWIqhAShFvnkK_DCmN0bEXPigmGFr12casbAtNegyCyrhZypbp8h-yCcgtkEamzB-T6l2_euTNx6ugJdJjNyrFPhq9G2ydF0ty7iY/w200-h133/DSC_5062.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTog3aIDBYTIkqWHNLx1iDY74jCSKGncObH__Gx9ohF17SJSDmq_jRYAzisYfc-Sc38Efq9hwc1XjBQkMXDlhGR6a3C_qhaaQ7ssTHzdiLI4jreeeWslS1lYX7xB3xyOEaqBpbuXgoi90/s6000/DSC_5063.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTog3aIDBYTIkqWHNLx1iDY74jCSKGncObH__Gx9ohF17SJSDmq_jRYAzisYfc-Sc38Efq9hwc1XjBQkMXDlhGR6a3C_qhaaQ7ssTHzdiLI4jreeeWslS1lYX7xB3xyOEaqBpbuXgoi90/w200-h133/DSC_5063.JPG" width="200" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSl1qdiS7PA64Hv5914pDbVmxOG63cT8Von4VLk_whA4WpL52XxWDtVcTL_9XGgLzV1Y5ZhUSAE5znzgp4RvSS_fi8Ja81lK4QJ5QBHO0nm4QizjDo_0Fa_dG1AgMb0B1lv3Dds1TAEQg/s6000/DSC_5065.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSl1qdiS7PA64Hv5914pDbVmxOG63cT8Von4VLk_whA4WpL52XxWDtVcTL_9XGgLzV1Y5ZhUSAE5znzgp4RvSS_fi8Ja81lK4QJ5QBHO0nm4QizjDo_0Fa_dG1AgMb0B1lv3Dds1TAEQg/w200-h133/DSC_5065.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgoaE9Z3buXQaj_hgLadiPW-bR0G1nTHJwYrnS5APAXqYyPIHGVWqcmtXfe9wiIJKkG5Vksxiq569nNG_XeGspupxOvTUbehs0ifKwFal3ca-kfgWTdEX-FKepxlx8kHH934mttfUt6nkI/s6000/DSC_5070.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgoaE9Z3buXQaj_hgLadiPW-bR0G1nTHJwYrnS5APAXqYyPIHGVWqcmtXfe9wiIJKkG5Vksxiq569nNG_XeGspupxOvTUbehs0ifKwFal3ca-kfgWTdEX-FKepxlx8kHH934mttfUt6nkI/w133-h200/DSC_5070.JPG" width="133" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Con
la sensación de que conocemos un poquito más esta tierra, retomamos el camino a
Morondava, reteniendo en nuestra mente unas hermosas palabras de Vicenç: la
mitad de la belleza depende del paisaje y la otra mitad…. de quien lo mira. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">AVENIDA DE LOS BAOBABS - MORONDAVA (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Allée
des Baobabs</i>).<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Nos
adentramos en la región de Menabe. A medida que la humedad de las tierras altas
va quedando atrás, el paisaje se vuelve más decrépito. Lo que en su día fueron
bosques de hoja caduca, ahora es una sabana seca y arenosa de raíz africana
fruto de la desertización. De nuevo, no es fácil llegar. Saltamos sobre pistas
de tierra, arenosas y mal acondicionadas, pese a la presencia de poblados, que
se amoldan mucho mejor que nosotros a las características del terreno para sus
desplazamientos. Mientras intentamos vadear torpemente pequeños riachuelos, es
habitual ver pequeñas carretas de madera tiradas por cebúes, al ritmo pausado
del <i>mora mora </i>malgache, que se desvanecen como un espejismo cuando
nuestros 4x4 levantan nubes y pequeñas tormentas de arena al paso. Un trayecto
monótono, árido y ocre, un paisaje solo roto en ocasiones, y de forma más
frecuente conforme nos acercamos a nuestro destino, por la grandeza de algún
baobab solitario, como centinelas que vigilan el acceso a una tierra antigua.
De hecho, parecen los orígenes de los árboles. Imposible no caer en su embrujo,
en sus ramas resecas que encierran gran parte de lo que uno sueña con África. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Porque
Madagascar es muchas cosas, y una de ellas, quizás la que más fama le da, es
ser la tierra de los Baobabs. Y en esta tierra, de bosques de secano e
inclemente sol, de caminos de polvo rojo y viento cálido, entramos,
persiguiendo la sombra huidiza del sueño de África. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjAZIBbkKvShKtEVpWjarX4CIvWKy-dLSfMcRTWhYKvYrEFtssltYGfopZMCihs-0mT7oZdDJX7zLKjwIbQD17w0Mn0X1FXLKIRcdcJ6xpwouDX8CxfoVwIEC83ZkDjwja7VuOgHa6cxkg/s720/DSC_5071.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"></a><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjAZIBbkKvShKtEVpWjarX4CIvWKy-dLSfMcRTWhYKvYrEFtssltYGfopZMCihs-0mT7oZdDJX7zLKjwIbQD17w0Mn0X1FXLKIRcdcJ6xpwouDX8CxfoVwIEC83ZkDjwja7VuOgHa6cxkg/s720/DSC_5071.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibA_OQLOe4mCLepCANH3fEXY71U7fSSXoJ7dsbRaHez_7oKG_LZ0dhcJRpwHRlcYeACRIL7EodfvRmWx-ZZWo12mrnvKCzgFF3GU0eG94xvHCIJeuZ5jQa8-T3bVVdRm2u0GPYKaNfXpE/s6000/DSC_5083.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibA_OQLOe4mCLepCANH3fEXY71U7fSSXoJ7dsbRaHez_7oKG_LZ0dhcJRpwHRlcYeACRIL7EodfvRmWx-ZZWo12mrnvKCzgFF3GU0eG94xvHCIJeuZ5jQa8-T3bVVdRm2u0GPYKaNfXpE/w200-h133/DSC_5083.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEig0a0SCrzoV9tCeY7gdsA7LBFLN3bCZYNehaUhE6SU7_OkNzeh34GfRButCDf-L-GamOoxrlCQfofcg_5vBXesxDwz4Ky5a4rXI4Jq8k-vPctsUeU39gVrLXqtxkFCd-_fkaPaSb5zT0Y/s6000/DSC_5086.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEig0a0SCrzoV9tCeY7gdsA7LBFLN3bCZYNehaUhE6SU7_OkNzeh34GfRButCDf-L-GamOoxrlCQfofcg_5vBXesxDwz4Ky5a4rXI4Jq8k-vPctsUeU39gVrLXqtxkFCd-_fkaPaSb5zT0Y/w200-h133/DSC_5086.JPG" width="200" /></a></div><br /></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">No vamos a
ciegas, la mayor concentración de baobabs de <st1:personname productid="la Isla" w:st="on">la Isla</st1:personname> se encuentra aquí, a lo largo de <st1:personname productid="la Route N" w:st="on"><st1:personname productid="la Route" w:st="on">la
Route</st1:personname> N</st1:personname>8, la pista de tierra rojiza que nos
conduce entre nubes de polvo y espejismos en la franja costera de Menabe, desde
el río Tsiribihina a la ciudad de Morondava. Valentina, nuestra cicerone, no
cesa de contarnos historias sobre este árbol mítico, como un orador griego que
nos prepara para entrar en escenarios de leyenda. Resulta que hay ocho especies
de baobabs en el mundo y 6 se encuentran en Madagascar, y que el más
característico es el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Andasonia
grandidieri. </i><span style="mso-bidi-font-style: italic;">De esta especie son
los ejemplares más altivos y esbeltos, de </span>colosales troncos cilíndricos,
y hojas que solo brotan en época de lluvias. Pueden alcanzar los <st1:metricconverter productid="30 metros" w:st="on">30 metros</st1:metricconverter> de altura y
suele dar frutos parecidos a una baya seca, pero su grandeza deriva más de su
carácter sagrado, porque los malgaches, y gran parte de los africanos, creen
que el espíritu de la selva vive dentro de ellos. Por ello, en lengua local se les
conoce como <i style="mso-bidi-font-style: normal;">reinala</i> o <i>renala </i>(madre
de la selva, madre del bosque). En ello tiene que ver mucho su longevidad, ya
que pueden llegar a los 600 años. La eternidad en forma de árbol, el recipiente
de la historia de una comunidad, un clan, la madre tierra. En ellos habita el
espíritu del bosque, pero también la memoria y la palabra, porque a su sombra
se reúnen los malgaches a solucionar sus problemas y los ancianos a contar
historias, generación tras generación, historias que los unen y los definen. Se
erigen así en hermosos guardianes de la memoria. Si algo aquí debe ser sagrado,
no hay duda que debe ser el baobab. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Parece
que hay un ritual antes de llegar a la famosa avenida donde se concentran
decenas de ejemplares, primero hay que aproximarse al más sagrado de los
baobabs, cercado por un pequeño mercadillo de souvenirs elaborados en
palisandro. A sus pies se realizan las <i>fombas</i>, ofrendas en forma de
flores, cebúes, dinero o licores tradicionales. Creen que tiene el poder de
comunicarse con los ancestros y mediar a favor de los vivos, y por eso se le
venera. La tradición indica que hay que dar siete vueltas a su tronco,
visualizando el deseo que se quiere pedir, para que se cumpla antes de que pase
un año. Luego, el Baobab enamorado (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">amoureux</i>),
un árbol que retuerce su cuerpo como en un abrazo. Según cuenta la leyenda, ese
abrazo está presente desde hace siglos, siendo la reencarnación de una joven
pareja de enamorados que no pudieron contraer matrimonio por la oposición de
sus familias. Pidieron ayuda a Dios, que hizo que sus cuerpos se reencarnaran
en este baobab para que permanecieran juntos toda la eternidad. Tanta
espiritualidad nos va marcando el camino sobre cómo actuar, notamos que es
bueno tomarse tiempo, tocarlos, acariciarlos y hasta abrazarlos, en silencio,
para sentir una energía que guarda el secreto del tiempo.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEEMbA3kjGToScRZb6W0O_476vyi4d3cLmfHGpvNTLyMAOn0dwhb3AMI-cfd7OMDPRCa_mmlSDgkjUvxPJbOtilgZEVyh53lXZxt6NlkVqqNTDq5R0mv8pDKMJNfapSVXV5vl8IPIrs_E/s6000/DSC_5073.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEEMbA3kjGToScRZb6W0O_476vyi4d3cLmfHGpvNTLyMAOn0dwhb3AMI-cfd7OMDPRCa_mmlSDgkjUvxPJbOtilgZEVyh53lXZxt6NlkVqqNTDq5R0mv8pDKMJNfapSVXV5vl8IPIrs_E/w133-h200/DSC_5073.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXvYe_bXkJWnbqFQ6fymIs0uv4IZbhjksojKI9MTh7HNXGwMu5oxclyKBuewm7sxWrSQF6GMwmFjDK1xoIJ_50uXqmjIa2xHORz96cVb6UFpFm1Bc97TIMOcZ_Ovxp_BevhcMBlnekRxs/s6000/DSC_5077.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXvYe_bXkJWnbqFQ6fymIs0uv4IZbhjksojKI9MTh7HNXGwMu5oxclyKBuewm7sxWrSQF6GMwmFjDK1xoIJ_50uXqmjIa2xHORz96cVb6UFpFm1Bc97TIMOcZ_Ovxp_BevhcMBlnekRxs/w133-h200/DSC_5077.JPG" width="133" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Dejamos
los 4x4 y decidimos seguir a pie. Nos parece que es lo correcto, lo más
respetuoso y la forma más directa de sentir la fuerza de esta tierra tan
mítica. Algunos hasta se descalzan como los malgaches para reforzar ese
contacto, esa unión con la naturaleza. De este modo, ya al atardecer, justo en
el momento en que todo parece volverse mágico, nuestros píes nos acercan a la
famosa avenida de los Baobabs. Poco importa que este recorrido haya sido
planificado para impactar al turista, o al menos a mi no me importa. No puedo
evitar caer en el embrujo de estos mágicos árboles mientras se diluye la tarde,
y la luz dorada y anaranjada nos envuelve a todos.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Hacemos
el último kilómetro andando por la pista. Nos separamos, en silencio,
lentamente, para sentir mejor la experiencia al atardecer. La <i style="mso-bidi-font-style: normal;">avenida</i> no supera los <st1:metricconverter productid="300 metros" w:st="on">300 metros</st1:metricconverter> de largo, y
en su punto central es donde se encuentra la mayor concentración de baobabs (en
torno a la treintena), la gran mayoría de ellos centenarios, a ambos lados de
la pista. A pesar de su importancia turística no se trata de un parque
nacional, por lo que estos árboles no se encuentran protegidos, lo que es un
grave problema dada la situación de deforestación. De hecho, en origen, esta
era un área boscosa pero la acción humana ha dejado aislados los baobabs. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdTgjhn3O4MUl139FKkubm7zbiddtD8FoHt1pfXzz-pczZg7KHEo1mmS52fRxSu7xXKfb5W3Ct4fx1qSOf2PhoCPH62pEbBhTVDrlHNNr9a5C0sbl-2OCyfl-OiRPR2dmJvTJOIuSONbM/s2048/DSC_5091-B.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1152" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdTgjhn3O4MUl139FKkubm7zbiddtD8FoHt1pfXzz-pczZg7KHEo1mmS52fRxSu7xXKfb5W3Ct4fx1qSOf2PhoCPH62pEbBhTVDrlHNNr9a5C0sbl-2OCyfl-OiRPR2dmJvTJOIuSONbM/w113-h200/DSC_5091-B.jpg" width="113" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1Rmh810AieXtZX4xVvmENtc-U9D1GVS9gXsLdc1CG6ELyAPIiMwSRCQf81whjz9_mYAAkBpNXoBPxgx12WT195X_d0LzC7g9mRo_UODEt9R0CmsD1NnYjJj-zRA1TztXQ-tNWnknefX0/s6000/DSC_5097.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1Rmh810AieXtZX4xVvmENtc-U9D1GVS9gXsLdc1CG6ELyAPIiMwSRCQf81whjz9_mYAAkBpNXoBPxgx12WT195X_d0LzC7g9mRo_UODEt9R0CmsD1NnYjJj-zRA1TztXQ-tNWnknefX0/w133-h200/DSC_5097.JPG" width="133" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No
es fácil describir un baobab, parece casi un árbol mítico, arrancado de otros
tiempos o leyendas, como el emblema de un continente tan mítico y cansado como
él. Me cuentan y leo cientos de historias. “Cuenta la leyenda que al principio
de la vida, el baobab era el árbol más hermoso de la tierra, con preciosas
hojas verdes y flores de delicados colores y perfume. Los dioses, maravillados
de su creación, le concedieron el don de la longevidad para que su obra no se
perdiera. El baobab entonces creció sin límites, y se sentía tan fuerte y
seguro de sí mismo que se atrevió a desafiar a los dioses e intentar rozar el
cielo. Éstos, como castigo, lo obligaron a crecer eternamente al revés, dejando
sus preciosas hojas y flores bajo tierra y con las raíces hacia fuera, mirando
hacia el cielo para que suplicara perdón por su arrogancia”. Otra leyenda
asegura que los baobabs son brazos de guerreros enterrados que pugnan por
volver a la batalla. Las ramas serían los dedos crispados. Según leo en la
página de Las Hojas del Bosque, entre los bosquimanos del Kalahari (Botswana),
se cuenta que la gran divinidad Gaoxa dio los árboles al primer hombre, quien
los repartió entre los animales. Cada uno recibió una especie, menos la hiena.
Ésta, molesta por el trato desigual, se quejó a la divinidad, quien le entregó
la última planta que quedaba, el baobab. El animal, rencoroso y enfadado,
plantó el árbol del revés a propósito. Otros, como el explorador británico
David Livingstone, no lo sacralizan tanto, y lo definió como una “zanahoria
enorme puesta del revés”.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y,
entre tantas leyendas e historias, no puedo dejar de recordar a Saint-Exupéry, Para
su Principito las raíces de los baobabs podían hacer estallar un pequeño
planeta, simbolizando lo malo evitable, los miedos internos que, si no se
arrancan de raíz, crecen y se adueñan de todo. Pero en Madagascar no es así, en
esta tierra de contrastes, el Baobab es lo contrario, es riqueza y prosperidad,
pero también tradición, raíces, memoria. Es la memoria de África, porque
algunos superan cientos de años de antigüedad. No es de extrañar que Peter
Mathiessen, uno de los más grandes viajeros de la historia, lo definiera como el
árbol donde nació la humanidad.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>E
igualmente es el árbol de la vida, porque en su interior, bajo una de las
maderas más duras del mundo, guarda un bien muy preciado, el agua, y en un
territorio donde la sequía está muy presente, eso significa vida. Sin contar
que de este árbol prácticamente se puede aprovechar todo: corteza (para fibras,
muy resistentes, con las que se elaboran redes, cestas, cuerdas; o cerveza),
polen (para adhesivo), semillas (como café) y su fruto, comestible.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikxeRoiQumpxdNRB3wZWG_SqZ4XPgnKl3Ammc2S6oGKWsKZ83zYEZ91_sOXPvOQEHv5SP9OVRS37ltPzRkMVGNlHy-sZ_O29jtIDuJTMNAQkGvbuzh22imbGwQ4W14zEXzREXZp9_ryoU/s6000/DSC_5120.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikxeRoiQumpxdNRB3wZWG_SqZ4XPgnKl3Ammc2S6oGKWsKZ83zYEZ91_sOXPvOQEHv5SP9OVRS37ltPzRkMVGNlHy-sZ_O29jtIDuJTMNAQkGvbuzh22imbGwQ4W14zEXzREXZp9_ryoU/w200-h133/DSC_5120.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUh_6KsHtyIX8Y6kX9A7KEP3jT2xw_v-VnIrwgp1ouYtdPKJIL4ye0M-4s31PHcwVfDRjCHY5J0Z6gFSyZz-tg5KGbfliZVxFpiGQH_dhy0FbosXNx7hRpflskKPWNX0sglxhdHwkgLVo/s1599/DSC_5108-B.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1066" data-original-width="1599" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUh_6KsHtyIX8Y6kX9A7KEP3jT2xw_v-VnIrwgp1ouYtdPKJIL4ye0M-4s31PHcwVfDRjCHY5J0Z6gFSyZz-tg5KGbfliZVxFpiGQH_dhy0FbosXNx7hRpflskKPWNX0sglxhdHwkgLVo/w200-h133/DSC_5108-B.jpg" width="200" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Al
llegar a la <i>avenida</i>, que no es más que una pista muy frecuentada como
lugar de paso, nos dirigimos a la derecha, hacia una explanada en la que
decenas de personas se sitúan para colocar sus trípodes y equipos de fotografía
esperando el momento clave, la foto perfecta. Valentina nos recuerda que hubo
una época en la que no estuvieron solos. Estos árboles que hoy se muestran
solitarios formaron parte de un bosque mucho más frondoso, pero la erosión y la
huella humana los ha relegado a una suerte de testigos de una época pasada, que
sin duda fue mejor.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Empieza
a atardecer y el sol va buscando su refugio en el horizonte. Se dice que quien
hecha una siesta a la sombra de uno de estos árboles ya nunca se marcha de
África. Y lo creemos a pies juntillas. La luz de los últimos rayos de sol
adquiere tonalidades anaranjadas, otorgándole a los baobabs un reflejo rojizo y
tintes violáceos para dibujar, con sus siluetas, una de las escenas con la que
toda nuestra vida recordaremos a Madagascar. Observando al atardecer estos guardianes
de la memoria, donde generaciones incontables han transmitido a su sombra todo
aquello que los define como clanes, nadie puede sospechar que están condenados,
quizás, a extinguirse. La roturación inconsciente, la necesidad del agua que
acumula su interior o la extinción de los pájaros que ayudaban a fertilizarlo
parecen indicar ese destino. Y me estremezco, no puedo imaginar esta
maravillosa isla, este continente, toda África, sin su perfil recortado al
horizonte teñido de rojo.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYzz-061n5_9x5N-3oQvVuz6q8iEIaeHpkk_PQWufhlxP8xgL3vMnW_Xi2KgsYw-MjFEhci3MiZY2Fj778XhGGBd8zsms_Myo5txHRZnFaAijf5NLHSWnVSfb1_QEe8rRGziaSFC8XtpI/s6000/DSC_5122.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjYzz-061n5_9x5N-3oQvVuz6q8iEIaeHpkk_PQWufhlxP8xgL3vMnW_Xi2KgsYw-MjFEhci3MiZY2Fj778XhGGBd8zsms_Myo5txHRZnFaAijf5NLHSWnVSfb1_QEe8rRGziaSFC8XtpI/w200-h133/DSC_5122.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4ISBBqbwZl-Vr6IO8CR2XcHD_toM7jlmisyfisfxCpw-8nyOizINu_IEeCvgo9AHLyJZLRmad_7djIEhBMziXam38YnnHoTDWpuEpWyNjh-wptEsFimah2oq4TF_cbvnH36-fqrmdi_I/s6000/DSC_5154.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4ISBBqbwZl-Vr6IO8CR2XcHD_toM7jlmisyfisfxCpw-8nyOizINu_IEeCvgo9AHLyJZLRmad_7djIEhBMziXam38YnnHoTDWpuEpWyNjh-wptEsFimah2oq4TF_cbvnH36-fqrmdi_I/w200-h133/DSC_5154.JPG" width="200" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Sin
despegar la vista del horizonte, apenas nos damos cuenta de que ha anochecido
rápido. Durante unas horas hemos sentido el atardecer en nuestra piel,
contemplando como los últimos rayos de sol anaranjado dibujaban sombras en los
Baobabs. En momentos como este, el tiempo no importa, es un invento sin
sentido, y aunque ya es noche cerrada cuando decidimos levantar campamento,
recoger nuestros útiles de fotografía y brindar por última vez con unas
cervezas que salen no sabemos bien de dónde, dirigimos una última mirada hacia la
<i>avenida</i>. La noche se lleva con ella el anaranjado del cielo, las
historias, el mito, y sobre mi diario guardo la responsabilidad del contador de
historias, me gustaría coger el testigo del malgache, del árbol de la palabra y
el guardián de la memoria, aunque sea para mi mismo.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Cuando
abandonamos el lugar<i>, </i>tan solo queda Vicenç y su cámara, absorto en una
noche que ya es estrellada, decidido a robar una imagen más de estos baobabs
que nos han llevado de la mano a un mundo de leyenda. Él si es nuestro guardián
de la memoria, y, viéndole, recuerdo la frase de Eugène Fromentin: ¿por qué la
vida humana no acabará como los otoños de África, con un cielo claro y vientos
tibios, sin decrepitud ni presentimientos?.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><b>Morondava</b>,
ciudad costera en el oeste, apenas unos kms al oeste de la <i>avenue</i>, nos
acoge para dormir. Ubicada en plena costa del Canal de Mozambique, es la
capital de los sakalava del Menabe. Llegamos en la oscuridad de la noche, y aunque
apenas podemos ver nada, el aire húmedo, salino, nos indica la cercanía al mar
de nuestro alojamiento. Nuestro hotel está cerca del puerto, donde al anochecer
llegan los pescadores en pequeños barcos de madera tras fanear por el Canal.
Eso explica el fuerte olor a salitre y pescado que nos acompaña desde que
llegamos. No queda más remedio que degustar hermosos gambones y pescado asado,
cocinados en una mezcla de recetas francesas y locales. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Aunque
la opción de acostarse pronto y cerrar los ojos con el recuerdo aún cercano de
los baobabs revolotea por el ambiente, nos dejamos arrastrar por Valentina y
paseamos por la playa hasta L’Oasis de Jean le Rasta, un local de ambiente
rastafari con música en directo y decorado con símbolos reggae. La fresca noche
logra crear un clima acogedor, un ron mix de frutas, las confidencias apiñados
en pequeñas mesas en un jardín abierto, y un aroma a hierbas sanadoras, hace el
resto. Valentina, Dani, Susana, Miriam, Teresa y Guada, no necesitamos más para
caer en el embrujo del oasis. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJkdzPTmgyW1fAUjhPSHecQOghnqKuKeApR7P1KFJAU9zHpmV3v9T6qHBGLu3tjfwyh9mrAylk-IR7rEenAn9ld1fkiirLYpKwvFD_aaJh7wOO0N648aIATcUoXcuuIVrOeByYqrRR1RM/s1600/DSC_5168.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhJkdzPTmgyW1fAUjhPSHecQOghnqKuKeApR7P1KFJAU9zHpmV3v9T6qHBGLu3tjfwyh9mrAylk-IR7rEenAn9ld1fkiirLYpKwvFD_aaJh7wOO0N648aIATcUoXcuuIVrOeByYqrRR1RM/s320/DSC_5168.jpg" width="320" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Tras
despertar, a la plena luz del día, la ciudad de Morondava no impresiona. Es
extraño que aún siendo una de las ciudades más importantes del oeste de <st1:personname productid="la Isla" w:st="on">la Isla</st1:personname>, por el frecuente
turismo derivado de su gran playa de arenas blancas, los Baobabs y los Tsingy,
no se haya desarrollado desde el punto de vista urbanístico. Pese a tener un
rudimentario aeropuerto, continúan las calles sin asfaltar en torno a una
bulliciosa avenida principal a modo de mercado central, salpicada de almacenes
indopaquistaníes y mezquitas. Un rápido vistazo sobre la gente que la transita sobra
para ver que se ha convertido en refugio de numerosos inmigrantes, provenientes
no sólo de Pakistán, sino Somalia, Yemen o las Comoras. Junto al turismo, la
ciudad se alimenta de la pesca y el mar, pescado fresco, cangrejos y gambas
asoman como protagonistas de las cartas de los menús de bares y restaurantes. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Retomamos
el camino mientras la ciudad despierta. En la playa comienza la actividad de
los pescadores, de la etnia vezo, preparando sus coloridas canoas y redes, no
más que frágiles piraguas de balancín, para faenar en el mar. Mediante técnicas
ancestrales aprovechan todo lo que les aporta el arrecife coralino, y, con sus velas
desplegadas al viento, se deslizan lentamente por la línea del horizonte del
Canal de Mozambique. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Cruzando
los paisajes occidentales de la sabana malgache, nos dirigimos a las Tierras
Altas hasta alcanzar la ciudad colonial de Antsirabe, a 1.500m de altitud,
territorio de los Merina y capital de los <i>pousse pousse.<o:p></o:p></i></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">ANTSIRABE<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La
ruta RN7, de las pocas vías de comunicación bien conservadas (lo que significa
un pavimento decente y mantenimiento, que permite un desplazamiento más rápido
y cómodo) nos acerca hacia Antsirabé, dirección Antanananarivo. Son unas diez
horas de trayecto en las que el paisaje evoluciona, de los parajes casi
desérticos de Menabe, pasando por la sabana, para ir ganando altura por los
altiplanos centrales de <st1:personname productid="la Isla" w:st="on">la Isla</st1:personname>,
que dibujan un horizonte de arrozales y pequeñas aldeas de casas de adobe,
mientras la carretera empieza a quedar rodeada por suaves y pequeñas colinas, algunas
viejos volcanes, salpicadas de pinos.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Antsirabé es
conocida como la capital de los <i style="mso-bidi-font-style: normal;">pousse-pousse</i>,
la versión malgache del rickshaw asiático, y de las piedras semipreciosas, pero
su mayor categoría se la da el ser la tercera ciudad más grande del país<span style="mso-bidi-font-style: italic;"> y su marcado pasado colonial. Aparece ante
nosotros como </span>una ciudad de amplias y largas avenidas, construida como
zona residencial para los colonos franceses más enriquecidos que escapaban del
bullicio de la capital, como así nos hacen ver las grandes casas con jardines
que jalonan parte de las calles. Hoy son las familias malgaches más adineradas
las que ocupan esas casas <i style="mso-bidi-font-style: normal;">art decó</i>,
continuando la tradición francesa. La importancia de la ciudad durante la época
colonial trajo consigo la construcción de una bella estación de trenes, similar
a la de Tana, pero más pequeña. La afluencia a esta ciudad en concreto se debía
a su carácter termal, de hecho el nombre de la ciudad viene de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Any sira be</i> (“allí dónde abunda la sal”)
porque en sus <st1:metricconverter productid="1500 metros" w:st="on">1500
metros</st1:metricconverter> de altitud abundan fuentes termales ricas en
sales minerales. Esta fue la razón por la que unos misioneros noruegos fundaron
la ciudad en 1880, transformando una pequeña aldea que vendía sal en un balneario
para los europeos, ornamentándose con la llegada de los franceses.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAyH2qzwKFLsU0PVO9y20ylQVA4ZYyT7tt8ms7TnJanKTteo66KH-aPau_oJmR3v-TRtM8EvXYk-FsG-nAZCLzTcU3AXG8YOVTaa-tJVw1baU7OsPZ11WHpOZb9mCMKTDbWNYkFRSm1bo/s6000/DSC_5174.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAyH2qzwKFLsU0PVO9y20ylQVA4ZYyT7tt8ms7TnJanKTteo66KH-aPau_oJmR3v-TRtM8EvXYk-FsG-nAZCLzTcU3AXG8YOVTaa-tJVw1baU7OsPZ11WHpOZb9mCMKTDbWNYkFRSm1bo/w200-h133/DSC_5174.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjo-2o2JS9jfji_bpBS2x6fLri_gdiq_yU72dfw3w9QWY3Njt-5TU5G_dODV304ZTg85Tnkky_rnnLtzucs-YwQHmErufEGG9MaawXTypNKCUpD8ym6kICDpLUn4yxSh5agC-l89TWMEzs/s6000/DSC_5176.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjo-2o2JS9jfji_bpBS2x6fLri_gdiq_yU72dfw3w9QWY3Njt-5TU5G_dODV304ZTg85Tnkky_rnnLtzucs-YwQHmErufEGG9MaawXTypNKCUpD8ym6kICDpLUn4yxSh5agC-l89TWMEzs/w133-h200/DSC_5176.JPG" width="133" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Hoy
en día no ha perdido la importancia de antaño, pero es más una especie de
fotografía en sepia de lo que fue, como si su pasado fuera un lastre que no la
dejara avanzar, reconvertirse. O, quizás, simplemente, no quiera hacerlo. Llegamos
tarde, ya anocheciendo, y más allá de las huellas coloniales, solo podemos
apreciar un enclave bullicioso, transitado, con las típicas casas malgaches de
bello colorido. Reflejo del sentido termal del lugar es nuestro alojamiento, el
Hotel des Thermes, situado junto al lago Ranomafana, y uno de los más antiguos
de Madagascar. Decadente y mal mantenido, al no tener ya aguas termales, sigue
mostrando una construcción preciosa, testigo de una gloria ya pasada y uno de
los mejores ejemplos de arquitectura colonial de la isla. A primera hora de la
mañana, el mejor momento para apreciar su grandiosidad y bella factura, sus
jardines, desde los cuales hago unas fotografías, son el destino preferido de
unos cuantos corredores. Quizás no sea uno de los privilegiados colonos
franceses que disfrutaba de sus baños termales, pero cuando me decido a
acariciar levemente el frío mármol y la madera desconchada de parte de la
fachada lo hago con un respeto reverencial. Es testigo de otra época, de otro
concepto de esta gran Isla, que se niega a perderse en el tiempo, luchando por
adaptarse a otra realidad sin saber que sigue siendo alojamiento de viajeros,
de personas que continúan buscando la tranquilidad y la belleza, sino ya de sus
aguas, sí de sus muros y el precioso paisaje de montañas, lagos y volcanes que
desde sus terrazas se pueden ver e intuir.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEidWKZEDSUvenc4eTVlJQRes52aMW9fxhpcMBSD-xWoD6GFpYeKP8yrTsMzUg7LluE36k7UTm2huCdYakUnj0W6pKd0m4BXWFj2WwK5mJV8uIg2fm6oXsPE_PIB6JL3ihzGPoCK1LT2vTI/s1024/DSC_5177.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="1024" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEidWKZEDSUvenc4eTVlJQRes52aMW9fxhpcMBSD-xWoD6GFpYeKP8yrTsMzUg7LluE36k7UTm2huCdYakUnj0W6pKd0m4BXWFj2WwK5mJV8uIg2fm6oXsPE_PIB6JL3ihzGPoCK1LT2vTI/s320/DSC_5177.jpg" width="320" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>A
primera hora de la mañana el aire gélido casi te azota en la cara por la
altitud y las bajas temperaturas nocturnas, puede ser con facilidad el enclave
urbano más frío del país. Aunque en nuestro itinerario es tan sólo un lugar de
parada y descanso camino de Tana, antes de marcharnos hacemos una rápida visita
a la ciudad. Utilizando como referencia la gran Avenida de <st1:personname productid="la Independencia" w:st="on">la Independencia</st1:personname> y el
Monumento a las 18 Etnias del país, nos dirigimos a <st1:personname productid="la Estacin" w:st="on">la Estación</st1:personname> de tren, dejando
a ambos lados las villas que jalonan la calle principal, el mejor ejemplo de la
huella colonial. Construida en el siglo XIX, no recibe pasajeros, tan solo
transitan periódicamente trenes de mercancías, lo que impide que termine por
abandonarse una bella construcción. Los tres módulos, perfectos
geométricamente, unidos por arcos de medio punto y un alero <i style="mso-bidi-font-style: normal;">art decó, </i>con los colores tradicionales
de <st1:personname productid="la Isla" w:st="on">la Isla</st1:personname>:
blanco, rojo y tierra; recuerdan que hubo un tiempo de esplendor donde cientos
de adinerados pasajeros abrían las puertas de su descanso. Hoy eso no es más
que un recuerdo. Ya no recorren sus raíles las hermosas locomotoras de vapor
camino a Tana, como un Orient Express malgache, pero aún siguen acudiendo a sus
puertas los <i>pousse pousse </i>a recoger a los turistas, o las vendedoras de
tejidos bordados que, sonrisa mediante, intentan endosarte un ajuar. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiF5eu52aI14ltp88ozzSYhOjR0hBmDLn73mzojK_RKoF76d57whhm8JbkH_gSvl8ducVT-g4mn1ymRjCVTR20sbCTBFLOA26XD47FrTF4_5OQLiVPF0wvY9nvhyphenhyphenPo0Kj0Ox6CfKGMHMzY/s6000/DSC_5181.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiF5eu52aI14ltp88ozzSYhOjR0hBmDLn73mzojK_RKoF76d57whhm8JbkH_gSvl8ducVT-g4mn1ymRjCVTR20sbCTBFLOA26XD47FrTF4_5OQLiVPF0wvY9nvhyphenhyphenPo0Kj0Ox6CfKGMHMzY/w200-h133/DSC_5181.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXBWL8kVWHgag9syArCVgX2euZmwONVR1vtCT9NlD5mQ3dbL12TcHh47FJeS2haef-ql3K0XuDhsw0rijcL3bhOF95NmnEgxWg2kn1Fh6iU4LjZX06X8odjwPC4XGoi4QsXkgDiT-q4cE/s1600/DSC_5183.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1200" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXBWL8kVWHgag9syArCVgX2euZmwONVR1vtCT9NlD5mQ3dbL12TcHh47FJeS2haef-ql3K0XuDhsw0rijcL3bhOF95NmnEgxWg2kn1Fh6iU4LjZX06X8odjwPC4XGoi4QsXkgDiT-q4cE/w150-h200/DSC_5183.jpg" width="150" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Más allá de <st1:personname productid="la Estacin" w:st="on">la Estación</st1:personname> solo queda un
breve paseo por el centro urbano y admirar <st1:personname productid="La Catedral" w:st="on">la Catedral</st1:personname> neogótica donde
cada domingo rezos, canciones y bailes tejen el ritual litúrgico de la misa. Al
pasear por sus calles de nuevo llama la atención como la mayoría de vehículos
son sustituidos por triciclos o los <i style="mso-bidi-font-style: normal;">pousse
pousse</i>, los rickshaw malgaches, taxis locales tirados por ágiles hombres
descalzos. De ahí que muchos denominen esta ciudad como la capital de los <i style="mso-bidi-font-style: normal;">pousse pousse</i>, que literalmente
significa <i style="mso-bidi-font-style: normal;">empuja empuja. </i><span style="mso-bidi-font-style: italic;">Algunos dicen que su origen está en los
trabajadores chinos que vinieron a construir las vías férreas de Madagascar a
principios del s. XX. </span>Coloridos y con nombres tan divertidos como <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Air France, </i>parece mentira que hombres
tan pequeños pero fibrosos puedan tirar de estos transportes. Es una sensación
extraña verlos, mezcla de contemplar algo que parece pertenecer al pasado, en
un mundo en que casi todo está motorizado, y preocupación ante el esfuerzo, en
unos casos casi inhumano, que supone dirigirlos. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwx55pQ6n97uoSkE2u41G01LJ8jHVBGRbd9ZxQ01mCZYqiKdJM2FV4taKtdknY86WYRPl8lRiZYuGOXkZwpsVLlfAag3Lg_YLlOKVhA5OI0wIRhSmjnTZ0UDr5ySs9oF2Wo-aPkNBvsQs/s6000/DSC_5182.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwx55pQ6n97uoSkE2u41G01LJ8jHVBGRbd9ZxQ01mCZYqiKdJM2FV4taKtdknY86WYRPl8lRiZYuGOXkZwpsVLlfAag3Lg_YLlOKVhA5OI0wIRhSmjnTZ0UDr5ySs9oF2Wo-aPkNBvsQs/s320/DSC_5182.JPG" width="320" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Antes
de abandonar la ciudad, no podemos dejar de husmear en los talleres de cuernos
de cebú, con los que se fabrica casi cualquier utensilio o artilugio; la
fabricación de pañuelos de seda salvaje; los coloridos juguetes hechos con
rafia, mantelerías bordadas a mano de influencia francesa en la técnica y
africana en el color; o los centros artesanales de gemología, donde se trabajan
y tallan minerales de todo tipo. Es el peaje que hay que pagar por admirar el
pasado colonial de la ciudad y <st1:personname productid="la Isla. Una" w:st="on">la
Isla. Una</st1:personname> vez satisfecha la deuda, partimos hacia la capital,
Tana, por <st1:personname productid="la RN" w:st="on">la RN</st1:personname>7,
abrazados por un paisaje montañoso de pinos y eucaliptos. Es el momento en que
Thierry nos habla de <i>Ravinala</i>, el árbol del viajero que es emblema de
Madagascar y que crece en toda la parte occidental. Cuando llovizna, la mayoría
de la gente se cubre con una gran hoja de este árbol del viajero. Se llama así
porque dentro de sus hojas, colocadas en forma de abanico, se contiene el agua
limpia de la lluvia y así los viajeros la utilizaban para calmar su sed. Además,
con sus grandes hojas también se hacen los techos de las casas en las costas.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglipNUQew6CuaQ0FbcJow8BvIvRLqfK3XX8kMNG4rfyoGF72Dc4LR71Iz43MaXeQRXKmYSGN9np9MHz0mKy6moLzantPnnyFkjHLvqLDrYzwnQJ9KluTJz6uB_kRkbkh-donFGZVz9YPU/s2048/DSC_5193.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1152" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglipNUQew6CuaQ0FbcJow8BvIvRLqfK3XX8kMNG4rfyoGF72Dc4LR71Iz43MaXeQRXKmYSGN9np9MHz0mKy6moLzantPnnyFkjHLvqLDrYzwnQJ9KluTJz6uB_kRkbkh-donFGZVz9YPU/w113-h200/DSC_5193.jpg" width="113" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTrmTTA-8aSAeBhYxIKKSnAC9uS_veCgkKD6fGMlt3aTSYBKoe6q4Xp365rd6_UQd5YuRfilp7GAGKwQEop07VDaH7yuPgCcGTL_-chT4F7gnYCx_oZd55ORs9TDYo_CXi5FkhFuL4_hw/s2048/DSC_5194.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="2048" data-original-width="1152" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTrmTTA-8aSAeBhYxIKKSnAC9uS_veCgkKD6fGMlt3aTSYBKoe6q4Xp365rd6_UQd5YuRfilp7GAGKwQEop07VDaH7yuPgCcGTL_-chT4F7gnYCx_oZd55ORs9TDYo_CXi5FkhFuL4_hw/w113-h200/DSC_5194.jpg" width="113" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWS2hLd0qsoVs6WZKBrdM7e6GYEyGEOEeDJ4Mn0DBxSDUsRU76SO59h4wAFkQaPqEc3y8YQpB4zLNiWEnXbTMDEL9znjHAn1OlzqiEctXuAIJ4KBmu51XNzbkiakFYfG8FJBqgGjp2NWg/s1600/DSC_5195.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1200" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWS2hLd0qsoVs6WZKBrdM7e6GYEyGEOEeDJ4Mn0DBxSDUsRU76SO59h4wAFkQaPqEc3y8YQpB4zLNiWEnXbTMDEL9znjHAn1OlzqiEctXuAIJ4KBmu51XNzbkiakFYfG8FJBqgGjp2NWg/w150-h200/DSC_5195.jpg" width="150" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqZzrI96iALtMzZgUc29WztudTVzTvhz1XTJq-Tf-c_tYD1cjk0XKs30hy9KI65Ga0EFma4KmjiQzK2Urj9MRoMQpz9lSvOJeOzG8clme44Z2oK_Lnt0sILjUxcWwZlWLMPE6YJSif_yU/s1296/DSC_5196.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="972" data-original-width="1296" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqZzrI96iALtMzZgUc29WztudTVzTvhz1XTJq-Tf-c_tYD1cjk0XKs30hy9KI65Ga0EFma4KmjiQzK2Urj9MRoMQpz9lSvOJeOzG8clme44Z2oK_Lnt0sILjUxcWwZlWLMPE6YJSif_yU/w200-h150/DSC_5196.jpg" width="200" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Tras
la ventanilla, el paisaje de las Tierras Altas: pequeñas aldeas de adobe casi
como lunares en una faz de arrozales, mujeres transportando cubos de agua, carretas
tiradas por cebúes con la carga del día de leña o carbón, que, al igual que
nosotros, suben y bajan colinas y valles sin fin. Las extensiones de praderas,
de frágil hierba verde, fruto de la tala, la agricultura y ganadería intensiva,
hacen olvidar los frondosos bosques originales que hoy tan solo pueden
sobrevivir protegidos en los Parques Nacionales. De vez en cuando, salen a la
luz heridas de arcilla roja, ya que la débil hierba no puede sostener el
terreno ante las lluvias. <o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Poco
a poco nos vamos aproximando al área más industrial de <st1:personname productid="la Isla" w:st="on">la Isla</st1:personname>, en las cercanías de la
capital, con pueblos más grandes y cercanos entre sí, como Ambatolampy (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">lugar donde hay piedras</i>), conocida por
fabricar las cacerolas y utensilios de aluminio que consume todo el país.
Mientras tanto, los cambios de temperatura y de comida parece que hacen efecto
en mi cansado cuerpo, y una leve gastroenteritis va abriéndose camino en mi
cuerpo, obligándome a encogerme en el bus y contar los minutos para llegar a
nuestro alojamiento.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjH2mOqPoVkUxY3txKt1qPKYkQqHTcONZJNhU1MXbtWD4AT_q_oAR1v0RQUPNR6etryYRxdJatvw9cXiGFdSZz2murcK7XN086tS-U8Xen75XyZUU9jiptslNHE29DNuC0ArwtAXOjhj6U/s1599/DSC_5198B.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1599" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjH2mOqPoVkUxY3txKt1qPKYkQqHTcONZJNhU1MXbtWD4AT_q_oAR1v0RQUPNR6etryYRxdJatvw9cXiGFdSZz2murcK7XN086tS-U8Xen75XyZUU9jiptslNHE29DNuC0ArwtAXOjhj6U/w200-h150/DSC_5198B.jpg" width="200" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b>Antananarivo. </b><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y
el ansiado reposo encuentra lugar en Tana, la capital. Como ocurrió cuando
llegamos a Madagascar, nos alojamos en el confortable Le Louvre, y de nuevo,
solo es una estación de paso para volar hacia el Norte. Mis compañeros no
quieren dejar la oportunidad de degustar los excelentes restaurantes de
tradición francesa y fusión local que hay en los barrios cercanos- Yo debo
conformarme con una botella de suero, una ducha caliente y un sueño reparador.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b><o:p> </o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b>Sambava, la capital de la
vainilla<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Nuestro primer
destino en el Norte es Sambava, pero llegar allí no es nada fácil, y decir eso
en un país en el que la mayoría de sitios que hemos visitado se ha
caracterizado por horas y horas de complicadas pistas, es decir mucho. Al
parecer, la pista que conduce hasta el norte es, digámoslo así, complicada, en
cuanto a dificultad e incomodidad de trayecto, por lo que no dudamos en
utilizar la única otra opción: el avión. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcgg2YaNdFSjYOdBBTjWboFIALOgT9ci9eXFC7Ynt16k5r1tBdkzwiVkzDKjdISLwWIrlKWkaNKTvDNZud9Xmfl0AYoMIRo8Th4b6Utk1ZbWqV0e26PvfjrYj141_psh5m1kbj1U1aqIs/s2048/DSC_5199.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1152" data-original-width="2048" height="113" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcgg2YaNdFSjYOdBBTjWboFIALOgT9ci9eXFC7Ynt16k5r1tBdkzwiVkzDKjdISLwWIrlKWkaNKTvDNZud9Xmfl0AYoMIRo8Th4b6Utk1ZbWqV0e26PvfjrYj141_psh5m1kbj1U1aqIs/w200-h113/DSC_5199.jpg" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUExQdKjLraVwRje8OBmhCDplEGCDFasaGcJkuKSZ6VxbWXdkksxd4GW4Rz3mtn5yAvzihVElmgIPhS5M3AWRnmHvzZ2dFLcSd2YlZjMwzIBiBxDCmgCAuaNfGPXfsmRnQ2mAyu8wBaKk/s1600/DSC_5200.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="898" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUExQdKjLraVwRje8OBmhCDplEGCDFasaGcJkuKSZ6VxbWXdkksxd4GW4Rz3mtn5yAvzihVElmgIPhS5M3AWRnmHvzZ2dFLcSd2YlZjMwzIBiBxDCmgCAuaNfGPXfsmRnQ2mAyu8wBaKk/w112-h200/DSC_5200.jpg" width="112" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Madrugamos
muchísimo, tres de la mañana, camino al aeropuerto, para probar las líneas
aéreas malgaches. La fama de retrasos de la compañía aérea nos inquieta, pero
todo resulta correcto y en poco tiempo nos plantamos en el Aeropuerto de
Sambava, pequeño pero funcional, en la costa noreste. Pese a mis miedos, por
recuerdos de otros aviones de líneas nacionales en el continente africano, el
avión, sin ser último modelo, era más que aceptable. Puedo reservar mis
oraciones con las que hacer frente al desastre aéreo para otras ocasiones, en
las que siempre sospecho tendré que utilizarlas.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Sambava
es una ciudad pequeña, frente al Índico y bajo la sombra del Macizo de
Marojejy, entre plantaciones de vainilla, clavo y café. Los mejores
alojamientos están junto a la costa, enmarcados por largas playas de arena
blanca flanqueadas por grandes palmeras. Tenemos suerte y nuestro hotel, <i>Le
Carrefour,</i> se encuentra en esa zona, mirando al mar, del que tan solo nos
separa un murete de cemento claro. Solo hacen falta unos minutos para sentir
que todo ha cambiado, el paisaje es mucho más verde, arbóreo y tropical, y la
población local pertenece a otras etnias, los Sakalava y Betsimisakara, de raíz
más africana. Sus cuerpos envueltos en ajustadas telas de colores sobre una
piel más oscura así lo atestiguan. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjx6Nq-8BJVHJjBZ8Koc8fDmCKKTikspJNLDk3vlAfJeFrgPRNM7sgccxQJ-noPpjxyPrWvvKg5u68WU86DRr1ZUWwMS9T2NpKRyfBlG9lSQSYC6ShRMGvt3zMCMYwlnkDwUS1iWowU7KY/s2048/DSC_5200B.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1152" data-original-width="2048" height="113" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjx6Nq-8BJVHJjBZ8Koc8fDmCKKTikspJNLDk3vlAfJeFrgPRNM7sgccxQJ-noPpjxyPrWvvKg5u68WU86DRr1ZUWwMS9T2NpKRyfBlG9lSQSYC6ShRMGvt3zMCMYwlnkDwUS1iWowU7KY/w200-h113/DSC_5200B.jpg" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghY30Ifm5LJdph_tn2PB-MXpt-mK_GBvNvHf4ryScIcevRXmFyl2t6qc2q75FbBq-OF2_SvYoe8m80yra4lz0QNQHWz7hEkzFlw2wnSAvTbVUzt-SVUMqBvFgCQ_6gs-p1CmO2tA3bxQM/s1600/DSC_5201-B.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1064" data-original-width="1600" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghY30Ifm5LJdph_tn2PB-MXpt-mK_GBvNvHf4ryScIcevRXmFyl2t6qc2q75FbBq-OF2_SvYoe8m80yra4lz0QNQHWz7hEkzFlw2wnSAvTbVUzt-SVUMqBvFgCQ_6gs-p1CmO2tA3bxQM/w200-h133/DSC_5201-B.jpg" width="200" /></a><br /><br /></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">La cercanía
del Índico es demasiada tentación, solo falta un rápido intercambio de miradas
para que Miriam, Paco, Teresa, Ana y yo nos lancemos a la playa. De forma
autómata, la orilla del mar se transforma en un sendero que invita a ser
recorrido. Es agradable caminar sin un rumbo fijo, acercarse a los pescadores
que llegan de faenar, de retar al mar, en dhows de tradición árabe. Algunas
embarcaciones parecen tan frágiles, con sus velas remendadas, que piensas que
el mar las va a engullir. Pero el mar suele respetarlas, y desde el horizonte
azul vemos llegar algunas de ellas portando el resultado de horas de faena. Para
nuestra sorpresa, la pesca tiene la forma de tres tiburones (uno el difícil
tiburón tigre), y nuestra cara de incredulidad solo se ve interrumpida por las
risas de los pescadores y los gritos de los pequeños que rápidamente acuden a
ayudar a transportar la captura.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgbG3nJMGCjj8SV1s-W1PLu1-jSad8jtVTOJG-ABbp1_4fMYhMlHxa2fRffB6iH1p5igx_oMlixqk-Fgr1cw-V5ze_vviKlWKUcvCsKvkTcRE0p2VHM-kdLgliMOIgFeAVYSAT7M6ONII/s6000/DSC_5202.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgbG3nJMGCjj8SV1s-W1PLu1-jSad8jtVTOJG-ABbp1_4fMYhMlHxa2fRffB6iH1p5igx_oMlixqk-Fgr1cw-V5ze_vviKlWKUcvCsKvkTcRE0p2VHM-kdLgliMOIgFeAVYSAT7M6ONII/w200-h133/DSC_5202.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEha_9VX58vhDIQx6fyPcrcJ528o-UOZCIvnKTbRZcXpVf2LJcmJq1RtdAZ8DinOHacFt9BrQ5pg9nttYqRadnNHPGmqAznWyxA1HhBsiXuHrFcVLZ-9ItADo3nlrqYRSO2GcpziiU0PnYk/s2048/DSC_5203.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1152" data-original-width="2048" height="113" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEha_9VX58vhDIQx6fyPcrcJ528o-UOZCIvnKTbRZcXpVf2LJcmJq1RtdAZ8DinOHacFt9BrQ5pg9nttYqRadnNHPGmqAznWyxA1HhBsiXuHrFcVLZ-9ItADo3nlrqYRSO2GcpziiU0PnYk/w200-h113/DSC_5203.jpg" width="200" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgh0dVdM8Y9CwLO9CWkM7WyycNZZjufUyNkWNUty9WHXykLZAGXSkAnQUTo-FlLP7uI3hPCfkbPRcHAkm2pOYfW8wJ0OkAL19xrvbyk_aQSpHX3uQHnJX-hpmGQuhPnen_i0b2GZJxPGUQ/s6000/DSC_5205.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgh0dVdM8Y9CwLO9CWkM7WyycNZZjufUyNkWNUty9WHXykLZAGXSkAnQUTo-FlLP7uI3hPCfkbPRcHAkm2pOYfW8wJ0OkAL19xrvbyk_aQSpHX3uQHnJX-hpmGQuhPnen_i0b2GZJxPGUQ/w200-h133/DSC_5205.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-gtfucq3To9L9ilKBDPaPTMP2s6X_8dNT2drX6UNRt-Zwt_Sf4gYDJZzyJg6sjA1ugUwa2esA9VG1h5Jb4VojNvAsfHGDblidRXYCAyFaJMy9ttRMyNgoAo-C8g_zZir_fh6MserhZqI/s6000/DSC_5209.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-gtfucq3To9L9ilKBDPaPTMP2s6X_8dNT2drX6UNRt-Zwt_Sf4gYDJZzyJg6sjA1ugUwa2esA9VG1h5Jb4VojNvAsfHGDblidRXYCAyFaJMy9ttRMyNgoAo-C8g_zZir_fh6MserhZqI/w133-h200/DSC_5209.JPG" width="133" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">No es el único
regalo que nos ofrece el paseo. Poco después asistimos al espectáculo del cruce
de las marismas de un rebaño de cebúes, algunos casi nadando ante la
profundidad del agua y bajo las órdenes de mando de los esbeltos pastores, que
no dudan en acercarse a nosotros para dejarse fotografiar mientras repiten sin
cesar <i>volassare volassare </i>(<i>hola</i> en el norte).<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEharrjC2uStslFljr1QlYRLibPW-7X4b9rexfccSxamZ8gk02t8EJ9uPIdmmNQORM5Cu2dLxFA7wnjtQKEfdrACjx2WrGRk1O9POhK3HkuuaCGvrbtLVDft12Mmkiz4NDnwUrfsOgou53M/s6000/DSC_5241.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEharrjC2uStslFljr1QlYRLibPW-7X4b9rexfccSxamZ8gk02t8EJ9uPIdmmNQORM5Cu2dLxFA7wnjtQKEfdrACjx2WrGRk1O9POhK3HkuuaCGvrbtLVDft12Mmkiz4NDnwUrfsOgou53M/w200-h133/DSC_5241.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-NZp35gBQ0WfdSNUNcy8oI7YjOANdwJ7PDh7Lr6L5KsfFk_Xo1ckaRxDXFENOo65hgz6IgH5t6S5TyN6uCr6CwmjJJbNOi7Jm48fBEGwyi9iiPpkaffXCcvyqdGZdvziAUNXJCwHtaFE/s6000/DSC_5249.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-NZp35gBQ0WfdSNUNcy8oI7YjOANdwJ7PDh7Lr6L5KsfFk_Xo1ckaRxDXFENOo65hgz6IgH5t6S5TyN6uCr6CwmjJJbNOi7Jm48fBEGwyi9iiPpkaffXCcvyqdGZdvziAUNXJCwHtaFE/w200-h133/DSC_5249.JPG" width="200" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">El corazón de
la ciudad no deja de ser una calle principal, paralela a la costa, con pequeñas
casas, algunas de dos pisos, que se distribuyen a ambos lados de la avenida, y,
como si estuvieran lanzadas al azar, unas cuantas manzanas de viviendas de
planta baja plagadas de árboles. Lo más llamativo es el bullicioso mercado
junto a la carretera por la que discurre la avenida, y en el que es posible
encontrar de todo: frutas maduras, pedazos de carne en expositores que apenas
consiguen espantar las moscas, cualquier variedad de pescado seco, jabones, …; donde
conseguimos lo necesario para el trekking de los próximos días, si consigues
evitar ser atropellado por los tuc tuc (comunes en Asia, a modo de auto
rickshaw, motorizados, que sirven de taxi). Según Valentina, aquí hasta las
hormigas tienen un tuc tuc, fruto del crecimiento urbano y la inflación derivada
de la explotación y comercialización de la vainilla, que hace que comprar aquí
sea más caro que en Europa para los malgaches.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Tras
dormir arrullados por el mar, la mejor medicina para reparar mi maltrecho
estómago, y desayunar la tradicional <i>koba</i> (una masa de cacahuete molido,
harina de arroz y azúcar de caña envuelta en hoja de plátano), salimos al norte
con dirección al Parque Nacional de Marojejy.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj95zrZxPmXQB-xBwCftQ9piZ8_eZQG7B1l-VusRMeQVl5bTsUah89OqDM_ie_00_xXPWqsJ4zRSfTe6rT-1P-0nXl2J98JWNFnzy47p3eQzRalRLzyYiNZrIPW6HJVnM_hi7c5ondAUPo/s2048/DSC_5201.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1365" data-original-width="2048" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj95zrZxPmXQB-xBwCftQ9piZ8_eZQG7B1l-VusRMeQVl5bTsUah89OqDM_ie_00_xXPWqsJ4zRSfTe6rT-1P-0nXl2J98JWNFnzy47p3eQzRalRLzyYiNZrIPW6HJVnM_hi7c5ondAUPo/s320/DSC_5201.jpg" width="320" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b>PN Marojejy<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Vamos
en un pequeño bus y el ambiente es animado, estamos decididos a que no trunque
nuestro buen ánimo ni la humedad ni los frecuentes atascos en la salida y
entrada de la ciudad. ¿Cosas que hacer en un atasco?: comprar, observar lo
lisas que están las ruedas de los vehículos, el equilibrio de las mujeres que
nos sonríen con los cestos en la cabeza, los encajes de trenzas que tejen
hermosos peinados, cómo el <i>tuc tuc</i> hace un cambio de sentido suicida,
los diferentes colores de<i> lambas </i>(telas que usan de vestimenta, o como
paños para amarrar carga a la espalda), comprar verduras <i>bio</i>, adivinar
las etnias de los cientos de personas que se cruzan… Así, entre risas y algún
desespero, logramos alcanzar la carretera hacia la montaña. Gracias al comercio
de la vainilla, el acceso a la montaña y las zonas de cultivo es una carretera
asfaltada que la une al mar, para luego poder exportarla a los mercados
internacionales, por lo que el viaje es corto, apenas unos 60 kms, y cómodo.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgAB3tVd7X4Jg4yVt1ECwzObEQRiKV_feIgNw98C6T_AEAI-EdQsOmoM9x72-q4GWfXVw3wh3oKxGPeL2tRVDYjFlRfJahClXZSBlly_xaXxJApE7BCh0x_BdwdXlYOhKsgvRCh_trORgU/s6000/DSC_5287.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgAB3tVd7X4Jg4yVt1ECwzObEQRiKV_feIgNw98C6T_AEAI-EdQsOmoM9x72-q4GWfXVw3wh3oKxGPeL2tRVDYjFlRfJahClXZSBlly_xaXxJApE7BCh0x_BdwdXlYOhKsgvRCh_trORgU/w200-h133/DSC_5287.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRVSVRaUiD0bAHzo12EXldEEflvqpB3H7JYvnJ5C54rF0ObmNAQ3Kf4jMsDwSpK143pC_AV4urYc6RtD8n9D0U7TjovPFsDIma0uOzQ8FSIY7KMhd08XhuIYAhtcJia9bprfdle1FioWs/s6000/DSC_5288.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRVSVRaUiD0bAHzo12EXldEEflvqpB3H7JYvnJ5C54rF0ObmNAQ3Kf4jMsDwSpK143pC_AV4urYc6RtD8n9D0U7TjovPFsDIma0uOzQ8FSIY7KMhd08XhuIYAhtcJia9bprfdle1FioWs/w133-h200/DSC_5288.JPG" width="133" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEie-rsO2XeolnVwqaBmEieRgwKPRn4gLmEV2qk9EMNM1I_FFgKdFXDVdi-jJp325arXjWMzbl9IfmOi46H4jbgf-kOSs31dG_2QYAOmnlmWiMosqx-LJYggf4FD5kg8yI4HLDL8z8GwuxU/s6000/DSC_5289.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEie-rsO2XeolnVwqaBmEieRgwKPRn4gLmEV2qk9EMNM1I_FFgKdFXDVdi-jJp325arXjWMzbl9IfmOi46H4jbgf-kOSs31dG_2QYAOmnlmWiMosqx-LJYggf4FD5kg8yI4HLDL8z8GwuxU/w133-h200/DSC_5289.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqKW9Z7jYUVfFMlIyXvO5V-J6oYY2JzfHB7SzftsQWiVjf7t-cFJsmrra0Ebn6JfoWrzzN0mAQS3wIj7QlFWNjoPrMFByOt_j538CvC2ibV8R8Dqyd3c2wn6M_fTmYUWHZ6nyDKpJn7aY/s6000/DSC_5293.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqKW9Z7jYUVfFMlIyXvO5V-J6oYY2JzfHB7SzftsQWiVjf7t-cFJsmrra0Ebn6JfoWrzzN0mAQS3wIj7QlFWNjoPrMFByOt_j538CvC2ibV8R8Dqyd3c2wn6M_fTmYUWHZ6nyDKpJn7aY/w133-h200/DSC_5293.JPG" width="133" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pronto
abandonamos el bus al pasar un puente, en plena carretera, para alcanzar a pie
una pista de tierra que se dirige a las montañas. El ambiente es húmedo, algo
necesario para el cultivo de la vainilla, por lo que el camino que nos resta
hasta el Parque Nacional es un hermoso paisaje de campos verdes, abundante
vegetación y unas montañas recortadas por la bruma. Atravesamos pequeños
poblados con casas de madera de planta baja y techumbre de hojas de palma, que
suelen evitar el agua de las frecuentes lluvias sobreelevando los suelos varios
palmos mediante pequeños pivotes. Aprovechan los momentos de sol para dejar
secar sobre grandes esterillas de rafia arroz, granos de café y, sobre todo,
pequeñas dunas de vainas de vainilla. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgR4pa3uePEhXKcMJNTJ6dQPuRZZ_TyVRwMmnnJLjr_rXLqWHXocl0F4ieUWWWt0kE5_9AiWcT95WsBJpBxKVJgU8SqkSZD56-Pg4wafdkEL3ayTrzhjdO6AuQJyecTK7-uzDN2rdvc9To/s6000/DSC_5299.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgR4pa3uePEhXKcMJNTJ6dQPuRZZ_TyVRwMmnnJLjr_rXLqWHXocl0F4ieUWWWt0kE5_9AiWcT95WsBJpBxKVJgU8SqkSZD56-Pg4wafdkEL3ayTrzhjdO6AuQJyecTK7-uzDN2rdvc9To/w133-h200/DSC_5299.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7dFt3YARZjk1otNhee-N2K4Mz9j8zxm2rY4i_YNiqRBfbGV6rSljmIK2YRwhBWAC7vtEVu-x0ni5dPhedEyDZqVDINijIDh7xQ72mEFj-DXQeZj4kJxCV1zbgrJFwMt0ns3Q1vhLhjSc/s6000/DSC_5301.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7dFt3YARZjk1otNhee-N2K4Mz9j8zxm2rY4i_YNiqRBfbGV6rSljmIK2YRwhBWAC7vtEVu-x0ni5dPhedEyDZqVDINijIDh7xQ72mEFj-DXQeZj4kJxCV1zbgrJFwMt0ns3Q1vhLhjSc/w200-h133/DSC_5301.JPG" width="200" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgokt9-dwHwJGvsLcBmYdKybMdSkQ8BSQVsjwvBDKfQtRS1WQrodhpw5F0OrCiSFuxlFE2Qh678cRgLr8lQEMMVb66WaZBd4dG0mwsxHXbRB0E0Sc0gURLE0RfnPZ7HYRU_Spz4ts-2Wkg/s6000/DSC_5326.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgokt9-dwHwJGvsLcBmYdKybMdSkQ8BSQVsjwvBDKfQtRS1WQrodhpw5F0OrCiSFuxlFE2Qh678cRgLr8lQEMMVb66WaZBd4dG0mwsxHXbRB0E0Sc0gURLE0RfnPZ7HYRU_Spz4ts-2Wkg/w133-h200/DSC_5326.JPG" width="133" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"> Las
vainas desprenden un aroma dulce, embriagador, que nos lleva acompañando desde
inicio del camino, por lo que pronto nos acercamos a las esterillas para
apreciar mejor su perfume. Nos cuentan que la vainilla de Madagascar,
denominada <i>bourbon</i>, fue introducida en África desde México por los
franceses en el siglo XIX, y que encontró tierra fértil en la isla malgache por
su combinación de humedad y calor. Proviene de un tipo de orquídea trepadora
que puede llegar a alcanzar los <st1:metricconverter productid="90 metros" w:st="on">90 metros</st1:metricconverter> de longitud, y en sus tallos crecen
ramilletes de flores donde se obtienen las vainas. Ante la ausencia de insectos
que polinicen la flor, se tiene que hacer a mano de una forma muy laboriosa.
Además, al recolectar hay que esperar meses para que se cure, se seque y así
huela o sepa a vainilla. Si en su origen azteca, consumirla era ya un
privilegio (se ingería especiando una bebida preparada a base de cacao y maíz: <i>la bebida de los dioses, </i>la denominaban,
exclusiva para la élite), hoy en día continúa siendo un lujo. Es la más
preciada y sabrosa del mundo, por encima de la de México, por eso el 85% de los
campos de vainilla del mundo se encuentran en esta isla, principalmente en la
zona de Antalaha. En los últimos años, el precio por kilogramo de la vainilla
se ha multiplicado por tres, principalmente por los desastres naturales: un
huracán el año 2000, un ciclón en 2017, la deforestación, tráfico ilegal, leyes
de oferta y demanda…</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhi1Ibf0BktEPIydaUR7gD1APgP0hghlB3tnMeU9PBCsVBrWYwHzojMZ5j6LBPr9jjHTkP_JNuuC4z5QfakxcmY2hq-wMa0JC_9yOxlw8ruS682xcPZweMT0yY_wU5NxpVATG0I12znBjY/s6000/DSC_5317.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhi1Ibf0BktEPIydaUR7gD1APgP0hghlB3tnMeU9PBCsVBrWYwHzojMZ5j6LBPr9jjHTkP_JNuuC4z5QfakxcmY2hq-wMa0JC_9yOxlw8ruS682xcPZweMT0yY_wU5NxpVATG0I12znBjY/w133-h200/DSC_5317.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibw8rB0qfoxVIeX0Ai27n_LqrYt1e30ssKTRT1_M1Omnjdo7n4ae10cJt3BHBLCz3PBCdqtUcUl6Ss0LThkJqh2k1kZxwo9zfgxjBtnQcF712LF0kNi6r5PTKNWrDkrPAOVcpyK3DdN0U/s6000/DSC_5318.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibw8rB0qfoxVIeX0Ai27n_LqrYt1e30ssKTRT1_M1Omnjdo7n4ae10cJt3BHBLCz3PBCdqtUcUl6Ss0LThkJqh2k1kZxwo9zfgxjBtnQcF712LF0kNi6r5PTKNWrDkrPAOVcpyK3DdN0U/w200-h133/DSC_5318.JPG" width="200" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgh0wEhfFFUgpQGD5Q4yGdvgWz9z60nBC5-kP5dItBPKpIgAiAEUFDAG90X3jZ-PxRoyV2YHg-5dpLWXCFwzoF2YnSECEyUoJZrCVHeRXC4-wf3rLC27KRrq3tIVeuH2_Fe_1l1oiRkrII/s6000/DSC_5325.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgh0wEhfFFUgpQGD5Q4yGdvgWz9z60nBC5-kP5dItBPKpIgAiAEUFDAG90X3jZ-PxRoyV2YHg-5dpLWXCFwzoF2YnSECEyUoJZrCVHeRXC4-wf3rLC27KRrq3tIVeuH2_Fe_1l1oiRkrII/w200-h133/DSC_5325.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgslhgMNRCzPrcqhv8bvYzc0Lp09poW4I19Ph3QMlAAKL5yND8Ac6NIakLuZBeb-zZ0j6fKPeXfyTE9pTQoCHj1KuTIhfFnUYpObXh7VEkftbV92NuyfPXEgjauMzdaQTsqSHI5udL4OSY/s6000/DSC_5319.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgslhgMNRCzPrcqhv8bvYzc0Lp09poW4I19Ph3QMlAAKL5yND8Ac6NIakLuZBeb-zZ0j6fKPeXfyTE9pTQoCHj1KuTIhfFnUYpObXh7VEkftbV92NuyfPXEgjauMzdaQTsqSHI5udL4OSY/w200-h133/DSC_5319.JPG" width="200" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgU4_DCrQa8IDpeGQh1xBOqnNMhHuVBZ3NNb-Gcnn7JPJrj0nMYY8wHYmMgPhw_bnTYRksWKLUc-d6R8Zvu7IeSG3aEr2s5c2fIf4LBYaMhVfeJedptEoMI3lhCliNaX9Cv2ezZObaNmtE/s6000/DSC_5343.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgU4_DCrQa8IDpeGQh1xBOqnNMhHuVBZ3NNb-Gcnn7JPJrj0nMYY8wHYmMgPhw_bnTYRksWKLUc-d6R8Zvu7IeSG3aEr2s5c2fIf4LBYaMhVfeJedptEoMI3lhCliNaX9Cv2ezZObaNmtE/w133-h200/DSC_5343.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJPtRufOEirYT66a5embyi1RApXPCAofFyrTIrf7JYRSb_NfnOyZEtr2yBPs-y_KZ3NuK2q1rCKfbnDH1d4HSzn60wabsv1GiwSf7bw_uUQGp7ZaJdJS6mgbTgJU9uN5WUknyUFODjIAI/s6000/DSC_5345.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJPtRufOEirYT66a5embyi1RApXPCAofFyrTIrf7JYRSb_NfnOyZEtr2yBPs-y_KZ3NuK2q1rCKfbnDH1d4HSzn60wabsv1GiwSf7bw_uUQGp7ZaJdJS6mgbTgJU9uN5WUknyUFODjIAI/w133-h200/DSC_5345.JPG" width="133" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Al
ser una de las especias más demandadas y escasas del mundo, no es extraño que
detrás haya un séquito de mafias que obliga a los cultivadores a tener armas,
muchas veces de fabricación casera, para defenderse. En este paseo descubrimos
que la mayoría de productos que consumimos, que en teoría llevan vainilla, no
la tienen (su precio sería muchísimo más alto), sino que usan extractos de
laboratorio como sustitutivos. La necesidad de defender los cultivos hace que
cada agricultor marque sus vainas con un sello, que varía desde su nombre a un
número de serie, directamente en la planta, de tal modo que el sello resiste
tras el secado. Las plantaciones de vainilla reflejan un área rica en recursos
pero pobre en todo lo demás. Hemos tenido suerte, porque pese a ser época de
lluvias, nos encontramos en la temporada de recolección y secado, y por eso
podemos ser testigo de esta parte del proceso. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLr5stX8JBCuyu-7z5eOQO4yLDAgdvFshuiKeP4IwLqHD3imTOPciVR18dYGTvTNF_H7R9we3nr6DTS_iCFHSp4jxyp9w7FZKDvAyBooF3ap00gk6I62wuQI1lsH8ee9mC9r2kCFNgRDU/s6000/DSC_5328.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLr5stX8JBCuyu-7z5eOQO4yLDAgdvFshuiKeP4IwLqHD3imTOPciVR18dYGTvTNF_H7R9we3nr6DTS_iCFHSp4jxyp9w7FZKDvAyBooF3ap00gk6I62wuQI1lsH8ee9mC9r2kCFNgRDU/w200-h133/DSC_5328.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCGUXmZgveIAk9umq5XC7LSE0oDNn6InCjhFxv8HNtiIpzmsy5U7nijDh1ikXFjpNTFY2JLYc-Vk5r5wt7V7CtRSjbpgLIlau-qqtXKfd_JNr95mhWeKOIrkr_WlM85LqXo5vuCoCNfGA/s6000/DSC_5306.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCGUXmZgveIAk9umq5XC7LSE0oDNn6InCjhFxv8HNtiIpzmsy5U7nijDh1ikXFjpNTFY2JLYc-Vk5r5wt7V7CtRSjbpgLIlau-qqtXKfd_JNr95mhWeKOIrkr_WlM85LqXo5vuCoCNfGA/w200-h133/DSC_5306.JPG" width="200" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>A
paso decidido, atravesando pequeños riachuelos y arrozales, llegamos a la
entrada del <b>Parque Nacional Marojejy</b>. El nombre es polisémico, tiene
muchos significados: “muchas piedras”, “muchos animales”, “mucha lluvia” o
“lleno de espíritus ancestrales”. Los días siguientes nos van a demostrar que
ninguno de sus significados es falso. Como escribirá nuestro compañero Vicenç
en sus reportajes audiovisuales, la situación de Marojejy hoy en día es más
delicada que nunca, ya que casi todos los bosques adjuntos han sido talados y
quemados. Marojejy es ahora una isla de densos bosques primarios rodeados por
grandes áreas dedicadas a la agricultura de supervivencia. Los aldeanos deben de
ser conscientes del valor inestimable de los bosques y la urgente necesidad de
protegerlos, a ellos, a sus hijos, a sus nietos, y a las generaciones futuras. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Según
nos cuentan los guías, y así está explicado en carteles y el pequeño centro de
interpretación y acogida de visitantes que hay a la entrada, el origen de este
parque arranca en 1948, cuando el profesor Henri Humbert, del Museo de Historia
Natural de París, visitó esta zona y quedó impresionado. Fruto de esa visita
fue la publicación de un libro, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Maravillas
de la naturaleza</i>”, que se hizo muy popular y trajo como resultado la
protección del área pocos años más tarde, en 1952, como Reserva Natural, y en
1997 como Parque Nacional. Leo en algunos artículos que desde entonces es un
sitio fundamental para la investigación científica de flora y fauna, además de
abrirlo al público para que valore y disfrute la riqueza medioambiental de la
zona, porque es el bosque lluvioso de altura más denso del mundo. Es por esta
razón que es el único Parque Nacional que ofrece a quien lo visite cabañas de
madera para dormir, distribuidas en tres campamentos en diferentes alturas
conforme te vas acercando a la cima del macizo. Posee varios montes que superan
los dos mil metros de altura, con extensos valles estrechos cubiertos por
bosque de montaña que protegen un centenar de especies de aves, una decena de
especies de lémures, o árboles que se creían extinguidos de la tierra.<o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyAxv334clGIVrB5IZSD4LHbs8EDo6MmL4z8oUIxlxeHVKNG42JXyfZuv1kVNR5D5JaUuqRQplPIpaZQ4UmpoupKEJnkAf27tVMRWg8QTC4GIGyhLF90LjD7SQeYLsNRE8HD7D8NtGcTI/s6000/DSC_5334.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyAxv334clGIVrB5IZSD4LHbs8EDo6MmL4z8oUIxlxeHVKNG42JXyfZuv1kVNR5D5JaUuqRQplPIpaZQ4UmpoupKEJnkAf27tVMRWg8QTC4GIGyhLF90LjD7SQeYLsNRE8HD7D8NtGcTI/w200-h133/DSC_5334.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEioESqOH3SunnlTtCKmUqIS4Ur_ny5E6MEngt_kGuIZlRpWUEZ2FGvQc4Q-mP1wfqFHNz6E2OYRTp1aBZtYbDmWUFZ0JkW32681zk88uelmO_7dQAL6WQ8ZM5LML79vAscBYDvSE-cWf7A/s6000/DSC_5329.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEioESqOH3SunnlTtCKmUqIS4Ur_ny5E6MEngt_kGuIZlRpWUEZ2FGvQc4Q-mP1wfqFHNz6E2OYRTp1aBZtYbDmWUFZ0JkW32681zk88uelmO_7dQAL6WQ8ZM5LML79vAscBYDvSE-cWf7A/w133-h200/DSC_5329.JPG" width="133" /></a></div><br /> Este
parque, junto a otros (Ranomafana, Andringitra…) son reliquias de pluvisilva en
<st1:personname productid="la Gran Isla" w:st="on">la Gran Isla</st1:personname>,
por eso fueron reconocidos en 2007 por <st1:personname productid="la Unesco" w:st="on">la UNESCO</st1:personname> como Patrimonio de <st1:personname productid="la Humanidad" w:st="on">la Humanidad</st1:personname> bajo el nombre
de Pluvisilva de Atsinana. Al parecer, es el único macizo grande de la isla
donde la mayor parte del bosque permanece intacto. En las numerosas rutas que
ofrece puedes observar lémures del bambú, anfibios, geckos, camaleones. Y
especies endémicas de dalbergia, bambú gigante, palmeras y helechos.<o:p></o:p><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Con
el objetivo de ser más respetuosos con el bosque, poder desplazarnos con más
silencio y disponer de comodidad en las cabañas, nos separamos en dos grupos
acompañados por guías, que permaneceremos independientes los siguientes días.
Cada uno de los grupos irá a un campamento con diferente altura, hay <st1:metricconverter productid="700 metros" w:st="on">700 metros</st1:metricconverter> de desnivel,
y tras un día y medio haremos el cambio. El primer campamento está más cercano,
y es al que optamos Pacopé, Dani, Susana, Teresa, Miguel y yo, junto con
Thierry. Aunque el inicio lo hagamos juntos, en un trekking común, el resto,
subirán a mayor altura durante un par más de horas. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgB-nhElxSm6O8utrGuaknazamUShPpE6abxM_Z-XFctRtw2glK4WoGBjB5KjRNnAweOGRt5H1T5roHLrqXpO92pqez25Skrf_MnjgitefeTU6p2gDcVJoyqaccJaz0lOBwB-BSis2GBM0/s1296/DSC_5347.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="972" data-original-width="1296" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgB-nhElxSm6O8utrGuaknazamUShPpE6abxM_Z-XFctRtw2glK4WoGBjB5KjRNnAweOGRt5H1T5roHLrqXpO92pqez25Skrf_MnjgitefeTU6p2gDcVJoyqaccJaz0lOBwB-BSis2GBM0/w200-h150/DSC_5347.jpg" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg74rKQNo6KuVESZE4B6HYjR9Mpd-h-VkwUXNPHKZ8fGiKvl4bPHRgNwwskCfoc6rzq8ENogPpwqJFprk1Eh3lYJvvZuxsHe-K70k7sjhYhnyEYY-tMqaWfBdD-k9UAvUAKj1guXbuAMQk/s1600/DSC_5355.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg74rKQNo6KuVESZE4B6HYjR9Mpd-h-VkwUXNPHKZ8fGiKvl4bPHRgNwwskCfoc6rzq8ENogPpwqJFprk1Eh3lYJvvZuxsHe-K70k7sjhYhnyEYY-tMqaWfBdD-k9UAvUAKj1guXbuAMQk/w200-h150/DSC_5355.jpg" width="200" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Tras un primer
rato jovial y en grupo, con el paso de las minutos nos vamos distanciando, y el
rebaño que formamos se va estirando de forma natural. Es un hábito al que acabo
cogiéndole el gusto, porque eso me permite ir a mi aire, disfrutar del paisaje
o el silencio, según mi estado de ánimo, y parar a fotografiar o descansar sin
estar pendiente excesivamente de los demás. A través del camino, siempre
envidio a los guías y las personas locales con las que me cruzo, su agilidad en
el paso, su conocimiento del terreno, su habilidad pasmosa para salvar
cualquier pendiente o sendero a pesar de ir descalzos, o con un calzado al que
le viene grande el nombre. Pero siempre, al cabo de unos segundos, y dependiendo
de si en el cruce me han sonreído o no, si el cansancio o el trabajo se halla
tatuado en su piel, la envidia da paso a la reflexión, y en ocasiones, llego
hasta sentirme un intruso en el sendero, sin mucho derecho a invadir una
realidad de la que desconozco tanto. En la primera parada, destinada a comer
todos juntos antes de dividirnos cada uno hacia nuestro campamento, llego
cansado cuando apenas he iniciado el recorrido.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMXrlfGat_p1SVNVwFQg3Jb-DBmzsmhKe4mtwEfg_q0XzXyKS9QDQbhNCLvDfzUJq-FpvWlLQ9pqnIr8gja-79_w45dzF73yUQw125-r3_7ZN3dwoQbwTmF1V34jUFlrD1MzqK5bRg3ys/s1600/DSC_5356.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="903" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMXrlfGat_p1SVNVwFQg3Jb-DBmzsmhKe4mtwEfg_q0XzXyKS9QDQbhNCLvDfzUJq-FpvWlLQ9pqnIr8gja-79_w45dzF73yUQw125-r3_7ZN3dwoQbwTmF1V34jUFlrD1MzqK5bRg3ys/w113-h200/DSC_5356.jpg" width="113" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEheT1QZ7CjrMsiO8NxPJ1xHDWLcOlC_wbj4BnfOBeQY3N3kaX5IsR6EliTCtE21NCejrfyiu8BqMDF36LyGkne-4j8oZ8tNudLDuAXh69WWZ18VI005QrDXy0NyjyG5KR8w7Yf8D1zrQ_o/s6000/DSC_5359.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEheT1QZ7CjrMsiO8NxPJ1xHDWLcOlC_wbj4BnfOBeQY3N3kaX5IsR6EliTCtE21NCejrfyiu8BqMDF36LyGkne-4j8oZ8tNudLDuAXh69WWZ18VI005QrDXy0NyjyG5KR8w7Yf8D1zrQ_o/w200-h133/DSC_5359.JPG" width="200" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">El sendero
hasta el primer campamento, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Camp Matella</i>,
a unos 4’5 kms y con un desnivel de <st1:metricconverter productid="450 metros" w:st="on">450 metros</st1:metricconverter>, no es muy complicado, con un denso
paisaje selvático que hace difícil ver algo más allá de los márgenes del camino
por la tupida vegetación. Llegamos al atardecer, y tras descansar un poco y
acomodarnos en las cabañas, iniciamos una visita nocturna a la zona. Con los
frontales en la cabeza, caminamos en silencio para no asustar a los animales,
pero salvo algún lémur despistado cuyos ojos brillan en la noche al cruzarse
con nuestra luz, poco descubrimos más allá de geckos, ranas, serpientes y el
huidizo <i>uroplatus. </i>Una variedad de reptiles que se mimetizan tanto con
el entorno que es casi imposible distinguirlos de una roca, un tronco de árbol
o un liquen. El más llamativo es el <i>uroplatus,</i> un reptil parecido al
camaleón, cuya piel reproduce la corteza de un árbol, lo que los hace muy
difícil de ver. Hay que tener muy buen ojo o un experto guía, como es nuestro
caso, para localizarlo. Para algunos malgaches, esta especie es <i style="mso-bidi-font-style: normal;">fady, </i>y no deben tocarse porque acabas
muriendo en un plazo corto de tiempo.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></b><span style="mso-bidi-font-weight: bold;">Cansados después de un día agotador, nos
acostamos pronto tras la cena</span><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">, </b><span style="mso-bidi-font-weight: bold;">aunque el calor, la humedad, los sonidos de
la naturaleza salvaje y el miedo a los insectos, arañas serpientes,
sanguijuelas, hace que tardemos en conciliar el sueño encogidos en los sacos de
dormir. <o:p></o:p></span></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfFjtwQ212JFW_SvX0xcpDnxYde6XeTnzUxYNbwjWSeh2kGAJNTaS1_xTRxOt1GtFjFYwjVAeFHa7Yr-qZ7LpNcWmyfjD7Z9JEdbJbCAXKOKwJjj1iI56WBKivwnYD2DQo1QUvTfIYJFU/s1600/DSC_5389.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfFjtwQ212JFW_SvX0xcpDnxYde6XeTnzUxYNbwjWSeh2kGAJNTaS1_xTRxOt1GtFjFYwjVAeFHa7Yr-qZ7LpNcWmyfjD7Z9JEdbJbCAXKOKwJjj1iI56WBKivwnYD2DQo1QUvTfIYJFU/w200-h150/DSC_5389.jpg" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBCo0KQPKhC9axHAvySkIk10NheNhM2lvr5NX5fduIW_Sbip6BX9ImUKQIajw8mEDOktuOkOep8V3GwgbZfVFJ-tzJp0UOwcwXA_XK2XLJ9qF7NVz18kUaJ9WsXFJCpjIH-3VD0MkvouQ/s2048/DSC_5366.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" data-original-height="1365" data-original-width="2048" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBCo0KQPKhC9axHAvySkIk10NheNhM2lvr5NX5fduIW_Sbip6BX9ImUKQIajw8mEDOktuOkOep8V3GwgbZfVFJ-tzJp0UOwcwXA_XK2XLJ9qF7NVz18kUaJ9WsXFJCpjIH-3VD0MkvouQ/w200-h133/DSC_5366.JPG" width="200" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Con los
primeros rayos de sol, nos lanzamos en búsqueda de una cascada que se encuentra
a un kilómetro, para luego ascender hacia el campamento 2 en un trekking de un
par de horas. Es el momento en que puedes apreciar el bosque primario,
frondoso, húmedo. Pero el sendero es estrecho, la mayor parte del tiempo nos
obliga a caminar en fila, uno tras otro, rodeados por una espesa vegetación.
Parece que caminamos bajo una techumbre de hojas formada por las copas
altísimas de los árboles que en busca de luz nos circundan. Entretejidas por
helechos arbóreos que enlazan las ramas de los diferentes árboles se suceden
lianas, troncos y hojas de mil y una formas. La rapidez de nuestros pasos suele
ser reflejo de la intensidad de la lluvia. La humedad trae sus consecuencias:
debo guardar las gafas porque me es imposible ver tras cristales empañados, el
barro campa a sus anchas por nuestra ropa y nos hacemos grandes amigos de las
sanguijuelas que parecen extasiadas ante nuestra presencia y deciden adoptarnos
como despensas andantes o gratuitos dispensadores de sangre móviles. Por no
hablar de las piedras resbaladizas cubiertas de musgo que parecen acecharte con
el objetivo de que pierdas el equilibrio y acabes tirado en el barro, o cayendo
por la ladera. En eso, Susana y yo nos hicimos expertos, y solo hacia falta un
cruce de miradas para compartir nuestro hastío. Pero, pese a estas <i style="mso-bidi-font-style: normal;">ligeras </i>incomodidades, los maravillosos
paisajes que nos ofrecen los bosques húmedos, con sus arroyos de agua casi como
pequeñas cascadas, y la búsqueda de los huidizos lémures, son un regalo de la
naturaleza que mi retina quiere fijar a cada instante. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsEkT32TsarpVk7U7OY5V-jdGVMgu2pKqUdA6YsrdW5NVN1uDEhejSadX1Z1nSmClvGpOuuFOwc7hMNxO32IwAI-oQrMhkO7G3SyB1c6q15vmANFZP0lh2NicJy6Ov-c4ZhYif9KLxhGo/s6000/DSC_5387.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsEkT32TsarpVk7U7OY5V-jdGVMgu2pKqUdA6YsrdW5NVN1uDEhejSadX1Z1nSmClvGpOuuFOwc7hMNxO32IwAI-oQrMhkO7G3SyB1c6q15vmANFZP0lh2NicJy6Ov-c4ZhYif9KLxhGo/w200-h133/DSC_5387.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGv__SY3DU-BAKhe2QYdUsAaAMyZEgNZgRFcGD0wpPvzCCgUSEVkfYecckLsE_CNgv7UP2RKxOTROMj3FyZyiv7zK6FHfR9eSo3EafYBu_KDIPq2aVekBVCO957l-fmkGKRIGryDMyBtA/s6000/DSC_5407.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGv__SY3DU-BAKhe2QYdUsAaAMyZEgNZgRFcGD0wpPvzCCgUSEVkfYecckLsE_CNgv7UP2RKxOTROMj3FyZyiv7zK6FHfR9eSo3EafYBu_KDIPq2aVekBVCO957l-fmkGKRIGryDMyBtA/w133-h200/DSC_5407.JPG" width="133" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrDeG621RlY_ziuD3bnRQk8T4TcXcf6OkaI5aeT6JUGcsVtkvtzYntE5172AqfHTOjrSxp38bBf3K7TWbGakSclqKA-M_FUerjdZw6xDG1XZIEE2T-a72ZJIthIHhrc89VrcMRfOTPSI0/s1296/DSC_5408.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1296" data-original-width="972" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrDeG621RlY_ziuD3bnRQk8T4TcXcf6OkaI5aeT6JUGcsVtkvtzYntE5172AqfHTOjrSxp38bBf3K7TWbGakSclqKA-M_FUerjdZw6xDG1XZIEE2T-a72ZJIthIHhrc89VrcMRfOTPSI0/w150-h200/DSC_5408.jpg" width="150" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsPzw13si1MCpGwtFdyRPiByEM-PCUEgB1QWfQwK2JoKYKsyJLRAH5FZGh9Jm-UUWdqiBLOoH1jt9bEO6g56zAdNwXT4GDQDgIZdN5YXXdsYlWWoJJjnoKrzwCbnDCiKPF3rR0xozHTu0/s1600/DSC_5388.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsPzw13si1MCpGwtFdyRPiByEM-PCUEgB1QWfQwK2JoKYKsyJLRAH5FZGh9Jm-UUWdqiBLOoH1jt9bEO6g56zAdNwXT4GDQDgIZdN5YXXdsYlWWoJJjnoKrzwCbnDCiKPF3rR0xozHTu0/w200-h150/DSC_5388.jpg" width="200" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Continuar ascendiendo
sin gafas se convierte en toda una aventura, y más con una lluvia intermitente
que hace que ponerte y guardar (cuando frena el agua el sudor es asfixiante) el
chubasquero sea la acción más repetida de la mañana, evitando no batir el
record de caídas. Decidimos no abandonarnos ante la desesperación de una lluvia
que todo lo humedece, hasta el ánimo, para afinar el oído y notar como
cualquier sonido, como el deslizarse de un insecto sobre una hoja, o la gota de
lluvia que cae sobre la corteza de los árboles, te recuerda que hay una vida
oculta, allí, a tus pies, junto a tus manos, bajo tu cabeza, que nunca vas a
conseguir atrapar, ni en la mirada ni mucho menos en el diario o la cámara. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Por fin
llegamos al segundo campamento, <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Camp </i>Marojejy,
en el cauce de uno de los riachuelos que cruza el parque. Eso no significa que
uno se pueda relajar, hay que pasar con cuidado porque ante tus pies aparecen
losas de piedra que resbalan con mucha facilidad. En una plataforma de madera,
insertada en la ladera de la montaña, techada y con espacio para una cocina y
una mesa grande donde comer, encontramos a nuestros compañeros. Acaban de
finalizar una ruta para avistar lémures y están preparándose para descender al
campamento 1. Nos hace ilusión el breve encuentro, dónde en frases rápidas y
entusiastas compartimos lo mejor de ambos campamentos. Están esperando a
Oleana, nuestra atleta rusa, que ha intentado superar el campamento 3 con un
guía y alcanzar el Pico Marojejy, de más de dos mil metros de altura, y un
desnivel de 700mts. Este ha sido uno de los motivos de su viaje con nosotros, porque
en una expedición anterior no pudo llegar a la cima. No va a tener suerte, a
pesar de haber iniciado el ascenso de madrugada. La lluvia y la altura, donde
empieza a crearse nieve, se lo impiden, y desciende resignada para unirse a su
grupo en la ruta de descenso. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Aquí
arriba el bosque primario es mucho más denso, repleto de una tupida vegetación,
musgos, líquenes y lianas, así que una vez solos, y ante los consejos de
nuestros compañeros que acaban de hacerla, iniciamos una ruta para avistar
lémures. La alegría del encuentro nos ha dado fuerzas y ánimo, así que pese al
barro, las raíces que emergen de la tierra, y las sempiternas piedras
resbaladizas, nos lanzamos a la aventura. Marchamos en silencio, en fila de uno
a uno, intentando afinar el oído y la vista. De vez en cuando, los guías nos
sorprenden reproduciendo los sonidos con los que se comunican entre sí los
lémures con el objetivo de que hagan acto de presencia. Si los lémures están
tranquilos, y situados a suficiente altura, podemos acercarnos con tranquilidad
(pero sin hacer ruidos o movimientos bruscos) y contemplarlos. Es normal no
verlos aislados, porque se organizan en familias, lo que ayuda, y bastante, a
satisfacer nuestra curiosidad y afán fotográfico.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimnywFwr5zWsp_7oOzgPDLapD34sptMbF3ziN7L3NgFSuro08lMENeyLke43bq1vskrjw1SX_oJ01lI6Rz-kE5upPIp3CzGtDQIwmuAH7U9n3PMp1P6DDSe2zYXrm19iv2Ro5vuzegMfU/s6000/DSC_5479.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimnywFwr5zWsp_7oOzgPDLapD34sptMbF3ziN7L3NgFSuro08lMENeyLke43bq1vskrjw1SX_oJ01lI6Rz-kE5upPIp3CzGtDQIwmuAH7U9n3PMp1P6DDSe2zYXrm19iv2Ro5vuzegMfU/w200-h133/DSC_5479.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiP0l5vcJnSMIxLRoTOnV0o3lpQNAqPdPygCrsHtCZ8pGJgzNASczyPkT9mOlubW0i1mXb79TZ7jHYu6LmyUR0O8EJVg9Iq3AfyE-Z6XaEgDIyH3OE9cgjxOrHm52XG-bznIeTuuDyRNgg/s6000/DSC_5499.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiP0l5vcJnSMIxLRoTOnV0o3lpQNAqPdPygCrsHtCZ8pGJgzNASczyPkT9mOlubW0i1mXb79TZ7jHYu6LmyUR0O8EJVg9Iq3AfyE-Z6XaEgDIyH3OE9cgjxOrHm52XG-bznIeTuuDyRNgg/w200-h133/DSC_5499.JPG" width="200" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhy7O8Sd7vSFmOsjvu7N5eD5vqiK1woRaueLuP543PKgAvQSn3h9GN0pwgqH52KKHEVFAKSa-T-GdHr5oGZWjcitNoE6mNngPCcsgouDSEbkQ5hUKdzXNc_QWzkfGiQ6l_co2U7gSHA6gM/s6000/DSC_5567.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhy7O8Sd7vSFmOsjvu7N5eD5vqiK1woRaueLuP543PKgAvQSn3h9GN0pwgqH52KKHEVFAKSa-T-GdHr5oGZWjcitNoE6mNngPCcsgouDSEbkQ5hUKdzXNc_QWzkfGiQ6l_co2U7gSHA6gM/w133-h200/DSC_5567.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6jFkjmll24C5IgRXh_zRNsNWLV8PI9geWIzAltnHkfyLnKOlzjtXcvxPVTNp1daDBK2N2kiURalvbFkukrAtH8JsN8S4r2xuqORWnEDwWJZs-gKHSIp-wIx2qNVpZSJCWHHyPJ4XWL4Y/s6000/DSC_5539.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6jFkjmll24C5IgRXh_zRNsNWLV8PI9geWIzAltnHkfyLnKOlzjtXcvxPVTNp1daDBK2N2kiURalvbFkukrAtH8JsN8S4r2xuqORWnEDwWJZs-gKHSIp-wIx2qNVpZSJCWHHyPJ4XWL4Y/w133-h200/DSC_5539.JPG" width="133" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">En Marojejy
existen cuatro tipos de lémur: lémur bambú, el sifaka, el lémur dorado y el
lémur de frente roja. Encontrar lémures no es sencillo, ya no por la lluvia o
la humedad, sino al transitar por laderas y pendientes boscosas, sin sendas ni
caminos, áreas frondosas donde los animales no son fáciles de avistar. Caminando
por las sendas del parque, estamos pendientes de localizarlos. Debemos ir con
cautela, sin hacer mucho ruido, para no ahuyentarlos. Durante un buen rato
nuestros esfuerzos no dan resultado, pero, cuando menos te lo esperas, la
expresión de nuestro guía cambia, se pone tenso, rígido. Nos pide que no nos
movamos, y escucha, escucha el aire, el caer de las hojas, el sonido de un
bosque que es como un libro abierto para él, dónde leer un camino, una ruta, un
objetivo. Y, con rapidez, nos<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>sumerge
ladera arriba, entre lianas que te producen arañazos, piedras que resbalan y
provocan caídas, intentando mantener un equilibrio imposible con el rápido
ascenso. Y por fin podemos verlos, los lémures, el<b> </b>sifaka. No es solo un
ejemplar, sino una familia. Entre las ramas, el lémur más curioso nos mira
fijamente, y, juguetón, decide girarse y desplazarse de rama en rama. Sus
saltos son ágiles, rápidos, y encierran en su movimiento una extraña elegancia,
contagiando el movimiento al resto de su familia, iniciando una hermosa coreografía,
natural, salvaje, bellísima. Como genios del bosque, te limitas a observarlos,
sintiéndote afortunado de compartir unos minutos de su vida, mientras se
limpian el pelaje, te miran curiosos o hacen carreras de saltos. Tras agotar la
memoria de nuestras cámaras, deciden perderse entre los árboles. Pronto solo
queda el movimiento de las hojas y las lianas tras su paso, y no podemos
reaccionar. Parece que se ha parado el tiempo. Ya no importa el cansancio, las
horas de mirar hacia las copas de los árboles tensando el cuello. Todo eso ya
carece de importancia. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El
regreso al campamento adquiere ya otro tono, vamos animados y apretando
ligeramente la cámara contra nuestro pecho, como si custodiáramos un tesoro.
Allí, entre los bancos y la mesa de madera, cerca de la cocina, es normal encontrarse
con mangostas de cola anillada que se acercan a ver si obtienen un poco de
comida. Llenamos el estómago, descansamos y buscamos la higiene con un cazo de
agua resguardados por cuatro tablones de madera maltrechos. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtMGGJwdoegpN846ZdZvhO3TCIpr2fMQkQt_-DUpKG7lqsu45uQMNFdRWrLYcSNpcSyna8KFGEc9yc54tqG6N5gp1ZHRDdSGBsp2sgxqMUTSIjAQNlWteTPaqVVSnQu5CuDt6X1b554Eg/s6000/DSC_5601.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtMGGJwdoegpN846ZdZvhO3TCIpr2fMQkQt_-DUpKG7lqsu45uQMNFdRWrLYcSNpcSyna8KFGEc9yc54tqG6N5gp1ZHRDdSGBsp2sgxqMUTSIjAQNlWteTPaqVVSnQu5CuDt6X1b554Eg/w200-h133/DSC_5601.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6kUUHaRfb_VdDgT0KsKwnVflg1Ceng9nEZfEQe6taGAJ6i-EYHdTQXiVZ4l7XySqEa5cxZ4L5HwOgTW3P8fII8Um_-9iUAmW6mByH8ez2_PEDMYFhS5hjRn6Cy3ZDtZoq6N08mjNs4gM/s6000/DSC_5585.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6kUUHaRfb_VdDgT0KsKwnVflg1Ceng9nEZfEQe6taGAJ6i-EYHdTQXiVZ4l7XySqEa5cxZ4L5HwOgTW3P8fII8Um_-9iUAmW6mByH8ez2_PEDMYFhS5hjRn6Cy3ZDtZoq6N08mjNs4gM/w200-h133/DSC_5585.JPG" width="200" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Estás
rodeado de bosque y selva hasta el infinito. Y agradeces la soledad del grupo,
sin apenas nadie más que no sea nuestra otra mitad en otro campamento más abajo,
el rumor del agua y el eco de los pájaros. En las conversaciones nocturnas,
iluminados por débiles velas, descubro lo afortunado que soy por coincidir en
este grupo de viajeros. Hay muchas maneras de viajar, pero no todas coinciden
con la mirada con la que uno contempla el mundo. Sentado junto a Pacopé,
Teresa, Miguel, Dani y Susana, y echando de menos a Vicenç, Dolors, Jesús y
Ana, Miriam, Guada, Ana F, Esther y nuestra rusa Oleana, capitaneados por
Valentina y Thierry, tomo conciencia de que estamos formando una familia que
comparte mi asombro por esta tierra, creando unos lazos que quiero sentir
duraderos. Los días venideros me confirmarán que no estaba equivocado. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_jHDaNBSWO_DBoZPuKYNr2RIZ3LLd5hmhNq_8KYnjDUSYK-5yh1-z6WnweaoJlR4Q2TyryToeKc-jvCI5FJl_qvvmG_lpI5ojqgg192yt404nj2M3YpEcsaxr0voRmXnlvXt0vy7-Wzc/s1600/DSC_5406.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_jHDaNBSWO_DBoZPuKYNr2RIZ3LLd5hmhNq_8KYnjDUSYK-5yh1-z6WnweaoJlR4Q2TyryToeKc-jvCI5FJl_qvvmG_lpI5ojqgg192yt404nj2M3YpEcsaxr0voRmXnlvXt0vy7-Wzc/s320/DSC_5406.jpg" width="320" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Madrugamos,
en el silencio de la mañana tan solo escuchamos a las aves en su desplazamiento
a través de las hojas. Conforme pasan los minutos, la '<b>menara'</b>, la
niebla, va desapareciendo dando paso a los primeros rayos de sol que luchan por
encontrar su hueco entre la espesura del bosque y su armadura de helechos,
troncos y lianas. Queda una larga caminata si queremos llegar antes de mediodía
a la entrada del parque. Descendemos mucho más rápido que en días anteriores,
quizá nuestro cuerpo se ha habituado a los misterios de la montaña, aunque
alguna caída aislada nos vuelve a poner en nuestro sitio, como si el bosque no
nos dejara desafiarlo. Durante el recorrido hay unas pequeñas cascadas con
piscinas naturales que invitan al baño, aunque no podemos detenernos el tiempo
suficiente para refrescarnos, y nos limitamos a admirarlas fugazmente. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZACtD0qw6bnML5GQFSu7MdwpasSo6sa0bpHfCJ62RuNfnQIoX0sv2PBBDW25XAiAXl1LVw0xJgFcOgAdaJ1952USrfOPCSBOodV22uZzIO5Odm__m1EOPr32Fe28qN8IR6sW4EN3ByWI/s6000/DSC_5610.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZACtD0qw6bnML5GQFSu7MdwpasSo6sa0bpHfCJ62RuNfnQIoX0sv2PBBDW25XAiAXl1LVw0xJgFcOgAdaJ1952USrfOPCSBOodV22uZzIO5Odm__m1EOPr32Fe28qN8IR6sW4EN3ByWI/w200-h133/DSC_5610.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3XVnI0ic9bwPCcHQ8espZjNOs6xXVF6dzS8SEd6yHDoogRmzGCwdTcIdiuP8GC8tAZJbCPl2q06EOh3p459At7hMDN5fGVuBlmcd-71IzmQx40uvQAC5wr2Pv8lppkRXH0VCumxZBlHE/s1600/DSC_5611.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3XVnI0ic9bwPCcHQ8espZjNOs6xXVF6dzS8SEd6yHDoogRmzGCwdTcIdiuP8GC8tAZJbCPl2q06EOh3p459At7hMDN5fGVuBlmcd-71IzmQx40uvQAC5wr2Pv8lppkRXH0VCumxZBlHE/w200-h150/DSC_5611.jpg" width="200" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Al
regresar de la montaña, andando hacia la carretera donde nos esperaban las
furgonetas, puedo saborear la tranquilidad de un paseo, caminando por estrechos
senderos, algunos delimitados por piedras, entre húmedos arrozales y pequeños
pastos. El aire fresco se va llevando la humedad y el olor a tierra mojada,
para dar paso al sutil aroma a vainilla que respiro profundamente. Cruzamos
pueblos de casas de madera y techos de paja o chapa, acostumbrados al paso de
la gente, incluso extranjera, seguramente por el comercio de la especia. Así,
entre risas, niños descalzos, y más de un transistor con animada música, mis
músculos, agarrotados y cansados de los trekkings húmedos de la montaña, se relajan
poco a poco, al son del paso y de la vida local. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4ALHyLk7_YukiCvzmqo4LaTRE1_-WalqOMWCB2-GFunpYeVO4_LD7obGY9ZQKzGQWvSa6g_eFT661RbAJUme_EBBhu-S-G0Tbi-r1s51sCUNvxQqcCvM04raiFsF6x2XR0S87oN34BRM/s6000/DSC_5612.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4ALHyLk7_YukiCvzmqo4LaTRE1_-WalqOMWCB2-GFunpYeVO4_LD7obGY9ZQKzGQWvSa6g_eFT661RbAJUme_EBBhu-S-G0Tbi-r1s51sCUNvxQqcCvM04raiFsF6x2XR0S87oN34BRM/w200-h133/DSC_5612.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_BvNceUyYWLr6uLxZ9x8TSCbdHX0hvgB5g8kGSTt26Qn7qY64gg6sC9RYKPTcxdkq_zXGTPZk3aVV2N70pKEi4lt0h71ek_UDS1gdgPycoCJfRz8g3Vv5J9rKC7jM-_DfSloYxPAMkW4/s6000/DSC_5613.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_BvNceUyYWLr6uLxZ9x8TSCbdHX0hvgB5g8kGSTt26Qn7qY64gg6sC9RYKPTcxdkq_zXGTPZk3aVV2N70pKEi4lt0h71ek_UDS1gdgPycoCJfRz8g3Vv5J9rKC7jM-_DfSloYxPAMkW4/w200-h133/DSC_5613.JPG" width="200" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En
la entrada del Parque, nos despedimos de nuestros guías en la montaña, Moisés y
Jackson. En un círculo entonamos, con más gracia que pericia, nuestro himno
particular de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">lore lore maku maku</i><span style="mso-bidi-font-style: italic;">, pero lo más importante son las palabras de
Moisés: “si gente como vosotros no viene al parque, esto no sirve para nada, no
tiene sentido; con la entrada tener seguro que la mitad se dirige a la
comunidad local, y la otra parte al mantenimiento del parque; es un proyecto de
desarrollo que sirve para conservar nuestra naturaleza, nuestros bosques, y
concienciar a la población de que respetando nuestro entorno podemos tener
futuro”. Sus sabias palabras nos emocionan, y mientras subimos a un pequeño bus
con dirección a Sambava, anoto en rápidos trazos en mi diario esta emoción. </span>Atrás
queda Maroyeyi, y con él los lémures, el barro, las sanguijuelas, las paranoias
por los picores, el calor y el insomnio por la noche, pero también la sensación
de que atrás dejamos un rincón salvaje, auténtico, casi sin explorar, uno de
los últimos territorios vírgenes de Madagascar. Y tan sólo por eso merece la
pena cualquier sanguijuela. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhxYIviHoAcRTn_M7O-4_xxaBBtZ2aad_9VddgDdgoV_z6EtallJO21_PFWCuCWOU2gm5FDOA9a4EIl1Rj3gw5YBfER7ZQ0qEEcv0vGrXPSLK684RPEyYe0jcClNR0U_5LvsOfJMCuG2G8/s1600/DSC_5614.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1200" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhxYIviHoAcRTn_M7O-4_xxaBBtZ2aad_9VddgDdgoV_z6EtallJO21_PFWCuCWOU2gm5FDOA9a4EIl1Rj3gw5YBfER7ZQ0qEEcv0vGrXPSLK684RPEyYe0jcClNR0U_5LvsOfJMCuG2G8/w150-h200/DSC_5614.jpg" width="150" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgv25J0Dv8uKuK4i8hD3qCilIfz1JFjEfr82hDYadQxvSrLoF94ctcNqMwgjeCa_61GEj6TuWWUvVKgXhAYpxz-tu-S13W_ddiWExUXVAxaWldSJcLayh5vO6ClZCPEMGjLnAyBUN25weQ/s1600/DSC_5613C.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgv25J0Dv8uKuK4i8hD3qCilIfz1JFjEfr82hDYadQxvSrLoF94ctcNqMwgjeCa_61GEj6TuWWUvVKgXhAYpxz-tu-S13W_ddiWExUXVAxaWldSJcLayh5vO6ClZCPEMGjLnAyBUN25weQ/w200-h150/DSC_5613C.jpg" width="200" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b>Vohemar<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En
el breve período en que permanecemos en Sambava, no solo da tiempo a comer y
recoger petates destino Vohemar, sino a celebrar la afinidad del grupo en esta
expedición. La razón es el cumpleaños de Dolors, el medio una apetitosa tarta
con velas que Valentina ha conseguido quién sabe dónde, la consecuencia una
emoción desbordada y una alegría que entra por las venas gracias a los brindis
con ron de vainilla. Pequeños detalles que hacen de esta aventura algo a
recordar, como prueba una pequeña pulsera de hilo multicolor que me regalan
Vicenç y Dolors y que ahora acaricio con nostalgia mientras escribo estas
palabras. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgaYAK8nsr4Z42eBcWT0alI3cs5AdlHD6mBkGKDeIv6A8icdqjkSWezfhDfPJ1TYudlHzlusboYTiFWpGAyaIBLNYVIE3hAki4gr_4Dw7PwCYdBl7qU375ZOS0ExUKgAhqAsxWHQ1kCVLM/s1600/DSC_5615.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="898" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgaYAK8nsr4Z42eBcWT0alI3cs5AdlHD6mBkGKDeIv6A8icdqjkSWezfhDfPJ1TYudlHzlusboYTiFWpGAyaIBLNYVIE3hAki4gr_4Dw7PwCYdBl7qU375ZOS0ExUKgAhqAsxWHQ1kCVLM/w112-h200/DSC_5615.jpg" width="112" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyXYeBan2jM9e6CQcNUQuA-Dg5EpzyPvcmHjUdzT8_InI0nZhgfdijOAya2Nm-1sq82nj-JfM3nNHHdns48pu6e3NY6ZK4aNpKtVVmp-m4I8Fd_64Oxbhm4rjGaMvQ2vtoD7u62D8f_nk/s6000/DSC_5628.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyXYeBan2jM9e6CQcNUQuA-Dg5EpzyPvcmHjUdzT8_InI0nZhgfdijOAya2Nm-1sq82nj-JfM3nNHHdns48pu6e3NY6ZK4aNpKtVVmp-m4I8Fd_64Oxbhm4rjGaMvQ2vtoD7u62D8f_nk/w200-h133/DSC_5628.JPG" width="200" /></a><br /><br /></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El
camino a Vohemar transcurre por <st1:personname productid="la Route N" w:st="on">la
<i>Route </i>N</st1:personname>5. Más de un centenar de kilómetros por una
carretera irregular, atravesando estrechos puentes entre arrozales, gente
bañándose en riachuelos o lavando su ropa que dejan secar al sol sobre las
rocas, rebaños de cebúes y un paisaje selvático. Cruzamos por pequeños pueblos
como Ampanefema, donde aprovechamos para estirar las piernas, hasta alcanzar
Vohemar (también conocida como Iharana), una pequeña localidad costera.
Descansamos en pequeños bungalows al pie de mar. Por la mañana, en la espera de
organizar los 4x4, salimos a andar. La playa marca pequeños caminos que en
bajamar los habitantes suelen usar para acercarse al pueblo o trasladar cebúes,
mientras humildes canoas esperan pasa salir a faenar.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8QwO3fP1rjLk6xeYK0ZT7hpHvzDT12aqvkmcIvc0rqACmllRd8ah7yCe6LaPEv0bjpb-HHny37lIg4yZ5eJ1B7ugEus195JOd3nqIRTgnnEuC19kHH6NV13JPvNiR_UFCLBbYW9FvLSc/s6000/DSC_5617.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8QwO3fP1rjLk6xeYK0ZT7hpHvzDT12aqvkmcIvc0rqACmllRd8ah7yCe6LaPEv0bjpb-HHny37lIg4yZ5eJ1B7ugEus195JOd3nqIRTgnnEuC19kHH6NV13JPvNiR_UFCLBbYW9FvLSc/w200-h133/DSC_5617.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhEDbE3V86c_xh1dOUet7jb-az8_SqDkvH1kkMH6_wAx69BUaVvq9LO-PgSA3wlA8nmficRLReiCnEMZHCyEYwZkPfWihl339XlbchgT3KMPhpEeb_OnGUXiufL_reT9WdrZbfmxmPb0Gc/s6000/DSC_5622.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhEDbE3V86c_xh1dOUet7jb-az8_SqDkvH1kkMH6_wAx69BUaVvq9LO-PgSA3wlA8nmficRLReiCnEMZHCyEYwZkPfWihl339XlbchgT3KMPhpEeb_OnGUXiufL_reT9WdrZbfmxmPb0Gc/w133-h200/DSC_5622.JPG" width="133" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEioYE3MEKRcekupYw7hyphenhyphenifU1EnEic3CbOF6W4fPNCaR2Zbs40e-D-_TP_Dr1ylFcer6LMHwsifbI9bGrJvi-tCtrheDbft1E2SFSQVy6iRhg_ghi6bbfYuj8Kyj23k7UgqCIrU144O7Kps/s6000/DSC_5630.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEioYE3MEKRcekupYw7hyphenhyphenifU1EnEic3CbOF6W4fPNCaR2Zbs40e-D-_TP_Dr1ylFcer6LMHwsifbI9bGrJvi-tCtrheDbft1E2SFSQVy6iRhg_ghi6bbfYuj8Kyj23k7UgqCIrU144O7Kps/w200-h133/DSC_5630.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikmeRNXICJYkEJPG9TZaSSlZnTeaCFf3TyFbG4XcmUWobZD2ZmiKnPdpPnNpk6HKGY8qhyphenhyphenRdpq-XwhFxvO24SKiDyVm1iVN_56SeIJ9GHDDiuVaej-eDQWmiWv41EBN5hyphenhyphenlQjoO0niE8U/s6000/DSC_5644.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikmeRNXICJYkEJPG9TZaSSlZnTeaCFf3TyFbG4XcmUWobZD2ZmiKnPdpPnNpk6HKGY8qhyphenhyphenRdpq-XwhFxvO24SKiDyVm1iVN_56SeIJ9GHDDiuVaej-eDQWmiWv41EBN5hyphenhyphenlQjoO0niE8U/w133-h200/DSC_5644.JPG" width="133" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1Vdj-TTAjeZO2gPe5arkjWVTbGu1MMw-yW3HHWP-_vtZNWeMh0s3Aii-ndzrAZ1QdgIKTCCFXFZ6BU6tDkOReNleLYmduEDCKw3cm2dIa0b_sjnIvKMcWofsDyU8DkjUtsdboHE8A0s4/s1600/DSC_5646.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1Vdj-TTAjeZO2gPe5arkjWVTbGu1MMw-yW3HHWP-_vtZNWeMh0s3Aii-ndzrAZ1QdgIKTCCFXFZ6BU6tDkOReNleLYmduEDCKw3cm2dIa0b_sjnIvKMcWofsDyU8DkjUtsdboHE8A0s4/w200-h150/DSC_5646.jpg" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi5IVQr1PvQLH5m0cFBL4rUPO5PtYDr2DUeYkOAs47IFuGYQJ1Jw0nDQoasBudm3XcUZOIkPdWsaHAnYbsSpulWEIV9QKPZeJM-xOqiZk24HHXAlcvR2JsGDg4Gp-nxiKnMgbpd2zngxj8/s1600/DSC_5647.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1200" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi5IVQr1PvQLH5m0cFBL4rUPO5PtYDr2DUeYkOAs47IFuGYQJ1Jw0nDQoasBudm3XcUZOIkPdWsaHAnYbsSpulWEIV9QKPZeJM-xOqiZk24HHXAlcvR2JsGDg4Gp-nxiKnMgbpd2zngxj8/w150-h200/DSC_5647.jpg" width="150" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>De
nuevo camino, esta vez por una deficiente pista de tierra roja en la que lo que
más destaca son los <i style="mso-bidi-font-style: normal;">pachypodium </i>(una
especie de pequeños baobabs en flor), hacia Daraina, una aldea de etnia
betsimisakara, que tiene una Reserva Natural. Pero no todo en el trayecto son
baobabs, cerca del acceso a <st1:personname productid="la Reserva" w:st="on">la
Reserva</st1:personname> encontramos una excavación minera de oro, en los
bosques cerca de Andranotsimaty. Es la cara menos amable de Madagascar, donde
familias enteras viven en el polvo y el barro, haciendo agujeros en el bosque
en búsqueda de partículas de oro. Un trabajo en el que todos los miembros del
núcleo familiar participan. No es una tarea fácil, ninguna en estas tierras lo
es. Con herramientas rudimentarias, principalmente palos de madera y cuencos de
calabaza, machacan piedras auríferas al sol, para conseguir solo unos gramos de
oro que venden a bajo precio a los intermediarios. Entrecruzo una mirada con
uno de los jóvenes de la familia, y es cuando entiendo las palabras de
Vaquerizo, hay adolescentes que pueden envejecer veinte años con una mirada Los
encargados del Parque intentan ayudarles, enseñándoles a cultivar para sacarlos
de esa miseria, pero es difícil competir con la fiebre del oro y los sueños de
riqueza. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgucPzQwXCZ66CUJU8UNMVzGIs_JhXg2kdHACTqNDjqwmpj84dvaw7oTMhSz8OhC9kJtZgc_Jkcq04UdrDMMVyDJ3n7lZ9wFW_DQ8muCiQdgUcHTm4KnvRjtyQ98mZkGc7WZkHH1cQO05o/s6000/DSC_5683.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgucPzQwXCZ66CUJU8UNMVzGIs_JhXg2kdHACTqNDjqwmpj84dvaw7oTMhSz8OhC9kJtZgc_Jkcq04UdrDMMVyDJ3n7lZ9wFW_DQ8muCiQdgUcHTm4KnvRjtyQ98mZkGc7WZkHH1cQO05o/w133-h200/DSC_5683.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiumcHnT7gNZNl0q8HsHbEFoVm2_oa_kp8fZYOin_3WIIJXe_MbqWxB90_tSFsaZ-9YK7kD_YM_qRR110Id65KzDPQRxsUyBU5AeatikWWMvQDXFILGEigrQoKUU8LXw3bzug_TCgZ_sRU/s6000/DSC_5686.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiumcHnT7gNZNl0q8HsHbEFoVm2_oa_kp8fZYOin_3WIIJXe_MbqWxB90_tSFsaZ-9YK7kD_YM_qRR110Id65KzDPQRxsUyBU5AeatikWWMvQDXFILGEigrQoKUU8LXw3bzug_TCgZ_sRU/w200-h133/DSC_5686.JPG" width="200" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>No
vemos el metal preciado, pero mientras observamos el duro trabajo de esas
familias, muy cerca de nosotros hace acto de presencia una familia de lémures
sifaka de oro coronado (<i>sifaka tattersalle</i>), llamados así por el pelaje
dorado que presentan en su coronilla. Así que gracias a ellos encontramos oro
en los árboles, aquí, en medio de un bosque selvático perdido en el noroeste,
bajo la forma de<span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;">l último
de los lémures descubiertos y, por ello, el más desconocido. Es uno de los
primates más amenazados del mundo por la tala y quema del bosque para siembra o
pastos, la extracción de madera y oro, y la caza furtiva. Así que, de nuevo,
como ocurrió en Marojejy, quedamos ensimismados contemplando un lémur de
espléndido pelaje, que salta, se reúne con sus crías, y nos contempla desde la
copa de los árboles. </span><o:p></o:p></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2NRInjbRtN0ZVdJNe59iJBcNN0RQhsD23bkCXbNSOfcz1iqzDQ6x5hMmmv-6MYdF3ovnce5ieGu6rqLCpcXmiTDeU9EtoOR-BFLanZF0qESaL7zp-cKFnswID5aiwCf4b38G4i2c57Bs/s1600/DSC_5670.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2NRInjbRtN0ZVdJNe59iJBcNN0RQhsD23bkCXbNSOfcz1iqzDQ6x5hMmmv-6MYdF3ovnce5ieGu6rqLCpcXmiTDeU9EtoOR-BFLanZF0qESaL7zp-cKFnswID5aiwCf4b38G4i2c57Bs/w200-h150/DSC_5670.jpg" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSxZlL2ShjpJL8s4g1vgEPzJhYLHI4Mhi7uAqnoux3csH5LrCh6ulAKo28YEFudXaUywCxi_usBS4ii6PREiiE9y2LpN3YW4rEFhtKCUks2Uud1eAyGpxo0ZYc3U2d8yVzByA1rmNpMYM/s6000/DSC_5667.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiSxZlL2ShjpJL8s4g1vgEPzJhYLHI4Mhi7uAqnoux3csH5LrCh6ulAKo28YEFudXaUywCxi_usBS4ii6PREiiE9y2LpN3YW4rEFhtKCUks2Uud1eAyGpxo0ZYc3U2d8yVzByA1rmNpMYM/w200-h133/DSC_5667.JPG" width="200" /></a></div><br /><span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;"><br /></span><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span lang="ES-TRAD" style="mso-ansi-language: ES-TRAD;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Con
el recuerdo de un lémur que parece un cruce entre un mono y un peluche,
accedemos a <st1:personname productid="la Reserva Natural" w:st="on"><st1:personname productid="la Reserva" w:st="on">la Reserva</st1:personname> Natural</st1:personname>
de Daraina, al Campamento </span>Tattersalli Son campamentos que pertenecen a
una ONG (Fanamby), cuyas donaciones y beneficios van dirigidos a paliar la
deforestación y restauración de los bosques. Está formado por<span style="mso-spacerun: yes;"> </span>hermosas cabañas construidas con materiales
locales cuyo uso está sujeto a las normas medioambientales, con un diseño
oriental de paneles de madera y rafia que recuerda a las casas japonesas. Una
de las razones de visitar el campo es conseguir encontrar uno de los animales
más extraños del mundo, y de los más difíciles del ver, el <i>aye aye. <o:p></o:p></i></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCHkS2RoFGHpco6LxxXLa9vFwmn-_KbMtn6JO-IFhot91SV1f0gpGwf27RGLDjArWaKmML9JdQA6rcXj8kBAoh_VCKHcIpD085MXvpwSY3cWC8Iv2CaHDUIrsxlOn83CR-i7g5zs4yZ_w/s1600/DSC_5705.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"></a><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCHkS2RoFGHpco6LxxXLa9vFwmn-_KbMtn6JO-IFhot91SV1f0gpGwf27RGLDjArWaKmML9JdQA6rcXj8kBAoh_VCKHcIpD085MXvpwSY3cWC8Iv2CaHDUIrsxlOn83CR-i7g5zs4yZ_w/s1600/DSC_5705.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOvS-uXhYrMRAmxOZQPPPUEHEUq5kuSy6eTeEZHLks0sSfRGIH0ZMPgJ3bJW6wWCi0WMbheBlwQ5jhSpgcFztED6Z5QiwKndGGx7L1kDanjSz9cFQzAdaY-VR8XNYoTw-edh2MhYrje-0/s1600/DSC_5747.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOvS-uXhYrMRAmxOZQPPPUEHEUq5kuSy6eTeEZHLks0sSfRGIH0ZMPgJ3bJW6wWCi0WMbheBlwQ5jhSpgcFztED6Z5QiwKndGGx7L1kDanjSz9cFQzAdaY-VR8XNYoTw-edh2MhYrje-0/w200-h150/DSC_5747.jpg" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-Cl6cZJW0grIbIJbMCVRIRq70GdR2Tnk68CLa-jS8MpRQqSJWOUtwoTijoavfiT_wagPSIUxc-PSsIDW2M8O_RTKTyGdL8x6NKzIdduYHTcfMZRjcMD_y8SliHNGJlsDRRrEBFGipsCA/s6000/DSC_5738.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-Cl6cZJW0grIbIJbMCVRIRq70GdR2Tnk68CLa-jS8MpRQqSJWOUtwoTijoavfiT_wagPSIUxc-PSsIDW2M8O_RTKTyGdL8x6NKzIdduYHTcfMZRjcMD_y8SliHNGJlsDRRrEBFGipsCA/w200-h133/DSC_5738.JPG" width="200" /></a></div><br /><br /></div><br /><i><br /></i><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Cuando llevas
un tiempo en esta isla, asumes con naturalidad que sus bosques están llenos de
seres que desbordan la imaginación. En su libro <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Rescate en Madagascar, </i>dice Gerald Durrell, el extraordinario
naturalista, que Madagascar es una isla llena de magia y repleta de tabúes o <i style="mso-bidi-font-style: normal;">fadys</i>. Por eso no sorprende que un
producto tan extraño de la evolución como es el ayeaye, el mayor primate
nocturno del mundo, con ese larguísimo tercer dedo para extraer larvas y
alimento, se le atribuya poderes mágicos. En algunos sitios, si se lo encuentra
cerca de una aldea se considera que es heraldo de la muerte y que, por tanto,
hay que matarlo. Si es pequeño, podría morir un niño de la aldea. Si es grande
y de color blancuzco, el que está en peligro es un adulto de piel clara, y si
es un animal oscuro, el que corre peligro es un ser humano de piel negra<i style="mso-bidi-font-style: normal;">. </i>El que se dedique a alimentarse de
cocoteros, caña de azúcar, árboles de clavo donde residen suculentos insectos o
escarabajos, hace que para muchos campesinos, cuya supervivencia depende de
esas plantaciones, lo perciban como una amenaza real, nada de mágica, y no les
quede muchas otras opciones más allá de la de matarlo para no morir de hambre.
Si a eso le unimos la tala indiscriminada de árboles, no le queda un futuro muy
halagüeño que digamos para uno de los seres más fascinantes y raros de ver del
mundo.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRtqdpjpPYkcY4PetBC4qBfjfJ-IR2SaAWabnMVzzCRRFTWvkxgdP-NTdOyr8bLAasRCN5sYECCAx07DRd2ncL88bFnOfqmVyLt9O5qcMJE8ETDuNe_GKPi-kejKyyZp8pSYKf08vbbCQ/s960/DSC_5706.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="640" data-original-width="960" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRtqdpjpPYkcY4PetBC4qBfjfJ-IR2SaAWabnMVzzCRRFTWvkxgdP-NTdOyr8bLAasRCN5sYECCAx07DRd2ncL88bFnOfqmVyLt9O5qcMJE8ETDuNe_GKPi-kejKyyZp8pSYKf08vbbCQ/s320/DSC_5706.jpg" width="320" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Una
de las mayores dificultades a la hora de poder observarlos, deriva del hecho de
que están en continuo movimiento, buscando zonas donde comer. Cada noche, una
vez han comido, construyen sus nidos para dormir, abultadas construcciones de
hojas y ramas, con hierbas blandas en su interior para descansar. Durante el
día duermen, saliendo por las noches a comer o buscar nuevas zonas donde
conseguir el alimento. No suelen pasar más de un día en el mismo nido, por lo
que cuando se localiza uno de estos refugios hay altas posibilidades de que
esté abandonado. Es por eso que, una vez instalados en el campamento, nos
lanzamos en su búsqueda con rastreadores en plena noche. No debemos hacernos
ilusiones, en los más de diez años que Valentina lleva en la isla, ha
conseguido avistarlos en muy pocas ocasiones y siempre gracias a la pericia de
estos rastreadores que leen el bosque como si fuera un libro abierto. Uno de
ellos ha localizado unas horas antes lo que parece un nido de cigüeña en lo
alto de la copa de un árbol, así que nos internamos en lo profundo del bosque y
nos sentamos en silencio durante más de una hora bajo el nido a la espera de
que asome. ¡¡Y en la lotería de la vida, esta vez tenemos un boleto ganador!!
Primero aparece una larga cola, un pelaje suave y, al poco, tras el famoso dedo
alargado, una cara de murciélago con grandes ojos brillantes que reflejan sus
hábitos nocturnos. Quedamos sin respiración, y enseguida renuncio a hacer fotos
para contemplarlo. Su aspecto primitivo, sus enormes orejas, su delgado,
huesudo y largo dedo. Regresando al campamento no podemos dejar de pensar en
tan extraño animal, casi como un fantasma. Como dice Vicenç, poder avistarlo en
libertad es un auténtico milagro, poder fotografiarlo, un privilegio escaso.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b>Ankarana<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>De
nuevo en ruta, ahora por <st1:personname productid="la RM-5" w:st="on">la RM-5</st1:personname>,
hacia <st1:personname productid="la Reserva Forestal" w:st="on"><st1:personname productid="la Reserva" w:st="on">la Reserva</st1:personname> Forestal</st1:personname>
de Ankarana. Se trata de una de las peores pistas de todo Madagascar, con lo
que eso supone, pero bueno, al fin y al cabo esto es una expedición, no hay que
ponerse exquisitos sino vivir la aventura, aunque eso traiga consigo más de
diez horas de horrenda <i>circulación</i>. A los atascos, piedras, pedruscos e
inmensos baches como cráteres, hay que añadirle el barro derivado de las
ocasionales lluvias o las pequeñas lagunas. La deforestación trae sus
consecuencias. Sin la fuerza de las raíces, la tierra se desprende y los
caminos de tierra se destrozan. Con la lluvia se crean agujeros o desmoronan. Es
frecuente, ante ese estado, la existencia de pistas paralelas creadas con el
circular irregular de los vehículos ante la imposibilidad de continuar por la
principal, por su mal estado o las inclemencias del tiempo. Pistas
alternativas, aunque sean pocos tramos, que en ocasiones conllevan peajes
particulares de gente local, que así se saca un dinero. Así que te puedes
encontrar con dos o tres pistas en más de un tramo, sin saber cuál es la
correcta o cuál tendrá mejor estado. Por delante, páramos, desiertos, sabana…Y
ojos bien abiertos.<i><o:p></o:p></i></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYIPrtqXpU2AnF6zBHeEdquy-4JOI2ryq4fwcuRU5dLhKd7_5CFr4EdDaOLOlAR3HaqkORIVARaipEFaq8F0YnKdCKxqS7OdgU2c3cb17VV9Z3PuM5I8stzO8kJBezbhdBYx2mQzbil_4/s1600/DSC_5726.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1200" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYIPrtqXpU2AnF6zBHeEdquy-4JOI2ryq4fwcuRU5dLhKd7_5CFr4EdDaOLOlAR3HaqkORIVARaipEFaq8F0YnKdCKxqS7OdgU2c3cb17VV9Z3PuM5I8stzO8kJBezbhdBYx2mQzbil_4/w150-h200/DSC_5726.jpg" width="150" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmG8-zacgrkRTYYRlGZUTVg1zQr0AODiyrZ-62H80gErP9vkuiBxXrNzdyRnCjqaRfOCwByD1v2Bh9miTxhr5sEDas46MTO2j9urrugccSfqRzZ18F81tSvl-et5hGu008K8fwip2dTCs/s1600/DSC_5727.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1200" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmG8-zacgrkRTYYRlGZUTVg1zQr0AODiyrZ-62H80gErP9vkuiBxXrNzdyRnCjqaRfOCwByD1v2Bh9miTxhr5sEDas46MTO2j9urrugccSfqRzZ18F81tSvl-et5hGu008K8fwip2dTCs/w150-h200/DSC_5727.jpg" width="150" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Las abundantes
pozas de barro en algunos tramos de la pista te obliga a ir despacio, muy
despacio, casi como obligándote a que no ignores esta tierra, a que la degustes
poco a poco, a que te mezcles con su gente, a que hables, a que sonrías, a que
el polvo de su tierra roja o el marrón de su arcilla porosa te impregne la piel
y el alma. Por el camino avistamos un grupo de niños escuálidos, y durante un
tiempo, a pesar de que hemos pasado rápido, queda su imagen en mi cabeza. La
mirada triste y casi vacía de Thierry al girar la cabeza de la ventanilla me
hace ver que, quizás, hemos pensado lo mismo. Uno, al viajar, suele pasar de
puntillas por una realidad que siempre es más dura y profunda de lo que se
intuye a primera vista. Y es fácil juzgar, como diría Brandoli, aunque no se
tenga esa disposición. En mi diario no busco juzgar cuando escribo la palabra
hambre, o cuando recorto una página de un periódico donde señalan que el 50% de
la población sufre malnutrición crónica (la cuarta tasa más alta del mundo),
agravado por los efectos de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">El Niño</i>,
que ha dado lugar al período de sequía más largo de los últimos 35 años. En un
país donde solo el 5% del presupuesto nacional se dedica a atención sanitaria.
Es la otra Madagascar, la que no veo, o dejo de ver, con un 80% de la población
que vive por debajo del umbral de la pobreza, la mayoría en el sur. Un sur que,
pienso, queda lejos de mi ruta. Un sur donde un cuenco de arroz puede ser una
vida. En mi diario no busco juzgar, pero si quizás lo que busco es no perder la
inocencia, y no sé si eso me hace sentir bien. Como Thierry, durante uno tiempo
mi mirada queda vacía y pensativa.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Paramos a
comer en Maromokota. En la pista es común encontrarte <i>hotelys</i>, espacios
sencillos que hacen la función de bares-restaurantes donde parar a comerse por
poco dinero sopas, un plato de arroz con pescado o carne de cebú. Al inicio del
pueblo bajamos de los 4x4 para hacer un pequeño paseo hasta el lugar donde
comemos y conocer la vida local. Es un pueblo tradicional de carretera, donde
la vida se hace alrededor de la pista, con casas de planta baja y techumbre
metálica entre alguna palmera aislada, y pequeños puestos caseros para la venta
de salsas y conservas en envases reutilizables, la mayoría botellas de agua,
que funcionan como pequeños oasis de color ante el polvo y la aridez del pueblo
y la pista.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5FVJU6wrmCVxlAijJUDAcq89-lR-C41nR_LM9tF0pnjguYP4bNh0eT3A02RVJnFR7-z0p1V7YNgUz45_9LgIlvm0qGVT1Kvtir__hC8oJ8pEq7sKY0KNyQ3bGUk0BrSLMAmqkLnr6Hbk/s6000/DSC_5748.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5FVJU6wrmCVxlAijJUDAcq89-lR-C41nR_LM9tF0pnjguYP4bNh0eT3A02RVJnFR7-z0p1V7YNgUz45_9LgIlvm0qGVT1Kvtir__hC8oJ8pEq7sKY0KNyQ3bGUk0BrSLMAmqkLnr6Hbk/w200-h133/DSC_5748.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJ-1x_FMw1gssZm0jsVXOgw2MSz0IkZQcoOqzGym7y7_ChaHttnLK9lKzI9-aVWXK8YtSSJbciaj_GQ3iYkvgShmNRwL30Uxb8WA4eL6Hm1vDHOl9z8Hf2JVjZuyrkZYTW7sr6TgMC8io/s6000/DSC_5746.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJ-1x_FMw1gssZm0jsVXOgw2MSz0IkZQcoOqzGym7y7_ChaHttnLK9lKzI9-aVWXK8YtSSJbciaj_GQ3iYkvgShmNRwL30Uxb8WA4eL6Hm1vDHOl9z8Hf2JVjZuyrkZYTW7sr6TgMC8io/w133-h200/DSC_5746.JPG" width="133" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">A estas
alturas del camino es frecuente encontrar camiones y constructores de origen
chino. Y me da por pensar que más allá de la omnipresencia del gigante
económico chino en tierras del continente africano, las huellas de una conexión
de esta isla con Oriente salen a la luz en cada tramo del viaje, desde el
origen de los malgaches (la mayoría no se siente identificada al cien por cien
con África) a las historias que nos cuentan Thierry y Valentina. Como la del
famoso tren de Madagasgar, el Expreso Malgache que une las tierras agrícolas
del centro de la isla con la costa del Índico a través de la jungla y
plantaciones de té y café, y que al parecer construyeron miles de obreros chinos
en la década de los 30 del siglo pasado, con excedentes de otro tren colonial
construido en Indochina.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Continuamos
con el trayecto, ahora ante un escenario salpicado de valles de diferentes
tonalidades, entre el verde, el marrón y el amarillo, hasta alcanzar, ya
anocheciendo, <st1:personname productid="la Reserva Natural" w:st="on"><st1:personname productid="la Reserva" w:st="on">la Reserva</st1:personname> Natural</st1:personname>
de Ankarana, y descansar en cabañas.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjB9c0hrCvX6OLOnijKXFlC221B7uRUBJxlXY4sopuFgLKUNcSnNdib0sjHwcWtY4ufeLU2HihuYAOfQfht9OjhkOaEvomaDAckkTUkzRM2_354nPXuhOL28oMjqbDc1JS0wPK0AUBTiU4/s6000/DSC_5755.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjB9c0hrCvX6OLOnijKXFlC221B7uRUBJxlXY4sopuFgLKUNcSnNdib0sjHwcWtY4ufeLU2HihuYAOfQfht9OjhkOaEvomaDAckkTUkzRM2_354nPXuhOL28oMjqbDc1JS0wPK0AUBTiU4/w200-h133/DSC_5755.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXEVApcsMIhDMjf7uxE5fEI33Ld2xcEAjFAAW99vQnM1TGYkIiPV3AUczuv6AAAhia5_nmnUOVNOpLyZb8RRzUaXfF1HismFCBoZeeO8KAkzI8_rEs2sVuZEqB3BZSq3x5nEJ6-ZRsBZQ/s6000/DSC_5750.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXEVApcsMIhDMjf7uxE5fEI33Ld2xcEAjFAAW99vQnM1TGYkIiPV3AUczuv6AAAhia5_nmnUOVNOpLyZb8RRzUaXfF1HismFCBoZeeO8KAkzI8_rEs2sVuZEqB3BZSq3x5nEJ6-ZRsBZQ/w200-h133/DSC_5750.JPG" width="200" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">El Parque o
Reserva Natural de Ankarana, es el segundo más antiguo del país. Su nombre,
Ankarana, significa “el lugar de las piedras puntiagudas”, porque en su
interior pueden encontrar <i>tsingys, </i>si bien no es tan famoso como el de
Bemaraha. Se trata, como ocurría allí, de una cordillera formada por el
plegamiento de un macizo de roca caliza, y roturada por la erosión de las
lluvias tropicales. Más de un centenar de kilómetros con simas, cuevas y
cañones. Según nos cuentan, este macizo es sagrado para la etnia de los <i>antakarana</i>,
la mayoritaria en esta zona norteña, porque en él se refugiaron durante la
guerra contra la etnia dominante de los <i>mérina,</i> y en algunas cuevas
están enterrados parte de sus reyes. Coordinados por un guía alcanzamos un
mirador desde el que contemplar, de nuevo, un mar grisáceo de pináculos y
agujas de piedra que brillan ante el cielo despejado y azul. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuWrF26oBuEuPX5gtcDjjLK9YKFWtepzdfjQOJyAuEg28dZPvcOriQgQ8d2IQWBH4q9FRk8tVCjSEO15ZRE27dZhIDXtUkVsbqDJUolhjU_xf7I1JBPux9vVTISTee568rRcmKx3oiGiQ/s6000/DSC_5834.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuWrF26oBuEuPX5gtcDjjLK9YKFWtepzdfjQOJyAuEg28dZPvcOriQgQ8d2IQWBH4q9FRk8tVCjSEO15ZRE27dZhIDXtUkVsbqDJUolhjU_xf7I1JBPux9vVTISTee568rRcmKx3oiGiQ/w200-h133/DSC_5834.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxFOWxzNX8x-XKqpJn2Bd5c34dTyXwkUTwZHZ12q8wgw1khdN4tewBovjHHyEYeO9FzT446BJbZS0pHuSFIczrPIq9l4UYboSRuIefciOMfDKNl2T53luXRttMQSAEZ6ChqJ64SMrGY_U/s1296/DSC_5835.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="972" data-original-width="1296" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxFOWxzNX8x-XKqpJn2Bd5c34dTyXwkUTwZHZ12q8wgw1khdN4tewBovjHHyEYeO9FzT446BJbZS0pHuSFIczrPIq9l4UYboSRuIefciOMfDKNl2T53luXRttMQSAEZ6ChqJ64SMrGY_U/w200-h150/DSC_5835.jpg" width="200" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Mientras
recorremos la reserva, caracterizada por un boque seco y caducifolio, nos van
explicando la riqueza del área en plantas con propiedades medicinales y
admiramos la variedad de baobab <i>adansonia perrieri</i>, la especie más
extraña y en peligro de extinción, que no suele superar los quince metros de
altura y presenta unas flores de agradable aroma y color amarillo pálido.
Pronto llegamos a uno de los lugares mágicos del parque: <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Perte de Rivieres </i>(<i style="mso-bidi-font-style: normal;">lugar
donde se pierden los ríos</i>). En pleno bosque aparece un gran pozo que se ha
ido creando con la erosión, y en su parte superior ha modelado el terreno
dibujando una especie de graderío rupestre idóneo para sentarnos y contemplar
este espectáculo de la naturaleza. En época de lluvias justo en este punto se
produce la confluencia de tres ríos que provocan un enorme remolino en su caída
que erosiona la tierra y piedra, creando un enorme agujero que los espeleólogos
que han estudiado aguas subterráneas dicen que vierte en el Canal de
Mozambique.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3xeoPDJYPsz4M9k6iggFZWvRhw0egxWO2WjvpJx_HXQNkdoyLSnOwv79NixiyhAFJgi0PbQZoVccNilzUg155f3E1ctMh3y5v0gjbsAxiyv-PZw219oD7VL__VSmM3WRhrVrkEcr-DrI/s6000/DSC_5760.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3xeoPDJYPsz4M9k6iggFZWvRhw0egxWO2WjvpJx_HXQNkdoyLSnOwv79NixiyhAFJgi0PbQZoVccNilzUg155f3E1ctMh3y5v0gjbsAxiyv-PZw219oD7VL__VSmM3WRhrVrkEcr-DrI/w133-h200/DSC_5760.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiX7_dK_fhhq5MTDUNkzzaaC2cwwNX0LZOpUsDf0ayuS2HXksIEv18JSi0ssP-6Gq2x7iWmM3nENsHfJzbm-zZOXGliNRnQy3-TjKAKNcbSTw71hDa4ukedPCRCnwq2TaOnKxZarfPK20w/s1600/DSC_5761.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiX7_dK_fhhq5MTDUNkzzaaC2cwwNX0LZOpUsDf0ayuS2HXksIEv18JSi0ssP-6Gq2x7iWmM3nENsHfJzbm-zZOXGliNRnQy3-TjKAKNcbSTw71hDa4ukedPCRCnwq2TaOnKxZarfPK20w/w200-h150/DSC_5761.jpg" width="200" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTdhz4G268av8Y0pYbKfZr7TKWN2gwkGiuDgcDKid6Kw9IPtMy2KwoHKICZFNppJaSg_3UjvpsDGy47T-Q7CKT24Ar_t1xnrJ5dfLWcMJG9Y_QugzPwoEsDaFko4ZiKx3IBtXZ2Qx-8Q0/s6000/DSC_5770.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTdhz4G268av8Y0pYbKfZr7TKWN2gwkGiuDgcDKid6Kw9IPtMy2KwoHKICZFNppJaSg_3UjvpsDGy47T-Q7CKT24Ar_t1xnrJ5dfLWcMJG9Y_QugzPwoEsDaFko4ZiKx3IBtXZ2Qx-8Q0/w133-h200/DSC_5770.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhROQ72on5kGew4dbrCytjy6dduzjDrtH4i2wuDTo7km9g3Qhk4ztcGZuugASj7jyH2yVFjr84kiaLALiFRx4DDCbPdNEPAxHcnjIorsQi8iT-SYxBQ2M2RVMmTHFyQUoPUBlyAS1NRuFw/s6000/DSC_5758.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhROQ72on5kGew4dbrCytjy6dduzjDrtH4i2wuDTo7km9g3Qhk4ztcGZuugASj7jyH2yVFjr84kiaLALiFRx4DDCbPdNEPAxHcnjIorsQi8iT-SYxBQ2M2RVMmTHFyQUoPUBlyAS1NRuFw/w200-h133/DSC_5758.JPG" width="200" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">La erosión
causada por los cursos de agua ha transformado el paisaje en una sucesión de
cañones, trazos de densa jungla tropical, profundas cuevas y franjas de bosque
caducifolio, donde puedes encontrar desde los tres tipos de madera de la isla: palisandro,
ébano y palo rosa, muy demandados por el mercado chino de la madera propiciando
un saqueo constante que ni siquiera los <i>fadys</i>, que han protegido estos
bosques durante siglos, pueden evitar; una ninfa blanca, medio oruga medio
araña blanca, de nombre <i>phromnia rosea, </i>o <i>cicadelle</i> de
Madagascar, porque se transforma en una suave mariposa rosa; camaleones que,
huidizos, se camuflan con los troncos y las hojas, donde permanecen inmóviles
confiando en su estrategia. De colores inimaginables, verdes, amarillos, rojos,
naranjas, les vemos reposar en una hoja o rama, a la espera de que las presas
les pasen por delante, o caminar a cámara lenta mientras mueven sus ojos
extraviados.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Por último,
nos dirigimos a <st1:personname productid="la Grote" w:st="on">la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Grote</i></st1:personname><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> des Chauves-Souris </i>(Cueva de los
Murciélagos). Como casi todo lo que merece la pena, no es de fácil acceso. Hay
que bajar por una zona bastante escarpada, y con un marcado desnivel, hasta
alcanzar la entrada. Son dos cuevas, con un acceso muy estrecho, y presencia de
estalactitas y estalagmitas. Por mucho que te anticipas a ese momento, y a que
hay una oscuridad que lo envuelve todo, cuando enfocas con tu frontal, o, mejor
dicho, cuando el haz de luz fruto de la unión de muchos frontales, ilumina la
cavidad superior donde reposan boca abajo cientos, miles, de estos mamíferos,
enmudeces, no hay palabra o sonido que escape de tu garganta. Una mezcla de
estupor y atracción no te deja apartar la mirada, sobre todo cuando por efecto
de la luz momentánea y artificial, escuchas el batir de sus alas o un rugido
mudo, casi como un chillido, que logra encontrar su eco en las profundidades. Aquí,
protegidos por los murciélagos, descansan los espíritus de los guerreros <i>antakarana</i>,
que cuentan prefirieron morir de hambre escondidos en las cuevas, a rendirse a
los invasores <i>merina</i> que unificaban <st1:personname productid="la Isla. Procurando" w:st="on">la Isla. Procurando</st1:personname>
no hacer ruido, ni resbalarse y caer ante las húmedas rocas, vamos saliendo de
uno en uno, sin llegar a asimilar lo impactante de la escena y cuántas cosas
quedan por descubrir en esta tierra virgen y salvaje.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyfDyVvKja2Z6s8S9C3F_7zSeIkXDRiz1JWn7skDqjdvcZD6hRmakb4vlmi_b2X7zX2o75vdpO0di7H6VuMBbeviOqyhb0k34cbSJgcXMRUFvTcqA-1ycvXggfa8EkZxNhMtDqrbQft8A/s1600/DSC_5852.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyfDyVvKja2Z6s8S9C3F_7zSeIkXDRiz1JWn7skDqjdvcZD6hRmakb4vlmi_b2X7zX2o75vdpO0di7H6VuMBbeviOqyhb0k34cbSJgcXMRUFvTcqA-1ycvXggfa8EkZxNhMtDqrbQft8A/w200-h150/DSC_5852.jpg" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1HZ57r7ex5esPJBHoqJ-NGpgTvuJbASuLPv4kpzY1RoP82Wpvo92M8lqCRczt306m5jZpquz5OZ4a2VVH5o_rQfrWuW8pKeEsOq3Fk0fT3dxXYHdh2h45B1zSN-OnT-pgkaywMpmeyMA/s6000/DSC_5851.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1HZ57r7ex5esPJBHoqJ-NGpgTvuJbASuLPv4kpzY1RoP82Wpvo92M8lqCRczt306m5jZpquz5OZ4a2VVH5o_rQfrWuW8pKeEsOq3Fk0fT3dxXYHdh2h45B1zSN-OnT-pgkaywMpmeyMA/w133-h200/DSC_5851.JPG" width="133" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">El símbolo del
parque, el lémur <i>coronatus, </i>nos ha sido esquivo durante el paseo. Nos
habían dicho que era un buen lugar para ver de cerca a estos mamíferos, símbolo
también de Madagascar. Y la espera mereció la pena. Al hacer un alto para comer
en una zona reservada para picnic y barbacoa, entre las mesas, atraídos por la
comida y seguramente habituados a los turistas, aparecen lémures que sin ningún
tipo de miedo, y en ocasiones con mucho descaro, se acercan enormemente a
nosotros. Al ver a estos animalillos de ojos saltones tan cerca de m mano (y de
mi objetivo fotográfico), solo puedo maldecir las horas perdidas en selvas y
parques intentando adivinar la silueta de lémures fantasmas o de obtener una
fotografía más o menos nítida de uno de estos ejemplares posando grácilmente en
una rama a cinco metros de altura. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZqOdpeBFjTkAJ6xOgqBhAPNQATiuAYCYnemNhihglbsq5t1PiJwULEjElF9olGqPWfIUw9AC0Kl4pelDb2ZarhfG1FFuVulpwFN-OuIr4XpF8bsnhADoTb1klOHTz18YABx6NbBeDcXM/s6000/DSC_5868.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZqOdpeBFjTkAJ6xOgqBhAPNQATiuAYCYnemNhihglbsq5t1PiJwULEjElF9olGqPWfIUw9AC0Kl4pelDb2ZarhfG1FFuVulpwFN-OuIr4XpF8bsnhADoTb1klOHTz18YABx6NbBeDcXM/w133-h200/DSC_5868.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiMhJOPYTXJ9ohdFFZWojtDHg4ELS4VJWlH_o3K1bWItTb63vM6nLBwMIcT6JxqNq20j5op7-HHtUv_cBEZYU28Ave_Ir44VP3X6HT3Zvdc0KWNJy_OzfhyDifnnYLhyEBP3z-d_OOXCp4/s6000/DSC_5889.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiMhJOPYTXJ9ohdFFZWojtDHg4ELS4VJWlH_o3K1bWItTb63vM6nLBwMIcT6JxqNq20j5op7-HHtUv_cBEZYU28Ave_Ir44VP3X6HT3Zvdc0KWNJy_OzfhyDifnnYLhyEBP3z-d_OOXCp4/w133-h200/DSC_5889.JPG" width="133" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyz4nHNgLxHGmgApfh6zAIuho5lz7U02NwbKP-E-eK-H7qH38mXWXTD2HwdE2nmYxIuqtIvHkT2eRJqll2SLvhvTnW-USA7G3y9RvhKXr41XLYTaYQmDHGs6RrE-CU8G49b4BLBG-PZgA/s6000/DSC_5893.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyz4nHNgLxHGmgApfh6zAIuho5lz7U02NwbKP-E-eK-H7qH38mXWXTD2HwdE2nmYxIuqtIvHkT2eRJqll2SLvhvTnW-USA7G3y9RvhKXr41XLYTaYQmDHGs6RrE-CU8G49b4BLBG-PZgA/w200-h133/DSC_5893.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfOvLB6hzAbkqYQrS-_TjpArdcHPzPJOtF55mVa5WykoCMmWlPbRMBrZma09SAn2HCCrVXz-OqN8E-i18lfSpWBFUZBwCXCTGL_ACXVA8lptsRwacCzCakW4zwZbQiU1DhXUHRSHh4Qug/s6000/DSC_5921.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfOvLB6hzAbkqYQrS-_TjpArdcHPzPJOtF55mVa5WykoCMmWlPbRMBrZma09SAn2HCCrVXz-OqN8E-i18lfSpWBFUZBwCXCTGL_ACXVA8lptsRwacCzCakW4zwZbQiU1DhXUHRSHh4Qug/w133-h200/DSC_5921.JPG" width="133" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPJfnMCQhFYyic7tcWCgRQ0LplbU-X78EYnbmd5K24jXnjhYQ4m2UsAbgmW_8PR8yFU4n9bI0vdCKi4_cd_LqrQDybUxsGCx2BHw-qaT_VBJ4ItRSDDgen5nBlGdjsqk287wLkuwV0Flg/s6000/DSC_5923.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPJfnMCQhFYyic7tcWCgRQ0LplbU-X78EYnbmd5K24jXnjhYQ4m2UsAbgmW_8PR8yFU4n9bI0vdCKi4_cd_LqrQDybUxsGCx2BHw-qaT_VBJ4ItRSDDgen5nBlGdjsqk287wLkuwV0Flg/w133-h200/DSC_5923.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjs2Pqh5UdLlhENj66gDl8cedhzJUObgGxl7Z1FoA9R4S2Nuq0TC84DA_XPUqeNmIdJabR2cTMMWNk3nlR5EQg5kgpPNeqiEIIlk59AjjL_0Y88WnRcv7kjjt22D4D8A7zHXf24kX0iHxA/s6000/DSC_5986.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjs2Pqh5UdLlhENj66gDl8cedhzJUObgGxl7Z1FoA9R4S2Nuq0TC84DA_XPUqeNmIdJabR2cTMMWNk3nlR5EQg5kgpPNeqiEIIlk59AjjL_0Y88WnRcv7kjjt22D4D8A7zHXf24kX0iHxA/w133-h200/DSC_5986.JPG" width="133" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">En esta gran Isla
se encuentran la totalidad de lémures que quedan en <st1:personname productid="la Tierra. En" w:st="on">la Tierra. En</st1:personname> la mitología
romana, la palabra latina <i style="mso-bidi-font-style: normal;">lemures</i> se
asociaba a los espectros o espíritus de la muerte, la versión maligna de los <i style="mso-bidi-font-style: normal;">lares </i>(almas benevolentes de la familia
y protectoras del hogar). Se decía de ellas que vagaban por la noche y que
atormentaban y asustaban a los vivos. A esos primates de Madagascar los
denominó así el naturalista Linneo, por el miedo que les causaba a los colonos
franceses, que se asustaban al intuir en las nieblas nocturnas del interior de
la isla sus grandes ojos y los sonidos tremendos que hacen por la noche. Los
malgaches, sin embargo, se limitan a asociarlos a los monos al denominarlos <i style="mso-bidi-font-style: normal;">maki, </i>como una empresa nacional de
camisetas se encarga de comercializar. Los más grandes son el indri y el sifaca
diademado, el más parecido a los monos y quizás el más conocido por la película
animada de Pingüinos de Madagascar, de cara negra con una corona blanca, pelaje
gris plata y una larga cola anillada. El <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Indri</i>,
de color blanco y negro, se llama así por la palabra malgache <i style="mso-bidi-font-style: normal;">indri</i> (mira!), justo lo que exclamaban
los exploradores malgaches cuando querían centrar la atención de los franceses
sobre estos animales.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgeFlBtjzqVjylibtl08MEQXZTa05JomoeSFaM0jRvwna4E0dWBd-xkIAWmAIO9M1C0IaUgZ83dT7_gimBRTuGW_Cupez1S7cxckDpJi85Kogcq27L5SXI_ox8WbsX7i1ex1lLeJCpAmiI/s6000/DSC_6016.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgeFlBtjzqVjylibtl08MEQXZTa05JomoeSFaM0jRvwna4E0dWBd-xkIAWmAIO9M1C0IaUgZ83dT7_gimBRTuGW_Cupez1S7cxckDpJi85Kogcq27L5SXI_ox8WbsX7i1ex1lLeJCpAmiI/w133-h200/DSC_6016.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgaiZ4nXfsICzlxc2MqnaK_InOp8e3IBnFQEW35c9Cs3KCBMkImznc9lgdljpYT_fZ7YxbljOSUzoLU1sfIHnI-Pve58wozcygdntV8R_ZfSFho0IexOKdUn1Kx2qV14VundI9RqQ808XU/s1296/DSC_6017.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="972" data-original-width="1296" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgaiZ4nXfsICzlxc2MqnaK_InOp8e3IBnFQEW35c9Cs3KCBMkImznc9lgdljpYT_fZ7YxbljOSUzoLU1sfIHnI-Pve58wozcygdntV8R_ZfSFho0IexOKdUn1Kx2qV14VundI9RqQ808XU/w200-h150/DSC_6017.jpg" width="200" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Ahora,
dependiendo de la mirada, los lémures son desde objeto de atracción turística,
protagonistas involuntarios de supersticiones <i style="mso-bidi-font-style: normal;">fady</i> o emblema nacional a proteger, pero hace unos 50 millones de
años, cuando Madagascar estaba unida a África y no habían aparecido los monos
ni los simios, en el escalón más alto de la pirámide evolutiva que culminaría
en el hombre, según palabras de David Attemborough, se encontraban estos seres.
Al separarse la isla, y sin la competencia de los siguientes mamíferos
africanos, protegidos por la barrera marítima, pudieron seguir creciendo y
evolucionando. Los ejemplares que tenemos ante nosotros aquí, el <i>coronatus, </i>presentan
una banda roja a modo de corona, y un hocico negro. Son los más sociables y
curiosos, seguramente por estar habituados a los visitantes del parque, y,
gracias a eso, Dani y yo podemos comprobar que es posible hacerse un selfie con
un lémur, o que puedes jugar a que te arrebaten un plátano como en una película
muda de los años veinte.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b>Diego Suárez<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Con
el recuerdo de estos simpáticos animalillos, retomamos la pista, que tras
tantas emociones no nos parece tan incómoda, hasta llegar a Diego Suárez. Antsiranana,
llamada <b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Diego Suárez</b> desde 1975, es
una ciudad portuaria en plena bahía de la costa noreste. Se llama así desde
antiguo por dos navegantes y exploradores portugueses, Diego Díaz y Fernando
Suárez, que pisaron estas tierras a principios del s. XVI. En plena época de
corsarios y bucaneros, una hermosa fábula de Daniel Defoe, el autor de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Robinson Crusoe, </i>sitúa allí <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Libertaria, </i>un refugio de piratas a modo
de colonia convertida en República, en la que todos sus habitantes eran
iguales, sin esclavitud ni racismo, bajo el lema “por Dios y por la libertad” (<i>A
Deo a Libertate</i>). Si realmente existió, poco queda hoy de esa utopía
política en un núcleo urbano más centrado en el comercio que en la igualdad. No
estuvimos mucho tiempo en la ciudad, pero si el suficiente para adivinarla en
su deriva hacia el mar. Viejos edificios coloniales, mercados callejeros,
organizados por gremios, calles por las que transitan locales, extranjeros,
comerciantes, niños de mirada traviesa que parecen buscar algo que les saque de
la rutina. Es curioso observar como hay una especie de orden en el deambular de
personas tan diferentes, como un pacto inconsciente en el que todos
participamos, arriba y abajo por sus calles. Es ese aire de las ciudades que
han vivido de la gente y del comercio desde sus inicios. Un aire, también, que
huele a verano y humedece tu ropa.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Todo
va despacio menos nosotros, que tras instalarnos en el hotel nos lanzamos a
curiosear por los barrios comerciales y pasear por las tranquilas calles que
anuncian lugares de copas y cena mecidos por la brisa del mar. En uno de ellos,
el <i>Taxi Be</i>, decidimos hacer una degustación de mojitos, bailando para
darle sentido a la humedad que nos baña de sudor. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzJKlPVpGBv3WqIEdE-NkAWLfamlGKewhlIvnKw1cUqm-E4-1ee0xiIZX44I5-ee9-IpnCcc4_2ZuBQR4l3hRiQZWktjE9NjjAvmXC7_eUZuBBFJPzJ-i3d2wtnltWJExS9Mchwd4wFC4/s1600/DSC_6018.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzJKlPVpGBv3WqIEdE-NkAWLfamlGKewhlIvnKw1cUqm-E4-1ee0xiIZX44I5-ee9-IpnCcc4_2ZuBQR4l3hRiQZWktjE9NjjAvmXC7_eUZuBBFJPzJ-i3d2wtnltWJExS9Mchwd4wFC4/s320/DSC_6018.jpg" width="320" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Por
la mañana partimos, dejando atrás decadentes edificios coloniales franceses,
abandonados desde la independencia del país, y que parecen resistirse a quedar
olvidados ante el crecimiento turístico de la ciudad. Apenas divisamos, al
abandonar la ciudad, difuminados en el horizonte, con el sol como barrera, los
antiguos fortines militares recuerdo de <st1:personname productid="la Guerra Mundial" w:st="on"><st1:personname productid="la Guerra" w:st="on">la Guerra</st1:personname> Mundial</st1:personname>, y la espléndida
bahía, con su costa rocosa espoleada por el viento del Índico. No soy
Stevenson, ni mucho menos Long John Silver, pero esa mañana me levanto con el
ánimo de buscar mi propia isla del tesoro, que responde al nombre de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Montagne d’Ambre</i>. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">El Parque Nacional
Montaña de Ámbar se sitúa a una hora de Diego Suárez, unos 40 kms. Un parque
enclavado en una cadena montañosa de origen volcánico, y que recibe su nombre
por la resina que emana de algunos de sus árboles, a la que los locales le dan
uso medicinal. Sobre los <st1:metricconverter productid="1500 metros" w:st="on">1500
metros</st1:metricconverter> de altitud, protege un bosque pluvial, que
combina profundos cañones con selva tropical y una red subterránea de grutas,
cascadas, lagos volcánicos de color jade y oscuros ríos. Al igual que ocurre
con Marojejy, es recuerdo del bosque tropical que un día cubrió a Madagascar, y
del que hoy solo quedan estas verdes huellas. En un ecosistema húmedo, presenta
docenas de especies vegetales endémicas, como altísimos árboles parecidos a <st1:personname productid="la Ceiba" w:st="on">la Ceiba</st1:personname> africana, sobre
enredaderas de lianas y troncos de mil y una formas. Algunos de ellos no son
originarios de la isla, ya que los colonos franceses de finales del siglo XIX,
aprovecharon el bosque para diseñar un área de recreo en la que pasear frescos
en las estaciones de mayor calor en el norte. Con este fin trajeron especies
foráneas como eucaliptos, para que secaran el suelo, araucaria chilena, pinsapo
japonés, pinos que recordaran el paisaje europeo, naranjos, etc. Es el primer
parque que la ley de Parques Nacionales de 1954 contribuyó a crear. Como suele
ocurrir con los lugares protegidos, también contiene espacios sagrados para los
malgaches, como las cascadas que se consideran <i style="mso-bidi-font-style: normal;">tromba </i>(altar sagrado que hace de enlace entre el mundo de los
vivos y el de los muertos). Si tienes una excelente vista, o, como fue mi caso,
un guía mimetizado con el entorno, puedes tener la suerte de contemplar,
camuflado entre la hojarasca, la especie más pequeña del mundo de camaleón,
apenas unos tres centímetros (el <i style="mso-bidi-font-style: normal;">brookesia
minima</i>). <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><o:p> </o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizETgQTPM3GC6tq4ybpzlKtxAqhcX6xJAzafjlb9XuZs-XwBoRRu4KTI94-5vqD4fJnlyOpm95F6arIZdpC5bzUA3C5IXFuhDDtximPCRIGPeUQswMvnClp_yuESZ1LfbN_Q4CR22IWaA/s1024/DSC_6036.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="1024" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizETgQTPM3GC6tq4ybpzlKtxAqhcX6xJAzafjlb9XuZs-XwBoRRu4KTI94-5vqD4fJnlyOpm95F6arIZdpC5bzUA3C5IXFuhDDtximPCRIGPeUQswMvnClp_yuESZ1LfbN_Q4CR22IWaA/w200-h150/DSC_6036.jpg" width="200" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhDcCCi-1rd9l_8LxYO5VIkxvEzGzdC2HhHa8dViA8HtCgUywIcIwdbm6rYVboPSesdXogHpTzbOwj0pu3IiXJE_vLDr69LM-3JPuwkJlfn5Lsj9UnaIx1-Z0-RoFdUyKNMWYnARNsnbJo/s1600/DSC_6035B.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhDcCCi-1rd9l_8LxYO5VIkxvEzGzdC2HhHa8dViA8HtCgUywIcIwdbm6rYVboPSesdXogHpTzbOwj0pu3IiXJE_vLDr69LM-3JPuwkJlfn5Lsj9UnaIx1-Z0-RoFdUyKNMWYnARNsnbJo/w200-h150/DSC_6035B.jpg" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjskCQGVgULlrnQpWE_RBXXvmJK5cVdnhewmov9EWM3HTDOB768P1dtjNWjcyOdWUqRRFascJogp53dyeVAEvyhkoFuCzpxGC-fQDEB4a87ykw2ck4V5XipOVCvSpRbatS554Aq-W3Gnus/s6000/DSC_6035.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjskCQGVgULlrnQpWE_RBXXvmJK5cVdnhewmov9EWM3HTDOB768P1dtjNWjcyOdWUqRRFascJogp53dyeVAEvyhkoFuCzpxGC-fQDEB4a87ykw2ck4V5XipOVCvSpRbatS554Aq-W3Gnus/w200-h133/DSC_6035.JPG" width="200" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUTk6QbiNoDDeUvNk9SurYmWgobHnnDBQjZL3btDZnfwCTT9PYM7MM-Ckbg-rr7NwJEpIyzmOJnEZPv-fEQoOo8p5p3OSwObRsGgGRBHO3eMc42NnqHugixgRUplw77L2KV7m_1wREDgs/s1024/DSC_6034.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1024" data-original-width="768" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUTk6QbiNoDDeUvNk9SurYmWgobHnnDBQjZL3btDZnfwCTT9PYM7MM-Ckbg-rr7NwJEpIyzmOJnEZPv-fEQoOo8p5p3OSwObRsGgGRBHO3eMc42NnqHugixgRUplw77L2KV7m_1wREDgs/w150-h200/DSC_6034.jpg" width="150" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQjSfUbC6kqIWIuSlUE4IiQGJF985I4zMD2kGzBA0kJbHrFCqWriFq4jWOlL5rkWJop47LgUlG_b-PCelQNo1Ddu1BEM4ZwoxtuJ9I7HsjNyMh568pUGmvnY-clHl_ffQawnjuGEbDdks/s6000/DSC_6028.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQjSfUbC6kqIWIuSlUE4IiQGJF985I4zMD2kGzBA0kJbHrFCqWriFq4jWOlL5rkWJop47LgUlG_b-PCelQNo1Ddu1BEM4ZwoxtuJ9I7HsjNyMh568pUGmvnY-clHl_ffQawnjuGEbDdks/w200-h133/DSC_6028.JPG" width="200" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Recorremos
un hermoso sendero, bajo la sombra de helechos, ficus, diferentes tipos de
orquídeas, para alcanzar la cascada Antakarana. Las tonalidades de verde,
malva, ocres, marrones, casi te hacen olvidar que a esta isla la llamaron una
vez <st1:personname productid="la Isla Roja." w:st="on">la Isla Roja.</st1:personname>
Poco hay de ese rojizo lustre en el húmedo musgo y el aire fresco de este
bosque. Esta <i>cascade</i> es considerada sagrada por las etnias antakarana y
sakalava y escenario de los rituales <i>tromba</i> que he mencionado antes.
Renuncio a fotografiar para contemplar en silencio desde un endeble mirador este
pequeño espectáculo de la naturaleza, tan solo interrumpido por el sonido del
agua que cae como un regalo de los dioses.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFR9UZcuyBc8RU0Omq37UJOzmw9zDksDZBOD5hMbedK83tiWWSsiqKKmxaVY0RfH7eavYuch8XGAkvnsaeKcDkA146xFKIkDq9YIwEww9rOYbkH_EjrP6rQcyBEXC_lruKuJJ7Lj3irTY/s6000/DSC_6048.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFR9UZcuyBc8RU0Omq37UJOzmw9zDksDZBOD5hMbedK83tiWWSsiqKKmxaVY0RfH7eavYuch8XGAkvnsaeKcDkA146xFKIkDq9YIwEww9rOYbkH_EjrP6rQcyBEXC_lruKuJJ7Lj3irTY/w133-h200/DSC_6048.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgG8asVObeX_0yEISstwFGw1-lE_BoLWif94W_Ov5YOY44F2ON7gFXZy7YGER8u0zs0cfvxNmOcDh-EuBg_nUon7yNFRTbPkUDrZKEQzLSylungaimA9BprI_gMswoeyl_2tNDXwfrit3k/s6000/DSC_6046.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgG8asVObeX_0yEISstwFGw1-lE_BoLWif94W_Ov5YOY44F2ON7gFXZy7YGER8u0zs0cfvxNmOcDh-EuBg_nUon7yNFRTbPkUDrZKEQzLSylungaimA9BprI_gMswoeyl_2tNDXwfrit3k/w133-h200/DSC_6046.JPG" width="133" /></a></div><br /> <o:p></o:p><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b>Ankify<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Bañados
de verde, y con una energía renovada, abandonamos el parque por <st1:personname productid="la RM" w:st="on">la RM</st1:personname> <st1:metricconverter productid="6, a" w:st="on">6, a</st1:metricconverter> través de Ambilobe camino
de Ankify, cruzando arrozales, campos de cacao, flores de ylang ylang y un
fuerte aroma de pimienta que especia nuestros coches. Ankify es una localidad
costera, que cubre la ruta entre la costa y el archipiélago de Nosy Be. Allí
despedimos a Thierry, que ha de volver a Tana. Le observo fijamente, casi como
si fuera la primera vez, mientras Vicenç le dedica unas emotivas palabras.
Seguramente quiero fijar en el recuerdo lo máximo posible de él, evitar que se
pierda entre todo lo que acumulo en mi mochila. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjVqbNp48_CjiMt-qPp8A4gVvMOkDd_hpLki_8gEYgLiuF5JUKsvW0DqG3608vXXKk-n18zS8pl7m5Ngy-cORjd6dAvobXzdj14dZEiJiUX2iFR5fl7a40vf562OQp6o-BsgKwRbQiuET8/s2048/DSC_6062.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1152" data-original-width="2048" height="113" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjVqbNp48_CjiMt-qPp8A4gVvMOkDd_hpLki_8gEYgLiuF5JUKsvW0DqG3608vXXKk-n18zS8pl7m5Ngy-cORjd6dAvobXzdj14dZEiJiUX2iFR5fl7a40vf562OQp6o-BsgKwRbQiuET8/w200-h113/DSC_6062.jpg" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtc9dDxHoe3gPGjIw1pK_Jy9ibIUOBGlAsMq0xn4dg9kg1B-NUJBWCtqNhXDnNFXQHlHPTNHnTy0DK-koXDIqY2BLTh6NFUrGqM_RONXlhuBd1FW6yRMongW0NR3c5wK0HikJ4j4i8Cw8/s6000/DSC_6075.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtc9dDxHoe3gPGjIw1pK_Jy9ibIUOBGlAsMq0xn4dg9kg1B-NUJBWCtqNhXDnNFXQHlHPTNHnTy0DK-koXDIqY2BLTh6NFUrGqM_RONXlhuBd1FW6yRMongW0NR3c5wK0HikJ4j4i8Cw8/w200-h133/DSC_6075.JPG" width="200" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Thierry es
pequeño, bajito y de cara ancha, pero con una sonrisa que parece abrazar el
mundo entero. En sus grandes ojos se observa una cierta curiosidad por el
mundo, un amor innegable por su tierra que combina con un ambición por
prosperar, por salir adelante, que a veces, en sus andares rápidos y nerviosos,
le dotan de una apariencia casi infantil. Verlo estas semanas hablar con
Valentina, cuidar de nosotros u observar el paisaje ensimismado, me transmite
una sensación que va desde la ternura a la admiración. En sus gestos, en la
alegría con la que nos trata, veo la amabilidad malgache, la cercanía de un
pueblo que durante siglos han acogido a extranjeros. En ocasiones creo, cuando
me mira a los ojos, que tengo frente a mi a Madagascar.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFZQETmkamScwfsvn1zN6jrMgor946PGWxGZNpn13RK06mWYAlQrJGrGRyHF0DgjW13PwuCdRWJzOcVktFNUtaikwcLl8doBeKAxXUdBNmA88pTuuA8t4Jw5Jw002t8g-Nu_NgHGjneek/s1600/DSC_5656.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFZQETmkamScwfsvn1zN6jrMgor946PGWxGZNpn13RK06mWYAlQrJGrGRyHF0DgjW13PwuCdRWJzOcVktFNUtaikwcLl8doBeKAxXUdBNmA88pTuuA8t4Jw5Jw002t8g-Nu_NgHGjneek/w200-h150/DSC_5656.jpg" width="200" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Por
todo eso, no creo que sea necesario describir la tristeza que nos provoca su
partida. Afortunadamente, aquí, tenemos el mar, que siempre nos salva de los
dolores del alma. ¿Quién puede imaginar dormir en unos pequeños bungalows a la
orilla (literalmente) del mar?. Llegar por la noche, en plena oscuridad, solo
permite intuir su cercanía, a través de la humedad y el olor a salitre. Y es
precisamente la noche la que me hace tomar conciencia de que mi cuerpo está
descansando a tan sólo un par de metros del agua. El rumor, continuo y suave,
de las olas me lleva a pensar, en el duermevela, de que a mis pies tengo la
orilla, y quizás por ello mis sueños me conducen a mil aventuras sobre el agua
salada. Al amanecer, cuando las pisadas apresuradas de los pescadores y del
servicio, me despiertan, me aventuro a salir, cámara en mano y con legañas en
los ojos. La noche no me había engañado, el mar es el único horizonte y tan
solo las huellas que han dejado a su paso aquellos que me despertaron me
recuerdan que estoy en un hotel. Embriagado por el mar y dejándome acariciar
por los primeros rayos de un cálido sol que anuncia su salida, asciendo a la
terraza en la que desayunar contemplando la inmensidad del Índico casi me quita
el apetito.</p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0Nw7MmMXtyv2kqoFIcvrGWyCIcjUPHet4ltC76r9Av5K-TfVT928__SF2SRE_vqWaNoQGLeG5YIScfp8Efxcr1RRWIo-PJiknI92A6wMV_xgInZ46VsEzFsbtU1UGc46P_-CRNap_uvM/s6000/DSC_6085.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0Nw7MmMXtyv2kqoFIcvrGWyCIcjUPHet4ltC76r9Av5K-TfVT928__SF2SRE_vqWaNoQGLeG5YIScfp8Efxcr1RRWIo-PJiknI92A6wMV_xgInZ46VsEzFsbtU1UGc46P_-CRNap_uvM/w133-h200/DSC_6085.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjW2LNNq9B7fRroLCvwCpJL8rUVqOHZeu-k4AGBGL6ibpoFI8zIBYcLIFMpOB5gagvgOs2ePJG5Nb0EaVIOSAsHn2UdUI22i5m7BfVpVA7llvyCB7r0VOFiFFA6lEfsk3XnJ_1Bodw5d6E/s6000/DSC_6092.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjW2LNNq9B7fRroLCvwCpJL8rUVqOHZeu-k4AGBGL6ibpoFI8zIBYcLIFMpOB5gagvgOs2ePJG5Nb0EaVIOSAsHn2UdUI22i5m7BfVpVA7llvyCB7r0VOFiFFA6lEfsk3XnJ_1Bodw5d6E/w133-h200/DSC_6092.JPG" width="133" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Al
son de <i>salama salama </i>(buenos días en malgache), nos dirigimos al puerto,
donde cogemos unas lanchas motoras que no le temen a un mar que con el viento
poco a poco se embravece más. Tras una media hora de intrépida navegación
llegamos al puerto de Hell-Ville, ya en la isla de Nosy Bé.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Nosy Be<o:p></o:p></b></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En
el extremo norte, a <st1:metricconverter productid="617 kilmetros" w:st="on">617
kilómetros</st1:metricconverter> de Tana, y en el Canal de Mozambique, el
archipiélago de Nosy Be quizás sea la zona más desarrollada del país para el
turismo. Llegar aquí no es nada fácil, y uno tiene que elegir si coger un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">taxi brousse</i> durante casi dos días de
trayecto, apiñado entre decenas de personas y seguramente con un hato de ropa a
los pies y un bebe vociferando a tu lado, cuando no con una gallina sobre la
cabeza; si aventurarse de <st1:metricconverter productid="15 a" w:st="on">15 a</st1:metricconverter>
20 horas en un 4x4 por pistas dejadas de la mano de Dios, y rezando para que no
estén cortadas o intransitables, lo que multiplicaría por dos o por tres las
horas de trayecto; o, finalmente, coger un avión de línea hacia la pequeña
terminal que hay en el noroeste. Porque sí, en el norte de Madagascar hay un
pequeño aeropuerto internacional, el reflejo del cambio de escenario, modo de
vida e incluso de etnias que te encuentras en este rincón del país. No hay
duda, esta última opción es la más factible si uno quiere aprovechar el único
mes que tiene para poder conocer <st1:personname productid="la Gran Isla." w:st="on">la Gran Isla.</st1:personname> Y es la que nosotros habíamos elegido
cuando llegamos unos días antes al norte, a Sambava,<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgj5_H9hp3T8nEvaDGVKYzzbsK3n8zmNPpFOgcYCPCxuR1JDDc02z4ZFo6BlPnbS2MgYhifjpjfGH2_i-7gRc1339wTgpPjuC_pQgbuzbljY8HY3q0sGduxSSSWC4WGjXSwScXMPGc2gC4/s6000/DSC_6100.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgj5_H9hp3T8nEvaDGVKYzzbsK3n8zmNPpFOgcYCPCxuR1JDDc02z4ZFo6BlPnbS2MgYhifjpjfGH2_i-7gRc1339wTgpPjuC_pQgbuzbljY8HY3q0sGduxSSSWC4WGjXSwScXMPGc2gC4/w200-h133/DSC_6100.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj89Htk1bKgsrS3SnnPH1sIPJljIJp-YZq-rsfw9gPc2X1tMCZ-Nj2KrPqKSmkLcKumwqCgQIZ3QcY0NTUiutBNdiQ_GuS09YutZLr4X-kA4WeqRhvD5w1kfnpNowPHXAOZ_K08hv37m4A/s6000/DSC_6101.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj89Htk1bKgsrS3SnnPH1sIPJljIJp-YZq-rsfw9gPc2X1tMCZ-Nj2KrPqKSmkLcKumwqCgQIZ3QcY0NTUiutBNdiQ_GuS09YutZLr4X-kA4WeqRhvD5w1kfnpNowPHXAOZ_K08hv37m4A/w133-h200/DSC_6101.JPG" width="133" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgs6yqZp5QPA1LaiXJOt3hjRxszjf5CzHcVEa1lyTFhhalVC6DTnYZGKSXMKnci9fQ26VooNwKIniFuo77OGEO0pZBXg_zKEmTqeX1TVYo-bHFdIabYnSk-p_tLLYKkWJFsxRwO4BIz7zo/s6000/DSC_6103.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgs6yqZp5QPA1LaiXJOt3hjRxszjf5CzHcVEa1lyTFhhalVC6DTnYZGKSXMKnci9fQ26VooNwKIniFuo77OGEO0pZBXg_zKEmTqeX1TVYo-bHFdIabYnSk-p_tLLYKkWJFsxRwO4BIz7zo/w133-h200/DSC_6103.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjHET6uPQNZGNkMGcVibAR5MCCU0NBdKRw5N3ZZkRCiWtv2AkE3DXYPo1PCxnAJSP7Duc8UzmQm1fOqBybnJZcjLAYeMgbg5WCIWksGDpIiFdx0iONIlt6e2_TxpbafAzn1TzmZw48wiE/s6000/DSC_6096.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjHET6uPQNZGNkMGcVibAR5MCCU0NBdKRw5N3ZZkRCiWtv2AkE3DXYPo1PCxnAJSP7Duc8UzmQm1fOqBybnJZcjLAYeMgbg5WCIWksGDpIiFdx0iONIlt6e2_TxpbafAzn1TzmZw48wiE/w133-h200/DSC_6096.JPG" width="133" /></a><br /><br /></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Nosy
Be tiene historia y, como Diego Suárez, fue refugio de navegantes indios y
comerciantes árabes antes de la llegada del colonialismo francés. Por su costa,
y un puerto más que atractivo, tanto desde el punto de vista geoestratégico
como paradisiaco, no extraña que fuera la primera zona ocupada por los
franceses, su puerta a <st1:personname productid="la Isla" w:st="on">la Isla</st1:personname>
y la ventana a un comercio por el Índico y Europa, que transformó en poco
tiempo su territorio. En cuestión de pocos años, un tapiz de campos de café,
sésamo, pimienta y cañas de azúcar cubrió, para el jolgorio de los buques
mercantes europeos, unas tierras que hasta ese momento habían vivido de la
pesca y la recogida de las bendiciones del mar, cuando no de escenario de
reuniones y residencia de piratas y corsarios. Pero todo eso es ya historia,
desde el comercio colonial y los míticos piratas a la sencilla vida de los
pescadores al atardecer. Hoy Nosy Be es algo diferente. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Como
resultado de una mezcla extraña de la necesidad de ingresos y crecimiento
económico de la población malgache local, y el interés por explotar la zona de
avispados empresarios franceses e italianos, bajo el lema de la búsqueda de
paraísos perdidos, gran parte de la costa, o al menos de la que yo visito, se
ha visto transformada por las infraestructuras (hoteles, embarcaderos)
necesarios para acoger a la población extranjera que busca estos rincones
paradisíacos. Por ahora no parece ser un turismo industrial, ni a enorme
escala, pero sí lo suficiente como para ir alterando poco a poco una fisonomía
virgen y local. Como leí en un relato de Mayte Toca, en las esponjosas orillas
donde antes descansaban los moluscos con la panza al sol, ahora se tumban los
turistas italianos o franceses mientras esperan su turno para comer el mejor <i style="mso-bidi-font-style: normal;">proscruitto </i>traído directamente de la madre
patria. Junto al turismo, su principal actividad económica es el cultivo y
exportación del aceite de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">ylang-ylang</i>,
una flor cuyo aroma es parte fundamental de exquisitos perfumes franceses, como
los de la marca Dior. Por eso a Nosy Be se la llama la isla de los perfumes. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Quizás
todo esto sea lo que hay detrás del cambio que me parece apreciar en los
malgaches del norte. Porque no sólo cambia el paisaje entre las montañas y la
costa, o así me parece intuir cuando observo la mirada descarada de los jóvenes
o la luminosidad en los ojos de los niños. Pero tampoco nos dejemos llevar por
una visión pesimista, nada más lejos de la realidad. La costa norte que linda
con el canal de Mozambique, presenta una barrera de coral de más de mil
kilómetros de longitud, que sirve de muralla para proteger a miles de especies
animales y vegetales. Y en ella continúa viva una naturaleza salvaje. Continúan
las alargadas playas de finísima arena, acariciada por el vaivén de olas de
aguas verdes y azuladas, con la transparencia y el brillo de esas descripciones
de las novelas de aventuras de Salgari o los cómics de Hugo Pratt. Continúa el
verde salvaje de sus árboles, refugio de camaleones, o la tranquilidad de
aisladas calas e islas donde pequeñas tortugas ven la luz y luchan por llegar
al mar. No ha dejado de ser un paraíso natural, el Caribe estilo malgache. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Así
que, donde la tierra roja da paso a la arena blanca, avanzamos hasta la playa
de Madirokely. Allí se encuentra un coqueto hotel de madera, que alberga la oficina
que nos va a proporcionar un velero para los siguientes días, un barco antiguo
de madera de tradición árabe. Pronto conocemos a Nicolás, el dueño francés del hotel
y el velero, organizador de decenas de actividades para los viajeros europeos,
fundamentalmente franceses e italianos, que llegan a esta costa. Es un hombre
alto, seguro en sus gestos, pero con cierto autoritarismo (imagino que
imprescindible para sobrevivir más de 20 años peleando con la población local)
y que da la impresión de haber bebido y fumado de más la noche anterior.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgAmQq7iSA72kOuNUrtctLGBEV7RsC47s9OSAZrB7aCUj5rRKXaMdcsJek3n-FWQqNf2E41FyU7i4H3cNMDbSDGl6I4IZpGH8B_yaYadgbS4rPvBRiHs0REhozxyRB8ZkOLiBJasKgsr9g/s1600/DSC_6112.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgAmQq7iSA72kOuNUrtctLGBEV7RsC47s9OSAZrB7aCUj5rRKXaMdcsJek3n-FWQqNf2E41FyU7i4H3cNMDbSDGl6I4IZpGH8B_yaYadgbS4rPvBRiHs0REhozxyRB8ZkOLiBJasKgsr9g/s320/DSC_6112.jpg" width="320" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Nuestro
barco, bautizado con el nombre <i>Karakory,</i> resulta ser un antiguo carguero
para el tráfico de maderas, reformado, que mantiene la apariencia de los
antiguos <i>dhows </i>árabes que surcaron estas mismas aguas del Índico y el
canal de Mozambique siglos atrás. Desde el primer momento que lo avisto,
fondeando en la playa, aún sin su vela mayor desplegada, tranquilo y mecido por
las suaves olas que bañan a los turistas europeos, una emoción nerviosa, casi
infantil, me estremece el cuerpo, me activa. Siento que va a ser un hogar
especial para los próximos días, en que navegaremos por la costa noreste de <st1:personname productid="la Grand Terre." w:st="on">la <i>Grand Terre</i>.</st1:personname> Y
no me equivoco, quizás me quedo corto en mis expectativas. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Cómo
no quedarse corto cuando nada más subir a él, la pequeña tripulación <i>sakalava</i>
que va a ser nuestra familia los próximos días, nos recibe con un almuerzo de
buñuelos, piña, papaya, ron <i>arrangé, </i>té…. Empezamos a surcar el mar, y
con el viento húmedo acariciando mi rostro, tumbado en la proa, al sol, creo
que estoy en el paraíso. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Dice Joseph
Conrad que el placer de ver una embarcación pequeña navegar por entre las
grandes olas es cosa que no ofrece duda para aquel cuya alma no tiene morada en
la tierra. No sé aún dónde tengo mi alma, pero si es curioso cómo en un viaje,
a veces, uno parece abandonarse al camino, ajeno a la ruta. En otras ocasiones
he vivido pendiente del mapa, de la ruta prefijada por el guía, marcando cada
una de las etapas en mi diario de piel, en una especia de liturgia, quizás como
una forma de anclarme en la tierra que pisaba, de afianzar mi camino. Y en
otros momentos, como ahora, me embarco en un <i>dhow</i> de madera del que solo
conozco el nombre (<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Karakory</i>), con una
tripulación que me es desconocida (pero que te hacen sentir uno de ellos), y un
rumbo incierto más allá de vadear la costa. En este caso el por qué está claro,
no hace falta más que pasear la mirada por las aguas cristalinas y acariciar la
madera de nuestra embarcación para que todos mis sentidos se alineen en la
necesidad de abandonarme, en dejarme llevar. Y también está Valentina, siempre
Valentina. Nuestra brújula.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Emociona
observarla, agarrada al mástil, mirando al mar fijamente, con unos ojos que
parecen ver más allá del horizonte azul. Su pequeño cuerpo transmite tanta
fuerza que uno no duda que, pese a ser joven, lleva mucho mundo a sus espaldas.
Su sonrisa perpetua, su entusiasmo, ha sido el corazón que ha dado vida a esta
expedición, el motor que nos ha hecho girar. Verla ahora, absorta en unos
pensamientos que me gustaría adivinar, dejando libres los mechones rubios que
bailan alrededor de su rostro al compás de la brisa, me da la certeza de que
lleva también cicatrices, que quizás son la base de su fuerza. Como si intuyera
lo que estoy pensando, lo que dibujo en palabras en mi diario, a la sombra del
mismo mástil en que se apoya, me dirige una mirada frágil, sincera, de la que
se desprende tanta sensibilidad que la sonrisa que le ofrezco a cambio me
parece un pobre regalo. Y solo puedo dar gracias por tenerla de brújula. Y
espero que amiga. Me gustaría. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIPCxNiu3UFhN1zydRqN6in4sox4lFByRorlQx5rhyRKIWfZ4hSDbCahBu1AgNEi-PNQOjplVKd1bTopTFlsc8KjmMkf05isiARxRtb4zyCIjv3ZyMv6wWuTzfDDR1oUDWq-jWse389Do/s6000/DSC_6306.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIPCxNiu3UFhN1zydRqN6in4sox4lFByRorlQx5rhyRKIWfZ4hSDbCahBu1AgNEi-PNQOjplVKd1bTopTFlsc8KjmMkf05isiARxRtb4zyCIjv3ZyMv6wWuTzfDDR1oUDWq-jWse389Do/s320/DSC_6306.JPG" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El
viento nos guía, si, pero también una tripulación que en cuestión de horas ya
forma parte del grupo. Todo parece fácil, y es fácil asimilarlo: el olor a
salitre, comer fruta con la mirada perdida en el horizonte, los mejores mojitos
del mundo; bucear como un intrépido Cousteau en un mar turquesa transparente,
entre corales, estrellas de mar, anémonas, tortugas y peces tropicales de miles
de colores, cambiantes como los de un camaleón; las siestas sobre alfombras a
la sombra del mástil y mecido por el mar. Cada tarde abandonamos el barco, que
queda fondeando a una distancia prudencial, para montar tiendas de campaña en
la costa, en playas salvajes o desembocaduras de pequeños ríos y canales. Me
faltan palabras para intentar describir los atardeceres y amaneceres que a los
pies de mi tienda de campaña o en la lona de arpillera que tendemos para cenar
y desayunar sobre la fina arena, podemos contemplar. Colores imposibles de
atrapar en la cámara, a no ser que tengas la pericia de nuestro querido Vicenç,
suelen venir acompañados del rumor de las pequeñas aldeas cercanas. No son más
que una agrupación de humildes y toscas cabañas, delimitadas por cercados y, en
las más grandes, una edificación rectangular que funciona de escuela para los
niños de la zona. Nuestra llegada, como la de otros turistas que visitaban la
costa en embarcaciones, normalmente es recibida con alegría y cada vez menos
curiosidad. No es raro verlos con ropa que los extranjeros dejan como regalo. No
es difícil intuir los caminos que el contacto continuo con el turismo puede
construir. Pero uno procura no pensar en eso.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Las visitamos,
rompiendo su rutina de pesca y construcción de piraguas de madera, hechas con
troncos vaciados a golpe de hacha (las mismas embarcaciones que usaron sus
antepasados hace dos mil años para llegar desde Asia), en busca de agua dulce
para la comida y una breve ducha rodeada de mosquitos. Son como pequeñas islas
dentro de la isla, al margen de todo y de todos. Autosuficientes, con sus
pozos, sus chozas de palma y vallados endebles que marcan el límite entre la
aldea y el camino, entre la aldea y el mar, entre la aldea y todo lo de fuera,
incluido nosotros. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6LEEQkpE4pWZuzxB5B2-W5LLje7EMVnrz-8pd2BB6ubKoVhrG5SOftMtr7iPlYriyTAcjTx5mqt4CS9haBnC9SiQRjnEQlz8KootZslHfHTkBJ6mJqL4ikYIo9M0eHs8mfT25FmzBO9g/s6000/DSC_6118.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6LEEQkpE4pWZuzxB5B2-W5LLje7EMVnrz-8pd2BB6ubKoVhrG5SOftMtr7iPlYriyTAcjTx5mqt4CS9haBnC9SiQRjnEQlz8KootZslHfHTkBJ6mJqL4ikYIo9M0eHs8mfT25FmzBO9g/w200-h133/DSC_6118.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUprpEntd-YIxzd4WDI1U9zEcTyFTww5M9s3IzlqISqTDzrjJvV2SGjVBkSavc6_IMyXNiAGRe4n2OWvnWTy0Ou803OgIGoNkrLZlBpZugbYa8d-lpsGer-WdDRIPWApz2rJNBotbUUL8/s6000/DSC_6119.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUprpEntd-YIxzd4WDI1U9zEcTyFTww5M9s3IzlqISqTDzrjJvV2SGjVBkSavc6_IMyXNiAGRe4n2OWvnWTy0Ou803OgIGoNkrLZlBpZugbYa8d-lpsGer-WdDRIPWApz2rJNBotbUUL8/w200-h133/DSC_6119.JPG" width="200" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgCcUMTp82Sr_WHRn5inJ2ZB42WdcuX81H1bE4K-HgA5whKpi_zBOTAlOyTQwaull-uFBGqmzmtGBEHQ5uxYL-M8yrPk9VFzf_g5Y6-BzF3lwiHLnXRZBfo_4Ay_qEmQC7J7J9Ug4OzKdI/s6000/DSC_6133.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgCcUMTp82Sr_WHRn5inJ2ZB42WdcuX81H1bE4K-HgA5whKpi_zBOTAlOyTQwaull-uFBGqmzmtGBEHQ5uxYL-M8yrPk9VFzf_g5Y6-BzF3lwiHLnXRZBfo_4Ay_qEmQC7J7J9Ug4OzKdI/w200-h133/DSC_6133.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3He4MMlutILxM4fRpdWk0IxLy-tJes3VNyNz6usqbmFC2Kp_Z9oBsmzbgneEEgN1kIKm1rdiJNqvHh5yJJi_E3Ebv0iJbHWWhdwaEq1KlTKdydO5-Fw8kVn21_Akala17Mcux8Y4dN9c/s6000/DSC_6132.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3He4MMlutILxM4fRpdWk0IxLy-tJes3VNyNz6usqbmFC2Kp_Z9oBsmzbgneEEgN1kIKm1rdiJNqvHh5yJJi_E3Ebv0iJbHWWhdwaEq1KlTKdydO5-Fw8kVn21_Akala17Mcux8Y4dN9c/w133-h200/DSC_6132.JPG" width="133" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Con
la tripulación aprendo que a nuestra embarcación la denominan <i>boutre, </i>que
recuerda mucho a las antiguas embarcaciones indo-árabes swahili de la costa de
África del Este, la misma familia que los <i>dhows</i>. Y que los indios <i>bohras</i>
(originarios de Bombay) alcanzaron esta aguas junto a portugueses y piratas,
para introducir especias, pimienta, <i>ylang ylang</i>, que le otorgaron el
sobrenombre de <i>Nosy Manitra </i>(la isla de los perfumes). Y que el los
cangrejos, el arroz con gambas y pato nunca ha estado tan bueno como en una
salsa de coco guisada en alta mar.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">La fogata de
la tripulación, y pequeños faroles que iluminan nuestra esterilla de rafia
común y el camino a las tiendas, no impiden que cada noche, cuando las nubes lo
permiten, las estrellas salpiquen el cielo. Son noches en playas sin nombre, o
con nombres que no recuerdo, donde me cuesta escribir, parece que solo intento
plasmar susurros arrancados al viento. Y siempre acabo vencido, oyendo la
respiración acompasada, constante, de Pacopé, mi compañero de tienda,
abandonándome al sueño, con la promesa de un alba que me ofrezca su historia.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgADu9Xwk82yAWiVm5nP-lML0mF2Mj1CQ5wDHBxAp9CXYfLGWGYQl7n-iJGiGZ_t_DaGWKAt_dFNNLfRGO3-Q_adGI7zmEFh2NH7M2i3Gi0ejFNswaAdvGaBP9RHg3eVG3VxvHUGgi5Eyg/s6000/DSC_6140.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgADu9Xwk82yAWiVm5nP-lML0mF2Mj1CQ5wDHBxAp9CXYfLGWGYQl7n-iJGiGZ_t_DaGWKAt_dFNNLfRGO3-Q_adGI7zmEFh2NH7M2i3Gi0ejFNswaAdvGaBP9RHg3eVG3VxvHUGgi5Eyg/s320/DSC_6140.JPG" width="320" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Por
la mañana, tras ver amanecer desde mi tienda, me gusta caminar siguiendo las
huellas de algún compañero que ha madrugado más que yo. Me entretengo siguiendo
su rastro, dejando templar mi cabello por los primeros rayos de sol. Lucho por
perseguir su ruta antes que la espuma de mar juegue a borrarme el mapa, y
sonrío cuando alcanzo a ver, en el horizonte de la playa, su rostro, que suele
ser el de Miriam, quien me de devuelve la sonrisa y me tiende su mano para
acercarme a ella. Y hablamos, mucho, conversaciones que cimentan una amistad,
que ambos sabemos que perdurará, tenemos esa intuición, bendecida por las olas
del Índico que bañan nuestros pies. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtdtWm1x_bJBDfzjM-mJYMOffDtjfMly4C_qynKtoUsP3ijLqyhY94lOlLuVA4zxj7mbSD0yxdAqGODXX_iKB3dbdMAm36X8P-fsDCH50GkTh7XND9pgvIDMTaFUGAVTXfcXGf3t8qd9g/s6000/DSC_6303.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtdtWm1x_bJBDfzjM-mJYMOffDtjfMly4C_qynKtoUsP3ijLqyhY94lOlLuVA4zxj7mbSD0yxdAqGODXX_iKB3dbdMAm36X8P-fsDCH50GkTh7XND9pgvIDMTaFUGAVTXfcXGf3t8qd9g/s320/DSC_6303.JPG" width="320" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Los
días se suceden como en un ensueño, y una mañana, siguiendo la estela de
tortugas peregrinas nadando, alcanzamos <i>Nosy Iranja </i>(Isla Tortuga),
cerca del canal de Mozambique, al suroeste de Andilana. Fondeamos a una
distancia prudencial de la playa, lo suficiente para que algunos se lancen a
nado. Abro bien los ojos, porque no parece una imagen real. Ante nosotros lo más
parecido a un paraíso que uno puede imaginar: dos pequeñas islas unidas por un
banco de arena fina de <st1:metricconverter productid="50 metros" w:st="on">50
metros</st1:metricconverter> de ancho, que tan solo se puede atravesar con
marea baja. Un pequeño faro como escala a tanta grandeza. Un agua cristalina,
que oscila entre el azul perfecto y el verde translúcido, una arena blanquísima
donde caminar es más que caminar, un juego pausado sobre el que dejar huellas
sin que el mar borre tu paso, recoger conchas de formas caprichosas o encontrar
una pequeña tortuga recién nacida a la que provocar un paro cardiaco al alzarla
para acariciarla, y luego ayudarla a alcanzar el mar, viéndola navegar con la
bravura de sus pocas horas de vida hasta perderse en la inmensidad del azul.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhiYIS_WKbGLRT5wP-PRNb4bQ6bwBL8TRMaC8xPdOnoWpdDLsfS5B1tGfWFevYHdcfLnluz69JYnJJ2hb20foxuk9nKPJi1h6VZgT_neRcutXxzUeGTS5sFO_3jDqOtrBGqh3xKAg0WMLo/s6000/DSC_6172.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhiYIS_WKbGLRT5wP-PRNb4bQ6bwBL8TRMaC8xPdOnoWpdDLsfS5B1tGfWFevYHdcfLnluz69JYnJJ2hb20foxuk9nKPJi1h6VZgT_neRcutXxzUeGTS5sFO_3jDqOtrBGqh3xKAg0WMLo/w200-h133/DSC_6172.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi34NrA7CRmNqCcBT6PRjuV5FUti0D6MVWnMclM6w70Lie3z_UhkYxhO7s4UrKVYyfA2OnL0eXPp1-4JjHelF9zBuF6s2A2Sv4eYd76INIIJ0VVNzf59EGns4Q4KxU_9kgLdj3_nU8eO9w/s6000/DSC_6178.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi34NrA7CRmNqCcBT6PRjuV5FUti0D6MVWnMclM6w70Lie3z_UhkYxhO7s4UrKVYyfA2OnL0eXPp1-4JjHelF9zBuF6s2A2Sv4eYd76INIIJ0VVNzf59EGns4Q4KxU_9kgLdj3_nU8eO9w/w200-h133/DSC_6178.JPG" width="200" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggqmySFx8imaRDb0wqIBmSf5UsaGlrvnGMGHdqWJl2hVlLfq14CqvAOTTzyzFwHZW7pVq1q94F3Q_SuorYXFXw_3j1DRj2AUatc_KA6a9WelAFGKG_lvGNSnunqKrB_OvISzznmveHB_I/s6000/DSC_6181.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggqmySFx8imaRDb0wqIBmSf5UsaGlrvnGMGHdqWJl2hVlLfq14CqvAOTTzyzFwHZW7pVq1q94F3Q_SuorYXFXw_3j1DRj2AUatc_KA6a9WelAFGKG_lvGNSnunqKrB_OvISzznmveHB_I/w133-h200/DSC_6181.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWz3Nw9OToOJahhT9G8wKmYcaywzCleL8PRkZUsXMogHlaM7mFsLWsW3xxTCGe4OkwHdC7lfZRinUg_xEJWquFogJITDzM5VikKX_0ZkResvh-cUARZN493T0b3NCp-pl8GCm353Lq6qM/s6000/DSC_6182.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWz3Nw9OToOJahhT9G8wKmYcaywzCleL8PRkZUsXMogHlaM7mFsLWsW3xxTCGe4OkwHdC7lfZRinUg_xEJWquFogJITDzM5VikKX_0ZkResvh-cUARZN493T0b3NCp-pl8GCm353Lq6qM/w133-h200/DSC_6182.JPG" width="133" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">No es extraño,
a este lugar vienen por las noches las tortugas a depositar sus huevos en la
orilla de la isla más pequeña. Los turistas más afortunados pueden alojarse en
una construcción antigua que se ha reconvertido en hotel, y pasar la noche en
este paraíso natural, Y aunque nosotros no cambiaríamos nuestro velero y
nuestras noches en tienda de campaña en playas perdidas, no podemos dejar de
admirar la belleza del lugar mientras caminamos hacia el faro que está en la
isla grande. Fue construido en 1909, por Gustave Eiffel durante el período
colonial, la misma época en que diseñó nuestro hotel de Tana. Poco a poco, van
llegando lanchas y barcos con viajeros como nosotros, y antes de vernos
rodeados por una marea humana, acostumbrados estos días a la ausencia del mundo
occidental, aprovechamos los últimos minutos para saltar en grupo e
inmortalizar el momento en nuestras cámaras. En este instante uno parece
inmerso en una zona sin cartografiar, ajena todo lo conocido. Cuando subimos a
nuestro <i>Karakory </i>llevamos en nuestros labios la sal de <i>Nosy Iranja</i>,
y embrujados aún por su belleza salvaje, arriamos velas, no importa hacia
dónde. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgu3V6CVdocrZRk-1o6XUD_lBYyOWYBPgcYKtdouDUgub9PZsHKnFDwRVIIQWhYUubJVRdN42XcTs3bplcWAUpOe0LbqZ1iMCRqkDYNV5GbPPdxjt22OvcLoX0MWearF2zUauiHrahgOz0/s1600/DSC_6158.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="898" data-original-width="1600" height="112" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgu3V6CVdocrZRk-1o6XUD_lBYyOWYBPgcYKtdouDUgub9PZsHKnFDwRVIIQWhYUubJVRdN42XcTs3bplcWAUpOe0LbqZ1iMCRqkDYNV5GbPPdxjt22OvcLoX0MWearF2zUauiHrahgOz0/w200-h112/DSC_6158.jpg" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjerhfVDVculHzgkWLcmPlXdKWjHemFVNz-usN5u8bLlw-SRO9kSn1gr-m_T2oeKFp8wSlGtue14Psd7ORRMbda4BgKUnCDJpDseB4lNKnTBxtFijX9VuWlFbuad9NaU2uJCKkYUxNC1ak/s1600/DSC_6185.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjerhfVDVculHzgkWLcmPlXdKWjHemFVNz-usN5u8bLlw-SRO9kSn1gr-m_T2oeKFp8wSlGtue14Psd7ORRMbda4BgKUnCDJpDseB4lNKnTBxtFijX9VuWlFbuad9NaU2uJCKkYUxNC1ak/w200-h150/DSC_6185.jpg" width="200" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Pero
el alba quiere cumplir su promesa, y en este mar antiguo, escenario de tantas
leyendas y misterios, nos regala el inesperado paso de las ballenas jorobadas. Los
marineros avisan, todos callamos, precipitados en la proa, cuerpo contra
cuerpo, con ojos nerviosos en busca de lomos y aletas que surgen
caprichosamente del agua. Nos parece intuir, entre el batir del océano, el
resoplar de chorros de agua, el sonido de un canto ancestral, salvaje. Estos
mamíferos, uno de los más grandes del planeta, acuden al canal entre <st1:personname productid="la Gran Isla" w:st="on"><st1:personname productid="la Gran" w:st="on">la
Gran</st1:personname> Isla</st1:personname> y los archipiélagos de la costa
para dar a luz, después de un largo viaje a través de los océanos desde <st1:personname productid="la Ant£rtida. La" w:st="on"><st1:personname productid="la Ant£rtida." w:st="on">la Antártida.</st1:personname> La</st1:personname> calidez de las aguas
y la abundancia en plancton es suficiente atractivo. Su canto, que se escucha
claro bajo el agua, es un recuerdo hermoso que nos va a acompañar toda la vida.
Esta migración es uno de los grandes espectáculos de la naturaleza, y ser
testigo de ella, del acompañamiento de las madres y sus ballenatos, sobrepasa
cualquier historia que pudiera contar. Ahí quedan las lágrimas furtivas que
escapan sobre nuestras mejillas, para hacer homenaje a la libertad que ofrece
la naturaleza. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLDhmJAwV2eW_WylqsQ9mBS1Oc-fH2wULXmL1XOqsqJ6IFIPVjwJyZWCKJivC84r_yIR2H8Iyad9hwX6rNAkmG7Hm4B300u3U7AgCiPQNM-zDEUAiRxWQt7n261xM9-HQXM1lVta3o860/s6000/DSC_6235.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLDhmJAwV2eW_WylqsQ9mBS1Oc-fH2wULXmL1XOqsqJ6IFIPVjwJyZWCKJivC84r_yIR2H8Iyad9hwX6rNAkmG7Hm4B300u3U7AgCiPQNM-zDEUAiRxWQt7n261xM9-HQXM1lVta3o860/w200-h133/DSC_6235.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTbGza1CEW73UsXOkXoHhbcIzpPccmOOh4_TqeOif43gK7Vah7FQ0UyyiX4fj3RaJW_3tIpLDuZONHS4WMJm4UwwTNcRts7ITfThmm0DsR1rGp2XPA9uml5u3H9S6GN7DuNk1DadinCCU/s2048/DSC_6224+%25282%2529.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1362" data-original-width="2048" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTbGza1CEW73UsXOkXoHhbcIzpPccmOOh4_TqeOif43gK7Vah7FQ0UyyiX4fj3RaJW_3tIpLDuZONHS4WMJm4UwwTNcRts7ITfThmm0DsR1rGp2XPA9uml5u3H9S6GN7DuNk1DadinCCU/w200-h133/DSC_6224+%25282%2529.JPG" width="200" /></a></div><br /> <o:p></o:p><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Es hora de
fijar nuestro último campamento, en el canal de Anbariomena. Sobre raíces de
manglares asomando entre la arena, aprovechamos una estructura con suelo de
madera y techado de paja. A su alrededor, protegidos del viento, instalamos
nuestras tiendas. Cuando llega la noche, al amparo de la bajamar, la población
sakalava de una aldea cercana, a la que regalamos camisetas, medicamentos, y
todo aquello que les pueda servir, nos organiza una velada musical, con
instrumentos tradicionales y bailes, a los que nos sumamos entusiasmados entre
el griterío de los más pequeños. Al anochecer, el silencio se ve interrumpido
por el rumor de los pies descalzos que a través de la orilla se acercan a
nuestras tiendas. La timidez va mutando a la expectación conforme empiezan los
primeros acordes de la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">vahila </i>malgache
(guitarra de bambú).<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>La
felicidad tiene ritmo de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">vahila</i> bajo
un cielo salpicado de estrellas. Un ritmo que se siente africano, donde los
cantos, la cuerda y la percusión, te conduce a bailar por mucho que uno se
resista. Es fácil que alguien, un niño, una mujer, un compañero, te tome la
mano y te invite a una danza cuyo ritual, bajo las estrellas, es reencontrarse
con el sentido del viaje. En un momento dado, uno de los marineros, Thierry,
comparte conmigo su cigarro de marihuana, y a pesar de que no suelo fumar, me
abandono a la conversación y la complicidad. En un vocabulario que rescata
palabras aisladas del inglés, el francés y la gestualidad, me habla de su
tierra, de sus sueños de futuro. Me pregunta por mi país, por mis sueños. Y
entiendo que no se necesita más que unas pequeñas caladas compartidas para
dibujar una amistad.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEganA9ZxCKCJF4E0SSgYfF672OZ_0RKZkW4gt__hteNYFyn9UXqr6rYDYRxmDIj75cIXX8rzA1Q8UouMdfRJuk9PExsWUibO7nrcS9z18R6319_cb0C3G5fPgEsmRnLA20QniayLSqFKpU/s6000/DSC_6261.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEganA9ZxCKCJF4E0SSgYfF672OZ_0RKZkW4gt__hteNYFyn9UXqr6rYDYRxmDIj75cIXX8rzA1Q8UouMdfRJuk9PExsWUibO7nrcS9z18R6319_cb0C3G5fPgEsmRnLA20QniayLSqFKpU/w200-h133/DSC_6261.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjG56L5ZeBLmcraP_65vHX9W-_FSeP15owcBFdOvCAQoggxJcaQHXwkbkA6qcHnNkBqOSCZslISI0x9tx9kHnXZDaGgd11i8tj_FJAtOgssnv0TmYIrdK9RlxveYU9elupr8-TELdnf5XU/s6000/DSC_6262.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjG56L5ZeBLmcraP_65vHX9W-_FSeP15owcBFdOvCAQoggxJcaQHXwkbkA6qcHnNkBqOSCZslISI0x9tx9kHnXZDaGgd11i8tj_FJAtOgssnv0TmYIrdK9RlxveYU9elupr8-TELdnf5XU/w200-h133/DSC_6262.JPG" width="200" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Cuando
todo acaba y nuestros alegres invitados se retiran a su aldea mientras mis
compañeros se abandonan al sueño reparador en sus sacos de dormir, salgo en
silencio de mi tienda y me dirijo a la orilla, a tan solo unos pocos metros. El
rumor de las olas deshaciéndose en la arena y la silueta de una mujer
difuminándose hasta desaparecer en la oscuridad atraen mi atención. Me siento
lentamente en la arena y dejo pasar los minutos, respirando profundamente. No
quiero dormirme sin estar seguro que las sensaciones de las últimas horas van a
quedar a buen recaudo en mi memoria. Y solo el mar puede darme la fuerza
necesaria para guardar, más allá de mi diario, todo lo que un corazón se ve
desbordado por amarrar. Como escribe Némirovsky, no se puede ser infeliz cuando
se tiene esto: el olor del mar, la arena bajo los dedos, el aire, el viento.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>A
la mañana siguiente la palabra que más oigo es <i>vezo. </i><i style="mso-bidi-font-style: normal;">Vezo</i> significa vivir con el mar. Lo que
han hecho durante generaciones muchos poblados de la costa norte de Madagascar,
donde el mar, el océano, es fuente de vida. Y <i>vezo </i>es la palabra que me
tatúo en cada poro de mi piel. Viviendo con el mar, mientras recogemos el campamento,
Jesús y yo jugamos a dibujarles cosas a los niños del poblado en hojas de mi
diario, que guardan como tesoros entre narices mocosas y sonrisas de dientes
blanquísimos. Hoy aún me gusta pensar que esas hojas siguen guardadas en algún
rincón de la aldea, junto al mar, como una parte de mi que siempre será <i>vezo.<o:p></o:p></i></p><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXBKyWJD3cr_PGb6OQ4GrZ6l0T3Rr07dQ3SYs1bicn4SgJ6qxAbEX8HSXL-37ACgif0H2LjjALMJ9ndFIkVlLBQgnJdOhdPyn6dwCRfti9js0D7j_RHQyEQpLkjFCFyW0b07BN0qVCwJA/s6000/DSC_6256.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXBKyWJD3cr_PGb6OQ4GrZ6l0T3Rr07dQ3SYs1bicn4SgJ6qxAbEX8HSXL-37ACgif0H2LjjALMJ9ndFIkVlLBQgnJdOhdPyn6dwCRfti9js0D7j_RHQyEQpLkjFCFyW0b07BN0qVCwJA/w133-h200/DSC_6256.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNAtKTXO7mTxKA6MqsdwBnEQn-YGa05LGPsDPgDOuhJgLuiPFXBPJM3vqNs86A3nKEO5t1NsD-AQb8SbBa-9DdQqIiWt3uAVswNSaLXd3sQJnr7yx2AhNdqnbULGWoiID2nmYHj3j6FYw/s6000/DSC_6259.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNAtKTXO7mTxKA6MqsdwBnEQn-YGa05LGPsDPgDOuhJgLuiPFXBPJM3vqNs86A3nKEO5t1NsD-AQb8SbBa-9DdQqIiWt3uAVswNSaLXd3sQJnr7yx2AhNdqnbULGWoiID2nmYHj3j6FYw/w200-h133/DSC_6259.JPG" width="200" /></a></div><br /><i><br /></i><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Ya
en el <i>Karakory</i> ponemos rumbo a <st1:personname productid="la Baie" w:st="on">la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Baie</i></st1:personname><i style="mso-bidi-font-style: normal;"> des Russes, </i><span style="mso-bidi-font-style: italic;">donde buceamos entre </span>increíbles corales y fauna marina, último
recuerdo de la tierra de los Sakalava. Alcanzamos la orilla nadando, ya nos sentimos
ágiles, quizás el sol y la sal han hecho su papel y nos han transformado en
seres de arena y mar. Mientras paseamos por la orilla, recogiendo conchas ante
la indiferencia de un pequeño que juega con su barco de madera, Guada, Susana y
yo, daríamos parte de nuestra vida por continuar unos días más en nuestro
periplo costero. Es la nostalgia que invade el cuerpo de cualquiera en los
últimos momentos de estancia en un sitio que te ha hecho feliz.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4_J60K18I86jJl91P9hzZPJ4MDbV03cMaMuSDJu1ae5KsCLW1XBBqNATZfwpePMgWMzsV-TdAKTlAKq7W6biIgnaY29oOSPgj-mRCcVkJjGxGiPU0MAnATcvr6Te92QdVD4nnR5XNBdo/s6000/DSC_6147.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4_J60K18I86jJl91P9hzZPJ4MDbV03cMaMuSDJu1ae5KsCLW1XBBqNATZfwpePMgWMzsV-TdAKTlAKq7W6biIgnaY29oOSPgj-mRCcVkJjGxGiPU0MAnATcvr6Te92QdVD4nnR5XNBdo/w200-h133/DSC_6147.JPG" width="200" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br />De nuevo en el
barco, las medias sonrisas, las palabras cortas, la falta de ánimo que acompaña
el regreso, no es el mejor de los escenarios. Para paliarlo, la tripulación nos
hace un pequeño regalo parando el motor, desplegando la vela y así poder
experimentar la navegación tradicional. Impresiona verlos izar el velamen, y
navegar impulsados únicamente por la brisa del mar. La tristeza se torna en
alegría, y nos dejamos llevar por las canciones y bailes de la tripulación.
Llevan cantando toda la mañana porque regresan a su casa, Nosy Be. Nosotros
cantamos por otra cosa, por los regalos que la vida pone en el camino. De esta
guisa, entre bailes y cánticos, llegamos a la playa de Madirokely, fin de
nuestra pequeña aventura marina. No puede haber mejor despedida para el que ha
sido nuestro hogar los últimos días.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivrEl9DzVbbLhthmOqPPXlOxIXzAqtdrmk0pQiTv80BuSBBPG7S33J9Fmtci48gS2jtdhaWAYDxFn0S_3oS4EgBsJ4DfaSg0SNny6NXOrWdiKqa9hvxBRShbL-xg82pETYOG0scbOSXR4/s6000/DSC_6294.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivrEl9DzVbbLhthmOqPPXlOxIXzAqtdrmk0pQiTv80BuSBBPG7S33J9Fmtci48gS2jtdhaWAYDxFn0S_3oS4EgBsJ4DfaSg0SNny6NXOrWdiKqa9hvxBRShbL-xg82pETYOG0scbOSXR4/w200-h133/DSC_6294.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyEy4qXMKmczuvLTOZDzDtcNBEVv1sRUZB7W0oYZN03r5LNQuZE-l5Jpj5EZAOyZ9wBCrKDBqq8flLfKizPg8ryT2aHYkaOH0usKB8ugV1-9tMe6qUrwIz9y8Rpv5mLVVQwB3QAH1RVoc/s6000/DSC_6290.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyEy4qXMKmczuvLTOZDzDtcNBEVv1sRUZB7W0oYZN03r5LNQuZE-l5Jpj5EZAOyZ9wBCrKDBqq8flLfKizPg8ryT2aHYkaOH0usKB8ugV1-9tMe6qUrwIz9y8Rpv5mLVVQwB3QAH1RVoc/w200-h133/DSC_6290.JPG" width="200" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdwdBrJXCi2TDApLpq7lJZrreP4fGVNnElvbMxHzRAuZvxdf08M-ZaI1JQvFP07VGnlvo8GLWSbvHZwJc72mJ0xma52LQQWyxjSGZhapWjk3eU9tyiF5Cqo4H48KnOY2IkCbxSaGJzSTE/s6000/DSC_6278.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdwdBrJXCi2TDApLpq7lJZrreP4fGVNnElvbMxHzRAuZvxdf08M-ZaI1JQvFP07VGnlvo8GLWSbvHZwJc72mJ0xma52LQQWyxjSGZhapWjk3eU9tyiF5Cqo4H48KnOY2IkCbxSaGJzSTE/w133-h200/DSC_6278.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjHRd0-1Lc2M-K4oLjf1NFImZSeVrbIfd8XWDioa6MTcQ9vaoGKou7w-Kh7M-MDoLunYnhIYsZyjPy8wIi5uuruF0ek4yGnkHi8UmWc-L7gIJAiI5h9AUBulamCQUcq1jP3Zz1gT6IqXSs/s6000/DSC_6265.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjHRd0-1Lc2M-K4oLjf1NFImZSeVrbIfd8XWDioa6MTcQ9vaoGKou7w-Kh7M-MDoLunYnhIYsZyjPy8wIi5uuruF0ek4yGnkHi8UmWc-L7gIJAiI5h9AUBulamCQUcq1jP3Zz1gT6IqXSs/w200-h133/DSC_6265.JPG" width="200" /></a></div><br /> <o:p></o:p><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Nos espera la
capital de Nosy Be, Hell Ville. Llamada así por el almirante Louis de Hell, en
el pasado fue centro de reunión de piratas y corsarios, pero hoy es poco más
que un gran pueblo con un famoso Mercado Central, bullicioso y repleto de
penetrantes aromas (rafias con forma de cestos o manteles, pequeños cuencos y
cucharas de cuerno de cebú, pimientas salvajes, guindillas, cúrcuma, jengibre,
comino, canela). Sigue visible el pasado francés en los grandes edificios
coloniales de la calle principal, sobre grandes arcadas bajo las que pasean
mujeres con hermosos <i>kisaly </i>(foulard) de colores. Es la ciudad que nos
presenta a Mustafá, la pareja de Valentina, en una tranquila cena que siempre
recordaré por las amables palabras que Miguel nos dirigió por ser sus
compañeros de viaje, y por la visita nocturna a Taxi Be, un local de moda con
micrófono, en el que mal-entonamos más de una canción y celebramos el
cumpleaños de nuestra intrépida doctora Miriam. Pero si Hell Ville queda en mi
recuerdo es por ser el lugar en el que despedimos, en la pequeña terminal del
aeropuerto, a nuestra guía Valentina. No puede existir mejor despedida que la
tradición del aplauso de agradecimiento, que nos enseñó el primer día y que no
hemos cesado de repetir durante todo el mes: desde el descenso del Manambolo,
los trekkings de Marojejy o la navegación del <i>Karakory</i>. Nuestras voces
son una con <i>lamako, avereno </i>y <i>atambaro</i>. Y nuestro agradecimiento
inmenso. Valentina, siempre Valentina, no hay mejor brújula en Madagascar.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgaw8SUoev2QzNbcvjBj4d8wb_ShUNPd02YfW7gkSCtWrPe7x04zlH2D9FK26b04GNIPEAoDxdvRr2AGK6wGYuCK_61AsWOp2ao7_k_SptMhKETag28F7eLeUk1-sHqmEUyXIYCXIdO6cI/s1600/DSC_6304.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgaw8SUoev2QzNbcvjBj4d8wb_ShUNPd02YfW7gkSCtWrPe7x04zlH2D9FK26b04GNIPEAoDxdvRr2AGK6wGYuCK_61AsWOp2ao7_k_SptMhKETag28F7eLeUk1-sHqmEUyXIYCXIdO6cI/w200-h150/DSC_6304.jpg" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9sasFdsRCRCEsF59_MD8Ek8cwEgmIpVbMmCZxhzL_noIk4u84be58tgxban6yK_O-CQnyrs79QBPqarzDXAXo8h5m-uffBCl5nckzBYrR0qgdkXeFrqcQfUqvVR238rfYJQtw1ztBK1w/s1600/DSC_6305.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9sasFdsRCRCEsF59_MD8Ek8cwEgmIpVbMmCZxhzL_noIk4u84be58tgxban6yK_O-CQnyrs79QBPqarzDXAXo8h5m-uffBCl5nckzBYrR0qgdkXeFrqcQfUqvVR238rfYJQtw1ztBK1w/w200-h150/DSC_6305.jpg" width="200" /></a><br /><br /></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Con
el recuerdo de su sonrisa, la rapidez con que se subió al coche para que no la
viéramos llorar, y la sensación de que dejamos atrás algo valioso, subimos al
avión en dirección a Tana, última etapa, esperando disipar entre las nubes el
nudo en la garganta. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">Antananarivo </b>(fin de una expedición).<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>De
nuevo Tana nos recibe abrazada en la noche. Desde la suave elevación en la que
se encuentra nuestro hotel, el Louvre, donde nos espera parte de nuestro
equipaje desde hace quince días, la ciudad respira adormilada, salpicada por
luces tenues que hablan de una vida nocturna que encontrarías si sabes dónde
buscar. Y sí, hay un lugar al que acudir, y que me espera desde hace semanas: <st1:personname productid="La Varangue. En" w:st="on">La Varangue. En</st1:personname> un
pequeño y encantador rincón de una de las callejuelas cercanas a nuestro hotel.
Cenar en el restaurante, de decoración colonial, es como el premio a una
travesía de sudor y hambre: alta cocina europea de fusión francesa-malgache. Una
isla de tranquilidad ante el caos de la ciudad.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Aunque
no sea una ciudad que esté hecha para pasear, no es menos cierto que la vida y
el bullicio transpiran en la mayoría de sus barrios. Por eso a primera hora de
la mañana nos lanzamos a conocer parte de su historia y de su vida. No tenemos
mucho tiempo así que nos desplazamos en el bus entre calles empinadas y un
tráfico desatado. Tras la ventanilla aparecen mercados de puestos frágiles de
carne y verduras, levantados con travesaños desiguales de madera, un plástico
sobre la acera o el barro, frente a decenas de minúsculos locales apenas sin
fondo, donde puedes encontrar prácticamente todo, cualquier objeto de plástico,
carnes, buñuelos de aceite, panaderías, ferreterías, dentistas, peluquerías, …El
olor es a pescado y animales asustados, a fruta madura, a madera y hierba
mojada, a tierra y polvo, ese olor que tan bien conozco a pueblo, a vida. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>El
tiempo, o la política, no ha tratado bien a la ciudad. No queda mucho del
pasado, de la época monárquica, del esplendor de la colonización. Pero lo que
persiste es atractivo. Tras una tercera estancia en la ciudad en este mes de
viaje, es la primera vez que podemos dedicarnos a conocerla un poco más a
fondo. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>En
una ciudad de colinas y escaleras interminables, lo suyo es partir de <st1:personname productid="la Avenida" w:st="on">la Avenida</st1:personname> de <st1:personname productid="la Independencia" w:st="on">la Independencia</st1:personname>, una
enorme y descuidada calle que atraviesa la ciudad. La avenida nace de la
antigua y colonial estación de tren. Se trata de un precioso edificio, de un
estilo que recuerda poderosamente al modernismo francés, y que dejó de cumplir
su función originaria en 1965 para convertirse en una mezcla un poco extraña de
pequeños comercios de recuerdos y centro de exposiciones y oficinas. Desde su
puerta, mirando hacia la ciudad, el caos del tráfico, la suciedad, los
comercios, y unos cuantos edificios impersonales, sobre soportales, entre
pequeños jardines, enmarcan la avenida. <o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglyh2z3SwHbIBC9QPKcmMJtxaeAZSEHNNhPC2JneLFjavIKs0Pxw9p8Gr1bIFZALuYFOKXpCEyeCV8M9rqDh0KPt4AN6UkHZDGuO2TmKYogA_dxlpzzfggTi4Ig3Ob3RU2jDExgWXNY_4/s6000/DSC_6318.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEglyh2z3SwHbIBC9QPKcmMJtxaeAZSEHNNhPC2JneLFjavIKs0Pxw9p8Gr1bIFZALuYFOKXpCEyeCV8M9rqDh0KPt4AN6UkHZDGuO2TmKYogA_dxlpzzfggTi4Ig3Ob3RU2jDExgWXNY_4/s320/DSC_6318.JPG" width="320" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Analamanga,
la colina más alta, con ese nombre que significa “bosque azul” bautizaron sus
primeros habitantes, los vazimbas, a la ciudad. Esta tribu fue perseguida por
un rey, Andrianjaka, que construyó en la cima de esa colina una cabaña que
rodeó de guerreros. Al parecer deseó que el número de guerreros fueran mil, de
ahí que la ciudad empezará a denominarse <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Antananarivo</i>,
“la ciudad de los mil”.Este rey gobernó durante el siglo XVII, y en el lugar de
esa primitiva cabaña se alzaría el Palacio de Rova, sede de una nueva dinastía,
los merina, como símbolo de su poder.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Rova
en malgache significa muralla y hoy en día es conocido como el Palacio de la
Reina: un recinto en el que junto al palacio real se encuentra una necrópolis
real, un templo y una antigua prisión. La denominación de Palacio de la Reina
hace referencia a una conocida reina merina de la primera mitad del siglo XIX,
Ranavalona I, cuya fama deriva de su extrema crueldad (mandó ejecutar a casi la
mitad de la población tanto por cuestiones religiosas como por autoritarismo). Su
descendiente y última reina, Ranavalona III, sin embargo, tornó su fama en
melancolía, al ser derrocada por los franceses en 1897 y enviada al exilio a
Argel durante casi 20 años, como recuerda Marcel Proust.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Poco
puede visitarse de lo que debió ser una majestuosa construcción. Un incendio en
1995, que los habitantes de la ciudad achacan a cuestiones de extremismo
político, arrasó con gran parte de sus estructuras, interiores, en su mayoría
de madera tallada. Si uno se esfuerza, y cambia su mirada, aún puede adivinar
la dignidad de los tiempos en que fue el centro del mundo malgache. Sin
embargo, su ubicación en una de las zonas más altas de la ciudad, permite una
panorámica imponente de la capital, dando mayor sentido al paseo histórico.
Desde allí, recorriendo con la mirada un paisaje que recoge todas las
tonalidades del verde y ocre, no es extraño que un rey anticipara que esta
pequeña colina llevaría a la “ciudad de los mil”.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEih0eyv_ukqGS6Rw_AMfP8WJhRciiCj0MtStuU6XOUApJ-SUYTVCDdC9hgx_N4EHMMs4WHYNwq8nEVgEKzMWZ9KecNqeWxAq4UDJm0a-wE_tE26u_TYiMUo8Nn8jRj4EF0NC8qnJVZaPFE/s6000/DSC_6330.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="6000" data-original-width="4000" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEih0eyv_ukqGS6Rw_AMfP8WJhRciiCj0MtStuU6XOUApJ-SUYTVCDdC9hgx_N4EHMMs4WHYNwq8nEVgEKzMWZ9KecNqeWxAq4UDJm0a-wE_tE26u_TYiMUo8Nn8jRj4EF0NC8qnJVZaPFE/w133-h200/DSC_6330.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhjTQSz6vpdL9SnDSLiU9oC2jjbCwAt6kd_qqPc9C4223RkZTarfj_KtYhYthhrY12zaEigWMCmE2Saz_-deMOnuQvSdOQGaXNvhRDPBD4c8e8mDAW9fCh-vf6HURTdhV4sNOzUE4qyOyc/s6000/DSC_6346.JPG" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4000" data-original-width="6000" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhjTQSz6vpdL9SnDSLiU9oC2jjbCwAt6kd_qqPc9C4223RkZTarfj_KtYhYthhrY12zaEigWMCmE2Saz_-deMOnuQvSdOQGaXNvhRDPBD4c8e8mDAW9fCh-vf6HURTdhV4sNOzUE4qyOyc/w200-h133/DSC_6346.JPG" width="200" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Cerca
de Rova, puedes bucear por el pasado colonial de la capital. El ejemplo más
significativo, que pude avistar abordo del minubus, es el Palacio de
Andafiavaratra, antigua residencia del primer ministro y actualmente museo. De
los demás, decadentes y necesitados de una capa de pintura o una restauración
urgente, poco se puede decir, salvo de <st1:personname productid="la Estacin" w:st="on">la Estación</st1:personname> de Tren de Soarano, al final de <st1:personname productid="la Avenida" w:st="on">la Avenida</st1:personname> de <st1:personname productid="la Independencia. Mantiene" w:st="on">la Independencia. Mantiene</st1:personname>
su hermosa fachada colonial en pie, aunque su interior se ha visto transformado
en algo parecido a un centro comercial. No es grande, lo que permite un paseo
tranquilo y pausado por su interior, así como detenerse en sus pequeñas tiendas
de recuerdos y artesanía local. Y en ese paseo un pensamiento domina mi mirada,
el recuerdo de una época pasada de viajes en tren, como pasajero de un <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Orient Express</i>, que hace que mis ojos
deambulen entre los grandes relojes de madera y metal, la decoración decadente
de los marcos de ventanas y puertas, las fotografías de un pasado perdido que
adornan los muros de la cafetería o el hermoso efecto que crea la luz al
filtrarse en los grandes ventanales, y cuyo juego de luces me lleva a otro
tiempo.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Aunque
desplazarse en minibus me priva de sentir caer en mi cabeza la fina lluvia de
flores desprendidas de los cientos de jacarandas lilas que crecen a lo largo de
la ciudad, al menos permite un desplazamiento más o menos rápido entre los
puntos de interés más lejanos y avistar desde la ventanilla lo que nos perdemos
a pie. Así observamos el mercado de Analakely, en plena ebullición. <span style="mso-bidi-font-weight: bold;">Allí, los rostros del Indico, gente de todas
las etnias, clases y colores, ofrecen lo que tienen, lo que pueden y lo que
deseas. Allí, entre b</span>andejas de rafia, lambas, cuencos de madera,
frutas, verduras, arroz, vainas de vainilla, alguna mariposa disecada, especias
y más especias, sientes que es el mejor lugar donde ver el día a día de la
ciudad y <st1:personname productid="la Isla" w:st="on">la Isla</st1:personname>,
y el que más respira el ambiente africano.<o:p></o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmb1lrhLa4TRrM9STRADKwpxtxXeT1ZwvCSm7WKX_06GTRgpqG7CbXszwZSaULog8sEpbadk4CvA4ZTknl07EZqa-5AB91a70F2WlYgxa8I32gK7vEc9mFX4EWyo22fKXDqjPaaaDd30E/s1024/DSC_6347.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="1024" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmb1lrhLa4TRrM9STRADKwpxtxXeT1ZwvCSm7WKX_06GTRgpqG7CbXszwZSaULog8sEpbadk4CvA4ZTknl07EZqa-5AB91a70F2WlYgxa8I32gK7vEc9mFX4EWyo22fKXDqjPaaaDd30E/s320/DSC_6347.jpg" width="320" /></a></div><br /><p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><br /></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Regresamos
al hotel entre viejos Renault, carros tirados por cebúes transportando leña o
carbón, y tuc-tucs asiáticos; entre la esbeltez de cuerpos africanos envueltos
en telas de colores, y sonrisas fugaces de ojos rasgados, adivinando la huella
aislada de un blanco europeo en perdidos edificios que se van ahogando entre
calles que pierden cualquier tipo de lógica. La ciudad, poliédrica, no quiere
que la defina, escapa, en sus contrastes, en su diversidad, a quedar atrapada
en mi escritura. Y, mientras van quedando atrás sus calles, sus barrios, la
riqueza de su fusión, siento que me despide con una sonrisa infantil,
avisándome de que no he podido atisbar gran parte de su magia, pidiéndome un
regreso para conocerla mejor, para sentirla de verdad. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>De
camino al aeropuerto una última visita al mercado artesanal de <st1:personname productid="La Digue. Es" w:st="on">La Digue. Es</st1:personname> el más grande
y conocido, y en sus tenderetes puedes encontrar desde bordados, artículos de
rafia, vainilla, tallas de madera, al famoso papel de <i>Antaimoro</i> o
joyería de plata. Decido comprar pequeñas bolsas de papel de <i>Antaimoro</i>
para proteger las vainas de vainilla que llevo desde hace días. Me cuentan que
el papel, blanco crudo y granuloso, se hace con corteza del árbol de Avoha,
mezclada con agua para formar una pasta. Secada al sol, se decora delicadamente
con pétalos de flores silvestres de cálidos colores. No imagino regalo mejor
cuando subo al avión de regreso a Europa.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal;">FIN</b> <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Y, como
siempre, se ha de partir. Atravesar el horizonte para dejar estas semanas,
estos días, atrapados en el recuerdo. Y perderme desnudo en ellos. Dejando que
los cantos de la noche desaparezcan así, a lo largo de los árboles, ente las
hojas de los helechos arbóreos, y el aroma de la pimienta y las vainas de
vainilla. No puedo evitar tener sensación de pérdida.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">En swahili,
lengua utilizada en gran parte de África oriental y el norte de Madagascar, la
palabra <i style="mso-bidi-font-style: normal;">muzungu</i> se emplea como
sinónimo de hombre blanco. Para Xavier Aldekoa, en <i>Océano África, </i>su
traducción más exacta significaría “quien avanza sin rumbo”. Creo que no hay
palabra más hermosa para definirme en esta expedición que <i>muzungu. </i>Durante
días caminé con libertad, como lo hace un <i>muzungu, </i>y en ese sendero en
el que la única brújula que me acompañó tenía el nombre de Valentina, conocí
una tierra que le dio sentido a la frase que dice que una isla es un mundo en
sí misma. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Sentí que este
mundo aparte hecho Isla era un cruce de caminos, un crisol de culturas, tierra
donde comerciantes árabes, franceses, portugueses, africanos, indonesios o
chinos han dejado su huella. Y ante la inmensidad de su cultura me empequeñecí,
me desnudé de prejuicios para intentar absorber con cada poro de mi piel uno de
los últimos refugios de naturaleza salvaje, de especies animales y vegetales
que era consciente no iba a volver a ver, seguramente, en mi vida. Lémures, <i>aye
aye, </i>flores, mariposas y camaleones cuyos colores, formas y tamaños escapan
de cualquier sueño de la razón. Un viaje a la naturaleza y a la evolución, a lo
que somos y a lo que fuimos.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Y
me pregunto qué es ahora Madagascar para mí. Y no encuentro una única
respuesta. Madagascar es el azul del Indico que la rodea, el verde de sus
bosques y selvas; el blanco de la fina arena que reposa en sus playas; o el
intenso rojo de sus tierras deforestadas. Pero también es el barro y el polvo
de sus caminos, las sonrisas de los niños que corren a tu lado, las canciones
de los remeros en el descenso del Manambolo, el canto de las ballenas jorobadas
que asomaban su lomo entre las olas o el olor añejo y entrañable de la madera
de un <i>dhow</i> que te transporta sobre un mar cristalino. Desde mi asiento
observo a Susana con su cabeza inclinada sobre Daniel, que la mira con cariño,
mientras ella observa la ventanilla con tristeza y cansancio. Y puedo adivinar
en ellos la misma sensación que me acompaña. En el avión creo que siento el
leve desplazamiento de mi canoa sobre las aguas del Manambolo y, cuando anochece,
me gustaría dibujar en la oscuridad de la ventanilla las estrellas que me han
cubierto y mecido cada noche y a las que casi pude alcanzar gracias a Vicernç.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><o:p> </o:p></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUh_6KsHtyIX8Y6kX9A7KEP3jT2xw_v-VnIrwgp1ouYtdPKJIL4ye0M-4s31PHcwVfDRjCHY5J0Z6gFSyZz-tg5KGbfliZVxFpiGQH_dhy0FbosXNx7hRpflskKPWNX0sglxhdHwkgLVo/s1599/DSC_5108-B.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1066" data-original-width="1599" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjUh_6KsHtyIX8Y6kX9A7KEP3jT2xw_v-VnIrwgp1ouYtdPKJIL4ye0M-4s31PHcwVfDRjCHY5J0Z6gFSyZz-tg5KGbfliZVxFpiGQH_dhy0FbosXNx7hRpflskKPWNX0sglxhdHwkgLVo/s320/DSC_5108-B.jpg" width="320" /></a></div><br /><p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Cuenta
Toni Montesinos, en “<i>Una huida imposible</i>”, que Carmen Laforet cruzó EEUU
en 1965 invitada por el Departamento de Estado, sin temor a lo que le habían
avisado. A saber, que era muy atrevido por su parte atravesar el país sin saber
inglés, sin poder hablar con aquellos que le podrían informar sobre la vida
allí. Ante esos comentarios, Carmen respondió, con humildad, que no pretendía
analizar los problemas sociales ni desgranar la política local, sino mirar las
cosas “con el mismo espíritu de los viajeros que atravesaron las selvas sin
conocer el idioma de los indígenas y sin entender el significado de los golpes
de <i>tamtam</i> con que se avisaban las tribus salvajes de su paso por la
selva. Eso no impidió que se escribieran buenas narraciones de viaje. Uno
puede, simplemente, escribir lo que ve”. Y eso he hecho, simplemente, escribir
lo que ví, y lo que sentí. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">Hoy termino de
hacerlo, escribir. Han pasado casi dos años de esta experiencia. Todo ha
necesitado asentarse y encontrar su tiempo, y la palabra. A mi alrededor, la
pantalla del ordenador, libros y guías de viaje, algún mapa arrugado y mi
diario abierto, del que se desprende alguna semilla y motas de polvo de la
tierra roja que ahora añoro tanto. Busco las fotografías del viaje para
acompañar el texto. Está llegando el frío del invierno y siento que parte de mi
espíritu quedó en aquella tierra roja, quizás en el interior de un baobab con
las raíces en el cielo o en las riberas del Manambolo. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><span style="mso-tab-count: 1;"> </span>Aún
no he salido de <st1:personname productid="la Gran Isla." w:st="on">la Gran
Isla.</st1:personname> Una y otra vez he regresado gracias a las fotografías,
los comentarios de mis compañeros, una noticia cazada a ras de vuelo, los
recuerdos. No he dejado que salga de mí, de sentirla. Ahora entiendo por qué
para muchos esta Gran Isla es un paréntesis en el mundo, ahora entiendo esa
sensación de querer escaparse del mapa, de esconderse.<o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">A Madagascar
debo agradecerle que me devolviera la sorpresa en el viaje, la inocencia de la
primera vez. Que me permitiera ver. Y también le debo gente, una nueva familia,
mi familia de Madagascar, con Valentina a la cabeza, compañeros de sueños,
ahora grandes amigos, que me hicieron ver que lo que creía era una aventur,a en
verdad era la vida. Los tibetanos definen al ser humano como “a-Gro ba”,
expresión que equivale a “el que marcha”, “el que realiza migraciones”.Y en eso
pienso ahora, que finalizo este relato, en el camino que me queda, que nos
queda, porque no creo dejemos nunca de marchar. Y de soñar. <o:p></o:p></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><i>Veloma
Madagascar.</i><i><span style="color: #333333; font-family: "Georgia","serif";"> </span>Misaotra
</i>(<i>Adiós y gracias Madagascar)<o:p></o:p></i></p><p class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;"><b>ALVARO JACOBO</b></p>
<p class="MsoNormal" style="text-align: justify;"><i><o:p> </o:p></i></p>Álvarohttp://www.blogger.com/profile/02813136475868686659noreply@blogger.com18tag:blogger.com,1999:blog-6678624513850600142.post-42932516270303858632018-05-29T14:42:00.000+02:002018-05-31T08:36:43.194+02:00EL PAÍS DE LO INESPERADO<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<b>PAPÚA y SULAWESI. Peregrinación hacia lo salvaje<o:p></o:p></b></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<b><br /></b>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmKUoLpPgvHvnEDrJOl3ya1i-rHU9ecovJ6cJxqZXMIIix5KLlkPdihlummbgREQWfNB3Fy_GS3DKSxn_C-YVfDj9BOrPXzuIjWt1qSu4c2PhL3YvDl1DsOFrjk74zGZ6TWx3JMi4ocdc/s1600/DSC_3290.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmKUoLpPgvHvnEDrJOl3ya1i-rHU9ecovJ6cJxqZXMIIix5KLlkPdihlummbgREQWfNB3Fy_GS3DKSxn_C-YVfDj9BOrPXzuIjWt1qSu4c2PhL3YvDl1DsOFrjk74zGZ6TWx3JMi4ocdc/s320/DSC_3290.JPG" width="213" /></a></div>
<b><br /></b>
<b><br /></b></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i>Dites, quávez-vous vu?<o:p></o:p></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i>(Cuéntame que has visto)<o:p></o:p></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
Gauguin en Tahití,
citando a Baudelaire.</div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i>Llena tus ojos de todo esto y ponle una fecha!<o:p></o:p></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i>Suceden muchas cosas que luego parecen no haber ocurrido<o:p></o:p></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i>si no están unidas a un día, un mes, un año. <o:p></o:p></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i>A veces, invocamos al Sol y la Luna <o:p></o:p></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i>contra el paso inquebrantable del tiempo para hacerle dar la vuelta,<o:p></o:p></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i>con la intención de que regresen a nosotros los recuerdos perdidos…<o:p></o:p></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i>Pero nada vuelve nunca. <o:p></o:p></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i>Así pues agótate llorando o ayúdate con una sonrisa<o:p></o:p></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
Naguib Mahfuz</div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
A mis compañeros de
viaje: Jesús y Ana, Pacopé, Neus y Marc, Sergio, Ani,</div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
Susana, Florián y Marc,
es un privilegio compartir mundo con vosotros</div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
Y a Alex, nuestra
brújula en tierras salvajes</div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Caí,
de nuevo. Había perdido ya la cuenta de las caídas. Estaba cansado, dolorido,
sucio, mojado. A mi alrededor, tan solo barro, piedras y troncos resbaladizos.
Pensé en levantarme, pero desistí. Me dolía la espalda, la funda rígida de la
cámara se había deslizado en los breves segundos de la caída hacia esa zona, y
lejos de amortiguar el golpe, lo agravó. Y me sentí bloqueado, de nuevo. Alcé los ojos y alli estaba la sonrisa de mis compañeros. Respiré y todo cobró sentido. Sentado sobre el tronco, recuperando
el aliento y escuchando a mi corazón palpitando nervioso, sentí por primera vez
que estaba en algún lugar del límite del mundo, muy lejos de todo. </div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<b>PAPÚA<o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Hubo
un tiempo en que recorrer tierra incógnita era cosa de exploradores o
mercenarios. Como bien dice Javier Brandoli, antes, en los rincones oscuros de
los mapas, estaba la gloria. Hoy parte de esa emoción viajera aún sigue viva,
en las lecturas de libros de viaje, en los sueños de una infancia en que uno se
perdía por los tejados, deseando volar hacia los lugares que un dedo inocente
marcaba aleatoriamente en el mapa. Y hoy, también, la emoción viajera, como una
semilla que ha encontrado una tierra infinita en la que germinar, surge de
pronto en cualquier situación: en un artículo del periódico, en una fotografía
que llama la atención sobre el papel, en una imagen de la televisión o,
muchísimas veces, en una charla entre viajeros. Así, de un viaje suele salir
otro. Y este tuvo su origen no solo en ese niño que se resiste a abandonar mi
cuerpo y que lleva años recordándome que parte de la vida aún reside en
perderme por los tejados, sino en un viaje a Etiopía, donde mi compañero de
ruta, Gonzalo Valpuesta (gran viajero sevillano y experto en chistes y
medicamentos) me habló sobre su aventura en Papúa, un trekking en el valle del
Baliem en la zona Occidental, y Sulawesi, un mundo en el que se convive con la
muerte. ¿Cómo resistirse a viajar al lugar más remoto del mundo?</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Durante
meses el anhelo de aventura iba creciendo cada vez más. Al recuerdo de las
novelas de Verne y Salgari le iba uniendo la Papúa que yo imaginaba, la que
había visto representada en documentales y fotos del <i>National Geographic</i>: extensas colinas de chozas y hogueras
humeantes, senderos imposibles entre selvas frondosas, flora y aves
maravillosas de colores imposibles, un aire a supervivencia, a tierra remota. Observaba
los mapas y veía como una realidad surcar el globo hasta alcanzar las
antípodas, retrocediendo en el tiempo hasta alcanzar la prehistoria de la
humanidad. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
A
día de hoy siguen siendo pocos los que se deciden a llegar a Papúa. Es difícil
y, a veces y según la zona, peligrosa (malaria, guerra civil contra Indonesia
en la parte occidental). No posee impresionantes templos, ni ciudades míticas o
ecos históricos. Para Lawrence Osborne y Margaret Mead, Papúa no se parece a
ningún otro lugar: es una ventana al pasado de la humanidad, una isla que hasta
hace poco se encontraba sellada al mundo o incluso fuera de él. Racionalmente
es fácil descartar su peligrosidad, emocionalmente no tanto.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Nueva
Guinea es la segunda isla más grande del mundo, tras Groenlandia, emparentada
geológicamente con Australia. Los primeros occidentales en avistarla fueron los
portugueses, en los inicios del s. XVI, quienes la denominaron <i>Papua,</i> una palabra malaya en relación
con el cabello crespo de sus indígenas. El lema de la Corona Hispana en ese
mismo siglo, <i>Plus Ultra </i>(más allá),
permitió que pronto llegaran los navegantes castellanos con su búsqueda
comercial de definir los vacíos cartográficos: Álvaro de Saavedra, familiar de
Cortés, en 1528 tocó la zona septentrional, denominándola Isla del Oro, por
haber hallado polvo amarillo en sus aguas. Fue Ortiz de Retes, quien en 1545 la
bordeó por el SO hasta el mar de Coral y la denominó Nueva Guinea porque sus
habitantes les recordaban a los africanos de Guinea. Una tierra misteriosa que
los navegantes españoles de la época denominaban “Isla de las malas gentes”.
Hemos de suponer por ese nombre que los primeros contactos en la <i>Terra Australis Incognita </i>no debieron
ser muy amistosos. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Pasada
la época de apuntes de bitácora, y enfrentamientos comerciales, hoy en día la
isla está dividida artificialmente en dos países. El nombre oficial de la parte
oriental es Papúa Nueva Guinea, independiente de Australia desde 1975 (y
anglófona por tanto), mientras que la mitad occidental, colonia holandesa desde
<st1:metricconverter productid="1828, ha" w:st="on">1828, ha</st1:metricconverter>
sido gobernada por Indonesia desde 1969 con el nombre de Irian Jaya, ahora
sustituido por Papúa o Papúa Occidental (de lengua bahasa). Esta zona a la que
nos dirigíamos, la occidental, es mucho más salvaje, dotada de menos
infraestructuras, y donde la presencia extranjera más allá de la capital
Jayapura y los enclaves mineros, es testimonial y rara. En verdad, dado su
aislamiento, esta breve historia política poco ha afectado a sus habitantes, a
pesar de la dura represión cultural indonesia, sobre todo con la población que
ha vivido en las montañas del centro de la isla (como el valle de Baliem).</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Es
precisamente ese aislamiento el que hace que, a pesar de los avances en los
medios de transporte e infraestructuras, llegar a Papúa no sea algo fácil. Sin
contar los casi dos días de vuelos, y a parte del calor, la humedad y los
mosquitos transmisores de la malaria, nuestro destino, las selvas meridionales,
hoy en día sigue siendo uno de los lugares más salvajes de Nueva Guinea, carente
de carreteras y poblaciones, con rumores de hipotéticas desapariciones y
canibalismo (como la prensa más sensacionalista se encarga de recordar periódicamente).
Pero conseguir llegar allí todo lo compensa. Tierra salvaje de bosques y selvas
de un verde imposible, montañas con nieves eternas (Puncak Jaya), marismas y
caudalosos ríos, rebosa biodiversidad. Sus habitantes hablan más de mil
lenguas, una sexta parte de las conocidas, muchas (como su flora y fauna)
bastante desconocidas para la etnografía. Los más de dos mil especímenes de
orquídeas, o los canguros trepadores, enormes cocodrilos de agua salada,
cientos de especies de arañas y las mariposas más grandes del mundo así lo
atestiguan. Un mundo remoto por descubrir.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgezY9qdwhF6hlYr6RKSh6ps-AQd-nEfxqnBV9j3FB0eTmXXh-9_Yf-wkmdLTHAw3BgEoXyvBrDaM44E9aEOziJN-zhD4xCbeUmyekamXJ2xmcNf-JuJeWyuaWuguIZOZUdXZpb9o_W_vU/s1600/DSC_3408.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgezY9qdwhF6hlYr6RKSh6ps-AQd-nEfxqnBV9j3FB0eTmXXh-9_Yf-wkmdLTHAw3BgEoXyvBrDaM44E9aEOziJN-zhD4xCbeUmyekamXJ2xmcNf-JuJeWyuaWuguIZOZUdXZpb9o_W_vU/s320/DSC_3408.JPG" width="320" /></a></div>
<br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La
llamada del turismo y el dinero fácil ha perturbado lógicamente esta realidad
salvaje. Los valles de los ríos Baliem, Yanimura o Sepik, los más accesibles
para el viajero que quiera hacer trekking o conocer naturaleza, en ocasiones
presentan un rostro prefabricado para satisfacer las demandas occidentales
(como las ceremonias de matanza del cerdo que celebran los dani). Aún así,
pronto descubres que es un auténtico paraíso natural, y que el componente
aventurero sigue presente, ya que apenas existe infraestructura turística y muy
pocos medios de transporte. Dentro de mí late desde el primer momento la
sensación de que me dirijo a una región del mundo casi fuera del mapa.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Es
verdad que en esencia, Papúa parece no haber querido formar parte del mundo. Irian
Jaya, la Papúa Occidental a la que me dirigía, ha sido una de las últimas zonas
en ser colonizada. Lawrence Osborne, en su libro <i>El turista desnudo, </i>recuerda que el primer extranjero que llegó a
Wamena en 1938, el aviador estadounidense Richard Archbold, cuando vio desde el
aire las montañas centrales de Irian Jaya (valle del Baliem) las describió como
un Shangri-La, un paraíso perdido, escondido. Escribió que los bancales de los
dani, de diez mil años de antigüedad, “recordaban a los países agrícolas de
Europa central” pero, una vez en tierra, los pobladores resultaban mucho más
irreales para los visitantes que empezaban a llegar. Desnudos salvo la calabaza
hueca que les cubría el pene y la grasa de cerdo que embadurnaba su cuerpo, se
adornaban con colmillos de jabalí y conchas de cauri. Con la colonización de
África, la europeización de Polinesia y un Amazonas hablando portugués y
español, Papúa era (y en cierto modo, lo sigue siendo) el último Mundo Perdido.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i>Mi bai throwim way leg nau </i>(“estoy
empezando mi viaje ya”). En el libro de Tim Flannery <i>A pie por Nueva Guinea e Irian Jaya</i>, descubro que en pidgin, la
lengua franca de Nueva Guinea, <i>lanzando-camino-pierna</i>
significa ir de viaje, describiendo la acción de estirar la pierna para dar el
primer paso de lo que puede ser una larga marcha. Y vaya si estiro la pierna
para ese primer paso, volar hacia las antípodas. Tras tres vuelos en que
recorremos casi medio mundo (Europa, Asia y Oceanía) alcanzamos Jayapura, la
capital de Papúa Occidental, en la costa norte de la isla y cerca de la
frontera con Nueva Guinea. Sentani es su pequeño aeropuerto, a modo de pedanía
acariciada por los verdes y abruptos montes Cíclopes. Un viejo avión abandonado
en una pista lateral anuncia un pobre entramado desconcertante de palmeras,
pequeñas colinas y olor a mar. Las fotos y cristaleras de la terminal permiten
intuir una isla en si misma, por sus minaretes, fuera de lugar con la realidad
salvaje de Papúa. Cuando uno inicia un viaje, las esperas en los aeropuertos
son una buena oportunidad para empezar a conocer, si coincides en los
trayectos, a la gente que puede formar parte de tu grupo de expedición. Ya en
Madrid partimos varios y, tras la primera escala, el grupo se completó: Pacopé,
Florián, Jesús y Ana, Sergio, Marc, Susana, Ani, Neus y Marc, y Alex, nuestro
guía. Así que compartimos ideas, sueños, viajes, lugares comunes. Nos ayuda a
conocernos y empezar a crear lazos que con el paso de los días se van
fortaleciendo. Ignoro, en ese momento, que tengo ante mí a personas que se van
a convertir no sólo en compañeros de viaje, sino en un ángel de la guarda y
grandes amigos. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvOI1ilQJaKs4QEP0sNuzagFWsOxBfUJtpo4T4pdn9nw0SfdcYbGqMTowKfQM5SZ6SUlwHIo4PbO65zX5gSsHNkWIq0kc2AYiyKbyYYOEpIglA54GDTmZLxzR3TKVumLyN3b8uV6bUe2M/s1600/IMG-20170829-WA0000.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvOI1ilQJaKs4QEP0sNuzagFWsOxBfUJtpo4T4pdn9nw0SfdcYbGqMTowKfQM5SZ6SUlwHIo4PbO65zX5gSsHNkWIq0kc2AYiyKbyYYOEpIglA54GDTmZLxzR3TKVumLyN3b8uV6bUe2M/s200/IMG-20170829-WA0000.jpg" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgn1niZL8ruft9jL3UPjZrYBXuGhUjQzx3MkO3dzOHjHVy-mWZZ7AxZbncR5Zy6TOFpIgJLpg1cxVS4A5RwSdN8TRL0p1RC9jg8LMNloNYpt6KDBDfuTEpUD1ew93mpfUe7vyQZBHQm4fM/s1600/20170828_130718.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="900" data-original-width="1600" height="112" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgn1niZL8ruft9jL3UPjZrYBXuGhUjQzx3MkO3dzOHjHVy-mWZZ7AxZbncR5Zy6TOFpIgJLpg1cxVS4A5RwSdN8TRL0p1RC9jg8LMNloNYpt6KDBDfuTEpUD1ew93mpfUe7vyQZBHQm4fM/s200/20170828_130718.jpg" width="200" /></a></div>
<br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
La
mayoría de los viajeros en la terminal están por motivos de trabajo. Entre
ellos, parecemos un pequeño grupo aislado, como perdido, con cierto miedo a separarse.
En la espera hacemos piña porque aún nos queda un último vuelo, a Wamena, al
norte de la isla. Un pequeño avión nos debe trasladar allí, ya que no existe
ninguna carretera que conecte el valle de Baliem con la capital. La mañana amanece
nublada, amanerando lluvia, y mentiría si no dijera que embarco con algo de
miedo, culpa de las decenas de noticias sobre accidentes aéreos que habían
pasado por mis manos cuando buscaba información sobre Papúa. No es de extrañar
cuando descubres las condiciones de las pequeñas pistas de aterrizaje, en zonas
remotas, de difícil acceso, entre montañas y selvas. Así que volamos inquietos
mientras observamos Papúa envuelta en nubes. Nubes que nunca nos abandonan y que
a veces nos sobresaltan cuando descubren cimas a las que las alas del avión
casi acarician. Altas montañas que se elevan del mar, y, entre la bruma, unos
bosques salvajes, atemporales, de un verde intenso que descienden hacia ríos con
meandros color chocolate. Es difícil imaginar que allí habita el hombre, por
muy primitivo que sea.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La
cordillera se extiende bajo nosotros, mientras el avión planea desde lo alto de
cumbres de más de 4500 metros, perpetuamente cubiertas de nieve, hasta el pie
del valle. Es imposible despegar la cara de la pequeña ventanilla. Durante el
descenso a Wamena, el avión se desliza entre picos, una tierra montañosa húmeda
salpicada de pequeñas aldeas tradicionales rodeadas de huertos. Una selva que
se extiende hasta donde abarcan tus ojos. La mayor selva primigenia del mundo
después del Amazonas. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Wamena
es la capital de las tierras altas, la frontera de la colonización indonesia en
las montañas de los danis y los yalis. La Papúa indonesia es un territorio
vacío en los mapas pero lleno de una escarpada orografía, valles perdidos, inmensas
selvas y comunidades aisladas al contacto occidental. Al descender por la
escalerilla, estremecido por el aire frío, te sientes algo extraño. La
minúscula terminal que hace de aeropuerto, más bien aeródromo, también parece
fuera de lugar. Hasta los indígenas dani que encuentras en las cercanías de la
terminal parecen artificiales, de mirada perdida, como sacados de alguna aldea
para hacer de figurantes en el recibimiento de los viajeros. Cuesta imaginar en
ellos a los guerreros y cazadores de cabeza que hace tan solo cincuenta años
habitaban libremente esta tierra. Pero la occidentalización gana cada día más
terreno. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvQWEJ0Gk2RswvuEnMJGDroovpm1RE_AeQMv_z-TxQgalX9sO4jOGmIT55mZR-k8aM2SKxKxDWz1ceKZ-Z_FqX4EdLbR9G62AGnFiMkpnOdk8yaYQq_OIzEGt8t5d12JAY1uXb5t6cnDE/s1600/20170807_093043.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="900" data-original-width="1600" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvQWEJ0Gk2RswvuEnMJGDroovpm1RE_AeQMv_z-TxQgalX9sO4jOGmIT55mZR-k8aM2SKxKxDWz1ceKZ-Z_FqX4EdLbR9G62AGnFiMkpnOdk8yaYQq_OIzEGt8t5d12JAY1uXb5t6cnDE/s320/20170807_093043.jpg" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
¿Qué
decir de Wamena?. Es el principal asentamiento de las tierras altas de Papúa y
el valle de Baliem. Prácticamente aislada salvo por su minúsculo aeropuerto, ha
sabido conservar por esa razón su carácter melanesio por encima del
colonialismo holandés y de la influencia indonesia. A pesar de que la mayor
parte viste con ropas occidentales y javanesas no es extraño cruzarse, como nos
ocurrió en el aeropuerto, con danis con su indumentaria tradicional, en busca
de cigarros o fotografías remuneradas. Pero eso en cuanto a sus habitantes, apenas
unos diez mil, porque la ciudad en sí misma, bastante descuidada y sucia, no
tiene mucha personalidad. Por su juventud, no más de 40 años, responde al
patrón de emplazamiento funcional que crece desordenadamente a partir de una
cuadricula. Calles anchas de aceras altas, separadas por caminos de tierra o
asfalto, con casas de colores pastel y pequeños edificios de tejado de uralita,
entre los que destaca la mezquita principal instalada por las autoridades
indonesias. Esa mezcla de mundo islámico y tradiciones papúes es su principal
atractivo, sobre todo gracias a los rostros con los que te cruzas al pasear. El
avance de la modernidad con la persistencia de la tradición, dos realidades
unidas en el polvo de unas calles de tierra que son la puerta a los territorios
salvajes de los Dani y Yali, el valle de Baliem. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El
valle se abrió al mundo en 1938, gracias al vuelo de reconocimiento científico
del aviador estadounidense Richard Archbold. Él lo describió, desde el aire,
como un Shangri-La, un paraíso perdido, escondido entre montañas de 1700 metros
de altitud. Otras expediciones posteriores recorrieron parte de sus 80
kilómetros de longitud, descubriendo decenas de tribus viviendo en plena Edad
de Piedra, complejas sociedades agrícolas y cazadoras, muchas enfrentadas entre
sí que practicaban el canibalismo. Los últimos cincuenta años seguramente han
cambiado esa realidad, pero ¿hasta qué punto? Pronto lo descubriría. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Nuestro
enlace en Wamena es una especie de terrateniente local, Amos, y su mano
derecha, Kipenus. Ellos se han encargado previamente de toda la gestión de
rutas y abastecimiento, así como de gestionar los permisos necesarios (el <i>Surat Jalan, </i>tuvimos que entregar una
fotocopia del pasaporte para ello, de este modo, en caso de conflicto o
problemas tienen localizados a los viajeros que están haciendo ruta). Contratar
un guía local es vital, no solo por la dificultad orográfica de la zona, sino
porque apenas hay mapas, los caminos no están señalizados y fuera de Wamena
nadie habla inglés. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Ambos,
Kipenus y Amos, bajos y regordetes pero de complexión fuerte, son el producto
del desarrollo local papú, conscientes de las ventajas de la llegada del
turismo. Su expresión es todo sonrisa, y no hay problema para ellos. Amos ha
transformado su casa en un hotel, y me da la impresión de que Sergio (mi
compañero de habitación) y yo vamos a dormir en su propia habitación. Una ducha
reparadora y tomar conciencia de que estoy en el extremo del mundo me permite
tomar con humor que la mascota del lugar sea una rata o que la presencia de
mosquitos despierte nuestra paranoia con la malaria. A pesar de que es una enfermedad
endémica en toda Papúa, la altitud del valle nos protege, pero es todo un
esfuerzo convencerse de ello cuando tus compañeros empiezan a medicarse delante
de ti mientras oyes el zumbido de un mosquito a tu alrededor. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Por
la tarde es necesaria una excursión al mercado local. Las mujeres papúes acuden
a diario desde los poblados cercanos a una encrucijada de manzanas del centro
de la ciudad para vender sus productos (frutas, fresas, jengibre, tabaco, pescados
variados, boniatos, plátanos, verduras, carne de cerdo hervida). Entre sus
sonrisas, conversaciones y el humo del tabaco, aprovechamos para hacernos con
las últimas cosas necesarias para el trekking (una mochila para Pacopé,
chubasquero para Susana, gorra para Jesús). De regreso, Kipenus me invita a
plátano frito bajo nuestra primera lluvia. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyNrhFzkwPidkbv2XLyQOw5FlSStdAPf_f-5rYXF41hGWDh1OimS1XMD2PVLYc9ps2V4xB7ioI-SUR5Bh-39IipCGuWKc0VCJfMV0iw6hfqkRNTum_-nWWHmBDc7c7Rjlxbw8f5MHvmfU/s1600/DSC_3205.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyNrhFzkwPidkbv2XLyQOw5FlSStdAPf_f-5rYXF41hGWDh1OimS1XMD2PVLYc9ps2V4xB7ioI-SUR5Bh-39IipCGuWKc0VCJfMV0iw6hfqkRNTum_-nWWHmBDc7c7Rjlxbw8f5MHvmfU/s320/DSC_3205.JPG" width="320" /></a></div>
<br />
En
un viaje siempre hay que aprovechar las oportunidades, cosas que uno no espera
hacer pero que el azar o el destino ponen en tu camino. En el avión de Jakarta
a Jayapura, conocimos a una simpática holandesa que llevaba años viajando a
Papúa para asistir al Festival de Wamena, una especie de concentración de las
tribus de las zonas centrales de la isla. Nos recomienda fervientemente asistir
y, aunque eso implica retrasar medio día nuestra expedición al valle, ni lo
dudamos. Así que a primera hora de la mañana, con todo preparado para enlazar
con nuestra ruta, nos dirigimos hacia Wosilimo para disfrutar durante unas
horas del <i>Lembah Baliem Festival. Dance
and War</i>. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Tribus
de diferentes zonas montañosas de la isla acuden a este punto al sur del Valle para
convivir durante unos días y dar muestras de sus rasgos culturales. Hay
representaciones de Dani, Yali, Lani, Kimaal, Yali upla, Komoro, Ekari, Amung-Me,
Asmat, Java… Es Kipenus, nuestro guía papú, quien me ayuda a identificar cada
tribu y escribe su nombre en mi diario. La parte principal es una lucha tribal
simulada en la que los miembros de cada una de las tribus lucen sus atuendos
típicos y representan antiguos rituales y batallas tribales. Es fácil distinguir
las poblaciones papúes, de rostros más oscuros y cuerpos más pequeños pero
fuertes y fibrados, de los indonesios, de clara raíz asiática. Pintados de
arcilla, cada uno exhibe con orgullo sus calabacines fálicos (<i>koteka</i> en indonesio, <i>horim</i> en dani), tiras de caña en la
cintura, tocados de plumas en la cabeza, tabiques nasales perforados por
colmillos de cerdo o las aletas de las narices agujereadas para insertar todo
tipo de adornos de hueso, espinas de sagú, plumas de casuario o vegetales. Con
esos adornos, más que intimidar parecen competir con el ave del Paraíso. Las
diferencias en los tocados de plumas indican la etapa de iniciación a la que ha
llegado el hombre, mientras que las mujeres apenas se cubren con faldas de
hierba o de sagú (<i>yokal</i>) y redes
tejidas de fibras de la selva, teñidas de colores sacados de la tierra: rojo,
negro y marrón. La <i>koteca </i>que cubre
el pene a los hombres, da igual su edad, les sirve de protección contra la
entrada de espíritus malignos, y su tamaño y forma ayuda a diferenciar unas
tribus de otras. La gran mayoría mastican betel, una mezcla de una especie de
nuez y hojas estimulantes parecidas al tabaco, que al masticarse de forma
continua producen un color rojizo que tiñe sus dientes y labios El momento
álgido del festival es un extraño baile de carácter guerrero, en el que con los
pies quietos hacen girar las rodillas hacia dentro y hacia fuera, con
inclinaciones rítmicas de hombros y caderas, provocando al enemigo y celebrando
la superioridad de la fuerza. Arcos, flechas, lanzas, en sus danzas la guerra,
la muerte y el cortejo están presentes. Al bailar se olvidan de su condición de
campesinos y se vuelven guerreros. Se han entregado al orgullo de ser Yali,
Dani o Lani.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinjwFzBysqWP39iDaIrYhY3Cyvl_9oc4PHCXzEXWHl6dTbQCcaC1vWsItor8yKGjAAcvVizZtqDpHC8WViKFSM9l_OchAa2psqS2HJhImgndfMltaiC80whtp3G-4whxfvJNqt2zTkIfQ/s1600/DSC_3245.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEinjwFzBysqWP39iDaIrYhY3Cyvl_9oc4PHCXzEXWHl6dTbQCcaC1vWsItor8yKGjAAcvVizZtqDpHC8WViKFSM9l_OchAa2psqS2HJhImgndfMltaiC80whtp3G-4whxfvJNqt2zTkIfQ/s200/DSC_3245.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzr6VAaJHKH1JQirCba-SyI69mCi0x8vGaw4RgsppcTHN5tCgiDQ_sUOKFg2TiTxdFW2DDoFoV-oO09g-5NJEuf705dDqx4Lo5Clb0ZtMXYZUPMdgyBdebWlxXXChYO1FwMwOqSydE_EQ/s1600/DSC_3256.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzr6VAaJHKH1JQirCba-SyI69mCi0x8vGaw4RgsppcTHN5tCgiDQ_sUOKFg2TiTxdFW2DDoFoV-oO09g-5NJEuf705dDqx4Lo5Clb0ZtMXYZUPMdgyBdebWlxXXChYO1FwMwOqSydE_EQ/s200/DSC_3256.JPG" width="133" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMDocqBkGDdO5qpMWEdkPP8vSOgKxjuHSZwsc-Yn8nvlgd7fxBZ02GP71_NXnIbGdGXRGyA4ce2oxQSZMXRn-RmPmGE6d2wUcDZSoDt7LZhXxmyR70aJ9rcPITPf1hpd69PAefndwQtwU/s1600/DSC_3258.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMDocqBkGDdO5qpMWEdkPP8vSOgKxjuHSZwsc-Yn8nvlgd7fxBZ02GP71_NXnIbGdGXRGyA4ce2oxQSZMXRn-RmPmGE6d2wUcDZSoDt7LZhXxmyR70aJ9rcPITPf1hpd69PAefndwQtwU/s200/DSC_3258.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTJ730w_g1W2QNC1Mmwo2MrNvVWp91O3R_LjqZ7_tqjTHqTiGsBVsH8fy_fN3_BkMzxbIEUn1xdp1z8b3PxS7CgrffK7qZKl5NdZhDuZUqhy6xLZPZOaN_a7jzRo6wHiNxQUWKD6ozb48/s1600/DSC_3268.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTJ730w_g1W2QNC1Mmwo2MrNvVWp91O3R_LjqZ7_tqjTHqTiGsBVsH8fy_fN3_BkMzxbIEUn1xdp1z8b3PxS7CgrffK7qZKl5NdZhDuZUqhy6xLZPZOaN_a7jzRo6wHiNxQUWKD6ozb48/s200/DSC_3268.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8MWqv84BnwxuXoEqheKwQiMSbaMUrR17jKOSfaVXyeRW9Z6Vn_7a_ODIm87Kzv8NTpNrno3OdCTOPU3y-NoiYdQBaGf347kWzzzgXq2SRQa_um7kY0HNIt_FKIEF2Jlq9H7E-HoGquFI/s1600/DSC_3278.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8MWqv84BnwxuXoEqheKwQiMSbaMUrR17jKOSfaVXyeRW9Z6Vn_7a_ODIm87Kzv8NTpNrno3OdCTOPU3y-NoiYdQBaGf347kWzzzgXq2SRQa_um7kY0HNIt_FKIEF2Jlq9H7E-HoGquFI/s200/DSC_3278.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhySX9RjEGKrNC8R7une_ac5gjuvWYAXbWZmO3J96VZuMfhbWmKDC-TF__xRF3XmiAn0AwyHdZELnTFCVzROomOcP2DKa5DrAHUXOfgGkAOIVtSeTXj0aqbuR3UeDLJiZurOmePtgeigw4/s1600/DSC_3284.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhySX9RjEGKrNC8R7une_ac5gjuvWYAXbWZmO3J96VZuMfhbWmKDC-TF__xRF3XmiAn0AwyHdZELnTFCVzROomOcP2DKa5DrAHUXOfgGkAOIVtSeTXj0aqbuR3UeDLJiZurOmePtgeigw4/s200/DSC_3284.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi8pQNt_uyUmhovJTsjTLhxFMakfm4KFZQJ2hdBwnbcL90JsBK4Bu3C2yJpG8-vzfyN9BQ02BbcRwuckWqpHqYT-m8NFA-ap4ZxYU28kpzz2L4sRvYSw9PSIqAaPqtAKcCk8SuXQtXXDVc/s1600/DSC_3288.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi8pQNt_uyUmhovJTsjTLhxFMakfm4KFZQJ2hdBwnbcL90JsBK4Bu3C2yJpG8-vzfyN9BQ02BbcRwuckWqpHqYT-m8NFA-ap4ZxYU28kpzz2L4sRvYSw9PSIqAaPqtAKcCk8SuXQtXXDVc/s200/DSC_3288.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiO-lIgqSxOYvqBA5SzWpTvBiDv5lb21dVUxMmPZdrJKNOn3HXVaf8teu2y-FEYTVAhVhwiNX4YhQ68MxRcxEuPrJXe3HkK6WpO3aetsPzgAiMdqNyp2ETvlaXM9vkXE4zAZPwwgdaQN9g/s1600/DSC_3307.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiO-lIgqSxOYvqBA5SzWpTvBiDv5lb21dVUxMmPZdrJKNOn3HXVaf8teu2y-FEYTVAhVhwiNX4YhQ68MxRcxEuPrJXe3HkK6WpO3aetsPzgAiMdqNyp2ETvlaXM9vkXE4zAZPwwgdaQN9g/s200/DSC_3307.JPG" width="133" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDhsgFlOCe_1QafUEry-8jt28V92PTxCAsYn5yyAZyM5fJt3RZRKJO0Jpz8dOMYMg4t16xcg6nGO8FyuwejT86xIfNRhomL7ax0B4CJxLWDdpKRultJaEZdvUMOBZ_4jaV0n8M1IPR3Ww/s1600/DSC_3421.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDhsgFlOCe_1QafUEry-8jt28V92PTxCAsYn5yyAZyM5fJt3RZRKJO0Jpz8dOMYMg4t16xcg6nGO8FyuwejT86xIfNRhomL7ax0B4CJxLWDdpKRultJaEZdvUMOBZ_4jaV0n8M1IPR3Ww/s320/DSC_3421.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Para
un antropólogo asistir a un espectáculo así (y acompañarlo de un recorrido por
las colinas y escondidos valles del altiplano de la isla) deber ser lo más
cercano al paraíso, información viva sobre nuestro pasado. Cada detalle, cada
adorno o movimiento, parece ser importante para reivindicar su cultura, sus
orígenes, su forma de entender el mundo. Cada tribu crea una coreografía, y
representa historias diferentes sobre qué son y sobre dónde proceden. Aunque
hasta hace unas décadas estaban ocultos al mundo los tiempos han cambiado, y
ellos son conscientes, necesitan reafirmarse ante un mundo que puede acabar por
difuminar todo aquello que los hace diferentes, únicos.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh228aswvncZN6SCHVZqE5u-shGap14wSl4j-J9YhxtZac3Nw4UNYoznpAVQl6o6CAYtC6nvY3_VLw0Rd-K_wynUA_oF0AkIhVkJeaGIDC1cu2jQTg-7GS1L8CO66Ca3e3soJGgCMcwSns/s1600/DSC_3415.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh228aswvncZN6SCHVZqE5u-shGap14wSl4j-J9YhxtZac3Nw4UNYoznpAVQl6o6CAYtC6nvY3_VLw0Rd-K_wynUA_oF0AkIhVkJeaGIDC1cu2jQTg-7GS1L8CO66Ca3e3soJGgCMcwSns/s200/DSC_3415.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghM4RfYOdxsj6wMiLs1D1cXn6sfEwbwnI4DC9B3QhdiwTRUcCVNVGtxf_eOMjAQw_-7Y1zGBGUkmSjS59Ch8fTJ6Cj9CPdYEReq6r9D0uCtlH4cxmS1zcjjt6qE_2zlIxeNtBx0nSIx3o/s1600/DSC_3419.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghM4RfYOdxsj6wMiLs1D1cXn6sfEwbwnI4DC9B3QhdiwTRUcCVNVGtxf_eOMjAQw_-7Y1zGBGUkmSjS59Ch8fTJ6Cj9CPdYEReq6r9D0uCtlH4cxmS1zcjjt6qE_2zlIxeNtBx0nSIx3o/s200/DSC_3419.JPG" width="133" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIYiwG12fEW4DltQvD1a6FyCGDbNu4I8A14s72VvvdQ8N0mNux_-YkBVp8FueJJrzMbMtrt8mlU9WY4y5Gxo0JYqzKwbhhLrljARaV7w6tPuo_Maw9NWyKto14Slz3XC4iNOQnOCt04yk/s1600/DSC_3398.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="853" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIYiwG12fEW4DltQvD1a6FyCGDbNu4I8A14s72VvvdQ8N0mNux_-YkBVp8FueJJrzMbMtrt8mlU9WY4y5Gxo0JYqzKwbhhLrljARaV7w6tPuo_Maw9NWyKto14Slz3XC4iNOQnOCt04yk/s200/DSC_3398.JPG" width="106" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQvnSwivtSTYDKwwwzhj_UMdK52rRhaxBJ6tzwUjohxugcG82AvL4VqeO5wBTjMVGbhAVqvCSnW3MSz3Smn0r9R1dVlWaBkoNTe8v7IXIKcbdVA6LAZaRZvcbwvNbnG_O3E-eOZThqrb0/s1600/DSC_3437.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQvnSwivtSTYDKwwwzhj_UMdK52rRhaxBJ6tzwUjohxugcG82AvL4VqeO5wBTjMVGbhAVqvCSnW3MSz3Smn0r9R1dVlWaBkoNTe8v7IXIKcbdVA6LAZaRZvcbwvNbnG_O3E-eOZThqrb0/s200/DSC_3437.JPG" width="133" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXT_fYaYVkOjAFbdvg97sdIH3aGH76Xpk29NvGllcxoHR85M1zlN1RWq90O3Y_D5I1t80gSRXVZtRFRfpdR0OP9PovsGnziKIgI76GEI4C7rSfW0tiL4KSJeIdSAcCU0YjKBMUukbLCNA/s1600/DSC_3417.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXT_fYaYVkOjAFbdvg97sdIH3aGH76Xpk29NvGllcxoHR85M1zlN1RWq90O3Y_D5I1t80gSRXVZtRFRfpdR0OP9PovsGnziKIgI76GEI4C7rSfW0tiL4KSJeIdSAcCU0YjKBMUukbLCNA/s320/DSC_3417.JPG" width="320" /></a></div>
<br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Ya
teníamos noticias que en los alrededores de Wamena no es difícil encontrar
espectáculos de papúes que representan escenas de guerra y ceremonias rituales
para el turista. Gracias a ello sobreviven algunos pueblos a los que la
migración indonesia ha dificultado enormemente su supervivencia. El Festival
nos brinda un adelanto, que no siento como un espectáculo para el viajero, sino
como una afirmación de su cultura. Es inevitable imaginar que el trekking que
nos aguarda nos va a dar la oportunidad de cruzarnos con papúes que viven
acorde a sus ancestrales costumbres de una forma mucho más natural que la
artificiosidad de un festival. .</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
RUTA</div>
<div class="MsoNormal">
<b>Kurima<o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Nunca
es tan hermoso el sol como el día en que uno se pone en camino, como decía Jean
Giono. Al trasladarnos hacia el punto de partida de nuestra ruta, el pueblo de
Kurima, uno siente como si cruzara una frontera invisible. Poco a poco vas
dejando atrás el asfalto, el bullicio, los desagües malolientes, el polvo y los
vehículos a motor para introducirte en el mundo sin tiempo de una naturaleza
que, a cada árbol y hoja, va tornándose más virgen, más salvaje, más real. El
trayecto no es fácil, hay que cruzar un tramo bastante accidentado por morrenas
y saltos de tierra provocados por las frecuentes lluvias y los desbordamientos
del Kali Yetni (río Yetni). .</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Ante
nosotros se abre el Baliem, un valle que hasta hace setenta años había
permanecido oculto al mundo. Al empezar a caminar tomo conciencia de que había
recorrido medio planeta para llegar allí, pero que el viaje que ahora
materializaba en estos primeros pasos sobre una tierra húmeda también es un
viaje al otro lado de la historia, un viaje a un mundo que no comparte el mismo
tiempo que yo. Y, al cerrar los ojos, se suceden palabras, imágenes e historias
que hablan de un mundo primitivo, de canibalismo, de salvajes enfrentamientos
tribales, de serpientes, arañas y pájaros del paraíso,… Pero, al abrirlos de
nuevo, las instrucciones de Alex, el paso decidido de los guías, las risas de
mis compañeros, me hacen dibujar una sonrisa, reírme yo también pero de mí
mismo, y acelerar el paso. Hay un mundo nuevo que descubrir y no quiero
perderme nada.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhjj_57l_-hKzUeAV62tKN-jHKlpn2pDZVQ025cUZaWhEUmbXggRh7FVKaICtDpv0Zj1MRzalOfLe-8pOexzxNPCPa0li3NLMgK91vigt8VxUOWsC79OiJl1z6ElsYdHdD2KrbqmpDUlaw/s1600/DSC_3468.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhjj_57l_-hKzUeAV62tKN-jHKlpn2pDZVQ025cUZaWhEUmbXggRh7FVKaICtDpv0Zj1MRzalOfLe-8pOexzxNPCPa0li3NLMgK91vigt8VxUOWsC79OiJl1z6ElsYdHdD2KrbqmpDUlaw/s320/DSC_3468.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El
valle está delimitado por grandes montañas por el que discurre el caudaloso río
Baliem. Todo el paisaje está salpicado por sus afluentes, crecidos por las
frecuentes lluvias, y la única forma de cruzarlos son los puentes colgantes.
Por esa razón, una vez entregado el permiso de viaje en un control policial, empezamos
cruzando un sólido puente de madera y tensores de cuerda metálica sobre el Kali
Mugi (río Mugi), que atraviesa el Baliem occidental y da acceso a un precioso sendero
rodeado de huertos dani tradicionales. Iniciamos la ruta, y eso significa que
andaremos por caminos centenarios que constituyen el único modo de contacto e
intercambio de estas poblaciones durante generaciones. No puedes dejar de
pensar las conchas, plumas de ave del paraíso, nuez moscada o clavo que pasaron
por estas piedras y huellas. Vamos sin mapa, ni gps, ni nada que nos dirija
salvo la orientación de nuestro guía. Empieza la aventura, aprieto mi diario en
el bolsillo y camino.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdOErdYECIakkR_E7kMz4ha9UOVf2Ic2t3TgB12jZPItOsvcRuVwjJdgooQb23we9kBhC6Owtt-JajqqoOKjMj2QweX4CSZxqpeHVvb8Lqx0omvcvfhi_5XKOxyu-kB62shrzecTw1F-4/s1600/DSC_3444.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdOErdYECIakkR_E7kMz4ha9UOVf2Ic2t3TgB12jZPItOsvcRuVwjJdgooQb23we9kBhC6Owtt-JajqqoOKjMj2QweX4CSZxqpeHVvb8Lqx0omvcvfhi_5XKOxyu-kB62shrzecTw1F-4/s200/DSC_3444.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgCn1mZVF9wnUHZSbv-PES2mZ_ZdBkcnMcz8w8Rif2meCdnwTB44WKhNZOPZ1m34dXwWYIHYUDpfXDgAeZS2QCwW6iSqQ46JO16eQ3W2Ucrgd_hH4wa5lmFYV-pYyboD0F2aJePEx8yc-Q/s1600/DSC_3482.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgCn1mZVF9wnUHZSbv-PES2mZ_ZdBkcnMcz8w8Rif2meCdnwTB44WKhNZOPZ1m34dXwWYIHYUDpfXDgAeZS2QCwW6iSqQ46JO16eQ3W2Ucrgd_hH4wa5lmFYV-pYyboD0F2aJePEx8yc-Q/s200/DSC_3482.JPG" width="133" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Rápidamente,
tras un breve ascenso dejando atrás el río, llegamos a <b><u>Seima,</u></b> un poblado Dani rodeado de cercas de piedra y madera
a mitad de una ladera. Como ocurrirá en cada poblado, nos reciben miradas
amables y curiosas. Con el paso de los años, la llegada de un occidental es
menos rara pero aún así llama la atención, y como mínimo sirve para romper la
cotidianeidad. Aprovechamos para comer (una sopa de verduras y pasta que va a
ser uno de nuestros platos estrellas durante la ruta) y aprender a contar con
un grupo de niños que acuden enseguida a vernos (<i>satu-dua-tiga-empat-lima, </i>uno-dos-tres-cuatro-cinco). Allí Alex ya
nos hace ver que la única forma de desplazarse es andar, y que la mayoría de
ellos no han ido nunca a Wamena, ni saben su edad ni han tomado medicamentos en
su vida. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Un
pequeño trekking tras comer nos sirve para ir preparando nuestras piernas al
terreno. El camino poco a poco se hace complicado, tanto por el barro, con
resbalones continuos, como por las fuertes pendientes cuesta arriba. El
escenario para nuestro entrenamiento son sus zonas de cultivo, aterrazadas y
atravesadas continuamente por niños, mujeres y ancianos, con sus sacos o bolsas
de hilo de colores (<i>noken</i>), que tejen
ellos mismos con filamentos de corteza de árbol, cogidos de la cabeza las
mujeres o al hombro los hombres, portando hierbas, madera, alguna verdura, y
todos pidiendo algo que fumar mediante signos. El poblado está cruzado por un
riachuelo, que en un ligero meandro presenta una pequeña cascada, afluente del
Kali Mugi, que nos sirve de baño para refrescarnos con agua fría y limpiar un
poco el barro y la tierra de nuestra piel.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El
murmullo y la media sonrisa te reciben en cualquier rincón, en los grupos
sentados en el suelo, en rostros esquivos en las puertas de las chozas o en los
continuos trayectos de mujeres laboriosas por los senderos del poblado. Solo
las risas curiosas y juegos de grupos de niños escapan de ese escenario. Como
lo hacen las conversaciones que surgen entre ellos y algunos de los papúes de
nuestro grupo. Nos acompañan porteadores locales, muchos de la etnia Yali y
Dani, que, a parte de hacer de interpretes, ayudan a llevar parte del equipaje,
la comida (poco puedes encontrar en el interior del valle que no sea pequeños
plátanos o boniatos) y el material para cocinar. Pronto descubres que sin ellos
ya no es que el viaje sería inabarcable sino que perdería una de sus razones de
ser: el conocimiento del pueblo papú. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhDJD1n2ZNSJ8wsM7K851dhYOa-Fui8VlZVDKzm2ECxLJA99gIdc4M5rGnGDt3g9tBwupo9W_2NnYXWcndgKDJ7JZsG_D0uomRJLNGg1OLsYCNX3tv7Veql0jT-3ECTnHwFAHZt8TWy1uk/s1600/DSC_3641.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhDJD1n2ZNSJ8wsM7K851dhYOa-Fui8VlZVDKzm2ECxLJA99gIdc4M5rGnGDt3g9tBwupo9W_2NnYXWcndgKDJ7JZsG_D0uomRJLNGg1OLsYCNX3tv7Veql0jT-3ECTnHwFAHZt8TWy1uk/s320/DSC_3641.JPG" width="213" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Dormimos
allí. Es el primer contacto continuo con las tribus Dani. Unos Dani
occidentalizados en su vestimenta (ropa barata y vieja de importación asiática)
y actitud (tabaco, revistas, algún que otro móvil pese a la falta de
cobertura). Poco que recuerde a la imagen que uno tiene del salvaje desnudo del
<i>National Geographic.</i> Con los días
aprenderemos que conforme avancemos en la ruta y en altura las tribus son más
auténticas, pero es obvio que ya no viven en la Edad de Piedra, aunque su
subsistencia si es básica. Viven de la misma agricultura centenaria que les
aporta la batata y plátanos, los pilares de su dieta. Apenas usan la luz (salvo
por antiguos generadores en las chozas principales) y el agua la obtienen de
ríos cercanos. En Seima, la cercanía con Kurima se nota y por ello, a parte de
las chozas tradicionales, también tienen casas de madera de una sola planta y
varias habitaciones, con tarima de madera en el suelo y ventanas de cristal.
Por deferencia, siempre y cuando es posible a lo largo de la ruta, nos ceden
una casa así para que durmamos. Normalmente es de la persona dirigente de la
aldea, o del pastor protestante, que son los únicos que pueden permitirse estas
construcciones. En mi diario tengo escrita la palabra con que definen el lugar
mis compañeros de esterilla Pacopé y Florián: ¡¡inmundo!!. El humo que se
filtra tras las tablas de madera que separan nuestro habitáculo del lugar de
cocina, las decenas de cucarachas (alguna de las cuales deciden adoptar el
neceser de Pacopé como hogar y forma de conocer mundo) y el hecho de ser la primera
noche en ruta, contribuyen en buena medida a ese calificativo. Su recuerdo va a
ser motivo de más de una risa a lo largo de la ruta. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Hitugi<o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Madrugamos
para dirigirnos a Hitugi. Hay que aprovechar las horas de luz y la ausencia de
lluvia, que suele hacer acto de presencia a partir de medio día. Antes de
partir es preciso crear un vínculo con nuestro grupo de porteadores. Nos
asignan uno por persona, Derman para mí, Miles con Jesús, Pipir con Susana,
Pacopé y Sem, Dange y Marc, Pinius y Ana, Kue y Sergio… Un baile de nombres que
es preciso apuntar en el diario. Mientras se suceden lo apretones de manos, y
tras contemplar atónito como Derman carga no solo con parte de mi petate sino
con los bultos correspondientes de utensilios de cocina, hecho un vistazo al
grupo. La mayoría de ellos se visten con camisetas, pantalones y chanclas que
provienen de las misiones o de los regalos de viajeros previos. Algunos llevan
un viejo móvil de segunda mano que no parece funcionar, quizás como elemento de
modernidad conseguido en Wamena. Han tenido que dejar sus poblados para buscar
un futuro que vaya más allá de las labores agrícolas, y el contacto con la
ciudad los ha traído hasta este trabajo. La dureza de sus rasgos, la fortaleza
de sus cuerpos, con unos brazos y piernas hechos a la montaña, contrasta
enormemente con la seriedad o timidez a la hora de dirigirse a nosotros. Mis
compañeros y yo tomamos como primer objetivo intentar romper ese obstáculo,
reforzado por el idioma, y entre sonrisas y la atención mutua poco a poco
lograríamos el acercamiento. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Iniciamos
la marcha. El tiempo del reloj empieza a dejar de importar (de hecho me lo
guardo en la mochila). Es la luz, las nubes, la posibilidad de lluvia, lo que
marca los tiempos del trekking. El camino, fresco aún por la escarcha de la
mañana, es un leve transitar de pies desnudos, y cuando levanto la mirada me saludan
tímidamente diciendo <i>pagi</i> (saludo
matinal) dando la mano. Tengo fresca la lectura de Matthiessen (<i>Al pie de la Montaña</i>), y muchas ganas de
preguntar, así que aprovecho que comienzo la ruta junto a nuestro cocinero Amius,
que parece conocer muy bien el valle y sus habitantes, para conversar. Me llama
la atención la forma en que diferencian la mañana de las primeras horas de sol,
y mi interlocutor me confirma las palabras de Matthiessen: al período del
amanecer y de la primera luz del día se le llama “la mañana de las voces de los
pájaros”, diferente a la mañana ordinaria que llega después. La mañana de las
voces de pájaros, qué hermosa manera de iniciar un camino y, mientras lo apunto
en mi diario, empiezo a asociar los sonidos y las palabras con el paisaje que
transitan mis pies.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgy-q1FNnAMcx27BW0zMGt1-XOuzTK5MLXG8QhmQnPBaOiZTLphv25wi1tnkp5SdViwxY1rFI8PdVqxm_NFfoGOlxcZRX80Zm2yHo9Zd0s0UPeuYZWTwwvDTHRJ5NOCc_X1fgkSTexHHYM/s1600/DSC_3471.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgy-q1FNnAMcx27BW0zMGt1-XOuzTK5MLXG8QhmQnPBaOiZTLphv25wi1tnkp5SdViwxY1rFI8PdVqxm_NFfoGOlxcZRX80Zm2yHo9Zd0s0UPeuYZWTwwvDTHRJ5NOCc_X1fgkSTexHHYM/s200/DSC_3471.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTxbRHuoesfYT9yD6iQ6Day8juz010o8Bi4l1MCCylFPeFKfgMS0eDonIBJuY37yTCw2IdkDxIAVUe9LyA6sQ1mfo_BpOfCaJuobr0Bo6rxwyVYkDnbyW-YPaYujVbCDMBQqGn-d1JrTY/s1600/DSC_3498.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTxbRHuoesfYT9yD6iQ6Day8juz010o8Bi4l1MCCylFPeFKfgMS0eDonIBJuY37yTCw2IdkDxIAVUe9LyA6sQ1mfo_BpOfCaJuobr0Bo6rxwyVYkDnbyW-YPaYujVbCDMBQqGn-d1JrTY/s200/DSC_3498.JPG" width="133" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En
el valle la lengua predominante, con variantes tribales, es el dani, pero es
solo una de las decenas de lenguas de las tierras altas. Como nos cuenta
Matthiessen, lo más probable es que los montañeses papúes salieran de Asia
hacia aquí mucho antes que los polinesios, aunque después de los aborígenes
australianos, y que se vieran empujados hacia las montañas por pueblos que
llegaron después. Y en las montañas permanecieron hasta que, al inicio de la
década de 1960, una expedición holandesa y norteamericana se adentró en el
valle con el objeto de estudiar su cultura. Su población, distribuida en varios
clanes, no había tenido contacto con la civilización, viviendo en un estado
similar a la Edad de Piedra, donde la agricultura y la guerra continuaban
siendo los pilares del desarrollo vital. La selva y la montaña, la muralla de
nubes, los siglos, la protegieron de los navegantes y los exploradores que
tocaron las costas y se fueron de nuevo. Un desarrollo que, desgraciadamente,
las misiones religiosas y los ejércitos indonesio y australiano, se han
encargado en pocas décadas de fagocitar y transformar, arrebatándoles poco a
poco la belleza de su identidad. De ahí la importancia del Festival de Wamena. Trazos
de una cultura que, con cada lectura, cada palabra o fotografía que pasa por
mis ojos, más quiero conocer.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Fluye
la luz matinal entre palabras que aprendo (<i>siam,
</i>saludo a mediodía; <i>sore, </i>buenas
tardes) y el <i>wa wa wa,</i> una cantinela
que la gente mayor pronuncia para expresar respeto o agradecimiento si nuestros
pasos se cruzan. Y en esta mañana de trekking y aprendizaje vivo por primera
vez la experiencia del canto a la montaña. Los porteadores poseen un ritual en
su deambular por el valle, cuando se acercan a una pequeña cima, al poco de
iniciar el camino: se detienen y juntos le cantan a la naturaleza, a las
colinas, al valle, para agradecerles la vida que les ofrece y el buen viaje. Arraigado
en el corazón de su cultura está la creencia en los espíritus de la naturaleza.
Canciones que provienen de los orígenes del mundo, transmitidas de padres a
hijos. Verlos cantar, con la mirada encendida y la voz alegre, comunicarse con
las montañas que los rodean, me emociona y no puedo evitar pensar cómo, de
donde venimos, hemos dejado de escuchar lo que nos dice la naturaleza, hemos
dejado de comunicarnos con ella. Los papúes no solo la respetan sino que creen
que están unidos a ella y, por ello, es necesario que hablen con ella, que le
canten. Como para mi es necesario escucharles.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En
un texto de Carlos Muñoz, a raíz del libro de Chatwin <i>Los trazos de la </i>canción, leí que las culturas aborígenes
cartografían el territorio y representan sus paisajes mediante canciones,
aunando el tiempo mítico del origen con el mapa de su tierra. Canciones que
perduran desde tiempos legendarios y que cualquiera, aunque hable otra lengua,
aunque viva a cientos de kilómetros, puede entender y visualizar, ya que la
música <i>es un banco de memoria para
encontrar el propio camino por el mundo</i>.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Sentado
en una piedra, escuchando emocionado, escribo en mi diario que el recuerdo del
paisaje de Papúa, de este trekking, no va a ser mudo, ni un mapa o fotografía,
sino un recuerdo sonoro: el canto de mis amigos papúes a la montaña, a la
naturaleza de la que provienen, voces que marcan el camino mientras su eco se
pierde por el valle. Cada tierra tiene su canto, y este es el de Papúa.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Con
tantas emociones y frecuentes paradas el trayecto resulta accesible, unos diez
kilómetros y 500 metros de desnivel (de 1570 a 2000mts de altitud). Solo la
presencia de algunas cuestas y el persistente calor y humedad nos provoca algo
de cansancio. Así que, casi sin darnos cuenta, llegamos a Hitugui, un
pueblecito de montaña, en una explanada al borde de una especie de barranco
rodeado de colinas y niebla, donde cerramos la etapa ante la irrupción de una
fuerte lluvia.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Sentados
bajo un alero de madera para protegernos del aguacero, Neus, sin pretenderlo,
se convierte en protagonista. Ser médico, vocacional, en un entorno así hace
que no puedas descansar un segundo si te centras en atender las heridas en los
pies de nuestros porteadores. Durante los días siguientes Neus será el ángel de
la guarda del Valle, incluso para mí mismo. Verla limpiar las heridas,
diligente, concentrada y con una sonrisa permanente en su rostro es uno de los
mejores recuerdos que me llevo del viaje.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Al
salir el sol aprovechamos para recorrer los alrededores, entre el barro y el
equilibrio, asistiendo fascinados a la habilidad, casi insultante, de los niños
para andar y correr descalzos ante caminos imposibles. Mojados y sucios nos
preparamos para el aseo, bajando hacia un afluente que estaba a la altura del
camino. Una parte considerable del poblado, principalmente mujeres y niños, se
sientan en un pequeño mirador de piedra, junto a una alberca, para observarnos.
Está claro que somos la atracción del día, su divertimento, lo que rompe la
rutina. Mientras regresa la lluvia, sus risas ante nuestras caídas en el barro
o las pintas que llevamos para el baño (en ropa interior o bañador), rompen la
tranquilidad del atardecer. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Por
la altura, la niebla, la humedad y el frío se acercan con rapidez conforme
desaparece el sol. Con un té en la mano, nos abrigamos y asistimos de nuevo al
hipnótico canto de los porteadores al compás de las gotas de lluvia. El tabaco,
los juegos de cartas y las canciones son su descanso y alegría ante una vida,
la del porteador, que, en ocasiones, carece de todo. Nos dicen que es una
canción de amor tradicional de los valles meridionales de Irian Jaya, que sus
voces relatan el regreso del camino y la búsqueda del amor entre las mujeres
del pueblo: <i>volvemos del trekking y
necesitamos cariño</i> escribo en mi cuaderno. Apunto que al regresar debo
buscarla. Un mes después, en una lectura sobre poesía oral de Papua, el azar
coloca ante mis ojos un pequeño canto de amor del Valle de Baliem. Me gusta
pensar que sus voces, aquella tarde húmeda y tranquila, entonaban algo similar:</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i>Anhelo verte, mi corazón duele<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i> Estoy yendo hacia vos,
pero las nubes te esconden.<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i> Estoy chocando,
estrellándome en la tormenta, como un gato ciego.<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i> Estoy viniendo, pero
no llegaré pronto.<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i> Espera pacientemente,
espera pacientemente en tu casa<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i> que será nuestra casa
algún día. <o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Este
es el encanto de Baliem, y lo que hace único este lugar. Y con ese pensamiento,
arrullado con sus voces, me abandono al sueño. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Yogosem<o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Al
partir al día siguiente, abandonamos el pueblo cerca de la escuela, que debe
agrupar a la mayoría de los niños de la zona. Hitugui es de los poblados más
grandes de la zona. Conforme te adentras en el valle, los poblados son más
pequeños y salvo alguna pequeña iglesia aislada, la fisonomía de los
asentamientos es la propia de los dani y Yali, los <i>kampungs, </i>un conjunto de chozas con huertos y bancales formando
aldeas.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4Ary6ofSmzEImkwN1z81DgSW4-o_QpAjufTkxpt_iWNdu3K_p-9MJUQbw1V4njtCauWHubSZXvyAevO1i2ibMNHtaTmqQ1L9cZZgvzZ5C_UdgU0aVfPqWM_4NWiWGX2Av0KSN8TW62UE/s1600/DSC_3502.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4Ary6ofSmzEImkwN1z81DgSW4-o_QpAjufTkxpt_iWNdu3K_p-9MJUQbw1V4njtCauWHubSZXvyAevO1i2ibMNHtaTmqQ1L9cZZgvzZ5C_UdgU0aVfPqWM_4NWiWGX2Av0KSN8TW62UE/s320/DSC_3502.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Las
chozas, como cabañas cónicas, reciben el nombre de <i>ebeais </i>o <i>honais</i>. Son
construcciones circulares con paredes de madera y techo de paja o palma seca.
Una técnica ancestral que permite la impermeabilización ante las frecuentes
lluvias tropicales. Suelen presentar dos alturas, aunque desde fuera, la
cubierta de paja y palma lo disimule. Se entra por una pequeña apertura que da
acceso a la planta baja, un piso ligeramente sobreelevado por encima de la
tierra que tiene un altillo donde se duerme a metro y medio aproximadamente del
piso inferior y por el que se accede a través de una apertura cuadrada con una
escalera de bambú. Los dos pisos tienen un lecho de hierba seca a modo de
alfombra y en el más bajo un hogar central de pavimento duro, delimitado por
soportes verticales de madera. El humo del fuego solo puede salir libremente
por la puerta, por lo que el interior suele estar ahumado y oscuro. Para ellos
no es molesto, espanta los mosquitos, decora las paredes de negro, y al
filtrarse por la hierba del techado (ya que no tiene otra salida más que la
puerta) ahuyenta los insectos que se comen la techumbre. Una arquitectura que
no ha cambiado en miles de años.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrwE3HhxshHRQjF5RqS68ud5rHc4ZA3kTr4Qc9ZFDz_XRZUAOwDdV7Nh5tGMnvacwoVb1zX5oUTYF8myFp9NZpHJxJg7J5PvpOMT8WAhAB2StUoc_JBD8GnRN0Fm0W9vcHxep5bELu3kE/s1600/DSC_3506.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrwE3HhxshHRQjF5RqS68ud5rHc4ZA3kTr4Qc9ZFDz_XRZUAOwDdV7Nh5tGMnvacwoVb1zX5oUTYF8myFp9NZpHJxJg7J5PvpOMT8WAhAB2StUoc_JBD8GnRN0Fm0W9vcHxep5bELu3kE/s200/DSC_3506.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5aajKTkVA-ii5XS8QG1efUAUpREb_B9kE-7IEJf_iMmx3bcClzaNRJohIEa1QSoWN30pWLWeKq0CUe2oINJjG4C7zl5SaGmv4-ewuVOAnkNHlSTuwg8reTrTTUZaLD3osBGahhFtX6D8/s1600/DSC_3507.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5aajKTkVA-ii5XS8QG1efUAUpREb_B9kE-7IEJf_iMmx3bcClzaNRJohIEa1QSoWN30pWLWeKq0CUe2oINJjG4C7zl5SaGmv4-ewuVOAnkNHlSTuwg8reTrTTUZaLD3osBGahhFtX6D8/s200/DSC_3507.JPG" width="133" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El
día parece sonreírnos y marchamos tranquilos con un marcado descenso hasta el
precioso pueblo de Yalimo, donde los <i>honais
</i>empiezan a ganar protagonismo. Debemos hacernos a un lado por la llegada de
una comitiva de danis para la ofrenda de un cerdo. Poco después, el río Mugi
nos obliga a utilizar un puente colgante que atravesamos de uno en uno dejando
unos metros de distancia para no desestabilizarlo. Mientras vamos ganando
altura alcanzamos la aldea de Yuarima, donde hacemos una parada para comer. Rápidamente
un hombre de la aldea localizó a nuestro guía Kipenus. Alguien le ha dicho que
en nuestro grupo viaja un médico y pide que revisen a su hijo enfermo. Desde
hace dos semanas apenas puede abrir los ojos, plagados de costras y pus. El
hospital más cercano está en Wamena, a varios días andando. Neus no vacila en
atenderlo pero el miedo y el dolor hacen gritar y llorar desesperadamente al
pequeño. Con delicadeza le limpia los ojos y le ofrece medicamentos (antibióticos
y calmantes) al padre explicando cómo y cuándo tomarlos. Hay un riesgo grande
de que pierda la vista o que la infección se extienda. A pesar de las instrucciones,
el gesto del padre es despreocupado. Alex nos comenta, abatido, que nada más
irnos se repartirían seguramente los antibióticos y analgésicos entre los
adultos, haciendo caso omiso a las recomendaciones de Neus. No compartimos su
realidad, por lo que a veces nos cuesta mucho comprender su forma de actuar y
de enfrentarse a los problemas. Pero eso no impide que nos marchemos del pueblo
con tristeza y una cierta desazón. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Nos
espera un largo y duro trayecto hasta Yogosem, el final de la etapa. Conforme
el valle se cierra hay que desviarse por las laderas, progresando en altura a
través de diferentes collados de gran desnivel o por el cauce de aguas de
altura. Casi tres horas de continuo ascenso y una constante humedad. Mientras
sufro ascendiendo la pendiente, mi forma de comunicarme con mis compañeros y los
porteadores son las medias sonrisas. Tengo la sensación de que no dejan huellas
mis pies. Las piernas poco a poco dejan de responderme y creo que estoy al
límite de mis fuerzas. El bochorno intenso apenas me deja respirar, y me
frustra llegar cada tramo a lo que creo es el final de la pendiente para
encontrarme con otra pendiente superior. Empiezo a obsesionarme con que no voy
a poder, con que voy a descolgarme, si no lo hecho ya, del grupo. Te sientes
perdido en un mundo en que ya nadie se pierde. En esos momentos, por duro que
sea, solo piensas en seguir, si es que piensas en algo. Continuar y avanzar,
porque no hay otra alternativa. Y si hay vacilación, solo necesito parar, dedicar
un tiempo a respirar, profundamente, descansar en una piedra, tomar alguna
fotografía, y, si se puede, escribir algo, ya sea en el diario o mentalmente,
en la cabeza, para plasmarlo sobre el papel esa noche. Agradezco la compañía de
Alex, Susana, Pacopé, Marc, Neus, Ana y Jesús, que disminuyen su marcha para no
dejarme solo. El cansancio no me arrastra del todo gracias a esas paradas, no
solo para recuperar el aliento cuando el desnivel ascendiendo es grande, sino
porque me permite observar con tranquilidad el paisaje. Contornos de montañas
sobre otras montañas. Helechos, rododendros, palmeras, mariposas, orquídeas,
pequeñas flores de colores imposibles, marsupiales como un pequeño quol, …Rincones
de una belleza tan extraordinaria que hasta me impide fotografiarla. Y no por
la humedad, el cansancio, o la pereza. No. Una naturaleza tan salvaje,
acercándose al cielo y a las nubes con tanta delicadeza, fusionando el verde,
el blanco, el gris, en colores que escapan a mi imaginación; es imposible de
atrapar a través del objetivo. Tampoco hace falta, solo es necesario parar,
dedicar un tiempo a respirar. Cuando mis dedos húmedos renuncian a seguir con
la cámara, tomo conciencia. Esta visión está aquí para que la respire, para darme
energía. Una naturaleza de miles de años que me regala segundos de vida. No
necesito fotografiarla, basta con vivirla. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9EtMUH6zZP31n7I4TutAwoZBON9TT71OtdBb1MyZATYfdfR2EBtGG2cRL-EEiUGibYILp-dGykxc_9XEK6r4cWhx1ldeSvYZCFFBDxu35YfdK-ksdydfSKbdynxEXfDC8xjxIYnI88xE/s1600/DSC_3512.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9EtMUH6zZP31n7I4TutAwoZBON9TT71OtdBb1MyZATYfdfR2EBtGG2cRL-EEiUGibYILp-dGykxc_9XEK6r4cWhx1ldeSvYZCFFBDxu35YfdK-ksdydfSKbdynxEXfDC8xjxIYnI88xE/s320/DSC_3512.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Llegar
arriba significa una pequeña victoria. Apenas puedo hablar, no tanto del
cansancio, que también, sino por esa sensación extraña mezcla de alegría por
lograr un objetivo e incredulidad por conseguirlo. Algunos compañeros me miran entre
incrédulos y comprensivos, para alguno de ellos tampoco ha sido tanto esfuerzo.
Y me doy cuenta de que debí prepararme mejor para esta ruta, de que es
necesario administrar fuerzas y utilizar la cabeza en el ritmo y los pasos, de
que el tiempo pasa y ya no soy ese chico de veintitantos al que no le asustaba un
desnivel o una larga caminata. Pero sentirme débil también me ayuda a
enfrentarme al viaje, a Papúa, de otra forma, desde la desorientación, desde la
confianza en cualquiera que puede ayudarte a cada paso, y eso, empiezo a tomar
consciencia , me regala una fortaleza, sino física si emocional, que pocas
veces había sentido en un viaje. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUiZhrY_8gHqfLzAhAzvXYvHuOTWedAKMr0ArRvXGajWcXdYcvFSCXOKblKR7pExb0ShJxKfhzit8AO1PMDfkd5O5NoRjMMXwp-Rq2ZDcjs7j0Gcc883G6CInJ6Tl0RrnKxHBCZHsqkO8/s1600/DSC_3533.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgUiZhrY_8gHqfLzAhAzvXYvHuOTWedAKMr0ArRvXGajWcXdYcvFSCXOKblKR7pExb0ShJxKfhzit8AO1PMDfkd5O5NoRjMMXwp-Rq2ZDcjs7j0Gcc883G6CInJ6Tl0RrnKxHBCZHsqkO8/s320/DSC_3533.JPG" width="320" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEib9tWQkj_HF5uB9weO-C_7ti5RB8wjWkRjfYPvXyvOIj1f1XLETtieyzAmpkUOLbya8QY762aRPH6bF36IHDOXD6j1rpvUuwf8X4goDL4b5drat8PgkNPIdEK64Y4uLbHU89ukR934oa0/s1600/DSC_3538.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEib9tWQkj_HF5uB9weO-C_7ti5RB8wjWkRjfYPvXyvOIj1f1XLETtieyzAmpkUOLbya8QY762aRPH6bF36IHDOXD6j1rpvUuwf8X4goDL4b5drat8PgkNPIdEK64Y4uLbHU89ukR934oa0/s200/DSC_3538.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjpJskESy4AtJ-9sLDanmfEN1dGLMj9z1zLbGkMzOqKYd6nxw1hzN07Vq-_J3c6FCc6IbTCR1ah9KYDAD2ZXFaQDx8tJfp4knZcaR7O17y6tzrREzcbNXAmY4OU_4EjabCqwzfnCSERBSs/s1600/DSC_3542.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjpJskESy4AtJ-9sLDanmfEN1dGLMj9z1zLbGkMzOqKYd6nxw1hzN07Vq-_J3c6FCc6IbTCR1ah9KYDAD2ZXFaQDx8tJfp4knZcaR7O17y6tzrREzcbNXAmY4OU_4EjabCqwzfnCSERBSs/s200/DSC_3542.JPG" width="200" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Allí
estamos, aún con las piernas cargadas del ascenso, en Yogosem. La vista es
espectacular, un pequeño asentamiento a la sombra de escarpadas paredes,
decenas de chozas sobre un pequeño prado al abrigo de montes circundantes. Un
intenso color verde envuelve todo, destacando una cascada al fondo de la aldea,
cayendo libre entre tanta vegetación. Y la gente, gente que sonríe fácilmente,
pese a miradas de cautela, de interés o incluso desconfianza, nada que ver con
la antigua fama de caníbales de parte de esta región. El poblado transmite más
bien todo lo contrario, una calma de pueblos que han olvidado tiempos de
guerra. La vida parece algo sencillo, y seguramente lo sea. Y a uno no le queda
otra cosa más que verlo y compartirlo. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Un
afluente cercano, seguramente vinculado a la cercana cascada, y canalizado a
través de una pequeña tubería en uno de los laterales de la aldea, nos sirve de
rápido baño ante las risas de los más jóvenes. Solo queda esperar la noche y el
descanso con la cena, té y charlas sobre viajes y fotografía. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Kiroma<o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Madrugamos,
como ya es y será costumbre, para aprovechar horas de luz y la ausencia de
lluvia, y nos encaminamos hacia Kiroma. Se encuentra al fondo del valle, tras
un vaivén de descensos y ascensos, y es uno de los tramos más bonitos del
trekking. Un lienzo de selva sin fin. Caminar ahora es adentrarse en bosques
densos y húmedos, repletos de mantos de musgo. Bosques primarios alfombrados de
helechos, begonias y orquídeas, repletos de toda clase de árboles tropicales. Pero
la belleza no hace fácil el camino, en las zonas de umbría la humedad y el
barro son permanentes. Entre plantas aéreas y bajo una tenue llovizna, surgen a
cada tramo sobre un suelo de turba inesperados arroyos que fluyen desde lo más
profundo del valle, y que podemos salvar gracias a troncos de árboles caídos cubiertos
de capas de musgo y a la ayuda de nuestros porteadores. Una naturaleza
primigenia que entra en armonía con el sonido de nuestro caminar y el canto
apagado de los hombres que nos guían. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El
camino no les es extraño, por eso aprovechan las paradas y los tiempos muertos
para cortar pequeñas flores con las que fabrican pulseras y adornos que se
colocan en el pelo o la barba, en brazaletes para los hombros o en nuestras
mochilas. En estos momentos no parecen ser porteadores, casi se mimetizan con
el entorno, el valle les hace volver a sus orígenes. En algún sitio leí que a
algunas tribus los llaman por ello los <i>Hombres
Flor. </i>Como llevan haciendo desde el primer día, hacen un alto en las cimas
y cantan una polifonía adornada de miles de años de bosque. Parecen pequeñas
canciones sin letra, de respeto y amor hacia las montañas. Apunto en mi diario
un canto que comparten los Huli y los Mekeo: </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i>Hoy está seco, mañana nublado. Ayer una
tomenta: todos vienen y van. Tapura (</i>el nombre de la primavera<i>) es eterna.<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i> La fruta madura y se
pudre, la caña de azúcar florece y se seca, el hombre llega hoy y se ha ido
mañana: Tapura es eterna.<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i> El sol y la tierra
conferencian, el día y la noche conferencian, el sol apura el día, el día apura
la noche, Tapura es eterna. <o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i> El sol, la tierra, el
día, la noche, Todos tuercen el brazo del hombre, todos lo apuran. El hombre
llega hoy, se ha ido mañana: Tapura es eterna.<o:p></o:p></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3JRlgLuhi0lO6ehmuTpwX0bxVB2lThv-NBXlyKsfhzjicR_OV6sOR1dbVoiaQ0XV4DNxJVNTvs2_9J4JNB7blVv3jYudWegWFw23pomiXWGr58ON06pvIB_8w61XoFI5FlorS29C-la8/s1600/DSC_3546.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3JRlgLuhi0lO6ehmuTpwX0bxVB2lThv-NBXlyKsfhzjicR_OV6sOR1dbVoiaQ0XV4DNxJVNTvs2_9J4JNB7blVv3jYudWegWFw23pomiXWGr58ON06pvIB_8w61XoFI5FlorS29C-la8/s200/DSC_3546.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwlKonXSnDJXGIMk3Kk1wXwzr_M1Qh7NkEbcpA_5uuuDf3muotv9NiJ60UMZacXri-VBZXY5Bu__PJGiQ5JTOcxx_AiSciz6bI0m0pFo6-PR-3xkE9F2WKc8wFirCCO8WO2_tmVCosP-E/s1600/DSC_3545.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwlKonXSnDJXGIMk3Kk1wXwzr_M1Qh7NkEbcpA_5uuuDf3muotv9NiJ60UMZacXri-VBZXY5Bu__PJGiQ5JTOcxx_AiSciz6bI0m0pFo6-PR-3xkE9F2WKc8wFirCCO8WO2_tmVCosP-E/s200/DSC_3545.JPG" width="133" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Si
su mirada se cruza con la nuestra, sonríen con dientes que van del blanco al
rojo de masticar betel, murmurando <i>wa wa
wa</i>. Les encanta fumar, por lo que un gran regalo es el tabaco, pero ante la
ausencia de éste en ruta, se arreglan con hojas frescas. Jesús y Susana me
señalan a Derman, mi porteador, entre la maleza. Parece que la naturaleza forma
parte de él, lo mismo que él es parte de la naturaleza, de sus valles,
montañas, la bravura del río, el verdor del musgo y los helechos arborícolas.
No sé si él se adorna con las flores y helechos o si la naturaleza se engalana
con él.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhD45GTyWf03WmuqNJTXIAe2WEY0FWB4z6VmBrpz6s-6246AWd-2PfIQXcm15pK4X-cliAq3rtMl5RReZ7C4bS-jUS-Yd0i8q1qtbgKvd7byOzCDkbCXIkhhwh77ZK2Gdg-xS7FQ7pEk4o/s1600/P1090369.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="900" data-original-width="1600" height="111" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhD45GTyWf03WmuqNJTXIAe2WEY0FWB4z6VmBrpz6s-6246AWd-2PfIQXcm15pK4X-cliAq3rtMl5RReZ7C4bS-jUS-Yd0i8q1qtbgKvd7byOzCDkbCXIkhhwh77ZK2Gdg-xS7FQ7pEk4o/s200/P1090369.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh90q9kOWLPXXN84osY6WpogdQsuRytNknUlBxxLTgzx9GogyZvAMAb1tNdVznsYMjSKMWP9ro91zKlZ69Z1CBN6BiKa2JA32jwjtKDO3bR1iu8A9QMByuhipu8ZVP82Frabn6fhJjgio8/s1600/DSC_3551.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh90q9kOWLPXXN84osY6WpogdQsuRytNknUlBxxLTgzx9GogyZvAMAb1tNdVznsYMjSKMWP9ro91zKlZ69Z1CBN6BiKa2JA32jwjtKDO3bR1iu8A9QMByuhipu8ZVP82Frabn6fhJjgio8/s200/DSC_3551.JPG" width="133" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Con
ese pensamiento alegre continúo la marcha. De vez en cuando, dirijo mi atención
a Alex. Por momentos, se confunde con un porteador, camina con destreza entre
los senderos húmedos, y si cae, seguramente es porque va pensando o vigilando a
alguno de nosotros. No me extraña que hace años no dudara en abandonar la vida
de ciudad para viajar y conocer territorios como Papúa. Siguiendo sus pasos
observo la forma en que se dirige a los aldeanos, cómo bromea con los
porteadores, la expresión de sus ojos al llegar a una cima, pequeñas cosas que
me hacen difícil dibujarle en una ciudad. Aquí mucha gente suele conocerle,
resultado de años de ejercer de intermediario entre los guías locales y los
viajeros. Conversar con él respecto a viajes, política (o la ausencia de ella),
y la importancia de vivir al día y aprovechar cada momento, es otro de los
regalos del viaje.<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWpRwncR_Q6BfR2hQzmxkhkudpJmrDBmoU9Cmc8vlHO17jhrWLm6Ah0BDdLTN6sRJ1IDAVeIGzVn411RId56jbK41qqgA0UIXFPJr9pkageaLMyDZxmNRLxNri0fR7RaX3BKqnOGwS77s/s1600/P1090333.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="900" data-original-width="1600" height="177" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWpRwncR_Q6BfR2hQzmxkhkudpJmrDBmoU9Cmc8vlHO17jhrWLm6Ah0BDdLTN6sRJ1IDAVeIGzVn411RId56jbK41qqgA0UIXFPJr9pkageaLMyDZxmNRLxNri0fR7RaX3BKqnOGwS77s/s320/P1090333.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El
bochorno nos va deshidratando, y el agua se convierte a cada paso en un bien
preciado. No es tanto la falta de ella, aunque en algunos tramos esto también
es importante, sino que la que encontramos, ya sea en afluentes o riachuelos,
no es apta para nuestro consumo. Es algo que ya sabíamos desde antes de partir,
por lo que en mi mochila llevo pastillas potabilizadoras. Salvo por la
necesidad de esperar unos 45 minutos para que la pastilla haga su efecto, uno pronto
se acostumbra. Otras veces aprovechamos el agua hervida que sobra en la
preparación de las comidas y el té. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Entre
consecutivas bajadas y subidas, y repletos de barro, llegamos a Kiroma. La
comida ayuda a restablecernos, pero es pronto, la tarde larga y la perspectiva
de un baño en el río Mugi estimulante. Así que, pese a la amenaza de lluvia que
esconde un cielo encapotado, nos dirigimos un grupo liderados por Alex
pendiente abajo. Son un par de kilómetros y la lluvia pronto hace acto de
presencia. Desde aquí todo es más complicado, los montes se estrechan en
profundos barrancos y caminar se convierte en algo técnico y difícil en
ocasiones. El terreno suele tener pendiente, tanto en ascenso como en descenso,
y bastante resbaladizo por la lluvia y el barro. Caes al suelo, una vez y otra,
y otra, y otra…<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi0VvzWbn2kCCMdL5noD7YwIZ8Lh8TSjE5Q5jms0N3zBcnBFdzd8xPzhNnHw57MzlVGfmcSDZKB3vW5Ci1hmFs22xyJQdu6w170rBGbAy5m4_GRaecQU0en7FBBjOG53pQB6SfygpuafS8/s1600/DSC_3555.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi0VvzWbn2kCCMdL5noD7YwIZ8Lh8TSjE5Q5jms0N3zBcnBFdzd8xPzhNnHw57MzlVGfmcSDZKB3vW5Ci1hmFs22xyJQdu6w170rBGbAy5m4_GRaecQU0en7FBBjOG53pQB6SfygpuafS8/s200/DSC_3555.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOdT4xweSzoOe8VxLcVw90_TjFtvW3-zboT1DR6D4plhnMGUbiQLBuWlu3SRTebCEp63BfvtBIk0Hv2sUUyGI9K_0mN2MUL0OB_0mG8-vBjfZhoXacYg6hDINE_tnq_5kJQPgeKieH1Q0/s1600/DSC_3570.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOdT4xweSzoOe8VxLcVw90_TjFtvW3-zboT1DR6D4plhnMGUbiQLBuWlu3SRTebCEp63BfvtBIk0Hv2sUUyGI9K_0mN2MUL0OB_0mG8-vBjfZhoXacYg6hDINE_tnq_5kJQPgeKieH1Q0/s200/DSC_3570.JPG" width="200" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Sintiéndome
el tío más torpe del mundo, y cuando estaba esperando la siguiente caída, aparece
el río, bravo, caudaloso y crecido tras tantos días de aguacero. En pocos
minutos, aprovechando un descanso de la lluvia y procurando dejar la ropa
protegida de la humedad, varios del grupo nos sumergimos en las marrones aguas
del Mugi. Debemos limitarnos a una zona recorrida por rocas, la corriente
avanza con fuerza y nos arrastra, salir del parapeto rocoso es arriesgarse a no
volver. Gritamos como niños, nos salpicamos agua los unos a los otros y andamos
como borrachos para evitar resbalarnos y acabar río abajo. Poco importa el
frío, la lluvia que ha vuelto a arreciar o la caminata de vuelta que nos
espera. La sensación es la de sentirse libre, una felicidad plena, aunque los
ojos de nuestro sequito local transmitan una risa velada por lo que tiene de
ridículo nuestra actitud infantil. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Yogosem<o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Me
despierto temprano y salgo en la mañana de las voces de los pájaros. El aire
fresco de las montañas trae consigo agua así que recogemos rápido y nos
encaminamos, por una ruta diferente, de regreso a Yogosem. Un grupo de niños
nos acompaña gran parte del trayecto, ayudándonos en el duro ascenso, mostrando
sus habilidades ya no solo para ascender sino para disparar con su tirachinas o
incluso con arco y flechas. Es común verlos en cada aldea, casi siempre en
pequeños grupos, a decenas. Fuera de los horarios de las escuelas, y ante la
ausencia de éstas en algunas aldeas, es hermoso verlos correr, saltar o
detenerse bruscamente para mirarte con seriedad si algo en ti les llama la
atención. Vuelan libres, o al menos así me parece verlos.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRAu7sVQyOPLAXJoYdgTOlyOd_dLvc2WNTX2hUBwFjnfKE2g699feJy_-zIFwkYtAsXDbcof1eI3uNI8UHeG0fvedDn1UBaAkgp8RHgU8znyUfE3pvkCmctF6NQN5Tb4-OQwJHtTCewsQ/s1600/DSC_3575.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRAu7sVQyOPLAXJoYdgTOlyOd_dLvc2WNTX2hUBwFjnfKE2g699feJy_-zIFwkYtAsXDbcof1eI3uNI8UHeG0fvedDn1UBaAkgp8RHgU8znyUfE3pvkCmctF6NQN5Tb4-OQwJHtTCewsQ/s200/DSC_3575.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1f6HjT-JGXI2Z7AoDXFnCWmVtG39DL56YTxxDAXWZsHOQaUJlBMBnDqpY-hle70o7rHTNRTKC1ZpTYB3U3WFxr-6JeCX0TefiJFrdt7q1_rGUpxPp-4P_h2C33BGixS-RjJTWOuTkWYk/s1600/DSC_3576.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1f6HjT-JGXI2Z7AoDXFnCWmVtG39DL56YTxxDAXWZsHOQaUJlBMBnDqpY-hle70o7rHTNRTKC1ZpTYB3U3WFxr-6JeCX0TefiJFrdt7q1_rGUpxPp-4P_h2C33BGixS-RjJTWOuTkWYk/s200/DSC_3576.JPG" width="133" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Una
pequeña cima a tres mil metros permite descansar y jugar con el arco de uno de
los niños. Desde Alex a los porteadores, todos quieren utilizarlo. Son los
niños que nos acompañan los que nos dan una lección de su manejo. Forma parte
de su forma de ser. Su ayuda es vital para alguno de nosotros en los pasos
difíciles, sobre todo mientras cruzamos el bosque por estrechos senderos que
apenas se distinguen, pequeños pasos bajo árboles inmensos más grandes que el
cielo en densos pantanos de sagú, entre troncos caídos llenos de musgo, muy
resbaladizos, y una pendiente que queda escondida entre ramas y helechos.
Empapados en una mezcla tóxica de sudor, repelente de insectos y barro negro,
avanzamos por encima de los troncos como funámbulos sin pértiga, con miedo a
las sanguijuelas e insectos. Para variar, los troncos se tambalean y me
precipito en el lodo del pantano, con media pierna en el barro. Cuando consigo
erguirme, para darme ánimos, creo sinceramente que soy el primero que está
abriendo esta senda. <br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgC3H2RQrecCPIvNn6E-2VPbuEct79wXyQfNf_1thv3T1p1x3PKuVBM0SmadPWp4h44R8dtksCT_hbsH6NBv2SAcdnOps0GEbbSM4uEylH_QzoD25Ae6Xs7HjXKFNYv3AH1Qy-tEVuIIag/s1600/DSC_3584.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgC3H2RQrecCPIvNn6E-2VPbuEct79wXyQfNf_1thv3T1p1x3PKuVBM0SmadPWp4h44R8dtksCT_hbsH6NBv2SAcdnOps0GEbbSM4uEylH_QzoD25Ae6Xs7HjXKFNYv3AH1Qy-tEVuIIag/s200/DSC_3584.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6b2fxzDKIQDGpIiRLseAA14t4IPyLqb3H-VZM6t1gpSUHwjmQyvlerQpvpMYv99XlOQKmycHdXm8qSP_yVENcHUMKgCnj9WAxv8a2BfEZNsCQtQR9vXmDrTmhvGxfHfOCR2srvo3ByrE/s1600/DSC_3591.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6b2fxzDKIQDGpIiRLseAA14t4IPyLqb3H-VZM6t1gpSUHwjmQyvlerQpvpMYv99XlOQKmycHdXm8qSP_yVENcHUMKgCnj9WAxv8a2BfEZNsCQtQR9vXmDrTmhvGxfHfOCR2srvo3ByrE/s200/DSC_3591.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Los
primeros días de ruta el entusiasmo y la ilusión son evidentes. Crees que en
cada ascensión, o al salir de un follaje frondoso, vas a encontrar a un
guerrero con su koteka, arco y flechas; que en cualquier risco montañoso te
sorprenderá un hombre adornado con plumas y tatuajes en el cuerpo, o que
cruzarás una aldea con mujeres de pechos desnudos que te sonreirán tímidamente
mientras de forma apresurada se esconden en sus <i>honai. </i>Poco a poco tomas conciencia de que no va a ser así, y eso
crea en muchos una ligera decepción. ¿Dónde están esas legendarias tribus de la
isla Perdida? ¿Dónde ese miedo irracional a lo salvaje? Deseos que nos han
llevado hasta aquí con la idea preconcebida de una Papúa aún sin descubrir por
el occidental. Afortunadamente, esa decepción va desapareciendo, diluyéndose
con cada gota de sudor que cae por tu frente, en el esfuerzo de pequeñas y
grandes ascensiones, en contemplar, sentir y vivir un paisaje que protegido por
las montañas y las nubes aún mantiene en su frondosidad, en su barro, en su
flora, la ausencia del ser humano moderno. Pararse a descansar en una
elevación, en unas vistas que te dejan sin aliento, mientras oyes cantar a los
porteadores se convierte, apenas sin darte cuenta, en la verdadera Papúa, en la
Papúa que había imaginado, la que te pone al límite, te hace sentir y emociona.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Lo
auténtico también reside en los poblados al amanecer o al atardecer, dentro de
los <i>honais</i>, en la vida diaria de los
papúes, en la compañía de los niños. A lo largo de nuestro camino es común
encontrarte con personas cultivando la tierra. Los bancales en terraza te dejan
sin aliento, porque se construyen en la ladera de montañas con un gran
desnivel. La mayoría son plantaciones de <i>ubi
</i>(batata dulce), cañas dulces, verduras, hortalizas. Prácticamente acaban de
salir del Neolitico y descubrimos que fue en los años sesenta del siglo pasado
cuando adoptaron el uso del hierro. Las tierras suelen ser de la comunidad,
aunque cada familia trabaja su propia huerta, a la que intentan sacar la máxima
rentabilidad en abruptos aterrazamientos. Normalmente son las mujeres quienes
las trabajan, desde el amanecer y antes de que el sol llegue a su cénit,
utilizando un pequeño palo excavador llamado <i>koa</i>. Siguiendo una primitiva organización del trabajo, los hombres
se suelen dedicar a la caza con arco, principalmente de aves, aunque la escasez
de ellas (como el <i>Pájaro del Paraíso, </i>de
un plumaje bellísimo) ha provocado que se centren más en la protección de sus
aldeas. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
A
lo largo de la mañana y al atardecer, se ve regresar a las mujeres a sus chozas
tras cultivar la tierra. Las mujeres, a parte de trabajar la tierra, caminan
grandes distancias descalzas portando todo tipo de cosas. Es normal cruzarse
con ellas llevando un <i>bilim</i> o <i>noken</i> cargado colgado de la frente. Son
bolsas de red tejidas con fibras de colores llamativos que obtienen de la
corteza de un árbol llamado <i>kabi</i>. Muy
duraderas y flexibles, incluso hasta algo suaves al tacto, se usan para
transportar desde taro, boniatos, leña, cerdos o los hijos. Más de una vez me
acerco a curiosear y rozar con mis dedos la textura de esas bolsas, y me
sorprendo sintiendo sus propios dedos tocando mi chaleco o la bolsa
fotográfica. Nos devolvemos miradas de asombro entre risas. Algunas de ellas
llevan la cara embadurnada de barro amarillento en señal de luto.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Y
es en estos cruces de sendero, donde brillan los deshechos plásticos cuando
sale el sol, cuando nos sorprenden los primeros dani con <i>koteka. </i>La distancia respecto a Wamena, y la altura, va haciendo
más común encontrarse con dani que viven de la forma tradicional. Sus ojos no
denotan sorpresa, si acaso cierta curiosidad. Piden tabaco y rozan sus manos
con las tuyas. El dulce olor a hierba mojada y las nubes enmarcando el valle me
hacen pensar que de verdad es otro tiempo. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgC2xDE2IgjYdNocl2jjY9advbGlX5G9n-E_cH9EDHYNcyZHmQ-rjPBS7SpFKMhHrdWS7pmdhoktDdZHMD4i9yRDkrCX2hQ5ZtrwORcPxWG1x1ad6kQ7j5FZXArrynk1ulKi-NFp5TUvJE/s1600/DSC_3609.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgC2xDE2IgjYdNocl2jjY9advbGlX5G9n-E_cH9EDHYNcyZHmQ-rjPBS7SpFKMhHrdWS7pmdhoktDdZHMD4i9yRDkrCX2hQ5ZtrwORcPxWG1x1ad6kQ7j5FZXArrynk1ulKi-NFp5TUvJE/s200/DSC_3609.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOaIQluKABmoBt5yUu97vs3-hrP9pCBlFxqz8mjijQrAQqlqwwJeD-etAje6Kw9XZa69GnAeebZH6eMcT3PtoWC2RO7OIR120b5jwIc2JF114gLCB7ahFZNFspkaLZ3FcD3pirM7Yjk-I/s1600/DSC_3637.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOaIQluKABmoBt5yUu97vs3-hrP9pCBlFxqz8mjijQrAQqlqwwJeD-etAje6Kw9XZa69GnAeebZH6eMcT3PtoWC2RO7OIR120b5jwIc2JF114gLCB7ahFZNFspkaLZ3FcD3pirM7Yjk-I/s200/DSC_3637.JPG" width="133" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En
este momento de la ruta las piernas, endurecidas con cada caída, estén
cubiertas de cortes y arañazos, una uña a punto de caerse y moratones en los
lugares más insospechados. El sendero asciende cimas, baja desfiladeros, cruza
pantanos y helechos con la misma antigüedad que la tierra. Parece que fuera de
Papúa no hay nada, todo es este sendero, el camino, las montañas. Uno cree que
esta tierra lleva tiempo esperándote para que hagas sendero al pisar, donde
solo ha habido piedra y hojas caídas de una naturaleza salvaje. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Y
claro, tanta emoción pasa factura. Al llegar a Yogosem, Neus, con la ayuda de
Pacopé, pacientemente me cura los dedos de los pies, eliminando una ampolla e
intentado salvar una uña. Observo a Neus mientras trabaja. En la delicadeza con
que venda mis dedos, la sonrisa cuando me pregunta si me duele, la atención que
le presta a los porteadores cuando le piden ayuda, puedo apreciar una vocación
hacia su profesión sin límites, pero también, y sobre todo, una bondad innata,
que en este mundo tan primigenio encuentra su lugar sin fisuras.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTn_KKPTEbG5O5AUki58t_IPibFKeq5WXFg3d8J3FH2zyLKLSQhLWoNrYzNI6_muW95YDPx-dEk3qQg-hNv5k1Ka49n0kMeR8dePpj-HGxGzRrcXpWUS7fOcBKQBmW3WRfFnoO3_BYWCk/s1600/P1090437.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="900" data-original-width="1600" height="179" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTn_KKPTEbG5O5AUki58t_IPibFKeq5WXFg3d8J3FH2zyLKLSQhLWoNrYzNI6_muW95YDPx-dEk3qQg-hNv5k1Ka49n0kMeR8dePpj-HGxGzRrcXpWUS7fOcBKQBmW3WRfFnoO3_BYWCk/s320/P1090437.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Estamos
en torno a 2000 metros de altitud por lo que, en cuanto el sol se pone, la
temperatura desciende rápidamente, y hay que abrigarse y refugiarse en los <i>honai</i> o alojamientos. Cada tarde, al
llegar al lugar donde pernoctamos, Amius, el cocinero, y sus ayudantes se
sitúan en la zona que van a destinar a cocina, la mayoría de ocasiones un
pequeño habitáculo de madera o una choza. Alrededor de un fuego central, pasan
las horas preparando la cena, hirviendo agua para té, riendo y charlando
mientras se dan masajes para desentumecer los músculos tras el trekking. Se
ofrecen para secar nuestras botas del agua y el barro, o incluso para hacernos un
sitio y compartir sonrisas y conversación. Marc, que desde Tortosa se lanza
acompañado de Neus a conocer mundo, es de esa raza de viajeros que necesita
sentir el viaje compartiendo la vida cotidiana de los habitantes de la tierra
que pisa. Tras varios días de ruta, poco a poco se ha ido creando un cierto
compañerismo entre los integrantes de la expedición y nosotros, así que Marc no
duda en acercarse al fuego y convertirse en cocinero a través de su plato
estrella: la tortilla de patatas. Mientras cocina me acerco curioso, diario en
mano. Me atrae el calor, y las risas. Sentado grabo la escena en mi mente: la
felicidad de Marc, las risas de los ayudantes, casi escondidos en la penumbra,
el desparpajo de Amius aprendiendo la receta de la tortilla y contando
historias, y la mirada cómplice de Susana desde la pequeña puerta. Momentos así
dan sentido a un viaje. En la cena creo que tengo ante mi la mejor tortilla de
patatas del mundo.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkHWBFhEFTVtXWbmph3Pemv5Q_XFhBNGAXtoBCzMV5WvOXUpDa6nKNRS-2yoJt2ckOxufKpDbf_k7uvXf8b6f60Ny7hIetK9zbvdwXTvFYsMsgeudFKJLAHBs2yn8A-EQTeAcNJfXNtIU/s1600/DSC_3686.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkHWBFhEFTVtXWbmph3Pemv5Q_XFhBNGAXtoBCzMV5WvOXUpDa6nKNRS-2yoJt2ckOxufKpDbf_k7uvXf8b6f60Ny7hIetK9zbvdwXTvFYsMsgeudFKJLAHBs2yn8A-EQTeAcNJfXNtIU/s320/DSC_3686.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Saikama<o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La
bruma matinal, suspendida alrededor del valle, es nuestra fiel compañera cada
mañana. Hay una expresión indonesia para caminar sin una finalidad, sin un
propósito claro, <i>Makan angin </i>(“comiendo
viento”). Y sí, parece que nos lanzamos hambrientos a devorar el viento con
cada paso entre la hierba escarchada con plata, con el entusiasmo de unos niños
a los que se les promete ver el mar por primera vez. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlnvKCXsrH_cwfGXmk_nsyUzdHVPaD5BvehbZFIZVRPPeixZU5TDLJFnHWOetFge0NpbNVM0VZDCGBS3Ri1lv6TSbMSxLiMgXyx8mU85LnxoOa2o4zwtHv0aiHr1FoK8bZOnMlw1TUM3M/s1600/DSC_3645.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlnvKCXsrH_cwfGXmk_nsyUzdHVPaD5BvehbZFIZVRPPeixZU5TDLJFnHWOetFge0NpbNVM0VZDCGBS3Ri1lv6TSbMSxLiMgXyx8mU85LnxoOa2o4zwtHv0aiHr1FoK8bZOnMlw1TUM3M/s320/DSC_3645.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En
un recorrido circular regresamos a Yuarima pero en dirección Saikama. Un fuerte
descenso que complica los pasos ante un suelo húmedo repleto de barro y piedras
resbaladizas. A pesar de que somos un grupo numeroso, nos vamos desperdigando a
lo largo de kilómetros, y sólo nos reunimos para hacer descansos puntuales y
comer. Helechos arbóreos y laderas cubiertas de musgo, que ocultan orquídeas
camufladas en el verde, dificultan identificar aves. Seguramente la caza
indiscriminada, ya sea por la alimentación o por fabricar los adornos y tocados
que suelen llevar en sus ceremonias o vender en los mercados locales, tenga
algo que ver.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Kipenus,
nuestro guía principal, me deja preguntarle a través de un inglés macarrónico
(el suyo y el mío) sobre las poblaciones del valle. A veces dudo de que sepa de
lo que me habla, o de que me haya entendido, o yo a él, pero logró apuntar en
mi diario que hay decenas de tribus en este valle y que su forma de vida,
conforme te adentras es más primitiva, con herramientas de piedra para las labores
agrícolas (como el <i>kapak</i> hacha de
piedra que alguno de mis compañeros compró de recuerdo). Es cierto que la
religión a través de las misiones ha llegado a sus poblados, al igual que la
autoridad indonesia, como indica la ropa occidental de segunda mano, revistas y
posters y algún aparato moderno, pero también lo es que siguen viviendo
básicamente de la agricultura, de la batata o patata dulce, como hace cientos
de años. La carne, como comprobamos en nuestra dieta, es también escasa
conforme profundizas en el valle, ya que solo en ocasiones señaladas
(festividades o ceremonias) comen cerdo, que se convierte por ello en un animal
de una importancia casi ritual, muchas veces utilizado como medio de cambio y
estatus social. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Durante
la conversación le observo, estamos en un tiempo de descanso. A su lado reposa
Amius, nuestro cocinero. Apenas miden metro y medio. Visten pantalones cortos
vaqueros, de deporte, deshechos occidentales enviados a alguna misión holandesa
de la zona. En sus pies, y en la de nuestro sequito, chancletas de goma, botas
de agua, pies desnudos. Collares de colmillo de perro, y una bolsa de fibra, <i>noken </i>o <i>bilum,</i> les cuelga del cuelo y hombro. No suelen ir más allá del
padre de sus padres. No creo que sepan cuántos años tienen. Tampoco les importa
más allá de adecuar su edad a sus necesidades: son jóvenes cuando hay
coquetería por en medio, más mayores cuando lo que hay que recalcar es la
experiencia. Me fascina leer en sus arrugas tanta experiencia de vida.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjhxZM_zVfKwxI7lbW1uQCn02YOijL-Z4o_OYOHUWPNPiy8gIPa8XNBh7h1sEUOY8caFGTjpMbrJASSoa9xu6qTkcTNJ3PWmIMIMfLPbmzNg9GdGwFO6RtI67mlWy7sbj-M7NE2MPZDBjU/s1600/IMG-20170817-WA0026.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="900" data-original-width="1600" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjhxZM_zVfKwxI7lbW1uQCn02YOijL-Z4o_OYOHUWPNPiy8gIPa8XNBh7h1sEUOY8caFGTjpMbrJASSoa9xu6qTkcTNJ3PWmIMIMfLPbmzNg9GdGwFO6RtI67mlWy7sbj-M7NE2MPZDBjU/s320/IMG-20170817-WA0026.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Al
llegar a Yuarima preguntamos por el niño que atendió días atrás Neus.
Desconcertados comprobamos que sigue igual, apenas le han dado la medicación.
El semblante de Neus se entristece, es difícil luchar contra la realidad del
entorno. Aunque les da nuevas indicaciones, cuando partimos hacia Saikama todos
podemos imaginar qué ocurrirá. Con impotencia descubrimos la cara menos amable
del valle. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
A
pesar de que es la estación seca, casi todos los días llueve. Al parecer la
diferencia entre la estación húmeda y la seca es únicamente el número de horas
que llueve al cabo del día. El tiempo nos trata bien, y el sol protagoniza gran
parte de las mañanas. Sin embargo, a partir del medio día la lluvia suele hacer
acto de presencia para desatarse, generosa, durante la noche. Y hay tardes, como
ésta, en la que la lluvia es continua. Apenas se distingue nada, salvo el barro
y mis botas, y ni siquiera el chubasquero tiene gran utilidad. El sendero se
complica, con piedras y barro resbaladizo, y el caminar se convierte en algo
muy técnico, sobre todo cuando andas por una senda estrecha y lo único que
tienes a tu derecha es una ladera de fuerte pendiente sin ningún tipo de
agarre. Lleno de barro y agua, tras varias caídas, llega un momento en que la
lluvia deja de importarte. Forma parte sin más de un camino que la humedad en
mis gafas y ojos casi me impiden ver. Y aunque alce la vista, la niebla tiñe de
gris el aire. La naturaleza cuando no se ve se escucha y es entonces cuando te
sobrecoge más.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Llegar
a Saikama significa bañarse en un caño, un té reconstituyente y que Alex
regatee en mi nombre por un <i>bilum</i>,
bolso<i> </i>artesanal, que un anciano nos
ofrece. El olor ahumado, de tierra mojada y hojas verdes, tabaco natural y
batata, que desprende el bolso acompañará a mi petate, donde lo guardo con
cariño, durante semanas. Y aún hoy, el olor a Papúa, persiste en él. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Userem (Wuserem).<o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Muchos
de los pueblos que viven río arriba en la costa septentrional de Irian Jaya se
encuentran fuera del mapa etnográfico. Cada día conocemos pueblos cuyo nombre y
lengua soy incapaz de asimilar. Gracias a que esta noche hemos dormido en las
habitaciones del <i>kantor</i> (oficina
administrativa del gobierno local), sobre unas alfombras de rafia en el suelo y
junto a arañas juguetonas que se han convertido en la delicia de Sergio, han
caído en nuestras manos sellos administrativos de la zona: Saikama, Yogosem,
Yokosimo, Kiroma, …, dejan de ser nombres impronunciables y me permiten
cartografiar mi diario a primera hora de la mañana, mientras sacudo mis botas para
evitar sorpresas indeseables.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Para
abandonar el poblado, superamos varias barreras de piedra y madera. Son comunes
encontrarlas en el camino, no significan el fin del sendero pues tan solo
sirven para impedir que los cerdos se escapen de sus propietarios. Lo normal es
saltarlas y continuar. Hoy nuestra dirección es Wuserem (Userem). </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En
el valle es una señal de respeto saludar y dar la mano cuando te encuentras con
una persona. El contacto con el mundo exterior para estas poblaciones viene
únicamente de los caminos y senderos. Rozan sus palmas con las nuestras y
articulan “wa wa wa” (bienvenidos, hola, cómo estáis). Sonrisas y estrechar
manos. Es un ritual que alegra el camino, sobre todo cuando vas cansado, y te
ayuda a conocer mejor a los papúes. Así puedo comprobar en algunas mujeres
mayores algo que había leído en mi preparación del viaje: que les faltaban
algunas falanges en los dedos. Esta costumbre forma parte de una tradición del
pasado, de antes de la llegada de los misioneros en la década de los 60, pero
que en las zonas más aisladas se ha seguido manteniendo hasta hace muy poco:
cuando fallecía un familiar muy cercano, para demostrar su dolor y como medio
de respeto al difunto, las niñas se cortaban falanges de las manos. Su amplia
sonrisa al saludar borra mi sorpresa inicial pero nunca dejo de pensar durante
el recorrido cómo el dolor ante la pérdida necesita dejar esas huellas en
pequeñas niñas. La complejidad de los rituales de estas culturas contrasta con
la sencillez de su vida diaria. Quizás es lo único que les pertenece junto a
una tierra que poco a poco escapa de sus manos. No me extraña que muchos luchen
por no perder su identidad ante el nuevo colonialismo indonesio o del
cristianismo protestante. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4NA1Q-F7GhsngjZdc3S7QBa0qdLwZevDTsM57SVbBgJc3ygkOJRT-rQ_sjI-DpwDacPxSt6VLqaV-xMBsITtJ987QuNTaL4ux1w-HXv_MWV8e38cxkKMbHYMFZMxKTIpgKPEkTkO5cvA/s1600/P1090307.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="900" data-original-width="1600" height="179" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4NA1Q-F7GhsngjZdc3S7QBa0qdLwZevDTsM57SVbBgJc3ygkOJRT-rQ_sjI-DpwDacPxSt6VLqaV-xMBsITtJ987QuNTaL4ux1w-HXv_MWV8e38cxkKMbHYMFZMxKTIpgKPEkTkO5cvA/s320/P1090307.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El
hijo de Amius y uno de los guías me enseñan el saludo tradicional, un apretón
de manos con un chasquido que se consigue colocando el nudillo del dedo índice
entre dos nudillos de los dedos de la otra persona, que ha de retirar la mano
rápidamente produciendo un sonido fuerte. Así que, entre risas, chasquidos y humedad,
vamos subiendo y bajando colinas y entrando en una pequeña selva tropical, con
una alfombra de musgo. Poco a poco el camino se complica, el barro lo ocupa
todo y vuelven las caídas. A veces creo adivinar en la media sonrisa de
nuestros guías su percepción sobre mi torpeza, la idea de que de dónde venimos
nosotros no saben caminar sobre unos simples troncos resbaladizos. Atentos, te
ayudan en los tramos difíciles. Seguro que más de uno cree que parte de la
culpa será de mis zapatos, sobre todo teniendo en cuenta que ellos suelen ir
descalzos o con unas simples chanclas. Siglos de instinto en los pies, les
permiten correr sobre los troncos resbaladizos sin perder el equilibrio o
disminuir el paso, como si crearan con cada paso un mapa para orientarnos.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhm0FmfalI11yNLaB360JXFL_ugc16jWL4Oh2TyU0Qkw_OfcjtQbA5_h1z2hsBYouekE_IEaod2qr4rRYbNOIM-LhBQty5CwcIKI_Fi0XNi2bjN_YYTa1ZxVYEfCNT9_JBUtXf2hj6t9B4/s1600/DSC_3650.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhm0FmfalI11yNLaB360JXFL_ugc16jWL4Oh2TyU0Qkw_OfcjtQbA5_h1z2hsBYouekE_IEaod2qr4rRYbNOIM-LhBQty5CwcIKI_Fi0XNi2bjN_YYTa1ZxVYEfCNT9_JBUtXf2hj6t9B4/s200/DSC_3650.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjychynLsWz3P1oU46b700a8DFkhyphenhyphenzmcKJ_-3wnw10pPWiTl9nZ8pnz1IjFtC4vpAp5gFq8Vilusn6GPOpbyLOJgU0znPGiZp0SiYJ3BSMA91gPwQWyNBGGm7Xn6GCbrxM2LibqsKAwqM0/s1600/DSC_3653.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjychynLsWz3P1oU46b700a8DFkhyphenhyphenzmcKJ_-3wnw10pPWiTl9nZ8pnz1IjFtC4vpAp5gFq8Vilusn6GPOpbyLOJgU0znPGiZp0SiYJ3BSMA91gPwQWyNBGGm7Xn6GCbrxM2LibqsKAwqM0/s200/DSC_3653.JPG" width="133" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi160oGQppNEsIoO133CfHi_7QFRvVftwUS-QvpivKfoYUsVjJfYGFByvL78tT6yiEQ1fdoKADOiYJl4OmoYt_dWyML9SGaepDLd39aHtr_hcOUjTs4Bx_uYrcyDjqQO72P7ZqEUBGDJSk/s1600/DSC_3665.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi160oGQppNEsIoO133CfHi_7QFRvVftwUS-QvpivKfoYUsVjJfYGFByvL78tT6yiEQ1fdoKADOiYJl4OmoYt_dWyML9SGaepDLd39aHtr_hcOUjTs4Bx_uYrcyDjqQO72P7ZqEUBGDJSk/s200/DSC_3665.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPzfE-Tic6k2Epr_Sm-LhUMTpS7o1SJQTgpPaTdLOy8ywqPvn-hdBYwYB1YKcfXPVFydiAkKqkEV3vHDIfoXP1tBoqbIuIu57XrvucuXUnKoRoTZMWLwbSQ1oJzxaMivD-O0yaEMhwdfk/s1600/IMG-20170619-WA0009.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1200" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPzfE-Tic6k2Epr_Sm-LhUMTpS7o1SJQTgpPaTdLOy8ywqPvn-hdBYwYB1YKcfXPVFydiAkKqkEV3vHDIfoXP1tBoqbIuIu57XrvucuXUnKoRoTZMWLwbSQ1oJzxaMivD-O0yaEMhwdfk/s200/IMG-20170619-WA0009.jpg" width="150" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Un
poco más adelante, otro dani parece custodiar un puente de lianas entrecruzadas
y madera, al pie de una pequeña cascada, hermoso en su fragilidad. Aunque
encontramos otra forma más segura de salvar el afluente del Mugi, dedicamos
unos minutos a contemplar la escena, a comprarle botellas de calabaza y sentir
que de verdad estamos en otro tiempo, en otro lugar. Y con ese pensamiento
alcanzamos Yokosimo, una pequeña aldea a la vega del río (Lubuka o Kah Walley, <i>el río del valle</i>) donde no dudamos en
bañarnos y refrescarnos. Transcurre algo bravo, y la arcilla de estos días le
da un tono oscuro, achocolatado, así que con más cuidado que el de los niños
del poblado, que se lanzan y dejan llevar por la corriente sin miedo, tan solo
agarrados de viejos bidones, nos sumergimos en un pequeño recodo. Geles,
champús, pasan de mano en mano, mientras intentamos no perder el equilibrio
agarrándonos entre nosotros y las piedras. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Tras
la comida, continuamos subiendo y bordeando colinas, a través de estrechos y
embarrados senderos no aptos para el vértigo. A un lado, una fuerte pendiente a
modo de precipicio repleta de una frondosa vegetación; al otro la ladera
abrupta con ramas caídas que parecen invitarte a que las agarras pensando que
resistirán hasta que caes y descubres que no es una buena idea. Un marcado
descenso nos conduce a Wuserem, localizado en una escarpada ladera con hermosas
vistas hacia el valle del río y los cultivos aterrazados en la ladera de
enfrente.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjm0kARpO1sUR4KWDm7tyX9b0p08gfmYyG3QfIlvtxRl9PmiyUmS3VIq-gk2UcKY4YARebFKE7jwk-lztpMvMI35JrW2BKx3QfLtTqYdHnUOaKY-HuLvDR3DRA5CF4UN0JHWWXf38Yakj8/s1600/DSC_3669.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjm0kARpO1sUR4KWDm7tyX9b0p08gfmYyG3QfIlvtxRl9PmiyUmS3VIq-gk2UcKY4YARebFKE7jwk-lztpMvMI35JrW2BKx3QfLtTqYdHnUOaKY-HuLvDR3DRA5CF4UN0JHWWXf38Yakj8/s320/DSC_3669.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Cada
pueblo que conocemos es singular. Por mucho que se parezca, siempre hay algo
(disposición, distribución, o algo que no es físico, sino social) que lo hace
diferente. Como leí en un artículo, en Papúa un pueblo o una aldea es algo más
que una concentración de viviendas. Representa tanto un territorio como un
lenguaje, es una tribu, clan, que habla el mismo lenguaje, los que comparten el
misma habla. Algo que es vital para un territorio donde hay más de ochocientas
lenguas diferentes. Y la pertenencia a ese pueblo les lleva a ayudarse y
protegerse más allá de donde se encuentren. Lo que siempre es común es la
amabilidad y curiosidad con la que nos reciben, quizás porque poco a poco van
acostumbrándose a la llegada de grupos de locos extranjeros que dan una nota de
singularidad al transcurrir de los días. Y en eso, Wuserem no se diferencia.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8C-yiRRw3Xut4SIuBg9oRpuNiWsjWQ3_m_QV4Zcq-LfqhdjfHS4Gi72eL0semzGlrBJ3lIotgK-GYTmarP7jrY5giMdtqsoOzZCisALSHa4WwNmqQExG86UTQKKnsHhYMgkXKynYkQKc/s1600/DSC_3696.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8C-yiRRw3Xut4SIuBg9oRpuNiWsjWQ3_m_QV4Zcq-LfqhdjfHS4Gi72eL0semzGlrBJ3lIotgK-GYTmarP7jrY5giMdtqsoOzZCisALSHa4WwNmqQExG86UTQKKnsHhYMgkXKynYkQKc/s200/DSC_3696.JPG" width="200" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Tras
el aseo, en ese tiempo regalado para el descanso antes de la cena, sentado en
un lateral del alojamiento, mirando hacia el valle, aprovecho para escribir y
repasar las fotografías del día. Un padre joven y su hijo se acercan curiosos,
les enseño e intento que se familiaricen con la cámara, dejándosela usar. Tras
marcharse continuo con la escritura y es cuando varios porteadores se sientan a
mi lado, sonriendo ante la rapidez de mi escritura. Conforme más escribo su
sonrisa es más amplia. Me dedico unos minutos a terminar unos párrafos porque
no quiero perder el hilo del relato, pero pronto desisto ante las carcajadas
amplias de mi grupo. Yo mismo acabo sonriendo. Les acerco mi cuaderno de viaje
para que escriban algo. Al principio les da vergüenza y simplemente niegan con
la mano, pero cuando escribo mi nombre y con gestos les pido hagan lo mismo,
poco a poco se aventuran. Y, con más interés que eficacia, entre risas y
monosílabos, logramos mantener una conversación sobre por qué escribo.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhUAbe_TQQ09xfvINTzEypgon1E0I8-XI_7qaEReHlFmjLGin9kawr_jxfqRmJzHqGaAF-fY7UzRc9otI7oi_A64enewo_vL1oM_lWIpbjhAMlfmr6PUe5Uf-eXMRJBGv8j23DcNLIQAMM/s1600/P1090566.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="900" data-original-width="1600" height="179" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhUAbe_TQQ09xfvINTzEypgon1E0I8-XI_7qaEReHlFmjLGin9kawr_jxfqRmJzHqGaAF-fY7UzRc9otI7oi_A64enewo_vL1oM_lWIpbjhAMlfmr6PUe5Uf-eXMRJBGv8j23DcNLIQAMM/s320/P1090566.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La
neblina avanza lenta pero sin pausa. Se extiende suavemente como quien extiende
con delicadeza una sábana limpia sobre su lecho. Casi sin darte cuenta todo
desaparece a unos metros de ti, solo intuyes pequeñas sombras y el crepitar de
algún fuego cercano. La temperatura baja y el forro polar ya no es suficiente.
Tras cenar, las risas en el interior del alojamiento invitan a entrar y
descansar el cuerpo, así que ideamos juegos como el <i>veo veo</i> para atraer la invitación del sueño. Pero los cánticos y el
inconfundible olor a humo atraen nuestra atención a la choza que queda más
cerca de nuestro alojamiento. Alex y los dos Marc ya están de avanzadilla y nos
llaman para que acudamos. Para entrar por la estrecha puerta casi hay que hacer
contorsionismo. El interior del <i>honai </i>es
oscuro, y el humo acumulado por el fuego y el tabaco crea una nueva neblina que
al principio me irrita los ojos. Cuando logro acomodarme, sentado en la hierba
seca que hace de lecho, mis ojos van acostumbrándose y voy perfilando las caras
y gestos del grupo. El cruce de miradas denota el orgullo de sus costumbres
ancestrales, pese a su ropa moderna, deshecho de mercados de segunda mano o
misiones. Sentado sobre un tapiz de hierba seca, imbuido de los cantos, el
tabaco y la euforia del grupo, supe ver en la fuerza de sus ojos que, pese
haber cruzado medio mundo para llegar allí, pese a todo el conocimiento
acumulado tras años de estudio, lecturas y viajes, nosotros, los extranjeros,
los que no necesitábamos nombre, no éramos más que unos niños perdidos en un
mundo de mayores. Supe ver en la fuerza de sus ojos, que ahí, en esa choza, en
ese momento de comunión de cantos y risas, en el que no había ninguna barrera
de comunicación, nos aceptaban, nos hacían partícipes de su mundo, de su vida.
Y quise ver en los regalos que nos dieron algo más que el agradecimiento por
contratarles. Porque en el juego de cánticos y bailes depositan en nuestros
cuellos y brazos presentes, muchas veces arrancados de su propio cuerpo. El
collar de conchas que pone sobre mi cuello Derman va a ser el recordatorio de
que me aceptan en su mundo, un mundo en el que la naturaleza y las emociones
aún siguen siendo una guía de vida. Es la Papúa que he imaginado, la que todos
hemos imaginado siempre.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Dos
culturas alrededor de un fuego. Dos mundos opuestos tratando de entenderse, de
adaptarse el uno al otro. O, sencillamente, un grupo de amigos compartiendo una
cena. Acaricio toda la noche el collar ceñido en mi cuello. Las conchas llevan
siglos subiendo de la costa por las desconocidas y difíciles rutas comerciales
de la montaña, la moneda del valle. Su valor es grande porque la mayoría no
conoce el mar. Y al deslizar mis dedos sobre él reconozco el valor del regalo,
me abrumo y cierro los ojos pensando en qué hermoso es dar y recibir estas
conchas, un pacto de amistad, de aceptación, bajo la forma de una promesa de
mar. No hay nada que merezca más la pena. Si un viaje verdadero es aquel en que
se logra abrirse uno mismo y permitir que el lugar deje su huella en ti, este
lo ha conseguido. Con creces.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Kilise<o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El
sol de la mañana se filtra a través de las ramas de los helechos arborícolas, y
las hojas parecen despertar buscando la luz como el que necesita el aire para
respirar. La brisa matinal y el sonido de la rústica guitarra de un porteador
(increíble como con cuatro cuerdas y tres acordes logra una música preciosa),
me reciben cuando salgo del saco a estirar las piernas. Tropiezo con Derman y,
pese a nuestra barrera lingüística, logro preguntarle si el collar que llevo en
el cuello de verdad es para mí, y con una sonrisa tan grande como su rostro me
dice que sí, que es un regalo de corazón, mientras deposita su mano sobre mi
pecho. No logro reprimirme y nos fundimos en un largo y emotivo abrazo. Hermosa
manera de empezar la mañana. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-yID88C1p3NOeXu6QwGWLC8LtvUGKaNquFJvf4o21I0jYvQo7HnsNpN6_RUe0KDnRpIFCVvhyphenhyphenwm8k5CLApDuR30ByG1-ZxNBez6r3kSbU-ICXjjv5Lm32oVFlW1VIGnC4wJnqYFWXmbc/s1600/DSC_3704.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-yID88C1p3NOeXu6QwGWLC8LtvUGKaNquFJvf4o21I0jYvQo7HnsNpN6_RUe0KDnRpIFCVvhyphenhyphenwm8k5CLApDuR30ByG1-ZxNBez6r3kSbU-ICXjjv5Lm32oVFlW1VIGnC4wJnqYFWXmbc/s320/DSC_3704.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Durante
el desayuno Alex nos cuenta que a medianoche Kipenus, nuestro guía principal,
le ha despertado porque han bajado los jefes de las aldeas de las montañas
cercanas para decir que estaban en guerra, ya que uno de los suyos había sido
atravesado por una flecha, solicitando tabaco para proteger la seguridad del
grupo. No llegamos a saber si es verdad o solo una estrategia para conseguir el
tabaco, pero como mínimo nos hace pensar en la realidad del valle y en su
pasado. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Partimos
hacia Kilise, adornados de flores y brazaletes que con cariño nos han estado
elaborando desde primera hora de la mañana. El sol brilla y se nota en el
ambiente que se acerca el final del viaje, el buen humor se respira al caminar
a través de pequeñas chozas rodeadas de huertos, sin importar lo accidentado
del terreno o los descensos radicales hacia el río Baliem, ladeando las colinas
por estrechísimos caminos. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Poco a poco ha ido cambiando el
paisaje, ha quedado atrás la flora tropical y la humedad, dando paso a
sencillos pastos, mariposas revoloteando, algún pájaro aventurero y
puestecillos de niños ofreciendo collares y fósiles. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Así, casi sin
darnos cuentas alcanzamos el gran puente colgante por encima del río Baliem. Se
balancea, al compás del viento, por lo que hay que caminar por el centro para
evitar que venza hacia un lado. Igualmente, se pasa de persona en persona para
evitar las vibraciones y el rebote. Hay que vigilar por donde se pisa, ya que
algunas maderas están podridas o rotas. El río, de agua marrón y turbulenta, es
de un gran caudal que baja con fuerza. Si he de ser sincero, el miedo provocado
por un vértigo que me acompaña desde niño me paraliza. Además, la seriedad con
la que nuestro guía y Alex afrontan el hecho de cruzarlo no me ayuda
precisamente a relajarme. Me siento sobre una piedra a esperar. Ver a mis
compañeros cruzarlo con alegría y serenidad, a pesar de su inclinación y
vaivenes, y sus palabras de ánimo desde el otro lado me impulsan a cruzarlo. La
primera consigna es hacerlo despacio y procurando mirar los travesaños de
madera para no tropezar o colocar el pie ante algún hueco o rotura. Pero no
hago caso, es más intento mantener la mente ocupada con todos los rezos que sé,
y cruzo lo más rápido que puedo dirigiendo la vista al frente lo máximo
posible. Los abrazos y gritos de júbilo de mis amigos al llegar no logran
evitar las lágrimas que asoman a mis ojos y el temblor descontrolado de mi
cuerpo, de puro nerviosismo y miedo. Al cabo de unos minutos, tras beber un
poco de agua, dirijo mi vista al puente que acaba de atravesar y no creo que
haya podido lograrlo. Aún sigo sin creerlo. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br />
<br />
Un
duro ascenso, marcado por el calor y la falta de agua, nos conduce a un hermoso
prado de hierba fresca salpicado de pequeñas chozas, donde hacemos un alto para
reponer fuerzas, conseguir agua y comer. Tras el descanso y un breve trekking
aparece Kilise. Es un poblado precioso, con unas hermosas vistas sobre el valle
y chozas tradicionales <i>honai. </i>Limpio
y ordenado da la impresión de que está construido para el turista. Nos
distribuimos por chozas, y aunque preparadas para el viajero con finos
colchones y alguna manta, tanta comodidad no evita que coloquemos nuestra esterilla
encima y sigamos con nuestro fiel saco de dormir. Allí coincidimos con una
pareja de senderistas italianos, se nota que nos acercamos a la civilización,
al final de nuestro recorrido.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Como
un eco, nos llega un sonido que ya nos es familiar, como las nubes que
envuelven las montañas o la humedad del camino. En un mirador natural,
alrededor del cual se disponen las chozas, frente a la majestuosidad del valle,
los porteadores inician su último canto. El sonido de sus voces asciende,
desciende, como un viento leve y suave, llevando nuestra alma con él. Cerramos
los ojos, y poco a poco, unimos nuestras voces. Si mi mirada se cruza en
dirección a las montañas con la de algún compañero, Ana, Jesús, Marc, Neus,
Pacopé, los ojos húmedos de la emoción reflejan un mismo sentimiento: por este
momento, por este canto, todo merece la pena.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Con el corazón
encogido, nos acomodamos en las chozas. Hoy el ritual diario de la higiene se
desarrolla en una cueva natural (<i>mandi</i>)
con un afluente de agua fresca. Todo parece un regalo, casi un premio por los
días de cansancio, de vértigo y barro pienso al tumbarme en el claro que sirve
de mirador hacia las montañas para escribir un rato. El atardecer tiñe de
colores satinados el poblado, y se respira el olor a naturaleza, una mezcla de
hierba húmeda y madera quemada que transporta a otros viajes del pasado. Los
porteadores empiezan a diseminarse aunque unos pocos descansan a nuestro lado,
y no se me va de la cabeza, al observarlos, la idea de que por mucho que se
vistan con camisetas y viejos vaqueros, abandonando la desnudez y la <i>koteka, </i>a pesar de sus gafas de sol y
móviles de dudoso funcionamiento, su lugar no está en el pueblo al que nos
dirigimos, sino allí, en el claro de hierba al sol, al pie de montañas y
bosques frondosos de un verde inimaginable. Allí donde yo no dejo de ser un
elemento fuera de lugar, con mis gafas desconchadas, la cámara fotográfica sin
apenas batería, mis piernas cansadas y mi bolígrafo inquieto, ellos cobran
sentido, en su forma de sentarse, de comunicarse, de mirar la naturaleza y
respirar profundamente entre caladas de tabaco.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Pero
el día no está hecho aún. Antes de cenar oímos gritos y gente correr. Asomado a
la puerta de mi choza solo puedo distinguir grupos de personas que acuden a un
extremo del poblado, organizado en terrazas, y a nuestro guía que, de una forma
autoritaria, nos pide que no salgamos fuera de nuestro alojamiento. El barullo
dura unos minutos hasta que, poco a poco, el silencio va ganando terreno. Una
vez oscurece, acudimos a reunirnos a una choza central que ejerce de comedor, y
donde algunos de nuestros compañeros están jugando para matar el tiempo. Ya
cenando Kipenus nos comenta que se ha producido un altercado entre tribus, y
uno de nuestra aldea había recibido un flechazo. No es de extrañar, aún hoy en
Papúa se producen unas cuatro mil muertes al año por flechazo. Cenamos casi en
silencio, quizás esta mezcla de sensaciones, donde un día se puede construir
desde la emoción de un canto a las montañas junto con el estupor de un enfrentamiento
tribal, o del vértigo sobre un puente abandonado al viento a las caricias de la
hierba en tu piel, sea lo que en verdad significa Papúa. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Wamena </b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Me
despiertan los rayos de sol que se filtran por la puerta de mi choza. Aún
dentro del saco me incorporo y me acerco al umbral de madera. Un hermoso
amanecer me da la bienvenida, parece que el valle, desperezándose, me está
sonriendo. Y con esa sensación me dedico a recoger el saco y preparar la
mochila.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Al
descender en dirección a Kurima, vamos dejando atrás las altas montañas, que al
sucederse unas tras otras llegan a confundirse con las nubes. Antes de llegar a
Wamena hay que pasar por un último obstáculo, cruzar el Kali Yetni, un río que,
entre morrenas por las lluvias, en su parte central lleva el caudal suficiente
para cubrirte por encima de las rodillas. Nos descalzamos en un paisaje lunar,
y pasamos de uno en uno, evitando piedras y la fuerza de la corriente. Es la
frontera con la naturaleza salvaje, más allá el asfalto sustituye al sendero de
tierra húmeda. Un asfalto que sin esfuerzo pero también con desinterés, nos
transporta a Wamena, la ciudad donde acaban los caminos.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La
casa de Amos se convierte en el escenario de la despedida del grupo. Han sido
días muy intensos, y pensar que esta pequeña familia que hemos creado con
nuestros porteadores se va a disolver nos tiene con un nudo en el estómago
desde primera hora de la mañana. Cerca de la puerta, una anciana sopla jengibre
en varias direcciones, suele servir para ahuyentar los malos espíritus pero yo
creo que es una especie de bendición para nuestro grupo. Es muy difícil hablar
en momentos así, y Alex toma la voz en nuestro nombre, el de los blancos más
allá del mar, y Miles en el suyo, el de los hombres de la tierra y la montaña.
Poco hay que decir en palabras, solo cuerpos que necesitan un abrazo. Busco a
Derman, es tradición hacer un regalo, más allá del pago de unos servicios de
guía, y le entrego mi navaja, me acompaña desde mi época de arqueólogo y ha
estado conmigo en todos mis viajes, pero no me cuesta desprenderme de ella. Es
más, creo que es una minucia comparado no solo con el collar de conchas que
llevo en mi cuello desde hace días, sino con todo lo que he aprendido caminando
a su lado. Durante unos segundos nos observamos, con esa mirada especial que se
produce entre dos personas, cada una de las cuales espera que la otra comience
a decir algo que ambas desean, pero que ninguna se atreve a iniciar. Así que nos
abandonamos al efecto de <i>awumbuk, </i>una
palabra de Papúa que habla de la sensación de vacío que dejan los invitados al
marcharse, y nos fundimos en un fuerte abrazo. Miro a Derman a los ojos y por
primera vez no es una mirada fuerte lo que veo, son los ojos de un hombre
agradecido, al que le gustaría, como a mi, decir muchas más cosas de las que
podemos. Acaricia el collar de conchas y sonríe mientras coloca la palma de su
mano sobre mi corazón. Las lágrimas que caen sobre mis mejillas, como ocurre
con Ana, Anni, Pacopé, es nuestra forma de decir <i>makasi</i> (gracias). Gracias por hacer de las montañas de Papúa un
hogar para nosotros. <i>Makasi</i>, una y
otra vez, <i>makasi</i>.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
A
veces se nos olvida que hay lugares como este, donde las mujeres llevan todo el
peso de la selva y donde los niños se afanan en ser hombres. Y los hombres han
de ser héroes todos los días. Necesitamos que existan, para seguir creyendo que
hay un lugar, aunque solo sea uno, donde nuestra especie es capaz de vivir en
libertad. Recordando estas palabras de Daniel Landa sobre Papúa, y con la
imagen de nuestros héroes en la retina, salimos de Wamena. Para finalizar el
trekking es común contemplar una ceremonia tradicional guerrera y la ceremonia
de la matanza del cerdo. A pesar de que lógicamente es algo montado para el
viajero, no deja de ser una forma de poder acercarse a sus tradiciones (como lo
había sido el Festival que tuvimos la suerte de presenciar antes de iniciar la
ruta) y, con el dinero que aportas, de que muchas de estas tribus puedan
mantener parte de sus rituales vivos en un mundo que, poco a poco, va
absorbiendo su identidad por la uniformidad de la modernidad. Así que nos
dirigimos hacia la aldea de Opiya, donde se van realizar las ceremonias, cerca
de Wamena, en el distrito de Jiwika. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Hacemos
una parada en el mercado de Jibama, para comprar el cerdo que vamos a llevar
como presente. El cerdo tiene un gran valor social y económico entre los
papúes. Su patrimonio se mide a través del número de cerdos que posee, y en el
valle, lejos de la ciudad, es la moneda de cambio más usual. Con él se pactan
los matrimonios o el respeto en los funerales. Por todo ello, una fiesta o
ceremonia del cerdo, es un gran acontecimiento social para todos los grupos
tribales de Papúa.<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVWe7qAe-F9xev-ye89hMlz2dmCtHwsFTKy9ky0QedN5VFRpwx0Lx_XoW0rn4MDJ9FME_0tuM30A3voSoz4RZK3iURsRqRpo6NzBGIRzDNjECSs66foaH_SaCVVFJidhNyfC6l5mYpJ6Q/s1600/DSC_3758.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVWe7qAe-F9xev-ye89hMlz2dmCtHwsFTKy9ky0QedN5VFRpwx0Lx_XoW0rn4MDJ9FME_0tuM30A3voSoz4RZK3iURsRqRpo6NzBGIRzDNjECSs66foaH_SaCVVFJidhNyfC6l5mYpJ6Q/s200/DSC_3758.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiECFd1oxs3EIpMVu1FSFqiC0QLPGVsnaMOQl1XU9bVfr3jv-3axtB0bULHZ-xSwm5He1BaiKFdgIqRpCZrb2254EVM-VeIozasqBjiZD6pwSFEuhBGO0inn7IsyRsI-5tCULm_AeZm8PM/s1600/DSC_3761.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiECFd1oxs3EIpMVu1FSFqiC0QLPGVsnaMOQl1XU9bVfr3jv-3axtB0bULHZ-xSwm5He1BaiKFdgIqRpCZrb2254EVM-VeIozasqBjiZD6pwSFEuhBGO0inn7IsyRsI-5tCULm_AeZm8PM/s200/DSC_3761.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El
día es húmedo, y tras unos cuantos kilómetros, bajamos de las camionetas.
Mientras hacemos los últimos metros a pie, observamos desde lejos las lanzas de
los Yalis apostados en torres de vigilancia. Cuando te aproximas, los cuerpos
semidesnudos, con músculos definidos de pura fibra, untados con grasa de cerdo
y arcilla, son lo que uno siempre imagina cuando se menciona un guerrero
salvaje de Papúa. Torsos desnudos, contorsionándose en una coreografía guerrera
de arcos y lanzas sobre caminos embarrados. Representan una batalla en nuestro
honor y se persiguen en una pequeña explanada, una danza desenfrenada en la que
corren, giran y brincan en el aire. Fingen que disparan flechas desde su
atalaya de madera que preside el espacio. Las lanzas y flechas ya hace tiempo
que no matan a nadie. Los hombres adultos llevan, junto al <i>horim</i> o <i>koteka</i> de
calabacín en el pene, ajustados brazaletes de fibra de helecho o sagú; bandas
de pequeñas caracolas y blancas conchas de cauri, y en la cabeza plumas negras
del ave del paraíso, sobre bases de plumas de periquitos, loros, papagayos de
colores brillantes (rojo carmín, dorados, blancos), prendidas en coronas de
piel y fibra. Las mujeres, con los pechos descubiertos, llevan collares de
semillas y conchas, faldellines de fibra, coronas con aves enteras disecadas, y
guirnaldas de flores. Invitando a nuestras mujeres, se lanzan a bailar en
grupo, en una danza circular, avanzando y retrocediendo, con frecuentes giros
que hacen oscilar en el aire sus faldas de sagú y las coronas de plumas sobre
su cabello.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyD0XIY8KlXxP7hAWIUadAJ3mXEaHIYavO_V-WXTjAuO9y3BLeKVoHna_eSZjXbuu9CRCnABeHgGnJkzV16nPugnT4dAIcooqsDzmb1U7YZKzHLELTddtqSd7y1PIfKubuJheAdn8G53g/s1600/DSC_3793.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyD0XIY8KlXxP7hAWIUadAJ3mXEaHIYavO_V-WXTjAuO9y3BLeKVoHna_eSZjXbuu9CRCnABeHgGnJkzV16nPugnT4dAIcooqsDzmb1U7YZKzHLELTddtqSd7y1PIfKubuJheAdn8G53g/s200/DSC_3793.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjr9MKoejCUndHdeaelXYSWlCHLhSefsJIYmPbxIdV-Fj7cpbDtnbeKzI7EJKlihVGO7orlphUsioQzNyNAw8uH56WhceoiDXnVEMHxfJcBPxLkzjNZDxvb-p6dmLaMo8ZyFcHiKxqWtY4/s1600/DSC_3801.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjr9MKoejCUndHdeaelXYSWlCHLhSefsJIYmPbxIdV-Fj7cpbDtnbeKzI7EJKlihVGO7orlphUsioQzNyNAw8uH56WhceoiDXnVEMHxfJcBPxLkzjNZDxvb-p6dmLaMo8ZyFcHiKxqWtY4/s200/DSC_3801.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-iBMbMvJWiAP-AsHuMeGIXxkGbSp6xkTpX-R_pUaz0A_FiRUSMbOPP0ANJ8sCzcECFFZbSszDL1NqhPA-na4bC4x6agcACVrkYNxhqFMFXoCY0PZO395idVctDSrdytsclWHYyeZDoDE/s1600/DSC_3830.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi-iBMbMvJWiAP-AsHuMeGIXxkGbSp6xkTpX-R_pUaz0A_FiRUSMbOPP0ANJ8sCzcECFFZbSszDL1NqhPA-na4bC4x6agcACVrkYNxhqFMFXoCY0PZO395idVctDSrdytsclWHYyeZDoDE/s200/DSC_3830.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOh9UaNrIMH2EsMTLhPaspQfH87aGc9h3uT3pbe2G7dtE6VbIAcf8orIU7LTVdRoHVxCaKbFT1KtobOuX9AS_hNDctebc3tquFEukhM7AAX99brOL4duuT-AqJICSnZYmxK4ngcbDLIRQ/s1600/DSC_3880.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOh9UaNrIMH2EsMTLhPaspQfH87aGc9h3uT3pbe2G7dtE6VbIAcf8orIU7LTVdRoHVxCaKbFT1KtobOuX9AS_hNDctebc3tquFEukhM7AAX99brOL4duuT-AqJICSnZYmxK4ngcbDLIRQ/s200/DSC_3880.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjz8-WK89JHivG0A5kdETN6_kTfXLBG2GLtfL8Ov5PCkOpdGUT5ChRwtzdRJQdarIttsdXTXuD4FoUnZdpxCfvHg4nuuBlJPpZV-ug2n1Cuyh1YiMEa0qUw0Kl6wIQcHuXjjf92TDqd6rU/s1600/DSC_3832.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjz8-WK89JHivG0A5kdETN6_kTfXLBG2GLtfL8Ov5PCkOpdGUT5ChRwtzdRJQdarIttsdXTXuD4FoUnZdpxCfvHg4nuuBlJPpZV-ug2n1Cuyh1YiMEa0qUw0Kl6wIQcHuXjjf92TDqd6rU/s200/DSC_3832.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiN_ZrbF7-TkDn3atsrUbc2Gb4tazWvH9TKS3gAYZo8nOWNT2_sSNTWZ0jAiqrpxHz3yk06IwnEL6q41DLuDhZ4gKFD917g9W-ELK_6zxMOCgu2SbyqJTqMsREbjAyClkN2rzGmU2EOzU/s1600/DSC_3896.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiN_ZrbF7-TkDn3atsrUbc2Gb4tazWvH9TKS3gAYZo8nOWNT2_sSNTWZ0jAiqrpxHz3yk06IwnEL6q41DLuDhZ4gKFD917g9W-ELK_6zxMOCgu2SbyqJTqMsREbjAyClkN2rzGmU2EOzU/s200/DSC_3896.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhNnl-vjUZggrkPGgpW86ePRvnvma4TMV5DNekatmz5XlNGe56q3hNB764YhylxOtHHiAioRGzJcccFLrCr2wH342evi6pbTJvt8aW8l1HIrsTcSyXUBPbkZBUZFyjP7j2PVZ2CyyPxgqo/s1600/DSC_3920.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1068" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhNnl-vjUZggrkPGgpW86ePRvnvma4TMV5DNekatmz5XlNGe56q3hNB764YhylxOtHHiAioRGzJcccFLrCr2wH342evi6pbTJvt8aW8l1HIrsTcSyXUBPbkZBUZFyjP7j2PVZ2CyyPxgqo/s200/DSC_3920.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgN-6h74dcKnzy9pZhCT8XIAvp1j4tK5urh9OiUdiOdMMxq4rudZputTgDS5YkBEDY7k91IH3Bf7RM1Y13x2pWyOlHEZmBmSZ2DiV55mXMklTgxpgRxeIUoI7135tYZ2AzsH3dspefUlPw/s1600/DSC_3933.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgN-6h74dcKnzy9pZhCT8XIAvp1j4tK5urh9OiUdiOdMMxq4rudZputTgDS5YkBEDY7k91IH3Bf7RM1Y13x2pWyOlHEZmBmSZ2DiV55mXMklTgxpgRxeIUoI7135tYZ2AzsH3dspefUlPw/s200/DSC_3933.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El
cerdo se cocina <i>mumuado</i>, es decir,
asado en un hoyo forrado de piedras. Es una ancestral forma de cocinar, común a
los centenares de tribus de Papúa, que utilizan como ritual en ocasiones
señaladas. Se cava un gran hoyo en la explanada central de la aldea,
encendiendo junto a él una gran pira de leña, sobra la que se amontonan
piedras. El cerdo se encuentra agarrado, muy cerca, y pronto uno de los líderes
del clan, todavía adornado con las vestiduras de guerra, se adelanta, tensa lentamente
un arco y, de un flechazo certero, hiere el animal que habíamos traído, que
resiste con movimientos cada vez más espaciados hasta desangrarse en unos
segundos. Otros dos compañeros, utilizando cuchillos de bambú trocean en
grandes porciones al cerdo, envolviéndolo en hojas. Con plataneras y las
piedras que se habían calentado en la pira se forra el hoyo, echando encima
diferentes capas de hojas, hierbas y patatas/boniatos. Se deja cocinar durante
más de una hora para finalmente abrir el <i>mumu</i>.
La mayor parte de la carne troceada y asada es devorada por los hombres, mientras
los restos y la patata son el alimento de las mujeres. A las mujeres no se les
permite sentarse con los hombres, pero para nosotros no existen esas
diferencias y comemos y nos sentamos con plena libertad. Es difícil saber qué
hay de tradición y qué de verdad en la representación. Como dice Osborne, un
pueblo indígena debe de acabar creyendo que su primitivismo es lo más valioso a
ojos de los extranjeros, su único patrimonio.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Hay
un mito sobre la creación de los pueblos en Papúa. En el principio, Api, el
espíritu de la Tierra, llegó a este lugar y encontró los ríos llenos de peces,
el monte lleno de cerdos, y muchos árboles altos de sagú, pero no había gente.
Api pensó: este sería un buen lugar para la gente, así que abrió una grieta en
la cueva. El primer pueblo que surgió fue el de los awin, luego de los imboin otros
grupos (dani, yali), y finalmente los meakambut. Estaban todos desnudos y
apenas pudieron salir a la luz. Otros pueblos seguían dentro, pero una vez que
aparecieron los meakambut, Api cerró la grieta y los demás tuvieron que
quedarse en la oscuridad.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Los
pueblos se esparcieron por las montañas y vivieron en guaridas rocosas.
Hicieron hachas de piedras y arcos de flechas, y la caza fue buena. No había
odio, ni matanzas ni enfermedades. La vida era bella y tranquila, y toda la
gente tenía el estómago lleno. En esa época, hombres y mujeres vivían en cuevas
separadas. Por la noche los hombres subían a una cueva especial a cantar. Pero
una noche, cierto hombre fingió estar enfermo y se quedó atrás. Cuando pudo oír
el canto de los hombres, bajó a hurtadillas a la cueva de las mujeres y tuvo
sexo con una. Cuando los hombres regresaron, sintieron que algo andaba mal. Un
hombre sintió repentinamente celos; otro, odio; otro, cólera, y uno más,
tristeza. Fue entonces cuando el hombre aprendió todas las cosas malas. También
entonces empezó la hechicería.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En
las lecturas previas al viaje me encontré con este mito de la creación de los
pueblos de Papúa Nueva Guinea, que apareció en un artículo de National
Geographic de 2012. Habla sobre uno de los últimos pueblos seminómadas de
Papua, que habitan en chozas y cavernas en acantilados, las que hacía tiempo
los defendían de sus enemigos. Apenas quedan cerdos en las montañas, ni
casuarios en la selva ni peces en los arroyos. Hoy sus enemigos son la malaria,
la tuberculosis y las empresas mineras que ambicionan sus tierras. Volviendo de
la ceremonia del cerdo, cuando recuerdo el canto de los hombres de mi grupo, no
sé discernir hasta que punto las cosas malas que ha aprendido el hombre papú
son responsabilidad de un Occidente que les abrió una puerta al mundo. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIfGsvx-5UkjPR3cJTZoJ8j8grdJ0Y9sr9f53Bqo0Jf3qE3PpfmYgtTSSAgApMh_pFVNLuE2JuNanV4JexUAui0YPGAp80Iw-Oj_u2zn85nTOcvGqPgnnu7GN2vxgR0YRvkyNoIoChzwg/s1600/P1090337.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="900" data-original-width="1600" height="179" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIfGsvx-5UkjPR3cJTZoJ8j8grdJ0Y9sr9f53Bqo0Jf3qE3PpfmYgtTSSAgApMh_pFVNLuE2JuNanV4JexUAui0YPGAp80Iw-Oj_u2zn85nTOcvGqPgnnu7GN2vxgR0YRvkyNoIoChzwg/s320/P1090337.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La
imaginación se desborda en un territorio que es tan diferente a nosotros, y los
pensamientos van y vienen. Regresamos en silencio a la casa de Amos, tan
cansados física y emocionalmente que apenas nos damos cuenta del trayecto, pese
a que unos cuantos lo hacemos en la descubierta parte de atrás de la camioneta,
salvando baches y las gotas intermitentes de una lluvia cercana. Me pregunto
cómo voy a poder conciliar el sueño tras la cena cuando Marc y Neus
protagonizan uno de los momentos del viaje. De sus mochilas rescatan un par de
botellas de vino y paquetes de jamón serrano para celebrar el final del
trekking, una costumbre que iniciaron en una expedición anterior a Uganda. En
una tierra donde la carne escasea y el alcohol está prohibido por las autoridades
islámicas, tras una ruta de atravesar valles y montañas y la resaca emocional
de una despedida del grupo de papúes que había formado nuestra familia durante
todo ese tiempo, encontrarnos con esta sorpresa nos deja sin palabras. No es
sólo por lo inesperado, ver a Marc abrir con ilusión las botellas y a Neus
despegar con delicadeza las lonchas de jamón ante nuestros ojos alucinados, es
como sentir que toda la energía del grupo construye esa escena. Cada copa de
vino nos habla de las huellas en ruta, de los <i>porters</i> y su abrazo, de las nubes ciñendo las montañas o la
escarcha en el camino. Cada trozo de jamón sabe a leña quemada, a una sopa de
verduras en boles de colores, a hierba fresca y trazos de barro. Marc y Neus,
con ese pequeño gesto, transforman un día de despedida en una celebración de la
alegría de vivir, de viajar, de sentir, de dotar de autenticidad los pasos del
camino. <i>Makasi</i>, una y otra vez,
vuestra compañía es más que suficiente para andar por el camino de los sueños.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Sentani<o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
No
es fácil dejar atrás una tierra que te ha dado tanto, pero aún queda camino por
recorrer, en otras islas, otro mundo. Partimos temprano, cargados con mochilas,
petates y emociones, de la mano de Amius y Kipenus, que nos acompañan al
aeropuerto. Creo adivinar en su mirada la satisfacción del trabajo bien hecho,
de haber cumplido con lo prometido, así como la despedida de aquél que sabe que
nunca regresaríamos. En la puerta de embarque tienden la mano mientras silabean
<i>wa wa wa</i>. No es necesario nada más.
No puedo evitar que me inunde, una vez más, una repentina tristeza y cuando
observo a mis compañeros de ruta, los ojos llorosos de Ana, la mirada hacia
debajo de Marc, el silencio de la mayoría, sé que todos comparten la misma
sensación, que Papúa siempre va a formar parte, por una razón u otra, de
nuestra vida. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Volamos
de vuelta a la costa norte, no lejos de la frontera con Nueva Guinea, a
Jayapura y Sentani. De vuelta al mundo conocido, al agua caliente en la ducha,
las cervezas, coches y motos, carreteras…El mundo primigenio da paso al mundo
de la modernidad, o lo que allí es modernidad. Aún quedan cosas por descubrir.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Jayapura,
que significa <i>Ciudad Victoriosa</i>, es,
sobre todo comparada con Wamena y el resto de Papúa, una ciudad moderna. Capital
de la isla, está vertebrada por una avenida-carretera repleta de tráfico, edificada
en las laderas de unas frondosas colinas, las montañas Ciclópeas, que llevan al
mar. No posee mayor atractivo que sus hermosas vistas desde la parte alta. Por
ello, subir al templo budista que se encuentra allí es la mejor forma de
conocerla. El dorado de sus paredes y techo brillando al sol, es la antesala de
un enorme jardín que mira a la ciudad y al mar. Nos descalzamos y caminamos sin
prisa, poco nos atrapa las historias que una guía local nos cuenta y que nada
puede hacer ante la competencia que le hace el vuelo de una enorme mariposa
azul. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpcTP7JA676FCyA_wjApOHYnLKRnrDmvOkZT48WTCgvDDYEyab1uxF4GK_eTErxomOWcd907Rui-MEfY__vRS56QWlFXIWMLfsADb-Qo22F5UyloIMvPiKG3czrxogEzsJj-UGEhs6iTE/s1600/DSC_3944.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpcTP7JA676FCyA_wjApOHYnLKRnrDmvOkZT48WTCgvDDYEyab1uxF4GK_eTErxomOWcd907Rui-MEfY__vRS56QWlFXIWMLfsADb-Qo22F5UyloIMvPiKG3czrxogEzsJj-UGEhs6iTE/s320/DSC_3944.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Un
punto de interés sobre una alta colina, al que apenas se puede acceder por ser
área militar restringida, es el campamento del General McArthur. Durante la
Segunda Guerra Mundial, con la toma de los japoneses del oeste del Pacífico,
Papúa fue un lugar de batallas importantes y, en este lugar, el general
norteamericano instaló su campamento para hacer frente al Imperio del Sol
Naciente. Un monumento conmemorativo lo recuerda, y desde él las vistas deben
ser espectaculares.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Entre
las montañas y la ciudad se desliza el lago Sentani, un lago de agua dulce que
presenta numerosas playas, islotes, ensenadas y bahías. Decenas de pequeños
asentamientos pesqueros de casas tradicionales de madera, construidas sobre
pilotes (pilares hechos con troncos toscamente tallados) y con techos de paja o
uralita, descansan a la sombra de cocoteros y palmeras. Desde un pequeño
malecón rodeado de palmeras embarcamos hacia una de las islas más grandes. En
ella habitan los Asei, humildes pescadores, entre casas flotantes alrededor de
una iglesia protestante de estilo colonial. Grupos de niños juegan a saltar al
agua desde los pantanales de madera, mientras las mujeres lavan a mano en cubos
junto a las puertas o venden artesanía local hecha con cortezas de árboles de
manglar. <br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi6k20JRXyieD4Oq4kZsQbx4koVZhboYrmGOzNs8IaTm0zG-zBewk-kWfTI96rA9Z0OsSs7INfXd0ckpViiNZ76rLyzHG_fLiOPDDSMUOmOKQtCRfDITOHJOVl-v4sy51pNzRwniGV5blE/s1600/DSC_3948.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi6k20JRXyieD4Oq4kZsQbx4koVZhboYrmGOzNs8IaTm0zG-zBewk-kWfTI96rA9Z0OsSs7INfXd0ckpViiNZ76rLyzHG_fLiOPDDSMUOmOKQtCRfDITOHJOVl-v4sy51pNzRwniGV5blE/s320/DSC_3948.JPG" width="320" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjad3xEq8YFRwZsN72HBSwguTdyqJc8k0bwSgqh4T0zfvz3Mc1HynfFZaJj4s5wx1PUXxleJId1EzbC7C9RQu5WBl660kWpd2Ttz4F76H_hmRQygvQ0PYNR_yVXvX4SUDd7_ioeLe5MqBM/s1600/DSC_3949.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjad3xEq8YFRwZsN72HBSwguTdyqJc8k0bwSgqh4T0zfvz3Mc1HynfFZaJj4s5wx1PUXxleJId1EzbC7C9RQu5WBl660kWpd2Ttz4F76H_hmRQygvQ0PYNR_yVXvX4SUDd7_ioeLe5MqBM/s200/DSC_3949.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvMhwY18NuK0WGwWFs7F_DHkjxDLKj24r4HeslZYrxL_BMiSA9Ia27MvjXaJQnIN41lcin07unF6UCExoyu-fadrKEdKZQxQEMub1V2cRehyphenhyphen1zlhJ3CcdkHFUKo5HP_rk7wEgqjhtFKNA/s1600/DSC_3958.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvMhwY18NuK0WGwWFs7F_DHkjxDLKj24r4HeslZYrxL_BMiSA9Ia27MvjXaJQnIN41lcin07unF6UCExoyu-fadrKEdKZQxQEMub1V2cRehyphenhyphen1zlhJ3CcdkHFUKo5HP_rk7wEgqjhtFKNA/s200/DSC_3958.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLQHDFHgEykN4KdTOBGpSjXD9UHCWnlvb1SyIpQSwe5KGQCnKwkb5b_TrVdI8bkPbhRYKko0IXTiszE7eV41nfjmXEay3I4feJSCz20681wNjvt3zH8wjSgzWAJWCrZKg3XHm6tN44Jo4/s1600/P1090911.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="900" data-original-width="1600" height="179" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLQHDFHgEykN4KdTOBGpSjXD9UHCWnlvb1SyIpQSwe5KGQCnKwkb5b_TrVdI8bkPbhRYKko0IXTiszE7eV41nfjmXEay3I4feJSCz20681wNjvt3zH8wjSgzWAJWCrZKg3XHm6tN44Jo4/s320/P1090911.JPG" width="320" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Tras
la isla, a ambos lados de la carretera, sobre endebles construcciones de madera
y cemento, pequeños puestos de venta de verduras, carne o cocos. Y en uno de
ellos despedimos el día y Jayapura, sorbiendo un coco al atardecer en un
mirador a la bahía. Nos espera una nueva etapa, al día siguiente de Papúa
volamos a Sulawesi, bautizada por los antiguos griegos como las Islas Célebes. Entre
el archipiélago de las Molucas y la gran isla de Borneo. Dejamos de peregrinar
en lo salvaje para adentrarnos en los caminos que honran la muerte. Seguimos en
la tierra de lo inesperado. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>SULAWESI (ISLAS CÉLEBES)<o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Sulawesi
es una isla de forma extraña, casi imposible. Presenta cuatro penínsulas con
una parte central muy montañosa, por lo que son más cortas las comunicaciones
por mar que por los caminos insulares. Con 16 millones de habitantes y
diferentes etnias: minahasa en el norte, Toraja (se pronuncia <i>toraya</i>) en la zona central y suroeste, los
bugui en la costa y los macasar en el sur; religiosamente es igual de
heterogénea: el sur islámico y centro-norte cristiano y protestante.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En
Sulawesi, conocida como la <i>Tierra de los
Reyes Celestiales</i>, nuestro objetivo es llegar a los Tana Toraja, una
comunidad de medio millón de personas que habitan en las montañas del interior
de Sulawesi. Su nombre alude a su ubicación, así los llamaban los <i>bugui</i>, el grupo mayoritario de la isla,
para referirse a los <i>to riaja </i>(hombres
de las tierras altas, de las montañas). La etnia Toraja, como ha ocurrido con
los pueblos del interior de Papúa, permaneció ajena a la influencia extranjera,
escondida en las montañas, hasta hace un siglo. Aunque Holanda controlaba el
comercio de las islas de Indonesia desde el siglo XVII, los primeros misioneros
no llegaron a su hábitat hasta entrado el siglo XX, debido a las dificultades
de acceso a su territorio y la poca productividad que aportaba. Poco a poco,
impulsado por las autoridades, se fueron cristianizando dentro del
protestantismo. Hoy son un reducto cristiano en el país que alberga la mayor
población musulmana del mundo, y que aún conserva viva una de sus tradiciones
más características, que convierten en su signo de identidad: la forma en la que
se enfrentan a la muerte. En mi mente vuelven una y otra vez las conversaciones
con mis compañeros de Etiopía Gonzalo, Carmen, Javier, Eduardo, Mariví, sobre
la cultura a los muertos, los funerales, sus paisajes, que en gran parte han
impulsado este viaje.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Con
toda naturalidad, la muerte va a ser el hilo conductor del itinerario que va a
marcar nuestros próximos días, entre paisajes ondulantes, escarpados, con todos
los verdes imaginables, y alguna que otra tormenta de lluvia cálida.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Makassar</b>. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La
entrada a Sulawesi es a través de Makassar, su capital, conocida hasta 1999
como Ujung Padang (nombre que aún conserva el aeropuerto). Hace apenas un siglo
Joseph Conrad la describió como <i>la más
hermosa y, quizás, la que parece más limpia de todas las ciudades de las islas.
</i>Actualmente ese encanto lo ha perdido, para pasar a ser un enclave urbano
anodino a pesar de haber sido el antiguo reino de Gowa (un sultanato que se
erigió como gran potencia marítima y comercial en el s. XVI en la ruta de las
especias). Entre barrios de edificios administrativos, hoteles, mezquitas y
viviendas, solo destaca su puerto y paseo marítimo donde, frente al calor, hace
vida la gente local entre puestos de comida; y el fuerte Roterdam, base del
colonialismo holandés y su Compañía de las Indias Orientales. Uno se pregunta
qué ha sido de esa visión de Conrad, de la huella de comerciantes chinos,
indios, malayos, siameses, árabes, portugueses y holandeses, del aroma a
canela, clavo y nuez moscada, de una ruta de las especias que parece olvidada
por el tiempo, como si la isla hubiera engullido historia con cada nuevo barrio
gris de administración.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Escribo
que la ciudad no es muy grande, tampoco bonita. Quizás hubo un tiempo en que lo
fue. Hoy ya no. Tan solo el mar le aporta un cierto encanto. Y una tarde noche
en ella tampoco contribuye a crear recuerdos o una huella imborrable. Sin
embargo, dos momentos me van hacer recordarla con cariño: uno, una chancleta
perdida en el barro, donde un charco puede parecer un océano, bajo una lluvia torrencial,
que lleva a Marc descalzo a hacer de funambulista y arqueólogo en su lucha por
encontrarla contra los estratos de tierra mojada; y dos, el reencuentro con una
persona especial que conocí en la Ruta de la Seda, un viajero para el que el
mundo inventó los caminos, el turolense Enrique, cuyo tremendo abrazo en la
puerta del hotel seguiré sintiendo meses después. Unas cervezas bajo la noche
estrellada de Makassar no es solo testigo del reencuentro, sino de cómo la
amistad, la de verdad, no conoce de tiempo ni de distancias. Solo por eso, esta
ciudad merece un lugar en mi cartografía personal.<br />
<br />
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<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Rantepao</b>.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Si
uno quiere conocer el mundo de los Toraja, debe acudir a Rantepao, que se erige
como base de operaciones para conocer la cultura Toraja. Pero el viaje no es
fácil, Rantepao se encuentra a más de 300 kms de Makassar, unas 9 h de trayecto
por carretera y caminos de tierra. Aunque parece mucho tiempo, no debes dejar
de pensar que los primeros europeos necesitaron más de 400 años para llegar de
la costa a las montañas.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Afortunadamente,
el trayecto no se hace monótono, de una llanura con escasos árboles a una zona
montañosa y frondosa, con valles. Una estrecha carretera, sobre todo al llegar
a la zona central, plena de curvas, marca la ruta. Un asfalto que aparece y
desaparece, más bien un camino ancho de tierra pedregosa, pero con una gran
vida a los lados donde encuentras todo lo que puedes necesitar para sobrevivir.
Infinidad de puestos, levantados con madera, bambú y hojas de palma, te ofrecen
cacao, café, canela, clavo, terrazas para té, miradores a las montañas…, cuando
no cruzamos pequeños pueblos de carretera en plena vida: desde desfiles
festivos, a gente trabajando, comerciando. Es agradable hacer paradas en los
puertos de montaña, donde al aroma de un café o un té de jengibre contemplar frondosas
montañas, extensos arrozales y grandes plantaciones de café y cacao.<br />
<br />
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</div>
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Entre
galletas y especias compradas en los puestos de carretera, y las canciones del
móvil de Jesús, reinterpretadas por Pacopé, conseguimos llegar a Rantepao. Es
la capital provincial, una bulliciosa y polvorienta ciudad que ha ido creciendo
como base de operaciones para conocer la cultura Toraja y, sobre todo, sus
funerales. Poco interesante se puede decir de ella más allá de su caótico
mercado central y su avenida principal repleta de tiendas y locales para comer,
avenida que llegamos a conocer bien tras elegirla como destino principal para
beber cervezas <i>bintang </i>y cenar varias
noches. La distancia entre el centro de la ciudad y nuestro alojamiento, a las
afueras, no es un problema. Una carretera muy transitada, con una vegetación
que se excede en sus laterales, se convierte en nuestro mejor aliado. Nos
acostumbramos rápido al tráfico y a los rickshaws o becak (motocarro) y no hay
tarde o anochecer que no hagamos el trayecto en busca de paseo, mercadeo,
cervezas o cena. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQ2KCYL0W3zjnFGI70RShl2ybQzaMPw1fTikBNTDwMn4CH7vb3kecQFnhfgQan0qrdeUVeeIu395VwtNzbITrVnzYKwJbRcvwzo3pFi-SRh6j4YUH2BXhVApOIl1VvNRDaG_7CdX5LPK8/s1600/33988239_10216230717751126_7352610928417832960_n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1062" data-original-width="1600" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQ2KCYL0W3zjnFGI70RShl2ybQzaMPw1fTikBNTDwMn4CH7vb3kecQFnhfgQan0qrdeUVeeIu395VwtNzbITrVnzYKwJbRcvwzo3pFi-SRh6j4YUH2BXhVApOIl1VvNRDaG_7CdX5LPK8/s320/33988239_10216230717751126_7352610928417832960_n.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Los
siguientes días, desde la ciudad, recorremos el territorio Toraja. Cerca es
posible observar la actividad del mercado de búfalos y cerdos de Bolu, junto a
Sa’dan River. En torno a una explanada abierta al cielo, con diferentes
construcciones de madera y bambú, jalonadas en ocasiones por viejas telas
desteñidas que en un tiempo poseyeron vivos colores, descansan entre tierra y
barro cientos de bueyes amarrados por una anilla en su hocico. Paseamos entre
trabajadores concentrados tras básculas, cubos de agua para refrescar, viveros
repletos de pienso y hierbas que sirven de alimento. Cerca, en la carretera,
unas rampas de hormigón comunican con pequeños camiones para transportarlos.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0-mEosvW71HRQB9gbu6gJwJSrCxSS4Ij_u1hcIIo0t8-16Ipntw1o3RQcmIZ5kpi-Gg5aCIPra1Rv4LkKVvi_Do5xM1fsFNkGErebMQ632d6txZfRZBomiUu78YoDS4vBZerOSKuXEUE/s1600/DSC_3991.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0-mEosvW71HRQB9gbu6gJwJSrCxSS4Ij_u1hcIIo0t8-16Ipntw1o3RQcmIZ5kpi-Gg5aCIPra1Rv4LkKVvi_Do5xM1fsFNkGErebMQ632d6txZfRZBomiUu78YoDS4vBZerOSKuXEUE/s320/DSC_3991.JPG" width="320" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg86gV-XexN5HTmAS1fzFJSFuN0RYOQeP1dk0CnJCPcNRE3YZBDm9sbVf9GPV9O4BguU7xYVYuabFOc23i010kBoZjt5eIumODLkY2IlsoH-z4sGvFsjH0EBc2WZ4N6YLmTzVliuqLQunk/s1600/DSC_4020.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg86gV-XexN5HTmAS1fzFJSFuN0RYOQeP1dk0CnJCPcNRE3YZBDm9sbVf9GPV9O4BguU7xYVYuabFOc23i010kBoZjt5eIumODLkY2IlsoH-z4sGvFsjH0EBc2WZ4N6YLmTzVliuqLQunk/s200/DSC_4020.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDvcU8gXyn2MjtAxe1MMdfr8br9Moe9S1gvJ27mFt8_-RW5Bsa_MjZckhAm7JsXflVKyDCGS1QIMZLvRFjAXb8jHq02gX2XuwYI4NZp-34ECjmw7eJZm8UoRFL9SUT0C8ewUUyhgL1zgs/s1600/DSC_4008.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDvcU8gXyn2MjtAxe1MMdfr8br9Moe9S1gvJ27mFt8_-RW5Bsa_MjZckhAm7JsXflVKyDCGS1QIMZLvRFjAXb8jHq02gX2XuwYI4NZp-34ECjmw7eJZm8UoRFL9SUT0C8ewUUyhgL1zgs/s200/DSC_4008.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En
el lateral, en una plaza cubierta y cerrada por corrales y grandes travesaños
de madera, se encuentra el mercado de cerdos y gallinas. Los gruñidos y
quejidos de los animales que se seleccionan para su venta, a los que se ata a
un madero para llevarlos a hombros, crea una polifonía de sonidos estridentes
que, junto al aroma animal, no invita a quedarse mucho rato.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Entre
una vegetación exuberante de un intenso verde y frentes rocosos de pequeñas
montañas escarpadas, impacta ver las casas en forma de barco donde viven,
algunas de ellas centenarias. Son las <i>Tongkonan.
</i>Su nombre proviene de la palabra toraja <i>tongkon
</i>(sentarse), donde se reunía la familia. Se trata de grandes construcciones
de madera, unidas y sujetas con estacas, que se alzan del suelo sobre pilotes,
con fachadas pintadas y grabadas con una hermosa decoración de dibujos
geométricos, cabezas de búfalos, aves y hojas. El tejado está formado por
bambú, entrelazado en varias capas. Orientadas hacia el norte, por respeto a
los antepasados, suelen presentar delante de la fachada principal un alto pilar
o poste que llega hasta la cresta del tejado, donde se colocan los cuernos de
los búfalos sacrificados en los funerales. Dado que el búfalo es símbolo de
riqueza y estatus, cuantas más astas más rico será el dueño de la casa. En
ocasiones, junto a las casas existe la misma construcción pero a pequeño
tamaño, <i>mini casas</i> Toraja que tiene
la función de graneros de arroz. Bajo los aleros presentan plataformas de
madera donde la población con las piernas cruzadas desarrolla la vida diaria,
desde tejer, separar el arroz, a conversar o recibir a los huéspedes. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJyeYPD7TSSTNQgctET1hM8P63iwfLkOllO-43xajJzXS789n4yShYzBfUqSd07MK2y-j8YiiBXX4Iu2vMUzCBN7lQ-SFjAvpmhXMspsgfiynPOtNgcKSsNrPgTSmG8ZeTf9nHygWxA0I/s1600/DSC_4037.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJyeYPD7TSSTNQgctET1hM8P63iwfLkOllO-43xajJzXS789n4yShYzBfUqSd07MK2y-j8YiiBXX4Iu2vMUzCBN7lQ-SFjAvpmhXMspsgfiynPOtNgcKSsNrPgTSmG8ZeTf9nHygWxA0I/s320/DSC_4037.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Según
cuenta el antropólogo Nigel Barley, no es extraño que los primeros viajeros que
llegaron a la zona sugirieran a los Toraja que la construcción de sus casas
podía responder al modelo de los barcos de alguna emigración originaria,
opinión que los propios Toraja han llegado a creer. Piensan que algunos
utilizaron los mismos barcos en que llegaron, atravesando ríos desde la costa a
las montañas centrales, como casas. Una vez el caudal de los ríos disminuyó y
dejó varados los barcos, se les pusieron pilares de soporte para evitar su
caída, para posteriormente ser utilizados como hogares. A partir de ahí
seguirían construyendo las casas con la forma de los barcos porque sus hijos,
nacidos en el mar, querrían seguir viviendo en ellos. Como si la historia
recordara que el viaje está grabado en sus genes. La impresión que causaría en
estas poblaciones la visión de los barcos, les llevaría a imitar la forma de
los cascos de los navíos en la techumbre de sus hogares. O quizás intentasen
emular la forma de la cuerna del búfalo, el animal más sagrado para ellos.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjE0VdoeAgCtFIfyHWuvNZEdf7KxuORuxPzvma3kBbwKCMJrM9VA65ZKDX93OmhZu2KceGofKSaOF2xClP96gTX1xpZrf9e2KoU5sEMyGLMEZ82B18XsC0BqxjkGBrDgB70j4x8GGeDDQk/s1600/DSC_4034.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjE0VdoeAgCtFIfyHWuvNZEdf7KxuORuxPzvma3kBbwKCMJrM9VA65ZKDX93OmhZu2KceGofKSaOF2xClP96gTX1xpZrf9e2KoU5sEMyGLMEZ82B18XsC0BqxjkGBrDgB70j4x8GGeDDQk/s320/DSC_4034.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Los
mitos y leyendas son muy atractivos, pero la arquitectura Toraja no solo responde
a un sentido ritual o ancestral, sino que cumple una función práctica: la
curvatura de su techumbre evita la concentración de agua ante las grandes
lluvias de la región, mientras que los pilares que elevan la casa impide que
animales no deseados, como las grandes ratas endémicas de la zona, penetren en
el hogar o los almacenes. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Encontramos,
dispersos en el territorio, varios poblados tradicionales. Continuamente vas
cruzando pequeñas poblaciones y puedes adentrarte en ellos, como Palawa, Karasik
(sobre una loma) o Ke´te Kesu. Protegidos por la Unesco como Patrimonio
Mundial, son un sitio único: pequeños pueblos en torno a una explanada común rodeados
de zonas de cultivo, con varios siglos de historia y conservando la esencia de
la arquitectura tradicional torajense. Bajo tejados de bambú donde crecen
verdes helechos, sus edificaciones crean una sinfonía de colores y formas
curvas, con fachadas que huyen del vacío a través de complejas decoraciones con
dibujos geométricos y bajorrelieves, cada detalle dotado de un significado
desconocido para nosotros pero vinculado con la divinidad, la fertilidad y el
respeto a sus antepasados. En ese sentido, el color también cumple una función:
el blanco representa lo sagrado, el rojo el valor y la fuerza, y el negro la
tristeza y la oscuridad.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbHlKi-b30Gw9UhyxERu9jOxzQhOVbrXVYusY7DLqtS6n6JIQoFaOBaip9R_j4-7ZqCSwOBQ-isaVPCm8Y41FURDlEb9R6Q5qXmMz6Q4o-rR2yppTSsVtMJTFipttLOhNdSQavhJyeHqI/s1600/DSC_4035.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbHlKi-b30Gw9UhyxERu9jOxzQhOVbrXVYusY7DLqtS6n6JIQoFaOBaip9R_j4-7ZqCSwOBQ-isaVPCm8Y41FURDlEb9R6Q5qXmMz6Q4o-rR2yppTSsVtMJTFipttLOhNdSQavhJyeHqI/s200/DSC_4035.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNAPJWnJ4Hv2t1WQfdWN5PNU9AC2Blkt0RxfELSVGBsk3UIZ7MRR9s_I89iCv7JbLT6sPX6vTdpNOPyhC5ukzmGNc2WybXT7n0-iAkjyfFtST0ngICIciUVK8KSylrJ8kmXJlTqVvJwH8/s1600/DSC_4038.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNAPJWnJ4Hv2t1WQfdWN5PNU9AC2Blkt0RxfELSVGBsk3UIZ7MRR9s_I89iCv7JbLT6sPX6vTdpNOPyhC5ukzmGNc2WybXT7n0-iAkjyfFtST0ngICIciUVK8KSylrJ8kmXJlTqVvJwH8/s200/DSC_4038.JPG" width="133" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjT8GgK8i7Zv8JXBki6L8dsoOgwSRXJFrCEplyfUIzTpWb1RXv4FZ4LXMN_w0R889nSamrd1o8B3T9taOYQrWnl4tFGoiwGP_6f4C2SrITl8GDNs4jXkLOyRJG9G7deTBzOXiDUphyPpaA/s1600/DSC_4040.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjT8GgK8i7Zv8JXBki6L8dsoOgwSRXJFrCEplyfUIzTpWb1RXv4FZ4LXMN_w0R889nSamrd1o8B3T9taOYQrWnl4tFGoiwGP_6f4C2SrITl8GDNs4jXkLOyRJG9G7deTBzOXiDUphyPpaA/s200/DSC_4040.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjX0veRo02IsZc39QjpleLnWHNHI4dbeArvQ0n9ffPI8b4ygbGfjp2GaiEkaGJpwzteRQEI71wQRf939NHocR7LlUv4TXbTHOWPKH-xaw9EZFhUh-CkFxVTeqfH16MfBUpQzQNxEz62Z54/s1600/DSC_4049.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjX0veRo02IsZc39QjpleLnWHNHI4dbeArvQ0n9ffPI8b4ygbGfjp2GaiEkaGJpwzteRQEI71wQRf939NHocR7LlUv4TXbTHOWPKH-xaw9EZFhUh-CkFxVTeqfH16MfBUpQzQNxEz62Z54/s200/DSC_4049.JPG" width="133" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Tras
recorrer los pueblos, en <b>Bori</b> te
encuentras con una zona repleta de piedras megalíticas de entre dos y cinco
metros de altura que, en ocasiones, también cumplen la función de lápidas. Esta
especie de monolitos es vital para el desarrollo de las ceremonias fúnebres.
Cuánto más grande sea el monolito más ostentación para la familia, y más puedes
honrar al difunto. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
FUNERALES</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Una
de las cosas que más llaman la atención de los Tana Toraja es cómo atesora
antiguas tradiciones y ritos en torno a la muerte, de origen animista, sobreviviendo
incluso a la llegada del cristianismo, ya sea católico o protestante, que hoy
en día profesa la mayor parte. Los misioneros desarrollaron un cristianismo
sincrético para poder echar raíces en una tierra inhóspita a las creencias
occidentales. Y si bien logró ganar la partida en lo referente a la vida,
claramente tuvo que adaptarse a la muerte. Las fiestas Toraja se dividen entre
las del este y la vida, y las del oeste y la muerte.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Agosto
es tiempo de ceremonias funerarias; es época de vacaciones y eso ayuda a que
acudan familiares de otras zonas de la isla, y también hay turismo lo que
propicia que algunos toraja hagan negocio con ello. Conscientes de ello, nos
lanzamos a la aventura de asistir a sus funerales. Se aconseja siempre llevar
un regalo como acto de respeto a la familia del difunto, así que paramos para
comprar unos cuantos cartones de tabaco (que suele ser lo más adecuado). Un
primer intento en la propia ciudad, y dentro de una marea de turistas, que van
y vienen como el que asiste a un cine (donde el azar del mundo viajero hace que
coincida con Antonio, compañero del viaje a Etiopía y con el que comparto
buenos recuerdos), resulta decepcionante. Llegamos en los momentos finales,
tras los sacrificios, sin entender el ceremonial y rodeados de decenas de
grupos de extranjeros que entre cámaras, conversaciones y empujones impiden que
puedas comprender lo que acontece ante tus ojos. Con tristeza y esa sensación
de no haber cumplido las expectativas, abandonamos la ciudad en dirección a los
lugares de sepultura. Pero llega a nuestros oídos que en un pequeño y cercano
pueblo en las montañas se está iniciando otro funeral. Y allí que nos dirigimos
para asistir a una gran celebración de la vida a través de la muerte. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKByzNfhzH71LKj0r9cVP_F4gDxpS49Lh0EUj8RswtJ-DI_q1aDkUeiomLIfJbxe6mjYkB3n68UvqynGvUYZu2crrq8hUHzFi35H3KATN8HJ59QHVfSuGEs_z8vh2Ef4Y0N_ZKUY-S4n8/s1600/IMG-20170821-WA0005+%25282%2529.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1193" data-original-width="1570" height="151" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKByzNfhzH71LKj0r9cVP_F4gDxpS49Lh0EUj8RswtJ-DI_q1aDkUeiomLIfJbxe6mjYkB3n68UvqynGvUYZu2crrq8hUHzFi35H3KATN8HJ59QHVfSuGEs_z8vh2Ef4Y0N_ZKUY-S4n8/s200/IMG-20170821-WA0005+%25282%2529.jpg" width="200" /></a></div>
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPhaUotgPmZvXhBSHkr1_N5f4btpi_tkgzJoBqFlLnAPooUhS2TgcmzddzqD4MqPOFgjIDALB5yuREhTIGKYcjvZSn0yJ3IEIP5APudLY-JOpMwtDnTD1Dhj7TKKykpt1wfSUyRiSmXgQ/s1600/DSC_4165.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPhaUotgPmZvXhBSHkr1_N5f4btpi_tkgzJoBqFlLnAPooUhS2TgcmzddzqD4MqPOFgjIDALB5yuREhTIGKYcjvZSn0yJ3IEIP5APudLY-JOpMwtDnTD1Dhj7TKKykpt1wfSUyRiSmXgQ/s200/DSC_4165.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNCd4XrLVTYUtodY3aQQjDzTTZ9zK9RsTm4srfc6IgDMO4fpvq5_2HsdtHeskLAb-XeeC-qfHQvtUuhQh4fFJxd3bHWUA29Ny77iEsnGVK6VB5SvbDwbE4PzaowK_p39vWnoVmf294vgY/s1600/DSC_4157.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNCd4XrLVTYUtodY3aQQjDzTTZ9zK9RsTm4srfc6IgDMO4fpvq5_2HsdtHeskLAb-XeeC-qfHQvtUuhQh4fFJxd3bHWUA29Ny77iEsnGVK6VB5SvbDwbE4PzaowK_p39vWnoVmf294vgY/s200/DSC_4157.JPG" width="133" /></a></div>
<br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Es
el rumor y el vocerío de las grandes concentraciones lo que nos señala el lugar
donde se está celebrando el funeral. El <i>ranta</i>
es el campo donde se instalan los funerales. En un lado, los búfalos pacen
tranquilos atados a postes de madera. Cerca, cerdos atados con cinchas y palos
de bambú. Un gran rectángulo de recintos de madera y bambú se ha construido
únicamente con el propósito de celebrar estos funerales. En una zona destacada
se alza la torre mortuoria, un <i>tongkonan</i>
(la casa en forma de barco tradicional) orientado hacia el oeste, donde
descansa el difunto entre guirnaldas de flores. Estos recintos se dividen en
pequeñas estancias en las que se sitúan los miembros de la familia. Dependiendo
de su importancia y relación con el fallecido ocupan un lugar más o menos
central. Los invitados deben aportar un regalo a la familia organizadora del
funeral, desde tabaco, arroz o vino de palma, a gallinas, cerdos o, los más
ricos, búfalos.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEKYN6kB1quXrg6R4iskLoEFSJBEdKT2nYxH8M0cYgSBsoZjfrRD-fNnFZMNKRgJlMU5sKs-loixMMwYGN3AUaTeNAWybTogAlbuyu618-ZEXhBoCaoXMrlwGm5_1eMUb-86b21YHSDqI/s1600/DSC_4257.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEKYN6kB1quXrg6R4iskLoEFSJBEdKT2nYxH8M0cYgSBsoZjfrRD-fNnFZMNKRgJlMU5sKs-loixMMwYGN3AUaTeNAWybTogAlbuyu618-ZEXhBoCaoXMrlwGm5_1eMUb-86b21YHSDqI/s320/DSC_4257.JPG" width="320" /></a></div>
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_OfT9Ywea-clzFItD7bUdN_rs5Vlv_4Z0b2ybif6V1S6CAQ5zINBMUZ4WrYXjJnelXz-roa71_OUuQXDYKKmJXgUJ8ytTNTJMAvPw0UVB8oD5Zs-yRZXnyyQOdDY874HJiQcPjSi-v-M/s1600/DSC_4181.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_OfT9Ywea-clzFItD7bUdN_rs5Vlv_4Z0b2ybif6V1S6CAQ5zINBMUZ4WrYXjJnelXz-roa71_OUuQXDYKKmJXgUJ8ytTNTJMAvPw0UVB8oD5Zs-yRZXnyyQOdDY874HJiQcPjSi-v-M/s200/DSC_4181.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMwMi38vkSn-0wBlgUX9G4GnjnXWmfr8zT-Y-uezC75fRCGAykAslv6Go5Xu7SDzW6YmbEo2Glo48s9QAl_TsgUb5hD7e7PC6yoA_ihVXHnOziLGcTT0u60_ZVW-B7RG-rrSPcs8PwZPQ/s1600/DSC_4187.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMwMi38vkSn-0wBlgUX9G4GnjnXWmfr8zT-Y-uezC75fRCGAykAslv6Go5Xu7SDzW6YmbEo2Glo48s9QAl_TsgUb5hD7e7PC6yoA_ihVXHnOziLGcTT0u60_ZVW-B7RG-rrSPcs8PwZPQ/s200/DSC_4187.JPG" width="133" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Por
lo general, la familia espera meses o incluso años para ahorrar y poder ofrecer
una ceremonia digna. Lo deseable es que asistan a la ceremonia todos los
parientes del difunto, lo que implica cientos de personas desperdigadas no solo
por la isla sino toda Indonesia. No acudir a la ceremonia de un allegado sería
una ofensa. El viaje, el alojamiento y la alimentación corren a cargo de sus
familiares, que a menudo contraen fuertes deudas para poder respetar la
tradición. Durante todo ese tiempo, se conserva el cuerpo de quien aún no es
considerado un muerto, sino un enfermo, un <i>to
masaki </i>en la lengua toraja, en una estancia de la casa mediante ungüentos
elaborados con flores y hierbas especiales. Y se le cuida y atiende como si
estuviera vivo, con toda naturalidad, ya que su espíritu deambula libremente por
la casa, pudiendo adquirir cualquier forma. Una bandera blanca en el camino
hace saber que en ese hogar hay un muerto que espera. La línea entre la vida y
la muerte queda difuminada.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El
funeral suele durar varios días (generalmente 3 o 4, según la capacidad
económica de la familia), y nosotros llegamos en uno de los momentos centrales.
Después de tanto tiempo organizándolo, todas las lágrimas han sido derramadas y
solo queda celebrar su paso a la otra vida. El ambiente es festivo, porque la
llegada al cielo del alma del difunto es motivo de alegría. Parece que llevan
toda su vida preparándose para la muerte. Tras una procesión de mujeres, que
encabeza la familiar más cercana al fallecido, vestidas de negro y rojo en
referencia al color de la muerte en Sulawesi, se suceden cánticos, comida y
vino de palma agrio, y se procede a un ritual sangriento, el sacrificio de
búfalos. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9qC9gfbNixMPpz9qr6-dHngOTJWFuQyy2G8XMNICDxpeSr6IhYehcvxPACiN06_FFlT2E9v-MCAh9nw24jvrpb8tiyVzWtYsDM0omLmtFSds1wke27vfrkLXtiVAkPRyuA6qGFzpg7yI/s1600/DSC_4260.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9qC9gfbNixMPpz9qr6-dHngOTJWFuQyy2G8XMNICDxpeSr6IhYehcvxPACiN06_FFlT2E9v-MCAh9nw24jvrpb8tiyVzWtYsDM0omLmtFSds1wke27vfrkLXtiVAkPRyuA6qGFzpg7yI/s320/DSC_4260.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Un
hombre arrastra un búfalo hasta el centro del <i>ranta.</i> Otro se acerca a él, y tras echar una rápida ojeada al
público, acariciar la cabeza del animal y pasarse de una mano a otra un
cuchillo afilado, efectúa un corte rápido, casi una caricia en la garganta del
búfalo. Un potente chorro de sangre es el anticipo inmediato de las cabriolas
grotescas del sufrimiento del animal, que poco a poco pierde fuerzas hasta caer
desplomado sobre el suelo. Entre enormes charcos de sangre, surge rápidamente
un pequeño grupo de personas que desuella en pocos minutos su cuerpo para dejar
paso al siguiente sacrificio.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZeqgADX5GmqfJ2sn_DHhfCmI3PF-JJM5qEXXkZcpPBAzFYOv5uOZyxIfE03nzuLfoL7B3d1GQhMxnxegP-ySiE870Rd8kBeJZdUoOmpd5wHG_cwg0e3nDqi02tCLCQNohPY3P6o5FoDQ/s1600/DSC_4293.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZeqgADX5GmqfJ2sn_DHhfCmI3PF-JJM5qEXXkZcpPBAzFYOv5uOZyxIfE03nzuLfoL7B3d1GQhMxnxegP-ySiE870Rd8kBeJZdUoOmpd5wHG_cwg0e3nDqi02tCLCQNohPY3P6o5FoDQ/s200/DSC_4293.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEif7KY3Y_z-OFG15z9Ya_rY9k4WhaJYwTg4MDD5TdZepY3_7DIyYB-vLfxOQZO5ujhE5oj18f_c0-J3yJGkof934pIWa_de7g3GBTVG6kVGPmwiGMN1xVBvt9X6REKRdpaOTezwp1S7JCQ/s1600/DSC_4303.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEif7KY3Y_z-OFG15z9Ya_rY9k4WhaJYwTg4MDD5TdZepY3_7DIyYB-vLfxOQZO5ujhE5oj18f_c0-J3yJGkof934pIWa_de7g3GBTVG6kVGPmwiGMN1xVBvt9X6REKRdpaOTezwp1S7JCQ/s200/DSC_4303.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLB01-l8oocuaauSi1-Q4SInmICtWeA9lZYg27hlCv4ru7viOMFE4VCylrwGaYsbiMliB1ARqbKynBZkwO5akjvjBNKPF3QXG_4JFTTQPj6W00Bymtbo3zu-JXn3V1ie3DQ_55mnXpNZI/s1600/DSC_4318.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLB01-l8oocuaauSi1-Q4SInmICtWeA9lZYg27hlCv4ru7viOMFE4VCylrwGaYsbiMliB1ARqbKynBZkwO5akjvjBNKPF3QXG_4JFTTQPj6W00Bymtbo3zu-JXn3V1ie3DQ_55mnXpNZI/s200/DSC_4318.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En
las creencias <i>Toraja</i>, es necesario
este ritual sangriento si se quiere asegurar el tránsito al mundo de las almas
del difunto. Creen que el alma no abandona el cuerpo cuando muere. El viaje a <i>puya</i> (el cielo, el mundo secreto de los
ancestros o la tierra de las almas) es difícil, hay que cruzar montañas y
valles, por lo que se necesitan animales fuertes que lo ayuden. Por eso
utilizan a los búfalos, porque son animales fuertes capaces de asegurar el
camino. Y para ello es necesario sacrificarlos. Cuanta más poderosa sea una
familia, más búfalos y más hermosos se sacrificarán. Su valor aumenta conforme
su piel es más blanca. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Cuando
el espíritu, el alma, alcance el paraíso, el mundo de los ancestros, actuará
como protector de la familia. Es importante que el funeral funcione bien. Solo
así se completa el ritual de la muerte que asegurará que el alma del fallecido
irá a <i>Puya</i>, al cielo. Solo así el
difunto quedará satisfecho, tendrá asegurado el cielo y velará, protegerá y
traerá suerte a su familia. Por eso, tras el funeral, el cuerpo será transportado
a través de los campos de arroz hacia los sagrados cortados de piedra que
constituyen los lugares de enterramiento. Hasta que depositan su cuerpo en una
oquedad rocosa, creen que el muerto camina entre ellos. Los cuernos de los
búfalos sacrificados pasarán después a decorar la entrada de la casa.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqGE7BAwH9Jd1FU98YibZHbXA6H_bHigq3cTRYOVYulq_Urp0JJhPUrfpbsCO4DFtRluo7cQteFjkHOF2PNeFi372_hoWMgYgvSI0Z2rqSDjmCptoh0r3Qwy_lm0HWzUmKAQFRUNPFCYw/s1600/DSC_4191.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhqGE7BAwH9Jd1FU98YibZHbXA6H_bHigq3cTRYOVYulq_Urp0JJhPUrfpbsCO4DFtRluo7cQteFjkHOF2PNeFi372_hoWMgYgvSI0Z2rqSDjmCptoh0r3Qwy_lm0HWzUmKAQFRUNPFCYw/s320/DSC_4191.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
No
dejas de sentirte un intruso, como si tu mera presencia allí, acompañada de
cámaras o tu pequeño diario, fuera el reflejo de la falta de respeto del mundo
moderno hacia costumbres ancestrales o la expresión del dolor de una familia. En
teoría somos bien recibidos, porque el asistir como invitados y entregar una
ofrenda es un honor para los Toraja. Sin embargo, pronto intuyes que para algunos
de ellos, siempre y cuando actúes con respeto, es una ayuda económica esencial,
no sólo para financiar estos ritos, sino para su supervivencia diaria. Y es ahí
donde aparece la contradicción moral del viajero, la atracción turística frente
a la necesidad local. Impresionado por lo que acabo de ver, durante el regreso
a Rantepao escribo en mi diario que aquí la muerte no es el fin, sino un
comienzo. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Lemo.<o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En
el interior de Sulawesi el hombre también alza a sus muertos en las montañas, en
acantilados. Creen que deben ser enterrados entre el cielo y la tierra, pero
quizás otras razones expliquen también por qué son depositados allí. Desde
antiguo creen que pueden llevarse sus posesiones a su otra vida, y de ahí que
se enterraran con algunas de sus pertenencias. Sin embargo, esta costumbre
atrajo a saqueadores por lo que comenzaron a esconder a sus muertos en cuevas y
montañas. Se les conoce como las tumbas colgantes, pero los ataúdes no están
colgados, sino que los difuntos se introducen en nichos excavados en la roca.
Solo las clases más altas descansan en estos nichos. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrmLgFNm_NIsYjqUuC_VaFFkMdFlzqhEICacNdHioHpm2C99-BrovLe7y5uGTum57SyDxwvUXXPvIOnwt9zRc0AFYa_y64E0GuGe9Gx3mbN-2KoOArliu926dLNrliMoF9J94Zh1N7GsE/s1600/DSC_4130.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrmLgFNm_NIsYjqUuC_VaFFkMdFlzqhEICacNdHioHpm2C99-BrovLe7y5uGTum57SyDxwvUXXPvIOnwt9zRc0AFYa_y64E0GuGe9Gx3mbN-2KoOArliu926dLNrliMoF9J94Zh1N7GsE/s200/DSC_4130.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDMEwUxpjdnszSLoveQEoviHZIQh6Laa-FiUWv7VoX8TgdabOdWnOWD68R8-eX_ppPMO0x6MHnM5fQxDF5dEPfPVYqiZ6DJv9Kq-kWmd9XOWOVtxo50iBZG2QgXxzOBkDu5JBzFIWd0wQ/s1600/DSC_4133.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDMEwUxpjdnszSLoveQEoviHZIQh6Laa-FiUWv7VoX8TgdabOdWnOWD68R8-eX_ppPMO0x6MHnM5fQxDF5dEPfPVYqiZ6DJv9Kq-kWmd9XOWOVtxo50iBZG2QgXxzOBkDu5JBzFIWd0wQ/s200/DSC_4133.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjl-uZCLiMQ3wpBYdJLMP5ni8S0Ynq4kXqmFGCM70P4YuJfYVHX8dvNde336T6Aw-JYp9s7CN-Qj8f-FrZKukmLdDzLKeVsqiRNFFx1MQ07U15WR_IdI79kF2h0i1VBkPZRluvNjcYNhFw/s1600/DSC_4134.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjl-uZCLiMQ3wpBYdJLMP5ni8S0Ynq4kXqmFGCM70P4YuJfYVHX8dvNde336T6Aw-JYp9s7CN-Qj8f-FrZKukmLdDzLKeVsqiRNFFx1MQ07U15WR_IdI79kF2h0i1VBkPZRluvNjcYNhFw/s200/DSC_4134.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4zHiMPyBgmqhyphenhyphenYvBrYYle86V5mUiPfUo7hMAkPZNIO3X_DqGTs4LbvvwaObMQSnAzsaWDBxHo91bRBvJtvragfEdtvzJxmPkHL0x6BB5-5kFf-WNybjMruePuzdm3EXtQChJYLAEikcE/s1600/DSC_4136.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4zHiMPyBgmqhyphenhyphenYvBrYYle86V5mUiPfUo7hMAkPZNIO3X_DqGTs4LbvvwaObMQSnAzsaWDBxHo91bRBvJtvragfEdtvzJxmPkHL0x6BB5-5kFf-WNybjMruePuzdm3EXtQChJYLAEikcE/s200/DSC_4136.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrdkCDVqtFyMulIpsTyXtneFJwgVAdifrwllWGZV0CApzRya6HQH_jY42rdbUCwNeaWaKnWiK1XBeAX6aOmuUyGaTmJFDhqAWM1asnjBp9QrsKEFYLsNyq0bHhhALfQd3NPXCmXhyQXpU/s1600/DSC_4135.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrdkCDVqtFyMulIpsTyXtneFJwgVAdifrwllWGZV0CApzRya6HQH_jY42rdbUCwNeaWaKnWiK1XBeAX6aOmuUyGaTmJFDhqAWM1asnjBp9QrsKEFYLsNyq0bHhhALfQd3NPXCmXhyQXpU/s320/DSC_4135.JPG" width="320" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Entre
los numerosos cortados de piedra que caracterizan la región del norte de
Sulawesi, y que utilizan como lugar de enterramiento, visitamos Lemo. En un
paisaje de arrozales, desde el siglo XVI mantiene la tradición de excavar
tumbas en la roca a modo de cuevas donde sitúan los ataúdes. Las oquedades
presentan pequeños balcones repletos de imágenes talladas en madera de los
difuntos enterrados allí: los <i>tau tau</i>.
<i>Tau</i> significa hombre, y el repetirlo
connota doble intención, como es común en las lenguas polinésicas, por lo que <i>tau tau </i>significa hombre y también
estatua. Una estatua que es la persona, el hombre, a la que representa. Estas
figuras que custodian las tumbas, privilegio de aquellos con un cierto poder
adquisitivo, se visten con la ropa y los detalles de los fallecidos. Al
tallarlas y pintarlas, buscan un parecido, sobre todo en sus expresiones, lo
que les confiere una extraña humanidad. Desde los balcones de madera parecen
observar como pasa la vida. De esta forma, los <i>tau tau </i>intentan dar continuidad entre la vida y la muerte, de una
forma natural. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El
día es agradable, y aprovechando la ausencia de lluvia caminamos un rato por un
pequeño sendero entre arrozales, visitando tiendas de souvenirs y tallistas de
tau tau. El tiempo anima a seguir recorriendo los rituales toraja y así
llegamos a <b>Kambira. </b>Al bajar con
cuidado una pequeña ladera repleta de escalones resbaladizos, en un bosque
repleto de bambúes, vas adivinando la majestuosa silueta de un enorme árbol. A
sus pies, te sorprendes reconociendo grandes cicatrices que desgarran su
tronco, encerrado en un viejo recinto de madera. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivJXhFxPiJuBA3SA6JtYRbnDib6kZx6W2lULshAyN-zFLzUH7dOaXz8D9GbHgxTI2CZ0uYFPJAUZNNwd4I5ZeP1HrQoPQ4QWE90oZzEEOmb9x6NhB9Icz3Ohu0R7iEKYVdSUB7McofGt4/s1600/DSC_4351.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivJXhFxPiJuBA3SA6JtYRbnDib6kZx6W2lULshAyN-zFLzUH7dOaXz8D9GbHgxTI2CZ0uYFPJAUZNNwd4I5ZeP1HrQoPQ4QWE90oZzEEOmb9x6NhB9Icz3Ohu0R7iEKYVdSUB7McofGt4/s200/DSC_4351.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhy78MTFaTXWrGGdHRJoXS31WFDWKtstmtocF1cVVCesa84C9rsGqVhNyH0azLTggTTVNedIWnJN8hnXMegBMTcuuIC5f4b7JvP2Je-hpmlsxy7HuJWsg5Q_m9j1SkComf05CCyyWtiWzY/s1600/DSC_4352.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhy78MTFaTXWrGGdHRJoXS31WFDWKtstmtocF1cVVCesa84C9rsGqVhNyH0azLTggTTVNedIWnJN8hnXMegBMTcuuIC5f4b7JvP2Je-hpmlsxy7HuJWsg5Q_m9j1SkComf05CCyyWtiWzY/s200/DSC_4352.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhDUL6K9L4_gVp0FzrS_HjRmXRfElyZvCmO2FmpZwy7X4XUxEaof3rafdca2y2EsszygWfq0HS0O3lbZznEYfaSjwvt0qttH5r1MtQ06EQtiO6lU3UoDgELmZfhA9rT9rLDkdR9xzzQEEA/s1600/DSC_4356.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhDUL6K9L4_gVp0FzrS_HjRmXRfElyZvCmO2FmpZwy7X4XUxEaof3rafdca2y2EsszygWfq0HS0O3lbZznEYfaSjwvt0qttH5r1MtQ06EQtiO6lU3UoDgELmZfhA9rT9rLDkdR9xzzQEEA/s200/DSC_4356.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipie253Zs3Jp2RmzbXIbvGWUka0iZOJJMhNV7MyUQKLRVRVVFv_Y4sx9nngurOQy9wsTXFAh5eDMNxUdR5r79TZ-Vte5uhndHMmuavExFLoEXmQUKhJbhoyQinDW8-vg63kJqvmmcfCY0/s1600/DSC_4360.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipie253Zs3Jp2RmzbXIbvGWUka0iZOJJMhNV7MyUQKLRVRVVFv_Y4sx9nngurOQy9wsTXFAh5eDMNxUdR5r79TZ-Vte5uhndHMmuavExFLoEXmQUKhJbhoyQinDW8-vg63kJqvmmcfCY0/s200/DSC_4360.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Los
Toraja tienen la creencia de devolver a la naturaleza todo lo que de ella
procede, y aquí se ubica una de las necrópolis más conocidas de los Toraja, en
el que las tumbas de los bebés se alojan en los troncos de los árboles de
panapén. Los lugareños creen que hasta que a los niños no les crecen los
dientes de leche son seres sagrados y si fallecen por algún motivo, esta es la
manera de devolverlos al mundo espiritual mientras siguen alimentándose con la
savia del árbol. Ya no es costumbre enterrar a los bebés dentro de un árbol. El
último fue en los años 50 o 60 del siglo XX. Se les introducía en posición
fetal y con una manta, no en ataúdes, sino en una oquedad practicada en el
tronco. El árbol seguía creciendo y cerraba esa oquedad, recubierta por hojas
de palma, “desapareciendo” el bebé en su interior, en dirección a la copa, al
cielo, al paraíso.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Como
leí por algún lado, estos árboles de las almas son un conjuro poético que
planta cara a la muerte para convertirla en nueva vida. A la sombra del árbol
quedamos un rato en silencio. Una triste pero hermosa ceremonia de renacer. Con
el paso de las estaciones, cada vez que en el árbol nazcan sus hojas o crezcan sus
ramas, una parte del niño seguirá vivo, creciendo hacia el cielo. Como el árbol
de los toraya, seguiremos haciendo crecer ese recuerdo en lo más profundo de
nosotros mismos. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Antes
de regresar a Rantepao, alcanzamos <b>Londa,
</b>otra zona de enterramientos. Un pequeño valle, en cuyo centro hay un
arrozal, y al frente una pequeña colina donde se abre un frente rocoso con
cuevas. En su base, un saliente con decenas de ataúdes colgantes, tumbas en
estilo tongkonan, flores secas, calaveras y un gran balcón con <i>tau taus</i> mirando al valle. El paso del
tiempo ha hecho que los ataúdes se hayan podrido y abierto, esparciendo los
huesos por las grietas y el suelo, mezclados con la tierra y con las hojas. Al
alzar los ojos uno no sabe si se encuentra ante un lugar sagrado afectado por
el paso del tiempo y el descuido, o ante una escenografía toscamente construida
para provocar escalofrío y llamar la atención del viajero de turno. Seguramente
sea el resultado de la mezcla de ambas realidades, pero eso no impide sentirte
como un elemento profanador, casi irrespetuoso al fotografiar. En la gruta todo
está oscuro y húmedo, y cuando el haz de luz de nuestra linterna se posa en un
rincón brillan huesos y calaveras, ataúdes en descomposición, antiguas
cerámicas y ruinosas botellas. <br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhSWnO-b5yZght5V1NEt2R4cQv9d5WqsBPX24Dnb6vJqDI5Q_iI154nIvHtHNbyVsD7V-naIxvUhhQO53dD7lWSfDha1PiOoirJZfYu9xi3ff02BbtudkxHE5MrH-QDvLB5a_pgONU2kLc/s1600/DSC_4369.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhSWnO-b5yZght5V1NEt2R4cQv9d5WqsBPX24Dnb6vJqDI5Q_iI154nIvHtHNbyVsD7V-naIxvUhhQO53dD7lWSfDha1PiOoirJZfYu9xi3ff02BbtudkxHE5MrH-QDvLB5a_pgONU2kLc/s200/DSC_4369.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgAJl3N-SN2dmjDfVaN-Nxrkq-DwN6QL-OLmAmIgN5wMOXx_Y_aLetB1uMmHCzlniEiDNiJC5aXNtPR9eaUEWsxW1g7yD1SR90O7nQehU1Wz28vt8CnbSYbXuEMzC7cfCaD8k6DHsiB-yQ/s1600/DSC_4373.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgAJl3N-SN2dmjDfVaN-Nxrkq-DwN6QL-OLmAmIgN5wMOXx_Y_aLetB1uMmHCzlniEiDNiJC5aXNtPR9eaUEWsxW1g7yD1SR90O7nQehU1Wz28vt8CnbSYbXuEMzC7cfCaD8k6DHsiB-yQ/s200/DSC_4373.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjGD_a2XMdJCqT0zxk5iBkOmDiPvQnwgx6qOTGwKSJKwJXgLHSs2ur_ZqU56e0DJqo2dt8yTQZZo0KpTrdAyRwZIH7GcgQcoRJ3dqPo8hbcYDIOYjj7SYSBs_HDf9TuuaPYpPTrADLWRY/s1600/DSC_4378.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjGD_a2XMdJCqT0zxk5iBkOmDiPvQnwgx6qOTGwKSJKwJXgLHSs2ur_ZqU56e0DJqo2dt8yTQZZo0KpTrdAyRwZIH7GcgQcoRJ3dqPo8hbcYDIOYjj7SYSBs_HDf9TuuaPYpPTrADLWRY/s200/DSC_4378.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJFnjWluWguydpkk-BJ9zLLObWEzfxhMIVL4JZfhf56k-HdZxJ9Ag0c3dRmEDHJhVbSVGqSv0gzhaBNnarrTgDe31roxVdwpIjYZh7rdnCNumgm39G7OlgfbvCF5MBYIUKPvXSY2DbG9k/s1600/DSC_4388.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJFnjWluWguydpkk-BJ9zLLObWEzfxhMIVL4JZfhf56k-HdZxJ9Ag0c3dRmEDHJhVbSVGqSv0gzhaBNnarrTgDe31roxVdwpIjYZh7rdnCNumgm39G7OlgfbvCF5MBYIUKPvXSY2DbG9k/s200/DSC_4388.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Actualmente,
las tumbas Toraja son una mezcla extraña de cristianismo y animismo, de flores
y crucifijos. En su origen se trataba de un animismo politeísta llamado Aluk,
“el camino” o “la ley”. No era un sistema de creencias, sino de mitos,
costumbres y leyes, diferenciando entre la vida y la muerte en sus rituales. La
llegada de los primeros misioneros protestantes en la década de 1920 consiguió
erradicar los ritos centrados en la vida, pero no así los del mundo funerario
que en un sincretismo religioso se adaptó al cristianismo. De este modo, <i>Puya</i>, el mundo de las almas de los
Toraja, se asimila al cielo cristiano. Por esta razón, es frecuente observar en
las tumbas, como en Londa, crucifijos junto a botellas de agua, dinero y comida
para que los espíritus de los muertos se aprovisionasen en su estancia en este
mundo. Creen que los espíritus siguen cerca de la casa y sus tumbas por lo que
es necesario alimentarlos. Sobre piedras o fragmentos de papel inscripciones en
las que se lee <i>Selamat Jalan</i>, buen
viaje. Es un lugar de gran veneración, porque hay una leyenda que cuenta que
los que hay aquí enterrados son descendientes de Tangdilinoq, uno de los jefes
Toraja cuando este pueblo fue obligado a desplazarse hasta las montañas, tras
ser expulsados de la costa.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Limbong.<o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Pero
el misticismo de los toraja no pude entenderse sin sus paisajes. No hay mejor
forma de conocer un territorio y su paisaje que caminando sobre él. Así que,
mochila en hombro, nos lanzamos a un trekking de dos días por el este de Rantepao,
en el Valle del río Maiting, para perdernos por la magia de sus caminos. Tras
los momentos duros de Papúa, esta ruta es un pequeño regalo, cercano, íntimo. Para
llegar a las aldeas, de preciosa arquitectura toraja, se atraviesan pequeños
senderos que serpentean las terrazas de cultivo donde las mujeres trabajan
sumergidas en el agua, con el sombrero cónico balanceándose sobre la espalda, mientras
la bruma asciende sobre los campos de arroz inundados. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIQ4DQVwUnx7FQh5DTr_V8hggUWx2ksMlHSXto0SaE27WdSJECm0LZWT4cyhWIXBHQ3P-_mM8-jSNqYrGUrG5kWe8vHfIPP2A_tuYxhcNY8FIhTdoRy177fZfuiBbQvHWuLCutXiB3k5s/s1600/DSC_4419.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIQ4DQVwUnx7FQh5DTr_V8hggUWx2ksMlHSXto0SaE27WdSJECm0LZWT4cyhWIXBHQ3P-_mM8-jSNqYrGUrG5kWe8vHfIPP2A_tuYxhcNY8FIhTdoRy177fZfuiBbQvHWuLCutXiB3k5s/s320/DSC_4419.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Durante horas
ascendemos y descendemos por pequeños senderos que cruzan un amplio valle
envuelto de picos grises que atraviesan las nubes. Una tierra montañosa, entre
bosques de bambú, bañada por la lluvia e iluminada por el verde, donde la vida
agrícola sigue su ritmo cadencial: campesinos aventando grano, entre plantas de
café y árbol del cacao, extendiendo sobre viejos plásticos o tejidos trozos de
coco al sol, para alimentar cerdos, y búfalos, muchos búfalos, que se
restriegan en el barro para refrescarse o pastan pacíficamente amarrados por el
hocico. Es hermoso jugar a adivinar su silueta entre la bruma, de pie en medio
de los arrozales, dormitando con la cabeza inclinada hacia el barro.<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEif_7O3apXPpvLv27O49uNIk2UesrGVI25KkXRS3UC7zueGZQTjyMs1rqslP8Elg2g7M9yWV6AMM7c2uCkqrqTtQd0pVcpSF0f-oX2F-qRDXUulvBsbV0KRyefLqIKYjiRjrYZs3riqmPk/s1600/DSC_4426.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEif_7O3apXPpvLv27O49uNIk2UesrGVI25KkXRS3UC7zueGZQTjyMs1rqslP8Elg2g7M9yWV6AMM7c2uCkqrqTtQd0pVcpSF0f-oX2F-qRDXUulvBsbV0KRyefLqIKYjiRjrYZs3riqmPk/s200/DSC_4426.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8-stMx_PH10rEBZ8xqCCc3Smg52kcoP4o_EQLgHZOEPP0YIojZkDXiKpOJCnK1Z6SI_O3GsOteU8adnnVVczukxrzZA9OXl_i7FXzPchN9OX8dyzJrsOwGw5k0m6k9Dg0BVhnWeZ2Qf8/s1600/DSC_4475.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8-stMx_PH10rEBZ8xqCCc3Smg52kcoP4o_EQLgHZOEPP0YIojZkDXiKpOJCnK1Z6SI_O3GsOteU8adnnVVczukxrzZA9OXl_i7FXzPchN9OX8dyzJrsOwGw5k0m6k9Dg0BVhnWeZ2Qf8/s200/DSC_4475.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJMvxMrE3zsdWYYMQq22ya_44htCkKsTA-yXGnLTt10QJoqDYJo5XSJGftSBuvEGIw-wOvXsyOGkRPundDklKpfvHfW9Q_SS7awnau0vtkWV6heONJCF2iBpD98nfB0pOfQZKO8NP52WE/s1600/DSC_4450.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJMvxMrE3zsdWYYMQq22ya_44htCkKsTA-yXGnLTt10QJoqDYJo5XSJGftSBuvEGIw-wOvXsyOGkRPundDklKpfvHfW9Q_SS7awnau0vtkWV6heONJCF2iBpD98nfB0pOfQZKO8NP52WE/s200/DSC_4450.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Una tierra
amable y fértil en la que atravesamos minúsculos puentes de bambú que vadean
los pequeños canales de regadío o las fuentes de agua que surgen de las colinas
para saciar el arroz. Desde los caminos en altura es posible distinguir los
poblados Toraja a través de sus característicos tejados de madera curva, como
rojas salpicaduras en un manto de hierba. Es frecuente encontrarse con casas en
obras, en las que siempre reservan un lugar central a un <i>tongkonan</i>. La pena es que la mayoría hoy en día son de uralita,
apenas quedan con la tradicional techumbre de paja o cortezas de madera a modo
de escamas sobre listones de madera y bambú. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyxNR4FeLIpjH5BMBW05TMcUqZ1Qkf5ak00YzG-a5phbBTvW6_UnvzscDOUoLWjnB7voyIsT8zH4yGoFzPAHoG6nQ55o6DiUu7srvruagESMJIaMvx3vrp6uRXT-SCsB8MNvGT9Ejdlm0/s1600/DSC_4423.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyxNR4FeLIpjH5BMBW05TMcUqZ1Qkf5ak00YzG-a5phbBTvW6_UnvzscDOUoLWjnB7voyIsT8zH4yGoFzPAHoG6nQ55o6DiUu7srvruagESMJIaMvx3vrp6uRXT-SCsB8MNvGT9Ejdlm0/s200/DSC_4423.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlXNWSD56l4UgkDs2Fay5B7PpsS2XkMRGVMih2Y49mvVPcNLf7iTYvxS_lpLLE2s4jEhrtfef4iH8DQlKMpQdl-4Xxo8b-GIzGRrXqg2JTPTTC73Us2-kPt6YWbFKIP5B1AzyR6xy9rp0/s1600/DSC_4424.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlXNWSD56l4UgkDs2Fay5B7PpsS2XkMRGVMih2Y49mvVPcNLf7iTYvxS_lpLLE2s4jEhrtfef4iH8DQlKMpQdl-4Xxo8b-GIzGRrXqg2JTPTTC73Us2-kPt6YWbFKIP5B1AzyR6xy9rp0/s200/DSC_4424.JPG" width="133" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Los
ladridos de los perros y la algarabía de los niños anuncian la llegada a
Limbong, donde dormimos en una casa tradicional <i>tongkonan</i>. En el piso de abajo la cocina, la mesa del comedor, y
hasta un baño en la parte trasera con un pilón para la ducha. Arriba los
cuartos para dormir con colchones y nuestros amigos los insectos. En la parte
delantera, un sencillo porche donde bebemos te, cervezas y jugamos a las cartas,
mientras se prepara la comida tradicional, el <i>papiong</i> (carne que se deja macerar entre cañas de bambú, con
verduras y coco). <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzbtDS1CByfaDXbUTzd3q6i2JOePUDjEuJkyxrRpOXw15DyWKTXEG6Giodl_zQs0rIjsn7ob47t6WCCpZSfx9osEfw2Z7i5laqsBpadgKGTRdsZXWfIJS4MBwEIrv22VDM5k4mYoJcCOI/s1600/DSC_4489.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzbtDS1CByfaDXbUTzd3q6i2JOePUDjEuJkyxrRpOXw15DyWKTXEG6Giodl_zQs0rIjsn7ob47t6WCCpZSfx9osEfw2Z7i5laqsBpadgKGTRdsZXWfIJS4MBwEIrv22VDM5k4mYoJcCOI/s200/DSC_4489.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhm14TWn_BCctQdsln0qcPal7u34lfulSG48gj_UWvGUsBeMeOEejje3KxucIjptpZefjQ75BHjXMlA2rSCha3r54YlLftRL6z3aEp7Rv9x7vJ-LKe38NrBYcPOrSFulGbCAMgOmpxoB5M/s1600/DSC_4407.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhm14TWn_BCctQdsln0qcPal7u34lfulSG48gj_UWvGUsBeMeOEejje3KxucIjptpZefjQ75BHjXMlA2rSCha3r54YlLftRL6z3aEp7Rv9x7vJ-LKe38NrBYcPOrSFulGbCAMgOmpxoB5M/s200/DSC_4407.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZrqIQvHTLsRhWk37YuvKujKyp6GCc2TrtFPkIfY1mxuJpTjuIwL3AzUhEeP7oOwRylFidZ9zpWzJJHfaR2D466NAInwOFbXhv9-6Y53XQRmIjfhT5W0qWTORP2aqXkA-ccTleUZamNXA/s1600/DSC_4496.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZrqIQvHTLsRhWk37YuvKujKyp6GCc2TrtFPkIfY1mxuJpTjuIwL3AzUhEeP7oOwRylFidZ9zpWzJJHfaR2D466NAInwOFbXhv9-6Y53XQRmIjfhT5W0qWTORP2aqXkA-ccTleUZamNXA/s200/DSC_4496.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Nos
despiertan los gallos de la aldea a partir de las 4 de la mañana, acompañados
de una lluvia cálida y persistente que desde medianoche nos ha visitado
resonando en la techumbre de Uralita de la casa toraja. Tras desayunar, y con
la compañía de la lluvia, continuamos el trekking intentando no acabar en el
suelo ante el barro, el agua y las piedras resbaladizas. Como ya va siendo
típico en mí, resbalo y caigo unas cuantas veces, sintiendo la presencia de
nuevos moratones. A pesar de que este recorrido parece ser un imprescindible en
el circuito toraja, apenas divisamos extranjeros (o <i>balanda, </i>holandeses, como los niños suelen gritarnos al vernos
pasar). <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6WXfvxJNjkUUQ3jbyPve_pIK6BlRKninemwtHIOAU4l8FCYQGfB4r-U_jgYCrvMRRZ4ZGzKLASaI5Teeg6MXoKdlx_XvoUGWH5oSXOQ3qXFn7nhNryu8WoLu20A3Dfwb3jMgn56bR238/s1600/DSC_4441.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6WXfvxJNjkUUQ3jbyPve_pIK6BlRKninemwtHIOAU4l8FCYQGfB4r-U_jgYCrvMRRZ4ZGzKLASaI5Teeg6MXoKdlx_XvoUGWH5oSXOQ3qXFn7nhNryu8WoLu20A3Dfwb3jMgn56bR238/s200/DSC_4441.JPG" width="200" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Nos
encaminamos hacia un rafting por el cañón del río Ma´ting, disfrutando de la
flora y fauna que jalonan todo el recorrido. Un cañón casi prehistórico,
deslizándonos a través de acantilados escarpados, con paredes de un verde
exuberante y luminoso y cascadas naturales. La poca dificultad del rafting
permite que avistemos murciélagos, mariposas, iguanas y hasta un pequeño dragón
de Komodo. No hay construcciones, no hay nada que recuerde a la civilización.
Solo el sonido del agua, de la fuerza de la corriente y del vuelo de los
pájaros. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh54daNOhtRt6mNd_wWr504oIqW-mv6TFRw38glqWtXl2uwp264KWjXAhjEMls1dKEkAJAHZmoX6ZD9B6MITvTErniwVLmXBZLuCdICv68fPr6UBcjryxHQpAtur2Wnc2rdjD_SFi0fYVg/s1600/IMG-20170823-WA0021.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh54daNOhtRt6mNd_wWr504oIqW-mv6TFRw38glqWtXl2uwp264KWjXAhjEMls1dKEkAJAHZmoX6ZD9B6MITvTErniwVLmXBZLuCdICv68fPr6UBcjryxHQpAtur2Wnc2rdjD_SFi0fYVg/s200/IMG-20170823-WA0021.jpg" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiK6hyphenhyphentPk_220F1ScoftJGCiSK12VJYD5aKmbAMNt0HuEYhLCUqAt_wK9snDBYmMH61bgMXd8zjm0GNjEt2k6CPCj2TzrXClvyQu9VcA9fyS3mx9altH4KFgtmSqFNRtm_XAL3cISo_ZwA/s1600/IMG-20170823-WA0023.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiK6hyphenhyphentPk_220F1ScoftJGCiSK12VJYD5aKmbAMNt0HuEYhLCUqAt_wK9snDBYmMH61bgMXd8zjm0GNjEt2k6CPCj2TzrXClvyQu9VcA9fyS3mx9altH4KFgtmSqFNRtm_XAL3cISo_ZwA/s200/IMG-20170823-WA0023.jpg" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Impulsados
por la corriente llegamos a las cercanías de Rantepao, toca lavar ropa,
escribir y preparar la mochila, dejamos tierra Toraja. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Sengkang. <o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b> </b>Nos dirigimos
rumbo al sur por otra ruta diferente a la de la ida, en dirección a Sengkang,
entre viviendas construidas sobre palafitos, bananeros y cocoteros. Se trata de
un enclave musulmán, a orillas del lago Tempe, en pleno corazón de la tierra
Bugui. Allí nos esperan pequeñas lanchas para navegar el lago, entre pescadores
que manejan sus livianas barcas como si fueran una prolongación de su propio
cuerpo, aves y palmeras o árboles acuáticos. Sobre él familias en casas
flotantes que se dedican a la pesca, viviendo del agua que les da sustento y
hábitat. Casas sin cimientos que se mueven al ritmo del lago, por lo que las
barcas son las piernas con las que desplazarse de un lugar a otro. Algunas
sobreviven de las propinas de los que les visitan, ofreciéndote plátano frito o
un té. Nómadas por obligación, pues se mueven al compás de la marea o del cauce
del lago y la época de lluvias. Gitanos del mar. Estos palafitos ejercen una atracción
irresistible, un pueblo que no necesita más que el agua para vivir. El regreso
al atardecer, con su juego de luces sobre el agua fresca del lago, fija el
recuerdo de Sengkang de una forma imborrable. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEcjSkp1YYCLlhmKokixEOme_A67VvbewvnQ3CBgneqRJ3Yz3fgDq1AyHN9uH6ZMwp5B-18zP-QdmHHap3pbVQNIlxKyHr7u38v_nrWHHt91fKkVuzJXB8nvyrRH6_bIl3ILl23APQG9M/s1600/DSC_4516.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEcjSkp1YYCLlhmKokixEOme_A67VvbewvnQ3CBgneqRJ3Yz3fgDq1AyHN9uH6ZMwp5B-18zP-QdmHHap3pbVQNIlxKyHr7u38v_nrWHHt91fKkVuzJXB8nvyrRH6_bIl3ILl23APQG9M/s200/DSC_4516.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhH-yXJksruNW-8PGTC2d4-50IfYGdWadC9F0DRbU5dqygfYgnjtcQc0jCSMe2xsjT32dysKtCuOz9SWEC1DUJt3qyHMlBFpjx8b16CZUYbN775CzjE7L5cFNxwLauqkAP8WlH6G-1GMLQ/s1600/DSC_4557.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhH-yXJksruNW-8PGTC2d4-50IfYGdWadC9F0DRbU5dqygfYgnjtcQc0jCSMe2xsjT32dysKtCuOz9SWEC1DUJt3qyHMlBFpjx8b16CZUYbN775CzjE7L5cFNxwLauqkAP8WlH6G-1GMLQ/s200/DSC_4557.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhztV0Gr1HWnqC76cOt9ikpfGCBkGhi8dzTQD2CZaJG1sHwmaWvt3u2uMRmJsLSymHUsd8VBaglKIV-sE346GOUkR5NqTgg2cB-2Mt0Jj3mFzcKB24Ki3hpr1XshRxIrxkqEweYtCQGioI/s1600/DSC_4523.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhztV0Gr1HWnqC76cOt9ikpfGCBkGhi8dzTQD2CZaJG1sHwmaWvt3u2uMRmJsLSymHUsd8VBaglKIV-sE346GOUkR5NqTgg2cB-2Mt0Jj3mFzcKB24Ki3hpr1XshRxIrxkqEweYtCQGioI/s320/DSC_4523.JPG" width="320" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4RA4woEHAnNXVhafkjBAUkX_p4MmPMDlQVq_O_v2VvwgNbZtdLrsAFYokPWiaXcwmNfQs4CPU06iYgzB8-kyQxPrnE4ylqDRHivMLfBZJzm2G3E-UgUyo9cIDUaGOkIR-RJRfHy2hVek/s1600/DSC_4535.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4RA4woEHAnNXVhafkjBAUkX_p4MmPMDlQVq_O_v2VvwgNbZtdLrsAFYokPWiaXcwmNfQs4CPU06iYgzB8-kyQxPrnE4ylqDRHivMLfBZJzm2G3E-UgUyo9cIDUaGOkIR-RJRfHy2hVek/s320/DSC_4535.JPG" width="320" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>Bira<o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Se
acerca el final del viaje, y la mejor opción es descansar los últimos días en
el suroeste de la isla, relativamente cerca de Makasssar, en la playa, <i>pantai</i>, de Bira. De nuevo un trayecto
largo, unas ocho horas, hacinados en una pequeña furgoneta que acaba
convirtiéndose en un seminario de viajes, trabajo, familia y educación. Una
forma imprevista de enriquecer el camino y conocernos mejor.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Bira
es un pequeño pueblo turístico y su playa el gran atractivo turístico de la
zona, sobe todo para la población local de Makassar durante los fines de
semana. Presenta las típicas casas de madera de colores, con la entrada por una
pequeña escalera, con diversos tejadillos. Los viajeros extranjeros no suelen
acceder mucho a esta zona, y la mejor prueba es que los que llegamos allí somos
objeto de cientos de fotos, el centro de atención de indonesios y sus móviles,
sin nada mejor que hacer que un <i>selfie</i>
con el extranjero de turno. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjVLKUwoEr0-NYOHr91sjpdfG4AvfB-VJfEucTXRciIwVdb_scQGRLbul4ic4VGV2o66tXN7ol5wkCfeNR4zVrp0QUitym2ckggfL36TJNUeSU-_vaRj4Flf04rTScs5WHuhY3Ub4pZ1yE/s1600/DSC_4608.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjVLKUwoEr0-NYOHr91sjpdfG4AvfB-VJfEucTXRciIwVdb_scQGRLbul4ic4VGV2o66tXN7ol5wkCfeNR4zVrp0QUitym2ckggfL36TJNUeSU-_vaRj4Flf04rTScs5WHuhY3Ub4pZ1yE/s320/DSC_4608.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Después
de una lucha encarnizada con una araña peluda del tamaño de una pelota de golf,
que había decidido que el mejor lugar en el que fijar su hogar era mi retrete,
logré asentarme en mi habitación y salir a pasear por el pueblo en dirección a
la playa. Un breve paseo por la calle principal, plagada de hoteles locales,
bungalows, restaurantes, puestos de playa, casetas de souvenirs y chiringuitos,
te permite llegar en apenas cinco minutos a la playa. Es imposible perderse
porque el mar está al final de cada callejón. Y es aquí cuando caes rendido de
Bira: una playa de arena fina y agua cálida y cristalina, de un tono que oscila
entre el azul y el verde esmeralda. Solo la marea le pone límite, por lo que
aprovechamos la marea baja para bañarnos y pasear. Hay que andar con cuidado
porque la zona es abundante en rocas y grandes fragmentos de coral que el mar
arrastra hacia la orilla. En el horizonte, salpicando un mar inmenso, se pueden
apreciar varias islas en dirección al archipiélago de Flores. Es la primera vez
que mis pies tocan el Pacífico, el mayor océano de la tierra, y me siento
pequeño, inmensamente pequeño.<br />
<i>El mar. El Océano Pacífico se salía del
mapa. No había dónde ponerlo. Era tan grande, desordenado y azul que no cabía
en ninguna parte. Por eso lo dejaron frente a mi ventana. Los humanistas se
preocuparon de los pequeños Hombres que devoró en sus años. No cuentan ni aquel
galeón cargado de cinamomo y pimienta que lo perfumó en el naufragio. No. Ni la
embarcación de los descubridores que rodó con sus hambrientos, frágil como una
cuna desmantelada en el abismo. No. El hombre en el océano se disuelve como un
ramo de sal. Y el agua no lo sabe.</i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El
agua no sabe, como en el poema de Neruda, que una parte de mí lo conoce desde
pequeño. Desde que, con la marea baja, llegaba al atardecer en mis lecturas de
piratas y descubrimientos. No sabe que una parte de mi mismo se reencuentra, en
esta playa de Bira, en el agua que se filtra entre mis dedos hasta desaparecer
en la arena, con un viejo amigo. No lo sabe, como yo tampoco puedo saber si las
lágrimas en mis ojos cuando intento conciliar el sueño esta misma noche se debe
a un exceso de spray contra los mosquitos o a la emoción de hacer realidad un
sueño de infancia.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Esa
noche, tras la cena, asistimos a una actuación en un restaurante local. La
brisa nocturna invita a estar en la calle. El cantante Bob empatiza rápidamente
con nosotros, y con su grupo pone cielo a las estrellas de nuestro viaje.
Cantamos y bebemos, con solo una guitarra y un entusiasmo que poco a poco da
paso a una cierta melancolía, esa sensación de fin de viaje que te agarra el
estómago y el alma. El sonido de las olas en la playa a tan sólo unos metros de
distancia nos atrae como un pequeño encantamiento. En un mirador, en silencio,
contemplamos las estrellas en una noche clara. Florián y Pacopé nos enseñan las
constelaciones. En el cielo hay estrellas como ojos, mirándonos. A veces el
silencio parece el diálogo profundo de quienes se comprenden. Y nos dejamos
vencer por el sueño, siguiendo el camino de luz que deja la luna sobre el mar.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkw9ucr014INokJRI1k0CK7nJcx0zFy-m36jcU9Atghgb1V6vgovfEjqpA1ALOz13S2NGvwAvBBTslr4uCh9sfjt3zKu43xXQF6sRhEV3hxLA1AT_3wTsNssDGOOa2YYUk8aeIuLXXgMk/s1600/IMG-20170827-WA0025.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkw9ucr014INokJRI1k0CK7nJcx0zFy-m36jcU9Atghgb1V6vgovfEjqpA1ALOz13S2NGvwAvBBTslr4uCh9sfjt3zKu43xXQF6sRhEV3hxLA1AT_3wTsNssDGOOa2YYUk8aeIuLXXgMk/s200/IMG-20170827-WA0025.jpg" width="200" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Al
margen de moverse entre las islas, Bira es un lugar idóneo para hacer snorkel y
buceo, un paraíso natural y relativamente virgen. Así que a la mañana siguiente
subimos a una pequeña embarcación y nos dirigimos a una isla cercana. El sol
parece desorientado por el rumbo cambiante del barco, y el mar tiene el azul de
las historias de Kipling justo cuando decidimos parar para sumergirnos en el
azul. No hace falta descender mucho bajo el agua para descubrir que existe la
magia, pequeños arrecifes de coral, un tesoro por descubrir. Dondequiera que
dirija la mirada, aguarda una sorpresa: jardines de coral donde parecen danzar
cientos de peces de arrecife de colores inimaginables que no sé identificar,
salvo los famosos peces payaso, nadando entre anémonas, corales y esponjas de
mar. Hay un poco de corriente por lo que tengo que estar atento de no alejarme
demasiado de la barca, pero es imposible no hacerlo. Los lugares donde uno se
encuentra cómodo suelen ser silenciosos y este es uno de ellos. Tan sólo el
aleteo cercano de algún compañero me saca de mi ensimismamiento. Es increíble
encontrarnos con una tortuga y observarla nadar mientras se hace cada vez más
pequeña al alejarse de nosotros. Y sacar la cabeza del agua y descubrir una playa
paradisíaca. No se necesita más, ni rumbo, ni techo, ni puertas ni ventanas. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQk5z6bG4qQ0v0ljJ-BFi9FBYeR0H7ZjUFvsWeyB3MAyYibylC9LD79mJ_eWNs5UshzKTRXU0zc1vbS11IO3__3NOwyTNr6Oa55Vvy8VPot7iNrfwee480WO2NsoUA464ObgGDv5UZ2UI/s1600/DSC_4594.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1067" data-original-width="1600" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQk5z6bG4qQ0v0ljJ-BFi9FBYeR0H7ZjUFvsWeyB3MAyYibylC9LD79mJ_eWNs5UshzKTRXU0zc1vbS11IO3__3NOwyTNr6Oa55Vvy8VPot7iNrfwee480WO2NsoUA464ObgGDv5UZ2UI/s320/DSC_4594.JPG" width="320" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwn9n6rN1adx_GRKHmTXPqnq9bRRMI02J-veyUw0xinkFRGxbVs_bZSJTDmZdK8hVMH0NiwjgUiSCspkjsS0m7bBjSO7-OPwXnL103h8DNgImUnoFirUxUkyCHT8LGjk0dmPRDXnN7uKo/s1600/DSC_4607.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1600" data-original-width="1067" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwn9n6rN1adx_GRKHmTXPqnq9bRRMI02J-veyUw0xinkFRGxbVs_bZSJTDmZdK8hVMH0NiwjgUiSCspkjsS0m7bBjSO7-OPwXnL103h8DNgImUnoFirUxUkyCHT8LGjk0dmPRDXnN7uKo/s200/DSC_4607.JPG" width="133" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgiCRESs6dJTGIyZG0Tti0moXdhKvaQdCuadggM9Yp-eFwHwqVKXz7AufPGVaP6wBjadLOjdyEUKHA3daj35anj00XQzbsFN-wDLH9Oxa427Hg-C_J0v58wCrysg6taw5Ix5qjlvwXh6E/s1600/DSC_4610.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1065" data-original-width="1600" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgiCRESs6dJTGIyZG0Tti0moXdhKvaQdCuadggM9Yp-eFwHwqVKXz7AufPGVaP6wBjadLOjdyEUKHA3daj35anj00XQzbsFN-wDLH9Oxa427Hg-C_J0v58wCrysg6taw5Ix5qjlvwXh6E/s320/DSC_4610.JPG" width="320" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La
playa forma parte de nuestro destino el día de hoy. Es la isla de Liukang
(Lihukan). Solo posee un pequeño y típico poblado bugui, con pequeñas casas
donde de vez en cuando se alojan viajeros. Allí solo puedes comer pescado que
te cocinan a la brasa, acompañado de cerveza <i>Bin tang</i> de tradición holandesa. Pescado de verdad, del que sabe a
mar y no desperdicia en espinas. Creyéndonos Robinson Crusoe nos lanzamos a explorar
los rincones de la isla, dejando huellas en la blanca arena, recogiendo decenas
de conchas y caracolas y observando pasmados un dragón de komodo. Desde una
hamaca rustica que amenaza con desplomarse ante mi peso, pero que aguanta
dignamente, juego cerrando y abriendo los ojos al vaivén de mi cuerpo ante una
luz que va perdiendo la intensidad del mediodía para acompañar la tarde de
calma. Calma en el mar, calma en el cielo, calma al cruzar los brazos sobre mi
pecho. Quizás estoy en el paraíso, pienso al cerrar los ojos. El rato de
descanso finaliza con las voces de mis compañeros, recogiendo lo poco que
llevamos encima. Es hora de regresar a la costa. Volvemos despacio a Bira,
despidiéndonos de Liukang con esa sensación del que parte sabiendo que no va a
regresar.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
De
regalo, en ese tiempo robado al día que aprovecha la marea para ir avanzando, un
maravilloso atardecer que nos sobrecoge. Más allá de las fotos, nuestras
miradas, cruzándose ante un mar de plata que se tiñe de naranja y rojo, parecen
anunciar la despedida. Andando en silencio, mientras el día da paso a la noche
y el mar nos abre su camino en la arena, sonreímos. Pienso que es un digno
final para una aventura que se ha iniciado casi un mes antes, y acariciando con
los dedos la arena de Bira, mirando la silueta de mis compañeros al trasluz de
un sol que se esconde, sonrío. Ellos, al igual que Papúa y Sulawesi, ya forman
parte de ese lugar que habita muy dentro de mí, ese lugar del que saco fuerzas
en los momentos de debilidad, en los desvíos de la vida. Ya forman parte de mí,
para siempre. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjLfy_Ni3dOzIPNYjCdvMXwF_s5JGPDup0L7EwopNAEYOiZ62XHtblxUhrKkSWrA-9kPOzyXnVznjXUp_1P80C2fuHJ6subUtE0XdfyFgJt1TbK49lnwJKqtqf9-rK_oLaLe7bXJIgdzYI/s1600/P1100732.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="900" data-original-width="1600" height="179" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjLfy_Ni3dOzIPNYjCdvMXwF_s5JGPDup0L7EwopNAEYOiZ62XHtblxUhrKkSWrA-9kPOzyXnVznjXUp_1P80C2fuHJ6subUtE0XdfyFgJt1TbK49lnwJKqtqf9-rK_oLaLe7bXJIgdzYI/s320/P1100732.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Al
partir de la ciudad, a unos pocos kilómetros, encuentras los astilleros de Marumasa
y Tana Beru, pueblos dónde todavía se construyen barcos de forma artesanal. Son
los <i>pinisis, </i>grandes embarcaciones
tradicionales de madera, sin piezas de metal. Allí trabajan los Bugui, mítica
raza comerciante y marinera (antiguos corsarios), conocida por su destreza en
la navegación y la construcción de barcos de madera. Dominaron las aguas del
este de Indonesia durante cientos de años, acechando a los comerciantes holandeses
de la Compañía de las Indias Orientales. Ahora ya no hacen barcos para
transportar especias y maderas nobles, pero el cuidado con el que siguen
desarrollando sus técnicas ancestrales te deja sin respiración. El astillero
que visitamos está en la misma playa, y las herramientas y andamios reposan
directamente en la arena blanca. Fotografiar el barco que está en construcción
es casi fotografiar una huella del pasado que sigue fresca. Muy cerca, un
pescador frente al mar, de espaldas a mí, arregla absorto su red con ágiles
movimientos. La imagen es preciosa y me acerco procurando no hacer algún ruido
que estropee la escena. Tras disparar varias fotos, me sorprendo a mi mismo
contemplando, como el pescador, el mar. Un mar tranquilo, de un azul casi imposible,
en el que imagino navegando el barco de madera que están construyendo los
bugui. Imposible no pensar en Salgari, en Stevenson, …, imposible no ser ese
niño que navegó esta misma mar azul fabricando sueños. Paso a paso, lentamente,
vuelvo a nuestro coche, cerca de la playa, donde esperan mis compañeros. Antes
de salir de la arena, me inclino y cojo un puñado y lo dejo resbalar entre los
dedos, no puedo evitar volverme al mar y pensar que ese niño hoy seria feliz.
Tanto como lo soy yo en ese momento.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
MAKASSAR</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
De
nuevo regresamos a Makassar. No deja de ser una ciudad de paso. Si superas el
rechazo inicial, conserva en sus calles, pese al tráfico y el crecimiento
desordenado de una malentendida modernidad, el aire húmedo del mar al que mira.
Un laberinto de calles en torno a los ejes principales parece encontrar solo
sentido al acercarse al puerto que le ha dado origen. Y caminar un rato al
atardecer por el paseo marítimo, que es lo que hizo la gran parte del grupo, se
convierte en el principal atractivo para conocer la vida de la ciudad. Es la
última noche, y a pesar de que la ciudad es mítica porque en su puerto atracó
varias veces Joseph Conrad, quien describió las goletas javanesas de Madura y
las puntiagudas proas de los <i>pinisi</i>,
prefiero pasar las últimas horas escribiendo y asimilando la partida, el día y
medio de vuelos que me alejarán de esta tierra que durante un mes me ha dado
vida. <br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhV4fBPGN3XBLtafQ7Ys3kUCRv5UJECYnxt1mFdmoqAtnKxMmto1vSa6E5P5Ue1zBdA0kYs92xvJFuj9QE0XPBVo7LPsDvtfgMKAO7VL3AZf7mcp1TcAjbRCLXG5-ZrcsWr5XwbvyFxlss/s1600/P1100921.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="900" data-original-width="1600" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhV4fBPGN3XBLtafQ7Ys3kUCRv5UJECYnxt1mFdmoqAtnKxMmto1vSa6E5P5Ue1zBdA0kYs92xvJFuj9QE0XPBVo7LPsDvtfgMKAO7VL3AZf7mcp1TcAjbRCLXG5-ZrcsWr5XwbvyFxlss/s320/P1100921.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Han
pasado meses desde que regresé. Organizar este diario de viaje después de todo
ese tiempo creo que ha sido una respuesta de mi cuerpo a la necesidad de
distanciarme para asimilar todo lo que he visto y vivido. Durante esos días
pude conectar, como cuando era niño, mi vida con mis sueños. Y vivir aventuras
en los confines del mundo para darme cuenta de lo mucho que nos hemos alejado
de la cadencia de la naturaleza. Convivir con los papúes nos permitió aprender
a escuchar y mirar alrededor, a mirar la montaña y el cielo sin tiempo. Todavía
hoy, al coger el <i>bilum </i>(bolso de red
de hilo) o algún recuerdo de Papúa, persiste el olor a humo y acre de las
chozas y su gente. Y, al cerrar los ojos, me transporto a algún lugar de Nueva
Guinea. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Nueva
Guinea siegue siendo una tierra para la aventura y el descubrimiento. Como
siempre lo ha sido. En palabras de Flannery, aunque las culturas de sus
habitantes estén cambiando muy deprisa, aún regala una forma muy diferente de
ver el mundo. Caminar por sus montañas, aún vírgenes de turismo masivo y de
occidentalización, es caminar por una vida desnuda de artificios y complejidades.
Es caminar por una vida que arranca del origen de lo que somos y aún no
abandona su vínculo con aquello de lo que formamos parte, la naturaleza en su
expresión más sagrada y bella, en su realidad más cercana, en la huella de un
pie sobre la tierra húmeda. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Llegará
un tiempo en que apenas recuerde ese tiempo en Papúa y Sulawesi. Quizás, a lo
más que llegaré será a enlazar anécdotas que se modificarán con el paso de los
años, engrandeciendo hechos o añadiendo notas de humor o aventura. Y puede que
solo tenga estas palabras para traerme de nuevo ese tiempo de descubrimiento,
en el que creí ser un viajero, en el que lo fuí. Y aún así, más allá de este
relato, más allá de las imágenes, de las fotografías que guardaré con esmero,
creo que cuando se cruce ante mi Papúa y Sulawesi reconoceré que, durante unas
semanas, hubo un lugar para mí en el mundo. Pero todo es más fácil cuando uno
cae en la cuenta de que hay todo un mundo por delante, por descubrir. <i>Makasi<o:p></o:p></i><br />
<div style="text-align: right;">
<b>ÁLVARO</b></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
</div>
Álvarohttp://www.blogger.com/profile/02813136475868686659noreply@blogger.com17tag:blogger.com,1999:blog-6678624513850600142.post-77108491526992373042016-11-03T14:16:00.000+01:002016-11-03T14:16:33.410+01:00ETIOPÍA. Tierra de origen.<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitI8cAbdROgqj4P-smnH3zQ9qiPxbn3g0MxiMCQK7xs-6OXa21R_9nZVd1PazcCwwozHtdMuz0mJ0oV0Qy_O4SwKn7h14k6Xqxg5S5pXB6GiCIwbUT_yulBq_5Ucx-bPGSpCrnmErakDg/s1600/DSC_1697.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitI8cAbdROgqj4P-smnH3zQ9qiPxbn3g0MxiMCQK7xs-6OXa21R_9nZVd1PazcCwwozHtdMuz0mJ0oV0Qy_O4SwKn7h14k6Xqxg5S5pXB6GiCIwbUT_yulBq_5Ucx-bPGSpCrnmErakDg/s320/DSC_1697.JPG" width="213" /></a></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<i><span lang="ES-TRAD">Viajaremos, cazaremos en
los desiertos,<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<i><span lang="ES-TRAD">dormiremos sobre el
empedrado de ciudades desconocidas,<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="margin-left: 283.2pt; text-align: right;">
<i><span lang="ES-TRAD">sin cuidados, sin penas. <o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Arthur Rimbaud</span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span lang="ES-TRAD">Hay culturas donde el ser algo <o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span lang="ES-TRAD">todavía es más importante que el tener algo <o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span lang="ES-TRAD">JL
Sampedro.</span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">A mis compañeros de viaje, nómadas del mundo:</span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Gonzalo, Anabel, Viky, Mariví, Carmen y Javier, </span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Carlos y Mayte, José y Alicia, Eduardo, Antonio, Carlos.</span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Gracias por compartir buenos y malos momentos, por ayudarme a
soñar.</span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Y gracias Gerardo Alfaro, por llevarnos a un mundo donde no es
fácil llegar,</span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">por guiarnos de la mejor forma que se puede hacer, con el corazón.</span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Tengo pegada la frente al cristal de la ventanilla. La noche no ha
sido fácil e intento dejar la mente en blanco, disfrutar del paisaje, de viajar
con las manos vacías. De repente aparece, en medio del camino, un niño. Un niño
como he visto a decenas desde hace días, de los que guardan los tesoros del
deseo, del hambre de vivir. Un niño que atrae mi atención por sus ojos enormes,
ojos que a diferencia de tantos otros no miran para pedir, ni siquiera para
curiosear. Una mirada en la que veo sueños, alegría, ganas de vivir. Siento que
no es cualquier niño, que éste, en su mirada, encierra todo lo que he sentido
en Etiopía, todo lo que voy a sentir. Y sonrío, con la frente pegada al cristal.
Siento que ahora no necesito nada más, que empieza mi viaje. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Etiopía. Decía Kapúscinski que, en la realidad, salvo por el
nombre geográfico, África no existe. Y es verdad, descubrir África, abrir una
ventana al continente desde la tierra etíope, como yo pretendía, es un
imposible. Porque sí, es África, y como parte del continente respira de su
fauna, de sus contrastes climáticos, de sus acacias y grandes ríos; pero su
geografía y su larga historia han marcado las diferencias con el resto de países
africanos. Solo es una pequeña parte de ese gran océano heterogéneo y de
riqueza extraordinaria que es África para Kapúcinski. Una pequeña parte, pero a
la vez una tierra inabarcable, de montañas y depresiones; una tierra de
miradas, de dolor y sonrisas, de incertidumbre y orgullo, de pasado y futuro.
Una tierra de origen, Etiopía.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Su nombre deriva del griego <i>Aithiopia</i>,
que significa “tierra de los rostros quemados” para referirse al territorio al
sur de Egipto. Y desde la antigüedad ha despertado fascinación: para los
antiguos griegos como Homero Etiopía era la lejana morada de Zeus; para los
judíos, el Reino de Saba; para Mahoma, la tierra justa que dio refugio a los
árabes perseguidos; para Europa, la tierra del Preste Juan; para los países
africanos colonizados, el símbolo de la libertad y la resistencia al poder
europeo. El reino más antiguo de África, una de las primeras monarquías del
mundo, un alfabeto único y milenario; y el único estado africano autóctono que
plantó cara y resistió al reparto europeo de África en los s. XIX y XX, con la
monarquía de Haile Selassie. Una pequeña parte del continente, pero qué parte.
Cuánto más leía más grande me parecía: la tierra que alumbro el origen del
hombre, donde la masa de tierra, según los geólogos, es una de las primeras que
se formaron; origen del Nilo Azul, el cual, no lejos de su nacimiento, se
convierte en una de las cataratas más magníficas del mundo, y continúa su largo
viaje hasta el Mediterráneo, sustentando a lo largo de su curso la vida y civilización
de Etiopía, Sudán y Egipto.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Un país de contrastes desde la geografía, atravesada de norte a
sur por el gran valle del Rift, que hace convivir uno de los techos de África
(Ras Dashen, con casi 5000 mts de altitud) junto a <st1:personname productid="la Depresin" w:st="on">la Depresión</st1:personname> del Danakil, a
125 metros por debajo del mar, y el punto más bajo del continente. Un país
forjado en la diversidad étnica, religiosa, lingüística, cultural, orográfica y
climática, tanto en el pasado como en el presente, pero con un marcado carácter
que le ha configurado como uno de los estados soberanos independientes más
antiguos del mundo, resistiendo a invasiones coloniales y misioneras del extranjero.
Un ejemplo de unidad en la diversidad. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Pero también comparte los episodios más tristes y duros del
continente: la extrema pobreza, las hambrunas, <st1:personname productid="la Revolucin Socialista" w:st="on">la Revolución Socialista</st1:personname>
Militar de Menghistu en 1974, que depuso al emperador Haile Selassie (<i>Ras Tafari, Rey de Reyes, León de Judá)</i>,
el 225 gobernante de una dinastía autocrática; y una guerra civil que acabó en
1991 con la dictadura militar comunista que reprimió duramente el país <i>(Terror Rojo del Derg)</i>. Hoy emerge de
esos días oscuros como una república democrática federal con unos 65 millones
de habitantes. Es esta nueva Etiopía, pobre sí pero con deseos de desarrollarse,
la que ha abierto sus puertas a los viajeros. Y es esta nueva Etiopía la que me
abre la puerta hacia sus caminos, su gente, su historia, su origen, nuestro
origen.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Jamás imaginé todo lo que este país
me podía dar. Jamás imaginé que África podía ser así. Tres zonas iba a conocer,
en verdad tres viajes distintos: el norte histórico con sus antiguas
comunidades cristianas; el centro presidido por Addis Abeba; y el crisol de
culturas y etnias del bajo Omo al sur del país. Y, como epílogo Harar y
Djibouti, un cuarto y último viaje, casi lunático, que cerraría uno de los
viajes más intensos de mi vida, en una tierra donde los seres humanos llevan
millones de años caminando.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiNasJ6NF1Umxv4asiQ_ULn4xALeYc9Zs5b5n297zrGoDh-bumzMo_FHn_KNeJ8T-8eL3KXCDzEpgEQeWw3AQyJtb2Dfo-llKARBEsK8rcKU8PEeEOzdiOYl767XG4JdYEPv_dneBZVTM/s1600/DSC_2162.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiNasJ6NF1Umxv4asiQ_ULn4xALeYc9Zs5b5n297zrGoDh-bumzMo_FHn_KNeJ8T-8eL3KXCDzEpgEQeWw3AQyJtb2Dfo-llKARBEsK8rcKU8PEeEOzdiOYl767XG4JdYEPv_dneBZVTM/s320/DSC_2162.JPG" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">ADDIS ABEBA</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> La primera visión de Addis Abeba es
desde el avión. Una meseta verde empañada por nubes grises, encerrada en parte
por las montañas de Entoto. En amárico (o amariña, la lengua del país) Addis
Abeba significa <i>nueva flor</i>, y me
parece curioso, una flor de asfalto y madera, de crecimiento descontrolado
sobre un verde puro de bosques de eucaliptos. Un nombre que quizás le viene
grande a la joven capital de la antigua Etiopía, que se encuentra a una altura
de <st1:metricconverter productid="2400 metros" w:st="on">2400 metros</st1:metricconverter>,
lo que la hace la tercera capital más alta del mundo. Uno de los techos de
África. Y respiro en la puerta del aeropuerto su aire fresco, su mezcla de
tierra y madera mojada, de hierba y gasolina, de humo y estiércol, de vida y
naturaleza. Y pienso que, por fin, estoy en África. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Pronto aparece Gerardo. Bajo su pelo revuelto y su aire de eterno
adolescente, desprende confianza, entusiasmo. Apenas necesita presentarse como
guía, habla con naturalidad y ese brillo en los ojos, casi infantil, de quien
adora lo que esta haciendo. De quien ama este país, de quien nos va hacer
amarlo. Nos ponemos en sus manos sin recelo, es obvio que de las geografías de
Etiopía, de sus gentes, es el mejor cartógrafo.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">La ciudad te recibe fresca, caótica, moderna, y a medio construir,
plagada de frágiles andamios de madera. Porque sí, parece una ciudad que se ha
quedado a medio camino, que intenta modernizarse, pero cuando te alejas de las
arterias principales (Avenida Bole, Plaza Meskel, Avenida Churchill, Avenida
Menelik II con la sede de Unión Africana), solo ves caminos de piedra y barro, descampados,
pequeñas chabolas hechas con cualquier material. Dos realidades que conviven
sin fisuras. Eso no le parece importar al etíope de a pie. Les observo, no
andan cabizbajos sino cabeza alta, mirada orgullosa y amable. Alguno se detiene
un segundo para mirarte de reojo, o darte la bienvenida, pero no distraigo su
atención. Piel negra u oscura, en varias tonalidades, perfecta en cualquier
caso. Esbeltos, altos, ojos expresivos y enormes sonrisas. De repente, me
siento pequeño, pero me relajo, siempre me ocurre en todos los viajes. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">El centro es una plaza principal, con nombre italiano, Piazza,
seguramente recuerdo de la breve invasión colonial en la década de los 30. Circular,
con edificios coloniales y la estación de autobuses, allí desembocan la mayoría
de calles comerciales de la capital, y allí germinan futuros atletas, porque es
donde van a correr centenares de etíopes entre sueños de un futuro mejor. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Ascendemos
hacia las colinas de Entoto por una empinada carretera ribeteada por bosques de
pinos y eucaliptos, al compás de hombres y mujeres que cargan leña absortos en
sus pensamientos. Los troncos amarillentos a sus espaldas contrastan con la tez
oscura de sus porteadores. Queremos observar la ciudad, pero es complicado
saber dónde empieza lo nuevo y dónde acaba lo viejo, y me reafirmo en mi idea
de una ciudad a medio hacer, como tantos viajeros antes que yo la definieron. Entre
tanta fertilidad el hambre acecha, más después de un día de viaje, y tras
merodear por el mercado de ropa tradicional a los pies de las colinas, nos
dirigimos al Hotel Taytu, el más antiguo de la ciudad (1898). De arquitectura
colonial con porticado y madera de teka y jardín interior, tiene ese encanto de
los edificios que parece que se van a caer de un momento a otro pero que
milagrosamente siguen en pie (ayudados por inyecciones de feo cemento). Allí es
difícil no dejar de comer <i>inyera </i>(plato
tradicional hecho con teff, el cereal endémico del país), y hacer un breve
paseo para probar el famoso café etíope en una de las cafeterías más
concurridas por los locales (Tomoca). En este paseo es cuando oigo por primera
vez una palabra que me acompañará como una etiqueta durante todo el viaje, <i>faranji</i>. Significa extranjero blanco, y
al parecer es una degeneración de la palabra francés, en referencia a los
primeros occidentales blancos que llegaron al país. El café, bastante fuerte,
nos anima a continuar, la ciudad sigue esperando. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgA5lO8p-BLJrYp8-J2m4m8tLh8mvVppDGspuxvsx5TISN9Zo_QVgh41l9kXHwgWH3zaeOcWF1O91CmEqDu0751r-MGVzeeaTbSq9x3Fu_CbQMhZZtQnwggyaEn71wGzxVZUwa1EwDNRGU/s1600/DSC_0013.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgA5lO8p-BLJrYp8-J2m4m8tLh8mvVppDGspuxvsx5TISN9Zo_QVgh41l9kXHwgWH3zaeOcWF1O91CmEqDu0751r-MGVzeeaTbSq9x3Fu_CbQMhZZtQnwggyaEn71wGzxVZUwa1EwDNRGU/s200/DSC_0013.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxzM_BD-a_68WQQqHxPf9LkVDBPBmlitxGy6pHGd2KHJDH8HXFw9A9KlWS92ErXtFdS42JKhJjiyjDwZCGf3vuwyE8iRQykCTLAGAi4ZSODGxTlbyT_OmCM2zlksYnBYEqp4M2SMAMl2M/s1600/DSC_0019.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxzM_BD-a_68WQQqHxPf9LkVDBPBmlitxGy6pHGd2KHJDH8HXFw9A9KlWS92ErXtFdS42JKhJjiyjDwZCGf3vuwyE8iRQykCTLAGAi4ZSODGxTlbyT_OmCM2zlksYnBYEqp4M2SMAMl2M/s200/DSC_0019.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">El día continúa nublado y con intermitentes lluvias y cortes de
luz que casi nos impiden ver el Museo Nacional de Historia (donde descansa
Lucy, el homínido más antiguo y completo encontrado hasta ahora, clave en el
origen de nuestra especie) o el corazón de Addis, el Merkato, el mercado más
grande al aire libre de África, un lugar en ebullición permanente: ir y venir
de carros y carretas, motos, camiones, limpiabotas (<i>listro</i>), vendedores callejeros, abarrotadas calles de verduras,
especias, olores, telas, metales, mendigos, enfermos de polio y porteadores
(todo un espectáculo su equilibrio y resistencia, da igual sean una decena de
colchones o 50 bidones de plástico sobre la cabeza). Todo aquello que puede ser
utilizado tiene valor para los etíopes, por lo que bidones de plástico, latas,
botellas, metales, basura, se recogen y revenden en barrios dedicados en
exclusiva a eso, y que dan una imagen más cercana a un vertedero que a un área
comercial. Un escenario al que ayuda el barro por la lluvia, la ausencia de una
gestión de residuos y la contaminación. Una de las caras de Addis, quizá de las
más crudas, pero necesaria si quieres conocer de verdad la ciudad.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjc4njc0ZBbc-O-Y3htwKoK-wgbby3o4dttKyfevkSDBAKXo71OFa7ysuw2kSGUULk1Qs7YRmO1fOFopmh42qID7oA4x5aFTY18wpdyy6zKoFfwYAxVoWPHZ4fuFjBXf_D2PadcRdzduN0/s1600/DSC_0056.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjc4njc0ZBbc-O-Y3htwKoK-wgbby3o4dttKyfevkSDBAKXo71OFa7ysuw2kSGUULk1Qs7YRmO1fOFopmh42qID7oA4x5aFTY18wpdyy6zKoFfwYAxVoWPHZ4fuFjBXf_D2PadcRdzduN0/s200/DSC_0056.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTW3d_1iomGFtOKWLsdpaI7P15oQRT49GxkIK2Elqf5pFMYvHQ-AtxMR6RvuNSsUXMANOZpR5HepixUay_NVFucip74jJMdZ7FYB2t4Gm5W7rBDmqyAKBZIGPm_9Tl-K4N_sTBJXLQmZ8/s1600/DSC_0060.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTW3d_1iomGFtOKWLsdpaI7P15oQRT49GxkIK2Elqf5pFMYvHQ-AtxMR6RvuNSsUXMANOZpR5HepixUay_NVFucip74jJMdZ7FYB2t4Gm5W7rBDmqyAKBZIGPm_9Tl-K4N_sTBJXLQmZ8/s200/DSC_0060.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">A pesar de la lluvia, la ciudad sigue: <st1:personname productid="la Universidad" w:st="on">la Universidad</st1:personname> (antiguo
palacio real de Selassie), niños saliendo de los colegios, niños limpiabotas o
con pesos portátiles; nuevas líneas de tranvía en el mismo espacio que jóvenes
con rebaños de cabras y burros; vendedoras de mazorcas de maíz, decenas de cúpulas
de iglesias y minaretes de mezquitas. Impresiona la devoción religiosa de los
etíopes, presente en mil detalles, por eso nos llama la atención una iglesia en
la que se desarrolla una ceremonia: fieles rezando con la cabeza apoyada en las
paredes exteriores del templo, multitud de enfermos y mendigos, cánticos, casi
un centenar de mujeres cubiertas con la túnica blanca (<i>nethela </i> o <i>gabbi</i>), y ribetes de vivos colores, con
unos rostros que expresan una profunda religiosidad. Alrededor, coloridas
sombrillas, venta de velas, y rezo, mucho rezo. Addis es una ciudad de
contrastes, pero una ciudad auténtica, acaba enganchándote.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghMtgvClSvF4B1UwKM_0vtQV633ax2EzuQJDM4KxHqfYpb1vDOglXdINFqETKDkHFqOavC6EIUW60QjIf6-PxrhwxvvW4moXeuvxAHPjSYbEZwsZxGoNin1LnWBuoo2cLZ_6igJAEmzyE/s1600/DSC_0041.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghMtgvClSvF4B1UwKM_0vtQV633ax2EzuQJDM4KxHqfYpb1vDOglXdINFqETKDkHFqOavC6EIUW60QjIf6-PxrhwxvvW4moXeuvxAHPjSYbEZwsZxGoNin1LnWBuoo2cLZ_6igJAEmzyE/s200/DSC_0041.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9JMFfFvFGeojdR8PzGlnkj4BweHAyevat66UnynLy1MBRrXxd5ccWbcFe5nUQekiGUgEjk8B4WyzdQU1piSrMO-dZUPKu1ODjqnr1Xo3Ct1WvOGvyZVeM3qIVmU1ATz8uMcgO2TlmMO4/s1600/DSC_0043.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9JMFfFvFGeojdR8PzGlnkj4BweHAyevat66UnynLy1MBRrXxd5ccWbcFe5nUQekiGUgEjk8B4WyzdQU1piSrMO-dZUPKu1ODjqnr1Xo3Ct1WvOGvyZVeM3qIVmU1ATz8uMcgO2TlmMO4/s200/DSC_0043.JPG" width="200" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Antes del abandono al sueño, varias
rondas de cerveza Saint George sirven para unir al grupo. Todo viaje, todo
sueño, necesita de sus cómplices y yo acabo de encontrar los míos: Gonzalo,
Carmen y Javier, Mariví, Anabel, Viky, Carlos y Maite, Eduardo, Antonio, Alicia
y José, Carlos… Alrededor de una vieja mesa, sin más adornos que nuestras
cervezas y conversaciones, se empieza a forjar una complicidad que irá
creciendo a cada paso en el camino etíope.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhrFJTCPyJWB9SiDCTJKiBWJmccA-5LLet_xQbADBP0tEpJPkmi4ZXb9iPZNWugROdSvdYPjfHhruCwWcLUIHDM-ofDYgTRDl3Ai4q1kJDSdiDw0SWPeYabx35sL_Htw7K7JswW9glGQ48/s1600/IMG-20160804-WA0001.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhrFJTCPyJWB9SiDCTJKiBWJmccA-5LLet_xQbADBP0tEpJPkmi4ZXb9iPZNWugROdSvdYPjfHhruCwWcLUIHDM-ofDYgTRDl3Ai4q1kJDSdiDw0SWPeYabx35sL_Htw7K7JswW9glGQ48/s200/IMG-20160804-WA0001.jpg" width="200" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES-TRAD"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES-TRAD">Lalibela</span></b><span lang="ES-TRAD">. La capital
medieval.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Un modesto avión de hélices nos deja
ante un edificio que hace de terminal, aeropuerto y puerta de entrada. Una oxidada
cinta transportadora, enmarcada por viejas fotografías de la zona, hace de
pasillo de acceso a nuestro destino: una pequeña población situada en el
altiplano etíope, cerca de la frontera con Eritrea, rodeada de verdes montañas
y grandes pastos, y que nos recibe con lluvia. Hasta hace apenas unas décadas,
esta era una región aislada; encerrada tras un cerco de montañas; y con unas
rutas de comunicación que con las frecuentes lluvias se volvían inaccesibles. Un
olvido que la hizo desconocida hasta principios del s. XX. Es Lalibela, la
ciudad santa de los ortodoxos etíopes. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">En un país donde la belleza de la tierra no puede describirse sin
emplear la palabra cielo, como escribe Verghese, aquí es precisamente la tierra
la que ofrece uno de los conjuntos arquitectónicos más impresionantes del mundo,
donde la fe se mira en la roca. Pero tendremos que esperar unas horas antes de
contemplarlo, porque el camino a la población nos depara alguna sorpresa.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Cerca de Lalibela, a unos <st1:metricconverter productid="15 kilmetros" w:st="on">15 kilómetros</st1:metricconverter>, hay
una pequeña y pobre aldea al pie de la montaña. Un breve ascenso andando,
siguiendo una antigua pista, te deja inmerso en un manto verde y un
impresionante acantilado. Allí, escondida en su frente, se encuentra la iglesia
de Naakuta Laab, del s. XII; dentro de una cueva natural. Tiene el nombre de un
monarca anterior a Lalibela, santificado. Es una iglesia gruta con una rica
decoración interior, que custodia una gran cantidad de coronas, iconos,
tambores, bastones, cruces procesionales y manuscritos de gran valor artístico.
En su interior hay piletas naturales que recogen el agua que se filtra de la
cueva, que según la leyenda viene desde el monasterio de Asheton Maryam, a unos
dos kilómetros y <st1:metricconverter productid="600 metros" w:st="on">600
metros</st1:metricconverter> de alto, con el que también estaría comunicado a
través de un túnel de que aparentemente se conserva la entrada. La prueba de
que están comunicados es el incienso que se enciende aquí, y que al parecer
asciende hasta el otro templo, impregnándolo de su aroma. El sacerdote que lo
custodia, de nombre Aba Abebe (una auténtica celebridad para los viajeros que
llegan hasta aquí), mientras nos cuenta estas creencias muestra los tesoros de
la iglesia: coronas, códices, cruces. No puedo dejar de pensar, al volvernos
locos con las cámaras, en la profunda religiosidad que se respira en este
sitio, en el agua que gotea sobre la piedra, en cada gesto de Aba, en las
cruces e iconos. En Etiopía, descubro, las montañas no son solo montañas.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: right;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghdY14rzspbxjjD3emyIcVVkG185JfmfEG3Ybe2CenVEQXU0EPDw2Y9k6kvNTxu0Rl8xh9VMcAwt7R4oFqjCBoklh1W3oB-pTZiz764lTTWyNfWYnECBaFBwCcwue4y8vpT0COnr1c5fQ/s1600/DSC_0080.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghdY14rzspbxjjD3emyIcVVkG185JfmfEG3Ybe2CenVEQXU0EPDw2Y9k6kvNTxu0Rl8xh9VMcAwt7R4oFqjCBoklh1W3oB-pTZiz764lTTWyNfWYnECBaFBwCcwue4y8vpT0COnr1c5fQ/s200/DSC_0080.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrNYQG6t07I33zWaFpMK6xTqDqA9qaZ04MPrpnDNYryTlPRV3ybLdj7KalW2V5NJ80ZpqcekRINpQKBO8WZdGklSTVFKdT7h0j2SCm7Fdx5f8z2BbGgPgvN_OoVmplJXYipSCyUFyvsXc/s1600/DSC_0098.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrNYQG6t07I33zWaFpMK6xTqDqA9qaZ04MPrpnDNYryTlPRV3ybLdj7KalW2V5NJ80ZpqcekRINpQKBO8WZdGklSTVFKdT7h0j2SCm7Fdx5f8z2BbGgPgvN_OoVmplJXYipSCyUFyvsXc/s200/DSC_0098.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwEDhQqtdxhz0ZsMnyP2j-T0L7Js_84pX3fjVZcFU-gT2X0LeAK-d-UWIaYv4DyhGw5Zu8REFINvEb_ufZ7eKMwn22jbEZ9OjWrsA3aCJoZIu6hBMgpyhSyEB6DQsVe1GGa0EwEBdJsw4/s1600/DSC_0103.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwEDhQqtdxhz0ZsMnyP2j-T0L7Js_84pX3fjVZcFU-gT2X0LeAK-d-UWIaYv4DyhGw5Zu8REFINvEb_ufZ7eKMwn22jbEZ9OjWrsA3aCJoZIu6hBMgpyhSyEB6DQsVe1GGa0EwEBdJsw4/s200/DSC_0103.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgguqTeu5uSg0jHmCH2V1bS_R7ZM8qZIug86-pOsWugFyuTy5u-z90IB7H9wB8yMA_vdaT9y6bScOLay1aXtmgrEl2Yfwd7-Ec5vy3kGprQ8HgUSWfzioBP5L6viQkJj6leeSVEUrGS3fo/s1600/DSC_0111.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgguqTeu5uSg0jHmCH2V1bS_R7ZM8qZIug86-pOsWugFyuTy5u-z90IB7H9wB8yMA_vdaT9y6bScOLay1aXtmgrEl2Yfwd7-Ec5vy3kGprQ8HgUSWfzioBP5L6viQkJj6leeSVEUrGS3fo/s200/DSC_0111.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Al regresar hacia la carretera, tenemos un inesperado y festivo
encuentro con un grupo de niños cantando. Es imposible no retomar el camino sin
una sonrisa en la cara y alegría en el cuerpo. La cara menos religiosa de
Lalibela, la más rural, lejos de sus impresionantes iglesias excavadas en la
roca, pero, en su sencillez, ese baile infantil me parece tanto o más auténtico
que la religiosidad en penumbra que me espera a tan solo unos kilómetros.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Nos encontramos en el Techo de África, un relieve difícil marcado
por la montaña y grandes valles. Pero la dificultad geográfica trajo a esta
tierra mucha historia. El origen como estado de Etiopía se encuentra aquí
cerca, en el antiguo reino de Axum, como descubriremos en unos días. Un reino
comercial que unió tradiciones africanas y arábigas, y cuya riqueza atrajo
tempranamente al Cristianismo (tras Armenia, fue el segundo reino en
cristianizarse). Tras la caída de Axum, en el s. VIII, y el cerco al que
sometió a los territorios etíopes el poder musulmán, la dinastía de los Zagwe
se hizo con el poder en torno al siglo XII. Según una leyenda, cuando nació un
príncipe de esta nueva dinastía, su madre vio como un enjambre de abejas cubría
su cuna y exclamó ¡Lalibela! (que significa “las abejas reconocen su
soberanía”), bautizando al pequeño príncipe así. La misma leyenda dice que,
siendo un adolescente, su hermano lo envenenó, temiendo que le usurpara el
trono, y estando agonizando unos ángeles lo transportaron al cielo donde Dios
le dijo que sería Rey pero a cambio de construir diez iglesias de una grandeza
nunca vista. Cuando Lalibela llegó al poder, a inicios del s. XIII, trasladó la
capital del reino a las montañas de Roha, y durante 20 años excavó en la roca
volcánica de la zona para erigir las iglesias, <st1:personname productid="la Jerusal←n Africana." w:st="on"><st1:personname productid="la Jerusal←n" w:st="on">la Jerusalén</st1:personname> Africana.</st1:personname></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">El sobrenombre, Jerusalén Africana, tiene su sentido. Más allá de
leyendas, lo cierto es que la construcción del conjunto de iglesias monolíticas
de Lalibela tuvo que relacionarse con las dificultades en la peregrinación a
Jerusalén, en manos musulmanas desde finales del s. XII. La iglesia etíope
tenía presencia en la ciudad santa desde el s. IV (cuando el reino de Axum se
cristianizó), participando del culto en <st1:personname productid="la Bas■lica" w:st="on">la Basílica</st1:personname> del Santo Sepulcro. Seguramente, y con
la ayuda de <st1:personname productid="la Orden Templaria" w:st="on"><st1:personname productid="la Orden" w:st="on">la Orden</st1:personname> Templaria</st1:personname>,
al erigir estas iglesias ofrecía al poder religioso y al pueblo un nuevo lugar
de peregrinaje más seguro, estrechamente relacionado con <st1:personname productid="la Jerusal←n" w:st="on">la Jerusalén</st1:personname> judeocristiana
(cada Iglesia o <i>Beta</i>, “casa”, se
identificaba con <st1:personname productid="la Jerusal←n" w:st="on">la
Jerusalén</st1:personname> terrestre y los Santos Lugares: Santo Sepulcro,
etc.: o <st1:personname productid="la Jerusal←n" w:st="on">la Jerusalén</st1:personname>
celestial, infierno, cielo, purgatorio), lo que reforzaría la autoridad de la
nueva dinastía reinante tras años de guerras civiles y destrucción de iglesias.
</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Pero por mucha historia que nos explicaran, por mucho que hubiera
leído antes del viaje, nadie puede estar preparado para contemplar cómo la fe
se transforma en roca. Es impresionante como las iglesias aparecen de la nada,
ocultas al ojo del desconocido y del infiel, excavadas en una rosácea ladera de
lava (toba volcánica) y con una pátina amarillenta derivada del musgo acumulado
durante siglos, construidas de una sola pieza, sin argamasa ni madera, “<i>construidas por Dios</i>”. Y lo parece, el
origen divino, porque es imposible concebir cómo en el s. XII-XIII se
desarrolló una técnica tan perfecta para construir de forma monolítica hacia
abajo, no sobre la tierra. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Encontramos dos grupos de iglesias separadas por un torrente de
nombre Jordán, y ya crees que estás en Tierra Santa. Un primer grupo de seis
iglesias se sitúa al norte (Jerusalén terrestre), y al sur el otro grupo de
cuatro (Jerusalén Celestial). La undécima, y más espectacular, la de San Jorge,
está más separada. Todas están completamente excavadas en la roca, y una red de
galerías, desfiladeros y oscuros túneles las comunican entre sí, además de
dedicarse a procesiones rituales. Una ciudad santa subterránea que te emociona
a cada paso y en la que descubres que todo tiene un significado. Como dijo el
jesuita portugués Francisco Alvarés en 1520, uno de los primeros europeos en
verlas, “renuncio a describir lo que he visto aquí porque nadie lo creería”.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizBliHe4jlPD1K1Udni-BDWRtjuwt0dEiBkf2VZXcct-P_tV0epZsgNyDqUhepTyj-xiDDszipOxsrnNe3FGmmhIIfD6xpPRe3_QxD-ZPiEhvp-A6RxM_9fsy4Uttx0mpN17ULzZYVeTA/s1600/DSC_0150.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizBliHe4jlPD1K1Udni-BDWRtjuwt0dEiBkf2VZXcct-P_tV0epZsgNyDqUhepTyj-xiDDszipOxsrnNe3FGmmhIIfD6xpPRe3_QxD-ZPiEhvp-A6RxM_9fsy4Uttx0mpN17ULzZYVeTA/s200/DSC_0150.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiTu2D0-zQg2Tj3Wccm4TxazcPAU6mDWmi5cKXo40nNngH31vM6L3FDLTnuuzTR2PXttgN83p0c5zgzaCOO10BgYm-8FpmEEO5wLwOWm05bVAecUodS48TgHCeByglQnxgrIyKxYMbKQM/s1600/DSC_0180.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiTu2D0-zQg2Tj3Wccm4TxazcPAU6mDWmi5cKXo40nNngH31vM6L3FDLTnuuzTR2PXttgN83p0c5zgzaCOO10BgYm-8FpmEEO5wLwOWm05bVAecUodS48TgHCeByglQnxgrIyKxYMbKQM/s200/DSC_0180.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Visitamos primero el grupo de <st1:personname productid="la Jerusal←n" w:st="on">la Jerusalén</st1:personname> terrestre:</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">-Beta Medani
Alem (“la casa del Salvador”). El templo monolítico más grande del mundo, que simboliza
la tienda de <st1:personname productid="la Alianza. A" w:st="on">la Alianza. A</st1:personname>
partir de un único bloque de piedra rosáceo en un foso de <st1:metricconverter productid="12 metros" w:st="on">12 metros</st1:metricconverter>, es la más grande
de todas, con una columnata exterior perfectamente alineada con grandes
columnas interiores, que conforman cinco frías naves entre coloridas alfombras
y puertas de madera de acebuche. En el patio que la rodea, se observan
numerosos nichos o cuevas excavadas en la pared que debieron ser tumbas, pero
donde ahora se alojan monjes eremitas que se dedican a la oración.
Precisamente, son estos monjes y los fieles devotos quienes, de una forma
callada, desarrollando sus ritos y besando las paredes o arrodillándose, más
contribuyen a dotar de magnificiencia y espiritualidad a esta iglesia y las
siguientes.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">-Beta Maryam
(“la casa de María”). La más antigua y la que más devoción despierta. Se asocia
al huerto de Getsemaní, y está decorada con oscuros frescos y una gran variedad
de ventanas que reproducen todo tipo de cruces de influencia templaria, y que
deja el interior en penumbra, solo iluminado por pequeños haces de luz
cruciformes. Sin embargo, lo que más destaca en ella es la presencia de un
pilar central aislado, conocido como el <i>Amd</i>
(Pilar de <st1:personname productid="la Unidad" w:st="on">la Unidad</st1:personname>
de <st1:personname productid="la Fe" w:st="on">la Fe</st1:personname>),
cubierto con una tela que jamás debe levantarse para proteger los mandamientos
de Dios.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">-A través de
un camino ritual visitamos Beta Meskal (casa de <st1:personname productid="la Cruz" w:st="on">la Cruz</st1:personname>) y Beta Denaghel (Casa
de las Vírgenes Mártires), dos iglesias gruta; y Beta Debre Sina (Casa del
Monte Sinaí) y Beta Gólgota (casa del Gólgota), semimonolíticas, la segunda
tiene la particularidad de presentar santos esculpidos en las paredes porosas,
algo extraordinario porque la tradición etíope sólo autoriza imágenes pintadas.
En todas ellas, se representan los dogmas del bautismo, pasión, muerte y
resurrección de Jesús.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwyZtHBCIL0hdtD3ttL2JPUfDVpg4PsngONGpRkqfmeukee2W0-qUy8ldGLKCz_1dnNmb1Dq0fDihNCw3owrGChU2FYJXtN2zIlZkCJ4NaKyn9rm9k_MFvwKvP7kMGSZFm0I80MekTXqY/s1600/DSC_0399.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwyZtHBCIL0hdtD3ttL2JPUfDVpg4PsngONGpRkqfmeukee2W0-qUy8ldGLKCz_1dnNmb1Dq0fDihNCw3owrGChU2FYJXtN2zIlZkCJ4NaKyn9rm9k_MFvwKvP7kMGSZFm0I80MekTXqY/s200/DSC_0399.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTZeVNNQqh5VGaqK5mzNDnazsF3IaB_EFiRMESzRtWgirg6FQOXCwMH3-Xil-zN1bENCOUn5HYgpBab8sPk1ZRYJKp62dInXfoxT2UAKw5iAIiPWQkNH90vFmNGeyKWdGznISSnvhXKZo/s1600/DSC_0409.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTZeVNNQqh5VGaqK5mzNDnazsF3IaB_EFiRMESzRtWgirg6FQOXCwMH3-Xil-zN1bENCOUn5HYgpBab8sPk1ZRYJKp62dInXfoxT2UAKw5iAIiPWQkNH90vFmNGeyKWdGznISSnvhXKZo/s200/DSC_0409.JPG" width="200" /></a> <a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJjOCyxXXY8lSA-JdcILXcIbPF8UxRmjZXStQNOTTea6SoWXmK5zBNN2Io_GNH-Ana2XC5KagIiyAzgKC1-3c5zMM-rLFpIzWD6Nnh15lP1Mw-9PaxlJQRGFtMP21U6PjZ_Na8F54fHJQ/s1600/IMG-20160804-WA0029.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJjOCyxXXY8lSA-JdcILXcIbPF8UxRmjZXStQNOTTea6SoWXmK5zBNN2Io_GNH-Ana2XC5KagIiyAzgKC1-3c5zMM-rLFpIzWD6Nnh15lP1Mw-9PaxlJQRGFtMP21U6PjZ_Na8F54fHJQ/s200/IMG-20160804-WA0029.jpg" width="112" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Al este nos esperaba el grupo de <st1:personname productid="la Jerusal←n" w:st="on">la Jerusalén</st1:personname> celestial.
Beta Emmanuel: de tradición aksumita en su construcción por niveles, representa
los 7 cielos, quizás la más refinada, de planta basilical. Beta Mercurios y
Beta Gabriel y Rafael: ambas parecieron tener en origen un uso no solo
religioso, como palacio real. Beta Abba Libanos (casa del Padre Libanos), que
según la tradición se construyó en una sola noche con la ayuda de los ángeles
por la esposa de Lalibela, Meskal Kebra. Es bastante original, porque el techo
aparece unido a la roca, pero los otros tres lados están separados por un foso.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Y separada de ambos grupos, asomada
al valle en una plataforma inclinada, muy por debajo del resto, Beta Ghiorgis
(Casa de San Jorge). La última en construirse, la más espectacular y hermosa, a
pesar de su sencillez. De planta de cruz griega, tiene doce metros de
profundidad y su techo a ras del suelo presenta tres cruces griegas
concéntricas. La perfección convertida en oratorio. Descubrirla al atardecer,
desde un montículo cercano por el que se accede a ella, es uno de esos momentos
que marcan un viaje y una vida. Si cierro los ojos aún siento nítida la iglesia
rosácea hecha cruz, como naciendo de la tierra y siendo protegida por ella. El
musgo verde y la pátina amarillenta que la cubren respetuosamente como un velo.
Y lo pequeño que me siento ante la unión del hombre y la naturaleza, de lo
espiritual y lo terrenal, de la fe y la vida. </span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgk0hsN27J6rKQsiSJWU80V-dFiDlBDOHWCmde77IUfFN_I4spzUSRuLeO8GeMPeLN6XTXsY1UFJLFetfMgIWBTtjEveoW2W1zdho5nOj6v-liotI71fqyQT9Wm2qy6aRsDmDpDKlCR6aY/s1600/DSC_0348.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgk0hsN27J6rKQsiSJWU80V-dFiDlBDOHWCmde77IUfFN_I4spzUSRuLeO8GeMPeLN6XTXsY1UFJLFetfMgIWBTtjEveoW2W1zdho5nOj6v-liotI71fqyQT9Wm2qy6aRsDmDpDKlCR6aY/s200/DSC_0348.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCoGpg_pvRFFMuAbK1OHAiG7Lv4MAddOjTqcw5ntX9oIntSF2iVEamNNUXHQRGGpBN5DvxVuIoPNLe_5cNgDaGRokiDu7KKPNPk_CU-eQfNTMPzMlVD9AzFmFWAF37qM7T1tLncw-8yVQ/s1600/DSC_0351.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCoGpg_pvRFFMuAbK1OHAiG7Lv4MAddOjTqcw5ntX9oIntSF2iVEamNNUXHQRGGpBN5DvxVuIoPNLe_5cNgDaGRokiDu7KKPNPk_CU-eQfNTMPzMlVD9AzFmFWAF37qM7T1tLncw-8yVQ/s200/DSC_0351.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Pequeño y descalzo. Delante del
acceso a las iglesias, éstas y cualquiera de Etiopía, encuentras agrupados
zapatos de cualquier tipo, ya que no está permitido acceder a ellas con
calzado. Hay alfombras para disimular el frío y las irregularidades del suelo, pero
el temor a las pulgas se acentúa cuando alguna compañera (pobres Mariví y
Anabel) se convierte en su nuevo hábitat preferido. Es gracioso vernos poniéndonos
calcetines de protección o fundas de papel y plástico en los píes, y el cuidado
con el que andas en los primeros momentos. Pero pronto se olvida, porque te
olvidas de ti, el impacto que nos producen las iglesias lo logra, no somos más
que descalzos pasos en alfombras transitadas por pies desnudos durante siglos. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">La penumbra en el interior de las iglesias, entre antiguas
pinturas y columnas de piedra, la oración a la luz de las velas y la presencia
de monjes y sacerdotes, recuerda el cristianismo primitivo. No obstante,
mantienen el rito ortodoxo desde el s. IV en geéz (la lengua litúrgica oficial,
antiquísima). Y esa autenticidad conmueve. Las túnicas y turbantes de algodón
blanco de los religiosos de rostros oscuros contrastan con la roca de las
construcciones, que protegen del sol y el enemigo. Blancas figuras que dibujan
un lugar de fe. Un lugar que pervive tal y como se construyó para proteger lo
sagrado. Todo parece estar más allá del tiempo, más allá de nosotros.</span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjksMX4DVvytkNjidz0A7zIqmy2aMy8YuQBCQZ5JU32_W2odtoG8uyeLv8iD8zKfMthqdNq5cEIHxSxeFIQwggWrud12XMTOzSuijEbwG5LNyCAddSSY9FMT4t4y3ps7gUZZwBKH49m-4M/s1600/DSC_0176.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjksMX4DVvytkNjidz0A7zIqmy2aMy8YuQBCQZ5JU32_W2odtoG8uyeLv8iD8zKfMthqdNq5cEIHxSxeFIQwggWrud12XMTOzSuijEbwG5LNyCAddSSY9FMT4t4y3ps7gUZZwBKH49m-4M/s200/DSC_0176.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgU_YWhg4QMCNSRZ7zf3PiAqaNrrihRGiOMFshFQpsbCnuzzzyYnbSyHnNBZL2-kU3UL9VPRUBDtXsT9opbt7P4X5evebibUKvVfss9rJG43PT2kbrY6Bh0PtaJQCP6jUTwP_tN02ATytY/s1600/DSC_0195.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgU_YWhg4QMCNSRZ7zf3PiAqaNrrihRGiOMFshFQpsbCnuzzzyYnbSyHnNBZL2-kU3UL9VPRUBDtXsT9opbt7P4X5evebibUKvVfss9rJG43PT2kbrY6Bh0PtaJQCP6jUTwP_tN02ATytY/s200/DSC_0195.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Saliendo del complejo por la Tumba de Adán, una puerta tallada en
un monolito de cinco metros con una escalera de siete peldaños, nos parece oír
una especie de canto en un conjunto de chozas cercano. Al acercarnos, descubres
que lo que pensabas que es un canto en verdad es el recitar rítmico de la
lección religiosa por parte de un grupo de alumnos bajo la dirección atenta de
un profesor. Nuestra presencia no les alteró lo más mínimo. Si algún alumno se
fija en nosotros más tiempo del necesario, basta una mirada rápida pero intensa
del profesor para que vuelva a la lectura. No hay pizarra, solo unos pequeños
libros religiosos. No hay paredes, solo árboles y aire puro. No hay pupitres o
asientos, solo la tierra rojiza en la que descansan algunos. Y, sin embargo,
como profesor que soy, sentí más docencia en esta aula abierta al mundo que en
muchas de mis clases. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguVq9lpyPfgziEhV5XZmrpgA57JTB6wzwchH1vPgR2HMkrCoK2hphXHyti6zVsS1k1Ee8Yt10fVLafVduBxpYA7K-nR0Mg1yG3UZOPP_557q0fGTkUQY6M9dU-79wrdCxnfSwOG6eHfvg/s1600/DSC_0241.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguVq9lpyPfgziEhV5XZmrpgA57JTB6wzwchH1vPgR2HMkrCoK2hphXHyti6zVsS1k1Ee8Yt10fVLafVduBxpYA7K-nR0Mg1yG3UZOPP_557q0fGTkUQY6M9dU-79wrdCxnfSwOG6eHfvg/s200/DSC_0241.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixmfTj_wTMuNFNixFukIFdLZ8U4yLpUs7l0KQb63OBXY59E8hh3uoVvzDb86DmQYIsv5lbdSvu6JMj2EJ1HNS0U0CXUJFn6Pju4HoJ8ccJhOaONzrI3rPhPpXwg2qwMgGCWcGFPZx38lM/s1600/DSC_0247.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixmfTj_wTMuNFNixFukIFdLZ8U4yLpUs7l0KQb63OBXY59E8hh3uoVvzDb86DmQYIsv5lbdSvu6JMj2EJ1HNS0U0CXUJFn6Pju4HoJ8ccJhOaONzrI3rPhPpXwg2qwMgGCWcGFPZx38lM/s200/DSC_0247.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifv9Q9vu71EWp5S4STPRgb9XyZxk-KIpKDrtvabqblLt2WPG1Js4DFFQBtMGP3eoszuAJALyEqrvaGteIkflqbCtVMTrlf-FRxBf9bCCAMw3PKC40cOq-PadYWaxZdx28Z0eTNu5o57lY/s1600/DSC_0256.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifv9Q9vu71EWp5S4STPRgb9XyZxk-KIpKDrtvabqblLt2WPG1Js4DFFQBtMGP3eoszuAJALyEqrvaGteIkflqbCtVMTrlf-FRxBf9bCCAMw3PKC40cOq-PadYWaxZdx28Z0eTNu5o57lY/s200/DSC_0256.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Pero Lalibela no empieza y acaba aquí. En las montañas al noreste
de la ciudad, en un ascenso escalonado entre cultivos y cascadas que de vez en
cuando te deja sin aire, aparece casi en la cima una iglesia: Yemrehana Kristos
(Cristo te mostrará el camino). Poco visitada por viajeros, es un centro de
peregrinación de los etíopes. Está construida en el interior de una enorme
cueva, protegida por un murete de ladrillos e iluminada apenas por los rayos de
luz que consiguen llegar hasta dentro. Sorprende por la oscuridad total que hay
al fondo de la gruta. Un suelo recubierto de paja te conduce al fondo para
descubrir, una vez tus ojos se han acostumbrado a la oscuridad, un enorme
osario. Se trata de los cuerpos momificados de cientos de peregrinos que
llegaban aquí para descansar por siempre junto a los restos de rey santo de la
dinastía Zagwe, que da nombre a <st1:personname productid="la Iglesia" w:st="on">la
Iglesia</st1:personname>, predecesor de Lalibela; y que yace junto a la
iglesia en un sarcófago envuelto en paños multicolores. Su condición de panteón
real explica la delicadeza de sus artesonados pintados, el trabajo en mármol
traído del Próximo Oriente o las hermosas cruces, vestiduras y códices que el
sacerdote nos muestra. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjpeYHaN2ExE_XShPnsjtCvWU3chBLgJTRnEi1yUyeySFXQLzKwOl_cA8j_EBeTl8CoxYzvRU6OCF05eHdUAFY-vZXxlXBHqbX2aiH1YPBR5x_cdXDUVh8WfzZMgwQxNJX6_g0xDLFfPRo/s1600/DSC_0338.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjpeYHaN2ExE_XShPnsjtCvWU3chBLgJTRnEi1yUyeySFXQLzKwOl_cA8j_EBeTl8CoxYzvRU6OCF05eHdUAFY-vZXxlXBHqbX2aiH1YPBR5x_cdXDUVh8WfzZMgwQxNJX6_g0xDLFfPRo/s200/DSC_0338.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhUyTq-CaB63buTwuc_IjSROqfRC_Ayn8m-di2ZXH6I1KXYSVcTLLmIe7DKXwpxTu-M96kfcrnlcuCKwXTLT_-BaKVKrjeQ-ENH1QN5AFKu0DBfXVt5uuvq_FI8guWWq83khP6zqzBqEk8/s1600/DSC_0330.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhUyTq-CaB63buTwuc_IjSROqfRC_Ayn8m-di2ZXH6I1KXYSVcTLLmIe7DKXwpxTu-M96kfcrnlcuCKwXTLT_-BaKVKrjeQ-ENH1QN5AFKu0DBfXVt5uuvq_FI8guWWq83khP6zqzBqEk8/s200/DSC_0330.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Tienes la impresión de que puedes conocer Lalibela no solo a
través de sus iglesias, sino de sus manuscritos miniados medievales, sus
cruces, coronas, cetros de los s. XV y XVI. La cruz de largo mango (<i>mekuania</i>, bastón religioso que sirve
para apoyarse en las cerermonias), <i>kebero
</i>(tambor) o el sistro. Cada región de Etiopía tiene una cruz propia: Axum,
Gondar, Lalibela, Gebriel. Donados por monarcas, son la muestra de la estrecha
alianza entre Monarquía y Religión que dieron fuerza y autoridad a ambos
poderes. Lo que para nosotros parecen ser bellas antigüedades, que casi puedes
tocar, sentir y oler, para ellos es su historia, la albacea de su memoria, de
ahí el orgullo con que los muestran. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Orgullo y hospitalidad. Gerardo lleva años pasando por aquí, hasta
compartiendo casa durante breves temporadas. Mucha gente lo conoce, lo saluda,
lo abraza. En la sonrisa de esos encuentros intuyes que hay confianza, respeto,
cariño. Una prueba fue la invitación a café que nos ofreció uno de los
protegidos (adoptados) a quien ayuda Gerardo. Su hogar está en la misma ciudad,
en una zona humilde, en la que traspasando un acceso en una especie de cercado
de piedra llegas a una zona común, un patio, al que dan una serie de pequeñas
viviendas, de una o dos habitaciones. Hay pobreza, sí, pero emociona ver cómo
arreglan su ropa, se limpian o ofrecen todo lo que tienen al verte llegar. La
ceremonia del café se convierte entonces en un gesto de amistad, hospitalidad y
respeto. Oficiado por la mujer de la casa, se quema un poco de incienso, sobre
un suelo esparcido de hierbas y ramas aromáticas. Sobre un brasero se tuesta el
café, mientras hierve el agua en una jarra de cerámica negra (<i>yebená</i>). Tostados los granos de café, se
muelen y se vierte sobre el agua hirviendo. Una vez hecho, se le perfuma con
clavo, cardamomo, jengibre o canela. Y es el momento de compartirlo en pequeñas
tazas, acompañado de palomitas. De sabor intenso y fuerte, se convierte en uno
de los mejores cafés que disfrutamos en el mes que recorrí Etiopía, no tanto
por su sabor como por el cariño, alegría, la sonrisa de oreja a oreja de
Gerardo, las bromas, que se respiraba en esa tarde de una humilde casa de
Lalibela. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9YRSjOLXluK3xnUXEdc2XhK4bUgS8FJxh22MwNjPdG1z56p8urW1_15SWw203HLxV-u5KPjvc38l8l38eVD78QljLitjVILtppOLxeuFSN42mfaHBMl6f1mOl7rHrrirZ1tctbGsgQ9g/s1600/IMG-20160804-WA0023.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9YRSjOLXluK3xnUXEdc2XhK4bUgS8FJxh22MwNjPdG1z56p8urW1_15SWw203HLxV-u5KPjvc38l8l38eVD78QljLitjVILtppOLxeuFSN42mfaHBMl6f1mOl7rHrrirZ1tctbGsgQ9g/s200/IMG-20160804-WA0023.jpg" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">No es fácil de olvidar la joven vida de la población. Grupos y
grupos de jóvenes riendo, hablando, paseando. Los jóvenes que se acercan, te <i>eligen</i> y se ofrecen a acompañarte: <i>wellcome, how are you?</i>. Sólo quieren
practicar inglés, dicen. Te regalan una pequeña cruz de madera que insisten en
colgarte ellos mismos en tu cuello. Crear un pequeño vínculo que te una con él,
a través de su fe. Todos llevan una historia detrás, que habla de pobreza, de
necesidad de estudiar, de ayudar a su familia a través de una profesión digna.
Buscan que te conviertas en su protector, que compartas <i>mails</i>, que le sufragues los gastos de sus estudios. Es difícil
saber dónde acaba la verdad, donde empieza la necesidad. <i>Write me, please. </i>Una pequeña cruz de madera marca la distancia con
su sueño, con su necesidad, con su futuro. Una pequeña cruz que aún llevo
colgada en mi cuello.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Descansamos dos noches en la ciudad,
más bien un pueblo grande. La primera nos rendimos al sueño, pero la segunda no
pudimos evitar dejarnos llevar por la vida nocturna. Gerardo, que es una
enciclopedia andante pero también un profundo conocedor de los locales
autóctonos en todas nuestras paradas, nos conduce al lugar perfecto, el Torpido:
música, ambiente autóctono, cervezas y baile. Asientos, mesas compartidas y
escasa luz, es el primer contacto con los azmari, una especie de narradores de
historias, que al ritmo de instrumentos tradicionales (krar, lira tradicional,
tambores), amenizan entre historias y canciones. El baile tradicional del norte
consiste en mover los hombros como si fueran a dislocarse, al tiempo que la
cadera gira y los movimientos de cabeza se hacen cada vez más exagerados. No
hace falta decir que me lanzo al baile a la mínima oportunidad. Ante las risas
generales del público etíope y mis compañeros, me contoneo intentando seguir el
ritmo del bailarín y la música. Debe ser tradición sacar a bailar al faranji de
turno, pero mentiría si no dijera que es un buen momento y que me siento feliz.
Me releva Antonio, que por cierto tiene más gracia en sus movimientos que un
servidor, y me sorprende la voz de una chica del grupo de al lado, también
viajeros españoles: ¿quieres un tej?. Descubro que es un licor de cierta
graduación, a modo de aguamiel, bastante popular. Eso, las cervezas Saint
George y el fresquito al salir hacen el resto. Esta noche dormimos como ángeles
de Lalibela. Teníamos por delante un nuevo destino.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD" style="display: none; mso-hide: all;">Su carta de presentación es el
gran mercado agrícola, y, como siempre ocurre en los mercados, es donde mejor
puedes conocer a la población local. Pese al barro provocado por la lluvia es
toda una experiencia: dejamos la tierra de los amara para entrar en la zona de
Tigray como muestra la pequeña cruz de Axum tatuada o pintada en la frente, el
tradicional peinado trenzado de los tigrinya, túnicas y pañuelos de colores,
cientos de personas vendiendo lo poco que tienen: gallinas, huevos, teff,
manteca de cabra en pequeños recipientes de cerámica cubiertas con hojas;
personas que ríen, negocian, venden, compran; miradas, sonrisas, personas que
temen las fotos, que les hace gracia, que posan, que se enfadan, que ignoran.
Gente, vida.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Axum. El
origen histórico.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD" style="display: none; mso-hide: all;">Su carta de presentación es el
gran mercado agrícola, y, como siempre ocurre en los mercados, es donde mejor
puedes conocer a la población local. Pese al barro provocado por la lluvia es
toda una experiencia: dejamos la tierra de los amara para entrar en la zona de
Tigray como muestra la pequeña cruz de Axum tatuada o pintada en la frente, el
tradicional peinado trenzado de los tigrinya, túnicas y pañuelos de colores,
cientos de personas vendiendo lo poco que tienen: gallinas, huevos, teff,
manteca de cabra en pequeños recipientes de cerámica cubiertas con hojas;
personas que ríen, negocian, venden, compran; miradas, sonrisas, personas que
temen las fotos, que les hace gracia, que posan, que se enfadan, que ignoran.
Gente, vida.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">
</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD" style="display: none; mso-hide: all;">Su carta de presentación es el
gran mercado agrícola, y, como siempre ocurre en los mercados, es donde mejor
puedes conocer a la población local. Pese al barro provocado por la lluvia es
toda una experiencia: dejamos la tierra de los amara para entrar en la zona de
Tigray como muestra la pequeña cruz de Axum tatuada o pintada en la frente, el
tradicional peinado trenzado de los tigrinya, túnicas y pañuelos de colores,
cientos de personas vendiendo lo poco que tienen: gallinas, huevos, teff,
manteca de cabra en pequeños recipientes de cerámica cubiertas con hojas;
personas que ríen, negocian, venden, compran; miradas, sonrisas, personas que
temen las fotos, que les hace gracia, que posan, que se enfadan, que ignoran.
Gente, vida.<o:p></o:p></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="text-indent: 35.4pt;">Al norte del país se encuentra la ciudad más antigua de Etiopía. Llegar allí no es fácil, el país marca sus tiempos: carretera dañada por las lluvias, la población local que acude al mercado ayudando a remolcar camiones, retrasos continuos en el pequeño aeropuerto. Por fin, otro avión de hélices lleva nuestros pasos a Axum. La lluvia nos sigue acompañando y nos presenta una ciudad algo anodina, estructurada en base a una gran avenida bajo la sombra de pequeñas palmeras, comercios y grises edificios. Es díficil imaginar que esta aislada ciudad, casi una mancha de asfalto en el fértil altiplano etíope, </span>esconde en su seno la memoria del origen de Etiopía, el
corazón de un poderoso imperio que sentó las bases históricas y legendarias del
Cuerno de África.</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8SCsOZC_H795E1ZTN5EYONdprIK3hUgG_pRZb3Vv_elZqZ1BCGele8WVA7d8PNsdvDGeez7ag_KpoMR2ZNI0AYtRh-YnTY2TDZpx6TRcWPInU5gCTKf6IhbwVyPETr8FNqmgtbx78tLw/s1600/DSC_0423.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8SCsOZC_H795E1ZTN5EYONdprIK3hUgG_pRZb3Vv_elZqZ1BCGele8WVA7d8PNsdvDGeez7ag_KpoMR2ZNI0AYtRh-YnTY2TDZpx6TRcWPInU5gCTKf6IhbwVyPETr8FNqmgtbx78tLw/s200/DSC_0423.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_F22olqtPtfSkMAlbJOnb4tX-jaq41bw6CQUznS__2vp_XGMkXowTwLxi1MyZkEMlFETMhhRvNa853r9xQGTQ5LnL2cput3YxIU0fo_FrWMXobGKt5my0eifyFYeM_wk2Zq0qXRlfKF4/s1600/DSC_0437.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_F22olqtPtfSkMAlbJOnb4tX-jaq41bw6CQUznS__2vp_XGMkXowTwLxi1MyZkEMlFETMhhRvNa853r9xQGTQ5LnL2cput3YxIU0fo_FrWMXobGKt5my0eifyFYeM_wk2Zq0qXRlfKF4/s200/DSC_0437.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Su carta de presentación es el
gran mercado agrícola, y, como siempre ocurre en los mercados, es donde mejor
puedes conocer a la población local. Pese al barro provocado por la lluvia es
toda una experiencia: dejamos la tierra de los amara para entrar en la zona de
Tigray como muestra la pequeña cruz de Axum tatuada o pintada en la frente, el
tradicional peinado de los tigrinya, túnicas y pañuelos de colores, cientos de
personas vendiendo lo poco que tienen: gallinas, huevos, teff, manteca de cabra
en pequeños recipientes de cerámica cubiertas con hojas; personas que ríen,
negocian, venden, compran; miradas, sonrisas, personas que temen las fotos, que
les hace gracia, que posan, que se enfadan, que ignoran. Gente, vida. </div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPoKIRff0plnt94oKXMyliiMDaq96nlJLLjzFrj67NaHml-gntbp5qFCB1BD3UvuatRsYyYfgAty3Bb85h-6sdXnOdFf2OWijLzW31u4DGITO-Z3DU5ErTiXavFgg9qo-vAooZFnPjwWs/s1600/DSC_0439.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPoKIRff0plnt94oKXMyliiMDaq96nlJLLjzFrj67NaHml-gntbp5qFCB1BD3UvuatRsYyYfgAty3Bb85h-6sdXnOdFf2OWijLzW31u4DGITO-Z3DU5ErTiXavFgg9qo-vAooZFnPjwWs/s200/DSC_0439.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZwJQUD8ubLRM5c9-XXg5kYwOW7g4mqAF8xLvuKWkLB5ivSdMjKZ7tcBxMgoUBkmDD20r05DfEjh-wcgNqgkqTSWe377NUjPWRdn8fTSY-oO2ZfY_duDZ6P4ucOo8ekUfVn-34AWpOUNE/s1600/DSC_0465.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZwJQUD8ubLRM5c9-XXg5kYwOW7g4mqAF8xLvuKWkLB5ivSdMjKZ7tcBxMgoUBkmDD20r05DfEjh-wcgNqgkqTSWe377NUjPWRdn8fTSY-oO2ZfY_duDZ6P4ucOo8ekUfVn-34AWpOUNE/s200/DSC_0465.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtsvYjoQjmj-w0PreJoi_N880i-DFplbA3ehxbrcZhtf7GWW67Hx0egTAZ27aAQc9rZe61oFq8OHhIFrkOS7ef9hZsfwwDry9T-CulWEMUQF6mggBLPmrUjD2csHIGM7PsjITaBgGf-bg/s1600/DSC_0449.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtsvYjoQjmj-w0PreJoi_N880i-DFplbA3ehxbrcZhtf7GWW67Hx0egTAZ27aAQc9rZe61oFq8OHhIFrkOS7ef9hZsfwwDry9T-CulWEMUQF6mggBLPmrUjD2csHIGM7PsjITaBgGf-bg/s200/DSC_0449.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEida9kBdru7r1g5H5bd6olfgk0WMsCVQtgZoRK6kpxX4yOrgmRuolrSoHCPsiVHWjVa43VJ0NJuf8Ncmpwiw5bV5ey7448L0ley_fWD2Aszw9zkt4g6DpkqOPi9TAxXErVvZqxMwRbwOug/s1600/DSC_0484.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEida9kBdru7r1g5H5bd6olfgk0WMsCVQtgZoRK6kpxX4yOrgmRuolrSoHCPsiVHWjVa43VJ0NJuf8Ncmpwiw5bV5ey7448L0ley_fWD2Aszw9zkt4g6DpkqOPi9TAxXErVvZqxMwRbwOug/s200/DSC_0484.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQcwBl_R5zOuQTrD6_t2bFxKAM5IgORE6J9YUcgqpFoY5RYRJ-uiT2kyYNJg_0RjyIi7RoJY4eOsIfSIySAqOmLcAQ_O5zAvcL8HHRPfnDjLZkoAAKVueA1rT2t8JqFBGkqouZQZu5XKo/s1600/DSC_0458.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQcwBl_R5zOuQTrD6_t2bFxKAM5IgORE6J9YUcgqpFoY5RYRJ-uiT2kyYNJg_0RjyIi7RoJY4eOsIfSIySAqOmLcAQ_O5zAvcL8HHRPfnDjLZkoAAKVueA1rT2t8JqFBGkqouZQZu5XKo/s200/DSC_0458.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEja3xY3aDPGTg5qEm9o6JiwfvKDqvNKIcGD_OP-5mwgKQa4qA-ewWmdk1iVt0XNmO_q7XTAVZ-feF1iyc94UCe9FCEQtee3X5yHLdtLla7m6E8-qI7oUQ3D4TpDGN6B-b9aOYFlcU4owAA/s1600/DSC_0488.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEja3xY3aDPGTg5qEm9o6JiwfvKDqvNKIcGD_OP-5mwgKQa4qA-ewWmdk1iVt0XNmO_q7XTAVZ-feF1iyc94UCe9FCEQtee3X5yHLdtLla7m6E8-qI7oUQ3D4TpDGN6B-b9aOYFlcU4owAA/s200/DSC_0488.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="text-indent: 35.4pt;">Etiopía vive sobre las leyendas, sobre los mitos. Para los
etíopes, su origen como nación está muy vinculado con la historia del encuentro
entre </span><st1:personname productid="la Reina" style="text-indent: 35.4pt;" w:st="on">la Reina</st1:personname><span style="text-indent: 35.4pt;">
de Saba (Makeda) y el Rey Salomón de Israel. Fruto de ese encuentro nació
Menelik, quien tras una visita a su padre, regresaría a Axum (Saba) con el Arca
de </span><st1:personname productid="la Alianza" style="text-indent: 35.4pt;" w:st="on">la Alianza</st1:personname><span style="text-indent: 35.4pt;">,
depositándolo para siempre en tierras etíopes. Así lo refleja el </span><i style="text-indent: 35.4pt;">Kebra Nagast </i><span style="text-indent: 35.4pt;">(la gloria de los reyes)</span><i style="text-indent: 35.4pt;">, </i><span style="text-indent: 35.4pt;">la crónica oficial y legendaria de la
historia etíope elaborada en el s. XIV. Esto explica el poder autoritario de
los monarcas etíopes, quienes fundamentaban su autoridad en ser descendientes
de Salomón, del linaje al que pertenece María y Jesucristo. Un autoritarismo
dictatorial del que fue gran ejemplo el último monarca, ya en el s. XX, Haile
Selassie. Más allá de tradiciones y leyendas, la historia escrita de Etiopía se
remonta a más de 3000 años, cuando Axum floreció en el norte, formando el
núcleo del imperio etíope, regido por el </span><i style="text-indent: 35.4pt;">Atse
</i><span style="text-indent: 35.4pt;">(Rey de Reyes). De los contactos con Egipto es prueba los bajorrelieves y
textos que se conservan, haciendo referencia a las expediciones egipcias al
País de Punt (situado alrededor del Cuerno de África y el sur de </span><st1:personname productid="la Pen■nsula" style="text-indent: 35.4pt;" w:st="on">la Península</st1:personname><span style="text-indent: 35.4pt;"> Arábiga). Y es
aquí, en el contexto de los lazos culturales y geográficos entre el Cuerno de
África y el sur de Arabia (Yemen), en el que se ha de situar el reino de Axum,
con el Mar Rojo como escenario, a finales del primer milenio aC.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Axum controlaba las rutas comerciales hacia el mar y la
explotación agraria de las tierras del interior, y, gracias al puerto de <i>Adulis</i> (la actual Zula en Eritrea),
logró dotar al estado de la cultura y el comercio greco-helenístico. Con la
conversión de Egipto en provincia romana y el impulso de Roma a la ruta
marítima con Oriente, para evitar el bloqueo de <st1:personname productid="la Ruta" w:st="on">la Ruta</st1:personname> de <st1:personname productid="la Seda" w:st="on">la Seda</st1:personname> terrestre al que
sometían los Sasánidas, Axum logró florecer como un fuerte estado comercial,
influenciado por las grandes civilizaciones mediterráneas. A partir de ese
momento, sus monarcas se denominarán <i>Neguse
Nagaste </i>(Rey de Reyes) y reflejarán su historia en las grandiosas estelas y
obeliscos de Axum (solo un 8% de lo que queda por descubrir). </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">La leyenda sitúa la residencia de la reina de Saba cerca de la
ciudad, y allí nos dirigimos. En las afueras hay un palacio, del que se
conservan la mayor parte de sus muros y porticados, que se ha asociado a la
reina. En realidad lo que vemos data del s. VII, muy posterior por tanto, pero
una reciente excavación alemana ha encontrado bajo éste los restos de otro
palacio mucho más antiguo, del s. X aC, pero poco más se sabe.</span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhra4KmTcX-VC1n_US8PXvbUuoKjBs_CYQvnmt0in1XfPPF-p_xQ5ReOrjwpB8_zgmBhlJClsZ4rb9wGk3TxSTIIJJNsyEkiv0_ejsc00us1QDD_7NlrY1eTTfkAXXzHFEkbzhFxVRKxbM/s1600/DSC_0539.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhra4KmTcX-VC1n_US8PXvbUuoKjBs_CYQvnmt0in1XfPPF-p_xQ5ReOrjwpB8_zgmBhlJClsZ4rb9wGk3TxSTIIJJNsyEkiv0_ejsc00us1QDD_7NlrY1eTTfkAXXzHFEkbzhFxVRKxbM/s200/DSC_0539.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjO8jRGUigPhA3mJa67vtF0UKK1YAsDqggJtK2WE6-tiev7zBCrXA1t_csMuEahH8mDJwbjbmOpE8Qmj-YTaS5D8wOTNpgvcM-AJGoLwCrcvaJGNC8tn8hw2nI8bfds9A2dXgd4NSL3Joc/s1600/Screenshot_20160809-085008.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjO8jRGUigPhA3mJa67vtF0UKK1YAsDqggJtK2WE6-tiev7zBCrXA1t_csMuEahH8mDJwbjbmOpE8Qmj-YTaS5D8wOTNpgvcM-AJGoLwCrcvaJGNC8tn8hw2nI8bfds9A2dXgd4NSL3Joc/s200/Screenshot_20160809-085008.png" width="112" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Pero si hay algo que recuerda el esplendor axumita, que guarda la
memoria del poder y desarrollo del gran imperio africano, es el Parque de las
Estelas, en el centro de la ciudad. Repartidas por el núcleo urbano y los
alrededores hay más de trescientas estelas pero son los impresionantes
obeliscos de granito datados en el s. IV que encuentras en el Parque lo que más
llama la atención, tanto por su altura (el más alto supera los <st1:metricconverter productid="30 metros" w:st="on">30 metros</st1:metricconverter> de altura) como
por su perfección técnica. Esculpidos en un solo bloque de piedra, monolíticos,
presentan una decoración en varios niveles delimitados por ventanas que parece
asociarse a símbolos religiosos y narraciones históricas. Para algunos, su
significado era acercar a las almas hacia el cielo. El único que siempre ha permanecido
en píe, de <st1:metricconverter productid="21 metros" w:st="on">21 metros</st1:metricconverter>,
tiene como remate final un semicírculo que pudo presentar elementos metálicos
para reflejar los rayos solares. El más grande (no solo de Axum sino del
mundo), de <st1:metricconverter productid="33 metros" w:st="on">33 metros</st1:metricconverter>,
hoy yace en el suelo, seguramente caído tras erigirse al tener una base
demasiado pequeña para aguantar un peso tan grande (casi 600 toneladas). Junto
al que siempre ha permanecido en pie, hoy se puede disfrutar de un tercer gran
obelisco que durante la ocupación fascista de Mussolini fue expoliado e instalado
en la plaza de Porta Capena en Roma. Hace diez años, con el patrocinio de <st1:personname productid="la Unesco" w:st="on">la Unesco</st1:personname>, logró volver a su
lugar de origen. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Bajo los obeliscos, y entre decenas de pequeñas estelas, te
encuentras tumbas a las que se puede acceder, de grandes piedras ensambladas
sin argamasa, aunque el miedo a que el techo ceda y las pesadas losas te
conviertan en un nuevo inquilino <i>per
sempre </i>de las cámaras funerarias, hace que no curioseemos demasiado. Son,
sin embargo, tumbas mudas (“tumba de la puerta falsa” la más conocida), porque
las excavaciones que las sacaron a la luz llegaron mucho después que los
saqueadores. Es este vacío en la historia lo que da lugar a las múltiples
leyendas que han enraizado en la zona. Solo hay un paso de la historia al mito.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">La riqueza del reino explica porqué llegó tan pronto el
cristianismo primitivo a estas tierras, de la mano de monjes sirios, pero la
irrupción del Islam en el s. VII marcaría la decadencia de Axum, tomando el Mar
Rojo y aislando Etiopía desde el punto de vista comercial pero también
religioso y político. A partir de ahí, se centrará en la expansión y cohesión
interior en un proceso que culminará en el s. XIII-XIV con la dinastía Zagwe en
otro escenario: Lalibela.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> La ciudad moderna, no muy grande,
ofrece poco atractivo: una avenida asfaltada salpicada de pequeñas palmeras y tiendas
de souvenirs y productos locales que, partiendo en un extremo del Parque de los
Obeliscos, te lleva a <st1:personname productid="la Catedral" w:st="on">la
Catedral</st1:personname> de Nuestra Señora de Sión, donde según la tradición
aún se conserva el Arca de <st1:personname productid="la Alianza" w:st="on">la Alianza</st1:personname>
con las Tablas de <st1:personname productid="la Ley" w:st="on">la Ley</st1:personname>
de Dios. Fue la primera iglesia de Etiopía, y lugar de coronación de los
emperadores etíopes, pero ha sido destruida en varias ocasiones, Frente a la
construcción moderna (con enormes frescos en su interior y con una placeta
donde jóvenes licenciados se fotografían), hay un templo antiguo con un pequeño
edificio donde descansa el Arca. Está prohibido que alguien pueda ver el Arca,
ni siquiera pueden los monarcas o los patriarcas ortodoxos. Tan solo un
sacerdote guardián lo tiene permitido, encargado de custodiarlo de por vida.
Tuvimos la suerte de poder ver, eso sí de lejos, al sacerdote, a quien la gente
local respeta y tiene devoción por estar en contacto con algo en lo que creen
de forma fervorosa.</span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjm18ligaoluveLaPiURhahsUNRqLrnU9BOlBgSaGuQKxEIbrvuSWtsCAOJA8BEWDbIaN4lOExAizmkZPmvqQCsLA6bml5JtHdS0KoopkoTAV8wkChXPARmKcNyAkNnaX7vlmNjLvDVJdY/s1600/DSC_0563.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjm18ligaoluveLaPiURhahsUNRqLrnU9BOlBgSaGuQKxEIbrvuSWtsCAOJA8BEWDbIaN4lOExAizmkZPmvqQCsLA6bml5JtHdS0KoopkoTAV8wkChXPARmKcNyAkNnaX7vlmNjLvDVJdY/s200/DSC_0563.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvbUgespwZfoFwbr-Tnh0TwDdJbbmW8JdKms0QGSW_rsAyS5jEFS15clupUd3OtYjGdxXOYs-bPTrhDwY3pu9V93knJZpSgdNW-70wmzL86jtDFq2T7hR2TBc0vtVs-FyEZZLZv7v9NiA/s1600/DSC_0564.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvbUgespwZfoFwbr-Tnh0TwDdJbbmW8JdKms0QGSW_rsAyS5jEFS15clupUd3OtYjGdxXOYs-bPTrhDwY3pu9V93knJZpSgdNW-70wmzL86jtDFq2T7hR2TBc0vtVs-FyEZZLZv7v9NiA/s200/DSC_0564.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Fervor que compartimos en otro tipo de experiencias en la ciudad,
menos religiosas pero igual de festivas: cena con bailes tradicionales, donde tenemos
ocasión de demostrar el ritmo de hombros aprendido en Lalibela, y pasear en los
rickshaws o bajajs en busca de pubs nocturnos en los que bailar y reír con los
jóvenes locales al son de las Saint Georges. No todo es historia en Axum.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">SIMIEN</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Al día siguiente una furgoneta retoma el camino, a través de la
carretera que une con Gondar. Nos dirigimos al Parque Nacional de las Montañas Simien,
el primero de los patrimonios de <st1:personname productid="la Humanidad" w:st="on">la Humanidad</st1:personname> que tiene el país. La carretera,
polvorienta y a menudo con baches, cruza el cañón del río Tekeze, que durante
un tramo es la frontera occidental con Eritrea. A ratos, una exuberante
naturaleza nos atrapa, y hacemos breves paradas en las que abrazamos enormes
baobabs. Las noticias de revueltas populares que están cortando las carreteras
cerca de Gondar, nos obliga a hacer una parada en Haida para un rápido picnic y
cambiar la vieja furgoneta por un bus local. Y en él continuamos hasta Debark, al
pie de las montañas, base para el inicio de las expediciones a las Simien. Allí
recogemos a nuestro ranger particular, Alí, que con su kaláshnikov nos
escoltará en el parque. Parece día de mercado, y casi una docena de personas
hacen traslado de nuestros petates y sacos del bus a los 4x4. La escena es casi
cómica, una orgía de colores entre los macutos y la ropa de la gente arriba y
debajo de los vehículos, mientras el equipaje vuela sobre nuestras cabezas
hasta atarse en el techo de los 4x4. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhEMX1MaMetO-KlJuvOv__01YeRFnWOCE0eXy9MgiRba_viPfNFDkB8iqUuXMN-sSiYQxhJa3T82IWqdx9OFG3cPzyhAuVCBmauutqjPLde3KzakfRz5A6jmCxuxw0KGkz-41MJNoiM7e8/s1600/DSC_0578.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhEMX1MaMetO-KlJuvOv__01YeRFnWOCE0eXy9MgiRba_viPfNFDkB8iqUuXMN-sSiYQxhJa3T82IWqdx9OFG3cPzyhAuVCBmauutqjPLde3KzakfRz5A6jmCxuxw0KGkz-41MJNoiM7e8/s200/DSC_0578.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXfMxKv2RoADrGqDcpPwzcqgD0KbJoH_poEM_g4-s0wZw8zX-kDnKlnYtSMA7OIe453SVzQaX6Mm5dUIJg-ZlDWhN43z89hFAmMoVV3RI_OlHvrER9QQXoWDje2WnYlok1CtjvSHD1sOE/s1600/DSC_0598.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXfMxKv2RoADrGqDcpPwzcqgD0KbJoH_poEM_g4-s0wZw8zX-kDnKlnYtSMA7OIe453SVzQaX6Mm5dUIJg-ZlDWhN43z89hFAmMoVV3RI_OlHvrER9QQXoWDje2WnYlok1CtjvSHD1sOE/s200/DSC_0598.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Quince kilómetros nos separan de la entrada al parque, y los
recorremos bajo la lluvia. Estamos en la cima de Etiopía y el techo de África,
con dos picos por encima de los 4mil metros (Ras Dashen, 4620), las montañas
Simien, que en amárico significa Norte. Una vez dentro, una pequeña pista de
tierra nos dirige a nuestro camping, en Sankaber, donde se inician las rutas a
pie. Los árboles desaparecen para dejar paso a la bruma, las piedras y los
arbustos característicos de la altura. Pronto aparecen los primeros grupos de
babuinos Gelada, entre la neblina, y me da por pensar que algo así debió ver
Dian Fossey con sus gorilas. Prácticamente están presentes en cada tramo de
nuestro camino en las montañas, siempre en zonas abiertas y escarpadas, cerca
de barrancos y precipicios por si hay peligro, ya sea comiendo o despiojándose
y emitiendo fuertes gruñidos guturales. Gelada significa corazón sangrante,
refiriéndose a la parte de piel roja y pelada que tiene en el pecho y la
garganta. Los machos son más grandes que las hembras, y presentan una copiosa
melena que hace que también se les denomine como mono león. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgcTML7GI3x5JjlsTW4P3PXg7gjKmvWOpxLzieVozStZ0ighkmDY9g2zsDfqUMRg2emTD3Bhu4KVYngqCgO34apJdBc5rSgrGbE5A-0w4f54e8U-0SBOxBHe-rEtZbzGJNJuW7CIzxn6ZM/s1600/DSC_0635.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgcTML7GI3x5JjlsTW4P3PXg7gjKmvWOpxLzieVozStZ0ighkmDY9g2zsDfqUMRg2emTD3Bhu4KVYngqCgO34apJdBc5rSgrGbE5A-0w4f54e8U-0SBOxBHe-rEtZbzGJNJuW7CIzxn6ZM/s200/DSC_0635.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhK6f8Eqp6y-EHRH9wATEAU-aHzS3faTR-CDs79w9MUEdglYKHr4MSAqhyWAjMi3WGfX-f7vXSwuooh4RHp0YNOZqvvxJsZISBqTJg9f6Iuz7oRBB0O8fq1Ox5LTOaoSTtBW_uUY-RqD6U/s1600/DSC_0807.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhK6f8Eqp6y-EHRH9wATEAU-aHzS3faTR-CDs79w9MUEdglYKHr4MSAqhyWAjMi3WGfX-f7vXSwuooh4RHp0YNOZqvvxJsZISBqTJg9f6Iuz7oRBB0O8fq1Ox5LTOaoSTtBW_uUY-RqD6U/s200/DSC_0807.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5Zt3IOQZ_otW_8Ebbfe4V6H37FmdLojQYHDcByyF2YERe76Wl7_165SsY43dk_MLWDzy3tXxXzCwQZMT4jGPoyN9E5jrRkdOOQDz526_IG8OarOt3uD82FYdWANxiII16BZLaxXLDVBY/s1600/DSC_0847.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5Zt3IOQZ_otW_8Ebbfe4V6H37FmdLojQYHDcByyF2YERe76Wl7_165SsY43dk_MLWDzy3tXxXzCwQZMT4jGPoyN9E5jrRkdOOQDz526_IG8OarOt3uD82FYdWANxiII16BZLaxXLDVBY/s200/DSC_0847.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNJZBq4geYCPWGFDnXqPwXrTbGBaIe9tyI4YhMzmeNUKOC1elkfLnLjinvkesexZRdF-gW8UjWJ4IrDjOqh-INQokTN6wVLm9ENqdlJY9ANaFcpss7L3HcGdXmaC4KypJN2xGqjbesWHc/s1600/DSC_0848.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNJZBq4geYCPWGFDnXqPwXrTbGBaIe9tyI4YhMzmeNUKOC1elkfLnLjinvkesexZRdF-gW8UjWJ4IrDjOqh-INQokTN6wVLm9ENqdlJY9ANaFcpss7L3HcGdXmaC4KypJN2xGqjbesWHc/s200/DSC_0848.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">La lluvia y los monos son la compañía ineludible hacia Sankaber,
donde fijamos nuestras tiendas de campaña por encima de los 3200 metros de
altura. Al anochecer, el frío entumece el cuerpo. Nada mejor que una buena
cena, un fuego, los chistes de Gonzalo y Javier, un cartón de vino y chupitos
de licor local. El cansancio hace el resto. Cuando llegas al saco, unos con más
facilidad que otros, no hay nada mejor en el mundo que dormir oyendo la lluvia
al calor de tu tienda. Agradeces tu saco polar y tus mallas térmicas. Cierras
los ojos, cansado pero feliz.</span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEig7IDSalxVgEbpqg651C3cGukgRx9XC9s4Lg5V08jJQR9DtdTJopCRww-5B_vAFfivNeVQqWCUdvLI1h5YHv3s5dgE8LdTpAtB1tZSppDjLqRS1rvAhGpKVP1cWez9iGSAe2q34YYcqVU/s1600/DSC_0746.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEig7IDSalxVgEbpqg651C3cGukgRx9XC9s4Lg5V08jJQR9DtdTJopCRww-5B_vAFfivNeVQqWCUdvLI1h5YHv3s5dgE8LdTpAtB1tZSppDjLqRS1rvAhGpKVP1cWez9iGSAe2q34YYcqVU/s200/DSC_0746.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIxz_2DbXWc7JFpIjq4wlfADp1OzYizGFB-hLWTka4qV1QdNfyEFwLLydL_Q961fylsR5yNXJuIjfJp0ATTDoS-ZGCamwhmnGLm0asyUlCJn_C4GB0eN2cUSL2mbXdfxEYLyA4ZD3Oa9s/s1600/DSC_0760.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhIxz_2DbXWc7JFpIjq4wlfADp1OzYizGFB-hLWTka4qV1QdNfyEFwLLydL_Q961fylsR5yNXJuIjfJp0ATTDoS-ZGCamwhmnGLm0asyUlCJn_C4GB0eN2cUSL2mbXdfxEYLyA4ZD3Oa9s/s200/DSC_0760.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Un cielo nublado, que a ratos deja
ver un azul intenso, nos despierta a primera hora para animarnos a iniciar un
trekking. En fila india caminamos por una senda estrecha, a ratos húmeda y
encharcada, para serpentear o casi crestear por los riscos y la cima de las
montañas. La marcha es lenta, la altura, la falta de oxigeno y el cansancio
influye. Sobre una alfombra de hierba verde caminamos como huérfanos detrás de
nuestro guía Alí y su fusil, atento a sus pasos, a las huellas de los íbex o
los felinos (chacales), a las orquídeas, lobelias y rosas de Abisinia, a las
espectaculares vistas cerca del abismo de Geech, abruptas paredes de roca que
se pierden en un infinito por la niebla. Desde la bruma, una nueva manada de
babuinos nos ve partir. No hemos sido más que una distracción en sus tierras.
Ellos seguirán allí, en sus desfiladeros y cortados, testigos de una húmeda
naturaleza salvaje. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5YXzwUk9MCdZJRu5y46UBwsdwu5CAPzFlVSK8U9l1_l37acI-XHoSlJIJ3VtRmLC1GznsGRgwUfVY1XdhPEu60xizBUSg7O1zlNXRefNWWUKyi83l9PkW7kPqhC1yfI4zz5MvShjUP-o/s1600/DSC_0720.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5YXzwUk9MCdZJRu5y46UBwsdwu5CAPzFlVSK8U9l1_l37acI-XHoSlJIJ3VtRmLC1GznsGRgwUfVY1XdhPEu60xizBUSg7O1zlNXRefNWWUKyi83l9PkW7kPqhC1yfI4zz5MvShjUP-o/s200/DSC_0720.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEis5zzcX6KVhRoE8LbQbxsOgdZrXQHA670Cih4Icf6VDU2jUCS-Dp6cVuQ_9fzNzJ2MOOAGYaEVVvU6T4QMtjw_JPm0hrDldKXcF0EU9JDY6eoJ3iZptcEaH9B1grqoiwDhZvoM1HGUSXQ/s1600/DSC_0714.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEis5zzcX6KVhRoE8LbQbxsOgdZrXQHA670Cih4Icf6VDU2jUCS-Dp6cVuQ_9fzNzJ2MOOAGYaEVVvU6T4QMtjw_JPm0hrDldKXcF0EU9JDY6eoJ3iZptcEaH9B1grqoiwDhZvoM1HGUSXQ/s200/DSC_0714.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">GONDAR.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">A 200 kms se encuentra Gondar. El trayecto es hermoso y fértil,
campos verdes, niños pastores descalzos con originales gorros de plástico que
en verdad son chubasqueros enrollados, aves de colores, grandes planicies de cultivos
de arroz y teff. En su comarca, sobre todo en Wolleka, aún siguen viviendo los
últimos <i>falashas, </i>los antiquísimos
judíos etíopes con los que entronca parte de la tradición salomónica. Es la
zona más visitada del país junto Lalibela, y eso se nota en el desarrollo de la
ciudad (olvidándonos de los parámetros occidentales) a pesar de su falta de
recursos. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Gondar es la capital medieval del país, y, como ocurre en todo el
norte, sus muros encierran mucha historia. Tras la caída de la dinastia Zagwe
de Lalibela, llegó al poder una nueva dinastía procedente de las mesetas
centrales de los amara, que entroncó de nuevo con la tradición legitimadora de
Saba. Esta nueva dinastía, salomónica amara, será la que protagonice la historia
de Etiopía hasta el siglo XVIII.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">En el siglo XVI el avance musulmán a través de sultanatos dividió
el territorio en una mitad cristiana y otra musulmana, lo que explica la
llegada de portugueses por la necesidad de auxilio militar por parte de la dinastía
cristiana en su enfrentamiento con el mundo islámico. Desde <st1:personname productid="la Edad Media" w:st="on"><st1:personname productid="la Edad" w:st="on">la
Edad</st1:personname> Media</st1:personname>, en torno al s. XII, se había
difundido por Europa la creencia en el Preste Juan, un monarca sacerdote
cristiano, de origen oriental, que estaba enfrentándose y venciendo a los reinos
musulmanes. Pronto los diferentes reinos europeos, también en lucha con el
Islam, se lanzaron en su búsqueda pero sin éxito. En el s. XV, los portugueses
que estaban circunnavegando África, creyeron identificarlo en tierras etíopes y
así entraron en contacto dos culturas que se necesitaban mutuamente: una, la
portuguesa, por su expansión comercial en la ruta asiática, y que vio en el
dominio del Mar Rojo una oportunidad única para consolidar su poderío
comercial; y la otra, la etíope, por su necesidad de unificar el territorio y
controlar el envite musulmán. La presencia de los jesuitas, volcados en la
evangelización de África y Asía, sería el medio por el que ambos estados
intentaron conseguir sus objetivos. La huella portuguesa y jesuita sería lo siguiente
que descubriría en este viaje apasionante.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Y así conozco Gondar, la capital
imperial en los siglos XVII y XVIII, fundada por Fasilidas en 1636. El cambio
en la localización de la capital, desde Lalibela a este lugar, no fue un
capricho de la nueva dinastía. Se dice que el emplazamiento lo eligió el
jesuita español Pedro Páez para el emperador Susinios (padre de Fasilidas), a
quien pretendía convertir al catolicismo bajo la promesa de la ayuda militar
portuguesa. Protegida por una alta cadena montañosa, su situación estratégica
entre las rutas comerciales del valle del Nilo, las explotaciones sureñas de
café y la salida al Mar Rojo, convertían el enclave en un centro político y
económico de primer orden, justo al norte del lago Tana. </span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxQpMCJuRVYsBMJoyERUnAp_15-QG717SeFCAAk8oEnPOn44qbUPTKAM_Lwd2b3Yy9fR31UeoTf9_WyjuijdSKBPfGRacmilD-ztFg14xfJNKP4Hp3JDxnpcYRs3iA88b2JcVTEQLCiqE/s1600/DSC_0864.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgxQpMCJuRVYsBMJoyERUnAp_15-QG717SeFCAAk8oEnPOn44qbUPTKAM_Lwd2b3Yy9fR31UeoTf9_WyjuijdSKBPfGRacmilD-ztFg14xfJNKP4Hp3JDxnpcYRs3iA88b2JcVTEQLCiqE/s200/DSC_0864.JPG" width="200" /></a></div>
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFaID2WKCjo_1cm9IlE_a5CAEHyaYOuUk-7Cp-Wp2DqLbz8RJ9Yeh8QUxeekQ2Z0wFEEtHUSYUJAgdhumHvpIGKK6HOilMFJASu91Kp-aqHe4CKZqZy4z4zZtKy5If1r6c49_oiedgvFk/s1600/DSC_0865.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em; text-align: center;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFaID2WKCjo_1cm9IlE_a5CAEHyaYOuUk-7Cp-Wp2DqLbz8RJ9Yeh8QUxeekQ2Z0wFEEtHUSYUJAgdhumHvpIGKK6HOilMFJASu91Kp-aqHe4CKZqZy4z4zZtKy5If1r6c49_oiedgvFk/s200/DSC_0865.JPG" width="200" /></a><br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">En plena llanura boscosa, el recuerdo de la capital imperial y de
la influencia portuguesa y de <st1:personname productid="la India Mogol" w:st="on"><st1:personname productid="la India" w:st="on">la India</st1:personname> Mogol</st1:personname>
queda reflejado en la arquitectura de una serie de castillos y una biblioteca,
que conforman lo que se conoce como el Recinto Real. El primero que marcó el
camino de esta particular arquitectura gondariana, que ha hecho llamar a este
conjunto <st1:personname productid="la Camelot Africana" w:st="on"><st1:personname productid="la Camelot" w:st="on">la Camelot</st1:personname> Africana</st1:personname>,
es el Castillo-Palacio del rey Fasilidas. Sobre piedra basáltica local, se
erigen edificaciones de fuertes y gruesos muros, en varios pisos y rematados por
torres de cúpula circular de influencia mogol, rodeados por una alta muralla.
Los palacios de Iyassu, Bakaffa, la biblioteca de Yohannes, el Archivo o los
Baños de Fasilidas completan un conjunto donde las tradiciones culturales
europea, africana y asiática confluyeron en la creación de un arte único y
espectacular. Las luchas dinásticas, las revueltas de los oromo y Tigray y el
acecho musulmán acabarían por hundir la dinastía y el abandono de la capital en
el s. XIX. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEji6Isrudsc4-Gp2vm2vmEReIMb8fjBQ2vERMDPJrMGCyw_rUHDNVmwzmQDYLOrcO9_ND1oNgGJs5Oenp-DFFa6OkzSYQllJTCXQRUVNiS69X56lr1FA6lbA8a7KekZ_qN3DWBAE1ZtlRU/s1600/DSC_0871.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEji6Isrudsc4-Gp2vm2vmEReIMb8fjBQ2vERMDPJrMGCyw_rUHDNVmwzmQDYLOrcO9_ND1oNgGJs5Oenp-DFFa6OkzSYQllJTCXQRUVNiS69X56lr1FA6lbA8a7KekZ_qN3DWBAE1ZtlRU/s200/DSC_0871.JPG" width="200" /></a></div>
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEieaGCdWM1BZ79oAXtjrR6wLmMaoNmnY_z8rxsYiDnd-E0glMLU4ecAWkWtcdcSJ7lsmyURQfBprn536M8x2xCE8wMH0RQtFZPgJB5CXhKfCjEsN7oO1bHNcO6Gt0aCodRL5D8tv6nzu_g/s1600/DSC_0888.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em; text-align: center;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEieaGCdWM1BZ79oAXtjrR6wLmMaoNmnY_z8rxsYiDnd-E0glMLU4ecAWkWtcdcSJ7lsmyURQfBprn536M8x2xCE8wMH0RQtFZPgJB5CXhKfCjEsN7oO1bHNcO6Gt0aCodRL5D8tv6nzu_g/s200/DSC_0888.JPG" width="200" /></a><br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Pasear por sus ruinas en una tarde lluviosa, prácticamente solos,
le da un carácter casi fantasmal. Las explicaciones del guía, rápidamente se
pierden en el aire húmedo. Preferimos separarnos un poco, entre rincones de
piedra y una vegetación que le gana terreno a la mano del hombre. Lo cierto es
que desconcierta, la estampa es más de escenario escocés que etíope, y las
piedras envejecidas traen a tu mente las luchas dinásticas y revueltas que el
guía intenta explicar. Alguien me comentó que Tolkien visitó este lugar y vio
en él el escenario para construir en su imaginación los castillos de <st1:personname productid="la Tierra Media." w:st="on">la Tierra Media.</st1:personname> Pero
las risas ante las fotografías de mis compañeros me sacan de mi
ensimismamiento, y entre bromas y la amenaza de lluvia llegamos a los Baños de
Fasilidas, extramuros del Recinto Real, un palacete de dos plantas rodeado por
un estanque o piscina rectangular donde la humedad y la vegetación han
desarrollado raíces de árboles que devoran el muro de piedra que lo rodea. Acoge
la fiesta del Timkat o Epifanía, donde miles de etíopes se bañan en las aguas
de la piscina o estanque para purificarse en la renovación del Bautismo y las
mujeres estériles buscan la fertilidad.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEianMw-6gm-mGYqZZo0pu5QoQQp2W36nWUXY2cgk-LMVGqac5E3HMe3VyNgOQ-FmrlRz6h6y7eRGMDyXoBN40c9vUqK94067MbnpuyGobF9dmlkJWDh1vg6ql8sy9Ze4e4DT_3fiIG-ic0/s1600/DSC_0932.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEianMw-6gm-mGYqZZo0pu5QoQQp2W36nWUXY2cgk-LMVGqac5E3HMe3VyNgOQ-FmrlRz6h6y7eRGMDyXoBN40c9vUqK94067MbnpuyGobF9dmlkJWDh1vg6ql8sy9Ze4e4DT_3fiIG-ic0/s200/DSC_0932.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbSe67u8OFfkx5AnyktvQZ3Ebb4UZfmsUEswASEG25pgYxV4-E7JLSqDQvJsMgACUQGw35bgTmzSgIzbr5xVe-SGOBJiE5g5jpeoEpZwYMV0ZeIcGHKJHRZqwAaTT8UR6ipGOlvUFwubY/s1600/DSC_0936.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhbSe67u8OFfkx5AnyktvQZ3Ebb4UZfmsUEswASEG25pgYxV4-E7JLSqDQvJsMgACUQGw35bgTmzSgIzbr5xVe-SGOBJiE5g5jpeoEpZwYMV0ZeIcGHKJHRZqwAaTT8UR6ipGOlvUFwubY/s200/DSC_0936.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Junto al Recinto Real y los Baños de Fasilidas, en una zona
solitaria a un kilómetro de la ciudad, es obligatoria la visita a <st1:personname productid="la Iglesia" w:st="on">la Iglesia</st1:personname> de Debre Birhan
Selassie (Monte de la luz de <st1:personname productid="la Trinidad" w:st="on">la
Trinidad</st1:personname>), de finales del s. XVII. En un jardín de enebros y
olivos, arrullada por el sonido de los pájaros, se erige un edificio sencillo
en el exterior, de planta rectangular y rodeado por soportales. Tiene en su
interior cierto aire bizantino entre los impactantes frescos que narran la vida
de Jesús, <st1:personname productid="la Trinidad" w:st="on">la Trinidad</st1:personname>
o el Infierno, y el hermoso artesonado de madera que cubre el techo plagado de casi
un centenar de rostros de ángeles cuyos ojos te observan desde cualquier rincón
y que prácticamente se ha convertido en uno de los símbolos de Etiopía.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRPS9QccjNrWhzawEbbw5ZEQpe0mYxZRlELQt0DjOvG5BrbGra0ywIWEcwrLiq07LcL8sv7INVhKoR1T6np8kI22ME9Sa_5U7S2p1Eu4a2MDCjI7TGGe-BX-7vY4TDHtFteQXKG6TiOs0/s1600/DSC_0894.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRPS9QccjNrWhzawEbbw5ZEQpe0mYxZRlELQt0DjOvG5BrbGra0ywIWEcwrLiq07LcL8sv7INVhKoR1T6np8kI22ME9Sa_5U7S2p1Eu4a2MDCjI7TGGe-BX-7vY4TDHtFteQXKG6TiOs0/s200/DSC_0894.JPG" width="200" /></a></div>
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQsZZCAbVMimLVjGhJmp6-NAmYBpLvSw_nzDhG6hArvSOnz7X7lX09bzJC9CfjbVOA_q70UjKXHq6rBRRsVC4Mp4Kunf811IaOXeltn4g5tH9M2QfVK-SgPz7jxIa5i85OHLbky5UMkiw/s1600/DSC_0923.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em; text-align: center;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQsZZCAbVMimLVjGhJmp6-NAmYBpLvSw_nzDhG6hArvSOnz7X7lX09bzJC9CfjbVOA_q70UjKXHq6rBRRsVC4Mp4Kunf811IaOXeltn4g5tH9M2QfVK-SgPz7jxIa5i85OHLbky5UMkiw/s200/DSC_0923.JPG" width="200" /></a><br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Regresando a nuestro alojamiento, el
silencio en las calles y la presencia del ejército nos indica que algo pasa. En
Gondar y Bahar Dar, los amara han salido a la calle para pedir reformas
políticas y judiciales después de años de marginación por parte del Gobierno.
El detonante parece haber sido unos impuestos y la aprobación de un plan
urbanístico que pone en peligro las tierras de los campesinos. La policía para
dispersarlos ha utilizado munición real y la consecuencia ha sido más de cien
muertos. Aislados en el hotel, estamos pendientes de las noticias. Poco podemos
hacer e impotentes dejamos la ciudad, desapareciendo como lo hacen las nubes
tras la lluvia.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">BAHAR DAR.
Noroeste.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">La naturaleza y la vida etíope va difuminando nuestra impotencia,
llevando ante nuestros ojos hermosas estampas de la vida del norte: los niños
pastores con sus familiares gorros-chubasqueros que con su mirada altiva
asemejan ser pequeños emperadores, buitres carroñeros al acecho de cualquier
resto animal, campesinos encorvados recogiendo la cosecha, salpicando de
alegres motas de color los enormes y verdes arrozales. Y, a medio camino, el
“Dedo de Dios”, una formación rocosa (quizás la chimenea de un antiguo cráter) de
casi cien metros sobre una ladera, que nos tiene hipnotizados un buen rato
esperando que la nubosidad variable defina el dedo divino con nitidez. Así,
entre breves paradas para respirar el aire fresco del norte y fotografiar,
logramos llegar a Bahar Dar.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi80HvZkDV1kdCsn4FJEwDWtmxcBvn6pBpOlF2hi7apwG8uIZ3ohZlrrrCA8G30QovSk8GYqZod96H_zZZHUiI7w6BscpmZFrMXZPwbl_tHzqGScIIFImV-MkNYBo74ufjPTaqcOCiPzhs/s1600/DSC_0964.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi80HvZkDV1kdCsn4FJEwDWtmxcBvn6pBpOlF2hi7apwG8uIZ3ohZlrrrCA8G30QovSk8GYqZod96H_zZZHUiI7w6BscpmZFrMXZPwbl_tHzqGScIIFImV-MkNYBo74ufjPTaqcOCiPzhs/s200/DSC_0964.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEij6qtk1UHq4tByNx3-O2KtsiA9l-rqXf2iZ4Wm4Vzrn5dH936-kaTS1HTUiT2UGj13N7_4yPETLt9zoVH19hMhauw6ERApuT2mqJFms0nUDpFOmHXDP5dDssfSXR2cZC6AooeOxj9dx6c/s1600/DSC_0972.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEij6qtk1UHq4tByNx3-O2KtsiA9l-rqXf2iZ4Wm4Vzrn5dH936-kaTS1HTUiT2UGj13N7_4yPETLt9zoVH19hMhauw6ERApuT2mqJFms0nUDpFOmHXDP5dDssfSXR2cZC6AooeOxj9dx6c/s200/DSC_0972.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQF14pzGcgzcHKTQd5NmVE7AvuoeRnetqGobPd9YEnbRVd5DjJ8XUfR0JomfypP9jmI8rXS6BJqVAAFzXBjWyDXa71DUs7AYLgBDVk-9XUdfOUTAwaYGz-W5L5P9n9etEK9LkAnUvwtmk/s1600/DSC_1004.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQF14pzGcgzcHKTQd5NmVE7AvuoeRnetqGobPd9YEnbRVd5DjJ8XUfR0JomfypP9jmI8rXS6BJqVAAFzXBjWyDXa71DUs7AYLgBDVk-9XUdfOUTAwaYGz-W5L5P9n9etEK9LkAnUvwtmk/s200/DSC_1004.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGZnFz3k_yhFtnS2SE3rfkatnHWxUJV_BszbPMKidfun-JdIE-7l1O0A8aB23jdhmIQeMRrALEJHC0d9pnvtPld1nPlEpK196V3Q6qp54k5e6AF2Xf8Zg9CWmMW4CHyyLJ9PTTZCTmAtM/s1600/DSC_1017.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjGZnFz3k_yhFtnS2SE3rfkatnHWxUJV_BszbPMKidfun-JdIE-7l1O0A8aB23jdhmIQeMRrALEJHC0d9pnvtPld1nPlEpK196V3Q6qp54k5e6AF2Xf8Zg9CWmMW4CHyyLJ9PTTZCTmAtM/s200/DSC_1017.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Se trata de la capital de la etnia amara, una atractiva ciudad con
amplias avenidas de palmeras, ficus y buganvillas, moderna y limpia, que
disfruta de hermosos atardeceres. Se asienta en las orillas del Lago Tana, y
desde mi habitación, que da a un espacioso jardín que mira a sus aguas, puedo
sentir como la suave brisa que arranca a media tarde refresca el ambiente,
aunque el miedo a los mosquitos nos obligue a cerrar ventanas y puertas.
Gonzalo y yo, como un buen número de mis compañeros, aprovechamos para lavar a
mano y tender camisetas y pantalones que necesitaremos para el camino del sur.
Y aprovechamos el descanso para coger fuerzas, y engordar, con su excelente
cocina (¡¡esa tilapia!!) y las rondas sin fin de cervezas.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Bahar Dar nos sirve como punto de partida para navegar el Lago
Tana, el más grande del país, y que hace de mar para un país sin mar. De origen
volcánico, el lago se encuentra a <st1:metricconverter productid="1380 metros" w:st="on">1380 metros</st1:metricconverter> de altitud y es el segundo lago más
grande de África, con 3600km cuadrados de superficie Tenemos como propósito
recorrer las numerosas islas que, cubiertas de vegetación, esconden pequeños
poblados y antiguas iglesias y monasterios medievales de planta circular, donde
monjes ortodoxos se aislaron en retiro espiritual. La tradición dice que en una
de estas islas, entonces aisladas y en la periferia del reino etíope, se
custodió el Arca de <st1:personname productid="la Alianza" w:st="on">la Alianza</st1:personname>
ante el avance musulmán. Sus aguas infectadas de cocodrilos e hipopótamos
ayudaban a su defensa. En sus aguas parece reflejarse su espiritualidad.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjAdv60_u0HY7pW0V44cq5gJAmOSjMgYRGKx7mmIZGCDWZroZ8SYvj8xCBm7kgbEuwO5tR7Omu7svWNNDOyTinv4mLRjKiq0ClBmBNMczzNebJBcesg00sr8fjDdkPw2P-I2ZH_O11YTrY/s1600/DSC_1089.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjAdv60_u0HY7pW0V44cq5gJAmOSjMgYRGKx7mmIZGCDWZroZ8SYvj8xCBm7kgbEuwO5tR7Omu7svWNNDOyTinv4mLRjKiq0ClBmBNMczzNebJBcesg00sr8fjDdkPw2P-I2ZH_O11YTrY/s200/DSC_1089.JPG" width="200" /></a></div>
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7u9nVXiIEnHX6E8UTlCOwUnsyXzXIqTcriY1LFQOU4ZSImmJqcz4dWoA_BRBBPkBlqGeRSlzeob5QTLIhVcwvuSq2bPYDGkegjkBrlJU_cu-emOHa5zAuAQZY1VSYEIqH0lLgid1eufs/s1600/DSC_1066.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em; text-align: center;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7u9nVXiIEnHX6E8UTlCOwUnsyXzXIqTcriY1LFQOU4ZSImmJqcz4dWoA_BRBBPkBlqGeRSlzeob5QTLIhVcwvuSq2bPYDGkegjkBrlJU_cu-emOHa5zAuAQZY1VSYEIqH0lLgid1eufs/s200/DSC_1066.JPG" width="200" /></a><br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">En una pequeña embarcación a motor navegamos por el lago, bajo
gaviotas y cormoranes, contemplando sobre el azul del Tana las pequeñas islas,
que como verdes salpicaduras, permiten adivinar entre su follaje los tejados de
las iglesias acariciados por el sol. Así relucen las iglesias de Kebran Gabriel
o Kebra Maryam, entre árboles salvajes de mango y papaya. Es hermoso observar a
los pescadores con sus frágiles barcas de papiro, <i>tankwas</i>, prácticamente sumergidas en el agua en busca de la perca
del Nilo o la apetitosa tilapia, lanzando y recogiendo sus redes; mientras
planean diferentes aves en busca de comida<i>.</i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Al noroeste, en la península de Zaghe, podemos visitar si acaso la
más bella de estas iglesias, Ura Kidane Mehrat (Iglesia de Santa María).
Acceder a ella es pasear desde el embarcadero por un pequeño camino de tierra
rodeado de una vegetación frondosa ladera arriba. La humedad, el bosque de
manglar, las plantas de café salvaje, los pájaros y la población local que te
ofrece recuerdos y artesanía de mimbre son tus compañeros en un sendero que, al
ascender, parece que te lleva a algo oculto, protegido. Datada en el s. XIV, su
planta circular con paredes de ladrillo recubiertas de adobe, esconden unas
hermosas pinturas bíblicas de los s. XVIII-XIX de estilo etíope e influencia
bizantina: barrocas, coloridas, casi infantiles en el trazo. Deambular por sus
muros es leer <st1:personname productid="la Biblia" w:st="on">la Biblia</st1:personname>,
y quizás esa fue la intención de monjes silenciosos que desde su retiro
quisieron enseñar <st1:personname productid="la Fe" w:st="on">la Fe</st1:personname>
a través de los ojos y el corazón. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3-98Ls8YM0RJcBeYnDkqd23zaer7zMDGHau4ZXiRUpSYwJUKNxGm8ez__lqUU9NLeBYz0NNEHMjOasq3UpcUlwl0DJWEM0uRsIjPm8S1v10I0Uc9MWjro1OvqBOO9Tq-2wHEoA2dk8js/s1600/DSC_1069.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3-98Ls8YM0RJcBeYnDkqd23zaer7zMDGHau4ZXiRUpSYwJUKNxGm8ez__lqUU9NLeBYz0NNEHMjOasq3UpcUlwl0DJWEM0uRsIjPm8S1v10I0Uc9MWjro1OvqBOO9Tq-2wHEoA2dk8js/s200/DSC_1069.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Al sur del lago Tana nace el <i>Gish
Abbay </i>(pequeño Nilo), vertiendo sus aguas en el lago y dando lugar al Nilo
Azul (el <i>Ghion</i> etíope), que se nutre
de ellas. A escasos kilómetros del lago, el Nilo Azul inicia su descenso hacia
Sudán, entre una espesa vegetación y verdes montañas, campos de cultivo y
papiros, en un espectáculo de la naturaleza: las cataratas de <i>Tis Isat </i>(<i>agua que echa humo</i>, en amárico). En el camino hasta llegar al
parque de las cataratas se cruzan pequeñas poblaciones rurales con una vida
bulliciosa, poblados que crecen junto a la carretera donde observas negocios de
todo tipo con las puertas abiertas y las mercancías lanzadas al camino, mesas
de billar, juegos de niños, ropa tendida, porteadores, animales, pastores con
largas mantas sobre los hombros para protegerse del frío, pequeñas estampas de
vida local que quedan grabadas en mi retina y mi diario.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTATBnFPqyhpwLkCKYklWLIWhEdD9uTxRRjXMjuJ4p9RO69jX_zzA7nSphbC-OKp7RduS2cAwmL4Gvn-fPloJd42j-M25_wUEnNoPPeMSlmItQQwqTbjqWsseW0M6LOJLbpDbQp_4liEI/s1600/DSC_1186.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTATBnFPqyhpwLkCKYklWLIWhEdD9uTxRRjXMjuJ4p9RO69jX_zzA7nSphbC-OKp7RduS2cAwmL4Gvn-fPloJd42j-M25_wUEnNoPPeMSlmItQQwqTbjqWsseW0M6LOJLbpDbQp_4liEI/s200/DSC_1186.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Seguimos la estela del padre Pedro Páez, jesuita hispano y el
primer europeo en contemplarlas en 1613, y es imposible olvidarlo mientras
atravesamos el Nilo Azul por el <i>Agam
Dildi</i>, un hermoso y sencillo puente de sillares de piedra construido en un
desfiladero por los portugueses en el s. XVII. Al pasar el puente y ascender la
montaña, se empieza a oír el sonido de las cataratas. Un ruido de agua que es
mi guía ahora. Y al girar la otra cara de ladera, las descubres desde lejos. Me
tiembla todo el cuerpo. Conforme te acercas se abre el paisaje, el camino, y
allí están. No hay palabras, sigo temblando. Debido a las lluvias, las
cataratas están teñidas de marrón por la tierra y sedimentos que arrastran sus
aguas, pero si bien eso le roba el azul luminoso, el gran caudal que lleva nos
regala el <i>humo de agua: </i>al salvar un
acantilado de <st1:metricconverter productid="45 metros" w:st="on">45 metros</st1:metricconverter>
de alto dibuja un impresionante salto que el ruido y la fuerza del agua
transforman en un vapor denso, una hermosa bruma blanca. Pienso que no es agua
lo que nos regala el Nilo, sino belleza pura.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHIcdd4VqTn0xEc0i8kmA5jalB6LID5rDwx-M0FGnknT59eIDaRbedfgW402LavBhDDANxmB2OnzkaRsDYSuxmdSd-gE9WmzWyw9MVQH9XF_dC5UilINep2U5AFxsoURUnGWXdZA0PiFo/s1600/IMG-20160810-WA0066.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="144" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgHIcdd4VqTn0xEc0i8kmA5jalB6LID5rDwx-M0FGnknT59eIDaRbedfgW402LavBhDDANxmB2OnzkaRsDYSuxmdSd-gE9WmzWyw9MVQH9XF_dC5UilINep2U5AFxsoURUnGWXdZA0PiFo/s320/IMG-20160810-WA0066.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Acompañados por la lluvia, nubes de
niebla, el barro, los niños amara que te venden hasta sus pulseras y adornos
del pelo, los burros con su carga y unas rocas resbaladizas que no daban tregua
conseguimos llegar a un cerro próximo donde podemos contemplar una panorámica
espectacular del frente de las cataratas. Incluso intentamos, tras pasar el
impresionante puente colgante no apto para los que padecemos de vértigo, llegar
hasta la piscina casi al pie de la cascada, pero el barro, la humedad y el
constante vapor de agua que genera la caída de la cascada impide tomar
fotografías y acaba mojándote de píes a cabeza. Pocas veces se ha seguido su
curso desde este punto hacia Sudán, la gran mayoría culminando en fracaso, por
lo que soy consciente de que estoy ante un milagro de la naturaleza, que aún
esconde secretos para aquel que se lance a explorarlo. En este momento, creo
que mi rostro y mi pensamiento deben ser muy parecidos a los de Pedro Páez
cuatrocientos años antes: “<i>y confieso que
me alegré de ver lo que tanto desearon ver antiguamente el rey Ciro y su hijo
Cambises, el gran Alejandro y el famoso Julio César”. </i>El tiempo no ha
acabado con la fuerza de la naturaleza salvaje, ni con la belleza de sus aguas.
Y eso no hay cámara que lo aprese. Tan solo respirar hondo y sentir en tu piel
el humo de agua. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTlWLAg5N9RnFqiObF5wUqxO9GT94kkyFK70flDrWnq9iO2BmlARLvC1Z_lcGcbKfkZBtSkYugw3ej_gfnlT9AwoeQ4FJEJPF03-zCS7DcIs1MaBh2u9h5SH0wEPDPfQZomHgreagG3KE/s1600/DSC_1162.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTlWLAg5N9RnFqiObF5wUqxO9GT94kkyFK70flDrWnq9iO2BmlARLvC1Z_lcGcbKfkZBtSkYugw3ej_gfnlT9AwoeQ4FJEJPF03-zCS7DcIs1MaBh2u9h5SH0wEPDPfQZomHgreagG3KE/s200/DSC_1162.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEioNvtuetBDWg6e6mDk1NNductsG6iZpHb5qFhxOfXnfToJgAg3hTL742WVNVuRa2f9ip7LKOGG81L4Ehyf0iLSCySRCiG26n2vDIXW5WR80f37ojS1HAmbbthF6qoo43-6AWET9F7pH5c/s1600/DSC_1163.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEioNvtuetBDWg6e6mDk1NNductsG6iZpHb5qFhxOfXnfToJgAg3hTL742WVNVuRa2f9ip7LKOGG81L4Ehyf0iLSCySRCiG26n2vDIXW5WR80f37ojS1HAmbbthF6qoo43-6AWET9F7pH5c/s200/DSC_1163.JPG" width="200" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Un avión nos lleva de vuelta a la
capital, a Addis. Terminado el noroeste, iniciamos un nuevo viaje, los
misterios del sur y del valle del Rift nos esperan.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">CAMINO AL SUR</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Por la mañana, temprano, salimos hacia el sur en varios 4x4,
dirección Nazret y Sodo. Tras superar el caos frenético de la circulación de la
capital, nos incorporamos a la carretera principal que nos llevará a nuestro
destino. Como la mayor parte de las grandes obras de infraestructura, está en
manos de los chinos, los únicos que ofrecen bajo coste pero a costa de una calidad
que en ocasiones deja que desear. Y, poco a poco, en un largo descenso, <st1:personname productid="la Etiop■a" w:st="on">la Etiopía</st1:personname> rural va ganando
terreno: la vegetación verde de invernaderos de fresas y flores da paso a un
escenario más árido, de arbustos secos y tierra oscura; del amarillo tostado de
los campos de maíz y teff, el cereal endémico de Etiopía. De mujeres y niños
cargando en sus espaldas fardos de leña o los bidones amarillos de agua durante
kilómetros y kilómetros. Siempre, aisladas, chozas con techo de acacia, paja o
zinc, hombres caminando, pastores que más que guiar parecen seguir a sus
animales; mujeres vendiendo frutas (fresas, moras, plátanos, papayas) y niños
pidiendo botellas o regalos. Todos saludan, todos sonríen. Y respondes agitando
la mano, sonriendo tu también. La carretera atrae la vida etíope. Paisajes y
escenarios imposibles de retratar con la cámara.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">El problema en la circulación cuando abandonas la capital no es el
tráfico, sino, como descubriremos pronto, el estado de las carreteras (en
muchos casos pistas de tierra), los baches, barrizales o los obstáculos,
normalmente personas, animales, burros remolcando carros y carretas, que
literalmente viven o trabajan en la carretera y que te obligan a salir del
camino. Por eso la distancia empiezas a medirla en tiempo, no en kilómetros. El
cansancio del coche, de horas y horas y semanas de trayecto, se suple con la
amistad que hacemos con los conductores, las conversaciones entre nosotros que
ayuda a conocernos y forjar buenos lazos de amistad, y, sobre todo, con la
visión que te da de la vida en el sur de Etiopía. Al principio Yusuf, Werkeneh,
Gebre y Tasew, los conductores, se muestran serios y callados. Aún no hay
confianza. Poco a poco, vamos obteniendo sonrisas, y gracias a ellos aprendo la
forma en la que la gente se saluda: tres ligeros choques entre hombros
contrarios; la música tradicional, las aves que hay en el camino o pequeñas
historias que te ayudan a conocer un poco más el país.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Nos acompaña Teshale, un guía que
Turismo recomienda llevar para hacer de enlace con las diferentes poblaciones
del sur. Espigado y de ojos inquietos, habla perfectamente el castellano, con
un acento cubano mezclado con amárico, fruto de la generación de etíopes que
bajo la dictadura se benefició de la solidaridad comunista para estudiar en
Cuba. En realidad es ingeniero, pero la situación económica e industrial del
país le ha obligado a reciclarse por su dominio del castellano en guía,
profesión que, según podemos comprobar en algunos momentos, es más un medio de
sobrevivir que una pasión que le interese. Él mismo me confesaba que Gerardo
conocía mejor el sur. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> En dirección a Sodo y Arba Minch,
mientras el valle parece estrecharse vamos dejando atrás numerosos lagos como
el Ziway, donde hacemos una breve parada. Es un lago, bastante grande, de una
pequeña cadena de lagos del valle del Rift, formada por el lago Langano,
Abyatta, Awasa y el propio Ziway. Es famoso por su variada riqueza ornitológica
y su industria pesquera. En las afueras de la ciudad hay un pequeño
embarcadero, en la orilla occidental, que se convierte en uno de los mejores
puntos para la observación de aves, pues un gran número de éstas acuden en
búsqueda de restos de pescado: marabúes, pelícanos, ibis, garzas, águilas
pescadoras, los pico martillo. Impresiona llegar y encontrártelos a cientos, a
muy pocos metros de tus dedos, entre manglares y acacias. Los aficionados a
fotografiar aves, como José, Eduardo y Javier, están en su paraíso. Los feos
marabúes recuerdan a personajes de Tim Burton, mientras que los pelícanos, reunidos
en la orilla, se posan gráciles sobre las aguas azules del lago, y si hacemos
algún movimientos brusco, echan a volar en un espectáculo tan hermoso que no
puedes más que quedarte parado, mirando y sin caer en la cuenta de haberlo
fotografiado.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjh9wrB5_zSxobZ5M3JHf0Oy6Du8ZXAb6ehjDtA6qsn5bnJ7inr4W96HnwhmWzKuNEivcWrd5fZRc2h-FmfGXQMTyWqJWm-RNbby6JfYhKLn4n4ws6TJk5TM1cPs5lqtrrtqd7jg2BUR-E/s1600/DSC_1198.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjh9wrB5_zSxobZ5M3JHf0Oy6Du8ZXAb6ehjDtA6qsn5bnJ7inr4W96HnwhmWzKuNEivcWrd5fZRc2h-FmfGXQMTyWqJWm-RNbby6JfYhKLn4n4ws6TJk5TM1cPs5lqtrrtqd7jg2BUR-E/s200/DSC_1198.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVxz7p46B8zV_Q4uaPtOHFU2Qo0ZL6trvuJkOgDWMmg5w7w05peDV8rjU0xQiZ09LRBCR8qaItn4OhZV9lTI8FDMFmqBUOFyWw4keQSOjaAQcwMZQf3cD4PjAe3WWhrFyTcadrCy9FlwY/s1600/DSC_1224.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiVxz7p46B8zV_Q4uaPtOHFU2Qo0ZL6trvuJkOgDWMmg5w7w05peDV8rjU0xQiZ09LRBCR8qaItn4OhZV9lTI8FDMFmqBUOFyWw4keQSOjaAQcwMZQf3cD4PjAe3WWhrFyTcadrCy9FlwY/s200/DSC_1224.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> A mediodía la luz es perfecta,
reflejándose sobre el agua y tiñendo de un suave anaranjado barcas, pescadores
y niños. Los pequeños se sienten atraídos por las cámaras, y rápidamente acuden
y posan, si bien tienes que tener cuidado para que no te birlen tan solo fotos,
como comprobó Mariví. Sus ojos divertidos, su sonrisa y picardía, sus juegos
parecen competir con el vuelo de los pájaros, y te abandonas, sin prestar
atención al paso del tiempo.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihMTdSCvc_DwHfBo_XHq-GC39a430-NnywjGZTZM1jJrCkv-Q2Eizdi6GI4gWsPiygHtPL9od2zgQcPuao__EBF9h07ovLOEdepO5yoe_kzan-bvSYnSsU4GTDrDtZiCAb4IcmZQELOYg/s1600/DSC_1237.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihMTdSCvc_DwHfBo_XHq-GC39a430-NnywjGZTZM1jJrCkv-Q2Eizdi6GI4gWsPiygHtPL9od2zgQcPuao__EBF9h07ovLOEdepO5yoe_kzan-bvSYnSsU4GTDrDtZiCAb4IcmZQELOYg/s200/DSC_1237.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0H3NiPGz0K_uMyqBsq0ZmBRJ-Drbk4hArSUT5xgXv6fTzZe5tXMUWe4753mrcHVU8zmnCytjfddwPMbooE8_-SJVvabb_IwTurETIIarbUVKRmr74X2tVX5C5CtmG3ajNefRzNAkmEqo/s1600/DSC_1244.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0H3NiPGz0K_uMyqBsq0ZmBRJ-Drbk4hArSUT5xgXv6fTzZe5tXMUWe4753mrcHVU8zmnCytjfddwPMbooE8_-SJVvabb_IwTurETIIarbUVKRmr74X2tVX5C5CtmG3ajNefRzNAkmEqo/s200/DSC_1244.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjKEGB4enQHeNT_8-ZDu-FckS4qPCa56Dg9mzqn3coT_umq-XPVpe3jAiid87XMyPV4MbHtutmqRFWDmmXU1THiOr5jk_Fbvkd4L1EZSGoZ87CQLJLxT5KDUtPNgxP44wWhvtnjpXzYvE/s1600/DSC_1251.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjKEGB4enQHeNT_8-ZDu-FckS4qPCa56Dg9mzqn3coT_umq-XPVpe3jAiid87XMyPV4MbHtutmqRFWDmmXU1THiOr5jk_Fbvkd4L1EZSGoZ87CQLJLxT5KDUtPNgxP44wWhvtnjpXzYvE/s200/DSC_1251.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRqFZDNolDPPHjXklD-RlBYzpO3g_xZq_J93Yjk1vzCevJ4kr7LV79Z9de72TIFD2gJ4-RlD00cW4VGszjDdEuHzp_aDZY0-MwBfVhdQCPfgUvT4dmVlv3zKT3k8XUuhCFFbxZHyuhtg0/s1600/DSC_1253.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRqFZDNolDPPHjXklD-RlBYzpO3g_xZq_J93Yjk1vzCevJ4kr7LV79Z9de72TIFD2gJ4-RlD00cW4VGszjDdEuHzp_aDZY0-MwBfVhdQCPfgUvT4dmVlv3zKT3k8XUuhCFFbxZHyuhtg0/s200/DSC_1253.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Una polvorienta pista que atraviesa
varios poblados, te lleva al próximo destino, las orillas del <b>Lago Langano</b>. A una altitud de casi <st1:metricconverter productid="1600 metros" w:st="on">1600 metros</st1:metricconverter>, se trata
de un lago muy popular entre los etíopes, que por la calidad de sus aguas
dulces acuden con frecuencia desde Addis y poblaciones cercanas. Las montañas
de Arsi, que con sus cuatro mil metros lo ocultan, parecen abrazarlo y aislarlo
de la llegada de la civilización y sus carreteras. En los alrededores del lago
es común encontrar monos, jabalíes, duikers, y gran variedad de aves. Caes en
la cuenta que visitar los lagos del Valle del Rift, como ocurre en los caminos
del Valle del Omo, permite ver aves, muchas aves, para regocijo de nuestros
ornitólogos particulares. Pero aparte de su fauna y flora, nos interesa, y
mucho, sus cobrizas y frescas aguas. Vamos a dormir en un eco-lodge, cabañas de
troncos de madera a la orilla del lago, y es mucha tentación como para obviar
un reconfortante baño en su playa natural. Tras el baño, qué mejor que un breve
paseo a lo largo de sus orillas, en los pequeños acantilados cercanos, por las
acacias en las que revolotean los francolines. Una pequeña niña se acerca a la
orilla con su burro cargado de bidones amarillos para recoger agua. No deja de
mirarnos mientras va llenando poco a poco de agua los contenedores. La luz de
la tarde resbala sobre su pelo, que cae desordenado por el movimiento. Parece
el escenario de un sueño. Me sorprende ver que es una realidad, y que formo
parte de ella.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiuXgmHyYyD2Pu5zJXXdX3ZvZaCeDH2c7jAhZVjO_sWX_Z9P04610utgYWm6OS9cK0zHTw6BoU7LaVFULtHz6-Tjk-J6BBahcaY6FXavB_C3bQpP4cixShnFupXITTpZUOYGmmH4eQ3xLc/s1600/DSC_1307.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiuXgmHyYyD2Pu5zJXXdX3ZvZaCeDH2c7jAhZVjO_sWX_Z9P04610utgYWm6OS9cK0zHTw6BoU7LaVFULtHz6-Tjk-J6BBahcaY6FXavB_C3bQpP4cixShnFupXITTpZUOYGmmH4eQ3xLc/s200/DSC_1307.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHi0WgALhO9njUkMP_fRgfQYJGjANeKx4qAGbAWpwRLAwG9K-BUeGIFWkufDCcIwG7ju8jdo48fUIbQ85d4m6TG4TnWa6dd1opBUGicPL66bTFxzm8nVq4aCuiN14CfzaADfUUs85TTVc/s1600/DSC_1303.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHi0WgALhO9njUkMP_fRgfQYJGjANeKx4qAGbAWpwRLAwG9K-BUeGIFWkufDCcIwG7ju8jdo48fUIbQ85d4m6TG4TnWa6dd1opBUGicPL66bTFxzm8nVq4aCuiN14CfzaADfUUs85TTVc/s200/DSC_1303.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
A primera hora, tras asomar el sol por las
montañas Arsi, retomamos el camino hacia el Sur, dirección Sodo y Arba Minch,
dirección Valle del Omo.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">VALLE DEL OMO</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">El curso del Omo es un viaje en sí mismo. Desde el altiplano
alpino al sur de Addis Abeba, culmina en una zona desértica, de las más duras
del país y de toda África. Omo, un río rojo tierra, en contraste con el <i>Abbay</i> (Nilo Azul), cuyas orillas están
bordeadas por un bosque de acacias que colorean de verde la tierra roja por
donde corre. Una sabana extensa que se extiende más allá del horizonte, una de
las visiones de África con la que soñaba desde aquellas tardes de verano
leyendo libros de aventuras. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">El Omo, como gran río africano al igual que el Nilo, fue objeto de
sucesivas exploraciones a lo largo del s. XIX para averiguar no tanto su origen
sino dónde finalizaba su curso. Fue en 1896 cuando se descubrió que sus aguas
son el principal caudal del lago Turkana; y también esa fecha marcó la
integración en Etiopía de toda la región del Omo, aunque como un apéndice
independiente de la conflictiva evolución del país en el siglo siguiente. El
hecho de que esta región, el curso bajo del río, sea una de las zonas más
aisladas del continente ha permitido que se conserve una gran diversidad de
culturas y etnias. Las culturas y tradiciones tribales se han mantenido
intactas durante siglos, ya que la falta de caminos acondicionados y las
dificultades orográficas no hacen fácil la llegada de viajeros. Por ello, visitar
estos grupos es ya no un privilegio sino toda una aventura. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Mentiría si no dijera que esperaba
este momento con ansiedad. No había querido leer mucho, para mantener el efecto
sorpresa, pero los días anteriores y las charlas con Gerardo me estaban
preparando. De esas charlas descubro que a pesar de sus diferencias estos
grupos indígenas presentan alguna característica común, como una religión
animista y una organización patriarcal en la que el anciano tiene autoridad por
la experiencia y ser conocedor de los valores propios del clan o la tribu. La
ganadería de cabras, ovejas y cebúes, es su principal actividad económica, su
fuente de riqueza y patrón monetario, completada con la agricultura del sorgo y
otros cereales. Es el cuidado de los rebaños, y el acceso al agua, vital para
su supervivencia, lo que a veces lleva a enfrentamientos violentos entre
tribus. Y la importancia de la estética del cuerpo, tanto por atractivo como
por expresión de una ideología propia (peinados, escarificaciones, pinturas,
etc.), que señala el estado social o la presencia de un rito. Tradiciones que
corren el riesgo de desaparecer para siempre con un proyecto de modernización
del Omo que incluye una presa y factorías industriales de trigo, algodón y
azúcar. La contradicción entre el progreso económico de un país y la
destrucción de un patrimonio cultural inmemorial en el lugar más hermoso del
este de África: el valle del Omo.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Al llegar uno se cuestiona si tu
presencia allí es buena o no para las tribus, si vas a crear costumbres o
hábitos que no forman parte de su cultura relacionados con el beneficio
económico, o fomentar montajes de cara al turismo para conseguir la ansiada
fotografía. Si vas a participar de un safari humano. Uno lee y oye demasiadas
cosas, pero no quiero que esas reflexiones condicionen mi experiencia. Quiero
tener claro que desde el respeto y las ganas de conocer, la experiencia será positiva,
solo el tiempo me dará o quitará la razón.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Hemos cruzado medio país hasta
llegar aquí. Desde el primer momento, recorrer este valle se convierte en lo
que esperas de una experiencia africana. Pese a las pistas polvorientas y el
fuerte calor, la visión de la sabana al amanecer o el atardecer da sentido por
sí solo al viaje. Empiezan a ser frecuentes las acacias, grandes, hermosas, y
necesarias, al donar su preciada sombra en paisajes donde el sol es enemigo. Y
el resto del mundo va cambiando, poco a poco, casi sin darte cuenta: formas de
vida, hábitat, religión, vestimentas. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Y así lo comprobamos al visitar,
cerca del inicio del valle, un conjunto de chozas que pertenecen a los Alaba,
una etnia islamizada. Son cabañas de adobe, de gran tamaño, decoradas con
vistosos colores y dibujos geométricos. En su interior, también decorado con la
misma estética, conviven ganado y familia, un fogón, utensilios de barro y
plástico, esterillas, bancos corridos y pieles. Lo más curioso es la forma en
que los hombres se protegen del sol, con unos sombreros troncocónicos de paja
trenzada que más de uno no duda en probarse. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh2kUmVLlYn2hRwmf5Hvt8mDxcDd3yvCbvAG5BVL_n9ed9g0kq6oE7OgXkPqr3r31WGQX4-q65IKz1itovqnBbOJgzLdHAlZ91RVm64tX9NOCsHLkOc4Ep1SxBy6IFUjWdzGitS7yN6yqY/s1600/DSC_1337.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh2kUmVLlYn2hRwmf5Hvt8mDxcDd3yvCbvAG5BVL_n9ed9g0kq6oE7OgXkPqr3r31WGQX4-q65IKz1itovqnBbOJgzLdHAlZ91RVm64tX9NOCsHLkOc4Ep1SxBy6IFUjWdzGitS7yN6yqY/s200/DSC_1337.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZ5L4yR6CmkDFz_J-TxwaYrln6W1N2FuR26XvR6Rqclm-CJeukwZRlvMr3M50iDExqY-bFICV2rttJEqopPWF1EiK_3AS455SEmEyow9USMQRk0bEJlWw5ewPfHrxaZMPnrlB3Pf32cwU/s1600/DSC_1357.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZ5L4yR6CmkDFz_J-TxwaYrln6W1N2FuR26XvR6Rqclm-CJeukwZRlvMr3M50iDExqY-bFICV2rttJEqopPWF1EiK_3AS455SEmEyow9USMQRk0bEJlWw5ewPfHrxaZMPnrlB3Pf32cwU/s200/DSC_1357.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Tras comer en Sodo (el centro urbano
de la zona) y antes de llegar a Arba Minch, siguiendo la estela de la falla del
Rift por un camino de tierras de labranza, cactus y pájaros tejedores, hacemos
una parada para visitar a los Dorze. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">En lo alto de los Montes Chencha, en la montaña Guge (<st1:metricconverter productid="2900 metros" w:st="on">2900 metros</st1:metricconverter> altitud),
los Dorze tienen una bella panorámica de los Lagos Chamo y Abaya. Ascendemos
por una pista de tierra bastante complicada y sinuosa, dejando atrás árboles de
mango y los curiosos árboles salchicha. El camino es duro si no vas en algún
medio de locomoción. Al desnivel se unen los continuos aterrazamientos, pero
eso no impide que veamos a niños pastores, de coloridos vestidos, bailando el <i>dorzing </i>(un atlético movimiento de
caderas o volteretas al ritmo de música imaginaria para que les des una
propina); tenderetes de coloridos sombreros y <i>foulards</i> de algodón (<i>shammas</i>);<i> </i>o mujeres acarreando leña o agua y
doblando su espalda en límites imposibles. Un joven de la etnia hace de guía
local y nos acompaña a visitar su poblado.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBoXqgq2_4FGfq0CO-keBh4niNOe6DG0YnNiK4f1DheDfVfJ4XP3tUSSd0_ctXKJfN48_1t4yUQw1QPyZKjTMB79bmgcthxAvxmhcAGUjpfT2PkFFGvRACTwEvE6Wz2t0j1giKJHxRz9o/s1600/DSC_1370.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjBoXqgq2_4FGfq0CO-keBh4niNOe6DG0YnNiK4f1DheDfVfJ4XP3tUSSd0_ctXKJfN48_1t4yUQw1QPyZKjTMB79bmgcthxAvxmhcAGUjpfT2PkFFGvRACTwEvE6Wz2t0j1giKJHxRz9o/s200/DSC_1370.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitQ1ZqG-5xpchnvU6iAkEYVsPlq9XgOyQJ8VPDD3b1vGhHQTFR6SusbLC4HTEpZ-SG1u3V3z5GvP78kTLTEJyoz9JSxld1Fo9MW9Y0f33Mfu6BDw722LNCT52Z7n7DkYQDOLRDK8G9yl0/s1600/DSC_1378.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitQ1ZqG-5xpchnvU6iAkEYVsPlq9XgOyQJ8VPDD3b1vGhHQTFR6SusbLC4HTEpZ-SG1u3V3z5GvP78kTLTEJyoz9JSxld1Fo9MW9Y0f33Mfu6BDw722LNCT52Z7n7DkYQDOLRDK8G9yl0/s200/DSC_1378.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Entre una frondosa y húmeda vegetación verde del endémico <i>ensete</i> (falso banano), construyen sus
altas chozas tradicionales con mástiles de madera, entramados de bambú y
cubierta de hojas de banano, en las que se extiende una especia de trompa bajo
dos respiraderos en lo alto que parecen ojos. De ahí el nombre de casas
elefante, en recuerdo de los preciados animales que no sobrevivieron a la
montaña. La protuberancia que asemeja una trompa sirve de puerta de acceso y
única entrada de luz, por lo que en su interior, casi siempre oscuro, es
necesario tener velas o candiles. A la espalda, una huerta donde cultivan
frutas, verduras y el falso banano. Estas cabañas se utilizan unas dos
generaciones, y luego se trasladan, cabaña incluida por su ligera estructura. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhR37xzsyN22LcBdRmrSi5yNJxLrdSCPDibw1yHI2TV2NGWu7C_wu98dBAz7Eu4Z1OTFHe1Wc1C17PsaZN4DRo2EguFDJxBLReQjmROeN1aVbY_B-FkwJL7urCoXYg9ZRIOrZ4hfe_vJEM/s1600/DSC_1382.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhR37xzsyN22LcBdRmrSi5yNJxLrdSCPDibw1yHI2TV2NGWu7C_wu98dBAz7Eu4Z1OTFHe1Wc1C17PsaZN4DRo2EguFDJxBLReQjmROeN1aVbY_B-FkwJL7urCoXYg9ZRIOrZ4hfe_vJEM/s200/DSC_1382.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRUdhlRCyfDFFVKsUCFNx8_5cenNtXpcqZd3L1JhiSZtG15vvqY5CuLMY7NJ7HcR0bgugXaOyC08t3jRfnHDx603UFftqXZReIB_BH3IffutMjCOIJ1SFmcNBBrYlVMM9uVw9E4bj_01M/s1600/DSC_1396.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRUdhlRCyfDFFVKsUCFNx8_5cenNtXpcqZd3L1JhiSZtG15vvqY5CuLMY7NJ7HcR0bgugXaOyC08t3jRfnHDx603UFftqXZReIB_BH3IffutMjCOIJ1SFmcNBBrYlVMM9uVw9E4bj_01M/s200/DSC_1396.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_ZfAztBb7AP1uTeftKE5_pKhsNi5i6PCDubfnaAuUqRdSNi70yWWzJvawa8_oA0aqAXlZx-jKT9eXeL9KDWlE9gxg4eNIRxea5NPhi-kKGW-rKb2DbCAscz-QUsBJZfJOm8qcipYudb8/s1600/DSC_1407.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_ZfAztBb7AP1uTeftKE5_pKhsNi5i6PCDubfnaAuUqRdSNi70yWWzJvawa8_oA0aqAXlZx-jKT9eXeL9KDWlE9gxg4eNIRxea5NPhi-kKGW-rKb2DbCAscz-QUsBJZfJOm8qcipYudb8/s200/DSC_1407.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">En la entrada de una de sus casas nos sentamos en corro para que
nos transmitan su forma de vida y ver la elaboración del <i>kocho,</i> que se extrae del tronco del <i>ensete </i>o falso banano y se suele conservar en las huertas anexas.
El <i>kocho</i> es una especie de torta
cuadrada, como un pan ácimo a modo de injera, que puede conservarse durante
mucho tiempo en buen estado envuelta en hojas del banano. Mientras nos hablan
de sus tradiciones y de su tierra, lo probamos con miel y mantequilla,
acompañado del fuerte licor local, <i>arake</i>.
Es el sabor de los dorze. Al abandonar el poblado, los niños bailan y cantan
con nosotros. Difícil resistirse a sus enormes ojos abiertos, su gracia en el
baile, sus voces infantiles entonando canciones tradicionales mientras te cogen
de la mano para que bailes con ellos. No sé si lo preparan para cuando llegan
los turistas, pero respira autenticidad, y no dudo en escribir en mi diario nada
más subir al 4x4 que llevo impregnada en la piel y en el ánimo la alegría de
los dorze. ¿Qué se puede ofrecer mejor que la alegría de un pueblo?</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhiWg1UqG3R0ultM-110wHYYnjC_X1bRuNL9kpbEA0lHy8mz-7DrMd3E1LjBbi58E1IRSVJ2McUTiVj_nEWiTIa4FMDwfJq9xJfKvk0Q79g4iow6ImshnQtJkStfzuZ_pgy33GflNpGPzw/s1600/DSC_1409.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhiWg1UqG3R0ultM-110wHYYnjC_X1bRuNL9kpbEA0lHy8mz-7DrMd3E1LjBbi58E1IRSVJ2McUTiVj_nEWiTIa4FMDwfJq9xJfKvk0Q79g4iow6ImshnQtJkStfzuZ_pgy33GflNpGPzw/s200/DSC_1409.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjFhskkOSafLETpzO45WECzRjlhENHtIoMYJr6nmbJsTzzWnHgscabjqqNxCMfxXK1umPrVwTxi4B2NSMiwOIauVlsYBO9SkCL9-Jxg0_2Pd4IIWdZqOa1QE_MiT4m8kWXIC77sWkRVkKo/s1600/DSC_1419.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjFhskkOSafLETpzO45WECzRjlhENHtIoMYJr6nmbJsTzzWnHgscabjqqNxCMfxXK1umPrVwTxi4B2NSMiwOIauVlsYBO9SkCL9-Jxg0_2Pd4IIWdZqOa1QE_MiT4m8kWXIC77sWkRVkKo/s200/DSC_1419.JPG" width="133" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Al descender no podemos evitar detenernos para contemplar las
vistas espectaculares de los lagos Chamo y Abaya. La lengua de tierra que los
separa se denomina “puente del paraíso o “puente de Dios”, porque allí, según
la tradición, transitaban las almas hacia el otro lado del lago, donde se
encuentra el Paraíso. Soy incapaz de hacer una fotografía que refleje una
panorámica de ambos lagos, uno más blanco y el otro azulado, enmarcados en un
juego de montañas que se confunden con las nubes. Así que abandono la idea de
fotografiar e intento fijarlo en mi mente respirando profundamente. Todo
viajero siente allí que está a punto de entrar en un territorio geográfico y
espiritual desacostumbrado y lleno de retos. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Y la puerta de entrada al mundo
tribal del sur, y el fin del mundo más desarrollado del norte, es <b>Arba Minch</b>, la “ciudad de los cuarenta
manantiales”, la más grande del sur de Etiopía. Casi una frontera en el tiempo.
Un lugar privilegiado donde dormir, a los pies de los lagos y la llanura del
Nechisar, acompañados por facóceros y los sonidos de la selva húmeda. Sé que al
día siguiente atravieso esa frontera, que estoy en el umbral del Valle del Omo.
No puedo cerrar los ojos y dormir sin sentirme como ese niño que se pasaba los
veranos leyendo a Allan Quatermain en busca de las minas del Rey Salomón, ese
niño en busca de la aventura, del sueño. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> </span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpqi_jZFeXdR9k9TN59RSsSfj1HhNccuVhTbTiDneZ7dq0Qy4tOvwP2IKbyhC-9dVzLWfL8ME_5VRn_mmPNYMxgB4nSLWj3LjqseXmKfO1EZ9EXGZ_jt07V75_Rm4d4CuTK4YfGLS5sLw/s1600/DSC_1434.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpqi_jZFeXdR9k9TN59RSsSfj1HhNccuVhTbTiDneZ7dq0Qy4tOvwP2IKbyhC-9dVzLWfL8ME_5VRn_mmPNYMxgB4nSLWj3LjqseXmKfO1EZ9EXGZ_jt07V75_Rm4d4CuTK4YfGLS5sLw/s200/DSC_1434.JPG" width="200" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Al amanecer nos dirigimos a las orillas del lago Chamo. Conocemos
el lago a través de una pequeña embarcación a motor, nerviosos y expectantes
porque en estas aguas es frecuente ver grupos de cocodrilos gigantes que
descansan al sol e hipopótamos solitarios con sus cabezas saliendo del agua. Lo
más fácil es acercarse, lo más en silencio posible, a la zona de los cocodrilos
(<i>Cocodrilo Market</i>): son enormes, los
más grandes del continente africano, y muchos permanecen con las fauces
abiertas y los ojos fijos, unos ojos que parecen observarte, vigilantes. A
diferencia de los hipopótamos, más peligrosos y a los que solo divisamos desde
la distancia, la barca se acerca tanto a los cocodrilos que no solo puedes
fotografiar primeros planos sino que casi puedes tocarlos, hasta que se
introducen en el agua y ves sus lomos de escamas acercarse. Entonces te das
cuenta de lo frágil de tu posición, te tiembla la mano y rezas por no volcar o
que a un hipopótamo le de por pasar por debajo. Junto a nosotros multitud de
aves: ibis, pelícanos, garzas, martines pescadores, cormoranes…para los amantes
de los pájaros es un lugar para soñar. Los pescadores de la zona, de las etnias
<i>ganjule </i>y <i>guji</i>, en sus pequeñas y frágiles embarcaciones (<i>ambatch</i>) lanzan sus redes en busca de
alguna captura, alguna perca del Nilo. Cerca, aves que nunca había visto
levantan el vuelo en el horizonte. Al regresar, descargamos toda la emoción
cantando viejas canciones de campamento: “estaba el cocodrilo y el orangután…”
ante las risas atónitas de aquellos que nos encontramos navegando en dirección
contraria.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEilAyN1HTSvXTO0T_W6nyRhCCkhzC7jpJM18rLpqb_0VHOEM2QYuGH2IcAHg7ugdOvmgSkj0NAy0PB-8xW-z2PWvByD9selOadGAxZIpYMZQBR6WtdlcSm_WnLmJpYrFKXdKDd1tJ93O2w/s1600/DSC_1476.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEilAyN1HTSvXTO0T_W6nyRhCCkhzC7jpJM18rLpqb_0VHOEM2QYuGH2IcAHg7ugdOvmgSkj0NAy0PB-8xW-z2PWvByD9selOadGAxZIpYMZQBR6WtdlcSm_WnLmJpYrFKXdKDd1tJ93O2w/s200/DSC_1476.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2HHXTbo1BqA3zOlAIROFA_2xpCQ2SJdYZeZ6Co1afff7a4FHZ9HOO0HbI6IfXYdSs4o63YEoNFiQF1XE2qYvR8cPdc2I4l0sxNZ7SJAN97Npn2i1EBEpoKIQc6vC1R7RTi1KYnbl0jDU/s1600/DSC_1499.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj2HHXTbo1BqA3zOlAIROFA_2xpCQ2SJdYZeZ6Co1afff7a4FHZ9HOO0HbI6IfXYdSs4o63YEoNFiQF1XE2qYvR8cPdc2I4l0sxNZ7SJAN97Npn2i1EBEpoKIQc6vC1R7RTi1KYnbl0jDU/s200/DSC_1499.JPG" width="200" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRHS40Cgh8dJeKjHrIiNTLe_qYp4JiYiv2Sn8Waak1Y5_yduyoRfji-o8aPENFdeiLP5rwfYjfHSq5W6cZvwZA7P_hZSGGU1aTAEQyq5OINoM3-fqIBwODBALMRMmwc89-SS3r8mMkcq8/s1600/DSC_1532.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRHS40Cgh8dJeKjHrIiNTLe_qYp4JiYiv2Sn8Waak1Y5_yduyoRfji-o8aPENFdeiLP5rwfYjfHSq5W6cZvwZA7P_hZSGGU1aTAEQyq5OINoM3-fqIBwODBALMRMmwc89-SS3r8mMkcq8/s200/DSC_1532.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Seguimos nuestra ruta, abandonando la carretera y continuando por
pistas de tierra, entre acacias y árboles con panales de miel. En las montañas
del valle del Rift, al sur del lago Chamo y de Arba Minch, y paso obligado si
vienes del norte hacia el valle del Omo, encuentras un paisaje de terrazas
agrícolas entre pequeñas colinas. Se trata del territorio de los Konso, donde
sus habitantes han sabido leer la naturaleza y desarrollado una gran adaptación
ante un medio frágil y poco fértil, originando de forma autóctona grandes
terrazas de piedra que minimizan la erosión y retienen el agua. Un trabajo de
la tierra, mediante cultivos de cereales (sorgo y maíz), que llevan
desarrollando durante cientos de años. Campos que se superponen hasta alcanzar
el cielo. Varios poblados concentran a la población campesina en la parte alta
de las colinas y en las laderas de las montañas, así que nos dirigimos a uno,
el principal, para conocer su modo de vida.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">El poblado aparece amurallado con grandes piedras en muros
concéntricos, rematados por estacas, con las que también crean los aterrazados
de sus cultivos.<i> </i>Es tradicional
colocar <i>wagas</i>, estelas funerarias
trabajadas en madera curvada de acacia que representan sus antepasados, localizados
en los bordes de los caminos, en los poblados y delimitando los cultivos, como
elemento de protección y respeto. En el interior del poblado, hay todo un
laberinto de calles estrechas de tierra que ascienden y descienden entre
grandes chozas con techos cónicos de paja, rematados en su cúspide por una
vasija cerámica. Cada choza tiene un pequeño terreno delimitado por piedras y
vallas, hechas de ramas de acacia y pequeños troncos, donde se encuentran los
animales (vacas, gallinas, cabras). Reacios a hacer fotografías, llegan a ser
agresivos lanzando piedras.</span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLY-tJn9a6Mbyh0Sg9rbs1iXTx-Uy4fM_cvstRr2_LJWAgBcQrPLhBgpLcV_8sniWXgjRaeQ9I1ojzWletcZOyPzKWDmlNoqLpA1Y8d3oRBUppjLHm141SPFnXBIDicQ29wlPI7ukSb2M/s1600/DSC_1567.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLY-tJn9a6Mbyh0Sg9rbs1iXTx-Uy4fM_cvstRr2_LJWAgBcQrPLhBgpLcV_8sniWXgjRaeQ9I1ojzWletcZOyPzKWDmlNoqLpA1Y8d3oRBUppjLHm141SPFnXBIDicQ29wlPI7ukSb2M/s200/DSC_1567.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwjqBIOOQGVcrf5zhqDlAYWydv0mwYVfsY4mE5OJaFcTRFrxiOSOu4yj22o7LEjc9DHFsM9rR78A8L-FKezYBU4ttJAau8kcFl8q2HCgjR2WSg5mgCPtJP_SjuArVFWp4LTM4cmArVtk4/s1600/DSC_1568.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwjqBIOOQGVcrf5zhqDlAYWydv0mwYVfsY4mE5OJaFcTRFrxiOSOu4yj22o7LEjc9DHFsM9rR78A8L-FKezYBU4ttJAau8kcFl8q2HCgjR2WSg5mgCPtJP_SjuArVFWp4LTM4cmArVtk4/s200/DSC_1568.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Visitamos el poblado rodeados por decenas de niños al grito de <i>faranji</i>, que nos guiaron hasta las
plazas abiertas. En una encontramos una gran choza comunal donde duermen niños
y adolescentes juntos en un pequeño altillo, para asegurar en caso de peligro
la protección de las nuevas generaciones. Durante el día es un espacio común
donde realizar asambleas. En otra, un espacio presidido por una piedra de
considerable tamaño. Un joven konso que tengo al lado me indica que se trata de
la piedra de la justicia; quien posa la mano en ella no puede mentir, sino una
amenaza de muerte segura cae sobre él. Pero el guía del poblado nos dice que es
el elemento fundamental de un ritual: para que un adolescente pase a la
condición de adulto y pueda desposarse debe levantar la piedra y pasarla sobre
su cabeza ante los ojos de la comunidad. Nos animaron a levantarla, y allí que
se lanzan Gonzalo, Antonio y Eduardo para dejar el pabellón español bien alto.</span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh13705-IP9rQ5LZtVEyNwzxEvT5dbKGPhGwGyxxka1XRTLal4_bRCCx5y8B0cUW8NFkC_pRoY2P5Q70UOkG20wMgLLciX-lqAUW23B4TMZDLxJTEE2-sV1XPVCaqdR396zWPngafTFyk0/s1600/DSC_1571.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh13705-IP9rQ5LZtVEyNwzxEvT5dbKGPhGwGyxxka1XRTLal4_bRCCx5y8B0cUW8NFkC_pRoY2P5Q70UOkG20wMgLLciX-lqAUW23B4TMZDLxJTEE2-sV1XPVCaqdR396zWPngafTFyk0/s200/DSC_1571.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivJkh52ylAFZ_IbniumSowXpwovD80JA8TBw5kQ5I_J-gO6gdBLKLNEDHW8VRUFQyxqMv1uXfD56p3H9cF0vI6A5BAYD6SpnmD0RbKcgSfr8Y-LB-ZJ-Au8EDIuFlfzCJbhFdEw04AHmI/s1600/DSC_1579.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivJkh52ylAFZ_IbniumSowXpwovD80JA8TBw5kQ5I_J-gO6gdBLKLNEDHW8VRUFQyxqMv1uXfD56p3H9cF0vI6A5BAYD6SpnmD0RbKcgSfr8Y-LB-ZJ-Au8EDIuFlfzCJbhFdEw04AHmI/s200/DSC_1579.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwuBHEpN5q2KcUQdt47g0E_TfKaQwRBQ2UBN7YQd6m2OMk65cxFoyRGaD9JkFrmRbTdHY1HG_hhEUEFNGt_jQcCxO-znCj4_kDHx2R_-qGgFZsGIM8VTqPhMMV2fMqwo6CxzOdSqlph2E/s1600/DSC_1576.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwuBHEpN5q2KcUQdt47g0E_TfKaQwRBQ2UBN7YQd6m2OMk65cxFoyRGaD9JkFrmRbTdHY1HG_hhEUEFNGt_jQcCxO-znCj4_kDHx2R_-qGgFZsGIM8VTqPhMMV2fMqwo6CxzOdSqlph2E/s200/DSC_1576.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhR28gNRyNYtZhcMrYOE5ViEmc9UVQNrQZVjm8so1a0m0RPvBzuVvMuXbEwogcIkZETtgsefa9ARKMD-Yu6N1iBKeypNwFohuaEthlWp_m0Z8ZYr_O8GV3YzW-rrNjFC2JIr_JfA1Pbpl8/s1600/IMG_20160814_071827.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhR28gNRyNYtZhcMrYOE5ViEmc9UVQNrQZVjm8so1a0m0RPvBzuVvMuXbEwogcIkZETtgsefa9ARKMD-Yu6N1iBKeypNwFohuaEthlWp_m0Z8ZYr_O8GV3YzW-rrNjFC2JIr_JfA1Pbpl8/s200/IMG_20160814_071827.jpg" width="150" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">En otras plazas, la visión no es tan agradable. Hombres tumbados,
dormitando, algunos bajo la resaca de algún licor local, con una delgadez
extrema, descansando de su propio hambre. Sin embargo, sigues avanzando, y el
escenario cambia, ahora son decenas de mujeres con vistosas faldas plegadas y
niños pelando maíz, a voz en grito, con enormes sonrisas bajo ojos vivaces y
curiosos ante nuestra presencia. Ambas caras de un mismo mundo. La vida, y nada
más. Y vida es la mejor palabra para definir el mercado que encontramos cerca
del poblado, frontera con el valle del Omo, y lugar de encuentro de los Konso
con etnias cercanas: casi un centenar de personas pasean, se agrupan entre las
mercancías colocadas sobre pequeñas telas sobre el suelo, sorgo, miel,
cereales, calabazas; entre el vuelo de las coloridas faldas plegadas de las
mujeres.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSp9Gfq5jx0ggYJmPfJXRy5L3EY4rWCzwNLYFw69JWJXgPL5JgFkKiJJYXepMLHP4m65i5v5Q7cLKpFOgK0wzjIxPpR278QUMRmv4IqbxRTgPXufMrni85n1nQ3i95texP_GKcHkOJM64/s1600/20160813_131302.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjSp9Gfq5jx0ggYJmPfJXRy5L3EY4rWCzwNLYFw69JWJXgPL5JgFkKiJJYXepMLHP4m65i5v5Q7cLKpFOgK0wzjIxPpR278QUMRmv4IqbxRTgPXufMrni85n1nQ3i95texP_GKcHkOJM64/s200/20160813_131302.jpg" width="150" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Entramos en el Valle del Omo
propiamente dicho, dirección Turmi. La población local, los <i>gamo</i>, pastorean su ganado, cultivan sorgo,
pero la falta de agua ha echado a perder la cosecha. El cartel de una ONG nos
da la bienvenida al valle mientras nos recuerda que ninguna mujer africana debe
perder la vida al dar a luz, un grave problema entre las etnias del sur. Desde
un puente contemplamos una bella escena cotidiana: bajo la luz del atardecer
decenas de hombres, mujeres y niños se bañan en un río, lavan la ropa, llenan
bidones de plástico de agua…Pronto los niños suben a la carrera para pedirnos
cualquier cosa, y entre las risas y el acoso, continuamos nuestro camino hacia
Turmi, que será nuestro campamento base los próximos días. Montamos nuestras
tiendas y conocemos a Meskerem y Taytu, dos excelentes cocineras, y mejores
personas, de Addis, que nos acompañarán por el Omo como una presencia discreta,
callada, sonriente y necesaria. Compartir los alimentos de las diferentes
tribus del Omo encierra posibles peligros para nuestros estómagos. Se hace de
noche y las luces de las tiendas encierran conversaciones. Tumbado sobre mi
saco, rociado de antimosquitos, repaso mis apuntes en el diario de viaje, estoy
en África y me tiembla la mano al escribir.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhf4Z-SlUDPluhNo12fAO30AooKrntyeBxirEPxtR1kgoSBIMykDtD02oaVW2iE3HYbmO-gQJNPrvD3oMQRFqYEwxZewUlNSGND-n4g4bKrI8RUWOYNxgCNwWWW2tcWOz_zTBBCZ3j8MKw/s1600/DSC_1613.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhf4Z-SlUDPluhNo12fAO30AooKrntyeBxirEPxtR1kgoSBIMykDtD02oaVW2iE3HYbmO-gQJNPrvD3oMQRFqYEwxZewUlNSGND-n4g4bKrI8RUWOYNxgCNwWWW2tcWOz_zTBBCZ3j8MKw/s200/DSC_1613.JPG" width="132" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9q14zmL4m5bMw7MQU4NHauczSP4uwCcxYNkG1PFrKvMN7nQSvP3rJZzqgfKDqGJMaFlwHVrn63hdn7aPYRA6jDuTybEd99CNhMfacQjZbQysAZ3mhYcpDJOyC6FBaxi2IU-Wm0L-NYnI/s1600/DSC_1614.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9q14zmL4m5bMw7MQU4NHauczSP4uwCcxYNkG1PFrKvMN7nQSvP3rJZzqgfKDqGJMaFlwHVrn63hdn7aPYRA6jDuTybEd99CNhMfacQjZbQysAZ3mhYcpDJOyC6FBaxi2IU-Wm0L-NYnI/s200/DSC_1614.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhaDOqjzXtjcH8jUo2t1bnKd-J2P-cePCYkIFelHinAQoo5GgRTTA58TQV3mY5vfXjb908iwQNjy0i4EBuKEI36YIcFxeq44o_DQEMmAShgOVQdnWP0s02oATJ8mWoSi8zyJKyqDEsbDjM/s1600/DSC_1605.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhaDOqjzXtjcH8jUo2t1bnKd-J2P-cePCYkIFelHinAQoo5GgRTTA58TQV3mY5vfXjb908iwQNjy0i4EBuKEI36YIcFxeq44o_DQEMmAShgOVQdnWP0s02oATJ8mWoSi8zyJKyqDEsbDjM/s200/DSC_1605.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES-TRAD">KARO<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Avanzamos hacia el sur. A unas dos horas desde Turmi, por una
pista de tierra condicionada por baches, cauces donde el agua es solo un
recuerdo lejano, vegetación seca, pequeñas gacelas, tortugas leopardo y enormes
termiteros, localizamos un joven Hamer solitario. Gerardo se emociona,
identifica su situación por el corte de pelo (media cabeza rapada y la otra
trenzada, separada por una especia de diadema cardada con su propio pelo) y nos
explica que se trata de un <i>cherkali, </i>un
adolescente que acaba de pasar un rito de iniciación (el salto del toro), y
ahora debe demostrar que es capaz de vivir solo durante semanas, alimentándose
tan sólo de una vaca y así poder optar al matrimonio. De este primer contacto
con los Hamer me sorprende su mirada, dura y orgullosa, y tomo conciencia de
que ya he atravesado la frontera, que ante mí hay un camino inimaginable.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiA8CjTS1Q0R2a1vORgikTcIRZK46H3iPS5PCUef_ZvkSYJSi7sDwp6Q-7AKn_YmYbLJAWpmyXHjHI58ELG0iS6pPWSn2oSfmY6xB1FLs3rhzit0GpU0I-2rVcxM38aE__-N9gDi1PDUOM/s1600/DSC_1617.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiA8CjTS1Q0R2a1vORgikTcIRZK46H3iPS5PCUef_ZvkSYJSi7sDwp6Q-7AKn_YmYbLJAWpmyXHjHI58ELG0iS6pPWSn2oSfmY6xB1FLs3rhzit0GpU0I-2rVcxM38aE__-N9gDi1PDUOM/s200/DSC_1617.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGR0U9Q-rXeA9biGnMC5PgPcoQXhC8UNVgtih1x_qEpL-WP-EZtgaF7aehAnlzqHuwftYOqyRpKgGJDqOxyHrVUh5-9eLT-LJbj8dfbj_ONYAPH3bBd7hrfDzOufjb5sjkJSSSO5YdUro/s1600/DSC_1667.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGR0U9Q-rXeA9biGnMC5PgPcoQXhC8UNVgtih1x_qEpL-WP-EZtgaF7aehAnlzqHuwftYOqyRpKgGJDqOxyHrVUh5-9eLT-LJbj8dfbj_ONYAPH3bBd7hrfDzOufjb5sjkJSSSO5YdUro/s200/DSC_1667.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEijEy3IM4IVeJXWu9PWQbYhzBZB4vGCI4qjWXCv9m0KfjrLg6xd9INZV73NmCNOMpSDQHN0B_ZBiQ5dh0MoAkYmmpElf8vX67a891Fl12h-zf2l1OagulF8DlxQLu-YCeUewEnmGQc6hDU/s1600/DSC_1668.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEijEy3IM4IVeJXWu9PWQbYhzBZB4vGCI4qjWXCv9m0KfjrLg6xd9INZV73NmCNOMpSDQHN0B_ZBiQ5dh0MoAkYmmpElf8vX67a891Fl12h-zf2l1OagulF8DlxQLu-YCeUewEnmGQc6hDU/s200/DSC_1668.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Muy cerca, al margen izquierdo del Omo, donde las riberas del río
son semiboscosas, habitan los Karo. El poblado más conocido está cerca de
Korcho, asentado entre acacias sobre una terraza aluvial, en un fotogénico
meandro del río. Sus casas están formadas por estructuras de madera cubiertas
con paja y gramíneas. Y en las vasijas de cerámica es fácil reconocer la leche
mezclada con sangre de vaca. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgC9YpWCaEcx2vQ_VH9oZSas81UGN_ejqcXt1Z0WI1Jx35m6vReSg-Sc-bNH-Y4t0kPBPdwevnW0pVM3wCE5KPrcdWw_T5ZWFLHHhT8TMU_xzHvTwPq0q3P2Zw1klSghNQXmU1Xjdg5v5I/s1600/DSC_1679.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgC9YpWCaEcx2vQ_VH9oZSas81UGN_ejqcXt1Z0WI1Jx35m6vReSg-Sc-bNH-Y4t0kPBPdwevnW0pVM3wCE5KPrcdWw_T5ZWFLHHhT8TMU_xzHvTwPq0q3P2Zw1klSghNQXmU1Xjdg5v5I/s200/DSC_1679.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Tengo grabado en la mente el momento en que bajo del coche, cámara
y libreta en mano, y veo el hermoso meandro del río Omo, rodeado de acacias y
las primeras mujeres Karo. Una sensación extraña, mezcla de incredulidad,
fascinación, nerviosismo. Parece que es algo escondido del tiempo. Apenas oigo
a Gerardo o mis compañeros, solo agarro fuertemente la cámara y observo, de un
lado a otro, de arriba abajo. Tengo la sensación de que mis ojos tienen vida
propia y no responden a mí. Poco a poco tomo consciencia, pero sin dejar de
mirar: cuerpos esbeltos con pinturas corporales hechas con las palmas y dedos
de las manos, en cara y pecho (con yeso, carbón y minerales), creando complejos
dibujos con líneas blancas (que parecen imitar a cebras); clavos o palitos en
los labios, arandelas de mil formas en las orejas, collares y colgantes de
cuento. Junto a ello, cualquier elemento es válido, plumas de avestruz, placas
de metal, cintas, cuentas de vidrio y plástico de decenas de colores. Las
mujeres cubren su cuerpo con vestidos de piel de cabra, dejando al aire brazos
y pecho en los que realizan escarificaciones. El fusil Kalashnikov ya forma
parte del atuendo de los hombres, de su propio cuerpo (tanto por estética como
por necesidad ante la rivalidad con algunas tribus por cuestiones de
territorio), junto a las escarificaciones mostradas con orgullo, signo de valor
ante otro hombre o animal. Teniendo en cuenta su enemistad con otras etnias
como los Mursi, no extraña. Alguno sostiene la urcuna de madera, ya sea como
taburete o almohada. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqQtwpIUdzvTM6Jgsu8oCdB4-n43FJOtD1oKuREKODporzlmPxSieng59obHg0GtSWpop3gLCKOAbgDvcZRVyUngnnB290c01oU5zmgjHrSfgUCJzm4ThYlYZ3nYpH287WTzTcCW9ZkvQ/s1600/DSC_1689.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgqQtwpIUdzvTM6Jgsu8oCdB4-n43FJOtD1oKuREKODporzlmPxSieng59obHg0GtSWpop3gLCKOAbgDvcZRVyUngnnB290c01oU5zmgjHrSfgUCJzm4ThYlYZ3nYpH287WTzTcCW9ZkvQ/s200/DSC_1689.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWmBW6NUrOhwohoa5xFK7U0UnUxyNow_a8y6mDSm1tj0lIvOYUtkyzIkMsG2uKrVhXRQDfbs4cswD5iT1hy_9oBdUo_w7xTDtHv-jNfa0VX5YOPetVlCqLHG9k_8m7MwOfvsP5jdepFl4/s1600/DSC_1692-A.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWmBW6NUrOhwohoa5xFK7U0UnUxyNow_a8y6mDSm1tj0lIvOYUtkyzIkMsG2uKrVhXRQDfbs4cswD5iT1hy_9oBdUo_w7xTDtHv-jNfa0VX5YOPetVlCqLHG9k_8m7MwOfvsP5jdepFl4/s200/DSC_1692-A.jpg" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsNbUkWE0YZ2lGCNZu67w09Zt4H8rJqcQugBa4eNxZVQAcsZ5V1vKcVNzgyDEl72O1febkZtVaNIUjTS0EdqcyeRSh6GGcO2ryTFDvFhdSc-T_Fro_H8DukSbcZqZsr77jDA299jqKTUc/s1600/DSC_1732.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsNbUkWE0YZ2lGCNZu67w09Zt4H8rJqcQugBa4eNxZVQAcsZ5V1vKcVNzgyDEl72O1febkZtVaNIUjTS0EdqcyeRSh6GGcO2ryTFDvFhdSc-T_Fro_H8DukSbcZqZsr77jDA299jqKTUc/s200/DSC_1732.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCN-SABJzzLm-CWZd-8ZVrKGt8JTS2BBYH_L1rsCDByL4YMKdeOdymdQC_e2adfGBqMsPaPGoA1lDToRoQrjJ4WLcP1WNW1zDAVCKLRbL-S6XFKQmj-59emOc_7WDLY7cOUxlzTdGz20I/s1600/DSC_1697.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCN-SABJzzLm-CWZd-8ZVrKGt8JTS2BBYH_L1rsCDByL4YMKdeOdymdQC_e2adfGBqMsPaPGoA1lDToRoQrjJ4WLcP1WNW1zDAVCKLRbL-S6XFKQmj-59emOc_7WDLY7cOUxlzTdGz20I/s200/DSC_1697.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">En principio, me dicen, adornan su cuerpo para reflejar su
posición social dentro del clan o el poblado. Pero la llegada del turismo, como
podremos comprobar con los <i>Murs</i>i, ha
alterado en parte esta costumbre. Y una inquietud corre por tu cuerpo pensando
si te han visto llegar, o simplemente esperan al <i>faranji,</i> preparados para la ocasión. Prefiero no creerlo, aún se
respira en ellos cierta autenticidad, aunque posan porque en ello encuentran un
beneficio económico. Es por ello que me cuesta fotografiar, siempre me ha
gustado más robar la foto, captar el momento, no la pose. Se me hace incómodo
tener que elegir para poder retratarlos. Les observo, no sonríen. Además, la
mirada, una mirada que no me invita a fotografiar, aunque lo pida. Huidiza,
cansada, hastiada o arrogante. Una mirada orgullosa, sí, pero que me tensa, y
me impide mirar a través del objetivo con naturalidad. Pienso que prefiero
interactuar, compartir su vida cotidiana, o contemplarla desde el silencio, en
un segundo plano. Ver cómo almacenan el sorgo, las alubias y el maíz que
cultivan para subsistir, cómo cocinan combinando con la pesca y la recolección
de la miel, cómo construyen sus cónicas chozas y pequeños graneros, cómo curten
las pieles, cómo convierten las calabazas en recipientes. Pienso y actúo. Así
que, con algunos compañeros, me encamino a dar una breve vuelta al poblado, a
observar desde la distancia. Intentar entender, poder escribir. Y cambia la
perspectiva, lo que antes es pose ahora es naturalidad. Sin la cámara todo
cobra vida: manos separando el cereal, encendiendo fuego, adornándose el pelo,
dedos que acarician el yeso de un recipiente para maquillar el cuerpo con
delicadeza, brazos en tensión acarreando agua, alimentando el ganado. Es la
imagen que transmito a mi cuaderno, más nítida que la de la cámara.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhNdsVOSD6gctT2ehyYAQZfMFTxY7_rEV93Jm6VoCgw2szQGqK40K37rniI8ERd1OUnlIWtt7gzcyIR3Omseq0nCqREU9MKaQpUNETo7mmhlpnfDvhgeFeJhq9LMrxbYU6CQ30ssSkriss/s1600/DSC_1694.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhNdsVOSD6gctT2ehyYAQZfMFTxY7_rEV93Jm6VoCgw2szQGqK40K37rniI8ERd1OUnlIWtt7gzcyIR3Omseq0nCqREU9MKaQpUNETo7mmhlpnfDvhgeFeJhq9LMrxbYU6CQ30ssSkriss/s200/DSC_1694.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXZl07ih1YOgL_WmQhS3BZ07zBcZQmpYu4BCSBLLd7d4rQoCRbQiAJJbrLEmGTzCL9jT4CIZFD2fv83m0g0AmHLNPjgNpNJrBI__KTClKxsvB5CFVCXqUqDh3kXdtYo7OI2nU_P4sFkPc/s1600/DSC_1717.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXZl07ih1YOgL_WmQhS3BZ07zBcZQmpYu4BCSBLLd7d4rQoCRbQiAJJbrLEmGTzCL9jT4CIZFD2fv83m0g0AmHLNPjgNpNJrBI__KTClKxsvB5CFVCXqUqDh3kXdtYo7OI2nU_P4sFkPc/s200/DSC_1717.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Sin embargo, no todo es atractivo. Esta tribu, y otras vecinas,
mantiene una tradición antigua atroz: los <i>mingi</i>,
niños que según la tradición traen mala suerte a la familia por tener alguna
enfermedad, alguna tara fruto de la endogamia, nacer fuera del matrimonio….;
han de desaparecer, y se los suele envolver en una piel y arrojarlos al río o
abandonarlos en la sabana a merced del calor y los animales. La lucha contra
estos comportamientos es complicada, ya sea desde el gobierno o desde las ONG
cercanas, porque para ellos es su tradición y su forma de pensar, lo único
importante en la vida, lo que les define como tribu. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Con esas reflexiones en la cabeza,
regresamos al camino. Aislados aparecen algunos de los pocos árboles que quedan
de las rosas del desierto, como baobabs pequeños con hermosas y efímeras flores
de color fucsia. Recojo una para mi diario, frágil, temiendo que no sobreviva
al viaje, quizás como muchas de las emociones que esta tierra inmemorial va
cargando sobre mis hombros.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES-TRAD">HAMER<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Comemos en Turmi, en pleno valle y centro de la zona de los Hamer.
Turmi, donde hemos colocado nuestras tiendas de campaña, es el campo base para
visitar a las tribus del sur del Omo. El pueblo en sí no es muy atractivo, pero
es frecuente encontrar algunas mujeres Hamer por aquí, cerca del campamento, donde
colocan pequeños puestos de mercadillo, o por las pistas de tierra roja.
Algunas te sonríen, otras parecen indicarte con la mirada que lleves a cabo la
ley del photo-birr, las más permanecen ajenas a ti concentradas en sus tareas. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Hay algo en ellas que te atrae, que destila cierto misterio. No sé
si es la indiferencia a mi presencia cuando nos cruzamos o las imágenes que
retengo en mi mente de las lecturas previas al viaje. Esbeltas, coloridas, destacan
por escarificaciones y abundante decoración en el pelo y vestimenta. Las
mujeres se peinan con pequeñas trenzas, rasurando zonas y formando bolitas
untadas con mantequilla o colorantes marrones derivados del barro, que también
usan para embadurnar su cuerpo. En su cuello las casadas llevan dos gargantillas
metálicas, a las que la primera esposa añade una tercera de cuero con una
protuberancia para indicar su papel principal dentro de la poligamia. Otras,
las más jóvenes, usan collares de cuentas de colores y conchas, con los pechos
al aire y brazaletes en los brazos. Visten con faldas de piel de cabra
adornadas con bolitas de colores de plástico, conchas de caurí y ribetes de
piezas metálicas, con un corte triangular alargado en punta en la parte trasera
asemejando la cola de las gacelas. Es imposible dejar de mirarlas. Junto con el
joven <i>cherkali </i>que encontramos antes
de visitar los Karo, es nuestro primer contacto con esta etnia que vive al
norte del lago Turkana, muy cerca de aquí. Una etnia mítica que, según la
tradición oral, fueron los que encendieron el primer fuego. Uno de los iconos
de las tribus omóticas. Por eso, cuando nos proponen asistir a una experiencia
única con los Hamer, ni lo dudamos. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgF6WCrEkmVXjagNn6xVbKa9g95zy0WNHnmJKLuLr5iwmIxaL-J85k18YJqrUb4k5Rm-lb9HqkPuE4cUcv0q8yeCKigUi3j4I8LzTzSPJrDa1RgXzjkclKxbLPggv2ozTGgTbo5t5Pi7Ns/s1600/DSC_1757.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgF6WCrEkmVXjagNn6xVbKa9g95zy0WNHnmJKLuLr5iwmIxaL-J85k18YJqrUb4k5Rm-lb9HqkPuE4cUcv0q8yeCKigUi3j4I8LzTzSPJrDa1RgXzjkclKxbLPggv2ozTGgTbo5t5Pi7Ns/s200/DSC_1757.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzqBdSDAvwKr0wkdvYmmj_V5B1xKPq6PW-Bal6eu0IxO-ZCdPQAificDU_vbCZN-haFKlSngJGAtyKfSbWgHIlTeaJmSUjefN_XuEF-ePthUWWzv1rz7harfI0pgrUoQLlXyXErVY7isA/s1600/DSC_1771.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzqBdSDAvwKr0wkdvYmmj_V5B1xKPq6PW-Bal6eu0IxO-ZCdPQAificDU_vbCZN-haFKlSngJGAtyKfSbWgHIlTeaJmSUjefN_XuEF-ePthUWWzv1rz7harfI0pgrUoQLlXyXErVY7isA/s200/DSC_1771.JPG" width="133" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Es primera hora de la tarde y el sol ciega mi mirada más allá de
la ventanilla del 4x4. El camino, si es que se le puede llamar así, no tiene
una dirección definida. Lo mismo atraviesa un cauce seco que se interna en
pedregales y llanuras secas. Tengo la sensación de que no sabemos donde vamos,
o que, quizás, aquello que vamos buscando se entretiene en alejarse, en
esconderse, en jugar con nosotros hasta que decida presentarse. Y así parece
hacerlo hasta que llegamos a un punto, tras decenas de kilómetros en medio de
la nada, en el que se muestra. Voces, tambores, sonidos de cascabeles, y
centenares de personas que salen no se sabe de dónde, anuncian que hemos
llegado, que aquí es. Pero mi mirada no está preparada para lo que voy a ver,
lo que voy a sentir. Uno no puede prepararse ante la devoción y la entrega
absoluta a una tradición, a una forma de vida, a una forma de entender el mundo
tan ancestral como arraigada en la tierra. Solo puedes intentar no temblar y
observar. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Tenemos la suerte de asistir a un acontecimiento fundamental en la
vida de los hamer: el <i>ukuli bula</i>, o
salto del toro, que marca el paso de la adolescencia a la vida adulta de los
hombres. Gracias a él podrá contraer matrimonio. El <i>ukuli </i>es el aspirante, que una vez finalizada la ceremonia se
convertirá en <i>cherkali </i>y al pasar
unos días en <i>mazha. </i>La ceremonia se
realiza en grandes extensiones llanas, apenas cercadas por simples vallas de
acacia, para que pueda acudir la familia y poblados cercanos, además de los <i>mazha</i>, chicos que ya han realizado el
ritual pero no han formado familia. Estos últimos, vestidos tan solo con una
pequeña falda liada en la cintura, se adornan profusamente con brazaletes,
collares, plumas, pinturas de colores vivos en el rostro, y portan largas ramas
que funcionan de látigos. Pequeñas chozas de madera y hierba seca, y un enorme
chamizo de ramas de acacia completan el escenario. Las mujeres de la familia
del <i>ukuli</i>, el que va hacer el salto,
se engalanan con muchos adornos (pelo impregnado de barro, ocre y manteca, en
forma de trenzas o bolitas) y untando su cuerpo de grasa, para que les brille
la piel, crean grandes corros para danzar y cantar bajo el sonido de cornetas africanas
y pitos. Beben una especie de licor de granos de café y sorgo, muy fuerte, que
les enaltece aún más el ánimo. Avanzan en grupo hacia delante, orgullosas,
altivas, cantando, y, siguiendo la cadencia de sus voces, en momentos puntuales
paran y saltan al unísono, frenéticamente, haciendo sonar una especie de
cascabeles que cuelgan de sus tobillos, levantando pequeñas nubes de polvo en
cada salto. Un sonido metálico, profundo. Es hipnótico, no puedes dejar de
mirar, y algo en ti sigue el sonido, el salto, te atrapa, te lleva. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5NeKdvoYNIiFOFxhKQaAI0IxueagDzRmwa0OzhYm2ejRBgPuuBhTRFW136xge2nyjye7RT9FTT_vJkwL7j1rQ-_5Z5MACToE39ThgrsimW0KNWVuomggZ10BaEkzaixTn0t8H2aIT9yU/s1600/DSC_1807.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5NeKdvoYNIiFOFxhKQaAI0IxueagDzRmwa0OzhYm2ejRBgPuuBhTRFW136xge2nyjye7RT9FTT_vJkwL7j1rQ-_5Z5MACToE39ThgrsimW0KNWVuomggZ10BaEkzaixTn0t8H2aIT9yU/s200/DSC_1807.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhD1d-xAqjDz0nGmOmfNWJIFLO9y9hPqPt_0PH0PCzc5R-kpLDdKBNDHGDokEcipzlxILuvPddgjrndN2Qq_c_-9vuL8ZF54ROqxmYOHld0s6GboCgqX9ls5kCoPmYt3qHhruBxCAlcicM/s1600/DSC_1768.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhD1d-xAqjDz0nGmOmfNWJIFLO9y9hPqPt_0PH0PCzc5R-kpLDdKBNDHGDokEcipzlxILuvPddgjrndN2Qq_c_-9vuL8ZF54ROqxmYOHld0s6GboCgqX9ls5kCoPmYt3qHhruBxCAlcicM/s200/DSC_1768.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRzlWfBmDY454No2YbcKjXIQrpW2SwKqfzntlupEzdgb2afNqjX4ju_cv4VKQqCojrs-kk6BLmTShxDfyJ6eVW6vQTsrOJfIhvoOUgm6mBX-mhzolU4Kx7FL7mS6nQRnQD57T2B99kHpc/s1600/DSC_1816.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRzlWfBmDY454No2YbcKjXIQrpW2SwKqfzntlupEzdgb2afNqjX4ju_cv4VKQqCojrs-kk6BLmTShxDfyJ6eVW6vQTsrOJfIhvoOUgm6mBX-mhzolU4Kx7FL7mS6nQRnQD57T2B99kHpc/s200/DSC_1816.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRj9Nxp-0EcHyxr2iu7x5k3aYt_YdA5ItvrDtJVRNma3I6uRBpIzi-qubOjDX_1LGV5TfmW_o8alTDsACPwvOwuHbQptQbrSctp6LLxxqpsup3TbQzhydTJVGRUSMxl7SVnBbXGu0oXY8/s1600/DSC_1835.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRj9Nxp-0EcHyxr2iu7x5k3aYt_YdA5ItvrDtJVRNma3I6uRBpIzi-qubOjDX_1LGV5TfmW_o8alTDsACPwvOwuHbQptQbrSctp6LLxxqpsup3TbQzhydTJVGRUSMxl7SVnBbXGu0oXY8/s200/DSC_1835.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjcKKqU2wRVp4KoEeXMMUH5Tj7hvHLlKKkZuJpC_1loWChHQ19HQICHwHzqqXm-uQ-NbBEUjRurad1AxxFH_nMvl8JaIkWz_bnzwpR2f_A67PMFpPncJt8xndVjn71kOUoAbcpsBo4244M/s1600/DSC_1840.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjcKKqU2wRVp4KoEeXMMUH5Tj7hvHLlKKkZuJpC_1loWChHQ19HQICHwHzqqXm-uQ-NbBEUjRurad1AxxFH_nMvl8JaIkWz_bnzwpR2f_A67PMFpPncJt8xndVjn71kOUoAbcpsBo4244M/s200/DSC_1840.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhftpe7_Edcbr1rZxw9v75x8nZoaAaak1Vg1h2uagtfDZFlgcEc0Y-yjhc11aSaODaF0rbY7yXbuyZMDsQoSsRLArnHpuYf_nigp0Kf6mECdQ_f9bfX1U4PEn-5g8gIm1q7QPAPc_M3fEA/s1600/DSC_1841.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhftpe7_Edcbr1rZxw9v75x8nZoaAaak1Vg1h2uagtfDZFlgcEc0Y-yjhc11aSaODaF0rbY7yXbuyZMDsQoSsRLArnHpuYf_nigp0Kf6mECdQ_f9bfX1U4PEn-5g8gIm1q7QPAPc_M3fEA/s200/DSC_1841.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">De vez en cuando divisas al <i>ukuli.
</i>Es un chico joven, adolescente, bastante espigado, pero esbelto. Apenas
cubre su desnudez con una túnica, y muestra un rostro serio, abstraído, quizás
nervioso. Suele desplazarse de un sitio a otro, buscando su sitio o,
simplemente, pequeños momentos de tranquilidad ante el acoso de la gente. En un
momento dado, mujeres del corro se acercan a un <i>mazha, </i>que espera en la sombra con los hombres, y cantando le piden
que les marque con el látigo en su piel como señal de respeto y vinculación con
el <i>ukuli y mazha,</i> que en un futuro
tendrán que encargarse de ellas en caso de necesidad si las marcan con una
escarificación. Aquellos latigazos los unirán para siempre. Por ese motivo,
insisten y hasta se lamentan, para que acceda a darles con el látigo. Tiene que
dar fe de su resistencia, de su fortaleza ante otras. Es su ofrenda. Si es así,
el <i>mazha</i> se levanta y frente a él la
mujer da pequeños saltos con la mano derecha levantada, hasta que con el
látigo, en un movimiento rápido y limpio, golpea la espalda provocando una herida
que al secarse a la intemperie, y por efecto de la grasa y el polvo, creará una
escarificación de por vida. El chasquido del latigazo queda grabado en tus
oídos. Las espaldas ensangrentadas, las cicatrices abiertas, me impactan de un
modo que es difícil explicar. Aturdido, mi cuerpo suda, y no es sólo por efecto
del intenso calor. Miro la sangre desconcertado, porque no parecen sentir
dolor, sino orgullo, fuerza. Hay algo primario, primitivo, en ello, que
entronca con las raíces de esta tierra polvorienta, y que está por encima de mi
entendimiento.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9CUpSCCAWgCAxmwSAqiHj0JOurijEfY07gEVBdbbKmUsOeve0gDdVRr_v59QzlOi_noKzDs-2XgzKdcOXxzx2Pr6rfUbdCS6FpW31qWGgTdB_n251oaAxPxgcIxaQE9Rgv1Yc6Xzm94M/s1600/DSC_1773.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9CUpSCCAWgCAxmwSAqiHj0JOurijEfY07gEVBdbbKmUsOeve0gDdVRr_v59QzlOi_noKzDs-2XgzKdcOXxzx2Pr6rfUbdCS6FpW31qWGgTdB_n251oaAxPxgcIxaQE9Rgv1Yc6Xzm94M/s200/DSC_1773.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWwXMF7NjfzFObeboOpPU0LPa9my14rE2Cfh8U8HTnaU1pxUn6kGbFrgogkB1_6KAn-NZWML0oBpZLbx5NoSm_KzFuApPci3i30-OOM49W9cYILh17To3DkzdAePEt59Hckvuok-9_IQs/s1600/DSC_1775.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWwXMF7NjfzFObeboOpPU0LPa9my14rE2Cfh8U8HTnaU1pxUn6kGbFrgogkB1_6KAn-NZWML0oBpZLbx5NoSm_KzFuApPci3i30-OOM49W9cYILh17To3DkzdAePEt59Hckvuok-9_IQs/s200/DSC_1775.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLjAfgoN-3vvmgoeC7ysST6DosfrgQs8Q6jugMKJrLKBjT9iFzKfTa_3VdU2J-Mhy4_n4xzGlnj5KPBHNaL_hZm_zSUgLsmop5t1Q3_yyCtBVAwxIutFENG8V-zvAWK6tDUcOf-UtEh1s/s1600/DSC_1812.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLjAfgoN-3vvmgoeC7ysST6DosfrgQs8Q6jugMKJrLKBjT9iFzKfTa_3VdU2J-Mhy4_n4xzGlnj5KPBHNaL_hZm_zSUgLsmop5t1Q3_yyCtBVAwxIutFENG8V-zvAWK6tDUcOf-UtEh1s/s200/DSC_1812.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJw4eYCG-XbEGJbeasbM7ceMEltp-ALbfZTmh7B-RAXN3w7jEogYP4CzsiatANey70s_YPszKTYeVjXZ8sCseKaL23NakaRYVjhBeCsoke9862xPJzHKjQ3dGipg0bXlAoMUevIIsRob8/s1600/DSC_1783.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJw4eYCG-XbEGJbeasbM7ceMEltp-ALbfZTmh7B-RAXN3w7jEogYP4CzsiatANey70s_YPszKTYeVjXZ8sCseKaL23NakaRYVjhBeCsoke9862xPJzHKjQ3dGipg0bXlAoMUevIIsRob8/s200/DSC_1783.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Ya al atardecer, cuando el sol empieza a ocultarse, todas las
tribus se trasladan a un cerro cercano, es como si se trasladara un poblado
entero: los jóvenes corriendo, las mujeres con sus bebés a la espalda, los
hombres con sus armas. Allí, los hombres se reúnen mientras las mujeres cantan
y danzan alrededor, y desnudan al <i>ukuli </i>que
suele llevar el pelo escarpado para la ocasión. Las reses se agrupan, no sin
cierta dificultad, una junto a otra formando una fila sobre la que el aspirante
tiene que saltar, o mejor dicho correr sobre sus lomos. Esa fila es lo único
que le separa de ser adulto. Animado por su pueblo, lo realiza varias veces
hasta que lo recorre de forma estable. Así el <i>ukuli </i>pasa a ser un<i> cherkali</i>,
como el joven que vimos el día anterior, y durante días su cuerpo se pintará de
carbón y mantequilla alimentándose de sangre, leche y miel solo en el bosque;
hasta llegar a ser un <i>mazha </i>y tener
la opción a casarse. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3KRIFrf4BDWXwyVU5uWb1KIm5nxerbpl-mQfJqx6RmdQXSf_xXGv8-vqyp6NVyqFjxMcIaOjsRyVvskdC1U4ZPulGRJLEbn5MWSKk7wd0Vru2NrYv0aEJ7lqZmi30iJNkMP_zOycJ2pE/s1600/DSC_1872.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3KRIFrf4BDWXwyVU5uWb1KIm5nxerbpl-mQfJqx6RmdQXSf_xXGv8-vqyp6NVyqFjxMcIaOjsRyVvskdC1U4ZPulGRJLEbn5MWSKk7wd0Vru2NrYv0aEJ7lqZmi30iJNkMP_zOycJ2pE/s200/DSC_1872.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgz1C76NzcjK4QRLFCIbDVilEuQ4zTOM214Xb8-wayLBrS6rc1ROw9dPaBtK3hVTz97ElfphuV5LGdAbYpXHavUJldddyTTJDahQ-NCTLoKuxjPSV95miQPD8yf5pV3qN_66MUZFHVZtQs/s1600/DSC_1900.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgz1C76NzcjK4QRLFCIbDVilEuQ4zTOM214Xb8-wayLBrS6rc1ROw9dPaBtK3hVTz97ElfphuV5LGdAbYpXHavUJldddyTTJDahQ-NCTLoKuxjPSV95miQPD8yf5pV3qN_66MUZFHVZtQs/s200/DSC_1900.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmQnjVHx4SBIxdMNERwq1eyY3UUITwcR5GXyy9W9xrd6FHKUHSpgYtIxt-MgFap8YHTyVrSQjm9FGE0RD57DM57-rBS1g3IQG6ViFq9m9m5cabZlJX4aHWeioFkOfCxJbjFOWoNX9T3nM/s1600/DSC_1884.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmQnjVHx4SBIxdMNERwq1eyY3UUITwcR5GXyy9W9xrd6FHKUHSpgYtIxt-MgFap8YHTyVrSQjm9FGE0RD57DM57-rBS1g3IQG6ViFq9m9m5cabZlJX4aHWeioFkOfCxJbjFOWoNX9T3nM/s200/DSC_1884.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvPCmYazY0Z519vp2ZIxit1qnN1BvHhFqJDR39wgUjmWLTLrpGQEZtbkm2vOumrYXFLGC4wF-P2Rr1IeNRvkg10YuNlCwiDmZTglE30ImRfKOj6hXG81YLHczL0uOiIh5nYJQ2ptSCc8c/s1600/DSC_1903.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjvPCmYazY0Z519vp2ZIxit1qnN1BvHhFqJDR39wgUjmWLTLrpGQEZtbkm2vOumrYXFLGC4wF-P2Rr1IeNRvkg10YuNlCwiDmZTglE30ImRfKOj6hXG81YLHczL0uOiIh5nYJQ2ptSCc8c/s200/DSC_1903.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> La luz del atardecer, anunciando la
noche, guía nuestro camino hacia los 4x4. Poco a poco, desaparecen los Hamer, distribuyéndose
en las colinas que nos rodean, y quedamos solos. Apenas hablamos, cansados,
desbordados, alegres en cierto modo. Difícilmente olvidaremos esta experiencia.
Nos espera la cena, el saco, la tienda, y cientos de imágenes en la retina que
inundan la noche como estrellas que vigilan nuestro sueño. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Aún con la resaca de los Hamer, recogemos las tiendas y retomamos
el camino hacia Jinka. El trayecto es largo así que hacemos una parada en Key
Afer, en el mercado de Gako. Siempre me ha gustado visitar los mercados. Como
bien dice Gerardo, allí no se está pendiente de la fotografía, ni ellos ni,
poco a poco, nosotros. Es un ambiente relajado, cotidiano, así que bajamos de
los 4x4 un poco antes de llegar, para entrar andando entre ficus y retazos de
sabana, como hace la población local, y no llamar tanto la atención. </span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpZfFyZs4QqxSaForh21RkfjPPR7Rupw3pDODjzxIDqJop6fECUJhaVqos5jC5VtQDbCVzhrxMQm49_0PKbCg2BfrGiALGlB-Kq8rji9gG9X8uEyajxABqceVEseRomyxminl0zLfydac/s1600/DSC_1919.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgpZfFyZs4QqxSaForh21RkfjPPR7Rupw3pDODjzxIDqJop6fECUJhaVqos5jC5VtQDbCVzhrxMQm49_0PKbCg2BfrGiALGlB-Kq8rji9gG9X8uEyajxABqceVEseRomyxminl0zLfydac/s320/DSC_1919.JPG" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">La gente camina largas distancias para acceder al mercado,
cargando sus mercancías y llevando burros o cabras. Gerardo nos anima a
identificar las diferentes etnias que acuden por sus atuendos: Hamer, Banna,
Ari.... Ni siquiera todo son puestos, sino más bien pobres mercancías
extendidas por el suelo sobre viejos y sucios trozos de tela. Cualquier cosa
sirve: cuatro cebollas, un montón de pimientos picantes, verduras mustias, dos
calabazas, varios huevos, miel en una lata, mantequilla en vasijas de barro u
hojas de banano, sorgo, café, abalorios y utensilios de plástico, cerámica. En
un lugar más apartado se encuentra el mercado de ganado, donde agrupan cabras y
vacas. A pesar de que es numeroso, y que los puestos se agolpan unos a otros,
no se respira la tensión del mercado oriental, del regate, de la discusión del
intercambio y la compra-venta. No se busca tanto el beneficio económico como
intercambiar o conseguir lo que se necesita para la supervivencia diaria y
reforzar los lazos sociales, como han hecho durante cientos de años. Es
maravilloso perderse entre el ajetreo, el colorido de los adornos hamer o las
faldas y pañuelos Ari, los brazaletes y collares de bisutería, las cuentas de
colores, las camisetas con que se cubren las jóvenes hamer, las cabezas medio
rasuradas de los Banna... </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">MALE</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Entramos en un valle verde salpicado de suaves colinas, donde
habitan los Male agrupados en pequeños poblados en lo alto de las laderas Los
que viven en las tierras altas se dedican a la agricultura, a veces en
terrazas; mientras que en las tierras bajas la ganadería ocupa la mayor parte
de su tiempo. Al hacer un descanso en el trayecto para comer, nos cruzamos con
algunas mujeres que aún siguen la costumbre de tatuarse el rostro. Al parecer
se dirigen al funeral de una mujer Male, la más anciana de un poblado cercano
(103 años) y un joven local nos propone conducirnos hasta allí. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Cuando iniciamos el trekking no somos conscientes de lo que nos
vamos a encontrar. La curiosidad y el respeto van alternándose mientras
ascendemos por un complicado camino a través de la colina. Nos guía el sonido
de unos lejanos tambores, atravesando chozas y terrazas de cultivo. Pronto
llegamos a sentir lo que supone la muerte en esta pequeña comunidad. Los
tambores no son más que el acompañamiento de algo que en un primer momento no
llego a entender bien, casi un centenar de hombres moviéndose al ritmo de la
percusión. ¿Cómo celebrar con bailes el dolor?</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1TuchX2nHJ6wVQiLveDni_ykDyTu6j9NFrj3Deiq8Nc-jujfJ72KkDXbg-mNd-dtrxGM7gygEHCdRPT2P-sGPbSj8LecR-gc3ITf6bGS5i_cQCOtpXl6ZGs8QFC54jGFGHgz0lD8Pmx0/s1600/DSC_1967.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1TuchX2nHJ6wVQiLveDni_ykDyTu6j9NFrj3Deiq8Nc-jujfJ72KkDXbg-mNd-dtrxGM7gygEHCdRPT2P-sGPbSj8LecR-gc3ITf6bGS5i_cQCOtpXl6ZGs8QFC54jGFGHgz0lD8Pmx0/s200/DSC_1967.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIFIm2U33095NLpbsknBbBRdfhA1Ze1mpF5hyphenhyphenYMgm4KCAeNlXOcjh1-RmQNr0EdML5B3fps1IVP-UDmjt5wTs4o3ST6zQSnOMYcM-ty2QhtNQ9jDRQgfoByhrPaV1sxocPhZjD_K6wdeU/s1600/DSC_2012.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgIFIm2U33095NLpbsknBbBRdfhA1Ze1mpF5hyphenhyphenYMgm4KCAeNlXOcjh1-RmQNr0EdML5B3fps1IVP-UDmjt5wTs4o3ST6zQSnOMYcM-ty2QhtNQ9jDRQgfoByhrPaV1sxocPhZjD_K6wdeU/s200/DSC_2012.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Cinco tambores, varias formas de expresar el dolor y el respeto.
Un grupo de mujeres lloran, casi de forma teatral, como plañideras, casi como
arrancaran con su gestualidad el dolor de los familiares para aliviarlo. Pronto
se unen a sus aspavientos el baile de los hombres. Se miran en silencio, y con
gestos marcan el baile que van a iniciar: manos arriba, saltos, voces profundas
y la percusión con sus palmas y los propios cuerpos, marcando el ritmo. El silencio
señala las pausas, solo orto por el llanto casi continuo de las mujeres que
andan por el camino o custodian la casa donde descansa el cuerpo de la anciana.
Se echan tierra sobre la cabeza en su baile frenético. A un lado y a otro, los
caminos del dolor. Impresiona y conmueve. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Cerca de la choza fúnebre, el marido de la anciana, con un rostro
ajado por el dolor de toda una vida, se lamenta junto a la puerta. Un grupo de
mujeres, que antes recorrían llorando el espacio de los hombres, se acercan a
él, y empiezan a cantar acompañadas por el toque de calabazas. Al fondo, a poca
distancia, se deja secar carne de cabra para el convite ritual, porque viene
gente de pueblos cercanos a participar del ceremonial. Y, de nuevo, el grupo de
hombres inicia su baile frenético, con un sonido que emana de sus propios
cuerpos, más allá de los tambores.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9M3W7StDUJkVYcMyVds3RldAwDPig0sPMPgTEz-rbJWhH6V0wGVf-OoeD4PQzrwDMUpqZ4cARdctHgAr7t0Ai0c-q4wyRFx4HKb4OOz4bg1-Ejwx3NbAvSprQclWaod1Zwlxx4zm5yog/s1600/DSC_1995.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9M3W7StDUJkVYcMyVds3RldAwDPig0sPMPgTEz-rbJWhH6V0wGVf-OoeD4PQzrwDMUpqZ4cARdctHgAr7t0Ai0c-q4wyRFx4HKb4OOz4bg1-Ejwx3NbAvSprQclWaod1Zwlxx4zm5yog/s200/DSC_1995.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPt1Fi7jTUyqSxI_YyJKXk29w2xkqL-INKeDkWB-k6Zhb-fHt6FMxqXftraxb2lTvtdBzzdntWc7rn9sW4assVYrDw-1FoO6CC6AaU1SbV20Kdqr9vUjpwaoACmzSKJpu_CMoTQv7WM_I/s1600/DSC_1994.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPt1Fi7jTUyqSxI_YyJKXk29w2xkqL-INKeDkWB-k6Zhb-fHt6FMxqXftraxb2lTvtdBzzdntWc7rn9sW4assVYrDw-1FoO6CC6AaU1SbV20Kdqr9vUjpwaoACmzSKJpu_CMoTQv7WM_I/s200/DSC_1994.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Morir en los Male. Descubres que su mundo espiritual es sincero y
complejo. Que necesitan expresar con su cuerpo, y no con las palabras, el dolor
y el respeto hacia la muerte de un miembro de la comunidad. Los cantos y las
danzas forman parte de ritos ancestrales, que contrastan con las lágrimas
silenciosas de la familia. No hay nada de folclórico en lo que contemplamos, ni
nada que te haga pensar en que es algo construido para los ojos del extranjero.
Se respira autenticidad, vida, curiosamente vida, para celebrar la muerte.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="tab-stops: 294.0pt; text-align: justify; text-indent: 36.0pt;">
<span lang="ES-TRAD">Quizás estas palabras de una canción tradicional etíope den
sentido a lo que vivimos “La muerte llega a nosotros de muchas formas. Con
nuestros pies andamos por la tierra del chivo, con nuestras manos tocamos el
cielo de Dios. Algún día futuro, en el calor del mediodía, seré llevado en
hombros a través del pueblo de los muertos. Cuando muera, no me entierren bajo
los árboles del bosque, le temo a sus espinas. Cuando muera, no me entierren
bajo los árboles del bosque, le temo al agua que gotea. Entiérrenme bajo los
grandes árboles umbrosos del mercado. Quiero escuchar los tambores tocando,
quiero sentir los pies de los que bailan”.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Al descender por el camino nos cruzamos con aquellos que lentamente
acuden al funeral. Emociona que te tomen la mano en un símbolo de respeto.
Manos que transmiten la dureza de toda una vida, ásperas; otras suaves, inocentes;
sudorosas, tímidas, indiferentes. Compartimos sendero y pésames, compartimos el
dolor de una aldea, de un pueblo.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">MURSI</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Fijamos nuestro nuevo campamento en Jinka, la capital del Omo,
entre el río des mismo nombre y el Mago, afluente del anterior. La tierra,
entre cauces secos y torrenteras, es capaz de cambiar de color varias veces al
día: del rojo, al ocre o amarillo, hasta el verde en las cercanías de Jinka. Es
el Parque natural del río Mago. Y entre la sucesión de colores aparecen enormes
termiteros, torres de arena apretada ante los que no te puedes resistir sin
parar y fotografiarte haciendo el tonto. Todo el mundo que se dirige aquí lo
hace principalmente para conocer la tribu de los nómadas Mursi, quizás la más
conocida de todas las que habitan en el valle. Documentales, fotografías,
películas, han dado fama a una tribu que tiene sin embargo un cierto carácter
violento y poco amistoso, sobre todo si andan bebidos. Para reafirmarlo, un
control del ejército, poco antes de acceder a sus poblados, te obliga previo
pago a subir a un soldado armado a bordo. Tuvimos un problema al final de la
visita y constatamos su verdadera función.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Un viejo árbol es nuestra puerta de entrada al poblado. A su
sombra dejamos nuestros vehículos, mientras un grupo de hombres de la tribu nos
observan con seriedad y cierto hastío. Tras negociar la visita no hace falta ni
echar a andar. Un grupo de mujeres nos asaltan. Hemos llegado a primera hora,
para evitar el fuerte sol de mediodía y sobre todo la posibilidad de que el
alcohol agrave la visita. Pero tan temprana hora les ha pillado sin ataviarse,
desayunan tranquilamente. El período de la negociación les da el tiempo
necesario. Y ante nuestros ojos desfila lo inimaginable: el plato labial de las
mujeres, los aros lobulares, brazaletes metálicos y adornos del cabello con
tocados muy originales, en el que prácticamente cualquier objeto, hoja o fruto
es susceptible de colocarse en la cabeza. Siglos de rituales prehistóricos de
decoración corporal desfilan ante nuestros ojos, y reclaman la fotografía. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhY8W5o3WgKE2ZpgVOAlCYuNqJiZUff5xfx1K203o78mK5iLWWsopO01lCzBYsE3fiTOMgNF67A_EQPEJ3R5LBCiKS15_U5SJNf4ndo2tlC20LKlwJZpPivwIVdT6un-c8ojDluUvJJ0x4/s1600/DSC_2047.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhY8W5o3WgKE2ZpgVOAlCYuNqJiZUff5xfx1K203o78mK5iLWWsopO01lCzBYsE3fiTOMgNF67A_EQPEJ3R5LBCiKS15_U5SJNf4ndo2tlC20LKlwJZpPivwIVdT6un-c8ojDluUvJJ0x4/s200/DSC_2047.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjHBUVflJ2GYmJxxJasI7jG23frZugACxXuiXRxmdsMIhWr5SU3_wsYkBfrMAxrmwqdSxBZfcoKp8n5IFbPvbMnu2ZU6ZEl4ozMX2r0Wk6hHPn2Rf7h1XNZxl81q_-PR_5Ib3t1ISnZee8/s1600/DSC_2050.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjHBUVflJ2GYmJxxJasI7jG23frZugACxXuiXRxmdsMIhWr5SU3_wsYkBfrMAxrmwqdSxBZfcoKp8n5IFbPvbMnu2ZU6ZEl4ozMX2r0Wk6hHPn2Rf7h1XNZxl81q_-PR_5Ib3t1ISnZee8/s200/DSC_2050.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Y lo intento, impactado por lo que veo. Lo intento y fotografío.
Pero, objetivo en mano, me doy cuento de que no soy Stanley ni Burton, que no
es un territorio virgen del mercantilismo y de que la visión de los Mursi, la
mía y la suya, no es natural. Me encuentro una mirada seria, torva y fija.
Mirada pagada, pose forzada, aunque salga automática. Me doy cuenta que
fotografío un estereotipo, que ambos estamos creando. Las capuchas de bolígrafo
sustituyen al hueso y la madera en sus orejas y collares. Y los billetes de
birr a la escena cotidiana. No hay forma de interactuar más allá de negociar el
precio de una foto. Solo acoso, pellizcos, el ofrecimiento para que les elija,
y pierdo la seguridad en mí mismo. Nervioso intento apartarme de ese
pensamiento y, en ocasiones, prefiero, como Gerardo y algunos compañeros,
guardar la cámara y observar su comportamiento ante los objetivos, su
acicalamiento, sus vestidos y pinturas, cómo cuidan el ganado, la vida
cotidiana dentro de las chozas, o detrás del escenario que han montado para nosotros.
Cómo conservan y preparan el sorgo, el maíz, cómo decoran las calabazas y las
transforman en recipientes, los sempiternos bidones amarillos en la puerta de
los hogares. Es entonces cuando soy consciente del ritual, de la tradición, de
su identidad. Y, en esos escasos momentos, no me siento rechazado, no pienso
que solo soy dinero, porque intento captar para mí, no para mi cámara, algo de
su vida. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_EW1mdV4EcI3rR6tmMx_g552Nhj2wxlgy8qFbKrMtjKLtJH_MRnnS7gnlsuD_pa8I2x_Ec_XXiko_EhornDDe-VSARo7ZaKe0ZBXeXV9HlT83X_qKsouhLuVnEVW6Kve7s7Luk09gEi0/s1600/DSC_2057.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_EW1mdV4EcI3rR6tmMx_g552Nhj2wxlgy8qFbKrMtjKLtJH_MRnnS7gnlsuD_pa8I2x_Ec_XXiko_EhornDDe-VSARo7ZaKe0ZBXeXV9HlT83X_qKsouhLuVnEVW6Kve7s7Luk09gEi0/s200/DSC_2057.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhumrdfbUTIi6wo6Op1kfgzwQIv38768fGnhI3aVVgqx4MlO11rMaonuculJ0XzQgLCMBwIhFpFh8xpzOA-1oJI_Tkpy6QzzI1OB3c_V8zxc0tvAuyQ5as1HLMkB1Oxj6ckb1Gl1gPNdn4/s1600/DSC_2055.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhumrdfbUTIi6wo6Op1kfgzwQIv38768fGnhI3aVVgqx4MlO11rMaonuculJ0XzQgLCMBwIhFpFh8xpzOA-1oJI_Tkpy6QzzI1OB3c_V8zxc0tvAuyQ5as1HLMkB1Oxj6ckb1Gl1gPNdn4/s200/DSC_2055.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Y pregunto, vaya si pregunto, a Gerardo, al guía…Busco saber lo
que hay detrás del escenario. Descubro que en los ritos de iniciación a la edad
adulta las mujeres sufren una pequeña incisión en el labio inferior y en los
lóbulos de las orejas, para insertar pequeños discos de cerámica o madera que
irán cambiándose por otros más grandes conforme vaya dilatándose. Lo que
impresiona no es tanto verlas con el plato de barro (en principio es un
ornamento para celebraciones), sino cuando no lo llevan: el labio colgando de
forma antinatural deja a la vista la dentadura, la falta de incisivos y la
encía inferior. Hay muchas teorías sobre el por qué de esta costumbre. Se ha
argumentado que proviene de un intento por afearlas, para evitar que las
secuestraran para venderlas como esclavas en las razzias árabes, aunque hoy en
día se cree que es más un símbolo de estatus social e incluso de atractivo. Sea
cual sea la razón, forma parte de su identidad. Lo único que importa es lo que
se recuerda, lo demás no tiene importancia, no existe. Es la memoria lo que les
da sentido.</span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipCCBGEAXC6a6CvswwZ7ItR3Kh0Ec45S45VOP60XHLvO_JP6YPjzGdfjZX9vkX6X38IFyWVwh8isftlUzdswnkege0a7v3eVcEIkA0FIFJl3LXmfi8puBqLEEeGz2qFnoEia7cEIIZnPU/s1600/DSC_2059.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipCCBGEAXC6a6CvswwZ7ItR3Kh0Ec45S45VOP60XHLvO_JP6YPjzGdfjZX9vkX6X38IFyWVwh8isftlUzdswnkege0a7v3eVcEIkA0FIFJl3LXmfi8puBqLEEeGz2qFnoEia7cEIIZnPU/s200/DSC_2059.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Los hombres, bastante corpulentos, por el contrario suelen llevar
como única vestimenta una manta, y presentan escarificaciones como prueba de
valor o pinturas de color blanco de tipo geométrico. De mirada fija, y
expresión de pocos amigos, tienen cerca el <i>donga</i>,
el bastón tradicional que usan para defenderse o pelearse. En relación al valor
es fundamental para ellos una ceremonia en la que se baten en duelo jóvenes
solteros con estos bastones de madera, <i>donga,
</i>como un paso vital en el ascenso social y de prestigio entre ellos y las jóvenes
casaderas. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgdQQHMk34etIJSTBN2gpS7ztxe_NXpWx10UzrLhIdyH5vMRVp9vzjC9ttuCrOP2bLr7PXIJlcIVT0lE5E8d9kH7LH8zY_rJ4ijJqjgkNfSJ4amL62Fa1o-i-eRYWVAS3YEEUHhPwEYwZo/s1600/DSC_2072.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgdQQHMk34etIJSTBN2gpS7ztxe_NXpWx10UzrLhIdyH5vMRVp9vzjC9ttuCrOP2bLr7PXIJlcIVT0lE5E8d9kH7LH8zY_rJ4ijJqjgkNfSJ4amL62Fa1o-i-eRYWVAS3YEEUHhPwEYwZo/s200/DSC_2072.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkK7QetW_OHwiYvjlqEy3ABSASGejlMkvtzRu_C2Kn2gnphxuFPoioWGwqVLY38VYbjobA2Bfvgu-q6XePRzV4oiBIlzRXJxPNiY7Hsu16IP-tQiZ3MphwIIneiKKQ955i_mHrzJDpKSk/s1600/DSC_2073.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkK7QetW_OHwiYvjlqEy3ABSASGejlMkvtzRu_C2Kn2gnphxuFPoioWGwqVLY38VYbjobA2Bfvgu-q6XePRzV4oiBIlzRXJxPNiY7Hsu16IP-tQiZ3MphwIIneiKKQ955i_mHrzJDpKSk/s200/DSC_2073.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Después de recorrer el poblado, cansado, te refugias en el coche. Es
una sensación extraña. Sientes tristeza por el espectáculo del dinero, pero a
la vez respeto, por ser capaces de mantener y defender un modo de vida, una
estética y unas tradiciones, por encima de nosotros, de las leyes, del
extranjero. Pero los Mursi no acaban aquí, dos jóvenes que regresan al poblado
tras sus tareas diarias, cargando dos piezas de carne, se cruzan en nuestro
camino. Son altos, fuertes, y con cara de pocos amigos. Paramos, negociamos
foto, no es común encontrarlos así, pero al final quisieron más y viene el
problema. Sale a relucir su agresividad y amenazan a nuestro guía con piedras. Intentas
no asustarte, para eso llevamos un soldado te dices a ti mismo. Pero este
pensamiento no me tranquiliza, el soldado asiste sonriendo a la escena. Hasta
que crece la tensión y no le queda más remedio que intervenir. Solo el dinero
acaba zanjando la cuestión. Partimos deprisa y piensas, mientras fotografías a
un grupo de niños desnudos cubiertos únicamente por pintura blanca, que todavía
es posible la aventura. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdcqiG5flJGIrv6KmlSlYyf004RngiKPTyMo2LAMms5bUehVixnkh3xZMUklkkMOmdhkQj00bT8dIW-MOdTMrLtmE3S2Bjs908IjfFUWIr2gcoF1VTINR3miTuzq60xBix0ilaelkSKKA/s1600/DSC_2081.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdcqiG5flJGIrv6KmlSlYyf004RngiKPTyMo2LAMms5bUehVixnkh3xZMUklkkMOmdhkQj00bT8dIW-MOdTMrLtmE3S2Bjs908IjfFUWIr2gcoF1VTINR3miTuzq60xBix0ilaelkSKKA/s200/DSC_2081.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjJwVYm_5eVuVXqvsQu3azlgbBOqacIRkcIBKIZhhbqQonyYPThxPz5-kGPV6R7Bs54w9dgQZCIDrIYy0M-f-vryt5PtQaAKcnB3IDjjoM2pcTIoPY-1o4wt6kUBg7ybOovK0orxqHkaM/s1600/IMG_20160201_091735.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjJwVYm_5eVuVXqvsQu3azlgbBOqacIRkcIBKIZhhbqQonyYPThxPz5-kGPV6R7Bs54w9dgQZCIDrIYy0M-f-vryt5PtQaAKcnB3IDjjoM2pcTIoPY-1o4wt6kUBg7ybOovK0orxqHkaM/s200/IMG_20160201_091735.jpg" width="150" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">BANNA</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Cerca de Key Afar y Jinka se encuentran los Banna. Los Banna se
dedican a la ganadería de cabras y ovejas y en origen seguramente formaban
parte de los Hamer, con quien comparten muchas tradiciones. De nuevo los azares
del camino, del viajero, nos dieron la posibilidad de convivir con ellos,
montando las tiendas junto a sus chozas. Estamos entusiasmados, es compartir la
vida cotidiana como si estuviéramos casi en la prehistoria, en un tiempo en el
que muchas de nuestras preocupaciones y necesidades no existen. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCVPF6p8q5ryv7Rc6L5u1_9IqsK8sfoKahWjI1CwXDCziRZSJIUh7Sn0-L7BmtEQ9Ruv-yvO_k3go3oISFsXq7hEFOs0aK_uaDQ0_EjsaHuMCbw_ZNPT-dZARROxUGjvgs_tp0pQxNCGQ/s1600/DSC_2091.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCVPF6p8q5ryv7Rc6L5u1_9IqsK8sfoKahWjI1CwXDCziRZSJIUh7Sn0-L7BmtEQ9Ruv-yvO_k3go3oISFsXq7hEFOs0aK_uaDQ0_EjsaHuMCbw_ZNPT-dZARROxUGjvgs_tp0pQxNCGQ/s200/DSC_2091.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgCCU2hhb3Qg32xTeHb8kuXdJ3uNxb0OBj6aZGlU4MF1lUb1NUguK9ZllpWlefgcJhTEqG04r-lvsnZs_nbERTDbtFhmjFSx8ynpkZuTlfNdAQ1l_mPvg9HSmYdAP5D90BIEyRT_G1Zh9o/s1600/DSC_2118.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgCCU2hhb3Qg32xTeHb8kuXdJ3uNxb0OBj6aZGlU4MF1lUb1NUguK9ZllpWlefgcJhTEqG04r-lvsnZs_nbERTDbtFhmjFSx8ynpkZuTlfNdAQ1l_mPvg9HSmYdAP5D90BIEyRT_G1Zh9o/s200/DSC_2118.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">La vida de nómada obliga a que sus chozas no sean muy complejas,
sencillas en su construcción, con ramas de acacia y hierbas, y cerca de los
pastos. La bondad de esta familia supera cualquier expectativa, partiendo de
Dobi, nuestra anfitriona. Están pendientes de ti, te ofrecen sus pieles para
sentarte, o te invitan a maíz asado y beber una infusión hecha con cáscaras,
parecida al té, en recipientes de calabaza. Eres testigo de cómo limpian las
semillas de girasol, cómo encienden el fuego, cuidan de los animales, rodeados
de árboles de mango y plantaciones de pimientos. Juegas con el pequeño de la
casa, y paseas respirando el aire puro del maizal, de los senderos perdidos de
los cultivos al caer el sol. Por la noche, cánticos y bailes en torno al fuego,
al que acuden hombres y mujeres de chozas cercanas. Te dejas llevar, y hay
momentos en que te sientes uno más, a pesar de la barrera del lenguaje, de la
cultura. La canción <i>miso nagaya, </i>que
aprendimos esa noche, unió nuestras voces en una misma música. Dice un dicho
amárico que se conoce la tierra por el barro, el cielo, por la luna y la gente
por sus cantos. El baile, las risas, compartir su bebida tradicional (<i>tella, </i>alcohólica y parecida a la
cerveza, a base de sorgo fermentado), fue nuestro lenguaje común, por un
momento no hubo diferencias, sin más protección que el cielo. Uno de esos
momentos inolvidables que solo se puede vivir en África, en uno de esos lugares
auténticos que todavía quedan en el mundo. Un lugar en el que el tiempo parece
haberse detenido. Allí, alrededor de una hoguera, en una tierra perdida, sentí
y comprendí lo que significa disfrutar de la vida, y cuando esa noche cerré los
ojos en mi tienda de campaña, supe que Etiopía me había atrapado, que había
sentido el latir de África.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">En el mundo Banna, el día comienza cuando los gallos cantan a las
cinco de la mañana. Por mucho que te quieras aferrar a tu saco, la vida en las
chozas y los compañeros que se van levantando entre intentos de asesinato a los
gallos, que huyen despavoridos, te arrastran a salir y saludar al nuevo día.
Hay que retomar el camino, y lo hacemos con las pilas cargadas. Nos espera
Yabelo.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiNasJ6NF1Umxv4asiQ_ULn4xALeYc9Zs5b5n297zrGoDh-bumzMo_FHn_KNeJ8T-8eL3KXCDzEpgEQeWw3AQyJtb2Dfo-llKARBEsK8rcKU8PEeEOzdiOYl767XG4JdYEPv_dneBZVTM/s1600/DSC_2162.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiNasJ6NF1Umxv4asiQ_ULn4xALeYc9Zs5b5n297zrGoDh-bumzMo_FHn_KNeJ8T-8eL3KXCDzEpgEQeWw3AQyJtb2Dfo-llKARBEsK8rcKU8PEeEOzdiOYl767XG4JdYEPv_dneBZVTM/s320/DSC_2162.JPG" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">BORENA</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Vamos dejando atrás el Omo en dirección al valle del Rift. Es casi
un día de viaje por una pista dura plagada de baches, por lo que nos vemos
obligados a hacer frecuentes paradas, entre ellas Konso, donde aprovechamos
para comer. El trayecto nos ofrece un paisaje conocido, acacias, termiteros, y
los primeros camellos. Es una región seca y calurosa, pero si hay algo que nos
llama la atención es la aparición de los Borena. Habitan las tierras del
sureste de Etiopía, principalmente pastores de reses y camellos y de carácter
seminómada. De tradición musulmana, habitan en chozas que parecen un armazón de
ramas entretejidas y techadas con paja y tierra, y sus mujeres se visten con
túnicas de vistosos colores que recuerdan a las de Senegal, mientras los
hombres llevan pareos anudados en la cintura. En cierto modo se parecen a los
Afar, por la dureza del clima y la sequedad de la tierra, pero son menos
extremos. No les gusta ser fotografiados y mantenemos las cámaras a cierta
distancia. Me impresionan las mujeres, que bajo sus hermosos pañuelos desprenden
un aroma a incienso cautivador, extraído de la tierra, de raíces, un aroma que
parece llevarte a Yemen, a los puertos árabes del Mar Rojo. Quizás es lo único
que les queda de aquellos que les introdujeron la religión hace cientos de
años.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2AAfRg8j1nVferyvED3blQVKdGT8pmYWUepiVonelJP60sgt5FQ3_dL-35iIoydarCOdIasUVw4tLVT9L2OWr91MOh4yGrFCv8D7TSl-AcoLShsesU3EcrFy9zSjP28Egxnp5LVh6nhU/s1600/DSC_2157.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2AAfRg8j1nVferyvED3blQVKdGT8pmYWUepiVonelJP60sgt5FQ3_dL-35iIoydarCOdIasUVw4tLVT9L2OWr91MOh4yGrFCv8D7TSl-AcoLShsesU3EcrFy9zSjP28Egxnp5LVh6nhU/s200/DSC_2157.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMuN8morAZ-WtBCyCiAR0RN_Lk2eO6q5f0Zlmbqb3zIksl_OcUGrFhr0rT2kf2QPFN5V39LgRuNTmfY6sYpbczZCoWblaby7riC33enG7nCGfVTKI2SRwBrpenQ8FBh5I5vby85ywOyZk/s1600/DSC_2171.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMuN8morAZ-WtBCyCiAR0RN_Lk2eO6q5f0Zlmbqb3zIksl_OcUGrFhr0rT2kf2QPFN5V39LgRuNTmfY6sYpbczZCoWblaby7riC33enG7nCGfVTKI2SRwBrpenQ8FBh5I5vby85ywOyZk/s200/DSC_2171.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Llegamos a Yabelo, una población seca y triste en cierto modo, que
ha crecido al ser un cruce de caminos, entre la carretera que lleva al Omo y la
que baja desde Addis Abeba hacia la frontera con Kenia. Allí descansamos un par
de noches con el objetivo de conocer el hábitat de los Borena.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Seguir sus huellas es transitar por el parque natural de Yabelo,
conocido como santuario, lo que te permite observar orix (antílopes endémicos),
buitres, camellos. A unos 50 kms al sur, junto a un pequeño y solitario pueblo
con una población de marcado carácter musulmán, encuentras el Cráter del Sod,
también conocido como Chew Bet o la “Casa de la sal”. Se trata de un lago
salino en el fondo de un antiguo cráter volcánico. Apenas hay vegetación, y la
oscuridad del lago contrasta con los colores ocres de la ladera que precede al
cráter. De sus aguas oscuras se extrae sal desde tiempos inmemoriales. Una vez
logras deshacerte del pequeño acoso de la población local por venderte algo,
descendemos al interior para llegar al lago por un estrecho camino con un gran
desnivel, que serpentea entre piedras, tierra, polvo y burros de carga. </span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEismTCMPLKU7kvBv6453UaX3JJHzKqjn3KBEHCTLC7rdUyvuhG_GV4Lq8y4AKNQyt1K0IuD9sHn9T2V3gOgtKV5PyhjXmPBVAJJ9WwziDwZbBKYDPMN7MLhF-GWS6ZMJOswB9HYgLjdAr4/s1600/DSC_2328.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEismTCMPLKU7kvBv6453UaX3JJHzKqjn3KBEHCTLC7rdUyvuhG_GV4Lq8y4AKNQyt1K0IuD9sHn9T2V3gOgtKV5PyhjXmPBVAJJ9WwziDwZbBKYDPMN7MLhF-GWS6ZMJOswB9HYgLjdAr4/s320/DSC_2328.JPG" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Descender nos regala la oportunidad de observar como un joven
Borena extrae la sal del fondo del lago. Entra en el agua con determinación, con
un pequeño bañador y un palo largo. Se introduce por sus aguas semienfangadas
hasta que considera que hay la suficiente profundidad, y con el palo remueve el
fondo para ablandar la tierra, el fango. Entonces, se zambulle para coger todo
el barro mezclado con fragmentos de sal cristalizado que quepa entre sus brazos,
y sale a la orilla. El sol ilumina el agua, que produce destellos dando a la
escena un tinte irreal, onírico, que nos deja sin habla. La recompensa
económica contrarresta la dureza del trabajo. Su rostro, cansado pero decidido;
el cuerpo fibrado, nos sirve de acicate para introducirnos en el lago. Gerardo,
Antonio, Gonzalo y yo nos deshacemos de la ropa y con paso menos decidido
tomamos contacto con el agua oscura, aceitosa. Procurando no mojarnos la cara,
flotamos como si estuviéramos en el Mar Muerto. Las vistas son increíbles,
encerrados en el cráter y acariciados por el sol. Un momento irrepetible, que
disfrutamos al máximo, pero no podemos quedarnos mucho rato, el alto nivel de
salinidad empieza a mostrar sus efectos y nuestra piel queda blanca por la sal
conforme pasan los segundos. Cerca hay una pequeña poza de agua dulce, donde
los hombres Borena que extraen la sal se limpian la piel. Acudimos allí,
andando descalzos como borrachos sobre las costras salinas ante la sonrisa de
los Borena, que contemplan la escena con humor. La subida fue lo más duro,
tanto por el desnivel como por el calor (dentro del cráter apenas corre el
aire). Una vez arriba, te vuelves, el lago vuelve a ser una mancha oscura que
se fija en el horizonte. Y, respirando aún con dificultad, lo inmortalizas en
una fotografía.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjr4Yi7NzrrGssHmqlUq540-XUuq6gzrsjKGWFESyPBpXhrz544dFz8gdLciSW7o1nS8lhRbMIwP1F_w4d5C8kAQk8BhAIjEWs4sWSn8fWYoGQtenTec-KQebd0DmoDYEOxi0I4opB3rl8/s1600/DSC_2209.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjr4Yi7NzrrGssHmqlUq540-XUuq6gzrsjKGWFESyPBpXhrz544dFz8gdLciSW7o1nS8lhRbMIwP1F_w4d5C8kAQk8BhAIjEWs4sWSn8fWYoGQtenTec-KQebd0DmoDYEOxi0I4opB3rl8/s200/DSC_2209.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiMz5oBIRZXzx6q2xw95qWZMyNKY4AFvIvXMu_yCquGyh5VhWkooa-eRrqr2oXmm-zFhe9dqIXm2wP7Rk1NfUnWxSTmUiiXbOyD9IV2M8fjTnQGJncEF4WHAXA-oA12SQpL8kxyNMa4sRM/s1600/DSC_2220.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiMz5oBIRZXzx6q2xw95qWZMyNKY4AFvIvXMu_yCquGyh5VhWkooa-eRrqr2oXmm-zFhe9dqIXm2wP7Rk1NfUnWxSTmUiiXbOyD9IV2M8fjTnQGJncEF4WHAXA-oA12SQpL8kxyNMa4sRM/s200/DSC_2220.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi82rKu9u5bqOGDo3P2HpJshVd2m0wHinLe6sHHSScDjtVN7zN6f7qO3P_uPGKnaBaWwC9feTPtp4CgbRDrsHh1r0mYjNnyPcqggGMEsKQx9kUZwjW-QH5TX1yVh0SxPWN0MWrZ8bfliM4/s1600/Etiopia-Djibuti_2016-_%25281812%2529_-_copia.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="88" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi82rKu9u5bqOGDo3P2HpJshVd2m0wHinLe6sHHSScDjtVN7zN6f7qO3P_uPGKnaBaWwC9feTPtp4CgbRDrsHh1r0mYjNnyPcqggGMEsKQx9kUZwjW-QH5TX1yVh0SxPWN0MWrZ8bfliM4/s200/Etiopia-Djibuti_2016-_%25281812%2529_-_copia.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Pero el camino aún nos tiene preparada una sorpresa, quizás uno de
los momentos más emocionantes en este recorrido etíope. Unos cánticos lejanos,
en medio de la nada, mientras atravesamos una pista seca y polvorienta, nos
hace detenernos. Gerardo baja del coche, nos pide silencio y se emociona, son los
<i>pozos cantantes</i>, auténticas voces del
agua. A pie, casi corriendo, lo seguimos hacia una rampa escalonada que
permanecía oculta a nuestros ojos. Una comitiva de reses, vacas, cabras, va
descendiendo lentamente hacia lo que parece un abrevadero. Los pozos o <i>hellas </i>son vitales para los Borena ante
un medio ambiente tan adverso, seco y casi desértico. Para proporcionar el
acceso al agua a sus rebaños excavan unos pozos escalonadamente a través de
terrazas y pequeños niveles hasta alcanzar el nivel freático. En ese momento se
pone en funcionamiento auténticas norias o escaleras humanas: en cada nivel dos
o tres hombres cogen agua con cubos de plástico y los suben al nivel siguiente
en un ritmo marcado por cánticos hipnóticos. Así van remontando el agua hasta
el abrevadero donde los animales sacian su sed. Apenas puedo fotografiar, quedo
hipnotizado por los cánticos, por la habilidad de los cuerpos que remontan el
agua al son de sus voces. Es una música ancestral, profunda, que nace de la
propia tierra, del agua, del origen. “Sigue el rumor de los pozos: tu patria
está allí donde llueve” cantan los Afar. Y soy consciente de que lo que veo
está más allá de la memoria, del tiempo</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg951XkYzf7XlZ73vMvofPL9qMIPUzCr7FW65WcOkViTCb2N2LtQ8yPOjAabu1Nv4pG7Lk79BHcsEtfeL-cFiHHCW-N0TflQbUO9WUzte58m92wRGaG6nLO22VXIKPmdMpDwQe3nSIJ9bs/s1600/DSC_2245.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg951XkYzf7XlZ73vMvofPL9qMIPUzCr7FW65WcOkViTCb2N2LtQ8yPOjAabu1Nv4pG7Lk79BHcsEtfeL-cFiHHCW-N0TflQbUO9WUzte58m92wRGaG6nLO22VXIKPmdMpDwQe3nSIJ9bs/s200/DSC_2245.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgixa9SBcajXyiUAEM8uzzii-ACPWTPCUC71JSlaIxQcftWIjxhYYimA_4CRY4UvEsF-tm2TKsRxv8oHJ0pUVsanETuSey22LL_yuhv_Cz3v4Ar3yUszMNx4voDrD1FLq8A7szeHhN_M9s/s1600/DSC_2256.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgixa9SBcajXyiUAEM8uzzii-ACPWTPCUC71JSlaIxQcftWIjxhYYimA_4CRY4UvEsF-tm2TKsRxv8oHJ0pUVsanETuSey22LL_yuhv_Cz3v4Ar3yUszMNx4voDrD1FLq8A7szeHhN_M9s/s200/DSC_2256.JPG" width="133" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8TdS9NH8aPR-GUDz3EmNbdRipxMCV4wey7yKPusl7-eSG0o3-q9uF4nBZlHNpQ_Myxu2_kkWRTC5Hd5e4x35tvcg5INNy7-80hXTAqMr9wXBZJ-eqyjWESXduXonlJC0NSBMjJBWoYF4/s1600/DSC_2284.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8TdS9NH8aPR-GUDz3EmNbdRipxMCV4wey7yKPusl7-eSG0o3-q9uF4nBZlHNpQ_Myxu2_kkWRTC5Hd5e4x35tvcg5INNy7-80hXTAqMr9wXBZJ-eqyjWESXduXonlJC0NSBMjJBWoYF4/s200/DSC_2284.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEheN-zrF5XZOLwmENjh-y1Rsm47juIqmzJZXUrUejuicLl8KdEKf851j6t6DvaTRBBNtqZRMDqU0fxwm8wJedC8D61pcgSOZeSSnzJjJOfpRwZo0PdEdSD2vidKGam06phtQroonB87jVQ/s1600/DSC_2300.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEheN-zrF5XZOLwmENjh-y1Rsm47juIqmzJZXUrUejuicLl8KdEKf851j6t6DvaTRBBNtqZRMDqU0fxwm8wJedC8D61pcgSOZeSSnzJjJOfpRwZo0PdEdSD2vidKGam06phtQroonB87jVQ/s200/DSC_2300.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">AWASSA</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Entre Yabelo y Awasa la ruta te
regala unas vistas preciosas de cafetales que se encuentran a lo largo de la
carretera. Tras una breve parada en Dila para saborear sus sabrosos zumos
naturales, ascendemos hacia el norte, tierras que, por la altitud que se gana a
cada kilómetro, gozan de mayor fertilidad y mejor clima.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Awasa es la capital de la Región de Naciones, Nacionalidades y
Pueblos del Sur. Una ciudad en plena falla del Rift y junto al lago del mismo
nombre. Grande y limpia, al estar en altura (1685mts) su temperatura es muy
agradable y se ha convertido en un lugar de veraneo para los etíopes, sobre
todo los de la capital. El lago a sus pies es el más pequeño del Rift pero para
alegría de algunos de mis compañeros, empezando por Gerardo, José, Eduardo y
Javier, uno de sus grandes atractivos son las diferentes especies de pájaros
(águilas y martín pescador, ave martillo, cigüeñas marabúes, ibis, pelícanos,
cormoranes, etc.).</span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhSF2iMT3VnRSwAXlehlYmkieLR7G1a1NCAj3948JnuOmPSRsmkl9DVOfRUYIkJ_E8lTpAZLeLpXbmdmpS7h4xJyL_t_XE2mxVvSVS5tFeA5Pj9pGXtLPtiALD_kpV1XmO35h-o3dt5ixI/s1600/20160819_182337.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhSF2iMT3VnRSwAXlehlYmkieLR7G1a1NCAj3948JnuOmPSRsmkl9DVOfRUYIkJ_E8lTpAZLeLpXbmdmpS7h4xJyL_t_XE2mxVvSVS5tFeA5Pj9pGXtLPtiALD_kpV1XmO35h-o3dt5ixI/s320/20160819_182337.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Dedicamos el tiempo a pasear junto a
una zona de juncos que se adentra en las frescas aguas del lago, sereno y
silencioso, donde puedes adivinar pequeñas embarcaciones pesqueras y algún
pescador robando las últimas horas al día. Una gran diversidad de aves
sobrevuela el agua quieta del lago, de un azul claro que se confunde con el
cielo. Toda la ciudad parece estar aquí, disfrutando de sus vistas y
chiringuitos, así que no puedes evitar hacer lo mismo: tomar una cerveza,
riéndonos con los chistes de Gonzalo y Javier, mientras se disfruta del atardecer
sobre las aguas tranquilas del lago. Muy cerca, un joven, casi niño, lanza su
caña en la orilla mirando concentrado al horizonte. Los últimos rayos de sol
iluminan sus manos, y su reflejo en el agua brilla al atardecer. Cuando
abandonamos la mesa para dirigirnos a la cena y dormir, es lo último que veo.
Ese niño pescador fundido con el color de las aguas del lago queda grabado en
mi retina como la imagen que guardaré de Awassa, y me acompaña en el
duermevela. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1wKpZwLyDAdatvn1A60i_E_Ju5M9uQDi61UtgnJjpzfpZVPe0d2JfBOoVVbv3UMYI2fvTUcchcr1wWQktMn6V4pRYXGUTHPWkR_pFkk1D_SAYLyCsanV278mAgFg82k1zCyTQB0VoWNY/s1600/DSC_2401.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1wKpZwLyDAdatvn1A60i_E_Ju5M9uQDi61UtgnJjpzfpZVPe0d2JfBOoVVbv3UMYI2fvTUcchcr1wWQktMn6V4pRYXGUTHPWkR_pFkk1D_SAYLyCsanV278mAgFg82k1zCyTQB0VoWNY/s200/DSC_2401.JPG" width="133" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">AWASH</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Madrugamos y, tras una escala en Adama y Nazraet, nos dirigimos
hacia Awash entre campos de ficus. Es un parque natural que tiene el nombre del
río, el más largo de Etiopía. Nos rodea una sabana seca salpicada de acacias
bajo la atenta mirada del volcán Fantale, que preside la mejor panorámica del
parque. Los Afar viven en los alrededores, y es frecuente encontrarlos en sus
rutas nómadas, como a leones, enormes tortugas, gacelas y orix. En plena
reserva natural acampamos, y hacemos un pequeño safari para observar la fauna
en plena sabana. A pesar de no ver ningún gran depredador, hacerlo con Gerardo
fue toda una aventura. De él surgió la idea de recorrerlo subidos en el techo
del 4x4, de señalar pájaros extrañísimos o tortugas camufladas, de gritar <i>mítico</i> en cada rincón, de pedir velocidad
al vehículo…con la suerte de avistar y poder acercarnos a una manada de grandes
kudús, hermosos antílopes. Se detiene el vehículo y la manada se queda quieta.
Vuelven la mirada hacia nosotros con desconfianza y al bajar del coche se
alejan.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTsB12bH9Np01hlPdIumumm54omzPMK7VNLfhwa8s8fuxLLeRAR3cqOtjqoqJk0_oD5Fj48lhin5ZuEVpOlThRevxAb9GQpcTvGAvQljqbF2a_98BnleJ2oLpUQOVsyxB3t90pcnYqYZM/s1600/Etiopia-Djibuti_2016-_%25281934%2529_-_copia.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTsB12bH9Np01hlPdIumumm54omzPMK7VNLfhwa8s8fuxLLeRAR3cqOtjqoqJk0_oD5Fj48lhin5ZuEVpOlThRevxAb9GQpcTvGAvQljqbF2a_98BnleJ2oLpUQOVsyxB3t90pcnYqYZM/s320/Etiopia-Djibuti_2016-_%25281934%2529_-_copia.JPG" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggflBv9SmG1fBaddAikTv6o40JImbIAX9_TReS8FDqTXT6YwMPKQ7HdvBq4Yvcy0PXXWrE37Kdisi6JXotjTHCeXbaHDNhIIh0j1Hcd3dBr-xqYAIKr6ot1rZMo6e6g6dEGGvi4RbGeVc/s1600/DSC_2504.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggflBv9SmG1fBaddAikTv6o40JImbIAX9_TReS8FDqTXT6YwMPKQ7HdvBq4Yvcy0PXXWrE37Kdisi6JXotjTHCeXbaHDNhIIh0j1Hcd3dBr-xqYAIKr6ot1rZMo6e6g6dEGGvi4RbGeVc/s200/DSC_2504.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQ6tzTXxklGc-XDeYownlG_941CAIzTbrCZhIvGzet2XnglZStELlufUMYOeM7RI4VnvxPysLkfBHxx4oZlQhkRYH_8EWqqUlgVc3CFbaO4VpZ1ppLYA86_sSmGA_q98q4lpa63ge8gGg/s1600/DSC_2453.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQ6tzTXxklGc-XDeYownlG_941CAIzTbrCZhIvGzet2XnglZStELlufUMYOeM7RI4VnvxPysLkfBHxx4oZlQhkRYH_8EWqqUlgVc3CFbaO4VpZ1ppLYA86_sSmGA_q98q4lpa63ge8gGg/s200/DSC_2453.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">El vuelo de las avutardas nos conduce hasta un mirador en el que contemplamos
la garganta en que se une el río Awash con el Adar, donde fue descubierta <i>Lucy </i>y los restos de los homínidos más
antiguos del planeta. Son millones de años de huellas humanas, de camino. Y con
esa idea regresamos a nuestro campamento, en un bosque de ribera, junto al río,
en el que hemos fijado nuestras tiendas. Nos acompaña un soldado del ejército,
un ranger. Al parecer es necesario por la presencia no solo de cocodrilos sino
de leones, que apenas unos meses antes acabaron con la vida de una niña en este
mismo sitio. No imagina que va a ser testigo, alrededor de una hoguera, de la
complicidad de un grupo que ha pasado de ser viajeros desconocidos a grandes
amigos. Unos gins tonics sin hielo de ginebra local, unas ganas locas por reír,
bromear, saltar sobre la hoguera, asaltar las tiendas, compartir un poco esas
cosas buenas que nos regala la vida. Esa noche sin importancia, es de las
mejores que vivo en el camino. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsE3T78wUeAlbFV4X5-DdOc9UKrX2nVv53nghy9HUTI-toMgx5iDD9HmhASsRxblHFZWUS9VVDm_cqPDjI_ok0dEpn7Kzrb1zMq68r8Xrvf7oJpuRHURszLoPoyLyNn7oG4cpwrAUAwe4/s1600/IMG-20160827-WA0007.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsE3T78wUeAlbFV4X5-DdOc9UKrX2nVv53nghy9HUTI-toMgx5iDD9HmhASsRxblHFZWUS9VVDm_cqPDjI_ok0dEpn7Kzrb1zMq68r8Xrvf7oJpuRHURszLoPoyLyNn7oG4cpwrAUAwe4/s200/IMG-20160827-WA0007.jpg" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Al amanecer, nuestro campamento es asaltado por monos babuinos
hamadrías y colobos, que no dudan en robarnos el desayuno al más mínimo
descuido. Y con la adrenalina en el cuerpo nos despedimos del parque accediendo
a las cataratas del río, que con rapidez fluye por un lecho poco profundo hasta
desplomarse con furia en su garganta. Desde donde nos encontramos se ve como
alcanza un salto desde el que cae con fuerza hacia abajo, mientras el barro se
agarra a tus botas y el vapor de agua te cala hasta los huesos. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifR0MhqLHYY1E0Z_H9YRK28WrVmzh5HvOZpnorT5tQWDg78PnL1zDqaGi-aHCIm05DcmVPLzoh3ebHVG2thLGkISWfmK0F83NkR6DUgAe42wDjc13VeZgYAuB4WLGS0kbFTdI6aoX1tJ4/s1600/DSC_2534.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifR0MhqLHYY1E0Z_H9YRK28WrVmzh5HvOZpnorT5tQWDg78PnL1zDqaGi-aHCIm05DcmVPLzoh3ebHVG2thLGkISWfmK0F83NkR6DUgAe42wDjc13VeZgYAuB4WLGS0kbFTdI6aoX1tJ4/s320/DSC_2534.JPG" width="320" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">AFAR</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Cuando abandonamos el parque dirección Harar tomamos conciencia de
que estamos en el hábitat de los Afar, un pueblo nómada que ha generado una fuerte
aclimatación a un medio demasiado inhóspito, lo que explica su carácter
guerrero y fuerte. Allá donde mires solo ves tierras semidesérticas, un paisaje
casi lunar, que se ha convertido en el hogar de esta etnia, que sin conocer
fronteras se extiende desde Eritrea a Djibouti, acompañados de su símbolo, los
camellos. Durante generaciones, la explotación de la sal ha sido su principal
ocupación. Cargando a sus camellos con barras de sal (el “oro blanco”), lo
transportaban a todas partes. Musulmanes, con ellos se asocia una antigua
costumbre de cortar los genitales al extranjero o el enemigo para dar muestra
de su valor. La importancia del guerrero se medía por el número de testículos
de enemigos que atesoraban. Al cruzarte con ellos, la dureza de su mirada no te
hace dudar sobre la veracidad de esas costumbres. Aún yendo en el 4x4 optas por
bajar la cabeza con sumisión y alejarte lentamente.</span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcKZ5zfcSNXlHoN-mO7lzx-nLJ2MgU7_sV7TIbS6l8p3wW6CSZ53e4TiQ_NTIBa-L6kPErNoIQsJQOao5Q9nuD5NjnxIfBjfqWRO6uY0tABaesOF-GGk3m_7P2eRRUoLahbXJRKxgn1z0/s1600/DSC_2543.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcKZ5zfcSNXlHoN-mO7lzx-nLJ2MgU7_sV7TIbS6l8p3wW6CSZ53e4TiQ_NTIBa-L6kPErNoIQsJQOao5Q9nuD5NjnxIfBjfqWRO6uY0tABaesOF-GGk3m_7P2eRRUoLahbXJRKxgn1z0/s320/DSC_2543.JPG" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">El camino a Harar, fosilizado en la antigua vía de tren que desde
Addis llegaba a Djibouti, presenta tierras resquebrajadas y pedregosas, la
misma aridez de cauces secos que protagoniza parte del recorrido por el Omo. La
fuerza del sol y una de las peores sequías de las últimas décadas ha echado a
perder las cosechas, hecho desaparecer miles de cabezas de ganado y las
hambrunas están empezando a ser una realidad. La falta de agua, tanto en el sur
como, sobre todo, en el noreste, dibuja una estampa típica en las carreteras:
niños y mujeres cargando bidones de plástico kilómetros y kilómetros para
asegurar agua a sus hogares. El miedo a que la lluvia no vuelva se dibuja en
más de un rostro. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">HARAR. Este de
Etiopía.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Para llegar a Harar se suceden poblaciones (Hirna), áridas y
rojizas montañas al norte, y coloridos mercados musulmanes (Kolubi). El camino
se hace más seco y árido por una carretera llena de curvas, y, de vez en
cuando, una fértil plantación de café u otra de khat.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Harar, ciudad santa (tras La meca, Medina y Jerusalén), es la
huella indeleble de los antiguos sultanatos del Cuerno de África y de los
intentos de islamizar Etiopía. Fundada entre el s. VIII y X, en el s. XVI se
erigió en el centro del comercio y la religión musulmana en la zona. Un
vestigio casi aislado de ciudad-estado que ha sobrevivido a los vaivenes
comerciales ante la mirada imperturbable de su mítico mercado. Parte de su
leyenda se debe a la historia de dos hombres excepcionales: el explorador
Richard Burton, quien en 1854, disfrazado de comerciante árabe, logró traspasar
las murallas de la ciudad, que tenía prohibida la entrada a los no musulmanes;
y Arthur Rimbaud, el poeta francés, quien en 1880 se asentó en la ciudad como
delegado comercial y cuyas cartas y fotografías sobre la ciudad contribuyeron a
dotarla de dureza y fascinación. A esa época se debe el baño colonial en
algunos de sus edificios y el aura de romanticismo que desprende la ciudad. Pasar
por sus cinco puertas de arcos ojivales, ancladas en el tiempo, es imaginar las
caravanas que marchaban en busca de los puertos del Mar Rojo o los contingentes
militares en guerra con el centro etíope. </span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEieWvvvyxmIxiMahs-y5e47F4nQMIPqkY-_ofv6QZbR2aJqiMvrJllLA_8qaJCqMRd2CmR0YBtXtaAibq4D0zvRNBmnG6JxtOGc6k-3mnPvp4Y1QGxG-viOQadBo3x_mPgku7vbxhxDeQ4/s1600/DSC_2645.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEieWvvvyxmIxiMahs-y5e47F4nQMIPqkY-_ofv6QZbR2aJqiMvrJllLA_8qaJCqMRd2CmR0YBtXtaAibq4D0zvRNBmnG6JxtOGc6k-3mnPvp4Y1QGxG-viOQadBo3x_mPgku7vbxhxDeQ4/s200/DSC_2645.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBmfk3tyBX26On6ao3vZ0SxpGzp7KORJUjgyuUXqQfbXe8saPsfBy2Wo4jWgRNtxm5A6PzF8a0EVi_eu0K9KOsTxRwFjtg6BZVnTFLIuf1OYTY_alMyEEsfgXHzBwo6vBm1e1Q8laSRWE/s1600/DSC_2639.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBmfk3tyBX26On6ao3vZ0SxpGzp7KORJUjgyuUXqQfbXe8saPsfBy2Wo4jWgRNtxm5A6PzF8a0EVi_eu0K9KOsTxRwFjtg6BZVnTFLIuf1OYTY_alMyEEsfgXHzBwo6vBm1e1Q8laSRWE/s200/DSC_2639.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Hoy, una puerta nueva, Harar Gate, que permite el paso de los
vehículos, es el principal acceso al centro histórico, a la medina. Junto a
ella un mercado cristiano, en el que nos sumergimos para oler y tocar el sorgo,
el teff, las especias, y las vasijas de barro para el café. Cuando entras en la
ciudad vieja (<i>Jegol</i>),<i> </i>no es el recinto amurallado y sus hermosas
almenas árabes lo que te sorprende, ni siquiera el casi centenar de mezquitas,
tumbas de santones o madrasas. No ofrecen algo que no hayas visto antes o que
atrape la retina de tus ojos. Sin embargo, cuando paseas por sus calles y
plazuelas laberínticas; por sus encaladas casas de colores brillantes, piedra y
adobe, puertas y ventanas de madera tallada; por la estrechez de sus calles
como la calle de <st1:personname productid="la Reconciliacin" w:st="on">la
Reconciliación</st1:personname> (que nos obliga a pasar de uno en uno); por el
bullicio de sus múltiples mercados y olores a especias, café, khat y carne
cruda; algo te atrapa, te hace sentir que esta ciudad tiene historia, en cada
mirada furtiva que te observa tras puertas medio abiertas, en las sonrisas de
los niños que salen corriendo a tu encuentro, en las mujeres hararíes con
túnicas de variados colores y pañuelos en la cabeza deslizándose en silencio
por los callejones, en los hombres que con sus máquinas de coser alzan la vista
para observarte (en la calle Markina Girgir, llamada así por el sonido de las
máquinas de los costureros). Cuando apartas el ojo del objetivo de la cámara y
bajo el sol, en el polvo de sus calles, sientes el espíritu de Harar. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgslWnvpMMZsnXr5RfGiSyG9fdfKqX4xITtt13AmtV1paK9Kj1Q7Byale265BdDjHykcZg6qJtLDgKRoZRAwKecTe6k2wj8FN_RoXqiue39iyXNqVs0-i-nhNaNOIuYGEVjDyiup9ZYXeU/s1600/DSC_2660.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgslWnvpMMZsnXr5RfGiSyG9fdfKqX4xITtt13AmtV1paK9Kj1Q7Byale265BdDjHykcZg6qJtLDgKRoZRAwKecTe6k2wj8FN_RoXqiue39iyXNqVs0-i-nhNaNOIuYGEVjDyiup9ZYXeU/s200/DSC_2660.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqmu2aX3iuWNDaNymvVGPMColLDtFtr6r9i645mO7WepzelX_ydvgF2YN8flCGiyLDV5w33DnCAYLCD4Ba3B1wX7EpR13FYhtYKaTtPlFJhTznvOrh5qrEO_2ldh9hX1x3eJRmYRcAPfM/s1600/DSC_2673.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqmu2aX3iuWNDaNymvVGPMColLDtFtr6r9i645mO7WepzelX_ydvgF2YN8flCGiyLDV5w33DnCAYLCD4Ba3B1wX7EpR13FYhtYKaTtPlFJhTznvOrh5qrEO_2ldh9hX1x3eJRmYRcAPfM/s200/DSC_2673.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Un espíritu que revive en sus casas
tradicionales, con paredes cubiertas de piezas de cerámica y cestería local, y
suelos llenos de alfombras. Perdido entre las estrechas callejuelas se
encuentra el centro cultural que presentan como la casa de Rimbaud: un bello
edificio en madera y vidrieras de colores de tres pisos que perteneció a un
comerciante del s. XIX, y que hoy en día ha sido restaurado para homenajear al
poeta maldito francés. Fotos, poemas, y una pequeña biblioteca cumplen esa
función, si bien lo que merece la pena son las espectaculares vistas de la
ciudad desde las ventanas del tercer y último piso. Quizás, las mismas panorámicas
que calmaron el alma inquieta del poeta, el encuentro con la ansiada soledad en
la dureza de la vida. Como dice el escritor Paul Theroux “Rimbaud es el patrón
de todos nosotros, los viajeros que nos hemos repetido su pregunta
incontestable, pronunciada por él por primera vez en Harar: ¿qué estoy haciendo
aquí?”.</span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhq2KFoFxsYdPIUZ9BFOb02rxT1NJvK_7aUDL7JQZpnT3BRBhKtVcOKPUwAwHGyaYO-nbrROUunsspCfvp2jSadGng6KaVn2eBJugcL1OexgO6PzSGKFGO5Nn9qiWQW3jnj9LYHjaA1-JI/s1600/DSC_2678.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhq2KFoFxsYdPIUZ9BFOb02rxT1NJvK_7aUDL7JQZpnT3BRBhKtVcOKPUwAwHGyaYO-nbrROUunsspCfvp2jSadGng6KaVn2eBJugcL1OexgO6PzSGKFGO5Nn9qiWQW3jnj9LYHjaA1-JI/s200/DSC_2678.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEislSYSyBkWJYJCFWrF6AzDk2RwSIpyKCtw_KazPQ2Har5BzhXqV6EChwMLo1tqJ576RKfZFhfRX0oL-RmDbCw1ekzHLlXNcRvNp-1N0BHT9RrbbcZXxu4p7S9-hupcWgvYf9UKrI7z28s/s1600/DSC_2658.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEislSYSyBkWJYJCFWrF6AzDk2RwSIpyKCtw_KazPQ2Har5BzhXqV6EChwMLo1tqJ576RKfZFhfRX0oL-RmDbCw1ekzHLlXNcRvNp-1N0BHT9RrbbcZXxu4p7S9-hupcWgvYf9UKrI7z28s/s200/DSC_2658.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Más allá de perderse entre sus plazuelas, calles empedradas y
callejones, arrancadas al tiempo, uno de los atractivos de la ciudad es la
llamada de las hienas, alimentadas por un <i>gebeta</i>
(el hombre-hiena) cuando desaparece el sol junto a <st1:personname productid="la Puerta" w:st="on">la Puerta</st1:personname> de Sanga. Una
tradición centenaria para los hararíes: antiguamente, hienas y leones entraban
al anochecer en la ciudad devorando a mendigos e incautos transeúntes, hasta
que se les ocurrió la idea de alimentarlas cada noche y evitar así los ataques.
A la luz de los faros, aparece un hombre sentado (el hombre hiena) que con un
pequeño palo, no demasiado largo, les acerca pedazos de carne, tomados de un
cubo repleto de deshechos de carnicerías, llegando a hacerlo incluso con su
boca. Su expresión es seria, y de su boca tan solo se escapan agudos silbidos.
El silencio se impone. Poco a poco, de la oscuridad ves llegar las hienas,
antecedidas por sus ojos brillantes, amarillentos. Enormes cuerpos de pelaje
áspero y manchas oscuras. Las dentelladas al atrapar la carne te erizan la
piel. Hiena y <i>gebeta </i>se miran
fijamente, en una especie de juego visual y de confianza mutua que asusta. Te
dejan participar del espectáculo. Nervioso, sigues las instrucciones del <i>gebeta</i>, y temblando el brazo acercas el
palo a un animal que parece ignorarte centrado únicamente en el bocado que va a
devorar en una rápida dentellada. Y cuando te retiras, noche cerrada, tu gesto
de incredulidad tarda en borrarse, de la misma forma en que lentamente
desaparecen en la oscuridad, saciado su apetito, las hienas.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEijZ49b06koTIbhe7ugBNBMMH6V5riBnelSdm0Moh98DzqnFnr_FZf8c0OQXCegFCuucL1sq4BKkGqTAB7E56ZhTV65AOE1PgIjeRgGA5heP67CqD8VVI8EsKePaz7M_k193vlDE6tzK0A/s1600/DSC_2599.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEijZ49b06koTIbhe7ugBNBMMH6V5riBnelSdm0Moh98DzqnFnr_FZf8c0OQXCegFCuucL1sq4BKkGqTAB7E56ZhTV65AOE1PgIjeRgGA5heP67CqD8VVI8EsKePaz7M_k193vlDE6tzK0A/s200/DSC_2599.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjOYDkjT5I86EfRmYH3dJKtJVnT3_Lh40dMNaxks67AWlToLYLvxJdB73xOM_zlD_0sU2-NUwubNCGRAdD4Z-k7L0TYmJu_i7AMbkXTMPl7cLh-biK0uOT1BZ20pG3zCkaSdo2ySujUJ0/s1600/DSC_2578.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgjOYDkjT5I86EfRmYH3dJKtJVnT3_Lh40dMNaxks67AWlToLYLvxJdB73xOM_zlD_0sU2-NUwubNCGRAdD4Z-k7L0TYmJu_i7AMbkXTMPl7cLh-biK0uOT1BZ20pG3zCkaSdo2ySujUJ0/s200/DSC_2578.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Al día siguiente, cuando entro en el 4x4 al atardecer, me despido
viendo los minaretes que despuntan en el horizonte, mientras anuncia los últimos
rastros de luz. Gonzalo y yo hemos limpiado nuestras botas en la calle que
abandona la medina. Los mercados ya hace rato que han dejado su ebullición, y
la vida parece concentrarse en la ciudad moderna. Saliendo de ella no dejo de
pensar que no he descubierto mucho del misterio y leyenda de Harar. Que el
tiempo se acelera, y que una parte de mí necesita más. Quizás regrese, me digo,
imaginándome como el aventurero romántico Corto Maltés en el cómic de <i>Las Etiópicas</i>. Y sonrío, casi
avergonzado por la comparación, mientras a nuestro paso la pista de tierra
levanta una pequeña nube de polvo que difumina la ciudad. Como dijo Rimbaud,
tenemos los zapatos con suelas de viento.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">DIRE DAWA</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> El trayecto a Dire Dawa, nos
introduce en el mundo del khat, el oro verde, también denominado “la flor del
paraíso” o “regalo de Alá”. Las enormes plantaciones dedicadas a su cultivo
reflejan lo extendido que está su consumo entre la población. Los pastores que
descansan bajo la sombra de los árboles la mastican en silencio mientras
vigilan sus rebaños. Asimilada casi a una droga blanda, al masticarla el
líquido amargo que segrega relaja a la vez que estimula la mente y calma el
hambre. En Harar y Dire Dawa, su cultivo en terrazas invade toda la zona fértil
desplazando cada vez más los cafetales dada su alta rentabilidad (se exporta a
diario a Djibouti y Yemen y sur de Arabia, porque se ha de tomar mientras sus
hojas estén frescas). A pesar de la alegría de las mujeres que en cuclillas te
venden los manojos de hojas verdes, al cruzarte con personas mascando con los
ojos perdidos, algunos que te atosigan agarrándote del brazo, y, sobre todo,
cuerpos que son todo huesos, tumbados entre el polvo y los deshechos,
semicubiertos por algún trozo de tela; no dejas de preguntarte sobre los
beneficios del khat. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">El mercado Aweday, punto clave en la venta del khat, antes de
llegar a Dire Dawa es un reflejo de todo esto: tumulto en las calles, un ir y
venir de vendedores y personas ansiosas por tomar su dosis diaria;
destartaladas furgonetas, mujeres con hatos, pequeños tugurios apenas
iluminados que sirven de estancias de khat. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Las hojas del paraíso nos conducen
hasta Dire Dawa. Es la segunda ciudad de Etiopía y su importancia reside en su
cercanía con Djibouti y, por lo tanto, en la tan ansiada salida al mar. La
visita es breve, apenas se intuye algún edificio de apariencia colonial entre
las nuevas edificaciones, y la centramos en la antigua Estación, parada
obligatoria en el mítico tren de Addis-Djibouti; y en el mercado de Asawa,
donde las mujeres somalíes y hararíes venden no solo <i>khat </i>sino cualquier cosa imaginable. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Nos encaminamos a nuestro último
destino, la etapa final, por una pista polvorienta, arenosa, sin vegetación
salvo matorrales espinosos. Más de doscientos kilómetros transitados por
camiones de mercancías y algún afar andando como una figura fantasmal. Prácticamente,
nuestro camino sigue la línea del ferrocarril que durante los últimos cien años
ha unido Addis Abeba con la capital de Djibouti (y mismo nombre). Unos raíles
que ahora aparecen abandonados, como cansados de tanta historia, esperando la
llegada del nuevo tren de alta velocidad. Desde la ventanilla del 4x4 intento
imaginar cómo sería este trayecto en uno de sus viejos y destartalados vagones,
abarrotado de etíopes, afar e issas, sintiendo el sudor en cada uno de los
poros en mi piel, durante casi día y medio de trayecto. Hubiera sido una
aventura. Una aventura que hoy ya sólo el pasado convertirá en palabras. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">DJIBOUTI. El
país donde los mapas siempre son viejos. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Tras pasar por fronteras inverosímiles, inventadas por el
colonialismo; y las esperas y sin sentidos de la burocracia administrativa (que
puedes agilizar con pequeños sobornos como un hato fresco de <i>chat</i>) llegamos a Djibouti, el exótico <i>Territoire français des Afars et des Issas</i>.
En el Golfo de Adén y a la entrada del Mar Rojo, este pequeño país, a pesar de
las advertencias de Gerardo, escapa de la imaginación. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Una tierra desértica, seca,
volcánica, uno de los lugares más inhóspitos del planeta, donde la geología
esta escribiendo el futuro: aquí desemboca <st1:personname productid="la Gran Falla" w:st="on"><st1:personname productid="la Gran" w:st="on">la
Gran</st1:personname> Falla</st1:personname> del Rift, el lugar donde
colisionan las tres grandes placas tectónicas de <st1:personname productid="la Pen■nsula Ar£biga" w:st="on"><st1:personname productid="la Pen■nsula" w:st="on">la Península</st1:personname> Arábiga</st1:personname>,
Somalia y Etiopía, en continuo movimiento. Por eso es el país donde los mapas
siempre son viejos. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Su origen se vincula con el Reino de
Axum y su imperio comercial que controlaba el Mar Rojo, pero la llegada del
mundo árabe por dicho mar en el s. VII y la crisis del imperio axumita, trajo
consigo la islamización de esta tierra, y con ello de la tribus de los <i>issas </i>y <i>afar</i> que siempre las han habitado. En el reparto colonial del XIX
su posición estratégica en la entrada del Mar Rojo llamó la atención de los
franceses, que en su interés por contrarrestar la influencia francesa e
italiana, consiguió afianzar su presencia aquí (previo pago al sultanato de
Tadjoura) hasta su independencia en 1977. Y es eso, su posición estratégica lo
que explica su supervivencia como estado y las bases militares francesas y
norteamericanas en el territorio. Porque, a primera vista, no hay nada más.
Nada, salvo el calor y la desolación en la tierra. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEha8MTZfda363hZn5JRtX33IFU6vrDhKz8AfR5qH94WdInaRYSqQyq1jKzfcFhAz_OdKuNiOkrRiR46Cpo4kM-Ci11JFX1uU0JGrPOQM4eow8PtfPXvUO1_BeTkoUcYVI8D9lBfaASMGMc/s1600/DSC_2732.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEha8MTZfda363hZn5JRtX33IFU6vrDhKz8AfR5qH94WdInaRYSqQyq1jKzfcFhAz_OdKuNiOkrRiR46Cpo4kM-Ci11JFX1uU0JGrPOQM4eow8PtfPXvUO1_BeTkoUcYVI8D9lBfaASMGMc/s200/DSC_2732.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRyMpLMR1IaUUfTvWgv0rblNFD7fDVID8_L2YnyaOKLgzito3r3TNr7UjXtUOYPMY-enyde2MvoIWhkBAmLfSrTd-uzJtvSJclkbL7yyIiuf6QdUbF4FQ9mbF-0gONQOsCrrenSPpacF4/s1600/DSC_2746.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRyMpLMR1IaUUfTvWgv0rblNFD7fDVID8_L2YnyaOKLgzito3r3TNr7UjXtUOYPMY-enyde2MvoIWhkBAmLfSrTd-uzJtvSJclkbL7yyIiuf6QdUbF4FQ9mbF-0gONQOsCrrenSPpacF4/s200/DSC_2746.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Pero si hay más, y vamos en su
busca: el lago Assal. A más de 50 grados centígrados es difícil distinguir entre
la realidad y la imaginación, y el calor no pone las cosas fáciles en una
carretera desierta. Un proverbio issa dice que hasta los chacales dejan
testamento antes de entrar en Djibouti. El sol te quema en la piel, a penas hay
rastro de vida, pero el camino da pequeños respiros: recorrer <st1:personname productid="la Bah■a" w:st="on">la Bahía</st1:personname> de Goubet Al Kharab (o
Golfo de los Demonios), pequeños cráteres ciegos en la costa, fruto de la
continua actividad sísmica, que en su espectacular orografía han dado lugar a
innumerables leyendas. La más conocida los considera hábitat de demonio, seres
rocosos que hacen desaparecer a los incautos que arriesgan la vida al acercarse
a sus aguas. De ahí que uno de esos cráteres sea conocido como <st1:personname productid="la Isla" w:st="on">la Isla</st1:personname> del Diablo.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Poco a poco, se va dibujando la
superficie del Lago Assal. Al principio parece una alucinación derivada del
calor, pero entre los oscuros campos de lava volcánica que integran la fosa del
Danakil va definiéndose su blanca y azulada agua salina. Bahr al Assal (en
árabe Mar de Miel) descansa en un antiguo cráter a <st1:metricconverter productid="157 metros" w:st="on">157 metros</st1:metricconverter> bajo el nivel
del mar, el punto más bajo del continente africano. Su salinidad es mayor que
la del Mar Muerto así que impulsados por Gerardo nos lanzamos a bañarnos, a
flotar en el agua. ¿Cómo no hacerlo? Es algo mítico. Y es en lo que piensas
cuando te quitas la ropa bajo un sol insoportable. Los pies te queman cuando
avanzas lentamente, intentando no chapotear para evitar el contacto del agua
con los ojos. Aún así, unas gotas huidizas logran su objetivo y el escozor en
los ojos es insoportable. Pero algo te impulsa a seguir adelante. El entusiasmo
de Gerardo, tu propio estímulo. La necesidad de aventura. Y mientras flotas,
incapaz de hundirte, logras disfrutar, darte cuenta de que es algo único. Un
lago que parece un mar infinito.</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDcNU-v01j0oRNcG4PVF3j1OxUORyd4LXAMKIkU8bDfniHgzaDMmpXxvAIjhEIfe3oiPPYUEhIN_gZRWk6uzje2uv3cNLtiAXGXlPlWWT4xRzTGClyzmNVsEJ8ubmVtSEOLv08B4rQm_k/s1600/DSC_2742.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDcNU-v01j0oRNcG4PVF3j1OxUORyd4LXAMKIkU8bDfniHgzaDMmpXxvAIjhEIfe3oiPPYUEhIN_gZRWk6uzje2uv3cNLtiAXGXlPlWWT4xRzTGClyzmNVsEJ8ubmVtSEOLv08B4rQm_k/s200/DSC_2742.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> El problema viene después, cuando
sales atravesando enormes costras de sal, y la combinación de temperaturas cercanas
a los 55 grados, un calor asfixiante y agua salina surte efecto. Mareos,
deshidratación, algún desmayo fueron los protagonistas entre los compañeros.
Pero los bidones de agua potable para quitarnos la sal, las botellas de agua
fresca de las neveras portátiles y los cuidados de nuestra enfermera Anabel
salvaron la situación y el pequeño susto ante los ojos sonrientes de los
lugareños, vendedores de bolas de sal, acostumbrados a este pequeño espectáculo.
Mientras nos ayudan veo en ellos a generaciones y generaciones de trabajadores
que de la extracción de sal y su comercialización hicieron su vida. Algún
camello aislado en la lejanía es el recuerdo de las caravanas de camellos que
durante siglos han transportado la sal en barras hacia Etiopía y el norte de
África. Las barras de sal extraídas del lago, denominadas <i>amole</i>, en la antigüedad eran monedas de cambio. Pero hoy todo ha
sido sustituido por industria y camiones, y lo que queda es eso, recuerdo. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizSiCmpKBkn4ZgZnnsBA57mo_xr9PoJ_Jekv23RM_HhsMFnbmeCGRLqgS68GNKWPgvYoNnsFlAsR1z-NhDQIHccUT_-h-oI65u3Mj5GSruMn4b6QSKtqglokvUmLu67WIQDfUXg-dmybA/s1600/IMG-20160830-WA0021.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizSiCmpKBkn4ZgZnnsBA57mo_xr9PoJ_Jekv23RM_HhsMFnbmeCGRLqgS68GNKWPgvYoNnsFlAsR1z-NhDQIHccUT_-h-oI65u3Mj5GSruMn4b6QSKtqglokvUmLu67WIQDfUXg-dmybA/s320/IMG-20160830-WA0021.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">La desolación en la tierra, en la mirada, guía nuestro camino a
Tadjoura, donde pasaremos dos días. Levemente, empieza a soplar el <i>jasim, </i>como llaman aquí al viento
ardiente y seco que viene del nordeste. En pleno Golfo de Adén, en medio de la
nada, surge la ciudad, la más antigua de Djibouti y heredera de antiguos
sultanatos. La herencia queda en su nombre, <st1:personname productid="la Ciudad Blanca" w:st="on"><st1:personname productid="la Ciudad" w:st="on">la <i>Ciudad</i></st1:personname><i> Blanca</i></st1:personname><i> de las Siete Mezquitas</i>, y en la
arquitectura de algunas casas y el puerto, testigo de siglos de comercio con
Yemen y el sur de Asia y de la trata de esclavos y armas en el XVIII y XIX (el
propio Rimbaud estuvo por aquí en sus sueños de riqueza). Pero en la llegada no
piensas en eso, solo en la ducha, el aire acondicionado de la habitación y la
cena. Y descansar, descansar, descansar. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJq8uE1bpoj9NyBXTlZb1UQfxAYLv0OgdLqkHyQwQ4AsRw2d4sjZlIf28dfpbki0e1xGSI_9VS4MZjw696_9DrBiAk3vO9x0OZ8_cBjJ4EqNWCyA28JNErm1WntGORy8qC_RQRlzis8k0/s1600/DSC_2754.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJq8uE1bpoj9NyBXTlZb1UQfxAYLv0OgdLqkHyQwQ4AsRw2d4sjZlIf28dfpbki0e1xGSI_9VS4MZjw696_9DrBiAk3vO9x0OZ8_cBjJ4EqNWCyA28JNErm1WntGORy8qC_RQRlzis8k0/s200/DSC_2754.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">En eso imagino Tadjoura, en nuestro refugio. Del calor, del
cansancio, de las emociones de un viaje tan intenso. Un refugio que al día
siguiente adquiere la forma del paraíso. Nuestro pequeño hotel da al mar, y en
su embarcadero una sencilla barca a motor, en un breve paseo donde admiramos el
infinito azul del Mar Rojo y la costa salvaje, nos traslada a <st1:personname productid="la Plage" w:st="on">la <i>Plage</i></st1:personname><i> des Sable Blancs</i>. Una aislada playa de,
en honor a su nombre, fina arena blanca y aguas azul turquesa. Horas y horas de
baño continuado, de <i>snorkel</i> entre
increíbles arrecifes de coral, acompañados de peces de colores inimaginables,
en el hábitat de los pacíficos tiburones ballena; solo interrumpidos para
dirigirnos a comer a una bahía cercana, bajo la sombra de un porche encalado de
blanco. El pescado fresco, cocinado en los tradicionales hornos de arena afar,
junto a las risas, el buen humor, el baño, convierte esta comida en algo
especial. Sentado a la sombra, bebiendo un té de canela a pequeños sorbos, miro
a mis compañeros de viaje, ya amigos, algunos bañándose, otros dormitando,
charlando, y adivino en su rostro el descanso del buen guerrero. Y me sorprendo
a mi mismo con un deje de melancolía, casi de tristeza, echando de menos lo que
aún no se ha ido, pensando que quizás todo acaba ahí, o en el día de mañana en
la capital. Y sonrío para mí, creo es un buen recuerdo, atrapar esa imagen, esa
sensación de amistad, de unión, tras un mes de aventuras.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjI-Lz4_rbf1eJyIUYjqonRh-WsXGpCxeEX3T5PLn1jdsQOt0SVTViAnOMGU_0RhzeQjoJ5eRUEYg4OU89f9gYTgdIKeR4F4S4Y03MnPTH6kxjFsR75iAiREfd5Hn5cGCfsXtdHBiWitVo/s1600/DSC_2780.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjI-Lz4_rbf1eJyIUYjqonRh-WsXGpCxeEX3T5PLn1jdsQOt0SVTViAnOMGU_0RhzeQjoJ5eRUEYg4OU89f9gYTgdIKeR4F4S4Y03MnPTH6kxjFsR75iAiREfd5Hn5cGCfsXtdHBiWitVo/s200/DSC_2780.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjT6QykmCSHuj3R7mOaqaFffmD_gHuurJGZtPGQ1bRJjy8VIHJrsIVI3elAXFHZOLJqHR5nQMLlrF-h4W9OWTaj4wB88wnzOm7rmh6fZWI3Keux4BzUjzA3uBIn0BhEtBlSPmn7GIu-Vi0/s1600/DSC_2790.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjT6QykmCSHuj3R7mOaqaFffmD_gHuurJGZtPGQ1bRJjy8VIHJrsIVI3elAXFHZOLJqHR5nQMLlrF-h4W9OWTaj4wB88wnzOm7rmh6fZWI3Keux4BzUjzA3uBIn0BhEtBlSPmn7GIu-Vi0/s200/DSC_2790.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Un pequeño trekking por la costa, y un último baño, antecede el
regreso a Tadjoura. Queremos conocer esta ciudad mítica, puerto de los árabes
del mar, escenario de siglos de comercio entre continentes. Atracamos en el
puerto, junto a las palmeras, donde respira la vida del pueblo al atardecer:
pescadores reparando redes, ancianos jugando a la sombra de un viejo barco
encallado, niños jugando al fútbol. Edificios decadentes, barrios marginales de
casas encaladas que, escondidos del pueblo y protegidos del sol, muestran la
falta de recursos de la población. Colores pastel en las fachadas que en la
puesta de sol se difuminan, mientras los niños nos persiguen sonriendo. El
rechazo a la fotografía del mundo adulto, que charlan en grupos bajo los aleros
de las casas y chabolas, hace que preste más atención a los pequeños detalles:
las chicas jóvenes que no llevan velo se hacen en el cabello una filigrana de
trenzas, visten con alegres túnicas de colores, rojo, verde, amarillo, y te
miran con curiosidad. A pesar de la dureza del clima y la falta de recursos, el
prestarle atención al cabello y la ropa es una forma de dignidad. Dice un canto
de los afar “llevamos el árbol de la dignidad sobre nuestros hombros”. Una
dignidad que queda en mis ojos cuando los cierro en la noche.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6Pg05Ww9_VRHami_b2Poup75OpIK7rbV0jCymWLY6V4ubCk6BgL55yeBbUwg4bokuH8OAQsjEt9KRNd34qTciYC72wJiXcpLuWCQuo8Ac2BZibnLBFoLnsWIpbL_n1OCOqtTS4LrvjSo/s1600/DSC_2811.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6Pg05Ww9_VRHami_b2Poup75OpIK7rbV0jCymWLY6V4ubCk6BgL55yeBbUwg4bokuH8OAQsjEt9KRNd34qTciYC72wJiXcpLuWCQuo8Ac2BZibnLBFoLnsWIpbL_n1OCOqtTS4LrvjSo/s200/DSC_2811.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCrn3KnQ66P9wL3bFRoi5CxSzDtbvoc0wEBa7ACLW9_TjzGYcbz0Xh6Kwmc5PjE3Sqk6pHuG0XvZmzJve6Rfm0ctbToF8kg7uJyd1xw8xVJ02w7iltDc-xu9tejXIzzWabJM0B4YsqGEc/s1600/DSC_2812.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCrn3KnQ66P9wL3bFRoi5CxSzDtbvoc0wEBa7ACLW9_TjzGYcbz0Xh6Kwmc5PjE3Sqk6pHuG0XvZmzJve6Rfm0ctbToF8kg7uJyd1xw8xVJ02w7iltDc-xu9tejXIzzWabJM0B4YsqGEc/s200/DSC_2812.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBJFscC7zH8l3UHp4iK1FxNKXXkGEle2VA2NOJfxc1vs9GqJuEexHb0AjcXNztm5wX77p9E7cXWCT5bxLyTvr5NutQYhyphenhyphenPbHh9wRH4UUEY9hx1xUBh3oOE8pJgmX9OWn2iacoO_hgAN2s/s1600/DSC_2849.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBJFscC7zH8l3UHp4iK1FxNKXXkGEle2VA2NOJfxc1vs9GqJuEexHb0AjcXNztm5wX77p9E7cXWCT5bxLyTvr5NutQYhyphenhyphenPbHh9wRH4UUEY9hx1xUBh3oOE8pJgmX9OWn2iacoO_hgAN2s/s200/DSC_2849.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhGi_UDgVsss8rV_vBFUj1wV2tImBLXFQpmydopAPp288hURaSJtSvNNVDblmoKYQZOtUh3Z4KV4QJZi960RFyx7mJcy97z7RR-mHY_3OZQ-3IeSVgYAqlPO3IQEWzJycgfv-_XOReLIM0/s1600/DSC_2852.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhGi_UDgVsss8rV_vBFUj1wV2tImBLXFQpmydopAPp288hURaSJtSvNNVDblmoKYQZOtUh3Z4KV4QJZi960RFyx7mJcy97z7RR-mHY_3OZQ-3IeSVgYAqlPO3IQEWzJycgfv-_XOReLIM0/s200/DSC_2852.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Regresamos a la capital para visitarla y coger el avión de
regreso. El trayecto hacia Djibouti City atraviesa diferentes coladas
volcánicas y el Gran Cañón de Dimbya, que queda reflejado en una enorme
cicatriz en la carretera, marcando el punto de choque de las tres placas y uno
de los lugares preferidos de los científicos y geólogos de todo el mundo que
anticipan la división del continente africano en unos pocos millones de años. </span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhDsKYHhmQmhHz1ESP3j_vQYMvCXJqv1peutg17RIriPiGCrAjUK_Rq29Hak7DE89skdGi14NmF7_0lBd_XDbOjLzflr7vB9w9cw0bpe5FgHKbLRQQOQFHthBDA5t32vDXP_aht_wE04io/s1600/DSC_2870.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhDsKYHhmQmhHz1ESP3j_vQYMvCXJqv1peutg17RIriPiGCrAjUK_Rq29Hak7DE89skdGi14NmF7_0lBd_XDbOjLzflr7vB9w9cw0bpe5FgHKbLRQQOQFHthBDA5t32vDXP_aht_wE04io/s200/DSC_2870.JPG" width="133" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Visitar Djibouti City no es fácil.
Al calor y el cansancio acumulado se une las características de la ciudad.
Quizás uno espera la decadencia romántica que, en breves momentos, intuí en
Tadjoura, y que algún cómic de Corto Maltés o las referencias a Rimbaud
intensifica. Pero no hay mucho de eso, porque tampoco el entorno le ayuda. Con
tan solo ciento cincuenta años de vida, es la situación estratégica del país y
de su puerto lo que le da vida. La retirada de Francia en 1977 la ha privado de
esa vida portuaria y bohemia que los relatos construyeron, y hoy solo las
calles del mercado local, con sus caóticos puestos, ancianas y jóvenes
parloteando ofreciendo todo tipo de productos, y la calle de <i>las moscas </i>alrededor de la fruta y la
carne; los decadentes edificios de influencia colonial de la plaza principal,
hogar de cientos de palomas que arrancan al vuelo a nuestro paso; el barrio de
vendedores de khat y las mezquitas, salvan la ciudad. Los altos precios por la
cerveza, tan necesaria ante el asfixiante calor, y los cansados regateos por
las compras de algún souvenir, tampoco ayuda, pese al oasis en que se
convierten los restaurantes y su refrigeración; y aún menos la espera y los
controles a los que nos somete la policía para poder entrar al aeropuerto. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhGEk_aaNRwTS9ypaLOrzEaLr6kJHmOTzViCiplOdcCBM-HGtEmXywoQ__R4xdLguvngRZnoSnXhbvTzGI689x2Id6orxm0mdZE44Kg_qOnU6pbDj1wJ8C5U2iGDPikmaNMyPa-pjdIMw0/s1600/DSC_2879.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhGEk_aaNRwTS9ypaLOrzEaLr6kJHmOTzViCiplOdcCBM-HGtEmXywoQ__R4xdLguvngRZnoSnXhbvTzGI689x2Id6orxm0mdZE44Kg_qOnU6pbDj1wJ8C5U2iGDPikmaNMyPa-pjdIMw0/s200/DSC_2879.JPG" width="133" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYYmuxQ-VIOIHNrRXMSgVSkcOy5oGW1KHTXI9D9-c5F9VInWRBl3u6Z9VVcHXJatToQ7X4-JXmXDxDU2DmFRdFMykofCf0LbCz0yh2qYFQuUrELBF-UutxigAR0_y-TnELkRofr36ULoo/s1600/DSC_2889.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYYmuxQ-VIOIHNrRXMSgVSkcOy5oGW1KHTXI9D9-c5F9VInWRBl3u6Z9VVcHXJatToQ7X4-JXmXDxDU2DmFRdFMykofCf0LbCz0yh2qYFQuUrELBF-UutxigAR0_y-TnELkRofr36ULoo/s200/DSC_2889.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Dentro, el aire acondicionado y el
wifi nos dispersa. Es lógico, el tiempo sin hablar con familia y amigos lo
exige. Pero no estoy preparado para el regreso, y esa conexión vía wassap me lo
recuerda. Veo el rostro de mis compañeros de viaje, ya amigos, grandes amigos,
concentrados en escribir con dedos rápidos en los teclados de sus móviles. Y en
ese rostro dibujo mil y una anécdotas. Cada movimiento, cada gesto, cada mirada
de reojo y coincidente, me lleva a una historia que aún tengo que escribir. No
puedo evitar que vaya creciendo una cierta tristeza, una sensación de despedida
anticipada (aún quedan dos vuelos y casi un día de viaje de regreso). Me
conozco, estoy a nada de que las lágrimas evidencien lo sensiblero que soy, así
que me levanto y entro en la pequeña tienda de la sala de embarque. Tabaco,
souvenirs, telas, camisetas, alcohol, lo de siempre. Y entre todo ello, una
pequeña pila de libros en francés. Los descoloco y me fijo en uno de ellos, Abdourahman
Waberi, un poeta de Djibouti. No sé quién es pero algo me impulsa a pasar
páginas. Nunca he hablado francés pero lo leo, con limitaciones, desde mis
estudios universitarios. Un poema me llama la atención por su título: <i>El viento calígrafo</i>. Al leerlo, la
emoción que reprimo se desborda, sin saber muy bien por qué, en la soledad de
la pequeña tienda de la sala de embarque. Le hago una foto para conseguir la
traducción al llegar a casa: <i>Pincel en
mano el viento dibuja paisajes de palabras, montañas esculpidas, llanuras de
sombras, enclaves de horizontes. El calígrafo cosquillea los surcos inflamados
del desierto, con un bastoncillo de tinta delicada. </i>No podía imaginar que
ese poema sería mi despedida de Djibouti y de Etiopía, la despedida de mis
compañeros unas horas después en otro aeropuerto, español, un viento calígrafo
a la espera de que las palabras en mi diario dibujaran los surcos de este viaje
a una tierra de origen. Para comprenderlo, para recordarlo, para que encuentre
su sitio en mí. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Michel Leiris escribía en 1932: “Esto es Abisinia, y aquí está uno
más lejos, incluso, que en el otro mundo”. Han pasado semanas, y aún me resulta
difícil explicar, asumir, tantas emociones de un viaje que jamás tuvo pasos
rutinarios, sin sentido. Intento volver a recorrer en mis palabras esta tierra,
donde se confunde fe y nación, la herencia de un pasado que sigue vivo. Un
orgullo que se revela en cada rostro y en la nobleza de su mirada. Gente
primigenia y culturas a punto de desaparecer. Con el tiempo, cuando los nombres
y las rutas se diluyan en mi memoria, será eso lo que seguirá vivo en mi
recuerdo: su mirada infinita, su sonrisa, su pasado y su futuro, su dignidad;
su naturaleza, su olor a tierra mojada, a fuego, a especias en el norte; su
clima árido y seco en el sur, paisajes muertos pero bellos; el calor y el sol
implacable de Djibouti. Los amigos que allí creé y, espero, sigan cruzando sus
caminos conmigo, nómadas que pasamos la vida en busca del cielo.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Si buscas el corazón de África, en Etiopía sientes su latido. Pero
no puedes ir buscando algo, solo intentar vivir experiencias y sentir el país,
entrar en un mundo diferente. Al fin y al cabo, la realidad solo existe si la
soñamos. Hay viajes que se enquistan en la retina y el corazón, que te
sobrepasan. Viajes de los que nunca se vuelve. Y creo que aún no sé explicar lo
que he sentido, pero sí que tengo la necesidad de volver. Y recuerdo esos ojos
de aquella mañana en el coche, los ojos con los que viví uno de los viajes más
intensos de mi vida. Los ojos de Etiopía.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<b><span lang="ES-TRAD">ÁLVARO<o:p></o:p></span></b></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
Álvarohttp://www.blogger.com/profile/02813136475868686659noreply@blogger.com16tag:blogger.com,1999:blog-6678624513850600142.post-17417820776121882972016-04-21T13:21:00.001+02:002016-05-02T21:03:13.063+02:00ARENAS DEL TIEMPO. De Lawrence de Arabia a Moisés y los Nabateos. Diario de viaje por Jordania<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh25N6lldrYn2tmGN6ZCbYAQ6U6Vdfff-XeEBAJThil43u-OdQdBhnKumzOGFMTmALPJneZQK_HW9nSwsO7TSOOpb-Wfhi76I6HX69kHzKHWP0EhVWXoBsbCyBQ7f2HTggvhMlOAgm6gZY/s1600/DSC_0120.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh25N6lldrYn2tmGN6ZCbYAQ6U6Vdfff-XeEBAJThil43u-OdQdBhnKumzOGFMTmALPJneZQK_HW9nSwsO7TSOOpb-Wfhi76I6HX69kHzKHWP0EhVWXoBsbCyBQ7f2HTggvhMlOAgm6gZY/s320/DSC_0120.JPG" width="212" /></a></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span lang="ES-TRAD">“Todos los viajes tienen destinos secretos<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span lang="ES-TRAD">sobre los que el viajero nada sabe” </span></i><span lang="ES-TRAD">(M. Buber).</span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span lang="ES-TRAD">Existen dos clases de hombres: <o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span lang="ES-TRAD">aquellos que duermen y sueñan de noche<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span lang="ES-TRAD">y aquellos que sueñan despiertos y de día…<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span lang="ES-TRAD">esos son peligrosos, porque no cederán<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span lang="ES-TRAD">hasta ver sus sueños convertidos en realidad<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span lang="EN-GB">T.H. Lawrence (Lawrence de Arabia)<o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span lang="ES-TRAD">A
todas aquellas personas que encontré en el camino jordano,</span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span lang="ES-TRAD">con
quienes uní huellas y experiencias:</span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span lang="ES-TRAD">Rita,
Silvia, Rosa, Toño y Rosa, Laura, </span><br />
<span lang="ES-TRAD">Irantzu (gracias por prestarme parte de tu mirada en fotografías) y Gaizka,</span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span lang="ES-TRAD">Ana,
Carmen, Xavier, Irene, Chus, Mercedes, Angie, Emmi e Irene,</span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span lang="EN-GB">Amin, Hassan. </span><i><span lang="ES-TRAD">Fi-Aman-Allah</span></i><span lang="EN-GB"><o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="EN-GB"> </span><span lang="ES-TRAD">El cineasta iraní Abbas Kiarostami dijo que soñar es quizá lo más
necesario que existe, más necesario incluso que ver. Y tiene razón, cada vez
que emprendo un viaje, una aventura, lo he soñado antes: desde mis ilusiones de
niño hasta mis deseos de conocer en la adolescencia, el sueño ha acompañado mis
inquietudes, ha sido el impulso para andar muchos caminos, para ver, para
conocer, para sentir. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Y en ese sueño siempre ha estado Jordania. Y lo que evoca su
nombre, quizás porque era más que un nombre, un origen: arena, mar, Petra, referencias
bíblicas, historia de la historia. Asirios, persas, nabateos, griegos, romanos,
bizantinos. Lugar donde vive la memoria, donde musulmanes, judíos y cristianos
han convivido desde hace siglos, sobreviviendo al período otomano, al mandato
británico. Y al absurdo presente, en el que el juego político del s. XX acaba
rompiendo una herencia, un legado, tan antiguo como la tierra. Lugar de
fractura, y del contraste entre la esperanza y el duelo. De un mismo
territorio, dos estados, israelí y palestino, marcando con ello el desarrollo
del Reino Hachemita Jordano y la vida de millones de personas. Su tierra habla
de las dos visiones de <st1:personname productid="la Historia" w:st="on">la
Historia</st1:personname>, la creación del Estado que iba a servir de tierra
prometida para <st1:personname productid="la Di£spora" w:st="on">la Diáspora</st1:personname>
milenaria judía tras el Holocausto, contra <st1:personname productid="la Nabka" w:st="on">la <i>Nabka</i></st1:personname>,
el Día de la catástrofe para los refugiados palestinos, que se vieron
expulsados de ella tras un hábitat igualmente milenario. No parece importar
quién agrediera primero, el dolor de millones de voces apagadas es hoy la única
verdad. Una herida difícil de curar. Una tierra donde pasado y presente se
funden en una misma realidad. Todo eso significaba su nombre para mí. Y, como he
descubierto, era muy poco lo que sabía.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Tenía por delante días ricos en
promesas: tierra de historia y leyendas, pueblos y culturas desconocidas,
montañas, mares, desiertos, ganas de conocer… Había leído algo, no mucho,
porque quería descubrir, ir abierto, no viajar con ideas preconcebidas. Atrás
quedaban palabras como tradicionalismo, conservadurismo o una fuerte moral
islámica. Al poco de llegar no tuve esa impresión. Era innegable la presencia
de un tradicionalismo religioso, pero a la vez se respiraba cierto respeto y tolerancia,
reflejada en la presencia, más allá de la anécdota, de mujeres sin velo, y,
sobre todo, el carácter afable, intercultural y hospitalario del pueblo
jordano. Su sonrisa, y su mirada. Me atrapó, sí, y quise dejarme llevar. De
nuevo, el mundo tiene forma de camino.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiakgloEvmtz71rpUg7-iYJk4iWgY-GtC1uLysfAoPJtnFX0q2KOT7tIKZx1j3tFfSU3UnqQIpkGXnBOhb-z2ZkuDHYZK6lXMqypF7pioPl03CgdEwV6UhmG4gcpu5sWWsL5ziYLV374Y/s1600/DSC_0573.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiakgloEvmtz71rpUg7-iYJk4iWgY-GtC1uLysfAoPJtnFX0q2KOT7tIKZx1j3tFfSU3UnqQIpkGXnBOhb-z2ZkuDHYZK6lXMqypF7pioPl03CgdEwV6UhmG4gcpu5sWWsL5ziYLV374Y/s320/DSC_0573.JPG" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="text-indent: 35.4pt;">Pero primero el viaje. Sobrevolar en avión las montañas y
desiertos de Tierra Santa, la sombra de Israel y Palestina, el conflicto sirio,
ajeno a su lucha, a sus cicatrices, a su duelo, me hizo recordar unas palabras
de Saadi: un viajero sin capacidad de observación es como un pájaro sin alas.
Así que, con los ojos bien abiertos e intentando olvidar los problemas de los
vuelos y las complicaciones del viaje, aterrizo en Ammán.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Mi primer contacto con la capital no
es agradable. Llego cansado, tras dos días de viaje, y a pesar de ser
madrugada, son demasiados los indicios de una ciudad caótica, ruidosa y
bulliciosa que no escapa de un monocromo ocre. Aún así, la prioridad es el
sueño y la ducha, cosa difícil en lo primero, porque en apenas tres horas salía
el bus para Petra. Es allí donde voy a tomar contacto con lo importante de un
país, su gente, y donde conozco a <i>Amin</i>,
alguien que será una pieza fundamental en los siguientes días.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<i><span lang="ES-TRAD">Amin</span></i><span lang="ES-TRAD"> rondará los cincuenta y cinco años. Me cuenta que fue profesor de
Historia pero que dejó el trabajo porque no ganaba mucho y cada vez aguantaba
menos a los jóvenes alumnos de la enseñanza pública. Su pasión por <st1:personname productid="la Historia" w:st="on">la Historia</st1:personname> seguía innata y
por eso había apostado por trabajar como guía aprovechando su formación y
dominio del castellano. Algo en su expresión me hizo pensar que estaba un poco
hastiado, no sé muy bien de qué, quizás de la imagen que se tenía del hombre
árabe en occidente, de que hubiera gente que no le prestara atención en sus
explicaciones o que le vieran únicamente como un guía que memorizaba textos
para repetir en cada visita o tour. Sin embargo, la forma en que se iluminaban
sus ojos cuando conseguía atrapar la atención de la gente o lograba mantener
una conversación interesante, junto a su andar pausado, le dotaban de una
cierta dignidad de hombre que se había hecho a sí mismo que me hizo conectar
con él las veces que intercambiamos opiniones. Ví parte del pueblo jordano en
sus ojos.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES-TRAD">Petra. <o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">A las cinco de la mañana subo a un minibús hacia <i>Wadi Musa </i>(<i>Valle de Moisés</i>), donde coincido con otros viajeros que se
convertirán en amigos en los días siguientes. La carretera sigue <st1:personname productid="la Autov■a" w:st="on">la Autovía</st1:personname> del Desierto, y
entre el sueño por la falta de descanso y
la aridez del paisaje solo recuerdo el amanecer presidido por un inmenso
sol anaranjado. Pero todo el sueño y el cansancio desapareció de golpe cuando
llegamos a nuestro destino: Petra.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<i><span lang="ES-TRAD">Hazme igual a la maravilla
celosamente guardada por el sol del este, una ciudad rosada tan antigua como el
tiempo</span></i><span lang="ES-TRAD">… Así la describe el poeta J.W. Burgon en
1845. <i>Rakmú</i>, “la de los muchos
colores” la bautiza una vieja estela. Tantas y tantas lecturas, tantas y tantas
imágenes en mi cabeza, que mentiría sino dijera que estaba ansioso, nervioso
con esa energía casi infantil que arrancaba mi cuerpo del sueño y me impulsaba
a acelerar el paso, casi a correr. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_PtawMZW7KI4fi0DPz2gqX6gm5UDG-RAgbT6Gft0DhF3rp9ctILdIJuIzmUIL7eAx4AZ-pFfQpRo35eJbznwCKnD-HuIL6VTwwPvDve8iWXdZrU7jK6nEn_GuSuknTq6Yn1DYiE-LByA/s1600/DSC_0016.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj_PtawMZW7KI4fi0DPz2gqX6gm5UDG-RAgbT6Gft0DhF3rp9ctILdIJuIzmUIL7eAx4AZ-pFfQpRo35eJbznwCKnD-HuIL6VTwwPvDve8iWXdZrU7jK6nEn_GuSuknTq6Yn1DYiE-LByA/s200/DSC_0016.JPG" width="132" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjviQcBSDUpyYe6w7OPz7lExNEixGaMFEECz_cPcf2ArX8PK9YCH5wqcVdlyr1b-ko_uiBeOQ66nz2IW8Z-VlpJHUFJWX15tPnakdxw5J-ipkN0Gjfgv68waMrbzEfqi8sWCWKutiv5VUQ/s1600/DSC_0025.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjviQcBSDUpyYe6w7OPz7lExNEixGaMFEECz_cPcf2ArX8PK9YCH5wqcVdlyr1b-ko_uiBeOQ66nz2IW8Z-VlpJHUFJWX15tPnakdxw5J-ipkN0Gjfgv68waMrbzEfqi8sWCWKutiv5VUQ/s200/DSC_0025.JPG" width="132" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Penetramos a primera hora de la
mañana por el desfiladero del Siq, de un km y medio de largo, y a ratos de una
sobrecogedora estrechez, que constituía el único acceso a la ciudad. De roca
arenisca de infinitas tonalidades y modelado por la erosión, aún conserva bajorrelieves
de camellos tallados en los muros de arenisca y las cañerías de terracota que
transportaban el agua a la <i>ciudad rosada.
</i>No es difícil imaginar el rumor del agua acompañando los pasos de las
caravanas que accedieran a la ciudad, prometiéndoles el descanso y la riqueza
tras meses de agotadoras rutas desérticas. Prometiéndoles Petra, una de las
ciudades comerciales más importantes de la antigüedad. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">En la decadencia del reino de Saba, los Nabateos, un pueblo semita
procedente del Norte de Arabia, nómadas de vocación comercial, emigraron hacia
el norte, hasta construir a partir del s. III aC la ciudad de Petra para
gestionar el paso de caravanas. Nacía del cruce de las dos grandes rutas
comerciales de Oriente, la que iba de Este a Oeste desde el Golfo Pérsico hasta
la costa del Mediterráneo (en Gaza); y la que comunicaba de sur a norte Damasco
con Arabia. Aquí, <st1:personname productid="la Ruta" w:st="on">la Ruta</st1:personname>
de <st1:personname productid="la Seda" w:st="on">la Seda</st1:personname> se
unía con la del Incienso, que provenía de la rica Arabia del Sur (Yemen) a
través de los árabes del mar Índico; transportando las mercancías hasta el
golfo de Aqaba, al puerto de Aelana, camino de Egipto. Enriqueciéndose con el
peaje cobrado a las caravanas de mercaderes en <i>Little Petra</i>, el rey Aretas IV la dotó en el cambio de era de sus
principales monumentos; siendo prácticamente inexpugnable hasta que Trajano la
sometió al dominio romano una vez logró descubrir su único punto débil, los
canales que proporcionaban agua a la ciudad, otorgándole un nuevo renacimiento
arquitectónico. La decisión de los romanos de potenciar el tráfico marítimo
sobre el terrestre, y el desvío de la travesía este hacia Palmira, relegó a
Petra de su lugar privilegiado en las rutas comerciales, lo que junto al
sufrimiento de una serie de terremotos, provocó el abandono de la ciudad.
Durante siglos fue habitada por beduinos, que protegían y ocultaban su
existencia a los extranjeros.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwGnRc_v7VupoEz-7BQFv5KkJI7RAcx7HtfwdNJ1OJ-wM9dQ25m-muM4utF8iWxlKlVXMeJf_1cKuwU6ZZTqWjrHdSWBi2exu2wgGZeZRywil26wYzJXUIzQyg2qh9kWbepypT1OafXtE/s1600/DSC_0191.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwGnRc_v7VupoEz-7BQFv5KkJI7RAcx7HtfwdNJ1OJ-wM9dQ25m-muM4utF8iWxlKlVXMeJf_1cKuwU6ZZTqWjrHdSWBi2exu2wgGZeZRywil26wYzJXUIzQyg2qh9kWbepypT1OafXtE/s200/DSC_0191.JPG" width="132" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicYajBGXDGhyphenhyphenayGRb7Su0v8yUQuK3XSZt6TlKFR7lr6qvdARVIt_Qmy2Rx_HRsmpn2AY_064WHyCbpkiaUXw8FIUX0k4iBpoSBM-SyGSjfbRTs7TBVWF7EnHb0nrsJQaW5I4qLuBcYQFQ/s1600/DSC_0078.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicYajBGXDGhyphenhyphenayGRb7Su0v8yUQuK3XSZt6TlKFR7lr6qvdARVIt_Qmy2Rx_HRsmpn2AY_064WHyCbpkiaUXw8FIUX0k4iBpoSBM-SyGSjfbRTs7TBVWF7EnHb0nrsJQaW5I4qLuBcYQFQ/s200/DSC_0078.JPG" width="132" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> El explorador suizo J.L. Burckhardt,
convertido al Islam y haciéndose pasar por un comerciante árabe, dio a conocer
el desfiladero y acceso a inicios del s. XIX, tras siglos de abandono, encontrando
la majestuosa fachada del Khazneh Firaoun, el mausoleo del Tesoro teñido de
rojo y roca. Y es precisamente esa fachada la primera visión que tienes de la
ciudad. Aún ahora me cuesta expresar con palabras lo que sentí cuando,
finalizando el desfiladero y tras un último recodo, empecé a entrever parte del
Tesoro. Cada paso agrandaba la visión, y cada paso agitaba más mi cuerpo y mi
pulso, incapaz de tomar una sola fotografía de forma nítida entre el
nerviosismo y la emoción. Toda una vida esperando ese momento no me precipitó,
tomé mi tiempo para saborear esos pasos, para disfrutar de una forma casi
infantil como iba cogiendo forma, agrandándose, presentándose ante mis ojos la
magnífica y mítica fachada de Khazneh, el Tesoro. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrQGEG32dwBdWDNktJquc5vjXSERkIoy_nu8y8eAqvb-_s0ESrWsEtKRrtsg5WhFc35zz1Zu-W9p_C0-P4TNR3OhtOm13WSUarlBzHYFnzazR3vWdCKykD9LCrnaE9_aXXjj_nDWKpZ8A/s1600/DSC_0029.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrQGEG32dwBdWDNktJquc5vjXSERkIoy_nu8y8eAqvb-_s0ESrWsEtKRrtsg5WhFc35zz1Zu-W9p_C0-P4TNR3OhtOm13WSUarlBzHYFnzazR3vWdCKykD9LCrnaE9_aXXjj_nDWKpZ8A/s200/DSC_0029.JPG" width="132" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlKkOdwVARa8ixaG11O9E6TvNHicEj20gxQMgqpl2khw8WcJq9GhLgUEAkKdk4JEcp_4SyHAIzB0hlXtje6bVgExnt4bYjlniLJREcDrZUztMUCOSl0FaoetXx2JuKCK0enD5VWSL7jek/s1600/DSC_0132.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlKkOdwVARa8ixaG11O9E6TvNHicEj20gxQMgqpl2khw8WcJq9GhLgUEAkKdk4JEcp_4SyHAIzB0hlXtje6bVgExnt4bYjlniLJREcDrZUztMUCOSl0FaoetXx2JuKCK0enD5VWSL7jek/s200/DSC_0132.JPG" width="132" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Si Petra es una leyenda, la fachada del Tesoro es su espejo. Un
lugar donde ver y soñar se confunde, porque el tiempo parece detenerse, a pesar
de las miles de fotografías, a pesar de las incontables personas que miran,
posan, pasean. Nada importa, porque en ese momento, en ese preciso momento,
solo estas tú y la ciudad, tú y años de deseo, de sueños, de lecturas, de
camino. Y te emocionas, vaya si te emocionas. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Una vez recobras la tranquilidad,
escuchas las explicaciones y sacias tu afán fotográfico, empiezas a prestar
atención a los pequeños detalles. A los camellos que parecen formar parte de un
escenario para el turista, a los beduinos que te venden cualquier cosa, desde
brazaletes a piedras y la propia arena; el aroma del café con cardamomo o la
belleza arquitectónica de la propia fachada: sus perfectas columnas de capiteles
corintios, la huella helenística de su decoración o la urna que la corona (que
según la leyenda encerraba grandes riquezas). Uno piensa que la vida de estas
personas no ha cambiado nada desde hace cientos de años, que todo permanece
inalterable, hasta que suena un móvil, semiescondido en la camisa del beduino,
y regresas al mundo real, y sonríes.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgttM01sHJA0eGPSNpGm0uYjhPgFxULAVVWXJAoF2eVjZqTZ85suKP69eSYD2kXRPu4UPk77T4m0uQaMpNauAkdUeeivh9ix4EsP1Lgkd3oc9rYz3WDteigQvv-7UYtPqKh4c1vhcv2hA0/s1600/DSC_0128.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgttM01sHJA0eGPSNpGm0uYjhPgFxULAVVWXJAoF2eVjZqTZ85suKP69eSYD2kXRPu4UPk77T4m0uQaMpNauAkdUeeivh9ix4EsP1Lgkd3oc9rYz3WDteigQvv-7UYtPqKh4c1vhcv2hA0/s200/DSC_0128.JPG" width="132" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRE1LIC3l6ku0vyxtMLHEoeMI6Ta7eC_ve9BQJOjqKD5nAqH6_DTZGR0jd5K-Ar-7-zoUoVJKdUyq8a9FgTLU_4sM8KW84WSPBcVhAS1xKO_7RTdoM7piUN3WHWIvcv5pPGoiMA1HZ6M4/s1600/DSC_0155.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRE1LIC3l6ku0vyxtMLHEoeMI6Ta7eC_ve9BQJOjqKD5nAqH6_DTZGR0jd5K-Ar-7-zoUoVJKdUyq8a9FgTLU_4sM8KW84WSPBcVhAS1xKO_7RTdoM7piUN3WHWIvcv5pPGoiMA1HZ6M4/s200/DSC_0155.JPG" width="132" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAML4eCplesymPg_hvKzp2EQMXu5jJpdpjT09sPU5TWx4LMiZC9iGmLs_zprTrkiILyH_CMfo0RXBGdS7uLVLSA4xdRi8xoKVOVIl8u5NXgk37XUGdFKA_LOxx1Nm-KilZf0DWHsU5oEM/s1600/DSC_0160.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAML4eCplesymPg_hvKzp2EQMXu5jJpdpjT09sPU5TWx4LMiZC9iGmLs_zprTrkiILyH_CMfo0RXBGdS7uLVLSA4xdRi8xoKVOVIl8u5NXgk37XUGdFKA_LOxx1Nm-KilZf0DWHsU5oEM/s200/DSC_0160.JPG" width="132" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhUd4X1XUQ3mLTSygdmSP9ZaMPn6s7AnLNBrI40KO3C5hMRY1s-gfp_Ut9rcqfnyev3xcSYaroZf30t0poRQKAPpgR9ENlrt-uHOtERjDawHb1vGE9ysn9l4E-JgSts2n9vooV1du3twK0/s1600/DSC_0165.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhUd4X1XUQ3mLTSygdmSP9ZaMPn6s7AnLNBrI40KO3C5hMRY1s-gfp_Ut9rcqfnyev3xcSYaroZf30t0poRQKAPpgR9ENlrt-uHOtERjDawHb1vGE9ysn9l4E-JgSts2n9vooV1du3twK0/s200/DSC_0165.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Una garganta esculpida a ambos lados permite continuar el camino y
contemplar la calle de las Fachadas, entrando en un mundo de colores y formas
que te hacen dudar que te encuentres ante piedra (ya sea arenisca o vetas de
minerales) y no ante un lienzo pictórico de decenas de tonalidades y texturas
(Fachada de <st1:personname productid="la Seda" w:st="on">la Seda</st1:personname>).
A un lado, el Teatro de influencia romana, al otro las colosales Tumbas Reales
(<st1:personname productid="la Seda" w:st="on">la Seda</st1:personname>, <st1:personname productid="la Tumba" w:st="on">la Tumba</st1:personname> de <st1:personname productid="la Urna" w:st="on">la Urna</st1:personname>, <st1:personname productid="la Tumba" w:st="on">la Tumba</st1:personname> del Palacio), bastante
erosionadas por la acción del viento y la arena. No todo son tumbas o templos,
tras la garganta una llanura rodeada de montañas constituye el escenario de la
ciudad, atravesada por una calzada romana que conserva en algunos tramos el
enlosado y columnatas. Aún sepultado por la tierra, reside escondido un
entramado escalonado de casas y jardines que el futuro sacará a la luz, y dónde
el agua, uno de los mayores tesoros para los pueblos del desierto, convertía a
la ciudad en un paraíso a través de un complejo sistema de canales y estanques.
A ambos lados de la calzada, la arqueología está dando sus frutos, un enorme
templo romano y una hermosa Iglesia Bizantina decorada con mosaicos figurativos,
también conocida como la iglesia de los Papiros, por aparecer en ella hace unos
años más de cien papiros del s. VI dC que hablan de la vida cotidiana de la
ciudad. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiV4NlIsqoxjYhn_C9-tYXab9_9fKEd56nGkSr-6wuJH_u99X3Mn5IlgBsPmfslbHCJRRaZuocwSaxGu0RAtcCRrq5Ra5siwAByxIqOtS05vfqc4skeGUT8QgBJm55yz-AExYFAafRBKK8/s1600/CSC_0140.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiV4NlIsqoxjYhn_C9-tYXab9_9fKEd56nGkSr-6wuJH_u99X3Mn5IlgBsPmfslbHCJRRaZuocwSaxGu0RAtcCRrq5Ra5siwAByxIqOtS05vfqc4skeGUT8QgBJm55yz-AExYFAafRBKK8/s200/CSC_0140.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9MruAh6A_yT9C_wXfu1s2EJZxOQBmQlxgOcJpjenMTDyWXnT0iDlytKsUMrvXi5Ms5ChJ09iKQUDTFd5qtvmdMjGqYeHEJBF20V4LPYkcnPrkZsys9gyWBhPMZrfHb3FHOIpPGJ45tus/s1600/DSC_0087.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9MruAh6A_yT9C_wXfu1s2EJZxOQBmQlxgOcJpjenMTDyWXnT0iDlytKsUMrvXi5Ms5ChJ09iKQUDTFd5qtvmdMjGqYeHEJBF20V4LPYkcnPrkZsys9gyWBhPMZrfHb3FHOIpPGJ45tus/s200/DSC_0087.JPG" width="132" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZN2rnDSK4ZP1bXWjLtdnFtttQwuiuLrH1NgPQJ60wZ21kI1EapLGkwwItI5wc_MERQy-ZbvOdh6lQ-_0dBnFOom1xv55TBQU5kSrQcWATzh-4wLFifmDZ5v5Z09M1CEXYC5E0ed6hres/s1600/DSC_0358.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZN2rnDSK4ZP1bXWjLtdnFtttQwuiuLrH1NgPQJ60wZ21kI1EapLGkwwItI5wc_MERQy-ZbvOdh6lQ-_0dBnFOom1xv55TBQU5kSrQcWATzh-4wLFifmDZ5v5Z09M1CEXYC5E0ed6hres/s200/DSC_0358.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisJzbIxHkixOGDf_8gdvGH_7fX_UEqwIkcv_exECsj-OsyBl-oQN8NyzCBaXI9tqBR_v2dpLYz_rpMqsvUiqSMaqOCkwpr8-ganQeetlFbGO2ezEHJhydG0Bc5w0hvjDyyM-cL7A313nM/s1600/DSC_0228.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEisJzbIxHkixOGDf_8gdvGH_7fX_UEqwIkcv_exECsj-OsyBl-oQN8NyzCBaXI9tqBR_v2dpLYz_rpMqsvUiqSMaqOCkwpr8-ganQeetlFbGO2ezEHJhydG0Bc5w0hvjDyyM-cL7A313nM/s200/DSC_0228.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">En un extremo, tras el foro y mercado romano, y detrás de <i>Qasr al-Bint</i> (el templo más grande en
pie, dedicado a una divinidad nabatea) un sendero de cientos de peldaños
excavados en la roca permite ascender, tras un fuerte desnivel bordeando
precipicios, a una cumbre dominada por la impresionante fachada del Monasterio,
al-Deir. Un camino salpicado de tenderetes, incluso al borde del abismo, de población
local que sobrevive gracias a la venta de souvenirs al turista, pero que le dan
una nota de humanidad (casi como herederos de los antiguos comerciantes
nabateos), y que te guía al inmenso valle desértico del Mar Muerto en el que se
erige la ciudad. Aquí, más allá de la panorámica, impacta la grandiosidad de El
Monasterio, que multiplica de escala las fachadas de abajo y, sin respiración
por el esfuerzo de la subida, te empequeñece ante el genio nabateo. Una arquitectura
que, al romper el piso superior en varios cuerpos, antecede mil seiscientos
años al barroco. No es griego, no es romano, no es oriental, lo es todo y no lo
es. Uno no puede hacer otra cosa que no sea sentarse frente a ella, en una de
las elevaciones anexas, y admirar en silencio.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEherHDT_usIKijyMdFyX_iNivXrVkcB-IAbPIXGEaRWDLxeMpxgvFDpJq5vSOfNkVuXJib7CAm3sPf1_ELuSlgPQB3qOUcR3-elmG81hRahXtuZGbsncwVKSI4pvJQqqSDC6Vn0T5PjwRk/s1600/DSC_0108.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEherHDT_usIKijyMdFyX_iNivXrVkcB-IAbPIXGEaRWDLxeMpxgvFDpJq5vSOfNkVuXJib7CAm3sPf1_ELuSlgPQB3qOUcR3-elmG81hRahXtuZGbsncwVKSI4pvJQqqSDC6Vn0T5PjwRk/s200/DSC_0108.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_CfbGTxVyfvGw2KhzajWmBAmkMjQCFVidRbWAH8x5r50Nt2-_I8ZCvMrMrrnuRvdsndXmCBRL2hhO81w8W1Qi7fi9Sr6ClvvLgYruR-ZO2GzND_ao-1KUvUbb_h-ZCI5TQx3Rlr67EcA/s1600/DSC_0105.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_CfbGTxVyfvGw2KhzajWmBAmkMjQCFVidRbWAH8x5r50Nt2-_I8ZCvMrMrrnuRvdsndXmCBRL2hhO81w8W1Qi7fi9Sr6ClvvLgYruR-ZO2GzND_ao-1KUvUbb_h-ZCI5TQx3Rlr67EcA/s200/DSC_0105.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Aquí y allá, la comunión entre el
hombre y la naturaleza, las tumbas excavadas en la roca arenisca, los templos y
la calzada columnada principal, es reflejo de un arte que hace honor al
carácter comercial e intercultural de los nabateos: desde la geometría
funeraria de los egipcios, el ritmo y la armonía helenísticos y el barroco
corintio romano. La luz acaricia sus paredes tiñéndola del naranja del
amanecer, al blanco del mediodía y el rosa del atardecer. Las montañas ocres
que la rodean parecen protegerla, de sus enemigos y del tiempo. El rápido
galopar de algunos beduinos sobre sus dromedarios, para hacerse notar y contratar
sus servicios, no llega a sacarte del ensueño, sino que, todo lo contrario, te
mete aún más en él. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> En el Altar de los sacrificios, al
que se accede por otro sinuoso sendero excavado en la roca, se puede observar
en la cima de las montañas de enfrente, <st1:personname productid="la Tumba" w:st="on">la Tumba</st1:personname> de Aarón, el hermano de Moisés, como bien
se encarga de recordarme una vendedora que justo en la planicie del Altar ha
colocado su puesto de ventas y que no se corta en escenificarme cómo de crueles
eran los sacrificios desarrollados allí. Desde su cima, un enclave
privilegiado, puedo sentarme y contemplar la inmensidad de la ciudad nabatea. Y
el arqueólogo que soy, pese a los años que llevo como profesor, vuelve a
palpitar en mi corazón. No puedo evitar soñar con excavar, con reconstruir la
ciudad. Y veo entrar por el desfiladero caravanas con coral del Mar Rojo, seda
y jade de China, ámbar del Báltico o betún del Mar Muerto; oro, incienso y
mirra del sur de Arabia; ébano, marfil de Nubia; lapislázuli y papel, pimienta,
canela y clavo de <st1:personname productid="la India" w:st="on">la India</st1:personname>,
cristal y minerales del imperio Romano. Mosaico de lenguas, vidas y sueños que
entran y parten. Después de ver morir ante nuestros ojos ciudades como Palmira,
quiero detenerme, ser consciente del momento, respirar y sentir, grabar en mí
no solo lo que mis ojos pueden ver, sino la dignidad del peso de <st1:personname productid="la Historia" w:st="on">la Historia</st1:personname> que respira en
cada piedra, en cada grano de arena, en el suave viento que acaricia mi rostro.
</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmVo0crhUIfICm-rEBSkpphaLGx4PP_esp_5hqFMrCQO8xGSIi45va4UuR8KGlSk1-8r8OLetcC35EL3nv4wFEHLlVLgcc-upDGG9vqmaxip6frK3gsPS5tGflml1Q1HheavKXMQ5LI4Q/s1600/DSC_0114.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgmVo0crhUIfICm-rEBSkpphaLGx4PP_esp_5hqFMrCQO8xGSIi45va4UuR8KGlSk1-8r8OLetcC35EL3nv4wFEHLlVLgcc-upDGG9vqmaxip6frK3gsPS5tGflml1Q1HheavKXMQ5LI4Q/s200/DSC_0114.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiD3ikWYyRUUnSCY66x5DdVvEeqcwUpBjuYI4RGT4lfu54eqfc_Ell96EkISOz8O4v_2peMKbFx_dIsTxdchhDrWKMGE1d3KJfLnNDud7EA8rPegqfEUsqae6zkzZmvXGa_0f3LeaAMygU/s1600/DSC_0111.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiD3ikWYyRUUnSCY66x5DdVvEeqcwUpBjuYI4RGT4lfu54eqfc_Ell96EkISOz8O4v_2peMKbFx_dIsTxdchhDrWKMGE1d3KJfLnNDud7EA8rPegqfEUsqae6zkzZmvXGa_0f3LeaAMygU/s200/DSC_0111.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Para descender está la posibilidad
de una vía alternativa, más larga pero mucho más interesante, aprovechando el
cauce de un río (<i>wadi </i>al-Farasa) y
que permite recorrer en soledad (hasta el punto que me creo perdido en varias
ocasiones) la fuente del León (<i>Jebel il-Madbah</i>) y tumbas rupestres más
alejadas del circuito general: Tumba del Soldado, Tumba del Triclinio, Tumba
del Jardín, Tumba del Renacimiento. Guía en mano (bendita Lonely Planet!!) puedo
saber que se trata de una <b>Vía Sacra</b>,
un camino antiquísimo con fines procesionales. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Muy cerca, aunque es necesario
desplazarse por carretera (disfrutando los paisajes desérticos y los barrios
beduinos), se encuentra <st1:personname productid="la Pequea Petra" w:st="on">la
Pequeña Petra</st1:personname> (<i>Al Beida</i>).
La ubicación era intencionada, lejos del desfiladero de la gran ciudad para
proteger el secreto de su impugnabilidad, el suministro de agua. Para entrar
también es necesario atravesar un pequeño desfiladero, corto pero aún más
estrecho. Desde allí fiscalizaban, a través de fuertes aranceles, por guiar o
permitir el paso de las caravanas. Por ello, no hay tumbas, sino almacenes,
cisternas y salas, igualmente talladas en la roca y hasta decoradas con
pinturas murales al fresco, para el intercambio comercial o el descanso (como <i>caravanserai</i>) de las caravanas de
camellos. En su extremo final, una subida lleva a una vista espectacular de
cañones de piedra que anuncian el desierto y la dureza de los camelleros entre
paredes incendiadas por el sol.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtZMZP9QeusoGdVoHZlPqb5SUxM9YabCYH7L07GVxmxTqlruNxFlZ4UAGYbllJwOeB9HYFFKhmEUpWNX3L2K9K1pAOaFBI-bACsqin3nosp5GnJjQz9mZEGJL2ppnbCr6eyl-kCPlprxU/s1600/DSC_0178.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjtZMZP9QeusoGdVoHZlPqb5SUxM9YabCYH7L07GVxmxTqlruNxFlZ4UAGYbllJwOeB9HYFFKhmEUpWNX3L2K9K1pAOaFBI-bACsqin3nosp5GnJjQz9mZEGJL2ppnbCr6eyl-kCPlprxU/s200/DSC_0178.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKPiOowd6TLztlMIxEmzUN9tBhVv5vwdbLTir7a8TyXc3g6YNAjHH4tdEF6zIBanSxKEL8OyiqHHbkN00oMyjALlw42YbNOoN9sfGu1w6AJKlnBVUkwixo44u82H6JL0J0jPYdP8WNjeI/s1600/DSC_0039.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKPiOowd6TLztlMIxEmzUN9tBhVv5vwdbLTir7a8TyXc3g6YNAjHH4tdEF6zIBanSxKEL8OyiqHHbkN00oMyjALlw42YbNOoN9sfGu1w6AJKlnBVUkwixo44u82H6JL0J0jPYdP8WNjeI/s200/DSC_0039.JPG" width="132" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Regresando del desfiladero del <i>Siq </i>una tarde, a la luz del crepúsculo y
acompañado de la maravillosa gente que conocí allí (Rita y Silvia), un vendedor
quiere colocarme la <i>kufya</i> jordana, al
estilo tradicional. Entre risas, y mientras me fotografía el propio vendedor
para convencerme en la compra, me sorprende la ligereza y comodidad del pañuelo,
y entiendo su uso permanente entre los jordanos y la población árabe. Ahora,
miro esa foto en el móvil y me llama la atención, no tanto el arte que tuvo el
comerciante en ponerme el pañuelo, como mis propios ojos, cansados pero vivos,
con un brillo tremendo por conocer, por saber, por disfrutar todo lo que me
esperaba.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Y mis ojos no engañan. El siguiente
paso es mágico: la visita nocturna a Petra. Un recorrido por la noche a través
del <i>Siq</i>, hasta la explanada del
Tesoro, cubierta con centenares de velas. Acompañados por la melodía de una
flauta tradicional tocada por un beduino, te sirven una taza de te a la luz de
la luna y las velas, mientras contemplas casi en silencio la historia de los
nabateos y las fábulas de un cuentacuentos: <i>soy
la huella de la ocultación, el narrador de la ausencia, mi tierra es una
historia, y mi camisa es de lunas</i>. Una noche que vuela a través de los
tiempos.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Dos días la recorrí, dos días me perdí en su sucesión de tumbas,
caminos, escaleras talladas en la roca, dos días sentí el sol del atardecer
acariciando su piedra mientras emprendía el camino de vuelta por el <i>Siq</i>. Y los dos días, al igual que en esta
mágica noche, cuando le daba la espalda al Tesoro me volvía para verla por última
vez, entre la roca del desfiladero, cerrando los ojos con la firme promesa de
volver aunque sea desde la memoria.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwAOtoB7PlzmHhKVjN9nGoCvaFj5c2MpB5_jq2FclSW81Nteu8QfDrxknBDtUCyxdbAJVqZ5dBHJLCrChQlpjKrbiYRhrZdUR2aeHeNDldl3Ed61qZBUssLK74A6qJIwxa5IDIsIXtwwc/s1600/20160323_214507.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwAOtoB7PlzmHhKVjN9nGoCvaFj5c2MpB5_jq2FclSW81Nteu8QfDrxknBDtUCyxdbAJVqZ5dBHJLCrChQlpjKrbiYRhrZdUR2aeHeNDldl3Ed61qZBUssLK74A6qJIwxa5IDIsIXtwwc/s200/20160323_214507.jpg" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjS-5bLInzohCGIbZwr6b2zdU5-Osfd5OgptCrqLf7TA4WewX43IMwMqjpCwmgtDSdvqePG9-H8F6ALEcC7eBpE6YoGFs3rkCiA9Ev3ZqvCw3X1ovMpmXDvLObHN3Mgb3SbOOMPi7jw5bY/s1600/DSC_0236.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjS-5bLInzohCGIbZwr6b2zdU5-Osfd5OgptCrqLf7TA4WewX43IMwMqjpCwmgtDSdvqePG9-H8F6ALEcC7eBpE6YoGFs3rkCiA9Ev3ZqvCw3X1ovMpmXDvLObHN3Mgb3SbOOMPi7jw5bY/s200/DSC_0236.JPG" width="132" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES-TRAD">Aqaba.<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Tomo el Camino real o <st1:personname productid="la Ruta" w:st="on">la
Ruta</st1:personname> del Rey (une el Nilo con el Éufrates), que conduce hacia
el sur de Jordania por las montañas de su frontera occidental, a través de nombres
míticos (Sodoma y Gomorra), ramblas, barrancos, <i>wadis </i>y pueblos colgados. La vegetación empieza a desaparecer y el
desierto va haciendo acto de entrada. La próxima parada es la legendaria Aqaba,
a orillas del Mar Rojo, donde por un momento logras olvidar el ocre del
desierto gracias al azul del mar y la policromía de los arrecifes.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Frente a sus aguas cristalinas, de un intenso azul, puedes
contemplar cuatro países a la vez: Egipto, Israel, Arabia Saudí y Jordania. Es
el reflejo de esa costa en el agua la que le da el tono rojizo con el que los
antiguos bautizaron el mar. Más allá de la geografía y el Éxodo de Moisés, sorprende
encontrar ese azul tras kilómetros de un entorno desértico y polvoriento, y más
descubrir que forma parte de una reserva natural con un fondo submarino plagado
de arrecifes de coral. Por ello, navegar por el Mar Rojo en una pequeña barca
fue un regalo que logró eclipsar la presencia del puerto industrial, la
cementera y los cargueros modernos. Sumergirte en sus aguas azules,
transparentes, buceando entre barcos hundidos en busca de corales, anémonas y
peces de colores y tamaños diferentes, contrastaba con la falta de vida del
otro mar jordano, el Muerto. Y saber que esas mismas aguas habían bañado las
embarcaciones de los árabes del mar que controlaron el Índico gracias a su
dominio de los monzones, hacía casi obligatorio el zambullirte, bucear y nadar para
convertirte por fin en el <i>Simbad el
marino </i>de mis lecturas de infancia. El capitán de la barca, un servicial
hombre de mediana edad, quiere animar la excursión con música moderna, pero
rápidamente le pedimos que cambie por música tradicional. No duda en hacerlo, y
poco después, mientras me seco del chapuzón me atrevo a preguntarle sobre la
letra. Me sonríe, quizás no se esperaba la pregunta, y mirando fijamente el
agua responde que habla de pescadores, de amores perdidos, de los cálidos
vientos del Mar Rojo. Y yo acabo sonriendo también mientras tomo nota en mi
pequeño cuaderno.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiS5g79wofiMRQxV7efGu96HQDVQOwM4JYDvcDzvgnWJDyw9rLhG4pR_jR9X9VTURup6wGbWeZ6J5_dzMcTA7tXmVFROyLEVOoWv9WdbTKo17b5Nfn7p3Bx25i7qkZZCH_f_ala4avj108/s1600/DSC_0244.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiS5g79wofiMRQxV7efGu96HQDVQOwM4JYDvcDzvgnWJDyw9rLhG4pR_jR9X9VTURup6wGbWeZ6J5_dzMcTA7tXmVFROyLEVOoWv9WdbTKo17b5Nfn7p3Bx25i7qkZZCH_f_ala4avj108/s200/DSC_0244.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjg3xi_JT3IrSE9s1eD59XngdBP3-v3lSEwzeghc4DMHA0MyOMkKZnJDv1ERpZDOTIYD7u96fKuLe212Zur74yAJMHT61Cxg1TOvCt_p65qXUC_yFdSxsyjYp0GpDo7ymyc95wjgMs5OQA/s1600/DSCF2153.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjg3xi_JT3IrSE9s1eD59XngdBP3-v3lSEwzeghc4DMHA0MyOMkKZnJDv1ERpZDOTIYD7u96fKuLe212Zur74yAJMHT61Cxg1TOvCt_p65qXUC_yFdSxsyjYp0GpDo7ymyc95wjgMs5OQA/s200/DSCF2153.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES-TRAD"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES-TRAD"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES-TRAD"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES-TRAD"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES-TRAD"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES-TRAD"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES-TRAD">Wadi Rum. <o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Dejando el puerto de Aqaba y dirigiéndose hacia el este, cruzando
las estrechas vías del tren minero que unía Damasco con Medina, uno se adentra
en un desierto de arena dorada entre montañas de piedra rojiza, Wadi Rum. La
belleza de sus colores se generó al desaparecer el Mar Rojo que antes lo
cubría, y eso lo hace diferente, especial. Al mirarlo, no puedo evitar utilizar
el pañuelo jordano para protegerme del sol, mientras aquí y allá aparecen <i>jaimas </i>abandonadas (quizás utilizadas
por los camelleros o nómadas beduinos del desierto) en la arena quebradiza.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Arenas rojizas de seda mineral, dunas perfectas al pie de montañas
imponentes y promontorios rocosos (<i>jebels</i>),
y el recuerdo en su nombre de Lawrence de Arabia, convierten este desierto en uno
de los más bellos del mundo. Cada paso recuerda sus memorias, <i>Los siete pilares de la sabiduría, </i> la revuelta árabe contra los otomanos y la
película de David Lean, Peter O´Toole, Omar Sharif, Anthony Quinn, Alec
Guinness…Poco importaba que los poderes coloniales europeos traicionaran el
anhelo de libertad del mundo árabe que capitaneaba Lawrence, solo respiraba el
mito, la leyenda romántica de su aventura, y a ella te acogías. Y a sus
palabras “<i>el árabe del desierto forma
parte de un pueblo de espasmos, de agitaciones, de ideas, la raza del genio
individual</i>”.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghQDTCpg2lOqlfsxia6SwmASvSIBLCKvEJ1_Q2AOaHC3_HH2FY8xeLR9YaYN-C89Qghv6ZlGNzHa8TF5Jtpj4p3zc1JpEoYgSFZffjkbgr9ESmsMWTGFFsxLW62OnQt0w0p6vQMgBoFOI/s1600/DSCF2204.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="66" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEghQDTCpg2lOqlfsxia6SwmASvSIBLCKvEJ1_Q2AOaHC3_HH2FY8xeLR9YaYN-C89Qghv6ZlGNzHa8TF5Jtpj4p3zc1JpEoYgSFZffjkbgr9ESmsMWTGFFsxLW62OnQt0w0p6vQMgBoFOI/s320/DSCF2204.JPG" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">El desierto sigue hoy en manos de los beduinos, y uno de ellos se
erige en guía. <i>Alyumu, </i>cuyo nombre
significa Viernes en árabe, resulta ser un auténtico <i>showman</i>, que utiliza su gestualidad y buen humor como herramienta
para entretener al visitante del desierto. Casi un <i>Chaplin</i> beduino, sus travesuras y pequeños juegos de magia
despiertan mi simpatía hacia él. Representa muy bien esa idea de que el beduino
siempre confía en que lo que sucede es lo mejor que le podría suceder. A través
de él, y su jeep, nos internamos en el desierto, en un camino sin camino, tan
solo arena infinita y macizos de piedra. <i>Alyumu
</i>forma parte de él, y con sus ojos vemos la flor del desierto y las primeras
anémonas, un camello salvaje y su cría, el capricho de los relieves rocosos
erosionados, escenario de grandes películas (<i>The Martian</i>, Lawrence) que le gusta señalar, y hasta puentes o
arcos naturales de piedra (<i>Umm Fruth,
Burdah</i>). Lo mismo finge echarse una siesta en la duna, que simulaba volcar
el jeep saltando sobre las dunas o me animaba a escalar un pequeño abrigo para
ver de cerca los milenarios grabados rupestres tamudes y nabateos de <i>Jebel Khazali</i>.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZHvuuD_ewFfKtNCio2GDGwhTJZR9ctdusWk9izp74qIX3L76jMjb-kAdMKpgkEEaFPPgMM1FUlUnrsaLSbAzMZQrPpJG5FA2dbe2d86RJ0aWhkElHqkPZZcmdx2M7sbWlOGTiVnLExQ4/s1600/IMG_8682.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjZHvuuD_ewFfKtNCio2GDGwhTJZR9ctdusWk9izp74qIX3L76jMjb-kAdMKpgkEEaFPPgMM1FUlUnrsaLSbAzMZQrPpJG5FA2dbe2d86RJ0aWhkElHqkPZZcmdx2M7sbWlOGTiVnLExQ4/s200/IMG_8682.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjElu6-AkUHH5UFqrLouzZWRirGeb8sbmGmj2Y5vx2DgpBn75HIFVUAndX45r7X8c9sTQ7wHl9pRD1mZ5jp_KhyVIIOclWyRuyzqyppqHo1OP4uimE7cwtHThTyL4w60N38J3xcsfR2_DQ/s1600/DSC_0281.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjElu6-AkUHH5UFqrLouzZWRirGeb8sbmGmj2Y5vx2DgpBn75HIFVUAndX45r7X8c9sTQ7wHl9pRD1mZ5jp_KhyVIIOclWyRuyzqyppqHo1OP4uimE7cwtHThTyL4w60N38J3xcsfR2_DQ/s200/DSC_0281.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_jPcxQYSE_cn7qlPy0q_aaKLSGrVaq_wE7iEY34MKw_V46VpIAjO3w-MA7mft_JEltH6vpyGogWxQqDYEpPLTdlUEKc_ZKq9xOuuAIh-KYADyZE4OGFlL4c_WZKsz8FhDPJGfUxefrAA/s1600/DSC_0257.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_jPcxQYSE_cn7qlPy0q_aaKLSGrVaq_wE7iEY34MKw_V46VpIAjO3w-MA7mft_JEltH6vpyGogWxQqDYEpPLTdlUEKc_ZKq9xOuuAIh-KYADyZE4OGFlL4c_WZKsz8FhDPJGfUxefrAA/s200/DSC_0257.JPG" width="132" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhU4LcuO4Aj1JFce8bi_V8DHwTGYshwSL-AaNqpMT04ddt9q8asMBiz8JFj_2GGx965LKaP7c2rWl8ejIbAUUeV3oituKAVgbaBf1vPfwFIouXS3tzJ4PcWPXheE008jxywqMsIqdstuaQ/s1600/DSC_0255.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhU4LcuO4Aj1JFce8bi_V8DHwTGYshwSL-AaNqpMT04ddt9q8asMBiz8JFj_2GGx965LKaP7c2rWl8ejIbAUUeV3oituKAVgbaBf1vPfwFIouXS3tzJ4PcWPXheE008jxywqMsIqdstuaQ/s200/DSC_0255.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Cojo un puñado de arena y siento la inmensidad del desierto. La
luz, la arena, el horizonte. Una arena antigua, casi como el tiempo, pero que
cambiaba a cada instante, en cada rayo de luz que huía. Contemplar el silencio
del atardecer infinito, pese a la calima que le roba la furia del color al sol
que se oculta, mientras en el horizonte cruza una caravana de camellos. Uno
entiende el amor a estas arenas, a este desierto <i>inmenso, solitario, como tocado por la mano de Dios</i>, de Lawrence,
mientras la noche va tiñendo de azul las montañas y las dunas. Quizás era el
único sitio donde podía sentirse libre: al fin y al cabo “<i>el silencio del desierto es el mejor amigo del loco</i>” (proverbio
beduino). </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Con el grupo me dirijo al campamento que habían construido para
los visitantes al abrigo de una montaña. Anochece, y un cielo nublado y las
luces artificiales solo dejan intuir una preciosa noche estrellada. Música,
bailes y el aroma del <i>mansaf </i>(plato
de arroz guisado con cordero, al estilo beduino enterrado en la arena) son
nuestros anfitriones. Quiero descansar fumando un narguile, compartido con mi
ya amiga Rita, mientras en una pista central, donde en mis sueños debía existir
una hoguera sobre la que recitar leyendas, mis compañeros bailan
desaforadamente. Solo queda caminar en silencio buscando las estrellas, ocultas
por las nubes y una gran luna llena, más allá del campamento, donde las dunas
se difuminan para dejar paso a un todo y una nada, la inmensidad del desierto. La
oración en la arena. El cansancio se impone al temor a los escorpiones y consigo
dormirme estirado sobre un pequeño catre. No hay más voz que la del desierto. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoUrixZpTgBY9Pmzcu9Be41EQ7paxbPTvx8KJMoAVMMDYwyfCwGU5UX92qLmvnoP6kh4G66H_kO1m5txDe0lrIaD8M-s_QOtDtWkKiJCR3_XkamejAveV27KAnOdeonQy7tvFntJFDDCU/s1600/DSC_0301.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoUrixZpTgBY9Pmzcu9Be41EQ7paxbPTvx8KJMoAVMMDYwyfCwGU5UX92qLmvnoP6kh4G66H_kO1m5txDe0lrIaD8M-s_QOtDtWkKiJCR3_XkamejAveV27KAnOdeonQy7tvFntJFDDCU/s200/DSC_0301.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgI1BJlZWeJFbdZZdXihjYlrRxkd2ePnq8cf_U8LZC80ZIKaXBBDQWjIXIG3-Ji1FLdyJ-VL1L-s_jXumRrOdXWnF81yf5Kntmqbih6vW8ki_2Y9gn_sezGWSM3VgVDRN2HOrgop5N1pSE/s1600/DSC_0259.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgI1BJlZWeJFbdZZdXihjYlrRxkd2ePnq8cf_U8LZC80ZIKaXBBDQWjIXIG3-Ji1FLdyJ-VL1L-s_jXumRrOdXWnF81yf5Kntmqbih6vW8ki_2Y9gn_sezGWSM3VgVDRN2HOrgop5N1pSE/s200/DSC_0259.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">A la mañana siguiente, un té aromatizado con hibisco fue la puerta
de salida hacia al norte, hacia Jerash.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES-TRAD">Jerash.<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES-TRAD"> </span></b><span lang="ES-TRAD">Mientras avanza hacia el norte, el paisaje muda de color, de los
desiertos y pedregales del centro y sur pasas a las pequeñas colinas de verdes
pinares, cada vez más frecuentes, de los fértiles valles de Judea, que entre
higueras y olivares anuncian en pequeñas gotas de color el florecimiento del
próximo mayo. Así, casi sin darte cuenta, llegas a Jerash, un pedazo de
historia anclado en el tiempo que se yergue desafiante al paso de las
civilizaciones y los terremotos. Sin dejarse ensombrecer por Petra, fundada
en época Alejandro Magno y líder de <st1:personname productid="la Dec£polis" w:st="on">la Decápolis</st1:personname>, la asociación
comercial y política de las diez grandes ciudades greco-romanas de Arabia,
revela en sus perfectamente conservados restos, trabajados en mármol y granito,
la grandiosidad de su historia: el asombroso diseño del ágora ovalado y
porticado, la huella de los carruajes en el cardo máximo columnado, ninfeos, mercados,
tabernas, tetrástilo, los templos (Zeus, Artemisa y sus enormes y basculantes columnas
corintias), hipódromo, teatros de perfecta acústica, iglesias bizantinas; son
el testigo de una riqueza derivada del comercio con los nabateos y la
exuberante fertilidad de sus campos. No es de extrañar que Adriano quisiera
convertir la ciudad en uno de los centros económicos más importantes del
Imperio, dotándola de una nueva puerta y de la magnificencia que capiteles,
entablamentos, esculturas y templos son justo reflejo. La comunión de Oriente y
Occidente. Paseo entre sillares y columnas, dejando pasar el tiempo bajo mis
pasos. Una dignidad de dos mil años que se crece ante la vista de la nueva
ciudad, a sus pies, caótica e irregular, amontonada y gris. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzq0HpJfbGv-TpYZkqqQYwChP_kMwVex9_i6OtyylK-qKEZXgeniPZAofXEFUm8Xf939p7XaInwL21AHk4HjBrxdLNDkho9xqycAxujk9mDqwgU0i9KTD5cymD-nj_QuRDaOSrFtt4nQ8/s1600/DSC_0336.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzq0HpJfbGv-TpYZkqqQYwChP_kMwVex9_i6OtyylK-qKEZXgeniPZAofXEFUm8Xf939p7XaInwL21AHk4HjBrxdLNDkho9xqycAxujk9mDqwgU0i9KTD5cymD-nj_QuRDaOSrFtt4nQ8/s200/DSC_0336.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7FLZfwoRbEZdSpdaarfny6LwngCrPfALNq7z7Frut5YW1vd8saammTPIrYCJP8ZYM5PxsQMjsE2Q4fjBs-O6sWJVmBjOeY8vwaaiqgVQMed7GE5hUFWRyiH44A7gC2ZKX2hqbiqUR4KE/s1600/DSC_0313.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7FLZfwoRbEZdSpdaarfny6LwngCrPfALNq7z7Frut5YW1vd8saammTPIrYCJP8ZYM5PxsQMjsE2Q4fjBs-O6sWJVmBjOeY8vwaaiqgVQMed7GE5hUFWRyiH44A7gC2ZKX2hqbiqUR4KE/s200/DSC_0313.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyq5F-gPtCrDRj-E8d_5FR81wAin65r7vv9cVARLQJ2x1pOLVj7PlpBSCw_TFdZu2FWBfVBQh63fTNyivv4XaJ89UqForYT-VFxG4REMf3N8E0g84HPuGG24X2g7ForACjfDoXhYHPMCI/s1600/DSC_0352.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyq5F-gPtCrDRj-E8d_5FR81wAin65r7vv9cVARLQJ2x1pOLVj7PlpBSCw_TFdZu2FWBfVBQh63fTNyivv4XaJ89UqForYT-VFxG4REMf3N8E0g84HPuGG24X2g7ForACjfDoXhYHPMCI/s200/DSC_0352.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimmscMZLMB_VcyO1tM-l6C0j5fORiRewdInxI98gxOpI6L_ErHQQgT9Te9CuSZWJK9nV7ZDG-HVLD7jwNM7kGD7s5HjEg1IGNvoy5W8EV8Moe5xAPCCTNGdvndVLVOYOoEcnsyCRjMHVM/s1600/DSC_0361.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimmscMZLMB_VcyO1tM-l6C0j5fORiRewdInxI98gxOpI6L_ErHQQgT9Te9CuSZWJK9nV7ZDG-HVLD7jwNM7kGD7s5HjEg1IGNvoy5W8EV8Moe5xAPCCTNGdvndVLVOYOoEcnsyCRjMHVM/s200/DSC_0361.JPG" width="132" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES-TRAD">Mar Muerto</span></b><span lang="ES-TRAD">.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Camino del Mar Muerto, uno parece andar por <st1:personname productid="la Biblia. Pasas" w:st="on">la Biblia. Pasas</st1:personname> cerca
de la pequeña ciudad de Mádaba, cercana a Ammán. Se trata de la ciudad
principal para los cristianos ortodoxos de Jordania, y sus iglesias y mosaicos
así la hacen valer. Por el Monte Nebo, donde la tradición de las religiones
monoteístas sitúan a Moisés divisando <i>Canaan,
</i><st1:personname productid="la Tierra Prometida" w:st="on">la <i>Tierra Prometida</i></st1:personname><i>, </i>poco antes de morir, al guiar el éxodo
israelí desde Egipto. Y cerca del lugar donde la tradición sitúa el bautismo de
Jesús en el río Jordan. Una profundidad histórica y religiosa que contrasta con
la sequedad desértica del paisaje. El camino es un continuo desnivel de más de
mil metros hasta llegar al lago interior que denominamos Mar Muerto, a menos
400 metros del nivel del mar, el lugar más profundo de la superficie de <st1:personname productid="la Tierra" w:st="on">la Tierra</st1:personname> y escenario de los
acontecimientos bíblicos (allí desemboca el Jordán). </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Abrigado por la meseta y montes
occidentales jordanos a una orilla, y por los de Judea en la opuesta, sus aguas
saladas (nueve veces más que las del Mediterráneo) parecen encerrar el origen
de las principales religiones del mundo, pero es algo de lo que rápidamente te
olvidas cuando observas la invasión del turismo, en centenares de bañistas
flotando en su superficie o aplicándose oscuros barros con la idea de
rejuvenecer la piel. Es difícil abstraerse, pero de nuevo el contraste entre el
pasado y el presente me atrapa y no puedo resistirme a bañarme en sus aguas
pensando en lo primero pero disfrutando de lo segundo, mientras mis pies
resbalan por las piedras blancas de sal. Y, flotando de espaldas con los brazos
en cruz, incapaz de hundirme, siento el agua aceitosa que impregna mi piel, la
sal incrustándose en mis poros, <st1:personname productid="la Historia" w:st="on">la
Historia</st1:personname> que baña mi cuerpo. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi29urhChukA8CPV8x1k3HB4ahwRd69WMAt7LqEd89xajLYgAJ_NPudBabOpFe72j8eL6MX9lxRLZ4nkb6V6RE3Y_OZkaGnzNLfo5Xc_YAiAFssqVd2cTruAvbmweAEphCFBexQYRoInhM/s1600/DSC_0161-2.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi29urhChukA8CPV8x1k3HB4ahwRd69WMAt7LqEd89xajLYgAJ_NPudBabOpFe72j8eL6MX9lxRLZ4nkb6V6RE3Y_OZkaGnzNLfo5Xc_YAiAFssqVd2cTruAvbmweAEphCFBexQYRoInhM/s200/DSC_0161-2.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES-TRAD">Umm Qais. <o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES-TRAD"> </span></b><span lang="ES-TRAD">Hay que madrugar para dirigirse a Gadara, en Umm Qais, muy cerca
de los Altos del Golan, en la frontera entre Israel, Líbano, Siria y Jordania,
y parte fundamental del conflicto árabe-israelí. A esa ciudad, una de las
decápolis o principales ciudades de la región durante la época greco-romana,
llegó Jesús para realizar uno de sus milagros más famosos (liberando a dos
hombres poseídos por demonios). Los restos de la ciudad romano-helenística no
palidecen tras ver Jerash: calzadas, un teatro, tabernas, templos, todo está
sembrado de historia del tiempo. Pero hay algo que me impacta más. Desde su
mirador, muchos jordanos de origen palestino suelen observar el lago Tiberiades
(el Mar de Galilea), añorando su tierra, su hogar, desposeído por el control
israelí. La bruma que suele acompañar esa vista quizás es el reflejo de la
melancolía que cientos de miles de ojos tristes han depositado allí. La
persistencia de un sueño y el dolor de la imposibilidad.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">En Gadara y Pella, que visito poco después, uno tiene la sensación
de que las ruinas nuevas se suman a las viejas, tal es el grado de pobreza.
Este día el trayecto me hace cruzar pequeños pueblos y ciudades en el que
animales de todo tipo (perros abandonados, rebaños de cabras, burros) merodean
por los lindes de la carretera. Pero eso no resta un ápice a la eterna sonrisa
jordana, a su carácter hospitalario y comercial, donde cualquier lugar parece
ser el mejor para un mercado improvisado.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKb3Jq3pmdBVCCJHK8b6oF4b7Lmqe6MEfACFq671OxQZbOzZQZ8bmnAd-bKuUDeIwtoj4tFc0b1P4elV33Rkg2PnP-LwziRD_9zv_Ivis4Ononu44atd1IUa1EPn9uUebhnAB8lH3p9r4/s1600/DSC_0389.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKb3Jq3pmdBVCCJHK8b6oF4b7Lmqe6MEfACFq671OxQZbOzZQZ8bmnAd-bKuUDeIwtoj4tFc0b1P4elV33Rkg2PnP-LwziRD_9zv_Ivis4Ononu44atd1IUa1EPn9uUebhnAB8lH3p9r4/s200/DSC_0389.JPG" width="132" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgdZBw4QSp1XQl9w7r8VXms1JMJ1NZ8J9O42wa2q9ddLHlEPKVQvdIPm3h6MCAeKfhwFVh9rHCKDyOM6BSLc6gjIP7xocKfOT98nCC6VultjqXX5ad6tzkCSl0eOsljvoe6gWJd7JpAAA/s1600/DSC_0391.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgdZBw4QSp1XQl9w7r8VXms1JMJ1NZ8J9O42wa2q9ddLHlEPKVQvdIPm3h6MCAeKfhwFVh9rHCKDyOM6BSLc6gjIP7xocKfOT98nCC6VultjqXX5ad6tzkCSl0eOsljvoe6gWJd7JpAAA/s200/DSC_0391.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES-TRAD">Aljoun.<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> En esta zona norteña de pequeños
bosques de pinos y olivos destaca el castillo o fortaleza ayubí. Erigido a
finales del s. XII en una ubicación estratégica que dominaba las tres rutas que
llevaban al Valle del Jordán y protegía los enlaces comerciales con Siria, forma
parte de la línea defensiva de castillos que cruzados y árabes construyeron
desde Bizancio al Golfo de Aqaba en el contexto de sus enfrentamientos por
Tierra Santa. Recuerda las luchas entre Saladino y los cruzados, representados
en el franco Reynauld de Châtillon, que tenía su base en el castillo de Karak,
muy cerca de Ammán. Y recuerda <st1:personname productid="la Secta" w:st="on">la
Secta</st1:personname> de los Assassins (<i><span style="background: white; color: #252525;">Hashshashin</span></i><b><span style="background: white; color: #252525;"> </span></b><span style="background: white; color: #252525;">o nizaríes) desde su fortaleza en
Alamut.</span></span><span lang="ES-TRAD" style="background: white; color: #252525; font-size: 10.5pt;"> </span><span lang="ES-TRAD">Baluarte
de piedra en la montaña, con sus técnicas defensivas, al cruzar el foso de 15
metros de profundidad un complejo de murallas, puertas y torreones de mampostería,
mezcla de fases, dueños y etapas, parecen convertirte en un cruzado o en un
musulmán, igual da según el lado de la historia en el que estés, como bien
recuerda Maalouf en <i>Las cruzadas vistas
por los árabes. </i>Bóvedas de crucería, arcos, patios, mazmorras, almacenes,
cocinas, todo aparece atrapado en el tiempo. Y todo parece presentarse ante ti
para que le des el sentido, según tu tradición, tu lectura, tu formación,
aunque con ello ignores la otra visión de la historia. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Desde sus almenaras puedes
contemplar los Altos del Golán y los montes de Galilea hacia el este y Ammán
hacia el sur, donde nos encaminamos acto seguido al abandonar la fortaleza. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAb_9naUnybvw2knIKEjC7cfXp_M6zWVw5nG8IJ1FzAhOSDSFzuRTfiUnL_aOEt2U4GJh7Iw6Bx-ZXuRCAO-6hmWiJDH3uZ3SguC-_kqCPCplIuoLaKt3UMeNCfVEcceaM8Vb3GADuLQE/s1600/DSC_0411.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiAb_9naUnybvw2knIKEjC7cfXp_M6zWVw5nG8IJ1FzAhOSDSFzuRTfiUnL_aOEt2U4GJh7Iw6Bx-ZXuRCAO-6hmWiJDH3uZ3SguC-_kqCPCplIuoLaKt3UMeNCfVEcceaM8Vb3GADuLQE/s200/DSC_0411.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES-TRAD">Ammán<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Una ciudad asentada sobre multitud
de colinas, crecida a ciegas, que te obliga a subir y bajar calles y plazas
antes de rendirte al cansancio y pelear por un taxi. Y miles de personas, de
rostros, que se entrecruzan, en un baile de ojos que da vértigo pero que tiene
sus propios códigos, como cuando se percatan de que eres extranjero y te dan la
bienvenida en inglés. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Acompañado por mi grupito de
imprescindibles que había ido conociendo a lo largo de la semana busco <st1:personname productid="la Mezquita Al-Hussein" w:st="on">la Mezquita <i>Al-Hussein</i></st1:personname> y toda la zona de tiendas del <i>Al Hmedyah Market</i> que un grupo de
españoles habían recomendado fervorosamente (en especial, las tiendas de
especias). La llamada a la oración, oleadas de personas y de lluvia, y voces de
vendedores consiguen darle ese toque de enclave perdido en el tiempo, y
arrastrado por una marea humana que lo mismo te ofrece un pescado maloliente
que te embriaga de dátiles y especias acabo en la puerta principal de la
mezquita protegida por dos grandes minaretes otomanos. En su mercado no puedo evitar
comprar almizcle e incienso, lágrimas translúcidas que en pequeñas cajitas
metálicas honraban la historia de los zocos en la milenaria Ruta del Incienso.
Es una forma de participar en ese hilo invisible que unía, a través del
comercio de esta savia de árbol, desde la reina de Saba a la reina egipcia
Hatshepsut, de Etiopía a Egipto y Babilonia, de Grecia a Persia, de Omán a
Petra y Palmira. Y de mercaderes de infinitas razas y lenguas a mí. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi0Iy440C_LhKgyd-U1ajiLhQRb_b84eGpJIO_roxlsUCo-zDuHhGAV8Yuccocu6JZTQGFryzxljXCmNGZatkg-P-1AZmCFqoqNwu1ExRx761OC1cwiq5Erm9DTIUc8oKpouz9UPOcVT0g/s1600/DSC_1559.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi0Iy440C_LhKgyd-U1ajiLhQRb_b84eGpJIO_roxlsUCo-zDuHhGAV8Yuccocu6JZTQGFryzxljXCmNGZatkg-P-1AZmCFqoqNwu1ExRx761OC1cwiq5Erm9DTIUc8oKpouz9UPOcVT0g/s200/DSC_1559.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKMhGV63UVBvY4g-NdS_1iNVSeAOgRWI9Nz6vY-pusyrtUfOihTOtrvlVhnqUddC2z5beepV__xY9oh58fxwym80DdxNUSzNyjhdZomMXTZWjMnP88i_rAMZ0hdMA4nXj0m40mUst5Avw/s1600/DSC_0417.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiKMhGV63UVBvY4g-NdS_1iNVSeAOgRWI9Nz6vY-pusyrtUfOihTOtrvlVhnqUddC2z5beepV__xY9oh58fxwym80DdxNUSzNyjhdZomMXTZWjMnP88i_rAMZ0hdMA4nXj0m40mUst5Avw/s200/DSC_0417.JPG" width="132" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span lang="ES-TRAD">Castillos del Desierto</span></b><span lang="ES-TRAD">.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Último día, saliendo del hotel guía en mano, espera Hassan, a
quien Mercedes y yo hemos contratado como chofer para conducirnos al Desierto
Este, hacia la frontera con Irak. Un hombre amable, afable, tranquilo. Agradecí
sentarme en su coche y escucharle hablar durante horas, gracias a su buen
castellano y excelente disposición a explicar cualquier cosa que le
preguntáramos. Tomamos <st1:personname productid="la Autov■a" w:st="on">la
Autovía</st1:personname> del Desierto, kilómetros y kilómetros de una llanura árida,
semidesértica, con camiones que recorren de nuevo las antiguas rutas
caravaneras entre Siria y Arabia. Pero la modernidad, el asfalto, la
contaminación, ha cambiado la perspectiva, más al acercarte a los campos de
refugiados sirios, centenares de tiendas para más de cien mil personas en lo
que ya es el segundo mayor campo de refugiados del mundo, un espacio vallado y
cerrado, casi como una prisión que te hace pensar no solo en cómo ha cambiado
el mundo, sino si este es el tipo de mundo en que quieres vivir. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Lo que a mí me impresiona, para Hassan solo es rutina, y sin
problema pasa a explicar que en la época de las construcciones que iba a
visitar, esta región era abundante en agua al ser una cuenca lacustre, y un
lugar idóneo para la caza de gran variedad de especies, alguna hoy extinguida.
El propio Lawrence de Arabia lo describía hace apenas cien años como un lugar
ameno de prados y manantiales.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Bajo la denominación genérica de “castillos”, en verdad encuentras
variadas edificaciones de los s. VII y VIII que fueron tanto fortificaciones
militares, lugar de descanso de caravanas comerciales, como lugares de recreo
de la aristocracia Omeya. Como dice Hassan, recorrer esta región es descubrir
un desierto cargado de historia.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Qasr al-Azraq
(el “castillo azul”). Construido en basalto negro por los mamelucos en el s.
XIII sobre un campamento romano, albergó a Lawrence de Arabia durante <st1:personname productid="la Revuelta" w:st="on">la Revuelta</st1:personname> Árabe de
1917-18. Debido a la escasez de madera en las cercanías, las puertas son losas
de basalto que pesaban una tonelada pero que se abrían con facilidad gracias a
que untaban sus bisagras con aceite de palma. Muy cerca del oasis de Azraq, lo
que hace ver su importancia estratégica en la ruta de Arabia a Siria, aquí
Lawrence se instaló en la torre de guardia de la entrada sur, y para
protegerse de la lluvia y el hielo del
invierno hizo cubrir las partes derruidas del techo con ramas. En aquellos días
en los que fue su hogar escribió: <i>durante
aquellas noches interminables, estábamos a salvo del mundo.</i> Paseando en
soledad por sus muros, quise ver en cada piedra su huella, como había hecho en
Wadi Rum. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPVypw5sY9H74QNwBjoXtLhCm15sNrn7JwbW9a1s6sq5zc3gZej4VDkWws0bwKYXE7GT-YZh1URT2JPbOwsu4bm8EgNglPQZpdmZMw5jqisZIu1JQyIhywtPCS9AOejom6RKP4JTBT1pQ/s1600/DSC_0428.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPVypw5sY9H74QNwBjoXtLhCm15sNrn7JwbW9a1s6sq5zc3gZej4VDkWws0bwKYXE7GT-YZh1URT2JPbOwsu4bm8EgNglPQZpdmZMw5jqisZIu1JQyIhywtPCS9AOejom6RKP4JTBT1pQ/s200/DSC_0428.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhYwvDyr62MjJWzF8HT18mSV1Kgs1yptSt8xBnCrRR-4ulmTky6nZSTP24m3ljdX5P9Q-4D8F5-rNsYbAnnZhVBOq9Xn4cVwiOVLsrkl_egdYFr9h5q0ExuoPNxNlagm4zxtGzYMv_miIo/s1600/DSC_0421.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhYwvDyr62MjJWzF8HT18mSV1Kgs1yptSt8xBnCrRR-4ulmTky6nZSTP24m3ljdX5P9Q-4D8F5-rNsYbAnnZhVBOq9Xn4cVwiOVLsrkl_egdYFr9h5q0ExuoPNxNlagm4zxtGzYMv_miIo/s200/DSC_0421.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Qasr Amra. De
principios del s. VIII y declarado Patrimonio de <st1:personname productid="la Humanidad" w:st="on">la Humanidad</st1:personname> por <st1:personname productid="la Unesco" w:st="on">la Unesco</st1:personname>, se trata en realidad
de una especie de pabellón de caza omeya dotado de unas termas al estilo
romano, profusamente decorado con mosaicos y un conjunto de pinturas murales
reflejo de la sensibilidad cultural de la primera etapa del arte islámico,
donde el arte figurativo aún no era rechazado. En un entorno desértico, y lejos
de las prohibiciones islámicas de Damasco, te sorprenden escenas de caza, oficios,
cortesanas bañándose desnudas, musas de la mitología griega, la exquisitez y
realismo de los retratos de soberanos rivales del Islam (turcos, persas,
bizantinos, chinos e incluso don Rodrigo, el último rey visigodo peninsular),
escenas maternales o signos zodiacales. Son un testimonio único del arte
islámico de arte privado, y que pertenezcan a los Omeyas, una cultura menos
rígida en cuestiones religiosas permitió que el arte figurativo, los desnudos o
la herencia cultural grecorromana y bizantina encontraran su lugar en la
pintura islámica. Al parecer, el edificio ha sobrevivido casi intacto porque
tenía un valor especial para los beduinos del lugar. No me sorprende, no hay
forma de negarle su belleza.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiskDVGB9BCkCHstq_00mhgTOpThfeakAuCzo7Fi4c4bzLB_hC-nQSbcj8fDufdb9W3icSsX28PVb9ra4lOZE29xTUUGFWX7QL3FxyD-wlDHKFljo8rnJa0otmDkwsehKysUtCWN1KWZ0/s1600/DSC_0445.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiskDVGB9BCkCHstq_00mhgTOpThfeakAuCzo7Fi4c4bzLB_hC-nQSbcj8fDufdb9W3icSsX28PVb9ra4lOZE29xTUUGFWX7QL3FxyD-wlDHKFljo8rnJa0otmDkwsehKysUtCWN1KWZ0/s200/DSC_0445.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVxeBrNnYLj_vl_AvytFYt0ernmJqES5KnnN1vjk7XOgwMhdmfZW00CxwsiogdYRcE26Wxdk-weh8Jt6raMWxD0zHFP7Ts_1NWQxYwEFzv2S5UyYK9m_QGfBkAvt4D5EvtXF3LrvbQl08/s1600/DSC_0478.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhVxeBrNnYLj_vl_AvytFYt0ernmJqES5KnnN1vjk7XOgwMhdmfZW00CxwsiogdYRcE26Wxdk-weh8Jt6raMWxD0zHFP7Ts_1NWQxYwEFzv2S5UyYK9m_QGfBkAvt4D5EvtXF3LrvbQl08/s200/DSC_0478.JPG" width="132" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjStAu9ljbz9OJIq6c9x94Nwenx8nIuEduLl6tHd2-N_HlqsYEQOGdIKZQT6qPxkh2hooJI2IF6ZxdaDmflDUWkWvjngq_g9iivZg64fbm-3llZubLPS-ZNwGJx9bFGlUR8mtQUfC5D9FU/s1600/CSC_0480.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjStAu9ljbz9OJIq6c9x94Nwenx8nIuEduLl6tHd2-N_HlqsYEQOGdIKZQT6qPxkh2hooJI2IF6ZxdaDmflDUWkWvjngq_g9iivZg64fbm-3llZubLPS-ZNwGJx9bFGlUR8mtQUfC5D9FU/s200/CSC_0480.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9eT6gv_gR9D3T09tqloZEPtjJKPTi44tuOPVKjntfBVRWYqEl0WPcX5yE4NihyphenhyphenC7isydQSUFZ2jaQC2nXDcTP62UJp-G3p-_083yXvTxLDf4zNTWMOZFuZj716QhofMLgCB067xUc47A/s1600/DSC_0471.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj9eT6gv_gR9D3T09tqloZEPtjJKPTi44tuOPVKjntfBVRWYqEl0WPcX5yE4NihyphenhyphenC7isydQSUFZ2jaQC2nXDcTP62UJp-G3p-_083yXvTxLDf4zNTWMOZFuZj716QhofMLgCB067xUc47A/s200/DSC_0471.JPG" width="132" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD">Qasr Kharana
(al-Jarana). De las primeras construcciones omeyas en la zona, es una
fortificación imponente de planta cuadrada y dos pisos, recientemente
restaurada, de gran interés arquitectónico pero sin apenas elementos
decorativos. Seguramente fue más un palacete donde recibir a los jefes beduinos
de la zona o residencia para los emires en los días de caza; y posteriormente
cambió de función y se reconvirtió en un <i>caravanserai</i>
o refugio de caravanas de camellos en el tránsito entre Ammán e Irak. Que el
desierto lo respete es su gran valía. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_AJpqrbJShb1gYLBSiB5HXA23hMT18nPuR3hvyOVgyXcNw3tMCOdh7Insc0fOau3DRDY4bIkZRW_uTomRlC6NzGnSoEYLZ4SW0hBQEBdqFc8xh1jfcgLT8gfmj907U8ZxW-lXZDuuSw8/s1600/DSC_0484.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_AJpqrbJShb1gYLBSiB5HXA23hMT18nPuR3hvyOVgyXcNw3tMCOdh7Insc0fOau3DRDY4bIkZRW_uTomRlC6NzGnSoEYLZ4SW0hBQEBdqFc8xh1jfcgLT8gfmj907U8ZxW-lXZDuuSw8/s200/DSC_0484.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiczbDelVteOhhw-j2bMiGpVJLTxq0dt9WfJkb315gRiwp5pRj6ixWsmpHY4x1QGIkvQytJhu1EkqwXKHMjlp0f3iq8sQVwDflnAx5kU1ClfaK4P60LuQhgzZSi5wGWlYbs7KqHNHTwDq8/s1600/DSC_0483.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiczbDelVteOhhw-j2bMiGpVJLTxq0dt9WfJkb315gRiwp5pRj6ixWsmpHY4x1QGIkvQytJhu1EkqwXKHMjlp0f3iq8sQVwDflnAx5kU1ClfaK4P60LuQhgzZSi5wGWlYbs7KqHNHTwDq8/s200/DSC_0483.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> De regreso a la capital, al caos del
tráfico y la aglomeración, aprovecho para poder visitar algo más la ciudad, un
nuevo paseo por el zoco, entrar al Teatro romano<i>. </i>El viaje debe terminar donde empezó. Hassan nos acerca a un barrio
de jordanos de origen palestino, que llegaron como refugiados a inicios de la
década de los cincuenta. Una cita de Munif recuerda que antes Ammán acogía caravanas
y rebaños que generaban riqueza, y ahora, sin embargo, recibía las pequeñas,
espaciadas y miserables caravanas de la guerra, que añadían pobreza a la
pobreza. Al parecer, más de dos millones de los refugiados palestinos viven en
Jordania, cifra que se duplica si se tiene en cuenta el mismo número de los
actuales refugiados sirios. De los palestinos, muchos acogieron la nacionalidad
jordana, pero en su fuero interno siguen añorando su tierra, sus casas
perdidas, sus raíces, algo que forma parte de ellos mismos y que no se puede
erradicar. Y eso se respira en el ambiente, en el aroma a naranjas, en las
banderas que asoman en sus ventanas.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrc4sb-xnpW9sZP7wuJHVsHGHFjBrx3ttZm5_TmtQgSzfMVstYVyq5T_a314MoV45zBp7Wjl3PfC9sAmognq49wmaXtDncW8A9y199vc4ndwavIwijmHFnt3iPgM5gScN8Bn6F4g9UYb8/s1600/DSC_1722.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrc4sb-xnpW9sZP7wuJHVsHGHFjBrx3ttZm5_TmtQgSzfMVstYVyq5T_a314MoV45zBp7Wjl3PfC9sAmognq49wmaXtDncW8A9y199vc4ndwavIwijmHFnt3iPgM5gScN8Bn6F4g9UYb8/s320/DSC_1722.JPG" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">El Teatro romano (los ammaníes lo llaman <i>la escalinata del Faraón</i>), construido en tres laderas de la
montaña, presidiendo el centro de la ciudad junto a los restos del Foro y del
Odeón, anticipa un conglomerado creado por el zoco, los mercados callejeros,
las mezquitas (principalmente la de <i>Hussein</i>)
y la aglomeración de viviendas, casi superpuestas unas a otras entre calles que
suben y calles que bajan. En el punto más alto, la antigua <i>Ciudadela </i>romana, el origen histórico de la ciudad: un conjunto de
restos romanos (templo de Hércules, la antigua Filadelfia, una de las diez
ciudades de <st1:personname productid="la Dec£polis" w:st="on">la Decápolis</st1:personname>),
bizantinos (Iglesia del s. VI-VII) e islámicos (Palacio de los Omeyas). La vida
cotidiana respira en cada rincón: niños que juegan con cometas, dibujando
figuras en el cielo al vuelo, mientras el mismo viento que las eleva hace
ondear decenas de banderas jordanas. Desde la ciudadela contemplo la ciudad
moderna a sus pies, casi como otro pueblo, más pobre que el de las columnas
romanas que la presidían, pero más vivo, despojado de la solemnidad de las
ruinas pero dotado de un humilde bullicio, un rico mosaico humano que impresiona
quizás más, haciéndome pensar en el hilo que unía ambos extremos. Ese hilo
misterioso pero vital que cada día intento comprender y explicar en clase, y
que llamamos historia. De repente, la ciudad deja de parecerme tan caótica, tan
gris. Sólo la lluvia que empieza a arreciar puede sacarme de allí, y me dirijo pensativo
hacia el coche de Hassan.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgGqw8x76Md6hGk7ToHNxlY5Ht0F_7fY0HS_0bEpEMTmXEupkPNLHgcSuZUZO_hy9VaXERnuQBv2UnV9TD8ub7HDM7AJZfbuoC7b-IknXmd3fnlPi5Kb4voH68LWU82duOqz2wo2_gB6o/s1600/DSC_0505.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhgGqw8x76Md6hGk7ToHNxlY5Ht0F_7fY0HS_0bEpEMTmXEupkPNLHgcSuZUZO_hy9VaXERnuQBv2UnV9TD8ub7HDM7AJZfbuoC7b-IknXmd3fnlPi5Kb4voH68LWU82duOqz2wo2_gB6o/s200/DSC_0505.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzVm3q7TAKsFCX_kSvENKg3y85006qjGxEDti1C5btRCbjMlTKAmdwf3U46edWlx9FgleBmNao4uAewi-R7aWKVDeiGStyusiaYeDYTAMrtTpkipPUhf2coLHZF-VXq42QbgXWgu4D08k/s1600/DSC_0493.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzVm3q7TAKsFCX_kSvENKg3y85006qjGxEDti1C5btRCbjMlTKAmdwf3U46edWlx9FgleBmNao4uAewi-R7aWKVDeiGStyusiaYeDYTAMrtTpkipPUhf2coLHZF-VXq42QbgXWgu4D08k/s200/DSC_0493.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> Se acerca el final del viaje,
maletas, billetes, recuerdos, cerrar un equipaje en el que entra a formar parte
este país. No regresas igual. Leo por algún lado que Jordania tiene un alma de
fina arena que sólo perciben los nómadas del desierto, y me gustaría ser uno de
ellos, atrapar una parte de esa alma de fina arena para que me acompañe
siempre. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"> En el regreso, todo parece perderse
en un primer momento. Se agolpa, se confunde, desde la imagen más nítida al
olor más intenso. Y necesitas descansar, dejar que todo encuentre su sitio, su
lugar. Y es aquí donde las palabras conservan la memoria de lo que sentí, lo
que soñé, lo que viví: las huellas en la arena, la sal del mar en mi piel, la
historia en las piedras o la fachada que se ocultaba en el desfiladero cuando
volví la cabeza por última vez.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-TRAD"><br /></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES-TRAD">Y recuerdo unas palabras de Martín Garzo en las que hablaba de Mahmud,
el protagonista de una de las historias de amor más célebres de la tradición
islámica. Pierde a la mujer que ama y se pasa la vida buscándola. Un día, un
hombre le sorprende echando tierra en un tamiz o criba y, cuando se interesa
por lo que hace, le contesta que buscar a su amada. Y cómo vas a encontrarla ahí,
le pregunta. Si quiero encontrarla un día, en algún lugar, tengo que buscarla
por todos los lados. Como dice Martín Garzo, Mahmud tiene razón: lo importante
es no dejar de buscar, no dejar de soñar, no dejar de sentir, no dejar de
viajar. </span></div>
Álvarohttp://www.blogger.com/profile/02813136475868686659noreply@blogger.com20tag:blogger.com,1999:blog-6678624513850600142.post-17396697071641276922015-10-13T14:01:00.000+02:002015-10-13T15:11:58.808+02:00 EL CAMINO DEL CIELO: TRAS LOS PASOS DE LA SEDA<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvygA6dXHYMoKE2wxsLjJNtAjCciOKUARaq1yO0BuIWVCaJDUbx3mc1J8o_qA0JqjphXBj7z5WYBRWcCzO89v0tycDZfDD4KqcO077RNSfIvUXRB7cJ09DGYUvObNdPsRIhUkyQvZCHVI/s1600/DSC_0461.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvygA6dXHYMoKE2wxsLjJNtAjCciOKUARaq1yO0BuIWVCaJDUbx3mc1J8o_qA0JqjphXBj7z5WYBRWcCzO89v0tycDZfDD4KqcO077RNSfIvUXRB7cJ09DGYUvObNdPsRIhUkyQvZCHVI/s320/DSC_0461.JPG" width="320" /></a></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i>Donde el viajero aún percibe la luz de una estrella que murió hace
siglos<o:p></o:p></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
R. Grousset.</div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i>No he contado ni la mitad de lo que ví<o:p></o:p></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
Marco Polo</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
A mis compañeros Pablo <i>Cubi</i>, Susana, Sofía, Lorena, Quique, </div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
Juanjo, Laura, Elena,
Ingrid, José María, Ilde, Maribel, Puri y Pedro,</div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
quienes dieron sentido
a estos pasos.</div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
Y a Pablo Strubell,
brújula en este sueño sobre el mapa.</div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
A todos ellos, de
corazón<i>, Rahmat<o:p></o:p></i></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Me costó
alcanzar la cima. Tenía el corazón encogido. Hacía bastante rato que había
dejado atrás los petroglifos y al grupo, pero sentía la fascinación que
desprende la naturaleza virgen, los espacios intactos de la tierra. Solo el
ruido de mis pasos y el de la brisa sobre la hierba quebraba el silencio. Paré
y respiré profundamente. Y, lentamente, deslicé mi mirada a las cumbres nevadas
del Tien Shan. Perdí la noción del tiempo. Sientes que estás muy lejos de donde
vienes. Como si estuviera esperando mi mirada desde hace milenios.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<st1:personname productid="la Ruta" w:st="on">La Ruta</st1:personname> de <st1:personname productid="la Seda" w:st="on">la Seda</st1:personname> solo recibió su nombre
en el siglo XIX. Antes, mucho antes, era solo un camino, un viaje cargado de esperanzas
y sueños de riqueza y conocimiento, una red de caminos bajo el cielo que unía
destinos y pueblos. Un camino bajo el cielo que había enraizado en mis propios
sueños desde la infancia, alimentado por cientos de lecturas y epopeyas, por
palabras y visiones robadas a la noche, desde el corazón de un niño que abría
la ventana para dejar entrar la aventura.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Durante quince
siglos unió Asia con Occidente. Desde el s. II aC, sino mucho antes, cuando los
chinos buscaron al norte de Afganistán “los caballos celestiales” para poder
defenderse de los guerreros mongoles e intercambiar por seda, se estableció una
ruta comercial que pronto se expandió por toda Asia. De India a Persia, de las
estepas kazajas a las montañas del Karakorum o Tien Shan, el camino del cielo
pronto unió China con Roma, Oriente con Occidente. Una ruta de rutas. Nombres
de leyenda que al pronunciarlos dibujaban el hilo de la seda: Samarcanda,
Bukhara, Khiva, Kashgar…Y entre sus mercancías no había sólo seda, desde jade a
marfil, té y especias, oro, ámbar, porcelanas, animales exóticos o esclavos
podías encontrar en su cargamento. Desde la tierra lejana en que nacía el sol a
los lugares más alejados de la orilla de un mar que pueda haber en <st1:personname productid="la Tierra" w:st="on">la Tierra</st1:personname>, cualquier sueño
material se transportaba en sus caravanas de camellos, a pesar del frío, la sed
o la propia vida, a pesar de guerras y conquistadores, de Alejandro Magno o
Gengis Khan. Y con ellos ideas, religiones, conocimiento… En sus huellas sobre
la arena se construía la civilización.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
A
partir del s. XV y XVI, paralelo a las victorias árabes en el oeste, <st1:personname productid="la Ruta" w:st="on">la Ruta</st1:personname> declinó, los mercaderes
poco a poco fueron abandonándola, hasta que sus huellas se fueron borrando por
el viento y la arena, enterrando en el olvido sus riquezas y sus ciudades
míticas. Cómo no emocionarse por volver a andar sobre el camino, a buscar las
huellas de sus pasos. El sueño de conocimiento que embargó a Marco Polo, Xuan
Zang o Zhang Quian, o a los exploradores y saqueadores de Stein y Hedin, animaba
ahora mi camino.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Ahora
que en las últimas décadas el capitalismo impuso sus leyes y Rusia y China
desempolvaron los hitos de su historia para abrir las puertas al turismo
extranjero, era el momento. Ahora, como en <st1:personname productid="la Antigedad" w:st="on">la Antigüedad</st1:personname>, dos mundos
convivían: el moderno en expansión, con su mercantilismo amenazante, y las
ruinas de ciudades que testigos de <st1:personname productid="la Historia" w:st="on">la Historia</st1:personname> luchaban por sobrevivir manteniendo
aquello que las había hecho legendarias. Ahora, por eso, era el momento, antes
de que se perdiera mientras soñaba observando mapas. Dejar de hablar de países,
de montañas y desiertos. Deshacer los mapas en mi imaginación para hacerlos
realidad. Descubrir, escuchar, comprender. Había que partir. Como dice Savater,
el mapa nos convoca a la aventura.</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2lvaImUV0Wyt7y-cyVu8AifKLv662Y-SJLjkFx1TPW-w5to_JLo-SRyxaYg4OQzZFFb3zGhxeRM6F03K7TvxeL44mK3icJC5VUosJYor36RwCAto4u5itmO3UMwOy5v0J5FZaQI8oG04/s1600/DSC_0152.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2lvaImUV0Wyt7y-cyVu8AifKLv662Y-SJLjkFx1TPW-w5to_JLo-SRyxaYg4OQzZFFb3zGhxeRM6F03K7TvxeL44mK3icJC5VUosJYor36RwCAto4u5itmO3UMwOy5v0J5FZaQI8oG04/s320/DSC_0152.JPG" width="212" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
E<span style="text-indent: 35.4pt;">l camino
siempre ofrece amigos. Viajar es hacer amigos en ruta, aún con el temor de
perderlos al acabar el viaje. Y este no iba a ser una excepción. Rápidamente el
camino propició que personas de todos los puntos cardinales de la península
creáramos un equipo, que compartía el mismo sueño. Como una caravana de
mercaderes nos pusimos en ruta, guiados por un moderno Marco Polo, Pablo
Strubell, lo más cercano a un nómada que te podías encontrar. Con sus palabras
parecían hablar voces de exploradores, geógrafos, aventureros, escritores,
fotógrafos, historiadores. En su instinto depositamos no sólo nuestro rumbo,
sino nuestras ilusiones y hambre de conocimiento. Pronto descubrimos que una de
las mejores formas de andar por este camino era escuchándole. Y acertamos,
plenamente.</span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Tras una breve
parada en Estambul, el punto de partida de nuestro viaje fue la capital de
Uzbekistán, Tashkent. Poco conocía de Uzbekistán, enmarcada en las cadenas
montañosas del Tien Shan y el Pamir en pleno corazón de Asia, más allá de su
lugar en la geografía de las repúblicas exsoviéticas. Ese desconocimiento me
tenía desarmado y más cuando tome consciencia de que, como heredera de los
grandes khanatos, entrábamos en el camino de las míticas ciudades-caravana:
Samarcanda, Bukhara, Khiva…Y hacía allí nos dirigimos.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
SAMARCANDA.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Con
casi tres mil años de historia, la legendaria ciudad de <st1:personname productid="la Ruta" w:st="on">la Ruta</st1:personname> de <st1:personname productid="la Seda" w:st="on">la Seda</st1:personname> puede decepcionar a
aquellos que busquen en todas sus calles un laberinto medieval repleto de <i>caravansarais</i>, mezquitas o palacios. Y
es necesario comprender que el tiempo y los seres humanos han transformado esa
ciudad de leyenda en un enclave poblacional que intenta vivir del turismo. Ha
mantenido sus mezquitas y monumentos pero ha perdido su paisaje y casi su alma.
Pero cuando tus ojos aceptan esa situación, y renuncias a querer descubrir en
cada recodo un reflejo de la magia que ha alimentado su nombre, rápidamente te
dejas sorprender por lo que sí conserva y te enmudece: la impresionante Plaza
de Reguistán, el mausoleo de Tamerlán, las cúpulas construidas como capullos de
flores que se abren al sol… Y la <i>ciudad
de las rosas</i> vuelve a florecer ante tus ojos. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Su historia es
casi tan antigua como el hombre. Alejandro Magno, cuando la tomó en el 329 aC
atravesando el río Oxus (Amu Daria), exclamó: “todo lo que había oído de
Maracanda era cierto, excepto que es mucho más hermosa de lo que había
imaginado”. Tras destruirla Gengis Kan en 1220, Tamerlán (Timur el Cojo, o el
castigador de Oriente, el último de los grandes conquistadores nómadas) y sus
sucesores, los <i>timúridas, </i>la
embellecieron con magníficas construcciones de cúpulas azuladas, convirtiéndola
en la capital económica y cultural de Asia central en los s. XIV y XV. Es en
este momento cuando el castellano Ruy González de Clavijo, embajador del rey
Enrique III de Castilla, visitó la ciudad (a inicios del s. XV), para entablar
relaciones diplomáticas con Tamerlán en la búsqueda de alianzas contra el poder
turco. Su relato contribuyó a mitificar la ciudad en la cultura europea, pues a
sus ojos esta ciudad era el recipiente de los tesoros y las artes de toda Asia.
De ahí que el astrónomo y poeta persa Omar Jayyam escribiera en el siglo XII:
"Samarcanda, el más bello rostro que la tierra volvió jamás hacia el
Sol".<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjHIIEmsegXAzSxrMARgygtIvM_-sSmrhprpKD8pkfBjGiIW19PfdJgyOAeJCqsuSleoX1Obz4Hobt5JjPNO_-7JUqsfMH1i_L9Gfxy4jEnDB3tbep8JZ5YbzbOaZfD4JlQ5AHQ_Go2UJA/s1600/DSC_0040+Bibi+Janum.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjHIIEmsegXAzSxrMARgygtIvM_-sSmrhprpKD8pkfBjGiIW19PfdJgyOAeJCqsuSleoX1Obz4Hobt5JjPNO_-7JUqsfMH1i_L9Gfxy4jEnDB3tbep8JZ5YbzbOaZfD4JlQ5AHQ_Go2UJA/s320/DSC_0040+Bibi+Janum.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Y
su leyenda ha continuado hasta hoy, como recuerdan las palabras de Thubron: “el
nombre de Samarkanda no evoca ninguna ciudad terrestre. Tiene un sonido que
roba el corazón. Otras capitales del mundo islámico- El Cairo, Damasco, Estambul-
brillan con una magnificencia accesible, mediterránea, pero Samarkanda apenas
habita en los lindes de la geografía. Su nombre tiene un timbre de rareza que
sale de la tierra; fue sede de un imperio tan lejano en sus estepas y desiertos
que no rozó Europa sino para aterrorizarla…Tamerlán, el conquistador, volvió a <st1:personname productid="la Samarkanda" w:st="on">la Samarkanda</st1:personname> que amaba.
Bajos sus manos, la ciudad de barro se cubrió de mosaicos”. No exagera, la
mayoría de los monumentos que conserva la ciudad se deben a la época de
Tamerlán. De origen mongol, unificó gran parte de la herencia de Gengis Khan
para fijar su objetivo en la conquista del mundo conocido, de Moscú a <st1:personname productid="la India" w:st="on">la India</st1:personname>, y anexionarse toda
Asia Central. Al convertir Samarcanda en su capital, “la ciudad de barro se
cubrió de mosaicos”, una bella forma de expresar el interés que tuvo en que su
capital reflejara el poder que concentró en sus manos, trayendo arquitectos,
artesanos y artistas de todos los rincones de Asia, gracias a su paralelo
interés por el arte y la cultura. Esta fue la ciudad que nos relató Ruy
González de Clavijo, y la ciudad que esperábamos conocer. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Narguiza, una
estupenda guía local y nuestro enlace en Uzbekistán, guió nuestros pasos. En
primer lugar nos dirigimos a <st1:personname productid="la Mezquita" w:st="on">la
Mezquita</st1:personname> de Tamerlán o de Bibi Khanum. Tamerlán quiso
construir la mezquita más grande que hubiera visto ojo humano, pero su ambición
no vino acompañada de la habilidad técnica y desde un principio los derrumbes
fueron una constante en su devenir. Hoy en día, en ese estado de ruinas y
reconstrucción, junto a su gran cúpula bulbosa de rombos de brillante
lapislázuli, que asemeja un capullo de flor, parece que se abre al cielo. En el
patio central se conserva un enorme atril de piedra, de mármol gris de
Mongolia, originalmente destinado a sostener un Corán de grandes proporciones,
pero que los años de abandono y el paganismo de la población había convertido
en objeto de un curioso ritual de fertilidad. Aquellas mujeres que desearan
tener un hijo debían pasar por debajo, casi arrastradas, para lograr su sueño.
Era curioso ver como más de un ojo femenino desviaba imperceptiblemente la
mirada para posarla en el atril, quizás esperando que abandonáramos el recinto
para llevar a cabo el ritual en soledad y sin los rostros inquisitivos de los
turistas.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiyBOe2844RVwUpLlylXdQH9N8CC9mfObcTTzKgAv94g56tta1cNSFLkpFreX89T_IiGRZEO2BPr9NVLMLZZxbFwL37lbCUIr4OIPVAfIKDs9DICykkR8ipoTe4q8ptV0DxXsQp8m_wzE/s1600/DSC_0079.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiyBOe2844RVwUpLlylXdQH9N8CC9mfObcTTzKgAv94g56tta1cNSFLkpFreX89T_IiGRZEO2BPr9NVLMLZZxbFwL37lbCUIr4OIPVAfIKDs9DICykkR8ipoTe4q8ptV0DxXsQp8m_wzE/s200/DSC_0079.JPG" width="200" /></a></div>
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgboq2tYQcXaEg0NC4MpdxjSROO0blfiOzv79Fg-T1y9I77br-1cqTuBpmPwzel8K5KfPTwiOljpRWpxJDpo5kqIWgdR5i3ge8R5IkC5V1UOp4VdhjKzK4cCgzw_9jg6bO-wDgQ4YsI_oc/s1600/CSC_0075.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-align: center; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgboq2tYQcXaEg0NC4MpdxjSROO0blfiOzv79Fg-T1y9I77br-1cqTuBpmPwzel8K5KfPTwiOljpRWpxJDpo5kqIWgdR5i3ge8R5IkC5V1UOp4VdhjKzK4cCgzw_9jg6bO-wDgQ4YsI_oc/s200/CSC_0075.JPG" width="133" /></a><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
En la parte norte,
casi en las afueras, cerca de las ruinas de las antiguas murallas, se encuentra
un recinto fúnebre de finales del s. XIV destinando a la familia y allegados de
Tamerlán, Shah-i-Zinda (“el templo del rey vivo”). Uno de los lugares más
bellos de la ciudad. Llegamos al atardecer, casi sin gente, para pasear
lentamente por su estrecha avenida escalonada y protegida por estrechos y altos
mausoleos embellecidos con mayólica, mosaicos persas y pequeñas cúpulas
celestes. A diferencia del resto de la ciudad, la quietud y la pequeña escala
dominaban un ambiente que resaltaba el silencio y el recogimiento que se buscó
en origen. A un lado, la tumba de la sobrina de Tamerlán, cuya prematura muerte
se conmemoraba con lágrimas de mosaico. Al otro, la tumba del astrónomo
Kaziade, donde estrellas, símbolos geométricos y flores entrelazadas en un nudo
sin fin, acompañaban sus restos. Al fondo, la presencia de la tumba de Abbas,
un primo del Profeta, trae consigo que visiten el recinto continuos peregrinos.
Desaparecimos entre sus mausoleos y las tumbas del cementerio moderno para
contemplar la ciudad en la puesta de sol. Un hermoso prólogo para lo que nos
esperaba por ver los siguientes días.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
En el precario
museo de la ciudad, en la zona de Afrosiyab, se podía constatar el pasado
sogdio, en unos preciosos frescos del s. VII que los arqueólogos intentaban
restaurar para sacar a la luz los atributos culturales de este antiguo pueblo
comerciante iraní, que gobernaba la ciudad cuando la tomó Alejandro en el <st1:metricconverter productid="329 aC" w:st="on">329 aC</st1:metricconverter>. En los delicados
trazos de los frescos que se conservaban, como supervivientes de una historia
perdida, se podía adivinar una embajada china, camellos, caballos, elefantes,
influenciados por el arte persa y budista. Y este camino histórico nos llevó
hacia el mausoleo de Gur-e Amir (Gur Emir) (en farsi significa “la tumba del
emir”). Es un pequeño edificio construido tras una vieja madraza del que
resaltaba su enorme frontispicio flanqueado por dos minaretes y su alta cúpula
estriada verde azulada, precedente del Taj Mahal. Una gran cámara interior,
como símbolo del cielo y profusamente decorada con un mar de estalactitas y
hojas sobre paredes de ónice verde y lapislázuli, alberga los restos de Timur,
de dos de sus hijos y de dos de sus nietos (uno de ellos Ulughbeck). La piedra
que señala el lugar de la tumba de Tamerlán es el bloque de jade más grande
encontrado. Según la leyenda, quién lo arrancara de su sitio o lo rompiera
entraría en desgracia, como así ocurrió a un Shah que intentó trasladarlo a
Persia, rompiéndolo accidentalmente durante el camino. Sólo cuando lo devolvió
pudo encontrar la paz. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPXLGohyphenhyphenTA9jfyny63zfG63dcAS9rLGcVJv_fxZOO2E0T_cgufssbJVF3kGoYsqFEPpqHwbk5vD6o-7QMdkpWZejLJWVDwPx6mgLDBhjTc5BWfbfShagTQHliqWTuplU-s-7ovE585nlE/s1600/DSC_0129.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPXLGohyphenhyphenTA9jfyny63zfG63dcAS9rLGcVJv_fxZOO2E0T_cgufssbJVF3kGoYsqFEPpqHwbk5vD6o-7QMdkpWZejLJWVDwPx6mgLDBhjTc5BWfbfShagTQHliqWTuplU-s-7ovE585nlE/s200/DSC_0129.JPG" width="200" /></a></div>
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrGbH7TyYT6WO3eYUXfOKqufaTZQcRYrGXc1iQgU-WV7yP3z4zjI8v_BXe5OTyNlw_6JZfH_xGIQauQ1z69HsJYUINsACDGI75zFI9ShHecM28N9-YBCvECa6IwNAPQrpe3DlWQ9rMQds/s1600/DSC_0134.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-align: center; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrGbH7TyYT6WO3eYUXfOKqufaTZQcRYrGXc1iQgU-WV7yP3z4zjI8v_BXe5OTyNlw_6JZfH_xGIQauQ1z69HsJYUINsACDGI75zFI9ShHecM28N9-YBCvECa6IwNAPQrpe3DlWQ9rMQds/s200/DSC_0134.JPG" width="132" /></a><br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Y
si hablamos de leyenda, era necesario acudir a <st1:personname productid="la Plaza" w:st="on">la Plaza</st1:personname> de Registán, un lugar
clave para comprender la ruta y la historia milenaria de Asia Central. Durante
muchos años fue el centro del mundo. El corazón de Samarcanda contiene tres
grandes madrazas que enmarcaban el antiguo mercado. La arquitectura persa, la
simetría, sus enormes frontispicios ojivales, las líneas geométricas que
dibujan sus muros y minaretes, y el brillo de los azulejos de fachadas y
cúpulas turquesas, convierten este lugar, sobre todo cuando el sol lo acaricia,
en todo aquello en lo que imaginas cuando cierras los ojos y pronuncias el
nombre de Samarcanda. El tiempo se detiene, y el poder de Tamerlán y de <st1:personname productid="la Ruta" w:st="on">la Ruta</st1:personname> reluce ante tus ojos. Y,
simplemente, sientes. Sientes la historia, y el peso de ella sobre sus muros.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFF_3lepiMLtMpuDWk4wB497OvCJQPSrJ8VdlVw8cWV0MmWIRD9POXu0iVT-QX5LDNMg1W9sV5XNzAeqCdTQrYm-mfz0kor5J8WTTzOy28lqYdoDt5J09V1szhjIGny-NEo34EnpxxjwE/s1600/DSC_0205.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFF_3lepiMLtMpuDWk4wB497OvCJQPSrJ8VdlVw8cWV0MmWIRD9POXu0iVT-QX5LDNMg1W9sV5XNzAeqCdTQrYm-mfz0kor5J8WTTzOy28lqYdoDt5J09V1szhjIGny-NEo34EnpxxjwE/s200/DSC_0205.JPG" width="200" /></a></div>
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiR-Yrojb2XTDXh63UC7w-_ioSGYWwAFy-QF5b0iJyjRtCV1Ao5QiB8kFsDXHUVJ-grbxobNGKMkLvzIYEmzdEBwueDBfwq0EdzHsljWCk15ioCE3Z8k37_kNvNtQsyJuWGOOA_swL1qt8/s1600/DSC_0165.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em; text-align: center;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiR-Yrojb2XTDXh63UC7w-_ioSGYWwAFy-QF5b0iJyjRtCV1Ao5QiB8kFsDXHUVJ-grbxobNGKMkLvzIYEmzdEBwueDBfwq0EdzHsljWCk15ioCE3Z8k37_kNvNtQsyJuWGOOA_swL1qt8/s200/DSC_0165.JPG" width="200" /></a><br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br />
El hombre es
un ser que olvida fácilmente. Escribe sobre agua. Pero esas cúpulas están
escritas sobre piedra, para que el tiempo no pase sobre ellas. Y ahí están las
tres madrazas para recordárnoslo: la madraza de Ulug Beg (el astrónomo y nieto
preferido de Tamerlán), la más hermosa y antigua (1420); al sur la madraza de
Tilla Kari (”Cubierta de Oro”), la más moderna (1660); y al poniente la tercera,
Shir Dar, como una hermosa réplica de la que tenía al frente (la de Ulug Beg),
de 1636, con dos felinos del mosaico en su fachada que parecen desafiar la ley
islámica. En el interior de cada una de ellas, tras un amplio <i>iwan</i> decorado con epigrafía cúfica, las
antiguas celdas de los estudiantes son ahora tiendas de souvenirs, pero pese a
ello, alguna aún conservaba techos y puertas originales, y perderse en ellas
era perderse en el tiempo y la cultura.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Del
Observatorio de Ulug Beg, algo más alejado del centro, sólo quedan los restos
de lo que fue una inmensa construcción de tres pisos y 30 metros de diámetro:
parte de un enorme cuadrante o sextante de piedra sobre el que se extendió un
gran astrolabio. Apenas quedan fragmentos de los frescos que imitaban esferas
celestes. En este lugar, dentro del camino del cielo, se estuvo más cerca que
nunca de estrellas, constelaciones y conocimiento. El fanatismo religioso acabó
no sólo con él y su observatorio, algo a lo que desgraciadamente no somos
ajenos hoy en día.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Aparte de por
su pasado histórico reflejado en su legado arquitectónico, Samarcanda destacó
en la antigüedad por la fabricación del papel. Cerca del casco urbano existía
una pequeña fábrica tradicional donde pudimos observar todo el proceso artesanal
desde la planta vegetal a la plancha y el tintado. El arte de su elaboración
fue otro de los conocimientos que, desde China, recorrió <st1:personname productid="la Ruta" w:st="on">la Ruta</st1:personname> de <st1:personname productid="la Seda" w:st="on">la Seda</st1:personname> hasta llegar a Damasco,
El Cairo y Europa. Gracias a algo tan delicado como la seda, el papel blanco,
se pudo transmitir el conocimiento. Y asistimos a su proceso artesanal que ha
sobrevivido durante mil años en la zona dando fama a Samarcanda.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0NRkxJ2d451BMicOY812e-cz9j_1jkAM-UuMaHs_3juQM4ALBmAa6lMA0zSa10UMEWeIbjQVm0-GQ8espD9KRh9Bw3ZF6e1t2XM85jKWlJDLa0i5UNn1mG76S-URhMxzcEKEWKR-EdzI/s1600/DSC_0095.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0NRkxJ2d451BMicOY812e-cz9j_1jkAM-UuMaHs_3juQM4ALBmAa6lMA0zSa10UMEWeIbjQVm0-GQ8espD9KRh9Bw3ZF6e1t2XM85jKWlJDLa0i5UNn1mG76S-URhMxzcEKEWKR-EdzI/s200/DSC_0095.JPG" width="132" /></a></div>
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiR7oH8-1k5INMd8XDdl_X8pk_OVCK00op7YavuTeiEWhUFYOWWuy4Ibrwtmu2x9TkLo9Vv5iCvFBWGmKRdZajZ6mfGzyPyT4Ly4m0TwaVSbMkLCkgmSsIXOFKa1_bhtD-BpIswI3mIWco/s1600/DSC_0113.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-align: center; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiR7oH8-1k5INMd8XDdl_X8pk_OVCK00op7YavuTeiEWhUFYOWWuy4Ibrwtmu2x9TkLo9Vv5iCvFBWGmKRdZajZ6mfGzyPyT4Ly4m0TwaVSbMkLCkgmSsIXOFKa1_bhtD-BpIswI3mIWco/s200/DSC_0113.JPG" width="132" /></a> <br />
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXyxgIdz16_fGwStdo3f279RowCn7VfklOmuSpMNy3tK6a2HANDWALhepMDoGz1CVgYde5yKD7i1FY9lnHqG6gFLYC0bFeMRqQaPFbAvCWqjgQGpPIQPyGjbxLfoyothDVtawoyj-Um1I/s1600/DSC_0119.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhXyxgIdz16_fGwStdo3f279RowCn7VfklOmuSpMNy3tK6a2HANDWALhepMDoGz1CVgYde5yKD7i1FY9lnHqG6gFLYC0bFeMRqQaPFbAvCWqjgQGpPIQPyGjbxLfoyothDVtawoyj-Um1I/s200/DSC_0119.JPG" width="132" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Un breve paseo
por el barrio judío y la ciudad vieja nos permitió conocer el modo de vida de
sus habitantes alejados del turismo. Era curioso que se encontraba separada por
paneles y puertas de la avenida principal, casi como una frontera simbólica
entre dos mundos: la ciudad de los monumentos y la real, pobre pero viva. Aquí,
todo parecía cobrar más sentido: pequeñas mezquitas y sinagogas conviviendo
pacíficamente, niños sonrientes correteando, casas pobres pintadas de cal,
calles mal empedradas, y grupos familiares sentados en las plazas o junto a las
puertas semiabiertas que daban a patios.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La
visita al bazar, donde mejor se conoce a un pueblo, sirvió de despedida. Hace
mucho fue demolido por los soviéticos y lo que hoy encuentras es una cubierta
edificación moderna que poco recuerda en cuanto a su arquitectura a los bazares
orientales. Pero si bien sus muros no reflejan historia, los mercaderes y las
gentes que circulaban por él poco habían cambiado con el paso del tiempo.
Especias, panes, dulces, los colores y olores de las especias, frutos secos,
gorros, sonrisas, regateos, miradas que te persiguen entre la curiosidad al
extranjero y el interés por vender, marcaron un delicioso paseo del que salí
con el gorro tradicional tayiko sobre mi cabeza. <br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
BUKHARA.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Como
hace mil años, que se viajaba de oasis en oasis, nosotros viajábamos de ciudad
caravanera a ciudad caravanera. Así que tomamos el camino hacia Bukhara, unas
cinco horas, no en camello sino esta vez en tren. Ahora, las antiguas y
exuberantes plantaciones de albaricoques, melocotones, manzanas, higos o
cerezas, habían dejado paso a las grandes extensiones de algodón por mano
soviética.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
La más secreta
y espiritual de las grandes ciudades-caravana: Bukhara “la noble, la sublime”
para los musulmanes, la ciudad de Avicena, el gran erudito de la medicina y la
filosofía; también fue un nudo de comunicaciones en <st1:personname productid="la Ruta. Tras" w:st="on">la Ruta. Tras</st1:personname> su etapa de
gran esplendor, en los s. IX y X, fue destruida en 1220 por Gengis Khan, quien
no respetó sus más de mil años de historia. Sólo salvó el gran alminar de
Kalán, que se eleva desafiante hacia el cielo. En el s. XVI, emergió como
ciudad santa, sustituyendo a Samarcanda, en el momento que <st1:personname productid="la Ruta" w:st="on">la Ruta</st1:personname> iniciaba su declive. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6QPDeMZBeLlBnQFon6vEc_mLEv2KBjZkCiOASGKO4vb0kXauG8nEkSiYCF3aJiy0O7CT_HphICb04sscM7P7C7C-7yiyGVuHSeoActHNZYXWuewMGvWaQccrFpzjNXhljj_G76GnEmYg/s1600/DSC_0269.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6QPDeMZBeLlBnQFon6vEc_mLEv2KBjZkCiOASGKO4vb0kXauG8nEkSiYCF3aJiy0O7CT_HphICb04sscM7P7C7C-7yiyGVuHSeoActHNZYXWuewMGvWaQccrFpzjNXhljj_G76GnEmYg/s320/DSC_0269.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Pronto
descubrimos que era inútil buscar los grandes bazares que le habían dado fama,
pero aún se conservan intactas las encrucijadas de mercado (<i>toks</i> o <i>taqi</i>), con sus cubiertas de cúpulas entrecruzadas, que se habían
convertido en el refugio de los comerciantes y artesanos, de pequeños telares,
tiendas de alfombras y fabricantes de cuchillos y tijeras. Al atardecer, Pablo
nos acercó a una pequeña tetería, casi escondida en el laberinto de calles,
cuyo gran mérito era una terraza en la azotea que nos brindó uno de los mejores
momentos del camino, a golpe de cerveza, tés y pipas de girasol. Desde ella,
Bukhara aparecía como la ciudad soñada, aquella que, a través de sus calles
laberínticas, el barrio judío, sus mausoleos, mezquitas o madrazas, reflejaba
todo aquello que uno podía imaginar cuando pensaba en una ciudad de <st1:personname productid="la Ruta" w:st="on">la Ruta</st1:personname> de <st1:personname productid="la Seda. An" w:st="on"><st1:personname productid="la Seda." w:st="on">la
Seda.</st1:personname> Aún</st1:personname> tengo, grabado en mi retina, ese
momento: la plaza de Poi Kalán, bañada por la luz crepuscular, donde el ocre
del adobe luchaba contra el azul turquesa de los mosaicos de las cúpulas, y en
esa lucha podías perderte entre los colores del camino, el ocre de la tierra,
del polvo, y el azul del cielo. Como si las cúpulas atraparan el mismo cielo.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Colores
que también son la seña de identidad de Char Minor (“cuatro minaretes”), una
pequeña joya perdida en medio de un animado barrio popular al que llegamos
callejeando al este de la ciudad. Se trata de la antigua puerta monumental de
una madraza que se reintegró en una pequeña mezquita con cuatro torres
elevadas, rematadas por cúpulas vidriadas en un pálido verdemar, que parecís
sacada de un cuento hindú. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi0H0VfmhF_HsUoM-WHJ3sSEYCBRyQOQIuNH46sqTWabxwZXn3tyQ2ZXmSW8CZjqd_XecRvdTGZ3W7vFfjmu6mMSIIBs2UhyphenhyphenSNmckCpwljlKTN_WKrgvEZHMOZRE33vOqsLFYx8cfJginE/s1600/DSC_0250.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi0H0VfmhF_HsUoM-WHJ3sSEYCBRyQOQIuNH46sqTWabxwZXn3tyQ2ZXmSW8CZjqd_XecRvdTGZ3W7vFfjmu6mMSIIBs2UhyphenhyphenSNmckCpwljlKTN_WKrgvEZHMOZRE33vOqsLFYx8cfJginE/s200/DSC_0250.JPG" width="132" /></a><span style="text-align: justify;"> </span><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhR2NcBGlb1CbpKUhrOy6TMa6Py7F6bj1EHEkNfX_bQmg6Ze8HbF7xlgOmhQT_yoQnROW2w3JzE91F3itRiFHPU7wId-3tFmqRbAKd3CUtOzUNNPyGtrLuHihL39lo8liWtqEM3C70JOdU/s1600/DSC_0274.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhR2NcBGlb1CbpKUhrOy6TMa6Py7F6bj1EHEkNfX_bQmg6Ze8HbF7xlgOmhQT_yoQnROW2w3JzE91F3itRiFHPU7wId-3tFmqRbAKd3CUtOzUNNPyGtrLuHihL39lo8liWtqEM3C70JOdU/s200/DSC_0274.JPG" width="200" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br />
<br />
El
estanque de Lyab-i-Hauz, a la sombra de moreras y árboles centenarios, es el
verdadero centro de la ciudad y punto de encuentro al anochecer. Alrededor,
madrazas de altas puertas (Kukeldash y Divangegi).con una sencilla decoración
coránica y bandas de mosaico persa; pequeños <i>caravanserai </i>dedicados a la artesanía, casas de té y restaurantes
con divanes de madera que invitaban a descansar y tomar algo. Así que decidimos
cenar allí, brochetas de pollo y verduras (<i>shashlik</i>),
acariciados por la suave brisa del agua, mientras escuchabas música tradicional
en directo, para acabar bailando al son de música española a petición de los
vecinos de mesa, iniciando nuestro idilio con el vodka (que se mantendría
durante todo el viaje).</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Aislada del
núcleo moderno y algo distanciada del histórico de la ciudad se encuentra el
Mausoleo de Ismail Samani. Del siglo X, un pequeño cubo de adobe cubierto por
una sencilla cúpula albergaba los restos del fundador de la dinastía samánida.
Según la tradición, representa un simbolismo: el cubo hace referencia a la
tierra y la cúpula al cielo, Una construcción que desde la simpleza de sus
formas y el uso del ladrillo de terracota, que bajo una gran cúpula se
intercalaba en un baile de formas geométricas para permitir el paso de la luz,
había sobrevivido al paso de las dinastías, los asaltos a la ciudad y la
pérdida de la memoria. Pensé que a veces, un ladrillo de barro cocido podía
vencer a la barbarie y la palabra. Y reconfortaba.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlmlfBqK93lexzLiWLUZiTmpi1jcymiYF68wp3-D4Pf-PPAiO4TJ7E4sYRXia5Gq-pdZbqjuzST9E5V9nBzFnMNOk2kw2qWr7C1FPnoXrM2r-mtByRSOz8MSUiKQV8M-QDHD_jWTD-K9E/s1600/DSC_0281.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlmlfBqK93lexzLiWLUZiTmpi1jcymiYF68wp3-D4Pf-PPAiO4TJ7E4sYRXia5Gq-pdZbqjuzST9E5V9nBzFnMNOk2kw2qWr7C1FPnoXrM2r-mtByRSOz8MSUiKQV8M-QDHD_jWTD-K9E/s200/DSC_0281.JPG" width="132" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<st1:personname productid="La Fuente" w:st="on">La Fuente</st1:personname> del profeta Job,
parecía mantener el culto inmemorial de los manantiales pese a la imposición de
las creencias islámicas. El lugar santo los rusos lo habían convertido en un
museo sobre la evolución del sistema de abastecimiento de agua en la zona, cuya
escasez había sido una de las razones del declive de la ciudad. Según la
tradición, el agua que emanaba de la pequeña fuente era milagrosa. Pablo se
atrevió, y yo, enfermo del estómago, debí hacerlo.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
No
muy lejos se encontraba el Arca, gran palacio-fortaleza, asociada a las grandes
murallas del s. VII de más de doce metros, en el noroeste de la ciudad. Dejando
de lado las trágicas historias de ejecuciones y crueldad derivadas de sus
últimos emires, al acceder por la gran rampa de acceso quedas impresionado por
los vestigios del palacio fortaleza, hoy intento de museo, que te permiten
obtener de las mejores vistas de la ciudad. Una sucesión escalonada de patios
vacíos estimula la imaginación hasta dibujar soldados, centinelas, prisioneros
británicos victimas del “gran juego” entre Rusia y Gran Bretaña por el control
de Asia, harenes escondidos, secretas minas de oro o depravados emires, gracias
a las fotografías conservadas en sus paredes. Tan sólo al acercarte a la
desnuda cámara de audiencias, junto al trono del emir, tomas conciencia del
paso del tiempo, del abandono del edificio y de la anulación soviética. Y,
conscientemente, de la necesidad de pasar página. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjA4Kv6q_9tfXonKlUFO9ZvufrX4IBUYY5phKqk1phFi78dCDhwlA4K6cBu8bm71lqJrD_Oeyjqd9ou31MEEGf1ZmHuHhyphenhyphenQutcPrHm4gR-t46D5VrYo2KzuYuOyfq2ICw90F0J-6DUWjiM/s1600/DSC_0306.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjA4Kv6q_9tfXonKlUFO9ZvufrX4IBUYY5phKqk1phFi78dCDhwlA4K6cBu8bm71lqJrD_Oeyjqd9ou31MEEGf1ZmHuHhyphenhyphenQutcPrHm4gR-t46D5VrYo2KzuYuOyfq2ICw90F0J-6DUWjiM/s200/DSC_0306.JPG" width="132" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh84mG4dmXHV_Z5nmF_rC0tqqG5Uhsa472-N9RSIG2cm-pZTTViW3Rt7fB6j_PGxgjToZGDae9VRagvAYxJJaHGOvDDlRjbXz1hefnE5MsnkMMi1RmKcwhWDjRn796-VElZuGoyzWssJls/s1600/DSC_0164.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh84mG4dmXHV_Z5nmF_rC0tqqG5Uhsa472-N9RSIG2cm-pZTTViW3Rt7fB6j_PGxgjToZGDae9VRagvAYxJJaHGOvDDlRjbXz1hefnE5MsnkMMi1RmKcwhWDjRn796-VElZuGoyzWssJls/s200/DSC_0164.JPG" width="132" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Y lo hicimos a
través de las madrazas enfrentadas de Ulug Beg, la más antigua de Asia Central,
y Abdul Aziz, separadas por una pequeña calle. Al no restaurarse nunca,
conservaban intactos azulejos de lapislázuli y una hermosa decoración vegetal,
pero lo que más recuerdo son los nidos de cigüeña semiocultos por las cúpulas,
que trajo a mi mente la vieja leyenda que menciona Thrubon, que profetizaba:
“mientras vuelvan las cigüeñas, Bujara prosperará”. Ahora escaseaban, y como
recuerda el autor, parte de la población lamenta que con ellas emigre el futuro
de la ciudad.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Aguardaba para
comer el tradicional <i>plov </i>(arroz con
verduras y cordero), y mientras algunos descansaban en el antiguo hamman, otros
optamos por visitar una pequeña tienda de marionetas. Casi escondida, muy cerca
del estanque de Lyab-i-Hauz, esperando la llegada de aquellos que buscan
dejarse llevar con la imaginación al mundo de Sherezade, de las mil y una
noches. Y allí estaban, rescatadas de cuentos, leyendas y la vida real, decenas
de marionetas. Hechas en pasta de papel, es un indicio de lo que fueron los
espectáculos de marionetas, que educaron a una población que era iletrada; pero
ahora tenían ese aura especial, de aquello que es capaz de trasladarte al reino
de la fábula, y emocionarte. Sin duda, fue un momento mágico, sobre todo cuando
descubrimos que José María también tenía su propia marioneta, en una
estantería, como un pequeño espejo. E Ingrid, como Sherezade, se llevo de la
tienda a ambos, José María y su marioneta. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcpBDPaJjn9bQtEXiCD2KO2G9M0TZnnpIcTf_ycqbawAmkLrvOv5ZyeG8wU6aYp-wD5Ly7IeRYU2SWA9wRwQPoLWQMkZZVEXup3_9lfRNkNUMk2QEKk6t4WrggLLEcHFLGH96uW2nIOyg/s1600/DSC_0358.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcpBDPaJjn9bQtEXiCD2KO2G9M0TZnnpIcTf_ycqbawAmkLrvOv5ZyeG8wU6aYp-wD5Ly7IeRYU2SWA9wRwQPoLWQMkZZVEXup3_9lfRNkNUMk2QEKk6t4WrggLLEcHFLGH96uW2nIOyg/s200/DSC_0358.JPG" width="200" /></a></div>
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixK6BnNf-OO2UuMV7fJo6ZhPe6FeQOccfvRmha5RSNH5C6lyB7F73X8ac9qWzJFtO6JhcC2E6YMTfCj3ZVVon4-3vzM9ko0N-tAR2koqsYF7ljIkIighZs2WqFOV-679fhyphenhyphenLKmSnuECr4/s1600/DSC_0359.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-align: center; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixK6BnNf-OO2UuMV7fJo6ZhPe6FeQOccfvRmha5RSNH5C6lyB7F73X8ac9qWzJFtO6JhcC2E6YMTfCj3ZVVon4-3vzM9ko0N-tAR2koqsYF7ljIkIighZs2WqFOV-679fhyphenhyphenLKmSnuECr4/s200/DSC_0359.JPG" width="132" /></a><br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhR5eUXCs8Ba-KacAlvA0gpeTuKomI2bDD0ZB2guxR1TfvGvMbbBbhfxRtANWI-ILIrQ7zULV1YL6VDKNF2rciQVD0fKtGPkcX08rYcYJkrX4pKzUl3LraT6HtA9uxF7gX83tVw-BUFog0/s1600/DSC_0364.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhR5eUXCs8Ba-KacAlvA0gpeTuKomI2bDD0ZB2guxR1TfvGvMbbBbhfxRtANWI-ILIrQ7zULV1YL6VDKNF2rciQVD0fKtGPkcX08rYcYJkrX4pKzUl3LraT6HtA9uxF7gX83tVw-BUFog0/s200/DSC_0364.JPG" width="200" /></a></div>
<br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Restos de
caravasares, algunos reutilizados como tiendas de artesanía, telares, herrerías
o souvenirs. Hombres jugando al ajedrez a la sombra recostados en alfombras. Paredes
de barro, encaladas en parte, delimitaban barrios, casas y pequeñas plazas. Era
fácil perderse entre sus calles, a pesar de las nuevas construcciones y el
ruido de los vehículos a motor. Fácil y aconsejable, porque aunque las puertas
de la mayoría de las casas y patios permanecían cerradas, se advertía el día a
día de una población que continuaba con sus hábitos al margen de la historia de
sus piedras.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Y por esas
calles, cuando el sol empezaba a ponerse, regresamos al Arca. Desde el adarve y
los restos de las almenas de sus murallas derruidas, quisimos contemplar el
atardecer de la ciudad desde otra perspectiva. El marrón de las construcciones
de adobe contrastaba con el azul intenso del cielo, haciendo brillar las
cúpulas en un verde marino. Y, entre foto y foto, comprendimos porque la
leyenda decía que en Bukhara la luz iba de la tierra al cielo.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzCXVIInYAwOPJ7TJqPc-xlbLja9pkn_vFM30DaYgUU0MJsAA7Ynl9I99kM3UQazMlF7d9uk2JgjYzL4nt-DxK2aZaA7StYeH5Gdd8LVH5KFHCOZXJCQz4H9XBTUjzZ87KdAsYKZyMMqs/s1600/DSC_0380.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzCXVIInYAwOPJ7TJqPc-xlbLja9pkn_vFM30DaYgUU0MJsAA7Ynl9I99kM3UQazMlF7d9uk2JgjYzL4nt-DxK2aZaA7StYeH5Gdd8LVH5KFHCOZXJCQz4H9XBTUjzZ87KdAsYKZyMMqs/s320/DSC_0380.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Al
día siguiente visitamos con tranquilidad la plaza de Poi Kalán, un complejo en
el que se fusionaban <st1:personname productid="la Mezquita" w:st="on">la
Mezquita</st1:personname> de Kalán, el Minarete del mismo nombre y <st1:personname productid="la Madraza Mir-i" w:st="on"><st1:personname productid="la Madraza" w:st="on">la Madraza</st1:personname> Mir-i</st1:personname>-Arab, la madraza
más antigua aún en funcionamiento. El alminar de Kalán, el más alto de Asia
Central con sus bandas de mosaico de escritura coránica y cenefas de ladrillo,
servía como señal para las caravanas en las noches del desierto. Y con el
tiempo se ha convertido en el testigo y emblema del devenir de la ciudad a lo
largo de los siglos. Junto a él, la gran mezquita del mismo nombre, la segunda
más grande tras la de Samarcanda. Tras el monumental <i>iwan </i>se llega a un inmenso patio rodeado por centenares de columnas
que sostienen pequeñas cúpulas que dan sombra a los soportales, para culminar
en una hermosa cúpula de azulejos azul turquesa. Mientras me perdía en
solitario fotografiando, descubrí a Pablo dibujando, <i>dibujar atrapa más en la memoria que fotografiar</i>, me dijo, y esa
frase pasó a encabezar un nuevo capítulo en mi libreta de viajes.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUWKb3hFJOgjaG8YKfy8rS4S7bsqmFtozE0fkL7eS8d4zXygZRyDOOw2I81oCZ_Dhc1VurdvrK-QaDuYar1-fBHes5paEumggl20zbuV988D3jQbkdRw-MWx-lB4xfc4Qy67_WgTMeIzc/s1600/DSC_0329.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUWKb3hFJOgjaG8YKfy8rS4S7bsqmFtozE0fkL7eS8d4zXygZRyDOOw2I81oCZ_Dhc1VurdvrK-QaDuYar1-fBHes5paEumggl20zbuV988D3jQbkdRw-MWx-lB4xfc4Qy67_WgTMeIzc/s200/DSC_0329.JPG" width="132" /></a></div>
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhk4SDH-_WHm5NzQ1PY6FPNgZyEL2D0mWNyEnStGxRj6hi6YlGf4LXUagURGsu9NQvnEH5PKZsP26agyWJSKtqnKGAi0b5Tqn6RR0Tjpf0c8dnL38g7T9zdwIkvhRWezlM7oDaZIWvGlzc/s1600/DSC_0323.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-align: center; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhk4SDH-_WHm5NzQ1PY6FPNgZyEL2D0mWNyEnStGxRj6hi6YlGf4LXUagURGsu9NQvnEH5PKZsP26agyWJSKtqnKGAi0b5Tqn6RR0Tjpf0c8dnL38g7T9zdwIkvhRWezlM7oDaZIWvGlzc/s200/DSC_0323.JPG" width="200" /></a><br />
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br />
<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2DmwUDp5saM6E8DkJrzI7YudbnI93yVbya4fFy-FKg0xJJdUmmiCLeSd6zzPW_XzoIU3bb97W_97UIEy9gvqSGVTag_gJ1JVbzZK2VkLTN8BS6Lz67br1x4TL_Y64L3EiVbl-gN3NLsc/s1600/DSC_0336.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2DmwUDp5saM6E8DkJrzI7YudbnI93yVbya4fFy-FKg0xJJdUmmiCLeSd6zzPW_XzoIU3bb97W_97UIEy9gvqSGVTag_gJ1JVbzZK2VkLTN8BS6Lz67br1x4TL_Y64L3EiVbl-gN3NLsc/s200/DSC_0336.JPG" width="132" /></a></div>
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXZU45nQITldU3_FcXQ5bTnsObRGgsoEXAp-Iy5lOxTbP6L4XuONRm_Csir4trAA7oGqbjHvYZty5-yco2d9y17oJBpaysNhmqtN3TpGkyqaghpP8iSMErwDGXKsRc2UZH9fvW3GpViP4/s1600/DSC_0342.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-align: center; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjXZU45nQITldU3_FcXQ5bTnsObRGgsoEXAp-Iy5lOxTbP6L4XuONRm_Csir4trAA7oGqbjHvYZty5-yco2d9y17oJBpaysNhmqtN3TpGkyqaghpP8iSMErwDGXKsRc2UZH9fvW3GpViP4/s200/DSC_0342.JPG" width="132" /></a><br />
<br />
<br />
Cerca de una
de las puertas de la ciudadela se encuentra <st1:personname productid="la Mezquita" w:st="on">la Mezquita</st1:personname> de Bolo-Hauz, la
mezquita del emir. Abierta a una plaza con estanque te recibe con un sencillo
pero altísimo pórtico de columnas de madera trabajada, cuyos capiteles
recordaban una exquisita mezcla de mocárabes con la decoración corintia clásica
y que sostienen un precioso artesonado de motivos geométricos propio de la
artesanía árabe. Apenas había gente y eso nos permitió apreciarla en silencio.
Y, como despedida, el Palacio del último emir, pastiche de elementos orientales
y occidentales, de influencia zarista. Una decoración ecléctica, de molduras de
yeso, puertas árabes, estufas de cerámica europea y muebles chinos. Quizás el
último intento de elevar la ciudad al lugar que tuvo siglos anteriores, como un
telón de teatro ante el que recibir a los diplomáticos y comerciantes
extranjeros que visitaban la ciudad en los albores del s. XX.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Y, tras la
ciudad, el camino. El camino del desierto hacia Khiva. A través del Kizilkum
(“arenas rojas”), separado del Karakum (“arenas negras”) por el Amu Daria (el
antiguo <i>Oxus</i>, en turco <i>Amu Dariya</i>, “el mar río”), al que los
geógrafos árabes del medievo consideraban el río más poderoso de la tierra.
Dejábamos Bukhara, entrando en los valles de Transoxiana, “la tierra que se
extiende más allá del río”. Un desierto monótono, pedregoso, estéril salvo por
las matas de saxátila; y un río denso y abundante, color terroso. No pudimos
dejar de andar por sus dunas, y coger un puñado de arena, fina, que resbalaba
entre mis dedos. Al guardar un poco en un bote pensé en las huellas sobre las
dunas de incontables hombres sin nombre que acariciaron con sus dedos esta
misma arena. Y quise ser uno más, bajo el mismo sol, en la misma historia. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
KHIVA.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La
más remota, casi pérdida en un océano de arena. Última parada para las
caravanas antes de encaminarse a Persia. Su origen fue un oasis entre dos
desiertos: al norte del Kizilkum y al este del Karakum. Y precisamente esa
aridez y aislamiento ha permitido que se conserve desafiando al hombre y al
tiempo, permitiéndonos contemplar las milenarias murallas de adobe que han
visto desfilar caravanas de camellos mucho antes que los occidentales
medievales siquiera soñaran con su existencia. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimpStS5EJ4fiGOZaMU7MLa4KMWuLPiJ9c-LsBJaUlh6zzNy5iJDI3I9WAeTcsL2jooNW9KHFeqo92SnuGAoiez_DLQQYu7aX0u3Hqqg8sGjv63eLPtcHelGOOqJx_SK2eMj5-aamNZWYs/s1600/DSC_0406.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimpStS5EJ4fiGOZaMU7MLa4KMWuLPiJ9c-LsBJaUlh6zzNy5iJDI3I9WAeTcsL2jooNW9KHFeqo92SnuGAoiez_DLQQYu7aX0u3Hqqg8sGjv63eLPtcHelGOOqJx_SK2eMj5-aamNZWYs/s200/DSC_0406.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOXladKQVM8wLCWVBtOgfuE6iNbd2grbX6OirVnK2pwc5mMq1fEVkDnxnCtQozuav6UMRNfnVLB3hVp0vDj6WeqUwscxMxwB5fy99OBjrSOUZYs-w5Tn76ZQI2sQ8Q_yR5DvldOlS5l_Q/s1600/DSC_0436.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOXladKQVM8wLCWVBtOgfuE6iNbd2grbX6OirVnK2pwc5mMq1fEVkDnxnCtQozuav6UMRNfnVLB3hVp0vDj6WeqUwscxMxwB5fy99OBjrSOUZYs-w5Tn76ZQI2sQ8Q_yR5DvldOlS5l_Q/s200/DSC_0436.JPG" width="132" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Si en
Samarcanda uno a veces lamentaba la pérdida de la identidad, de la ciudad en sí
misma, para conformarse con la pervivencia de los monumentos aislados; en
Khiva, por el contrario, encuentras la ciudad congelada en el tiempo, quizás <i>demasiado</i>. Obviamente, la restauración
soviética ha tenido mucho que ver, reconstruyendo o <i>construyendo</i> la ciudad-caravana para configurarla en todo un museo
amurallado a los ojos del visitante. Es necesario bordear su perímetro para
sentirte vivo, entre las calles de barro adyacentes y los pequeños patios de
sus habitantes, donde la vida respira en cada rincón, en las risas de los niños
que nos cruzábamos, en las señoras que limpiaban con agua y jabón los suelos y
alfombras, las escuelas taller de madera labrada o los grupos de vecinos que charlaban
animadamente en las esquinas tras saludarse con el gesto de la mano en el
corazón.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFJOutAWDyr_nQEdHEo0xw-BjtcZT-C6PabZgbjeVy7I-HsPRBQVVx8OVkbVToBbkREyKaYUgJzomRinjIhLmTjUeNMv1KjNiEM058i7W71yYPJPE8iK_ZNVEd7BlsNOSjpN5u9zhCVMA/s1600/DSC_0422.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFJOutAWDyr_nQEdHEo0xw-BjtcZT-C6PabZgbjeVy7I-HsPRBQVVx8OVkbVToBbkREyKaYUgJzomRinjIhLmTjUeNMv1KjNiEM058i7W71yYPJPE8iK_ZNVEd7BlsNOSjpN5u9zhCVMA/s200/DSC_0422.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEirdFshGrghC42ioafGsvR-JgMAiooYW_qZ8cQawHfI15ZKbeKbebDs_G4-w4vMxSqJbyVd8BREey8z-cWjq3JzOhR2Xsawqo7W25HlxHYz7QKBL2rOKYe6Y21L3rqH4ws8_JKqWJOwxr8/s1600/DSC_0427.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEirdFshGrghC42ioafGsvR-JgMAiooYW_qZ8cQawHfI15ZKbeKbebDs_G4-w4vMxSqJbyVd8BREey8z-cWjq3JzOhR2Xsawqo7W25HlxHYz7QKBL2rOKYe6Y21L3rqH4ws8_JKqWJOwxr8/s200/DSC_0427.JPG" width="132" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">
<br /></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Una vez los
mercados y bazares cierran sus puertas la ciudad, en su soledad, parece
recuperar su luz atemporal, inmemorial. Calles de tierra, losas y piedras,
minaretes ahogados por el atardecer, cúpulas que parecen querer elevarse al
cielo a través de los rayos del sol. Desde la ausencia de vida, precisamente
todo parecía recobrarla. Y elegimos permanecer allí, así que cenamos en una
madraza reconvertida en restaurante. La noche despejada, iluminados casi
únicamente por estrellas, con la excepción de unas tímidas velas, la comida
especiada…, era un escenario de Las mil y una noches. <br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKtZNGvZFyThMXknbyL24tQ3q2I_kc2Bo_s7AeTLa85JjXQClzSmdAgecv0r1ogBPP7RZ90UOf0-n84P5ntDDWgsdgLO-YP30lN3wyh676_wXAQGQAPdVRApQwsfI0JokzPgS_2Lzx5N0/s1600/DSC_0442.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgKtZNGvZFyThMXknbyL24tQ3q2I_kc2Bo_s7AeTLa85JjXQClzSmdAgecv0r1ogBPP7RZ90UOf0-n84P5ntDDWgsdgLO-YP30lN3wyh676_wXAQGQAPdVRApQwsfI0JokzPgS_2Lzx5N0/s200/DSC_0442.JPG" width="200" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
La
ciudad histórica, fortificada mediante macizas murallas, se conoce como <i>Itchan Kala</i>. En la calle principal, casi
como un signo megalómano de bienvenida, impresiona un minarete, sin terminar,
que pretendía ser uno de los más altos de Asia Central: el Kalta, de finales
del s.XIX, con su base cónica y sucesivos frisos azules de mosaico decorado.
Cuenta la leyenda que, mientras se construía, uno de los delegados del khan
subió a inspeccionar las obras. Desde la parta más alta pudo ver a las mujeres
del harén del khan, sin el velo que las cubría, paseando por los patios de
palacio, confiando que nadie las observaba. Alarmado, mandó paralizar la
construcción. Seguramente, la razón verdadera fuera la falta de presupuesto
para finalizar la obra, pero la leyenda aporta un matiz de fábula que encaja a
la perfección con lo que esperas de la ciudad. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyk2U1V9iYOCd1PCJ3mztneCiAs333xtVYT4Mi0EKtrQPeYWiAP-TQc4FQ9g_ITG5inqKrq8cgsP0Hais04I_iM9l-dm_5jAa9XoPOCkyqEyyTQVeBs_9EowMi2exGr6ytVSaucXubmo8/s1600/DSC_0458.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyk2U1V9iYOCd1PCJ3mztneCiAs333xtVYT4Mi0EKtrQPeYWiAP-TQc4FQ9g_ITG5inqKrq8cgsP0Hais04I_iM9l-dm_5jAa9XoPOCkyqEyyTQVeBs_9EowMi2exGr6ytVSaucXubmo8/s200/DSC_0458.JPG" width="132" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhm9M-naIcx5DwM4qqem8Coraa7bPrIatIGtkqge5k3ltOphmZW6PTegOp49rU0i-PWbyiW_0KM1BiIJUA9dyxORdTt9WfgIIqe1HpBZCX0sV0cn44U29zyDSmIay4lSGQKr2P-f0T9nEc/s1600/DSC_0463.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhm9M-naIcx5DwM4qqem8Coraa7bPrIatIGtkqge5k3ltOphmZW6PTegOp49rU0i-PWbyiW_0KM1BiIJUA9dyxORdTt9WfgIIqe1HpBZCX0sV0cn44U29zyDSmIay4lSGQKr2P-f0T9nEc/s200/DSC_0463.JPG" width="132" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Al doblar una
pequeña calle, encontramos un camello en la puerta de un viejo caravasar.
Seguramente alguien lo colocó allí para ganar unas monedas al fotografiarlo,
pero, pese a ello y aunque estaba aislado, su presencia trajo a mi mente la
llegada de caravanas, la búsqueda de los <i>caravansai</i>,
la entrada de mercancías… Cerca, en la mezquita Juma, un bosque de doscientas
columnas de madera bellamente talladas como tulipanes invertidos, apenas dejaban
filtrar los rayos del sol, permitiendo una agradecida sombra donde respirar el
silencio de una antigua oración, por otro lado, casi olvidada. No había signos
del culto, ni piernas cruzadas o arrodilladas hacia <st1:personname productid="la Meca" w:st="on">la Meca</st1:personname>, tan sólo turistas y
explicaciones pilladas al vuelo sobre la magnificencia de su construcción. Como
gran parte de la ciudad, ese parece ser su destino.<br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_7riMF6GLpm4jw9QTvEHeUCHLRv4PoECr7AhDPadZ6JPdo9Zj69RimYyih9xddFQTgNYXZX9xpZFMANZD9WBKG5ZD6dOvXHNa-f69YCvY0DwUgx3TCdI1fZ878bjJl7RTbC-QLcaxKw4/s1600/DSC_0479.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg_7riMF6GLpm4jw9QTvEHeUCHLRv4PoECr7AhDPadZ6JPdo9Zj69RimYyih9xddFQTgNYXZX9xpZFMANZD9WBKG5ZD6dOvXHNa-f69YCvY0DwUgx3TCdI1fZ878bjJl7RTbC-QLcaxKw4/s200/DSC_0479.JPG" width="132" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-NobR80nLBhLCeiaqpUvQpkkvouzjQRaWA54xwXqxvDh6pOloL_40o8_hqOkVJNLy2UmfoNfVUYOVgtkvD7782GwI14bTVVBXoOGd46XejWd7hZ0NiIkDCZLn9Jv9xuvNMPn4Ep6QnQE/s1600/DSC_0486.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-NobR80nLBhLCeiaqpUvQpkkvouzjQRaWA54xwXqxvDh6pOloL_40o8_hqOkVJNLy2UmfoNfVUYOVgtkvD7782GwI14bTVVBXoOGd46XejWd7hZ0NiIkDCZLn9Jv9xuvNMPn4Ep6QnQE/s200/DSC_0486.JPG" width="132" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Entre calles
cercadas por altos muros de ladrillo te vas adentrando en la ciudad, donde el
azulejo pierde su lucha contra el adobe. Asociado a las murallas, al exterior,
encuentras el mercado o bazar de Khiva, sencillo, dirigido más a la población
local que al turismo. Y es esa vida que respiras en cada puesto lo que le da
tanta fuerza en comparación con los mausoleos, o monumentos de la ciudad,
carentes de ese latir de corazón. Te cruzas con una pareja de novios, ella
tímida mirando al suelo, él orgulloso, paseando luciéndola como un trofeo. Unos
pasos más allá, grupos de chicas uzbekas estallando en risas y fotografiándose
en los monumentos. Y, a falta del canto del muecín, prohibido por los soviéticos,
una bailarina con su baile hipnótico en la sombra de un minarete. Y te
sorprendes llevando tímidamente la mano derecha al corazón, para agradecer cada
sonrisa en señal de respeto.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Kunya Ark es el
palacio-fortaleza del khan, una sucesión de patios y estancias que alguna vez
acogieron el lujo de los khanes pero que en la actualidad, salvo en la sala del
trono, la mezquita de verano (de magníficos azulejos azules y columnas de
madera labrada), y las zonas de representación, solo presentaba estancias vacías
y desnudas de historia. No muy lejos, el palacio Tash Hovli (“casa de piedra”),
de mediados del s. XIX que venía a sustituir la fortaleza del Arca para dotar a
la residencia del khan de un mayor lujo a través de azulejos orientales
procedentes de China, exquisitas columnas de madera labrada y los preciosos
techos de madera policromada del patio interior. Y cerca, el Mausoleo de
Pahlavon Mahmud. Un hombre santo, filósofo y poeta, del s.XIII-XIV, muy
venerado en Khiva, que yace en el centro de un complejo funerario de estilo
persa bajo una delicada cúpula azulada. Muchas personas estaban rezando, los
contemplamos en silencio y Narguiza nos llevó ante el <i>mullah</i> para que nos bendijera a través de una pequeña oración.
Arrodillados, seguimos el ritual y, al finalizar, comimos parte de un churro
que se entrega de ofrenda. No importó la religión de cada uno, la
espiritualidad del lugar llegó a nosotros.<br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRla_bCeyaX0qGgHgD__hzMF-K6kvWul_aebqS2_g88ZvoBNcmOGM-jt8K7pHgI-CjOJzjQ3CKZwgHH6EXe10QS8knsPmy-cvE1zsBFyZZcvgPoVT3k7ldJuhhpOfZNyGbi2B_Qwhv48s/s1600/DSC_0476.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhRla_bCeyaX0qGgHgD__hzMF-K6kvWul_aebqS2_g88ZvoBNcmOGM-jt8K7pHgI-CjOJzjQ3CKZwgHH6EXe10QS8knsPmy-cvE1zsBFyZZcvgPoVT3k7ldJuhhpOfZNyGbi2B_Qwhv48s/s200/DSC_0476.JPG" width="132" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhUe-7IYI-F6ddKqpdIg9uY-c4bImGDS_Qp8bHPT2Ocq8V-KmDQbn0-BcBqMunvJIYm85nXnhQ7rTLvwn2oPDfr8X5jwue43Jbd69XKKDS0LVaSIaAnWJU9vE0qj1bedSuKQfKcB5cjOxE/s1600/DSC_0521.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhUe-7IYI-F6ddKqpdIg9uY-c4bImGDS_Qp8bHPT2Ocq8V-KmDQbn0-BcBqMunvJIYm85nXnhQ7rTLvwn2oPDfr8X5jwue43Jbd69XKKDS0LVaSIaAnWJU9vE0qj1bedSuKQfKcB5cjOxE/s200/DSC_0521.JPG" width="132" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
La vida sigue
en una señora sonriente que horneaba hogazas de pan en un tradicional <i>tandoor</i>. Por la abertura superior de el
horno, introducía las hogazas para cocerlas. Las tortas se pegaban en las
paredes con un rápido movimiento de muñeca, y cuando el pan ya estaba cocido se
despegaba y cae en las brasas, por lo que se ha de estar muy pendiente para
cogerlo justo cuando está a punto de caer o quemarse un poco salvándolo de las
brasas. Nuestro repostero, Ilde, probó y superó la prueba con nota. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Comiendo pan
volvimos al Arca por la tarde, para subir a su azotea y muralla, ver atardecer
y despedirnos de la ciudad. Más allá de las murallas y las terrazas de barro,
nos esperaba un horizonte ocre sobre el que brillaban hermosas cúpulas azules,
de las que el cielo parece ser una copia. Quizás el mismo horizonte que
contemplaron miles de caravanas cuando llegaban a la ciudad, entre el
cansancio, el polvo y la alegría del descanso. El mismo horizonte que encerró
ilusiones, sueños e innumerables vidas. El horizonte que, tras las fotografías
y la algarabía inicial, nos regaló un momento de silencio de todo el grupo, sin
risas, tan solo nosotros y la luz del atardecer acariciando la ciudad,
sintiendo la verdadera Khiva. Y el murmullo del viento antiguo del desierto. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2ZXtJyv-LY-dPsRXWY2zuxEK2r_ogaj3DzgirGAl30l6Of5kVguIHmywiQ06fdBhu1I07abloTG6V8VYU_DWxeCZuz2LiX1x_MX1KmQMAY4vecfe4tgjHJhlyUdjDvSc_OVQk-2VYeMo/s1600/DSC_0545.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2ZXtJyv-LY-dPsRXWY2zuxEK2r_ogaj3DzgirGAl30l6Of5kVguIHmywiQ06fdBhu1I07abloTG6V8VYU_DWxeCZuz2LiX1x_MX1KmQMAY4vecfe4tgjHJhlyUdjDvSc_OVQk-2VYeMo/s320/DSC_0545.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Camino
a Tashkent, la capital, hicimos escala en Urgench. Paso obligatorio si visitas
Khiva. Ciudad plenamente soviética, que utilizamos únicamente para coger un
avión dirección la capital. En el vuelo, la ventanilla nos regaló preciosas
imágenes de desiertos y montañas antes de llegar a la ciudad de piedra,
Tashkent.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
A los pies de
las montañas Chatkal, ciudad verde y mosaico de etnias (uzbecos, tayikos,
kazajos, tártaros, kirguises, ucranianos, figures), aún seguía viviendo del
pasado inmediato ruso, cuya huella era inconfundible en avenidas, explanadas,
plazas y edificios. Precisamente, esa huella casi hacia olvidar que en origen
la ciudad recibía el sobrenombre de Ming-uruk (“mil melocotoneros”), y hacía
más apropiado el propio nombre de Tashkent (“ciudad de piedra”). Una ciudad
enorme, industrial, de grandes y amplias avenidas asociadas a edificios de
deprimente hormigón. De planta y fisonomía soviética, tras la reconstrucción
por el terremoto de 1966, sólo escapaba de tanto gris y orden las abundantes
alamedas de árboles (encinas y robles) que salpicaban la ciudad, dándole un
toque de color y aire fresco; y el espectacular metro, único en toda Asia
Central y bellísimo en sus sucesivas estaciones, como símbolo de la propaganda
soviética en su época de máximo esplendor.<br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCuwllnIfv7vhfP34MwVm1T4ndwtkmUCHHNk1DFsbGVKuRvfYrTGY0v6yTEnzC2gqtZ63zULKHXzfOcBj0eYGNdJwc_WFnmJm_DQXlM5F6-FBUXERSKiOb6fjJvDoG-JDFhMXhA8-DCNE/s1600/DSC_0562.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCuwllnIfv7vhfP34MwVm1T4ndwtkmUCHHNk1DFsbGVKuRvfYrTGY0v6yTEnzC2gqtZ63zULKHXzfOcBj0eYGNdJwc_WFnmJm_DQXlM5F6-FBUXERSKiOb6fjJvDoG-JDFhMXhA8-DCNE/s200/DSC_0562.JPG" width="200" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Pero
también era una ciudad de paso, nuestro destino era continuar el camino del
cielo, la seda, y embutidos en taxis oyendo música popular turca, nos
adentramos en el <b>Valle de Fergana</b>.
Un lugar repleto de historia, al ser vía de comunicaciones y comercio hacia el
oeste de China. Los persas de Ciro, Alejandro, todos se habían aprovechado de
la fertilidad del valle. Los chinos esperaban encontrar en sus praderas los
“caballos celestiales”, y los mercaderes los oasis que necesitaban para
descansar y reponerse en las diferentes vías de <st1:personname productid="la Ruta" w:st="on">la Ruta</st1:personname> de <st1:personname productid="la Seda. Abrigado" w:st="on">la Seda. Abrigado</st1:personname> por
una impresionante red de montañas, regado por afluentes del Sir Dariya, las
antiguas plantaciones de moreras, frutas y flores habían dado paso al impuesto
algodón soviético, pero aún así, la belleza del verde, los álamos, los pequeños
huertos y la fertilidad exuberante del territorio nos incitaba a dibujar en
nuestro camino el paso de los mercaderes y la búsqueda de los caballos que
permitió el desarrollo de <st1:personname productid="la Ruta. Slo" w:st="on">la
Ruta. Sólo</st1:personname> los sucesivos enfrentamientos entre el mosaico de
etnias de la zona (sobre todo entre uzbecos, kirguises, tayikos y turcos), por
razones nacionalistas y religiosas, ensombrecía la belleza de un oasis natural
que llevaba dos mil años resguardando a sus habitantes y aquellos que cruzaban
su verdor a la sombra de las cumbres nevadas del Pamir.<br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
En Marguilan,
olvidada ciudad de la ruta de la seda, visitamos una fábrica de Seda. No
obstante, había sido la capital de la seda en tiempos soviéticos. En una
pequeña hacienda rural presidida por un gran patio y almacenes de adobe
encalados, vimos el proceso de fabricación que se ha mantenido generación tras
generación, y cómo evolucionó de los telares de madera a los industriales y
mecanizados. Los frágiles capullos de seda, con la crisálida viva, se calientan
al vapor en una vieja caldera para evitar que reviente el caparazón y se rompan
sus delicadas hebras. Tras ablandarlos, los imperceptibles hilos de seda se
desprenden en cientos de filamentos que se engarzan en una gran rueca de madera
para crear las hebras y los ovillos. Más tarde, con tintes naturales se les
regala el color: el rojo de la granada, amarillo de la cebolla, marrón de
semillas… Anduvimos a través de los telares con sus pesas dónde un reducido
grupo de mujeres nos obsequiaron con su agilidad en el manejo de las
lanzaderas, los pedales y el hilado, en un lenguaje secreto que escapaba de
nuestros sentidos. Y en nuestras manos, aprendimos a diferenciar y enamorarnos
de la seda artesanal, una manufactura delicada, frágil: pañuelos de vaporosa
seda que se escurría entre los dedos, como lo hacía desde hace siglos.<br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7UeXFNVvR5hDda5JWTaDd_OdTrDHZPgdcAZLHU7wTda_5CmUCE2g4fcmaP0r2HmWYO4uAOaxyRbJF-smY4NgSNkwy4NfrvbcOUyBMM9Xe5c-tCG1z0NBiCkewte5yffkzbOLfSBun05E/s1600/DSC_0584.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh7UeXFNVvR5hDda5JWTaDd_OdTrDHZPgdcAZLHU7wTda_5CmUCE2g4fcmaP0r2HmWYO4uAOaxyRbJF-smY4NgSNkwy4NfrvbcOUyBMM9Xe5c-tCG1z0NBiCkewte5yffkzbOLfSBun05E/s200/DSC_0584.JPG" width="132" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0Z1bpIBDTxcutOkhWpiqN-KGUx_kbw2JbC-cctYeSZ4HVcgj3vGVx_zLW_LTnmo9fnk0MirSz5YGoL_uXYKQUpS0LCQnFarMvuH9S9VjN9ztZwN-8utUfqWtQtMKTNaambbhEQW0nNt0/s1600/DSC_0586.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0Z1bpIBDTxcutOkhWpiqN-KGUx_kbw2JbC-cctYeSZ4HVcgj3vGVx_zLW_LTnmo9fnk0MirSz5YGoL_uXYKQUpS0LCQnFarMvuH9S9VjN9ztZwN-8utUfqWtQtMKTNaambbhEQW0nNt0/s200/DSC_0586.JPG" width="132" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQ_OBRfIJElbicL_-HnqxoXMNk-K-X73kaZ-NNgPzguCz0NF5lznur0472Xfyu4jP6hmqtF_8JjgO8EwaQHkq8DxEBqlRGiujdHM62p8kb8UoYIzjeq6sfxd823k0vKMQMTz6jWedI0Y0/s1600/DSC_0591.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQ_OBRfIJElbicL_-HnqxoXMNk-K-X73kaZ-NNgPzguCz0NF5lznur0472Xfyu4jP6hmqtF_8JjgO8EwaQHkq8DxEBqlRGiujdHM62p8kb8UoYIzjeq6sfxd823k0vKMQMTz6jWedI0Y0/s200/DSC_0591.JPG" width="132" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
La ruta pasaba
por KOKAND, uno de los khanatos más importantes en el s.XIX de toda Asia
Central, junto con Bukhara y Khiva, gracias a su control de gran parte del
valle de Fergana. De la gran ciudad amurallada poco se conserva más allá de
trazos de la misma y el palacete emiral, que reflejaba la opulencia de sus
últimos y crueles khanes. Los bolcheviques la habían arrasado al tomarla y dado
una retícula plenamente soviética. A estas alturas, ya estábamos familiarizados
con este tipo de construcciones, pero aún así nos impresionó su entrada
flanqueada por torres, la profusa decoración de mosaicos y la sucesión de
estancias y patios porticados a la sombra de los árboles. La riqueza del
interior había sido saqueada por los rusos y transformada en unos pobres y
decadentes <i>minimuseos</i> para informar a
la población de la historia local. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Tras Kokand,
la frontera con Kirguizistán, que nos serviría de paso para llegar a China,
Kashgar. Dos serían los elementos vertebradores: Giulia, nuestro enlace local;
y el paisaje kirguís. <b>Osh</b>, capital
del valle en la zona kirguís, al sur, separada del valle uzbeko por los
caprichos políticos para fijar fronteras; compartía las mismas características
tanto de fertilidad como de conflicto étnico. La ciudad, ya fuera por los
terremotos o el dominio soviético, poco recordaba al enclave que había
destacado en el s. XII y XIII. Para nosotros, sólo fue una ciudad de paso, un
enjambre de casas y patios bajo la sombra de los árboles en las estribaciones
de la montaña.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Una
vez dejabas atrás Osh, desaparecía el color verde del valle. Paisajes
esteparios, llanos dominados por montañas nivosas y yermas, y por grandes picos
que aún enlazan con el Pamir y ya enlazan el Kunlún. Atravesando el paso de
Taldyk, por encima de los <st1:metricconverter productid="3500 metros" w:st="on">3500
metros</st1:metricconverter>, pasamos por sierras con escarpes de colores
profundos, en los que resaltaban estratos de colores rojos oscuros y verdes. Y
en la lejanía, un azul intenso. Llegamos a Sary Tash (<i>piedra amarilla</i>), donde entre verdes colinas nos dio la bienvenida
un grupo local de turismo, que entre risas quiso fotografiarse con nosotros. En
el trayecto, un oxidado vagón de tren reconvertido en vivienda y puesto
comercial de carretera, en el que una gruesa mujer de amplia sonrisa nos
ofreció las bolas de queso típico. No sólo cambiaba el paisaje, los kirguises
nos introducían al mundo nómada.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfnlyXogWsa5HIevN2E3pOp8T42DTbda76TCnA-4zKYgPUyAnZm66x5u4kmblEHRMj-fecfJz0q9_QiyAnkoavujU99MOUeePjXlAg3GEUM6nBsJCaVBLuoO08vttlel2-aVLaB6ezJMc/s1600/DSC_0632.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfnlyXogWsa5HIevN2E3pOp8T42DTbda76TCnA-4zKYgPUyAnZm66x5u4kmblEHRMj-fecfJz0q9_QiyAnkoavujU99MOUeePjXlAg3GEUM6nBsJCaVBLuoO08vttlel2-aVLaB6ezJMc/s200/DSC_0632.JPG" width="132" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgB03ii8TtZ5y9INES2Cmr10oqKd1FIYQshQXgq-vDKpejLSxoePZZ8C0GtyNmGQ-z3bnpdZFyd2R3b_KAO-CwzMI9cu7or0J1HDiogh8s_j5mOvfaQbJeAGnTe84T66OrjpLHS771p-zQ/s1600/DSC_0662.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgB03ii8TtZ5y9INES2Cmr10oqKd1FIYQshQXgq-vDKpejLSxoePZZ8C0GtyNmGQ-z3bnpdZFyd2R3b_KAO-CwzMI9cu7or0J1HDiogh8s_j5mOvfaQbJeAGnTe84T66OrjpLHS771p-zQ/s200/DSC_0662.JPG" width="200" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Con los
últimos rayos de sol llegamos a nuestro destino. Dormimos en una casa local a
modo de albergue y cenamos en una yurta. Mientras bebíamos vodka, Giulia nos
habló de cómo se construyen las yurtas y de las tradiciones de su país desde su
punto de vista: el rapto de la novia (todo <i>buen
matrimonio empieza con llanto</i>, proverbio kirguís) y la situación de la
mujer. Cuando desayunamos, las montañas nevadas del Pamir casi se confundían
con el cielo. Y durante todo el trayecto hacia la frontera sus cimas parecían
rasgar las nubes. Es la cuenca del Pamir para alcanzar Kashgar, el mayor oasis
de Asia Central, la ciudad de las mil historias, las mil razas, las mil
culturas. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>KASHGAR.<o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Procedentes
del Paso del Irkeshtam, que actúa como frontera entre Kirguizistán y China,
llegamos a este acceso, en principio sólo para mercancías y el tránsito de la
población local. La dureza del mismo rápidamente nos hizo entender por qué. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
En época
soviética estuvo cerrado. Los lentos trámites de las aduanas, de <st1:metricconverter productid="6 a" w:st="on">6 a</st1:metricconverter> 8 horas, reflejan tanto la
herencia de la enemistad chino-soviética como el cambio de mundo que íbamos a
experimentar. Al igual que en los controles de los funcionarios imperiales de <st1:personname productid="la Ruta" w:st="on">la Ruta</st1:personname> en <st1:personname productid="la Antigedad" w:st="on">la Antigüedad</st1:personname>, que establecidos
en fortificaciones examinaban los visados de los mercaderes y los viajeros (de
los que habla Marco Polo), les concedían permiso para alquilar o comprar
monturas nuevas (camellos) y les permitían seguir su camino; a nosotros nos
registraron varias veces con minuciosidad cámaras, libros, ropa y regalos.
Parecía que aún existía la tensión del “<i>Gran
Juego</i>” (como lo denominó Kipling) entre Rusia y Gran Bretaña, los grandes
imperios colonialistas de finales del XIX, que usaron este territorio como
escenario para sus intrigas, influencias, luchas, invasiones, alianzas o
traiciones. <br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKHZu-DIi1S_7SwbVq9ZP5H5kJGyXsFpIbqNOoZpayeJUqdgeiddMv6QbINJbyxuvYLZhAgK1J4tNkRSOcIBPO6Z7OoLoFC_MzJBx9OYmICW2mp5sx1rwzRORLtfUEPap8lfFPBRYM-eg/s1600/DSC_0710.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKHZu-DIi1S_7SwbVq9ZP5H5kJGyXsFpIbqNOoZpayeJUqdgeiddMv6QbINJbyxuvYLZhAgK1J4tNkRSOcIBPO6Z7OoLoFC_MzJBx9OYmICW2mp5sx1rwzRORLtfUEPap8lfFPBRYM-eg/s200/DSC_0710.JPG" width="132" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Nos
encontrábamos en Xinjiang, la provincia más noroccidental de China, frontera
con la antigua Unión Soviética. El nombre de la provincia significa “nueva
frontera”, seguramente acuñado en la antigüedad cuando el término nuevo no
chirriaba tanto ante los miles de años de historia de la zona. De paisaje
desértico, antes de cederle el paso a las montañas, en su centro se encuentra
la cuenca del Tarim. En ese punto, <st1:personname productid="la Ruta" w:st="on">la
Ruta</st1:personname> de <st1:personname productid="la Seda" w:st="on">la Seda</st1:personname>
se bifurcaba en la ruta norte y la ruta sur para bordear el Tarim, salpicando
el camino de pequeños núcleos establecidos en oasis. Ambas rutas se reunían en
Kashgar, en la parte occidental de Xinjiang. Hoy zona fronteriza y mosaico de
minorías, uigures, kazajos, tayikos, tártaros, los habitantes de esta histórica
tierra de nadie de Asia Central, no entienden de ilógicas fronteras políticas. Antes
de integrarse en China en 1955, como región autónoma de Xinjiang, estos
territorios fueron república independiente bajo el nombre de Turquestán
Oriental. Los pueblos que las habitan pertenecen también al viejo corazón de
Asia, vienen de él, allí siguen. Y allí nos dirigíamos.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Kashgar, la
antigua ciudad de los azulejos, se levanta en el fondo de la fosa del Tarim,
entre el Tien Shan al norte, el Pamir al oeste y al sur, y el Kunlún al
sureste. De la mano de Mohammed, nuestro enlace local, un uigur de ojos vivaces
y voz aguda, entramos en la ciudad. Tráfico, ruido, gente, letreros con
caracteres chinos, árabes y latinos te envuelven hasta hacerte desaparecer.
Tenías que esforzarte mucho, ante esta primera impresión y la desesperación de
la frontera, por enamorarte de Kashgar. Pero allí estaba, la ciudad menos china
de China. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Gran cruce de
caminos, rosa de los vientos, ciudad de viaje y de paso entre China, las
tierras bajas de Siberia, el Próximo Oriente, India y Persia. El lugar donde
volvían a reunirse los itinerarios norte y sur que desde Xian y Dunhuang
bordeaban las arenas del Taklamakán (que en <i>uigur</i>
significa “quien entra no consigue salir”). Lugar de descanso de las caravanas
antes de afrontar los puertos de montaña del Karakorum o Pamir en Occidente, o
los desiertos hacia oriente. Kashgar era el corazón de <st1:personname productid="la Ruta" w:st="on">la Ruta</st1:personname>, de ahí su adjetivo “<i>brillante perla de la ruta de la seda</i>”.
Pero como siempre ocurre con aquello que mitificas, en un primer vistazo,
parecía haber perdido todo aquello que la había invitado a <st1:personname productid="la Historia. Pero" w:st="on"><st1:personname productid="la Historia." w:st="on">la Historia.</st1:personname> Pero</st1:personname> también, como
casi siempre ocurre, tan sólo había que buscar, y esperar. Y encerrada en un
rincón de la gran metrópoli, luchando por no ahogarse en la vorágine del
crecimiento de la moderna ciudad china, allí se encontraba lo que quedaba de la
antigua Kashgar: un cada vez más pequeño núcleo de calles y callejas cubiertas,
pasadizos y patios, alrededor de una plaza presidida por una mezquita y los
restos de una gran muralla de adobe. En esas calles aún respiraba <st1:personname productid="la Kashgar" w:st="on">la Kashgar</st1:personname> medieval, y en
ella nos sumergimos. <br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgT8RjwAXt9-VWlEm7OQm_NRpFFHcMN9aI4Qh_xeAVyUrkq_4v29schTJoV4_fo9kbEbMkGBe8yYUSKFZm3wBtu-ao3LFB65NWWfRvlvHlBK__XTVgIV_SCXGf52JDP5PNFBeUT7COEJU0/s1600/DSC_0695.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgT8RjwAXt9-VWlEm7OQm_NRpFFHcMN9aI4Qh_xeAVyUrkq_4v29schTJoV4_fo9kbEbMkGBe8yYUSKFZm3wBtu-ao3LFB65NWWfRvlvHlBK__XTVgIV_SCXGf52JDP5PNFBeUT7COEJU0/s200/DSC_0695.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgcH1RE1v2gL-nDMdcfBL1bGbTe0xC-JWUd1nmbQ5YfntNbkortKNQtDID8JX7uklCHT-3V7y55oqfHM_x9yvIIonBzK9Z8RZOUfHzWmTP1HJC3lHZgEI24feuHz7ZB3EUY9_ydcnI0oho/s1600/DSC_0701.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgcH1RE1v2gL-nDMdcfBL1bGbTe0xC-JWUd1nmbQ5YfntNbkortKNQtDID8JX7uklCHT-3V7y55oqfHM_x9yvIIonBzK9Z8RZOUfHzWmTP1HJC3lHZgEI24feuHz7ZB3EUY9_ydcnI0oho/s200/DSC_0701.JPG" width="132" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Los <i>uigures</i>, la gran mayoría de piel morena,
ojos grandes de un marrón claro y pelo castaño, a veces recordaban a los
mongoles, y su sonrisa era la propia de las etnias de Asia central. A través de
sus ojos recorrimos el mercado, nos sumergimos en callejuelas de casas de adobe
y plazas atestadas de pequeñas tiendas y puestos de carne y pilas de melones y
sandías, sombreros, dentistas, ebanistas, ceramistas, herreros y plateros que
forjaban y fundían ante tus ojos; zapateros, especias, panaderos en hornos de
barro <i>tandoori</i>; y cientos de rostros,
comiendo pipas de girasol junto a hermosas puertas de madera tachonadas en
metal. Transitamos por los edificios originales (hoy hoteles y restaurantes)
donde a finales del XIX rusos y británicos establecieron sus consulados para
vigilarse mutuamente en el escenario del “Gran Juego”, por el control de Asia
Central. Paseamos por la plaza de la mezquita Id Kah, entre fotógrafos
ambulantes y entramos en la mezquita con cuidado de no pisar los delicados
turbantes que descansan en las paredes para los fieles que van a rezar ante la
llamada a la oración. Nos perdimos por la estrechez de sus calles, anduvimos
tras su muralla acompañados de la suave música de un flautista y un timbal. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
En la colina
de los ceramistas, cerca de la muralla antigua, encontramos a Abdullah, que
había heredado su oficio de alfarero tras seis generaciones. Unas manos con
arrugas modelaban unas cerámicas toscas pero que destilaban más artesanía e
historia que cualquiera de las brillantes y coloridas de Samarcanda. Con
orgullo nos enseñó su horno y almacén, pequeñas estancias alumbradas por
frágiles haces de luz. Mientras, su familia nos ofrecía todo lo que podía
aportar su casa, y comimos un melón como el que degusta el más exquisito de los
manjares. Creo que todo el grupo compartimos la misma sensación de
hospitalidad, o al menos eso me transmitía nuestras miradas cruzadas y abiertas
sonrisas. Y fue como si la ruta abandonara de nuevo la historia para ofrecernos
realidad. Porque en la boca de quienes la viven, la realidad se convierte en
vida cotidiana que es, en definitiva, vida.<br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRfX6mrG4nXXphfOMqcNosWpkV4AfHHTavdwKzJw9F3NMyjw-LPRj6VgItOfPo0OO8c5N6FY61WWHtZC6OJFUdg9zKGdHSSHmpcTkXKFxrtbzcAR0vpQev3vhCGXAIbeFfZbGrijzpBTM/s1600/DSC_0752.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgRfX6mrG4nXXphfOMqcNosWpkV4AfHHTavdwKzJw9F3NMyjw-LPRj6VgItOfPo0OO8c5N6FY61WWHtZC6OJFUdg9zKGdHSSHmpcTkXKFxrtbzcAR0vpQev3vhCGXAIbeFfZbGrijzpBTM/s200/DSC_0752.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_GCiyJOWaKc-fjs1vGOhxWd406Xl8YgBR5BnMV6PmkQR1CSAyPhtFkzW0aif3zooCFhXHdr724PHaeATYnfznUTO3AwfIvQQfYioksqAZeCqnA3SW-jzyvEltQ3EiXuiMCWzcwjzcDHY/s1600/DSC_0756.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_GCiyJOWaKc-fjs1vGOhxWd406Xl8YgBR5BnMV6PmkQR1CSAyPhtFkzW0aif3zooCFhXHdr724PHaeATYnfznUTO3AwfIvQQfYioksqAZeCqnA3SW-jzyvEltQ3EiXuiMCWzcwjzcDHY/s200/DSC_0756.JPG" width="200" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Decidí seguir
saboreando más vida, y por la tarde me perdí en solitario por las callejuelas
de la ciudad vieja, muchas sin salida, abandonándome al placer de la sorpresa y
fotografiando arcos de piedra y entreabiertas puertas de madera, mientras los
niños jugaban conmigo a desaparecer en cada esquina. Busqué la tetería que me
recomendó Pablo, que tenía una visión excelente sobre la vida en la calle, pero
se encontraba cerrada, y me conformé con un té en la acera mientras leía,
escribía y me dejaba llevar por las voces, los rostros, los olores y las
conversaciones de la gente, acogedora y sencilla. Y el broche de oro lo puso
cenar el famoso pato lacado pequinés en un restaurante tradicional chino. No
sólo por la comida, nuestras risas atrajeron a las mesas de al lado y acabaron
regalándonos un licor local (en eso Cubi y Quique eran unos expertos, y sus <i>cuñaos</i>, una tradición ya). Al volver al
hotel, entramos en un karaoke para continuar la fiesta. Y de nuevo nos invitaron
a la celebración de un cumpleaños, cervezas, risas y tarta con velas de flor de
loto incluida. Son esos momentos en que te dejas llevar, sin importarte nada
más, y que nos unieron más como grupo a nuestra pequeña expedición.<br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPje80zoFxCs-SEc17FF4zGKmYjuYSllCUIoJkWQs_SbUjmQgazd9WXiqvLLM3VPgnPYtJTsJTjDyieVDf1lOXCDZu-9j1AbYvJPurhb5ysWkFnizTCaq-5eU_BIln0Ck90B_SyKviPhY/s1600/DSC_0773.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPje80zoFxCs-SEc17FF4zGKmYjuYSllCUIoJkWQs_SbUjmQgazd9WXiqvLLM3VPgnPYtJTsJTjDyieVDf1lOXCDZu-9j1AbYvJPurhb5ysWkFnizTCaq-5eU_BIln0Ck90B_SyKviPhY/s200/DSC_0773.JPG" width="132" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZryj888WKz27IrVpwKD94KxfEZ88jgNzwhiNM0gecn4pRuGnGRkY4lg5skNP5H_I4GUw2qel5JHFMrcZ7HFVMl6iHkBeVKY_x-qfrQyTeAVOtUD6BnbC2PB2bzCz6SZMC4cN07Y9JTYk/s1600/DSC_0783.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZryj888WKz27IrVpwKD94KxfEZ88jgNzwhiNM0gecn4pRuGnGRkY4lg5skNP5H_I4GUw2qel5JHFMrcZ7HFVMl6iHkBeVKY_x-qfrQyTeAVOtUD6BnbC2PB2bzCz6SZMC4cN07Y9JTYk/s200/DSC_0783.JPG" width="132" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Pero si te
encuentras es uno de los lugares míticos de <st1:personname productid="la Ruta" w:st="on">la Ruta</st1:personname> es obligatorio acudir a sus mercados, huella
imborrable del tiempo de las caravanas. Así que nos lanzamos camino del mercado
de animales, el más grande de Asia Central y relatado por Marco Polo. Y sigue
inalterable en su esencia tras mil años. Por la carretera era fácil observar
ruinas de muros de arcilla, que a pesar de desmoronarse, siguen sobreviviendo,
conservados hasta cierto punto por la sequedad del desierto. Pero de vez en
cuando, como pequeños oasis, encontrabas huertos con pequeñas acequias donde
crecen uvas, granada, sandías y melones. Campesinos uigures, pastores kirguises
con gorro de fieltro blanco, uzbecos con sus bonetes y vehículos de todo tipo
transportando animales. Y, en una gran explanada, cerca del río, entre
cañizales, aparece el mercado. Al aire libre, es el más famoso de Asia Central,
reuniendo a miles de personas, comerciantes de largas barbas y viejas
americanas que conservan el encanto del viejo corazón de Asia. En sus manos y
en sus rostros las arrugas delatan generaciones de intercambios. Junto a
animales de todo tipo, vacas, burros, yaks, cabras, ovejas, caballos, camellos,
…; encuentras aperos agrícolas y ganaderos, artesanos de la pasta que elaboran
fideos estirándolos en un baile hipnótico, y puestos de antigüedades donde
puedes adquirir monedas chinas perdidas por un mercader hace cientos de años,
fragmentos y vasijas de artesanía milenaria o adornos de piedras semipreciosas.
Olores, multitudes, regateos, polvo, conversaciones, miradas, todo sigue igual
que hace siglos. <br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiH-2gskLNgkssSiXj_CecdJ4rhqURvygGbKKizB4Mvxa00BavpScDEAqMCeXIQt5-caGiO5PoX1uPWxVwXlWpPHGS767hXudPIBI7AquZbNhKo2HJt8bEpRAug3MFvFFdwdOfc9AXny1I/s1600/DSC_0790.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiH-2gskLNgkssSiXj_CecdJ4rhqURvygGbKKizB4Mvxa00BavpScDEAqMCeXIQt5-caGiO5PoX1uPWxVwXlWpPHGS767hXudPIBI7AquZbNhKo2HJt8bEpRAug3MFvFFdwdOfc9AXny1I/s200/DSC_0790.JPG" width="200" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjLqH9nrDsB-RkhaewKpEXTm85PDEh1lx9DY1uAODfnabTBdSYVJdBuwIWG2oOBUn4BVyWRloSUgiF_HCbtlqQhcqfloBOBGFsKzNf28yIUgimsoKeY4ZnUMBRFZszW5WeNCW9mmuh-o3w/s1600/DSC_0793.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjLqH9nrDsB-RkhaewKpEXTm85PDEh1lx9DY1uAODfnabTBdSYVJdBuwIWG2oOBUn4BVyWRloSUgiF_HCbtlqQhcqfloBOBGFsKzNf28yIUgimsoKeY4ZnUMBRFZszW5WeNCW9mmuh-o3w/s200/DSC_0793.JPG" width="200" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjA0-8PRrQ7i3v0Cn2w_XK2PoykHnaMwNMiR8wWWxfb_Rv6dqrS8gYbFOJ-yttsu53b643VCARF0Gik3w4aBT8Amu7pqz990TgSFcXNDHZd3vfTuoZ7C1Er99uavwithrUHad-TDBOl3dw/s1600/DSC_0798.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjA0-8PRrQ7i3v0Cn2w_XK2PoykHnaMwNMiR8wWWxfb_Rv6dqrS8gYbFOJ-yttsu53b643VCARF0Gik3w4aBT8Amu7pqz990TgSFcXNDHZd3vfTuoZ7C1Er99uavwithrUHad-TDBOl3dw/s200/DSC_0798.JPG" width="132" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmQRTKCbiMZ-roe1CwFE_3Ci7PNgv36pqSGhINugIPOxhdrs4PaR5ZVplQ8yaIQRoEDzwrJ9YEiIQZMsDM0KhUX6Zt6t0YpelCwUXBIxwnbuEeQBPQ_xjulwmDXJszQmecJgTUt5JxLnk/s1600/DSC_0801.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmQRTKCbiMZ-roe1CwFE_3Ci7PNgv36pqSGhINugIPOxhdrs4PaR5ZVplQ8yaIQRoEDzwrJ9YEiIQZMsDM0KhUX6Zt6t0YpelCwUXBIxwnbuEeQBPQ_xjulwmDXJszQmecJgTUt5JxLnk/s200/DSC_0801.JPG" width="132" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
En el centro
de la ciudad, el Gran Bazar: especias, tejidos de mil y un colores en los que
se transparenta la luz, sedas, paños, lanas, especias, marquetería, orfebrería,
una muchacha de ojos verdes que te observa curiosa mientras la fotografías,
escorpiones, serpientes, caballitos de mar, cuernos…O el Bazar de las palomas,
en el que una multitud curiosa contempla el espectáculo de la exhibición de las
palomas, examinarlas, regateos, conversar, fumar. Vida, intensa, de nuevo. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdyTdMNfociO92yMiNIIJFeuvpsHwYJGhXqzXJI5pmuzBxybBjPtBPspL26On2dETgeLAtsHCv-OKhUMDgot7RCOdA5BH8NpV8L2kk9y8m2CNlZ7WIjioc6Ktv9tYZEey0CdLiPKZDtA4/s1600/DSC_0821.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdyTdMNfociO92yMiNIIJFeuvpsHwYJGhXqzXJI5pmuzBxybBjPtBPspL26On2dETgeLAtsHCv-OKhUMDgot7RCOdA5BH8NpV8L2kk9y8m2CNlZ7WIjioc6Ktv9tYZEey0CdLiPKZDtA4/s200/DSC_0821.JPG" width="200" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmaQ-n_SPrj7RqB3VVjg2bberVwIeRk4kb3FdvgF6j8qtrXxr4HPgTQlqCUQWE7rIjTZKy6T8mR6POEZdEbVg5NmQ46Cwb5U6un7GEmQAfHSPGG217uqOiPlGj__h-YoFe9XCwPbkxev0/s1600/DSC_0843.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmaQ-n_SPrj7RqB3VVjg2bberVwIeRk4kb3FdvgF6j8qtrXxr4HPgTQlqCUQWE7rIjTZKy6T8mR6POEZdEbVg5NmQ46Cwb5U6un7GEmQAfHSPGG217uqOiPlGj__h-YoFe9XCwPbkxev0/s200/DSC_0843.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizZhx6bvs-QGxAWWfbQMcQsakyG8u8kMT4izK1oy3pI-Tl6GhY4QZmTnEgXzyWu_xLzRBE-lY6MqnvHt4h-pg4OLxOCcRe1PqbIeaiWbQ3t1M4ELDYxvjGnvUdwQ0AFSML-qnTl5HdPso/s1600/DSC_0833.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEizZhx6bvs-QGxAWWfbQMcQsakyG8u8kMT4izK1oy3pI-Tl6GhY4QZmTnEgXzyWu_xLzRBE-lY6MqnvHt4h-pg4OLxOCcRe1PqbIeaiWbQ3t1M4ELDYxvjGnvUdwQ0AFSML-qnTl5HdPso/s200/DSC_0833.JPG" width="200" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
En uno de los
extremos de la ciudad, en una pequeña aldea que prácticamente ha sido absorbida
por el crecimiento urbano, descansa el Mausoleo de Abakh Hoja (un hombre santo
que gobernó la región en el s. XVII). Se trata de un lugar sagrado para los
musulmanes, y por ello recibe mucha gente, entre el turismo y el peregrinaje,
quizás también por la leyenda de <st1:personname productid="la Concubina Fragante." w:st="on">la Concubina Fragante.</st1:personname>
Se trata de una tierna historia sobre una de las concubinas, de origen uigur,
de un emperador de la dinastía Quing, quien al morir quiso ser enterrada en su
tierra de origen. De pleno carácter islámico, muy similar a las mezquitas
uzbecas e iraníes, resurge dentro de unos pequeños jardines con la originalidad
de sus florales azulejos verdes y su hermosa cúpula. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKTdZWYlFz-lEcZyLLBTPbDIx3X-37zxmF1EmA4Cyh2CnzWbrZk89k-BZKJ-kLEHCF_gR71xZGKZQANqPPCDSYdtUOEwLmRLfAQn6BP51GFGbFTLNOqHetynfCAoFW19RNbaWUjMC3534/s1600/DSC_0871.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhKTdZWYlFz-lEcZyLLBTPbDIx3X-37zxmF1EmA4Cyh2CnzWbrZk89k-BZKJ-kLEHCF_gR71xZGKZQANqPPCDSYdtUOEwLmRLfAQn6BP51GFGbFTLNOqHetynfCAoFW19RNbaWUjMC3534/s200/DSC_0871.JPG" width="200" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
En su
periferia, más allá de las montañas del Pamir, en dirección al Taklamakan (“en
él se entra, pero no se sale”), mirando se divisaba la larga, inacabable ruta.
En ese trayecto de la ruta, el único dueño era la fuerza del desierto. Pero
optamos por continuar hacia la última etapa de la ruta de la seda en China, a
160 kms de Kashgar a través de <st1:personname productid="la Karakorum Highway." w:st="on"><st1:personname productid="la Karakorum" w:st="on">la <i>Karakorum</i></st1:personname><i> Highway</i>.</st1:personname> Cerca del
paso del Khunjerab (4700 mts), centro de todos los relieves que unen y separan
Taxila de <st1:personname productid="la Ruta" w:st="on">la Ruta</st1:personname>
de <st1:personname productid="la Seda" w:st="on">la Seda</st1:personname>
(Karakorum, Himalaya e Hindu Kush), nos encaminamos al <b>Lago</b> <b>Karakul. <o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
A <st1:metricconverter productid="3800 metros" w:st="on">3800 metros</st1:metricconverter> de altitud,
es el último enclave antes del paso del Khunjerab que lleva a Pakistán. Testigos
del trayecto fueron un rebaño de camellos salvajes de dos jorobas, bactrianos,
de alta montaña y más robustos, paseando lentamente entre la arena, con las
montañas al fondo, fijando un horizonte. No había que esforzarse mucho en
imaginar el descanso de una caravana, e, inquietos, entre foto y foto,
esperamos avistar algún mercader rescatado del tiempo tras los arbustos o las pequeñas dunas creadas por
el viento.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-44_xuH0lSv2KEr5j2EFa6WlxISFUookuRPl7JOf_MravktwshGtFDFLUfCXmZAjDaJ_rsMlrZ0YzFXY2ql8DyU5w96u-zWEfOEdVWwBQN3wbDryOgr8dZET4jnHGOsk-mK51FJ0091A/s1600/DSC_0919.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-44_xuH0lSv2KEr5j2EFa6WlxISFUookuRPl7JOf_MravktwshGtFDFLUfCXmZAjDaJ_rsMlrZ0YzFXY2ql8DyU5w96u-zWEfOEdVWwBQN3wbDryOgr8dZET4jnHGOsk-mK51FJ0091A/s200/DSC_0919.JPG" width="200" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En
el lago Karakol, el marrón de las dunas dio paso a un paisaje verde y llano
flanqueado a la derecha por la gran cordillera nevada del Tien Shan. Al pie del
gran Muztag Ata (7546mts ), bordeamos el lago celestial. Un paseo tranquilo,
plagado de yaks y preciosas vistas que invitó a Susana y a mí a remojarnos los
pies al finalizar, y comer un picnic (de embutido ibérico cortesía de Elena
para entusiasmo de Pablo) ante unos vendedores ambulantes uigures, que no
cesaban de mirarnos entre la burla y las ganas de colarnos algún souvenir. <br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjviS96xRYEKcGm-bJWzJ4vhFubJI89yiypLuz-lpsnKwCACp41kc130YlaRjGbB_7gDbqwaNGVi2fCesK41jY0iX-zxw64FyTWkoLR6BpxgjaWxmwEzUh6nFAboMwfAnPpLNo5WySOKdE/s1600/Ch-PaseoPorKarakul2-SusanaAlvaro-4018.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjviS96xRYEKcGm-bJWzJ4vhFubJI89yiypLuz-lpsnKwCACp41kc130YlaRjGbB_7gDbqwaNGVi2fCesK41jY0iX-zxw64FyTWkoLR6BpxgjaWxmwEzUh6nFAboMwfAnPpLNo5WySOKdE/s200/Ch-PaseoPorKarakul2-SusanaAlvaro-4018.jpg" width="200" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
De nuevo, la
frontera con Kirguizistán y sus tramites, unos cien kilómetros de polvorienta
tierra de nadie hacia el <b>Paso de
Torugart (3752m)</b>, que separaba dos mundos diferentes, el de la civilización
china y los bazares orientales, y el de las montañas, la naturaleza y la vida
nómada.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b>KIRGUIZISTÁN</b>.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Un
país de montaña que aún no ha sido invadido por el turismo, con montañas
salvajes que se convierten en un sueño para escaladores, montañeros y
senderistas. Un país que, a diferencia de los anteriores, no parecía hablar de
si mismo en pasado, sino en presente y futuro. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El
nombre del pueblo parece venir de la palabra Kira kiz, “cuarenta mujeres”,
refiriéndose a los cuarenta clanes matriarcales nómadas que habitaban en las
montañas del sur de Siberia (y por eso 40 rayos son los que tiene el sol de la
bandera nacional). Llegaron aquí en torno al siglo X huyendo de las guerras y
en busca de pastos. A través de sus montañas se decía que las nubes transmiten
aún las llamadas de los camellos perdidos. Por eso, la denominación de las
montañas del cielo le es más que propia.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Para
servirnos de guía apareció Timur, kirguis y mezcla entre boxeador y economista,
entre ajedrecista, historiador y guía turístico. De ojos inquietos que ocultaba
bajo unas sempiternas gafas de sol, hablaba con pasión de su país, lo que me
hacía imaginarlo como un bardo <i>manaschi</i>,
los transmisores orales generación tras generación de las leyendas de su país.
De su mano, nada más cruzar la frontera, comimos un picnic cerca de un
manantial de agua ferrosa y conocimos de primera mano la amabilidad de los
kirguises a través de una familia que acampó cerca de nosotros y compartió su
almuerzo, vodka y baile.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh65vSII0ra9QR1ncz6vUDRPfdCLxDr3kvrsRIwBksA33GoAcDyDyGyCnIEvtYAQm0hHY_-5FlINZa0Y7Todq47zqDwjGd_0RbB-law3DlsMz4U08RSZpQbTIwAic_Ac2zKiZs-O88M8sc/s1600/Ky-LagoChatyrKol-Picnic-4043.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh65vSII0ra9QR1ncz6vUDRPfdCLxDr3kvrsRIwBksA33GoAcDyDyGyCnIEvtYAQm0hHY_-5FlINZa0Y7Todq47zqDwjGd_0RbB-law3DlsMz4U08RSZpQbTIwAic_Ac2zKiZs-O88M8sc/s200/Ky-LagoChatyrKol-Picnic-4043.jpg" width="150" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2t_GhWki6SFd0_KJkYBQ2K5Xj94_WODErxBAydhyphenhyphen5e1v9aejyja_-hCMl4VlTmA-aWKwaojamyFxLYuQSRkvevOrwQYXk5bmN246QHASqJD-UsxeZI4_tiXqFaesuz6uA1ZpYPmw7tPQ/s1600/DSC_0947.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2t_GhWki6SFd0_KJkYBQ2K5Xj94_WODErxBAydhyphenhyphen5e1v9aejyja_-hCMl4VlTmA-aWKwaojamyFxLYuQSRkvevOrwQYXk5bmN246QHASqJD-UsxeZI4_tiXqFaesuz6uA1ZpYPmw7tPQ/s200/DSC_0947.JPG" width="200" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Con
una enorme sonrisa dibujada en la cara, abordamos la ruta septentrional de <st1:personname productid="la Seda" w:st="on">la Seda</st1:personname> por la estepa de los
kirguises, alternativa a la tradicional por el Tarim, bordeando por el sur el
lago Chatyrkul a unos <st1:metricconverter productid="3500 metros" w:st="on">3500
metros</st1:metricconverter> de altura. Siguiendo una pista de tierras que
atraviesa pequeños valles, se llega al <i>caravanserai</i>
de <b>Tash Rabat</b>, al parecer una parada
en las caravanas que provenientes de China acababan de superar el paso de
montaña de Torugat. Datado en el s. XV (primero, probablemente, como monasterio
nestoriano en el s. X), debió ofrecer descanso ante la duras condiciones
derivadas de la altitud y el clima. Al permanecer semienterrado, ha llegado
hasta hoy bastante intacto. La construcción, toda de piedra, amurallada y de
planta rectangular, destaca por su sala central abovedada, que aún conservaba
vestigios de una arcada decorada en yeso, y salas adyacentes de descanso y
almacenaje. Dentro, la oscuridad, apenas violada por haces de luces de pequeños
ventanales, y el silencio, eran reverenciales. Si cerrabas los ojos, podías
imaginar a los mercaderes entregados al descanso sobre sus mercancías. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwlrFULZ0Qeec4kTAvQpdTHUgXDn6OSPuKUUU7PSaD0PxXxEpUgWpmihm203PgbLNilnHAg9kHxgwYV21B-j_WS8x349Xe1mK3gYnRLaKlIPqYDZkwzA2zEK1-eec1OzdlRTNFvgpCNWU/s1600/DSC_1002.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwlrFULZ0Qeec4kTAvQpdTHUgXDn6OSPuKUUU7PSaD0PxXxEpUgWpmihm203PgbLNilnHAg9kHxgwYV21B-j_WS8x349Xe1mK3gYnRLaKlIPqYDZkwzA2zEK1-eec1OzdlRTNFvgpCNWU/s320/DSC_1002.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Aún se
engrandecía más por el paisaje que lo enmarcaba, verdes praderas, caballos,
riachuelos, y entre esa naturaleza, nuestro campamento de yurtas junto al río. Un
conjunto de cuatro yurtas (los kirguíses las llaman casa gris, los kazajos casa
de fieltro, y los mongoles <i>ger</i>, que
significa hogar) serían nuestro refugio durante un par de noches. Descalzos en
su interior, sobre las alfombras de fieltro hechas a mano (<i>shyrdaks</i>), esperábamos a que las estufas de leña calentaran la
yurta y recuperarnos del aire gélido del exterior y la falta de oxigeno por la
altura. Un rápido vistazo al armazón de madera y las vistosas mantas de fieltro
que reforzaban la lona exterior dejaba entrever cómo podía ser la vida de los
nómadas. Una vida con la que quise soñar al intentar conciliar el sueño mirando
los restos de noche a través de la abertura central en lo alto del techo. <br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitvlSF4XRX6gouPQ1f9qlvSK3s98Y0dCjprANfAvGIsqIw4jkl-TbdMaqqNXGxJkxpXCTu3TtGEZ3y7hLDM-mXRORnvEMTIVqvZjIKFecSYQFqkpBqQl3bLl604hk5XnWR4NuPRTcoMkw/s1600/DSC_0983.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEitvlSF4XRX6gouPQ1f9qlvSK3s98Y0dCjprANfAvGIsqIw4jkl-TbdMaqqNXGxJkxpXCTu3TtGEZ3y7hLDM-mXRORnvEMTIVqvZjIKFecSYQFqkpBqQl3bLl604hk5XnWR4NuPRTcoMkw/s200/DSC_0983.JPG" width="132" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsivLY-AeKKNOixIKsZRZbK4CAuzha6whuetQNZKqmZOdzcw1xSfrdJFABhA-adahs-hSzwQlM-5C2ZZqn-WDLIgmwLa_BmptK1XTABkukjn1a3ZAjfrXHgIGX6pjmEbzmZqeC45Uve4o/s1600/DSC_1016.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjsivLY-AeKKNOixIKsZRZbK4CAuzha6whuetQNZKqmZOdzcw1xSfrdJFABhA-adahs-hSzwQlM-5C2ZZqn-WDLIgmwLa_BmptK1XTABkukjn1a3ZAjfrXHgIGX6pjmEbzmZqeC45Uve4o/s200/DSC_1016.JPG" width="200" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
A
la mañana siguiente madrugué para respirar y admirar el paisaje, pese al frío.
Estas montañas se estaban convirtiendo en mis palabras y aproveché para
escribir un poco mientras la vida iba despertándose. Al rato iniciamos un trekking
por las montañas que protegían el valle, hacia el Chatyr Pass, y poder avistar
el lago de mismo nombre a unos 3500 mts. La ruta sería de varias horas, así que
Quique optó por acompañarnos a caballo, y, al observarlo, con esa felicidad que
transmitía recordé el proverbio kirguís que me había dicho Timur: “<i>un kirguiz sin caballo es como un pájaro sin
alas</i>”. Frecuentemente asomaban las marmotas, curiosas, a la expectativa,
entre una abundante vegetación anegada por el agua de un riachuelo. Y con
ellas, águilas, yaks, ánades, íbices del Himalaya y nuestro cazador Cubi con
ojos avizor. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Andar
por las cercanías del campamento te ofrecía pequeñas sorpresas: un niño,
vestido de colores, que conducía con maestría su rebaño de ovejas y cabras
entre el pasto cerca del agua.; o una senderista francesa de Québec que hablaba
castellano y estudiaba kirguís y que decidió acompañarme en el paseo. Cuando
cayó la noche, la única luz era la de las estrellas. Así que, tendidos sobre
una manta kirguís, Susana, Laura, Lorena, Sofía y yo contemplamos el cielo más
estrellado que habíamos visto en nuestras vidas, contando estrellas fugaces e inventando
cuentos y leyendas. Soñando con los ojos abiertos hasta que el cansancio pudo
con nosotros.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Nos esperaban
las montañas, transitar por las montañas celestes. Por el valle <b>At Bashy</b> (cabeza de caballo), con las lecciones
de historia de Timur, alcanzando el<b>
Puerto Moldo</b>, de 3400 mts con unas vistas impresionantes; y el paso de <b>Kalmak</b> (3445m). Ascendíamos por cañones
de paredes imposibles a través de montañas que parecían no acabar nunca. <br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjF1wFzhUqY6E8nzok6N6JLzVTnRpudyFNeX1MPGAldrcRZS4yrBXJMfo9zxuBjDMLrqF-A0KKcFK6Awxug1WLfzCSI2U7Vl1oX3ivhvCe-vk1sI2Japu8UW7m_bw9AdUuKjfQGp3G0SZo/s1600/DSC_1039.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjF1wFzhUqY6E8nzok6N6JLzVTnRpudyFNeX1MPGAldrcRZS4yrBXJMfo9zxuBjDMLrqF-A0KKcFK6Awxug1WLfzCSI2U7Vl1oX3ivhvCe-vk1sI2Japu8UW7m_bw9AdUuKjfQGp3G0SZo/s200/DSC_1039.JPG" width="200" /></a> <a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNgbAnRiOZnnUTJr5kr8Zz43TgiJQl8QHufk8OUaSyTmpm2psLiJAeJTwL7j3MsiJdsu5rKqb244LMDeH2Q4P7wKk2TPeLdWIGrV5rCvLhVEv_EKcAGSXt8mPQunVi48u60c0dat97gW0/s1600/KY-Pamir-Grupo-3788.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" height="130" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNgbAnRiOZnnUTJr5kr8Zz43TgiJQl8QHufk8OUaSyTmpm2psLiJAeJTwL7j3MsiJdsu5rKqb244LMDeH2Q4P7wKk2TPeLdWIGrV5rCvLhVEv_EKcAGSXt8mPQunVi48u60c0dat97gW0/s200/KY-Pamir-Grupo-3788.jpg" width="200" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En
Naryn, tras la separación de las sierras del Tien Shan y a través de un valle de
coníferas, se asciende por una complicada pista a unos <st1:metricconverter productid="3500 metros" w:st="on">3500 metros</st1:metricconverter> de latitud
que solo se abre en los meses de verano. De repente, te sorprende una hermosa
estepa donde pastan caballos, que te conduce en un leve descenso a la ribera de
un lago azul cobalto, que se confunde con el cielo a través de las cumbres
nevadas del Tien Shan que lo rodean. Se trata del <b>lago Song-Kul</b>, el segundo más grande del país, y uno de los más
hermosos de toda Asia Central.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyUiuXeSzYaK77qxDxX7nr7rEM2odWOlz0atu1IORAsF-UWO4yb45ebilp_GagYFtxxef6qgxfwzRER_0xRsrqV4BwCZ02Ngjldx2g80vnbM5jce3kjprF7XkxgbE0vfrTKfl11lAqjZw/s1600/DSC_1050.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyUiuXeSzYaK77qxDxX7nr7rEM2odWOlz0atu1IORAsF-UWO4yb45ebilp_GagYFtxxef6qgxfwzRER_0xRsrqV4BwCZ02Ngjldx2g80vnbM5jce3kjprF7XkxgbE0vfrTKfl11lAqjZw/s200/DSC_1050.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4oZ0eRGGuGqX_2mupeiYIWlSP3LUm9xxDx8OBMFtcpVMYBcpl-0VhipW3mLQFTaq6-VkkKMjU7RDrgpaXYbsQ5OdCRWhiRn67d7t9dWK8huYKIZ3VkggjlXUd5mAZssB7cHgKbetpCgQ/s1600/DSC_1069.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4oZ0eRGGuGqX_2mupeiYIWlSP3LUm9xxDx8OBMFtcpVMYBcpl-0VhipW3mLQFTaq6-VkkKMjU7RDrgpaXYbsQ5OdCRWhiRn67d7t9dWK8huYKIZ3VkggjlXUd5mAZssB7cHgKbetpCgQ/s200/DSC_1069.JPG" width="200" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
No podía haber
mejor momento para llegar que al atardecer, cuando el lago refleja las montañas
como un espejo, y con la algarabía de decenas de niños que recogen agua dulce
de un viejo sifón. Con semejante bienvenida, nos abandonamos a su alegría y sin
darnos cuenta estábamos ayudándoles y disfrutando de sus risas. Inmediatamente,
decidimos subir a las cercanas colinas, entre prados repletos de flores de
nieve y manadas de caballos y ovejas. Quedas impresionado, en ningún momento
ves la otra orilla. Un mar entre montañas. Y mientras contemplas la puesta de
sol, uno piensa que existen nómadas kirguises que nunca han contemplado el
océano, a miles de kilómetros. Para ellos, lo más cercano al mar es esto,
sereno, tranquilo, su mar. Ahora, nuestro mar. Al bajar, no me resistí a escribir
en la puerta de la <i>yurta</i>, saboreando
el silencio y el momento de soledad. <br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhm3-RDvT8RYS_kZ7VcqDyIjGGlXiOI_yxc4St_-prnMZRm_bezHysHqbztP-FZUcmKzsz-ftkxbrAkymlDColqxWkXlW5gHd3lzXAcuxrEOHdfJQJGJL4mCbjelt4TzGPCHcqMGMfGhcA/s1600/DSC_1086.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhm3-RDvT8RYS_kZ7VcqDyIjGGlXiOI_yxc4St_-prnMZRm_bezHysHqbztP-FZUcmKzsz-ftkxbrAkymlDColqxWkXlW5gHd3lzXAcuxrEOHdfJQJGJL4mCbjelt4TzGPCHcqMGMfGhcA/s200/DSC_1086.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi44B1hCcZI382ZLZRoWrT35U_Huh59jU8FJwRMI_1j1ZMvRXhV2fspYzE0g4LcypBwbjxjiOszLdiKzxYyIdMln-H5Ws0TGdiMoVfs6ASkkvt4IoXwQXG02KlqXqLbH3XgSbJaGa21zKc/s1600/DSC_1076.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi44B1hCcZI382ZLZRoWrT35U_Huh59jU8FJwRMI_1j1ZMvRXhV2fspYzE0g4LcypBwbjxjiOszLdiKzxYyIdMln-H5Ws0TGdiMoVfs6ASkkvt4IoXwQXG02KlqXqLbH3XgSbJaGa21zKc/s200/DSC_1076.JPG" width="200" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Dormir en un
campamento de yurtas varios días, nos permitió conocer la vida diaria y las
costumbres de los kirguises. La vida no es fácil, tanto por el clima como por
la altura, pero es un modo de vida que no ha cambiado en cientos de años y es
un privilegio compartir y observar. Sus habitantes practican el nomadismo
vertical, se desplazan a finales de la primavera en busca de los pastos de
altura, con sus ganados y yurtas, al lago, para regresar a finales de verano e inicios
del otoño a sus pueblos, cuando el frío empieza a arreciar.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
A pesar de que
nos encontrábamos por encima de los tres mil metros, y que alguno ya empezaba a
sufrir de mar de altura, decidimos ascender a buscar petroglifos y visualizar
el lago en su plenitud. En el ascenso eran continuas las paradas, tanto por la
aclimatación como porque uno se queda ensimismado contemplando las montañas
reflejadas en sus tranquilas aguas. Tienes la sensación de que el cielo puede
confundirse con la tierra y el agua. El aprovechamiento de material rocoso para
grabar ha sido siempre una antigua costumbre, como demostraban las antiguas
figuras esquemáticas de íbices, asociables a cultos naturalistas. Pasear entre
estas huellas es recobrar el escenario del pasado y de su evolución en el
tiempo. Como lo es subir al Pico Moai, por encima de 3400mts y contemplar las cumbres
con nieve, mientras se acerca un pastor kirguís a caballo. A pesar de que
utilizamos a Timur para hablar con él, no le hice preguntas. Sólo era necesario
mirar sus ojos. En las arrugas de su rostro, y su escasa disposición a hablar,
sentías las inclemencias y la dureza de vivir en un clima extremo. Pero aún
así, su actitud era de una extrema amabilidad y cierta curiosidad hacia
nosotros. <br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWcyKxkiF6QkPdViWSMOiRDOgrPcwXCE8IMCWrjW-lRE_N-tvPJ1bkEN7PqaAWzXxJ4P1_o-1Af2PwVqSCg0j_cYSgtB9G4VhJtMKszZOf6m9Lhop2iqN0KTO8oERHCUI2u-bnjQYD9hw/s1600/Ky-SongKol-Alrededores2-Grupo-4196.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWcyKxkiF6QkPdViWSMOiRDOgrPcwXCE8IMCWrjW-lRE_N-tvPJ1bkEN7PqaAWzXxJ4P1_o-1Af2PwVqSCg0j_cYSgtB9G4VhJtMKszZOf6m9Lhop2iqN0KTO8oERHCUI2u-bnjQYD9hw/s200/Ky-SongKol-Alrededores2-Grupo-4196.jpg" width="200" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
No
hay experiencia nómada sin montar a caballo. Dice un proverbio kirguís que
quien no tiene un caballo, no camina. Por ello, montar a caballo fue uno de los
momentos más emotivos de la expedición. Caballos pequeños pero robustos,
resistentes a las bajas temperaturas de las montañas y las estepas. Al grito de
“chuuuuuuu”, se inició el recorrido, en el que rodeamos parte del lago, primero
en un relajado paso, para más tarde empezar a trotar e incluso galopar a través
de los prados. Cuesta mucho describir la sensación de libertad que
experimentamos bajo la cálida luz del atardecer y ante el brillo plateado del
lago. La brisa, las risas y un leve miedo inicial en alguno de nosotros fue
nuestro único lenguaje. Lo demás, quedó grabado en nuestras miradas.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWhu99H6-lfqzxofrn8vQBnlKz8Ny66wDtGz10sfwVePSeGyGhxBmlklCWC3moNrNpjCLT6ox8rdRp5eNRpBg5gQ-FE1YeW1lVrsY6gJ4tALR96pGYlwSsoWsBz-p8fZkRKWAIlwVkorg/s1600/Ky-SongKol-ExcursionCaballo2-4233.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhWhu99H6-lfqzxofrn8vQBnlKz8Ny66wDtGz10sfwVePSeGyGhxBmlklCWC3moNrNpjCLT6ox8rdRp5eNRpBg5gQ-FE1YeW1lVrsY6gJ4tALR96pGYlwSsoWsBz-p8fZkRKWAIlwVkorg/s200/Ky-SongKol-ExcursionCaballo2-4233.jpg" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzUCQGCCkn5r5THsjlJdgHDBN13dgazVEndm1QB4BOmgW_bTP81vqHyFPs6Ohlc37A7kiV89bgdVoPOOx-n2aC1eFM9fmrq596c0bFPXyOOdYwbjVtEMZ7bWnH8HqD_wjsVvtjpFF0HAc/s1600/DSC_0049.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjzUCQGCCkn5r5THsjlJdgHDBN13dgazVEndm1QB4BOmgW_bTP81vqHyFPs6Ohlc37A7kiV89bgdVoPOOx-n2aC1eFM9fmrq596c0bFPXyOOdYwbjVtEMZ7bWnH8HqD_wjsVvtjpFF0HAc/s200/DSC_0049.JPG" width="132" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Abandonamos el
lago, y tras rodear tres cuartas partes del mismo, cruzamos otro puerto, el de
Kalmyk (3200mts), para llegar a <b>Kochkor</b>,
ciudad de mercado y pueblo carretera en uno. Todavía las mujeres se dedican a
trabajar el fieltro de la forma tradicional, prensando la lana con agua
caliente, así que visitamos a una de ellas y colaboramos en elaborar el shirdak
mientras comimos comida tradicional (pilov y laghman). </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
En el camino,
las montañas no sólo nos acompañan sino que adoptan miles de formas y colores
diferentes. Y junto a ellas, los cementerios, auténticas ciudades de muertos
sobre pequeñas dunas donde solo hay tumbas y armazones de yurtas como
monumentos funerarios, cuyos perfiles se resaltaban bajo un cielo nublado.
Túmulos que recuerdan el antiguo chamanismo de los nómadas, solitarios, a
merced de la fuerza del viento, la arena y el olvido. Para un pueblo nómada,
sus raíces devienen del lugar donde están enterrados, y eso nos infundía un
gran respeto.<br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpxxZm-telbbM3p5G-IUYCzHPWC7tWt4sqnD5vfYVWFY-7J6FJQ8-m8yItcah711fufP1uB624Is9Lxh6i-gB6H9lfQfDQWNP4t9dG9CQ38SzZdxvtUCclmh26pNO1E0FSoEV_5rQZhn8/s1600/DSC_0123.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpxxZm-telbbM3p5G-IUYCzHPWC7tWt4sqnD5vfYVWFY-7J6FJQ8-m8yItcah711fufP1uB624Is9Lxh6i-gB6H9lfQfDQWNP4t9dG9CQ38SzZdxvtUCclmh26pNO1E0FSoEV_5rQZhn8/s200/DSC_0123.JPG" width="132" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Así alcanzamos
Tamga, una población que ha crecido como destino turístico a modo de ciudad
balneario, en torno a un sanatorio militar lugar de descanso de las fuerzas
aéreas soviéticas, siendo Yuri Gagarin el más conocido de los que se hospedó
allí. Allí, en el guesthouse de Luba y Sasha, pasamos buenos momentos jugando a
las cartas bajo la lluvia y las parras de uva, disfrutando de los árboles
frutales. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
De
regreso a la ruta, el paisaje te regala impresionantes cañones, modelados por
los ríos que van a desembocar al lago Issy-Kul. Sus rocas petrificadas de
arenisca de color rojizo adquieren caprichosas formas, como en la colina de <b>Jeti-Oguz</b> (“los siete toros”) o el
“Corazón partido”. Allí, entre leyendas sobre el origen de esas formaciones,
aprendes como los antiguos nómadas descubrieron que la respuesta a la
protección de sus rebaños estaba en el cielo, y por eso fueron los primeros en
adiestrar águilas reales, una de las pocas especies que se enfrenta a los
lobos, y desarrollar la cetrería. Por ello, la población local, a cambio de
dinero, te deja fotografiarte con preciosas águilas rapaces que llevan
agarradas al brazo. Y sí, Cubi, nuestro cazador, no pudo evitar hacerlo, como
no puedes dejar pasar un entorno de tal calibre sin adentrarte en él. Así que
nos pusimos en marcha para hacer un trekking en el hermoso valle de las flores
y ascender hasta <st1:personname productid="la Cascada" w:st="on">la Cascada</st1:personname>
de Jety Oguz para disfrutar de las panorámicas de abetos azules, praderas y la
alta montaña, acompañados de niños a caballo que te ofrecen su montura para
evitar el cansancio. <br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivtTqH0_BCPkkxhFj7H94jpAeUOrpiz-GKidd6QnX5kL1-wA4ZOzouX4w4yjNjuQukJt26MPyZTQeJwzdM-f1XqalKo_qn_DRArt-EuBbr2PZJ0Tpwk63uIQHtwzixL_vd7GLLbNuBVUw/s1600/DSC_0136.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivtTqH0_BCPkkxhFj7H94jpAeUOrpiz-GKidd6QnX5kL1-wA4ZOzouX4w4yjNjuQukJt26MPyZTQeJwzdM-f1XqalKo_qn_DRArt-EuBbr2PZJ0Tpwk63uIQHtwzixL_vd7GLLbNuBVUw/s200/DSC_0136.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibw6raJW7SeVNHTraO3rCkVXtEwAaON2Jtm9jJlIQOnUTu_DCpRcG8_Yh8YdzDn9HosU-3TouPcg9UcjNxoYXMmzCjLaSHn61zXieb5MftkvKsUGFVgvsAfNM9JMKerbuIJMbmianEJIM/s1600/DSC_0141.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibw6raJW7SeVNHTraO3rCkVXtEwAaON2Jtm9jJlIQOnUTu_DCpRcG8_Yh8YdzDn9HosU-3TouPcg9UcjNxoYXMmzCjLaSHn61zXieb5MftkvKsUGFVgvsAfNM9JMKerbuIJMbmianEJIM/s200/DSC_0141.JPG" width="200" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
En
la parte oriental, a los pies de la cordillera Teskey-Alatoo, entre las
cordilleras del Tien Shan y en pleno territorio nómada, se encuentra <b>KARAKOL</b>. Pequeña ciudad de casas de
madera y gran influencia rusa, también posee un porcentaje de población uigur,
emigrados de Xin Jiang un siglo antes, de ahí que uno de sus tesoros sea una
mezquita construida por chinos dunganos: asemejaba un templo oriental, con
vigas de delicadas pinturas de paisajes y coloridos aleros con dragones bajo su
tejado y con una pequeña pagoda de madera como minarete. Un reflejo más del
palimpsesto cultural que era Asia Central. Su otro tesoro es <st1:personname productid="la Iglesia" w:st="on">la Iglesia</st1:personname> ortodoxa de <st1:personname productid="la Sant■sima Trinidad" w:st="on"><st1:personname productid="la Sant■sima" w:st="on">la Santísima</st1:personname> Trinidad</st1:personname>,
catedral de hermosas cúpulas verdes totalmente construida en madera sobre
cimientos de piedra. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Desde
aquí, nos encaminamos a las estribaciones montañosas lindantes con la frontera
china, sumergiéndonos en un salvaje y verde paisaje alpino, plagado de abetos, casi
de cuento suizo. Esta nueva etapa nos permitió alcanzar el <b>Lago Issy-Kul</b> (“aguas calientes”). Rodeado de cumbres nevadas del Tien
Shan, que la protegen de los vientos fríos del norte, es uno de los lagos entre
montañas más profundos del mundo y el segundo lago de altura más grande tras el
Titicaca: 180 kms de largo y 61 de ancho. La combinación de sus playas de fina
arena dorada con un sol ardiente trajo como resultado inevitable, para los que
fuimos valientes, un baño fresquito pero reparador. Al sumergir la cabeza bajo
su azul infinito tenías presente como en sus aguas se absorbían restos de la
antigua ruta, cuando las caravanas descansaban en sus orillas tras el duro paso
de las montañas. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
El
turismo que se creó en la zona en época soviética desarrolló importantes
balnearios, como el de Cholpon Alta. Allí pudimos pasear por una zona protegida, casi como un museo al
aire libre, en el que en rocas traídas por avalanchas desde las montañas
cercanas se conserva un espectacular conjunto de petroglifos de <st1:personname productid="la Edad" w:st="on">la Edad</st1:personname> del bronce. Y, casi sin
darnos cuenta, llegamos a <b>Bishkeck</b>,
punto final de nuestro camino<b>.</b> Como
ya nos parecía costumbre, la ciudad tenía una clara fisonomía soviética,
grandes avenidas y explanadas, frondosos parques, edificios institucionales de
gris hormigón…De mano de Timur observamos como la falta de identidad se suplía
con los recientes monumentos y esculturas que paulatinamente iban sustituyendo
los emblemas comunistas por elementos del folklore e historia kirguís, con más
o menos validez histórica. Principalmente el pasado escita y la canción épica <i>Manas,</i> que se había transmitido
oralmente de generación en generación por los <i>manaschi</i> como en la tradición épica griega. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
De nuevo, la
visita a los bazares (Gran Bazar de Osh) fue lo que más nos acercó a la
población local, pero si algo guardo en mi mente fue la última noche, donde una
compañía de músicos locales interpretó, como regalo de Timur, canciones
tradicionales, en una noche fresca que olía a despedida. A través de la flauta,
el arpa de boca, el komuz (guitarra de tres cuerdas propia de la zona) y del
violín de dos cuerdas, que creó un príncipe mongol para expresar su dolor a su
caballo moribundo; y con sus voces crearon una hermosa música del espíritu de
Asia Central, que hablaba de sus amantes y sus montañas. Las mujeres no tocaban
sus instrumentos, los acariciaban y sus dedos bailaban literalmente sobre
ellos, unas veces formando pájaros y otras asemejando el viento que nos traía
su melodía. Escuchamos en silencio, ensimismados, quizás siendo conscientes de
que con esa música una nueva etapa se acababa. <br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7nUWtfnOnT5E_NkHB7F8sUodJoDxDvY0ykf4lV0ff69lTarQPf9ndrzfe7ouJiHhIwjn8BgXlpIm5SELgUrLiJzIyXGIX2zIRESXwuBVxs6BYsTLhVyGpStMhy9hv48n7vmNd0ltcrfE/s1600/UZ-Bukhara-AtardecerArq-3743.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="136" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7nUWtfnOnT5E_NkHB7F8sUodJoDxDvY0ykf4lV0ff69lTarQPf9ndrzfe7ouJiHhIwjn8BgXlpIm5SELgUrLiJzIyXGIX2zIRESXwuBVxs6BYsTLhVyGpStMhy9hv48n7vmNd0ltcrfE/s200/UZ-Bukhara-AtardecerArq-3743.jpg" width="200" /></a> <a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnCmEeHZ7DhnP88u3BjTd44aURYRQqkmz7ycPPn0PHwA2zKq0C-Z_WNOLO9GsPULMAkZvRUNdrQLVVN8kkUyE32zb85c1myfurtJ0ddqt_lsVsDyY1iIvzJD9f-Vrf5CQmsiT8qbe9pHU/s1600/CSC_0561.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnCmEeHZ7DhnP88u3BjTd44aURYRQqkmz7ycPPn0PHwA2zKq0C-Z_WNOLO9GsPULMAkZvRUNdrQLVVN8kkUyE32zb85c1myfurtJ0ddqt_lsVsDyY1iIvzJD9f-Vrf5CQmsiT8qbe9pHU/s200/CSC_0561.JPG" width="133" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Al regresar al
hotel, un grupo no quisimos, pese al cansancio, irnos a dormir. Necesitábamos
compartir más, vivir más, respirar más. Y, tras unos vodkas en los que a través
de nuestros sueños queríamos dibujar el futuro, subimos a la terraza del hotel.
Allí, los siete, un burgalés, una segoviana, dos madrileños, un turolense, una
valenciana y un alicantino-murciano, contra un amanecer común, buscando atrapar
el sueño de mantener el momento, de arrancar del tiempo nuestras ilusiones y
mantenerlas por siempre allí, en ese baile frenético en la terraza de un hotel,
bajo un cielo estrellado que se resistía a despedirnos.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><o:p> </o:p><span style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">He olvidado hasta mi nombre, del mismo modo los caminos recorridos,</span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<i>las venas abiertas de una tierra donde alguna vez habitamos.</i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<i>Índigo, lapislázuli, turquesa, así el camino atravesado en sueños,</i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<i>a veces turbulentos, otras veces quietos,</i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<i>lo importante es el camino que dejó atrás nuestro pasado.</i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<i>Corpus sin retorno a la tierra dorada,</i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<i>entre las cartografías de lugares y cielos.</i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<i>Lo importante es recordar que nuestros cuerpos son nómadas</i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<i>en rutas de viento, historias apenas hilvanadas por el débil rojo de la seda.</i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<i>Y, aunque el tiempo pase… seguiré habitando este mapa</i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<i>y aunque el tiempo pase, seguiré anocheciendo con el cielo</i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<i>Todo esto, hasta que el tiempo pase.</i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<b>Ventura.</b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Hay lugares
que se desvanecen por el peso de su propia leyenda. Y esta suma de lugares que
conforma el camino del cielo, la ruta de <st1:personname productid="la Seda" w:st="on">la Seda</st1:personname>, es uno de ellos. A pesar de que parte de su
territorio ha perdido hace tiempo su huella y su recuerdo, y que el cambio y el
avance de la modernidad puede ensombrecer el poder de los nombres míticos, cada
paso mereció la pena. A pesar de que, en ocasiones, el nacionalismo, real o
ficticio, parece querer filtrarse en la reconstrucción de países que nunca
conocieron el significado político de esa palabra, más allá de encerrarles en
fronteras sin sentido. Quizás sea esa la lección más importante de la cultura
caravanera y de Asia Central, el rechazo a la frontera o la necesidad de
traspasarla. A pesar de los intentos por amputar o manipular <st1:personname productid="la Historia" w:st="on">la Historia</st1:personname>, aquí seguía
viva, en sus gentes, en sus rostros, en las conversaciones, bazares, montañas, caminos…Una
tierra de pasado perdido y futuro incierto, un canto a la diversidad en la que es
más fácil aprender que comprender. Una ruta en la que es inevitable perderse
entre el pasado asociado al cielo y el futuro ligado a la tierra.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Sé que el
rastro de mis pasos se habrá borrado con las huellas de viajeros anónimos que,
antes y después, han recorrido el mismo camino. Lo sé, y no puedo evitar hacer
el gesto de la mano en el corazón. Cierro los ojos y siento que mi alma parece
anterior a todo aquello, veo cúpulas azul turquesa robadas al cielo, escucho el
rumor de las caravanas, el viento del desierto azotando mi rostro. Y siento que
aún me queda viaje, y caminos por andar.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<b>ÁLVARO</b></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
Álvarohttp://www.blogger.com/profile/02813136475868686659noreply@blogger.com22tag:blogger.com,1999:blog-6678624513850600142.post-32992962270124792012015-04-30T02:29:00.002+02:002015-10-27T11:12:26.922+01:00LOS ULTIMOS PERROS DE SHACKLETON<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFo049YLXIQtV8D_x0HtRrUB9aGfPlqgKdaUzK_fo1zqKbii4yL6J1ubzsAqf-TRMRCaG69Ne4PTdSm-hpfnZ4Q6ICxH34Cy3o6lPOlkrK_oZCWpfY1n5mWPhJygwVlzfDs8AydoyiMD8/s1600/CSC_0253.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFo049YLXIQtV8D_x0HtRrUB9aGfPlqgKdaUzK_fo1zqKbii4yL6J1ubzsAqf-TRMRCaG69Ne4PTdSm-hpfnZ4Q6ICxH34Cy3o6lPOlkrK_oZCWpfY1n5mWPhJygwVlzfDs8AydoyiMD8/s1600/CSC_0253.JPG" width="213" /></a></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"><o:p> </o:p></span></span><i style="text-indent: 35.4pt;"><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Helvetica;">Por diferentes motivos se marchan los hombres a
los confines abandonados del mundo. A algunos les impele solamente el afán de
aventuras, otros sienten una intensa sed de saber, los terceros obedecen a la
seductora llamada de unas voces quedas, al encanto misterioso de lo desconocido
que les aleja de los senderos rutinarios de la vida cotidiana”.</span></i><br />
<div class="MsoNormal" style="text-indent: 35.4pt;">
<i><span lang="ES-TRAD" style="font-family: Helvetica;"><o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="color: #222222; font-family: Helvetica;">Ernest Shackleton, 1901.<o:p></o:p></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-family: Helvetica;">“Dadme el invierno, dadme los perros y quedaos con todo lo demás”.<o:p></o:p></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-family: Helvetica;">R. F. Scott:<o:p></o:p></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-family: Helvetica;">No quiere renunciar. Para seguir camino<o:p></o:p></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-family: Helvetica;">acepta que la vida se refugie<o:p></o:p></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-family: Helvetica;">en una habitación que no es la suya.<o:p></o:p></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-family: Helvetica;">La luz se queda siempre detrás de una ventana.<o:p></o:p></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-family: Helvetica;">Al otro lado de la puerta<o:p></o:p></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-family: Helvetica;">suele escuchar los pasos de la noche.<o:p></o:p></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-family: Helvetica;">Sabe que le resulta necesario<o:p></o:p></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-family: Helvetica;">aprender a vivir en otra edad,<o:p></o:p></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-family: Helvetica;">en otro amor,<o:p></o:p></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-family: Helvetica;">en otro tiempo.<o:p></o:p></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-family: Helvetica;">(<i>Las razones del viajero</i> Luís García Montero)<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: Helvetica;"><br /></span>
<span style="font-family: Helvetica;">A mis compañeros de expedición, Susana, Felipe,Begoña y Carmen. </span><br />
<span style="font-family: Helvetica;">A nuestros guías, Jéremy y Griselda, auténticos <i>musher</i> </span><br />
<span style="font-family: Helvetica;">robados al tiempo.</span><br />
<span style="font-family: Helvetica;">A Moka, Kieli, Socks y Arrow, que me domesticaron </span><br />
<span style="font-family: Helvetica;">y me enseñaron a amar aún más la naturaleza.</span><br />
<span style="font-family: Helvetica;">A la memoria de Musti</span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;">¡¡Alleeeez Moka, Kieli, alleeeeez!! Cierro los ojos y aún siento el frío en mi cara, la velocidad, el ladrar de mis perros, mi reflejo en sus ojos, sus huellas sobre la nieve. Líneas sobre un mapa desconocido de soledades blancas. La luz especial del final del invierno ártico. Y nada más. Nada más salvo la taiga, los bosques y lagos helados, el silencio…<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"> Cuando el recuerdo aún tiene el color blanco, el olor a mis perros, a hoguera, a trineo, a bosque, empiezo a escribir. Y al hacerlo me doy cuenta una vez más cómo al llegar, mientras repaso mi diario de viaje, lo que contiene la maleta es lo que somos, y lo que recordamos es lo que desearíamos ser. Pero eso forma parte del viaje, y del camino.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"> Siempre sueño con el blanco. Por muchos viajes que haya hecho a las latitudes árticas, por muchos territorios que haya recorrido por el Gran Norte, siempre tengo la necesidad de volver, de descubrir rincones, de andar por caminos que nunca pensé que podría alcanzar. Gran viaje o pequeño viaje, lo importante es el espíritu nómada y la necesidad de sentir el silencio blanco. Y no necesito una excusa, tan solo una oportunidad.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"> Y la oportunidad vino de mi familia de Alaska y los compañeros de Tierras Polares y Norwide. Familia, sí, porque eso supone para mí Felipe, Begoña y Susana tras tantas experiencias juntos. Ellos me tendieron la mano para formar, junto a nuestra montañera Carmen, la nueva expedición al blanco. Poco sabía sobre lo que me esperaba, sólo el lugar, el círculo polar finlandés; y el medio, la conducción autónoma de un trineo de perros. Pero donde termina el conocimiento, empieza la imaginación.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"> No necesitaba nada más. El recuerdo, en mi infancia, de lugares sin mapa, sin tiempos, de auroras boreales y caminos helados, de taiga y ecos de la llamada de la naturaleza que cantaron Jack London o David Crockett, hizo el resto. Sentir la naturaleza como lo hicieron los viajeros árticos y antárticos del siglo pasado. Alcanzar, recordar un mundo en el que una vez creí. Recordar a Amundsen, a Peary, a Shackleton.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;">Shackleton: Ben Clark, un enorme poeta del que tomé el título que da nombre a esta narración, lo define como un ser enamorado, un desastre sentimental que en su sueño de cruzar <st1:personname productid="la Ant£rtida" w:st="on">la Antártida</st1:personname> de punta a punta a través del polo quiso unir por unir, un mar y otro mar, conectados por el sencillo deseo de la propia unión, mientras el <i>Endurance</i> se aplastaba poco a poco en el hielo. Y para ello, para vivir en un lugar incompatible con la vida, decidió, como hizo Amundsen en la carrera al Polo Sur, llevar decenas de perros, como parte del sueño, a pesar de su trágico destino. Shackleton, cuyo legado sería hacernos entender que las fuerzas hostiles del mundo pueden ser domadas, que no hay más que enfrentarse a las olas, plantarle cara al viento, que el frío es una palabra muy pequeña en casi todos los idiomas, pero el amor y los sueños, en cambio, no entienden de distancias ni de rumbos, ni los planes sirven para nada.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;">Como Ben, como Shackleton, no quería renunciar al espacio del sueño. Y me lancé a la aventura, al sueño del trineo de perros, de la expedición en la taiga ártica, sin planes y sin distancias. Con la necesidad de recordarme que es necesario atravesar las fronteras de nuestra razón, todo eso que somos y no cabe en lo real. Con la necesidad de recordarme algo que se nos olvida a menudo, que hay algo que debemos saber hacer: vivir. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;">Así que abrí maletas para alcanzar coordenadas del círculo polar ártico, hacia parques naturales que no conocen fronteras políticas, hacia <st1:personname productid="la Laponia" w:st="on">la Laponia</st1:personname> de los Sami, hacia la frontera rusofinlandesa. Nos esperaba una de las reservas naturales más salvajes y exóticas del planeta, y no podía evitar imaginar en mi mente, cada noche, esta tierra de frontera para el hombre: la <i>Terra Ultima, </i>la mítica <i>Thule</i>, como se denominaba en la antigüedad las frías tierras del Norte, donde el mundo se acababa. No podía evitar recordar cómo pasaron por allí los viajes de exploración en busca de nuevas rutas y de los pasos noreste y noroeste. Cómo, desde que se tiene memoria, hace más de cuatro mil años, sus gentes ya utilizaban trineos, amaestraban perros y eran grandes cazadores respetuosos con la naturaleza<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"> Y con ese pensamiento, Susana, Felipe, Begoña, Carmen y yo, nos vimos atrapados por el viento del norte, volando hacia Kuusamo. Ya en el vuelo contemplamos enormes extensiones blancas, rotas por ríos, lagos helados o bosques de coníferas. Eso excitó aún más nuestras ganas de aventura. Y las bajas temperaturas al salir del avión no hicieron más que aumentarlas. Además, estábamos rodeados por un grupo numeroso de expedicionarios que parecía convertir a Kuusamo en territorio fronterizo con lo salvaje. Allí nos esperaba el equipo de Norwide para trasladarnos al parque natural de Hossa (en el idioma sami <i>Huossa </i>significa “un lugar lejano, salvaje”), al norte de Kainuu, durante más de una hora en coche, rodeados por un relieve de origen glaciar y lacustre. Este sería nuestro punto de partida. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgdG30tDuNIvGQaCK4TqD6Mpx1bkrlSCwC5sswt2YMu8gPsnPnlqdgMi-ywafdlAJlJU3DiaJ5NjolVJMAuhIMgpytAEaUYirBJ5e7GU0xH0gPaJz2RPGWUq_jZaZj4cx3mi33kAex6JAQ/s1600/DSC_0108.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgdG30tDuNIvGQaCK4TqD6Mpx1bkrlSCwC5sswt2YMu8gPsnPnlqdgMi-ywafdlAJlJU3DiaJ5NjolVJMAuhIMgpytAEaUYirBJ5e7GU0xH0gPaJz2RPGWUq_jZaZj4cx3mi33kAex6JAQ/s1600/DSC_0108.JPG" width="320" /></span></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><o:p><br /></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="color: #222222;"> </span><span style="color: #222222;">A uno le cuesta imaginar que en medio de la nada, entre grandes extensiones de un paisaje blanco infinito, tan sólo alterado por una carretera secundaria que intenta no ser engullida por la nieve, existan instalaciones como las del centro base de Norwide. A las puertas del parque, a cien kilómetros de cualquier núcleo de hábitat, encuentras un pequeño hotel, con su bar restaurante (epicentro de la vida social en muchos kilómetros a la redonda, como pudimos comprobar), sauna, cabañas, motonieves, gasolinera…Tras instalarnos en una cabaña (</span><i style="color: #222222;">mökkit</i><span style="color: #222222;">) al pie de un lago helado conocimos a Jéremy, un joven francés que sería nuestro guía (y, con el tiempo, un gran amigo) para la expedición. Él nos informó en líneas generales del itinerario, de las condiciones, de las instrucciones para el día siguiente de iniciación con el trineo…Con el corazón exaltado fue muy difícil dormir, a pesar del cansancio, así que Susana y yo aprovechamos para compartir experiencias, sueños, y mirarnos hasta la madrugada felices del reencuentro y de la aventura que nos esperaba.</span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;">Cuando abrimos los ojos a primera hora ya descubrimos cómo esta región remota guardaba el secreto del silencio. Se dice de los finlandeses que viven el silencio como ningún otro pueblo de Europa, y pudimos dar fe. Y más teniendo en cuenta lo escandalosos que somos para hablar la mayoría de los españoles. Al abrir la puerta de la cabaña, un hermoso manto blanco lo cubría todo. Aquí, durante el invierno, los árboles se cubren de hielo y nieve adoptando formas caprichosas, cual gigantes que cuidaran el norte de <st1:personname productid="la Tierra" w:st="on">la Tierra</st1:personname>: los Centinelas del Ártico. Por las bajísimas temperaturas todo se hiela de una forma que en la blancura infinita nada parece existir. Pero los árboles no han muerto, sino que permanecen en pie a la espera del verano, cuando nuevamente volverán a reverdecer. Y por esa blancura fuimos dibujando nuestros pasos, con cuidado de no caer, en busca de nuestra equipación.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"> Para sobrellevar la expedición en condiciones nos facilitaron ropa adecuada a bajas temperaturas y nieve con la que complementar la nuestra: una parka/anorak que nos venía enorme pero que era una bendición los días de frío y ventisca; unas botas dobles (tipo Sorel, con un botín interior de forro polar) que debían ser de una talla más, con el objetivo de que entraran sin problema dos pares de calcetines y sobrara espacio para que bailara un poco amortiguando en las actividades (y así se pudiera generar la cámara de aire que debía proteger nuestros pies); unas manoplas dobles con la misma filosofía, para ponerlas encima de nuestros guantes finos; y dos petates impermeables para colocar toda nuestra ropa y pertenencias que llevaríamos en el trineo.</span><br />
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div style="text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfy_lh5nML0nOnoy4wCGKz3LeSxdMc_9GCsWzb-MniqgNwid4CcZsVViN8l8U6rwZYPV5mxasBpYLBqxm0EzVzvdCctM1D_n2fOQkVbIHl01oBUfX5MkzWgcyWhGk6STZHQeMrUL3agVc/s1600/IMG_0387.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em; text-align: center;"><img border="0" height="111" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjfy_lh5nML0nOnoy4wCGKz3LeSxdMc_9GCsWzb-MniqgNwid4CcZsVViN8l8U6rwZYPV5mxasBpYLBqxm0EzVzvdCctM1D_n2fOQkVbIHl01oBUfX5MkzWgcyWhGk6STZHQeMrUL3agVc/s1600/IMG_0387.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVLOG-r_1tVX7CEq2jr-TZOdIYGesfHSQHiUKIzp4iZsxiTf-doPOk-UX0jxw3tCUBXX9qoGJ36p0wznK8TDGt1L3TbdcIM90wnJ5a3oIPS2lANc8m4OY_FAmoS6h0NDZ2RGGo1qwCm8E/s1600/IMG-20150330-WA0005.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; display: inline !important; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; text-align: left;"><img border="0" height="112" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVLOG-r_1tVX7CEq2jr-TZOdIYGesfHSQHiUKIzp4iZsxiTf-doPOk-UX0jxw3tCUBXX9qoGJ36p0wznK8TDGt1L3TbdcIM90wnJ5a3oIPS2lANc8m4OY_FAmoS6h0NDZ2RGGo1qwCm8E/s1600/IMG-20150330-WA0005.jpg" width="200" /></a></div>
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span>
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span>
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"> Ya preparados nos dirigimos hacia la granja de perros, a una media hora de trayecto. Norwide es un centro que alberga una granja de perros para actividades en la nieve, preciosos ejemplares de husky, alaskan malamute, samoyedo, groenlandés y seppala siberiano. Reciben la mejor de las atenciones y eso se ve en sus ojos, en la complicidad con quienes están con ellos en su día a día. Y eso es gracias a un fantástico equipo del que formaban parte Jeremy, nuestro guía, y Griselda, su ayudante. Ambos estaban esperándonos para darnos unas sencillas instrucciones que se resumían en una: nunca quites el pie del freno cuando el trineo esté parado a menos que hayas puesto el ancla (</span><span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-weight: bold;">un gancho de acero unido al trineo por una fuerte cuerda y que al clavarse en la nieve o el hielo permite mantener el trineo firme y quieto)</span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;">. Si se te olvidaba, no había mayor problema, una sola vez que se te escapara el trineo y acabaras rodando por la nieve serviría para que no volvieras a olvidarla. Son perros que llevan en sus genes esa necesidad de tirar y cuando no notan un freno que se lo impida, no se detienen.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;">En general, cada <i>musher</i> (la persona que dirige el trineo) establece las órdenes según su idioma o de donde provino el aprendizaje de sus perros. De ahí que los míos respondieran antes al francés que al castellano. Lo fundamental era que fueran órdenes cortas y sonantes, y sobre todo, que siempre fueran las mismas (<i>avant, allez</i>, para adelante: <i>whoa</i>, para frenar; <i>gauche y droit</i> para izquierda y derecha, etc.). Y, sobre todo, poner y quitar los arneses, colocar el tiro, y el nudo para fijar el trineo a un árbol y evitar que los perros se escapen al descansar. También aprendimos diversas señas<b> </b>con las<b> </b>manos<b> </b>que nuestro guía podría identificar a lo lejos, para darle aviso de si todo iba bien, necesitábamos ayuda o había que parar por algo en especial. En ese punto, al mirarnos las caras, todos notábamos como se nos encogía el estómago de los nervios, y una pizca de miedo. Pero no importaba, estábamos ansiosos por comenzar y conocer nuestro tiro.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"> Nos entregaron una tarjeta de asignación con el nombre y posición de nuestros perros, para que los localizáramos y memorizáramos su lugar, fundamental, en el tiro. Y, entre el nerviosismo y la excitación de más de un centenar de perros ansiosos por correr, fue el momento en que conocí a quienes me darían todo en esta expedición: Moka, Kieli, Socks y Arrow. Y casi sin darnos cuenta, con la ayuda de los monitores de la granja, salimos para una ruta de iniciación de 25 kilómetros.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-weight: bold;"> Era el último, y de mi boca apenas salió una sílaba para indicar adelante. No hubo tiempo, tan sólo un clamor de ladridos que acompañó el movimiento de mis cuatro perros que saltaban en su arnés y salieron disparados. La sacudida me arqueó, tensó todo mi cuerpo, y un estremecimiento corrió por mi espalda, mis piernas, hasta los pies, que intentaban aferrarse a los dos patines del trineo. A punto estuve de caer. Una vez en marcha, dejaron de ladrar para concentrarse en el tiro. Velocidad, nervios, pasmo, adrenalina, descontrol, emoción, miedo, alegría, aventura…</span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;">No existe una sensación comparable a internarse en la naturaleza salvaje de la taiga conduciendo un trineo de perros. Mientras los animales se desplazaban sólo escuchaba su jadeo, el sonido de sus pasos y el roce con la nieve helada. A nuestro alrededor, la inmensidad blanca. Viajando en el tiempo, nos sentíamos personajes de Jack London. Y la naturaleza acompañaba: Hossa nos regalaba un territorio ilimitado de lagos, ríos, cañones y bosques salvajes de coníferas. Y con más osos pardos (Karhu) que seres humanos!<o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"> Pero uno no podía relajarse mucho tiempo con ese tipo de pensamientos. Tras media hora de trayecto, en una curva pronunciada en zona boscosa, volqué y di de bruces con la nieve. La rapidez y fuerza de mi tiro (nunca me dieron tregua) hizo que llevara a la práctica lo que se iba a explicar en teoría y ejemplo unas horas más tarde: ¡¡cómo correr y recuperar tu trineo tras una caída!! Y lo logré con la ayuda de Bego, a quien seguía en este día de iniciación, y que unas decenas de metros delante consiguió atraparlo. Tras los nervios y el miedo a perderlo, la sensación del pequeño triunfo fue plena. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"> El paisaje era hermoso: taiga blanca, abedules, píceas, pino silvestre…, todo un cinturón de coníferas que abrazaba la tierra, y hasta un urogallo que nos alteró sobremanera a los perros. Estábamos en latitudes boreales y en estas tierras del norte, las señales de tráfico, aisladas, iban dirigidas a indicar el peligro de atropellar un reno o a la circulación de trineos de perros, algo que te hacía tomar consciencia de lo salvaje de su naturaleza. Y aquí pusimos en práctica todo lo aprendido unas horas antes, básicamente no caerse. Junto a los lagos era más cómodo, solamente tenías que controlar la velocidad; pero en las zonas boscosas todo se complicaba, había que utilizar la técnica (esquivar árboles, saltos, curvas cerradas, cuestas, descensos de un gran desnivel). La rapidez de mi tiro me puso a prueba en cada momento. <o:p></o:p></span><br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDozZ-uAiwlDLgH6bl0K7LT_vAfDw5UbumwjCmezwDIkmNthISBuTk_yqgAqIRDjHklVrUVmyffeANZPkwMBpvH9obawWnS3aFzv6SCn_mDCLhDJxEH0Gjv_f8YAsLOyaDeDdRPIN4kAI/s1600/10168075_288714841291538_1590244093_n.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDozZ-uAiwlDLgH6bl0K7LT_vAfDw5UbumwjCmezwDIkmNthISBuTk_yqgAqIRDjHklVrUVmyffeANZPkwMBpvH9obawWnS3aFzv6SCn_mDCLhDJxEH0Gjv_f8YAsLOyaDeDdRPIN4kAI/s1600/10168075_288714841291538_1590244093_n.jpg" width="133" /></a></div>
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<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"> Hacia el mediodía hicimos una parada larga para que los perros pudieran descansar, y nosotros comer. Tras atar el trineo a un árbol, inspeccionamos a los perros a la vez que les hablábamos con palabras cariñosas y acariciábamos. Y empezamos a conocer a Jéremy: mientras cortaba leña, encendía con manos expertas una hoguera perfecta, calentaba la comida y fabricaba agua en una tetera a partir de nieve derretida, nos hablaba de su vida como quien tiene un árbol en el camino. Gracias a él conocimos las <i>kuksas, </i>unas tazas talladas en madera procedente de los nudos de los troncos de abedul, con dos agujeros en el mango para introducir los dedos y no quemarte cuando te servías directamente de la tetera depositada sobre el fuego; y los cuchillos de campo lapones, con mangos en madera o asta de reno, muy útiles para astillar la madera a la hora de hacer hogueras o para arreglar la cuerda del tiro. El fuego nacía y crecía, como desafiando a la tierra nevada, y, sentados a su alrededor, comimos y reímos. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"> Una vez renaudada la marcha, fuimos adquiriendo cada vez más confianza con nuestro equipo de perros y seguimos con las prácticas: colocar el ancla, los nudos para atar, el rescate de trineos…Durante el regreso noté que mi tiro, tan alocado y veloz en cada momento, empezaba a aminorar la marcha en un trote lento. Me preocupé, pensando que se habían dañado alguna pata o que tenían algún problema, pero la explicación era mucho más sencilla, tal y como me dijo Jéremy: ¡¡no querían regresar!!!. Tras llegar a la granja, nos enseñaron una rutina que muy pronto nos sería familiar: quitar los arneses, colocar a los perros en su lugar de descanso, arreglar el trineo y dejarlo preparado para la mañana siguiente. <o:p></o:p></span><br />
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<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkTGxiIxnmoZtuV1fRUIJ25jazZ5ZhBmjn5xxE6xVl_BuH173pSN31Ogs5H90iI-6u7tJDhonMddwwttn4UbIzochcrQdKKa_2_dh94QV-Bdp2atYSnOzUm6N9TF0hGSXqjtXAirZ038M/s1600/IMG_0398.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; display: inline !important; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em; text-align: justify;"><img border="0" height="111" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkTGxiIxnmoZtuV1fRUIJ25jazZ5ZhBmjn5xxE6xVl_BuH173pSN31Ogs5H90iI-6u7tJDhonMddwwttn4UbIzochcrQdKKa_2_dh94QV-Bdp2atYSnOzUm6N9TF0hGSXqjtXAirZ038M/s1600/IMG_0398.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiEyQSFEIZQIkMC2mCGQKmG-RcLE5WpT8PyGWETUad5f_UR7rO6z8EIfKvYfQPKm78C4rCqDGnlQip2j01vuAlMwv6iASHhvObVQdqm65zJvslxZgqanIAT10HcG3uFq3c5L3Z74mZ9Ygg/s1600/IMG_0392.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="111" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiEyQSFEIZQIkMC2mCGQKmG-RcLE5WpT8PyGWETUad5f_UR7rO6z8EIfKvYfQPKm78C4rCqDGnlQip2j01vuAlMwv6iASHhvObVQdqm65zJvslxZgqanIAT10HcG3uFq3c5L3Z74mZ9Ygg/s1600/IMG_0392.JPG" width="200" /></a> </div>
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<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"> </span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: left;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"> Nuestra última noche en la base de Norwide antes de la expedición nos reservaba una sorpresa. Jéremy nos había aconsejado que fuéramos a la sauna para relajarnos ante la tensión del primer día, y allí que nos dirigimos. </span><span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;">La sauna es una parte tan importante de la cultura finlandesa que no se puede comparar con ninguna otra cosa. Durante siglos, ha sido un lugar para la limpieza física y espiritual, para desnudarse en todos los sentidos de la palabra. Aprovechamos para </span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;">comentar las primeras sensaciones que habíamos tenido sobre el trineo, con ilusión por empezar la expedición, pero en la sauna coincidimos con un grupo de jóvenes que participaban en una carrera sobre la nieve y que se lanzaron a bañarse en el lago helado frente la sauna, al que se accedía a través de un camino en la nieve de unos veinte metros que se dirigía a un agujero con una pequeña escalerilla. No podíamos creerlo, la temperatura exterior rondaba las diez grados bajo cero; pero no podíamos dejar pasar la oportunidad, y picándonos los unos a los otros acabamos en el agujero, cabeza incluida. A pesar de que entrar en el agua costó algo más que coraje, la conmoción inicial pasó pronto y en tierra firme la circulación hacía sus deberes y el cuerpo empezó a calentarse. Fue el contrapunto ideal al vapor de la sauna y nos hizo sentir más valientes de lo que éramos.</span></div>
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<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"><br /></span></span>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrzbvk2cOXyn9OSdtBxC81rivLjzEbqxl7YZlDKxVGTxqI1JNe-BUWS0R0ofKLLRPX-fw-uumCvnY7VDpO0kCjmExp69pK-zri4Homi-gWxSSLSzwATdjEgL5JkKPFJRTWM_s6T8MKJz4/s1600/P1010064.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjrzbvk2cOXyn9OSdtBxC81rivLjzEbqxl7YZlDKxVGTxqI1JNe-BUWS0R0ofKLLRPX-fw-uumCvnY7VDpO0kCjmExp69pK-zri4Homi-gWxSSLSzwATdjEgL5JkKPFJRTWM_s6T8MKJz4/s1600/P1010064.JPG" width="200" /></a></div>
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<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"> Tras cenar abundantemente y un sueño reparador, nos esperaba el inicio de la expedición. Partíamos de Leveanköski. Lo del día anterior había sido una prueba, ahora empezaba el verdadero desafío: una semana lejos de la civilización en el camino blanco del norte. Íbamos a recorrer entre 30 y 40 kilómetros diarios a través de una taiga que respiraba solitaria. Su nieve, su viento y su cielo no necesitaban del hombre, pero esperábamos que nos recibiera, tolerante, como exploradores, también solitarios, que acudíamos a su encuentro. A mi mente acudían las palabras de Shackleton, que justo cien años antes escribía: “<i>los únicos que permanecen indiferentes a todo esto son nuestros perros. Parecen insensibles al frío, se mueven indiferentes sobre el hielo y son capaces de dormir tranquilamente bajo la más fuerte de las ventiscas. Simplemente se hacen un ovillo y desaparecen bajo la nieve que se va acumulando sobre ellos,…, es esa capa de nieve que les cubre la que les aísla del viento</i>”. (8 abril 1915).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"> Pero al llegar a mi trineo con mis dos petates, no los encontré indiferentes. A la excitación de los perros había que unir los nervios de mis compañeros, el ser novato (ya no recordaba ni cómo poner el arnés), colocar el ancla, la cuerda… El entusiasmo de los perros por la salida era tal que terminaron todos aunados en un solo aullido que ahogó mi propio grito. Con las piernas firmes sobre los patines y agarrando con fuerza el pasamanos, sentí la velocidad y el frío golpeando mi rostro. La carrera inicial siempre fue frenética, los perros tenían que agotar la excitación, pero cuando el trineo se estabilizaba, entraban en un silencio hipnótico tan sólo interrumpido por sus jadeos y el sonido del patín al cruzar un lago helado o rozar las enormes extensiones de nieve. Un sonido que difícilmente se olvida. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"> Ser <i>musher </i>no es sencillo. Uno aprende rápido que para intentar serlo es fundamental el amor, la paciencia y el respeto por tus perros; y cuando la expedición es de muchos días descubres que el vínculo que une a un conductor con su tiro es para siempre. Es algo que los perros entienden desde el principio, y uno mismo no tarda en descubrir: </span><span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-weight: bold;">hombre y animal juntos en un solo y armónico movimiento. Ellos dependen de ti y tú de ellos, un equipo. Una actividad que aún conserva el misterio de esa primitiva unión que nació hace miles de años. Y los observo, para aprender de ellos, para conocerlos, para que me conozcan. Moka, fino, esbelto. Kieli, con su oreja derecha partida, más independiente (quizás porque le faltaba media lengua desde pequeño, de ahí su nombre, Kieli lengua). Ellos, en cabeza, no parecen los clásicos perros de tiro por su tamaño, pero son inteligentes, sobre todo Moka, un líder nato, que encuentra el camino sin titubear, reacciona ante un obstáculo, y siempre centra en la pista a Kieli, que parece aprender el oficio de perro de cabeza. Socks y Arrow, sin embargo, dada su fisonomía fuerte, robusta, si responden al estereotipo de perro de trineo. Son los que realizan más fuerza, rompiendo la inercia del trineo, mis <i>wheel dog’s</i>. Y es hermoso ver cómo en pocos kilómetros van reaccionando a mis órdenes de dirección: alliez, whoaaaa, muy bien…<o:p></o:p></span></span><br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWh2jOlftrUsl_aH2lKBdXF6T0bSry8mg9D5EmOfFugNyYIyP1QBz_7CsO7Wd0ta2ea_fZfyTjeqhyphenhyphenjFZ7_VdGGsywBXoIFo14YZDu9wtuIVo273LdR4IRCUCr3p-TcWhRF4JkYnrbK-w/s1600/DSC_0016.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgWh2jOlftrUsl_aH2lKBdXF6T0bSry8mg9D5EmOfFugNyYIyP1QBz_7CsO7Wd0ta2ea_fZfyTjeqhyphenhyphenjFZ7_VdGGsywBXoIFo14YZDu9wtuIVo273LdR4IRCUCr3p-TcWhRF4JkYnrbK-w/s1600/DSC_0016.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjbfHcNpQG8M1D-KCEi3b08yDLFNRfgnSzKpzQKRBkBowRrzWIyMXqjKmeHs1m9vjPxh6XCImQmlfQEsa59zldKSxF0MqtlRKxlL0eiGw0uG0fO4eVXMZD2GlTx0StUajwkJKkmw-UjadA/s1600/DSC_0018.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjbfHcNpQG8M1D-KCEi3b08yDLFNRfgnSzKpzQKRBkBowRrzWIyMXqjKmeHs1m9vjPxh6XCImQmlfQEsa59zldKSxF0MqtlRKxlL0eiGw0uG0fO4eVXMZD2GlTx0StUajwkJKkmw-UjadA/s1600/DSC_0018.JPG" width="132" /></a></div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgAQVfdXz7UKhMXQm_aJp9sqnRA85zY7oGCniW9gs8HD0aAXGI6G6hpq-13IOIbWe7Z77itGqBsprTlOAZRJsc5w5hQcMqK1lyGo7TinBi4PmXY0gd6IT13JiOIMbJAwt6RxkiSxDLgiU4/s1600/DSC_0057.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgAQVfdXz7UKhMXQm_aJp9sqnRA85zY7oGCniW9gs8HD0aAXGI6G6hpq-13IOIbWe7Z77itGqBsprTlOAZRJsc5w5hQcMqK1lyGo7TinBi4PmXY0gd6IT13JiOIMbJAwt6RxkiSxDLgiU4/s1600/DSC_0057.JPG" width="200" /></a></div>
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<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"> Pronto la realidad te hace centrarte en las dificultades. Susana cae y se lleva un pequeño susto en el coxis que la deja dolorida, pero las atenciones de Begoña y Felipe salvan la situación. La travesía, en ocasiones, era relajada, alcanzabas rápidamente al compañero, con paradas frecuentes, pudiendo tener alguna breve charla, admirar el paisaje y sentir la taiga; pero en otros momentos, sobre todo por la fuerza y rapidez de mi tiro, tenía que estar plenamente concentrado, anticipándome a los perros en las curvas y las zonas técnicas y así poder evitar la caída y la posible y fatídica pérdida del trineo. Pocas veces pude relajarme hasta el punto de sacar la cámara de fotos. Pero para eso estaban las paradas para comer, como en Soidensuo, dónde las hogueras de Jéremy y las comidas preparadas por las cocineras de la base (esas hamburguesas, salchichas, pasteles de atún y verduras; y los inolvidables postres de canela) nos proporcionaron la energía suficiente para seguir. <o:p></o:p></span><br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7OefBzS-V8BoBCoL75DUJdaLzz4Ndc8JHcC_zkveUcwtal9bf0cAmcS4gaxDKhB-AC4AjSA4kkBbwkLVhzItGoOO9Ki44tRyXhs3Rd5Z6pmvmtIWOh409OF8Y13Gy5O2PlIjrFgfLUno/s1600/P1010053.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj7OefBzS-V8BoBCoL75DUJdaLzz4Ndc8JHcC_zkveUcwtal9bf0cAmcS4gaxDKhB-AC4AjSA4kkBbwkLVhzItGoOO9Ki44tRyXhs3Rd5Z6pmvmtIWOh409OF8Y13Gy5O2PlIjrFgfLUno/s1600/P1010053.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0FxpJoEbmVDVBTKczxCUDVoCdnpGCydt9xMxvlwLN-Bjp7OvV4M4yocY6XZcHovWVvgpFmws08AwdeA__uFNsF4Pez9_HgNoULx0Re8-3llGfEfPJAhuX0C4n8uvirXOyksP3LwF5jKk/s1600/DSC_0294.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg0FxpJoEbmVDVBTKczxCUDVoCdnpGCydt9xMxvlwLN-Bjp7OvV4M4yocY6XZcHovWVvgpFmws08AwdeA__uFNsF4Pez9_HgNoULx0Re8-3llGfEfPJAhuX0C4n8uvirXOyksP3LwF5jKk/s1600/DSC_0294.JPG" width="132" /></a></div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi45kjMfz7V6zyMd_jA7U4WoLF38JuYNH-xHgaU5KrC-6S2FjtPJMvf8lstzsI3GRheMxwjQejEvRRNEHE1ZVFs34kXWEwwDKfPPI2d44F6u7pvNoQxNwegzkSLJa73ap17SvY0PxCJg4M/s1600/IMG_5229.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi45kjMfz7V6zyMd_jA7U4WoLF38JuYNH-xHgaU5KrC-6S2FjtPJMvf8lstzsI3GRheMxwjQejEvRRNEHE1ZVFs34kXWEwwDKfPPI2d44F6u7pvNoQxNwegzkSLJa73ap17SvY0PxCJg4M/s1600/IMG_5229.jpg" width="200" /></a></div>
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</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"> Este día nos reservó una fuerte nevisca, y los copos de nieve pronto nos cegaron. En mis gafas se creó una fina cortina de hielo originada por mi aliento, el mismo aliento que impulsaba a correr a mis perros por la misma nieve que les vio nacer. Fue precisamente esa dureza del tiempo la que nos hizo recuperar una libertad tan antigua como el mundo. Donde miraras sólo veías una extensión infinita blanca que aparecía barrida por una versión ligera de <i>blizzard</i>, el viento blanco, que en su rango más fuerte abre caminos y los cierra, ciega y ensordece, ya que mientras sopla el viento nada más es audible. Como dice la tradición inuit, la nieve comparte con el viento la capacidad fabulosa de ser y no ser al mismo tiempo, de deshacerse en pocos segundos. Y sobre esta nieve infinita, que recogía en su regazo los copos del cielo, reconocíamos los caminos que durante miles de años abrieron y recorrieron manadas de caribúes, renos, osos y hombres. Caminos sobre los que ahora avanzábamos. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"> La pista, al abrigo de un pequeño cañón, nos conducía cerca de la frontera fino-rusa, en plena tierra de nadie. A pesar de que el vaho de escarcha de nuestra respiración y los copos de nieve seguían cegándonos, decidimos parar justo en la frontera para inmortalizar el momento en fotografías. Aquí, quizás por el tiempo adverso, aún se podía sentir las huellas de la guerra, en el silencio y la melancolía de esa tierra de nadie. <o:p></o:p></span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwX88N9JN4odYvapTIDKSlobNgpbjYOJw1grpWJO6ee1KWW7DvHChRzlCvfbk2uWAy8pTcS86qViuaH2Qo2aF8LGyrjHhdFrIBGgT4aZPGBeCMgbx8HeZig6fcE-rg57OTMc6tA9zKwfI/s1600/DSC_0074.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiwX88N9JN4odYvapTIDKSlobNgpbjYOJw1grpWJO6ee1KWW7DvHChRzlCvfbk2uWAy8pTcS86qViuaH2Qo2aF8LGyrjHhdFrIBGgT4aZPGBeCMgbx8HeZig6fcE-rg57OTMc6tA9zKwfI/s1600/DSC_0074.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjC3Keu9gKvWfQSz3OfFv2_6efh8T9r983XkrIkk_7obGNrAJ-8oUaTB6ihNubmmq8V2j2ER8lrhUOeGmi_JBJ4wsySubAp5nB2N7uSFWEi9VD5dB_IC-9Js_wKjUgIob6rUxSQSR6Q4XQ/s1600/IMG_5490.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjC3Keu9gKvWfQSz3OfFv2_6efh8T9r983XkrIkk_7obGNrAJ-8oUaTB6ihNubmmq8V2j2ER8lrhUOeGmi_JBJ4wsySubAp5nB2N7uSFWEi9VD5dB_IC-9Js_wKjUgIob6rUxSQSR6Q4XQ/s1600/IMG_5490.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-weight: bold;"> Poco después, llegamos a nuestro refugio, en <i>Kavavaara </i>(a 4 kilómetros de la frontera). El ímpetu de los perros por llegar hizo volcar a Begoña en la última curva, pero todo quedo en un susto (nos iríamos acostumbrando a las caídas siempre y cuando no perdiéramos el trineo). Aprendimos toda una serie de tareas que marcarían el final de cada jornada: felicitar a los perros, abrazándoles y acariciándoles (ellos buscan tus caricias y les gusta jugar, sobre todo los más jóvenes), quitarles los arneses (con cuidado de que los más revoltosos o tímidos no aprovecharan para escaparse, como hizo Kodiak, un perro de Bego que tardamos un día en recuperar), colocarlos en sus hileras de descanso, revisar el trineo, guardar el tiro, recoger los petates, buscar agua, cortar leña, encender fuegos, colgar a secar la </span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;">ropa mojada,</span><span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-weight: bold;">… Los refugios que nos esperaban cada noche eran pequeñas cabañas de madera que usan montañeros y cazadores para alojarse. A pesar de su falta de luz y agua corriente poseían cocina, chimenea y literas, con una letrina fuera y la imprescindible sauna finlandesa</span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;">. En las cabañas había provisiones de leña que otros habían dejado, ya que las reglas no escritas del viajero nórdico dicen que si hay pocas provisiones, tal vez llegue luego alguien que las necesite más que tú, por lo que cada mañana, antes de partir, reponíamos la leña y acondicionábamos la cabaña para el siguiente huésped.</span><span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p></o:p></span></span><br />
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"><br /></span></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgf_W6B_ewCRZX0-10oE9PEn7xryhlQA7VCMwgj5Y5zLdR7vFs_oCpZnWqPulN3kF8AAIvBTn_4UsYCzw-2mDqnHXsogZEh6r6znhG45RufInDRdVEmFhFgFhsIyW1ADfpmx7wWNA4M4t8/s1600/IMG_5706.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgf_W6B_ewCRZX0-10oE9PEn7xryhlQA7VCMwgj5Y5zLdR7vFs_oCpZnWqPulN3kF8AAIvBTn_4UsYCzw-2mDqnHXsogZEh6r6znhG45RufInDRdVEmFhFgFhsIyW1ADfpmx7wWNA4M4t8/s1600/IMG_5706.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcGRwztZAiHNYaTqsHgZ145-t8DtIj2PJhmO9l3cjwjUc2S3PNxrzV8wM7ujdMZtc52L6GFDNwzfTEl13gV3Qg_QeLFAsdIWBnK_CXHjS_XkFmsh8rRsRf9rUsT3SvACWEuAVCgCtGu3c/s1600/IMG_5029.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcGRwztZAiHNYaTqsHgZ145-t8DtIj2PJhmO9l3cjwjUc2S3PNxrzV8wM7ujdMZtc52L6GFDNwzfTEl13gV3Qg_QeLFAsdIWBnK_CXHjS_XkFmsh8rRsRf9rUsT3SvACWEuAVCgCtGu3c/s1600/IMG_5029.jpg" width="200" /></a></div>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"><br /></span></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"><br /></span></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"><br /></span></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"><br /></span></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"><br /></span></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"><br /></span></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"><br /></span></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"><br /></span></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"><br /></span></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;">Merendamos con vituallas cosecha de Carmen (pan de higo, chocolate puro valor, infusiones de tomillo y bombones de queso y vino manchego!!) y nos dispusimos con la segunda parte de la rutina: alimentar a los perros. Había que cortar con hacha grandes pedazos de carne (en eso Griselda y Felipe eran profesionales consumados) y prepararles una sopa para hidratarlos, vigilando darle doble ración a los más delgados (que curiosamente siempre pensábamos que eran los de nuestro propio tiro, compitiendo entre nosotros para conseguirles más comida. </span><span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-weight: bold;">Bajo la luna llena la nieve era azul, y por eso son también azules las fotos que hice a los perros mientras intentaban conciliar el sueño.</span></span><br />
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhI67A59qtpFES1Nx8_6bs8QGdvqk8XYPgQWDIBp2V4QqqIA6QVn7UhHXp42wS4-Z1m82PbxGUURtZvfiNJpz5f48ad4SjofY1CebasNMzlzeTyfRUSjRAQ-NLFEn2GbMQfHr1iWPvJqlU/s1600/IMG_5592.JPG" imageanchor="1" style="display: inline !important; margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-align: center; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhI67A59qtpFES1Nx8_6bs8QGdvqk8XYPgQWDIBp2V4QqqIA6QVn7UhHXp42wS4-Z1m82PbxGUURtZvfiNJpz5f48ad4SjofY1CebasNMzlzeTyfRUSjRAQ-NLFEn2GbMQfHr1iWPvJqlU/s1600/IMG_5592.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
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</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdgPhu4mQuBe4L3Kv_t1x93K5u993jvVU8hvHztG7vCykAFcOxiG3CEiP5dZwWUj2NQu1macSXiktP-jU9_VVOnTvWYilGUUr9Lzt22tUTySq7vQW8UfUEuDe5lml-mJHbJDeUsXuM-2c/s1600/IMG_5593.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; display: inline !important; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; text-indent: 35.4pt;"><br /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdgPhu4mQuBe4L3Kv_t1x93K5u993jvVU8hvHztG7vCykAFcOxiG3CEiP5dZwWUj2NQu1macSXiktP-jU9_VVOnTvWYilGUUr9Lzt22tUTySq7vQW8UfUEuDe5lml-mJHbJDeUsXuM-2c/s1600/IMG_5593.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; display: inline !important; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em; text-align: justify; text-indent: 35.4pt;"><br /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdgPhu4mQuBe4L3Kv_t1x93K5u993jvVU8hvHztG7vCykAFcOxiG3CEiP5dZwWUj2NQu1macSXiktP-jU9_VVOnTvWYilGUUr9Lzt22tUTySq7vQW8UfUEuDe5lml-mJHbJDeUsXuM-2c/s1600/IMG_5593.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; display: inline !important; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em; text-indent: 35.4pt;"><br /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdgPhu4mQuBe4L3Kv_t1x93K5u993jvVU8hvHztG7vCykAFcOxiG3CEiP5dZwWUj2NQu1macSXiktP-jU9_VVOnTvWYilGUUr9Lzt22tUTySq7vQW8UfUEuDe5lml-mJHbJDeUsXuM-2c/s1600/IMG_5593.JPG" imageanchor="1" style="display: inline !important; margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdgPhu4mQuBe4L3Kv_t1x93K5u993jvVU8hvHztG7vCykAFcOxiG3CEiP5dZwWUj2NQu1macSXiktP-jU9_VVOnTvWYilGUUr9Lzt22tUTySq7vQW8UfUEuDe5lml-mJHbJDeUsXuM-2c/s1600/IMG_5593.JPG" width="200" /></a></div>
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhI67A59qtpFES1Nx8_6bs8QGdvqk8XYPgQWDIBp2V4QqqIA6QVn7UhHXp42wS4-Z1m82PbxGUURtZvfiNJpz5f48ad4SjofY1CebasNMzlzeTyfRUSjRAQ-NLFEn2GbMQfHr1iWPvJqlU/s1600/IMG_5592.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"></a><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlmDAa_nNdqIllfLvfjPbyr-MaaLKblrqf2HZ_0MyyRlmlfeCuc-zjA7fk87MZoLgZoVq7fAweYqna76GaQVhXdaTkIflUUqbC-46HSJwVSpkDBV8mHqls3hDbyvvmiBb4De3vpfN8cmM/s1600/DSC_0086.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhlmDAa_nNdqIllfLvfjPbyr-MaaLKblrqf2HZ_0MyyRlmlfeCuc-zjA7fk87MZoLgZoVq7fAweYqna76GaQVhXdaTkIflUUqbC-46HSJwVSpkDBV8mHqls3hDbyvvmiBb4De3vpfN8cmM/s1600/DSC_0086.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjauzpgmKC4wRWyK2F9ycAZC65X8MuviAnLxY11l8cE136wmUQJU4zTVM1PRRsC9PmnuzbbL1pOwKb2lO9nyLh-YJPCcHQkbl1-xAXU7Jx_zdbOPdI6Pdi8L7cnEqBG6qzOIQiasXgoNW8/s1600/DSC_0087.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-align: center; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjauzpgmKC4wRWyK2F9ycAZC65X8MuviAnLxY11l8cE136wmUQJU4zTVM1PRRsC9PmnuzbbL1pOwKb2lO9nyLh-YJPCcHQkbl1-xAXU7Jx_zdbOPdI6Pdi8L7cnEqBG6qzOIQiasXgoNW8/s1600/DSC_0087.JPG" width="200" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;">Las tareas no las sentíamos como una carga, sino como algo natural en la dinámica de la expedición, y terminada la tarea tan “dura” de alimentarlos (disfrutábamos una barbaridad dándoles de comer por ver lo felices que se ponían y cómo te lo agradecían con esos ojazos de todos los colores, lametones y aullidos), era el momento de la sauna. En días que oscilaban sobre menos diez y cinco grados se agradecía estar a 70ºC u 80ºC en la sauna. Si tenías mucho calor, salías y te refrescabas con el aire frío o la nieve. Si tenías frío, entrabas de nuevo en la sauna. Esta era l</span><span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;">a sauna tradicional, de leña, o de humo, como se dice en Laponia. Llevaba aproximadamente una hora tenerla lista (en eso Carmen era una experta), y todo este tiempo había que estar alimentando el fuego que calentará las piedras, pero los aceites y vapores que libera la madera son mucho más agradables para la piel y los pulmones. La mejor forma de acabar una jornada de trineo, y más cuando nuestro chef Jéremy y su pinche Griselda nos deleitaban con cenas que resucitaban a un muerto (desde sopas sazonadas con especias nórdicas, a salmón ahumado, guisos de las montañas de Austria o un cuscús de chuparse los dedos).</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span></span>
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgnCgM8NwFS-swVDYQkFA1TObqDhhKwjJO4J6lke5wvH_WqddLFcVSahScmZVzFm2bXQXd2cZEhZ4brQPwF82dkpaLKOmybmO3rocEnIZWhfIkW6gvna7V-uawBpY4XRyEEqnRFR6if088/s1600/IMG_5314.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgnCgM8NwFS-swVDYQkFA1TObqDhhKwjJO4J6lke5wvH_WqddLFcVSahScmZVzFm2bXQXd2cZEhZ4brQPwF82dkpaLKOmybmO3rocEnIZWhfIkW6gvna7V-uawBpY4XRyEEqnRFR6if088/s1600/IMG_5314.jpg" width="320" /></a></div>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-style: italic; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;">Por la noche, cuando Jéremy extiende el mapa para que apunte la ruta, mis ojos brillan de excitación. Envidio su conocimiento pleno de la naturaleza, su facilidad en orientarse y situarse sin dudar en el punto exacto de la ruta, su habilidad instintiva para la naturaleza. Parece un auténtico trampero, un David Crockett robado al tiempo. Trabaja aquí de 5 a 6 meses, en pleno invierno, desde hace dos años, en total contacto con la naturaleza. En su mirada de ojos verdes se lee mucha pasión, y siempre está ahí para una pregunta, para una ayuda, para una pequeña lección de historia. Le escucho apasionadamente, perdiendo la noción del tiempo, intercambiando recuerdos mientras voy anotando en el pequeño cuaderno que llevo siempre conmigo.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span>
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjW6vyAXMOs1mArd0hmhkee_N3f9e-Zm6k2j0lrLPzS2FrdlPgZQceKUJQFPdzES8hSTR6ug24fONxRowYZMXFy5LmBV9G226M0SeyOvY5fEJPQikklXWTddWh-Q9RW9w_PxCzIOWMuWg0/s1600/P1010327.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjW6vyAXMOs1mArd0hmhkee_N3f9e-Zm6k2j0lrLPzS2FrdlPgZQceKUJQFPdzES8hSTR6ug24fONxRowYZMXFy5LmBV9G226M0SeyOvY5fEJPQikklXWTddWh-Q9RW9w_PxCzIOWMuWg0/s1600/P1010327.JPG" width="320" /></a></div>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="text-indent: 35.4pt;">Se acercaba el corto verano de las tierras del norte, pero ahora ya no hay tantos sueños entre la nieve y la luna, parece que la modernidad y las necesidades industriales pueden acabar en cualquier momento con la inmensa taiga. El avión recorre ahora las distancias que antes cubrían los trineos, y los vehículos mecanizados poco a poco van abarcando la labor de los perros. Y uno piensa que todo puede llegar a perderse, que quizás con cada paso que da la humanidad, retrocede uno el hombre, y que la taiga llegué a ser un recuerdo en la memoria.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;">Taiga es un término siberiano que significa bosque entre lagos. Es un medio que solamente se sitúa en el Hemisferio Norte, de ahí deriva su nombre de “boreal”, y se extiende al sur de la tundra ártica, adornando el mundo de coníferas, abedules, alisos o chopos junto a un tapiz vegetal de arándanos, musgos y líquenes. Del mismo modo que los inuit, los pobladores de la tundra y de la taiga, muestran en sus creencias nativas una base muy importante de respeto hacia el medio natural que les rodea: la naturaleza que les permite subsistir y de la que ellos forman parte. Según este concepto religioso, no existen fronteras entre el mundo de los seres humanos, el de los animales y el de las plantas. En la mitología se habla de un <i>Tiempo Lejano</i> en el cual todas las criaturas (plantas, animales y seres humanos) vivían interrelacionadas entre sí, hablando el mismo idioma y con una forma parecida; hasta que el tiempo los cambió a las formas que ahora conocemos. Por ello, su gran lección, y que uno constata en cada segundo de la expedición, es que debemos respetar la naturaleza porque animales y plantas también tienen espíritu.<o:p></o:p></span><br />
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span>
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjLhhFC1LwZptUaMZfQz-SamvTgP9nrciMLGikVwMC1ngubBLNsp94taE3vKpIFZU8HX2IEWJNJdFGRubthS3ZO_a1O_mS92qpGvFD72Ytm6u_DuGTRHXjgMFhMAZk0yWr19ehdMQ0Gwro/s1600/P1010422.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjLhhFC1LwZptUaMZfQz-SamvTgP9nrciMLGikVwMC1ngubBLNsp94taE3vKpIFZU8HX2IEWJNJdFGRubthS3ZO_a1O_mS92qpGvFD72Ytm6u_DuGTRHXjgMFhMAZk0yWr19ehdMQ0Gwro/s1600/P1010422.JPG" width="320" /></a></div>
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-weight: bold;">Los días en ruta fueron hermosos. De Kavavaara marchamos hacia el Norte y luego al Oeste, bordeando Hossanjarvi (el río de Hossan), hacia Huosivsjarvi e Ysyrjäsalmi y el lago Valkeanier. Queríamos fotografiar todo (sobre todo aquellos a los que su trineo se lo permitía, no fue mi caso, jeje, mis perros nunca estuvieron de acuerdo en frenar para que pudiera sacar la cámara) y exprimir al máximo cada experiencia. El paisaje nos atrapaba. </span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;">Había algo limpio, puro, en aquella soledad que se convertía en parte de ti mismo. </span><span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-weight: bold;">Como escribe Luis Pancorbo en sus relatos sobre Laponia, l</span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;">a pureza del aire ártico, y el aspecto cristalino del paisaje, te proporcionan una especie de purificación, una carga de blancos y azules que debes acumular en la batería de la memoria para cuando tengas que volver a la realidad urbana y rutina del trabajo. No diría que vuelas, pero andar por la nieve de abril produce una sensación de libertad, y es algo extraño al mismo tiempo, como si caminaras por espejos que sabes que no se van a romper.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;">Griselda iba cerrando la expedición. Durante los primeros días en que yo la antecedía, me gustaba charlar con ella en las paradas. Es una chica encantadora, que ama los perros y que destila una gran pasión por la vida. Siendo de Carcassonne, va aprendiendo castellano y nos entiende bien ya que la familia de su padre es originaria de Murcia. Llegó el verano pasado a esta zona y se enamoró de su naturaleza salvaje, así que decidió escribir a la compañía para trabajar aquí este invierno. Admiré su determinación por dejarlo todo y apostar por un sueño, como yo tantas veces he querido hacer. <o:p></o:p></span><br />
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="float: right; margin-left: 1em; text-align: right;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTh9tAQkE-kLsARTNF396WKKFVhJmTgDMJmei9Ysk4IG1vn20Rz6q4YwxKRfaSPqlOy6uXlw6sEqnoLamdBNMKG4QT0UIxitpAWg4fuN7IbszevVV_Y0QHTrVVEvyg3Or_03xKSLwTWVQ/s1600/Copia+de+IMG_5432.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTh9tAQkE-kLsARTNF396WKKFVhJmTgDMJmei9Ysk4IG1vn20Rz6q4YwxKRfaSPqlOy6uXlw6sEqnoLamdBNMKG4QT0UIxitpAWg4fuN7IbszevVV_Y0QHTrVVEvyg3Or_03xKSLwTWVQ/s1600/Copia+de+IMG_5432.JPG" width="200" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"></td></tr>
</tbody></table>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLVA_bIq6ShSJ5tem6irppNr4HjVNdNQBFcQ11XptRnL3ysE9Ur0dCWy5j4S4tpbMYJZPxZOtspVCMYg02aMbYWG8khyphenhyphena4DfeVR8UM_9mq95zReb_o76SAfWThG8cDUDLCYXUST5vu5NA/s1600/IMG_5132.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLVA_bIq6ShSJ5tem6irppNr4HjVNdNQBFcQ11XptRnL3ysE9Ur0dCWy5j4S4tpbMYJZPxZOtspVCMYg02aMbYWG8khyphenhyphena4DfeVR8UM_9mq95zReb_o76SAfWThG8cDUDLCYXUST5vu5NA/s1600/IMG_5132.jpg" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgC_0sWaPiVlYCFCl32pYdJ0SbRvjYcL2zTbIuBHn4RbqU7DEpeTwz0P4NGToZ_rVqyWVDsfKTCvriJCNHL43BGKM9TH8fIZ51vhVl3uDNRhef99VikG8B7L0BvsKrNvBFYNG9NHTYoFoY/s1600/P1010587.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgC_0sWaPiVlYCFCl32pYdJ0SbRvjYcL2zTbIuBHn4RbqU7DEpeTwz0P4NGToZ_rVqyWVDsfKTCvriJCNHL43BGKM9TH8fIZ51vhVl3uDNRhef99VikG8B7L0BvsKrNvBFYNG9NHTYoFoY/s1600/P1010587.JPG" width="200" /></a></div>
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<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;">El paisaje mantenía la atmósfera de un lugar perdido en el tiempo. Y cada día tomaba consciencia de la oportunidad de tantas sensaciones mientras avanzaba mi trineo. Dependía de él y pasaba horas observando mi traílla. </span><span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-weight: bold;">Mirándolos uno analiza casi sin querer el ritmo del trote, su respiración, la determinación de Moka siguiendo el camino, cómo Kieli trabaja a la derecha y sus ansias de salirse de la pista, lo bien que trabajan juntos Arrow y Socks, su compenetración plena, su absoluto conocimiento el uno del otro…Los animo mencionándolos de uno en uno, en agradecimientos cortos, que seguro no entienden, aunque sí el tono, efusivo, al que responden con miradas de todo va bien. Es emocionante observar, sentir, como poco a poco saben lo que quieres, lo que necesitas, cómo responden a ello, cómo te aceptan como <i>musher</i>, como parte del equipo. Y, si, en esas ocasiones, como ahora al escribirlo, se escapan lágrimas por tus mejillas. Y recuerdas las palabras de Saint-Exupéry:</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i><span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;">“”-¿Qué significa “domesticar”? –volvió a preguntar el Principito-.<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i><span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;">-Es una cosa ya olvidada –dijo el zorro-, significa “crear lazos”.<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i><span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;">-¿Crear lazos?<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i><span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;">-Sí –dijo el zorro- Para mí no eres más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. No te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo.<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i><span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;">-Empiezo a comprender –dijo el Principito-. Hay una flor… Creo que me ha domesticado…<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i><span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;">-Es posible –dijo el zorro-. ¡En la tierra se ve toda clase de cosas….!<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i><span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;">-¡Oh! No es en la tierra –dijo el Principito-.<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i><span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;">El zorro pareció intrigado: -¿En otro planeta?<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<i><span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;">-Sí.”.<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;">Yo ahora formo parte de ese planeta. Y como el zorro y la flor, fui domesticado por mi traílla, por Moka, Kieli, Socks y Arrow. Únicos para mí en el mundo, en ese planeta, en este planeta que creo a cada paso.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWe2l0jWQXKNTcAcGfohx1g3SXec4YVEZJ8MdWcQxUvMCypZItbL19wXdm0nJ4fEZVU6KPvrpH5ioVhGYshekCqRk7kj1IqsJpy8K3jwbXFtRKO4xb5ojqNlz_w8Nx_AGffIE1z6jRkFU/s1600/DSC_0124.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiWe2l0jWQXKNTcAcGfohx1g3SXec4YVEZJ8MdWcQxUvMCypZItbL19wXdm0nJ4fEZVU6KPvrpH5ioVhGYshekCqRk7kj1IqsJpy8K3jwbXFtRKO4xb5ojqNlz_w8Nx_AGffIE1z6jRkFU/s1600/DSC_0124.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhiGGIrRhhXwF3UPl6DJKhSrd5lX-m_he97nMwRRdGx6GFBokAtWoWXZiSR_niH8b6hqg_2sHrTNL0o7mJ0-bxtGKMaNt_VLHqRmelcwUSaV2jh5KwUBkErLPHgq0Z4NwnPD466nPEtzBg/s1600/P1010188.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhiGGIrRhhXwF3UPl6DJKhSrd5lX-m_he97nMwRRdGx6GFBokAtWoWXZiSR_niH8b6hqg_2sHrTNL0o7mJ0-bxtGKMaNt_VLHqRmelcwUSaV2jh5KwUBkErLPHgq0Z4NwnPD466nPEtzBg/s1600/P1010188.JPG" width="150" /></a></div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhW_U2SSaC1NJvyEwAAzgAZ6BEGrCFmw37gOMwsUKx8MwENuU31hTy770tKCLESXpoOrfdrb-q2rLtdL2SAtrFENgWt8_wO8SC3mwrRd_vv7sd95pE-Mac3AfNhacv_-6U6FaXXiuMr66w/s1600/DSC_0388.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="131" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhW_U2SSaC1NJvyEwAAzgAZ6BEGrCFmw37gOMwsUKx8MwENuU31hTy770tKCLESXpoOrfdrb-q2rLtdL2SAtrFENgWt8_wO8SC3mwrRd_vv7sd95pE-Mac3AfNhacv_-6U6FaXXiuMr66w/s1600/DSC_0388.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2BVTMnAHGO5WgteRRVNRegXZ9oLjmpH7qrku1NkFkvWPs5Pe2ibGAApa3FQB9V-NIv0f53X5_VKCTXkGRLMh3fW3KW_Bq1YX3kEKxxqAnTD-DBGQTFerUVGvyeEkAcRhaxUtdEVxU8sA/s1600/DSC_0372.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2BVTMnAHGO5WgteRRVNRegXZ9oLjmpH7qrku1NkFkvWPs5Pe2ibGAApa3FQB9V-NIv0f53X5_VKCTXkGRLMh3fW3KW_Bq1YX3kEKxxqAnTD-DBGQTFerUVGvyeEkAcRhaxUtdEVxU8sA/s1600/DSC_0372.JPG" width="200" /></a></div>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;">El día se había iniciado con una salida muy técnica y dura, una cuesta abajo, con curvas cerradas, que unido a la excitación de los perros podía provocar caídas. A los tiros fuertes como el mío fue necesario añadirle troncos de madera para que el trineo pesase más; y soltarle a los perros de atrás el ultimo mosquetón para que les cueste más el arrastre y ralentizar la velocidad. A pesar de superarlo con éxito, demostraba que había momentos en que el trayecto requería más técnica, sobre todo en zonas boscosas, y en cuestas que hay que ayudar al tiro a superar, bajando y corriendo sin soltar el pasamanos (con la dificultad de subir de nuevo en marcha). En las curvas, sobre todo en el bosque para evitar los árboles, el <i>musher</i> ha de inclinarse hacia uno de los patines, con su cuerpo y tirando hacia ti mismo el trineo, y con un mucho de equilibrio evitar la caída, el árbol o el obstáculo mientras los perros se vuelven y te miran como buscando una explicación.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-weight: bold;">En otros momentos, sobre todo durante los largos recorridos sobre lagos, el tiempo desaparece, y al compás de la respiración regular, y tranquilizadora, de los perros es hermoso perderse en el horizonte de una naturaleza blanca tan libre, tan salvaje, infinita. Y los recuerdos, las emociones, te asaltan e intento retener esos instantes para mi libreta, para mis palabras, para mí, para que me acojan en aquellos otros más oscuros, más vacíos, que el futuro te depara. Recuerdas que ya sólo quedan los soñadores y los adeptos a las carreras, para recorrer, aún, vastas extensiones al ritmo de antes, a ese que permitía tomarse tiempo para escuchar, contemplar y respirar esa naturaleza de la que está privado el hombre moderno. Y no dejo de sorprenderme de cómo un medio del que ignoraba casi todo, me ha atrapado y me hace sentir tan bien.</span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"><o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;">Llegando a los refugios, cerca de los lagos, los perros se muestran tranquilos, y nos miran como invitándonos a descansar. Esa tarde, el sol apareció a través del bosque, filtrando sus rayos de atardecer a través de los árboles y embarcadero, tiñendo todo de un color anaranjado intenso que nos emocionó. Y así va llegando la noche, a esperar los fuegos de zorro, <i>revontulet, </i>las auroras boreales. Según la leyenda, un zorro agitó su cola contra la nieve y las chispas que salieron despedidas formaron los colores de las auroras boreales. Si la noche era despejada y fría podía haber oportunidad, por eso al principio dormías con un ojo abierto y la cámara cerca esperando que alguien gritara: ¡las luces del norte!; pero el cansancio te obligaba a dormir.<o:p></o:p></span><br />
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span>
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVik83TWSsDBX6mNASh6lfJDwHYP8nvtPjODMpSkyx6iElSHUSfqzJPkXqjajLPBvpSzTfdSYTcJL1t0lrje9s6KtzZ3y32Kh2Qn-pbOu9_hzEK5XJks_0X29pCteU3OJXsmLKyF0HzNI/s1600/IMG_5574.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVik83TWSsDBX6mNASh6lfJDwHYP8nvtPjODMpSkyx6iElSHUSfqzJPkXqjajLPBvpSzTfdSYTcJL1t0lrje9s6KtzZ3y32Kh2Qn-pbOu9_hzEK5XJks_0X29pCteU3OJXsmLKyF0HzNI/s1600/IMG_5574.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhYEVJlBLLc_7lxOPxtjbZBlRzhHWMqNgdr2Vq2MvS6-YLHtpUSRCL4UsjD09LHnHRRcjwJC9CBuRUC-xzNIaiE2qt0ZAmO-76HJAR7DoDOlalGH3vcP4sJCNrzdQDXfCHaCC1FEeMeVWQ/s1600/IMG_5204.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhYEVJlBLLc_7lxOPxtjbZBlRzhHWMqNgdr2Vq2MvS6-YLHtpUSRCL4UsjD09LHnHRRcjwJC9CBuRUC-xzNIaiE2qt0ZAmO-76HJAR7DoDOlalGH3vcP4sJCNrzdQDXfCHaCC1FEeMeVWQ/s1600/IMG_5204.jpg" width="200" /></a></div>
<span style="font-family: 'Helvetica Neue', Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-weight: bold;"> Era el momento, junto al fuego, de contar nuestras dificultades, confesar nuestras debilidades, relatar nuestras caídas y hazañas con el trineo con un toque de humor para que asomaran las sonrisas. Aunque el cuerpo te pedía descanso, las conversaciones con Susana (en torno a los miles de sueños que ambos tenemos), la cabeza, los recuerdos del día, te impiden dormir. </span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;">Caminar sobre un lago helado, dormir en cabañas de trampero cerca del Círculo Polar, recorrer kilómetros y kilómetros en tu propio trineo de perros, … todo parecía experiencias sacadas de una novela de aventuras. </span><span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-weight: bold;">Unas horas más tarde, me escapo del saco de dormir y salgo a respirar la noche, a mirar cómo duermen los perros y a escuchar los árboles. Kodiak levantaba la cabeza sin mover el resto del cuerpo, aovillado en el lecho de nieve que había excavado. El placer de contemplar la noche en pleno silencio.</span><br />
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8bd1U98_-ywV2E-lhcAGRhClokbz9-VvAMMymDBWAdUkk2F74rns1kIkLGnvpIjyJuv7JO0U3dQ7NtqQz6Thv46kos3zxY5vgZqpYW66IEMQNWIBxDmzdItrTKDi4Uw8yclLLgoMdfiM/s1600/IMG_5274.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8bd1U98_-ywV2E-lhcAGRhClokbz9-VvAMMymDBWAdUkk2F74rns1kIkLGnvpIjyJuv7JO0U3dQ7NtqQz6Thv46kos3zxY5vgZqpYW66IEMQNWIBxDmzdItrTKDi4Uw8yclLLgoMdfiM/s1600/IMG_5274.jpg" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0_e8MF_v8oBcRfOdEo6bpIa0rmIvVeFnSr_UvSzP7Vqo_b-3dGH6HuzI-H5JZ5I6G0_nbxJ4FzIyQyi6komW0CEAchfPMLxXPJJav8_V4_ol-Pf7RxqkpV57JwqqOWGZXDX5paQVcATM/s1600/IMG_5145.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0_e8MF_v8oBcRfOdEo6bpIa0rmIvVeFnSr_UvSzP7Vqo_b-3dGH6HuzI-H5JZ5I6G0_nbxJ4FzIyQyi6komW0CEAchfPMLxXPJJav8_V4_ol-Pf7RxqkpV57JwqqOWGZXDX5paQVcATM/s1600/IMG_5145.jpg" width="200" /></a></div>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"> </span><br />
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"><br /></span>
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"><br /></span>
<br />
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"> A la mañana siguiente acuerdo con Jéremy salir tras él, quería evitar frenar a mi tiro alcanzando enseguida a mis compañeros como los días anteriores yendo el penúltimo. Necesitaba que corrieran y sentir plenamente la velocidad, ¡y vaya si lo hice!. En la salida </span><span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-weight: bold;">los perros tiraban y los arneses se tensaban contra el peso del trineo. Les aliento y entre saltos y ladridos de excitación comenzaron a arrastrar el trineo. Lo que partió esa mañana no fue un tiro de perros, fue un cohete aeroespacial de velocidad ultrasónica. Adrenalina pura, que se reforzó al poco tiempo cuando Felipe estrelló su trineo en un árbol, rompiendo el tiro y quedándose clavado en su trineo mientras sus seis perros continuaron aún más veloces al quedarse sin freno. Al momento me alcanzaron (mi cara fue un poema al preguntarme por Felipe y su trineo) y al intentar cogerlos he de saltar de mi trineo porque la fuerza de diez perros me desequilibraba y hubiera acabado conmigo en el suelo. Mi trineo escapa, y enganchado mi brazo al tiro de seis de Felipe, me arrastran bocabajo sobre la nieve unos metros. A fuerza de gritos y aspavientos logro ponerme de pie, para acto seguido practicar sin querer el esquí sobre mis botas ante la fuerza de los perros de Felipe. Cuando Jéremy, que había atrapado mi trineo y luchaba por fijar mi ancla y el suyo antes de que los perros de ambos trineos empezaran a mezclarse y pelearse, gira la cabeza y me observa llegar a lo lejos, se sorprendió. Me vio llegar sin equilibrio, cayendo, levantándome, esquiando ante la fuerza de los seis perros de Felipe enmarañados en su tiro cogido a duras penas por mis brazos. Ninguno dábamos crédito, pero así es la aventura.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;">En la parada, mi corazón no paraba de palpitar. Así que me derrumbé en la nieve, tendido en medio de mis perros, entre Moka, que se acurrucó contra mi, y Kieli, que posó una pata sobre mi mano. Cerré los ojos, descansé con ellos, formando uno. Socks y Arrow, levantaron su hocico, me observaron y reposaron su cabeza el uno sobre el otro, tras darme su aprobación. ¿Qué más se podía necesitar? Pues coger fuerzas para la tarde, ya que nos esperaba una subida muy pronunciada, que había que ayudar bajando del trineo y corriendo con él y enseguida un descenso brutal que obligaba a apretar el freno para reducir la velocidad. Superarlo con éxito formaba parte de nuestras pequeñas victorias. El largo descenso nos condujo a una vasta y hermosa planicie bajo el collado, formada por un lago helado limitado por masas boscosas. Los perros comenzaron a ganar velocidad para alcanzar el trineo de Jéremy y era divertido ver cómo se volvía Socks cuando frenaba para disminuir la velocidad sorprendido por no dejarles avanzar libremente. Le sonreí, y les dejé correr libremente hasta el atardecer, era su derecho. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span>
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
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<br /></div>
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhTrQEJFEEQvKtE9wpN0XBHWKu1u-sgXPsHrO9PR-2fOcGtl9Ny6uZkKqXskXmDNslE5dDLMVA06JT7xz23_QW3E4MdtJqP1C1BmTPLBlx3ALSzL3f3YXh8ljE9sT4ILxA-IXFXxP1oQys/s1600/IMG_0440.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhTrQEJFEEQvKtE9wpN0XBHWKu1u-sgXPsHrO9PR-2fOcGtl9Ny6uZkKqXskXmDNslE5dDLMVA06JT7xz23_QW3E4MdtJqP1C1BmTPLBlx3ALSzL3f3YXh8ljE9sT4ILxA-IXFXxP1oQys/s1600/IMG_0440.jpg" width="179" /></a></div>
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZeq4oGEIWvdpEkMGUS8lYH3pcR3JfXqa83s8opQyhrtssVk2TapIlCZi4X52OxG25UWe2JBjHvb_mzIQqZm45ENSI20VMcXewcKZkv7sAJMjvNo_P2UdLLZxo7OwIh6uUsjaIPCzs6FQ/s1600/P1010138.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><br /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZeq4oGEIWvdpEkMGUS8lYH3pcR3JfXqa83s8opQyhrtssVk2TapIlCZi4X52OxG25UWe2JBjHvb_mzIQqZm45ENSI20VMcXewcKZkv7sAJMjvNo_P2UdLLZxo7OwIh6uUsjaIPCzs6FQ/s1600/P1010138.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><br /></a></div>
<br />
<span style="text-indent: 35.4pt;"><br /></span>
<span style="text-indent: 35.4pt;"><br /></span>
<span style="text-indent: 35.4pt;">Un día más. Dirección Noroeste, al lago Lakkavjärbi, cruzando el lago IIkaosi hasta alcanzar la orilla de la península Seipi y Hossaari. La nieve, el blanco, corría hacia la primavera, a las caricias del sol, a la calidez de la promesa del amanecer de la primavera, pero la amenaza de una bruma y una inminente nevisca se adivinaba cerca. La primera hora no tuvo demasiada complicación. Un terreno plano y sin demasiadas ondulaciones que podíamos recorrer con facilidad. Luego empezó a complicarse con bosque (como decía Jéremy, el invierno es temporada de amores entre árboles y trineos), trayecto técnico que nos obligó a zigzaguear, y tras una doble caída sucesiva, Felipe y yo perdimos nuestros trineos al llegar a una carretera. Jéremy partió a recuperar el trineo de Felipe, y en la espera sufrimos un accidente. En ese momento, quizás nadie nos viese tan perdidos, Pero las miradas bastaban para ahogar las palabras. Los propios perros permanecieron inmóviles, callados, compartiendo el instante, seguramente comprendiendo. ¿A quién lamer con ojos de silencio? Lo más importante en ese momento, igual que ahora, no es lo que las palabras llegaron a expresar, sino lo que no dijeron.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7bjfUUF6cM6acHzHExdFEG9O0bXufjHXKKac-8TZWs0oQM9mkWc2paBxg3uaeSlpxJMZ4OUwk_4bvxBtHWj0dnrZTyiRAbYPSI3jV8X-44g4m_L3xRK-pnp9aPkqjftGdnGC_NpsUb2M/s1600/IMG_5757.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi7bjfUUF6cM6acHzHExdFEG9O0bXufjHXKKac-8TZWs0oQM9mkWc2paBxg3uaeSlpxJMZ4OUwk_4bvxBtHWj0dnrZTyiRAbYPSI3jV8X-44g4m_L3xRK-pnp9aPkqjftGdnGC_NpsUb2M/s1600/IMG_5757.JPG" width="200" /></a></div>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;">Nos sentimos pequeños, vulnerables, encogidos por la naturaleza, las caídas, el paisaje blanco. Da la sensación de atravesar la última frontera, la que separa el mundo de los hombres de la naturaleza salvaje, indómita, la tierra de la que sobran las palabras para describirla. A mi mente vienen las lecturas que hice sobre este territorio, cómo la soledad y el infinito tejen los paisajes y los relatos que narran cada rincón de los hielos y la nieve. Desde el tiempo en que se hizo la luz, estas poblaciones han trazado una narración que recoge innumerables caminos: para ellos los recodos de los ríos, barrancos, lagos y montañas tienen nombre y sentido. El hombre no está solo: la naturaleza siente. Todas las cosas y los seres tienen para ellos un alma que está insuflada por el gran espíritu que ha respirado en ellos. Así, el viento frío del norte es el espíritu que procede del bebé gigante <i>Naarsuk</i>, quien dotado de una fuerza y un tamaño extraordinario subió al cielo donde se transformó, y ahora cada vez que su lecho se deshace sopla sobre la tierra. En cambio, el viento cálido del sur es un espíritu femenino que vive en un igloo de nieve. Su lámpara hace agujeros en la pared y entonces el aire se escapa y recorre la tierra. El viento se denomina “anare”, de donde ha llegado hasta nosotros la palabra anorak, “lo que detiene el viento”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-weight: bold;"> Como los inuit, como los sami, habíamos llegado al punto de entender no sólo nuestra debilidad sino el alma de aquellos que compartían el camino con nosotros, sin distinción entre hombre o perro. Y esa mañana tomamos consciencia. </span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;">El viajero sabe que no deja atrás ni un árbol, ni una estrella, ni un camino, pero si una emoción, algo que une, que te vincula y te explica a ti mismo. Y con esa idea continuamos adelante, bajo los copos de nieve que irrumpieron para purificarnos de la tristeza. <o:p></o:p></span></span><br />
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"><br /></span></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgULIdCinPkmsW_nvnuqUzgfYhQgCuo_5IBn-a2QPKeFPK55sQlR5yITFd3mLEOjeRMv95Z9VeKN8yUgqin-bd_G7U-MzffaSrkhe7iYcsUR4NBRn8wQ8ul79wPhcpJn6j82kx7r7J8U04/s1600/IMG_5302.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgULIdCinPkmsW_nvnuqUzgfYhQgCuo_5IBn-a2QPKeFPK55sQlR5yITFd3mLEOjeRMv95Z9VeKN8yUgqin-bd_G7U-MzffaSrkhe7iYcsUR4NBRn8wQ8ul79wPhcpJn6j82kx7r7J8U04/s1600/IMG_5302.jpg" width="320" /></a></div>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"> Ante nosotros se abría sólo una pista blanca, que encerraba la inmensidad de la taiga, de los grandes lagos, de las colinas y los bosques de coníferas de nombres impronunciables; días conduciendo el trineo, como una aventura sin fin, como un sueño. Me palpaba los antebrazos, inflamados y duros, como tras haber hecho horas de escalada; y sentía el dolor de las manos por la tensión al agarrar el trineo. Estas caídas nos ponían en nuestro lugar en la naturaleza. Pero no importaba, si arreciaba el mal tiempo, cuando costaba distinguir la pista y a los trineos que iban delante, la travesía se teñía de la épica de las grandes exploraciones, y eso nos hacía más fuertes. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;">Mi muñeca sufría la caída, y tras inflamarse un poco agradecí la salida del bosque, de la conducción técnica y el nervio de ascensos y descensos. Los perros son rápidos e imprevisibles y en ocasiones efectúan movimientos para el que no tienes tiempo para prepararte. En esos momentos, para mí, el trineo era incontrolable y una caída casi inevitable. Pero en el lago los perros mantienen el galope de forma elegante y sincrónica, y el trineo parece conducirse solo. Es una belleza contemplarlos mientras avanzas sintiendo la velocidad como una caricia fría en tu rostro. Imaginas que, en la época de la fiebre del oro hacia Klondike, Jack London guiaba su trineo con el mismo orgullo, la misma felicidad. Su aventura consistía en llegar a Dawson, en Alaska, con algunos miles de buscadores de oro. La nuestra, cien años más tarde, no era muy diferente: la velocidad de los perros, la soledad, la naturaleza salvaje…<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<div style="text-align: center;">
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;">Con este pensamiento llegamos a una isla dentro de un lago, rodeados de pinos silvestres, en Hossaari, donde se encontraba nuestro refugio. Tras la rutina del desenganche, las caricias, el arreglo del trineo, la búsqueda del agua y leña, nos dispusimos a dar de comer a los perros. Había sido un día duro, y esperábamos este momento con ganas, necesitábamos estar cerca de nuestra traílla. Ellos nos respondieron con un cariño mil veces mayor, expresado en el espectáculo de sus aullidos. Al unísono, con algunos de nosotros participando en su canto, nunca sonó tan profundo, tan emotivo. Nos creímos parte de ellos, de la manada. Era la llamada de la naturaleza, que no conoce especie, como la describió London:<o:p></o:p></span></div>
</div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><i><span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-weight: bold;">…Y cuando en las noches quietas y frías dirigía el hocico hacia alguna estrella y aullaba como un lobo, eran sus antepasados, muertos y ya convertidos en polvo, los que dirigían el hocico a las estrellas y aullaban a través de los siglos. Así expresaban su pena, y el significado que para ellos tenía el silencio, el frío y la oscuridad”. </span></i><b><o:p></o:p></b></span><br />
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><i><span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span></i></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiK0t9v6GSDvzKvAdOn5FNrxkKdmFVhznm47rquEQUX5BATwLa958dkBuj9HSOAvYgN99GQG08UVnOgJegxQvPXBl_aJJUV8CUtVW7wOi9n8UyvFKS6jQcSHzdRPecQRFvlpN-lQNZBwcE/s1600/DSC_0226.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiK0t9v6GSDvzKvAdOn5FNrxkKdmFVhznm47rquEQUX5BATwLa958dkBuj9HSOAvYgN99GQG08UVnOgJegxQvPXBl_aJJUV8CUtVW7wOi9n8UyvFKS6jQcSHzdRPecQRFvlpN-lQNZBwcE/s1600/DSC_0226.JPG" width="132" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjypDWe9aoILRB0sQ0FS2CDW9rsdBRzYQoxQKTeUmpNIFyWJDvMeTSgOdnbCMqyJOk-mu1QaBK3ALyTk-bS6zoIjz92rfotHZX9lNapZ0YpwoPrqWpwNkEROIjofRdkSwDLaszKhpuc_AM/s1600/DSC_0207.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjypDWe9aoILRB0sQ0FS2CDW9rsdBRzYQoxQKTeUmpNIFyWJDvMeTSgOdnbCMqyJOk-mu1QaBK3ALyTk-bS6zoIjz92rfotHZX9lNapZ0YpwoPrqWpwNkEROIjofRdkSwDLaszKhpuc_AM/s1600/DSC_0207.JPG" width="132" /></a></div>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><i><span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span></i></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;">Con ese canto salvaje del mundo primitivo, todos, perros y humanos, nos rendimos al descanso.<o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"> La expedición iba acercándose a su fin. Tomábamos rumbo a Jatkonvaara y de allí al campamento base. A pesar de que el día nos recibió con un sol radiante, tras la nevisca del día anterior </span><span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-weight: bold;">una capa de nieve reciente dificultaba la marcha sobre la pista. Pero Jéremy sabía leer la nieve, adivinando la pista y construyéndola a su paso. No dejaba de haber algo primitivo en hacerse camino a través de la nieve con tu traílla. Escribir tu propia pista, como el que dirige su propio destino, su camino, construyéndolo al trote. <o:p></o:p></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"> Pronto nos encontramos con una gran subida. Como apenas había pista, mis perros se hundieron casi hasta el pecho y al bajar a ayudarlos yo mismo me hundí sin piedad hasta casi la cintura. Fue toda una odisea no perder el trineo, agarrado con las manos mientras los perros tiraban frenéticamente; intentar avanzar, hundiéndome cada vez más las piernas en la nieve y dejándome las rodillas al intentar alcanzar con ellas el freno al compás de mis gritos de parada. Volví a subir, recuperando el aliento. Nada como ascender corriendo una pequeña cima empujando un trineo para entrar en calor. Y más sabiendo que nos esperaba un descenso con el mismo desnivel, abrazados al freno. Pero pasamos, detuvimos el trineo y nos felicitamos, entre sonrisas y una felicidad casi infantil.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"> La nieve fresca que dificultaba el avance de los perros trajo consigo la perdida del trineo de Jéremy. Le presté el mío para que pudiera alcanzar a su tiro y durante unas horas compartí trineo con Felipe, Susana y Griselda, sucesivamente, y poniendo en práctica todas las formas de conducción doble: delante, detrás, con una pierna en el patín, con las dos…hasta que volví al mío. <o:p></o:p></span><br />
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBSNdyv-4DUbA6_HXjVwNCnwcTZYC7AREhwrkS65OPNL8TT9wa6Ok-7SlYiykNJZaxxDJZMj7WORRlRGB7ZVaXITNv18GXW3eAftkNhI6JkxZEHrNCA1VgbsojXefhlRqDl671wTUqZ9c/s1600/Sin+t%C3%ADtulo.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="232" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhBSNdyv-4DUbA6_HXjVwNCnwcTZYC7AREhwrkS65OPNL8TT9wa6Ok-7SlYiykNJZaxxDJZMj7WORRlRGB7ZVaXITNv18GXW3eAftkNhI6JkxZEHrNCA1VgbsojXefhlRqDl671wTUqZ9c/s1600/Sin+t%C3%ADtulo.jpg" width="320" /></a></div>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;">Su marcha era regular, limpia, los perros tiraban en línea, rítmicamente, como adivinando la llegada a la meta, a su hogar. La entrada a la granja se convirtió en un frenesí de gritos, ladridos, traíllas, arneses. Y te descubres haciendo una foto a Moka y pensando que quizás sea la última. Es duro dejarlos, cuando desenganchamos en silencio y ante los ladridos del resto de perros de la granja. De uno en uno, hacia su caseta. Tenía la sensación de que lo sabía todo de ellos, su respiración, su trote, su forma de volverse y dormir, su mirada ante las órdenes de conducción, su reacción a mis caricias. Todas las horas y días que pasamos juntos en la expedición, deslizándonos sobre la nieve, por la naturaleza blanca, había creado un vínculo demasiado fuerte, que no conocía en mi corazón la palabra despedida. NI en el de Susana, ni en el de Felipe y Begoña, ni en el de Carmen. Pero no existía elección, sino la continuación del camino. Me detuve, y antes de subirme en la furgoneta, los miré por última vez, para fijar en mí una imagen imborrable de Moka, Kieli, Arrow, Socks. Te detienes y piensas si sabrás vivir sin ellos. Te encoges. Supe que continuarían corriendo, avanzando, jugando en la nieve. Supe que en unos días habrían perdido mi recuerdo, mi voz, mi olor, mis caricias. Pero también supe que allí, y durante unos días, ellos y yo fuimos uno, sin diferencia de especie. Y esa certeza me acompañará siempre, donde vaya, a pesar de este nudo en la garganta. Moka, Kieli, Socks, Arrow, en cuyos ojos he vivido uno de los viajes más importantes de mi vida.</span><br />
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRLBHInIqAAJn9dymiuDx0NOlrBGrGaHOF1zu6LnVyq8JB8i0c3ej6R1-tdwGCdu0zMOib1wNCFKGLA03TY3vtX9BQCXzCwhgFnyXiR3qthY_GHdRo0IlQb-Is9tEHJLcm9muYMF57huE/s1600/IMG_0461.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="150" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjRLBHInIqAAJn9dymiuDx0NOlrBGrGaHOF1zu6LnVyq8JB8i0c3ej6R1-tdwGCdu0zMOib1wNCFKGLA03TY3vtX9BQCXzCwhgFnyXiR3qthY_GHdRo0IlQb-Is9tEHJLcm9muYMF57huE/s1600/IMG_0461.JPG" width="200" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXKItYgDsRuuj-PkbIJru2Iv4Nj6KBbqhsyfwrBBjsl1U1d2Dwk5pQyoMdRU6-mXWcFrBPSjExDXAWhWja7Y3E-Uv8mYczUyYmZFjs45v5AUCFzKKrJ6HC114BPdyBJvthNt3VauPR0xE/s1600/IMG_0470.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em; text-indent: 35.4pt;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiXKItYgDsRuuj-PkbIJru2Iv4Nj6KBbqhsyfwrBBjsl1U1d2Dwk5pQyoMdRU6-mXWcFrBPSjExDXAWhWja7Y3E-Uv8mYczUyYmZFjs45v5AUCFzKKrJ6HC114BPdyBJvthNt3VauPR0xE/s1600/IMG_0470.jpg" width="150" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<br />
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif; mso-bidi-font-weight: bold;"><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiteA7-fkkgQ3avcUJdjM-jtkO0rDSjdWTFbLO3kVI-_ay6e2u-aYc0sgiJyOn7nemQbVt1Dg7FK-RxSf67pBFcoeP85tnfc7S3MRHCCBgtedeNKW7w1s3rUsf91ehD93iH26rqtqdz8-I/s1600/CSC_0476.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiteA7-fkkgQ3avcUJdjM-jtkO0rDSjdWTFbLO3kVI-_ay6e2u-aYc0sgiJyOn7nemQbVt1Dg7FK-RxSf67pBFcoeP85tnfc7S3MRHCCBgtedeNKW7w1s3rUsf91ehD93iH26rqtqdz8-I/s1600/CSC_0476.JPG" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4kwHhma5XtFfASSEJpsRfaSrlTvkeDtXboWZ7aUvf8UqPaq64Q7ZxaTiTKjuU6qGfyohXb43s6-VCiceoklywm06UG0nZ31dYBq3ZXIQfU0V4aW02I3NBchSqC-AvrHrdSt13LKadkCc/s1600/IMG_5332.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4kwHhma5XtFfASSEJpsRfaSrlTvkeDtXboWZ7aUvf8UqPaq64Q7ZxaTiTKjuU6qGfyohXb43s6-VCiceoklywm06UG0nZ31dYBq3ZXIQfU0V4aW02I3NBchSqC-AvrHrdSt13LKadkCc/s1600/IMG_5332.jpg" width="200" /></a></div>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"> </span></span><br />
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"><br /></span></span><span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222;"> No quisimos irnos con pena, visitamos los cachorros, saludamos a los monitores y nos hicimos una foto de equipo. Nuestro rostro, ahora que veo la foto, refleja toda la felicidad de sentirse un pequeño <i>musher, </i>de haber logrado un sueño. Nos abrazamos, sin</span><span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-weight: bold;"> necesidad de decir nada. No había palabras para explicarlo.<o:p></o:p></span></span><br />
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="font-family: Helvetica; mso-bidi-font-weight: bold;"><br /></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;">Quiero volver a hacer camino. Lo necesito. Pero esa historia aún no está escrita más que en el hielo, en la nieve blanca, pura. Y antes que la costumbre del olvido imponga sus fronteras en el bulevar de los sueños perdidos, intentaré retener esa imagen:¡¡ alleeeez alleeeez moka, kieli!!. Su paso, durante un tiempo, fue mi única rosa de los vientos. Durante un tiempo les debí mi libertad, y ahora quiero deberles estas palabras, antes que sus huellas se borren en la nieve silenciosa.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<b><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;">Yo soy una parte de todo aquello que he encontrado en mi camino<o:p></o:p></span></b></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<b><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; background-position: initial; background-repeat: initial; background-size: initial; color: #222222; font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;">(Alfred Tennyson).<o:p></o:p></span></b></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>
<span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span>
<br />
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<b><span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;">ÁLVARO</span><span style="font-family: Helvetica;"><o:p></o:p></span></b><br />
<b><span style="font-family: Helvetica Neue, Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></b></div>
<!-- Blogger automated replacement: "https://images-blogger-opensocial.googleusercontent.com/gadgets/proxy?url=http%3A%2F%2F2.bp.blogspot.com%2F-tvc11_H70zs%2FVUHhrrEs4WI%2FAAAAAAAAAZE%2FF55Hxa3B44k%2Fs1600%2FIMG_5592.JPG&container=blogger&gadget=a&rewriteMime=image%2F*" with "https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhI67A59qtpFES1Nx8_6bs8QGdvqk8XYPgQWDIBp2V4QqqIA6QVn7UhHXp42wS4-Z1m82PbxGUURtZvfiNJpz5f48ad4SjofY1CebasNMzlzeTyfRUSjRAQ-NLFEn2GbMQfHr1iWPvJqlU/s1600/IMG_5592.JPG" --><!-- Blogger automated replacement: "https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhI67A59qtpFES1Nx8_6bs8QGdvqk8XYPgQWDIBp2V4QqqIA6QVn7UhHXp42wS4-Z1m82PbxGUURtZvfiNJpz5f48ad4SjofY1CebasNMzlzeTyfRUSjRAQ-NLFEn2GbMQfHr1iWPvJqlU/s1600/IMG_5592.JPG" with "https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhI67A59qtpFES1Nx8_6bs8QGdvqk8XYPgQWDIBp2V4QqqIA6QVn7UhHXp42wS4-Z1m82PbxGUURtZvfiNJpz5f48ad4SjofY1CebasNMzlzeTyfRUSjRAQ-NLFEn2GbMQfHr1iWPvJqlU/s1600/IMG_5592.JPG" -->Álvarohttp://www.blogger.com/profile/02813136475868686659noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-6678624513850600142.post-79808930061377557332014-12-23T09:48:00.000+01:002014-12-23T09:51:43.435+01:00El mar<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjhV878kpZKu5qP01RI3-vYkS36fRPl-Hrft2cnTNJtGgU0WsIzVWcO1Q4JeGdmpfB6YePYYcs0StkEhMNJs11rSSFzci6Vf-GHjTdmOcJAJKmnNEMuX0kfphNWTKrAcMcy2iSGF02ceBo/s1600/DSC_0424.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjhV878kpZKu5qP01RI3-vYkS36fRPl-Hrft2cnTNJtGgU0WsIzVWcO1Q4JeGdmpfB6YePYYcs0StkEhMNJs11rSSFzci6Vf-GHjTdmOcJAJKmnNEMuX0kfphNWTKrAcMcy2iSGF02ceBo/s1600/DSC_0424.JPG" height="213" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Arial;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Arial;">Estos últimos días, ha sido ver vuestros ojos y
naufragar en un mar de emociones. De la ansiedad por los exámenes al miedo a la
partida, de la alegría por el título a la incertidumbre del ahora qué; de la
pesadilla de septiembre y la selectividad a la ilusión por este momento, el de <st1:personname productid="la Graduacin. Y" w:st="on">la Graduación. Y</st1:personname> quiero
que sepáis que nosotros, vuestro profesores, también hemos sentido lo mismo,
ese vértigo, ese intentar orientarse con una brújula rota.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Arial;">Hemos hablado con miradas, con promesas, con palabras
escritas en pequeños trozos de papel, para, a pesar de esa brújula rota, no
perdernos en este día, en esa palabra que suena a despedida. Y la verdad es que
no es fácil, sobre todo cuando uno cierra los ojos y ve con el corazón el
camino que iniciasteis en <st1:personname productid="la ESO" w:st="on">la ESO</st1:personname>
o en primero de Bachillerato, cuando se suceden cientos de recuerdos que nos
trae a la mente lo que significa todo este camino, vuestra educación. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Arial;">Ya os dije hace unos días qué era este camino de la
educación, ser, ante todo, compañeros. Compañeros en el aprendizaje, en el
estudio, en las emociones. Compañeros, sí, porque eso siempre ha sido para
muchos de nosotros la función del profesor, alguien que sepa acompañar a los
alumnos en el proceso de descubrir el mundo. Sería mentir decir que el proceso
es fácil. </span><span lang="ES" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES;">En
una realidad tan complicada como la que nos toca vivir no es fácil nada, y el
intentar despertar en el alumno la felicidad de la educación y la motivación
por el conocimiento participa del mismo proceso de dificultad. Por eso, nos
gustaría pediros disculpas si no nos hemos puesto en vuestro lugar, si hemos
pasado con indeferencia ante alguno de vuestros problemas o no hemos conseguido
ayudaros. Si no hemos conseguido encontrar el tipo de <i>motivación </i>que os convenía. Mi tarea, y la de vuestros profesores,
siempre ha sido facilitaros ese camino, ayudaros a encontrar vuestro objetivo. </span><span style="font-family: Arial;">Os lo dije con el corazón abierto, y por eso hoy, en
este momento, quería recordároslo y compartir con vuestros compañeros el mismo
mensaje de cómo sentimos este camino. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Arial;">Y dejarme también que comparta la historia del
maestro. Hace poco conocí la historia de Antoni Benaiges, un maestro que murió
en la guerra civil, y que una tarde de 1934 llegó a una pequeña escuela de un
pueblo perdido en el medio de Burgos. Lo hizo sin más equipaje que su maleta
llena de libros y una imprenta para instalar en la escuela, que él mismo había
pagado. A través de la auto-publicación de pequeños cuadernillos, los niños del
pueblo encontraron una ventana hacia un mundo nuevo, hacia un futuro. Con ellos
se comunicaban con otras escuelas de España, con las que intercambiaban estos
cuadernos. En el último cuaderno que imprimieron, titulado <i>El Mar</i>, los alumnos describían el mar como algo desconocido, enorme
y cargado de fantasías. Algo que muchos estaban convencidos que jamás
conocerían. Pero Antoni quiso sembrar en ellos la esperanza del conocimiento, y
los estimuló prometiéndoles que les llevaría al mar. Por eso se le conoce como
“el maestro que prometió el mar”. La guerra hizo que se convirtiera en la
historia de una promesa incumplida. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Arial;">Todo lo que queda de Antoni Benaiges se conserva en
una caja de cartón. Es poco tras ochenta años. Unas fotos en blanco y negro y
unos cuadernos antiguos impresos de forma rudimentaria que la familia guarda
desde hace muchos años. Pero si uno se detiene y observa esos cuadernillos,
toma conciencia de que su legado fue mucho más grande: las esperanzas y el
deseo por conocer de un grupo de niños a los que se les prometió el mar.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Arial;">Quizás ya no observemos por los ventanales de la
escuela cómo sale la cantinela de la tabla de multiplicar, con la lluvia en los
cristales, según los versos de Machado. Quizás ya no lleguen niños a la escuela
municipal en invierno atravesando el campo a pie bajo la nevada, y en el aula
con un dedo lleno de sabañones señalen en el atlas abierto mares e islas, que a
buen seguro nunca podrían navegar. Quizás nos engañemos y no veamos jugar en un
descampado en las afueras del pueblo a ese niño con otros golfillos, sin más
horizonte que el de permanecer allí el resto de su vida.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Arial;">Quizás. Pero vosotros me recordáis a esos niños,
porque he visto a lo largo de este curso, y en muchos de vosotros durante seis
años, el sueño de lograr un objetivo. No podemos prometeros el mar, vosotros ya
lo conocéis, pero sí prometeros que a través del esfuerzo, el compromiso, el
respeto y la libertad se puede llegar a donde uno quiera, sin límites. Y que
sé, porque así me lo dice el corazón, que vosotros no tenéis límites.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Arial;">Ahora os veo aquí, junto a nosotros, percibiendo cómo
junto al camino de la educación se ha desarrollado el compromiso del
crecimiento. Cómo esperáis, con ilusión e incertidumbre, abrir las puertas del
mundo de los adultos, pero sin abandonar aún la inocencia de los sueños de la
infancia y la adolescencia. Y espero que no abandonéis esos sueños jamás, que
sigáis manteniéndolos vivos, pese a las piedras que obstaculicen el nuevo
camino. Porque si los mantenéis vivos, mucho del esfuerzo de estos años tendrá
sentido. Porque si los mantenéis vivos, será el mejor regalo que podréis hacer
a varias generaciones de maestros y maestras, de profesores y profesoras, que
lucharon por una enseñanza pública, solidaria, que os hiciera libres. Que
lucharon, como luchamos nosotros, para lograr una enseñanza que no se dirija a
un niño privilegiado sino al niño único, a ese niño que en el fondo son todos
los niños, al margen de su sexo, clase, raza, religión o capacidad. Porque educar
no es pediros que renunciéis a vuestros deseos y sueños, sino ayudaros a
conciliar esos deseos con los deseos de los demás. Recordaros que no tenéis
límites, y que a veces soñar es necesario, más necesario incluso que ver. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES" style="font-family: Arial; mso-ansi-language: ES;">No puedo terminar sin decir que hemos
disfrutado enormemente con vosotros. Que si educar es dar vida, nos habéis
hecho vivir, y eso es un regalo precioso que nos habéis otorgado. Sois el mejor
ejemplo de que e</span><span style="font-family: Arial; text-indent: 35.4pt;">l derecho a la educación
no sólo es un derecho que hay que conseguir sino que también es necesario
conservar, y que la defensa de una escuela pública, de calidad e inspirada en
la igualdad, con vosotros cobra su pleno sentido.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Arial;">A pesar de esta brújula rota que hoy no nos deja
orientarnos, tenéis, tras esas puertas, todo un mundo que descubrir. Aventuraros
sin miedo, nuevos amigos os esperan, nuevos profesores os guiarán, y vuestros
padres siempre os ayudarán en el camino. No os prometemos el mar que conocéis,
pero si el mar de Benaiges: el limpio mar de un hombre llamado Ulises, el mar
que surcó Marco Polo para asombrarse ante las maravillas de otra tierra; el mar
de los vikingos, de los fenicios. El de Eric el Rojo y el Corsario Negro, el
mar que oculta misterios, desde las monedas de <st1:personname productid="la Mercedes" w:st="on">la Mercedes</st1:personname> a la cura de las
enfermedades. El mar, muchachos, que vais a ver al cerrar los ojos, el mar en
el que vais a tener la ocasión de ser lo que queráis. El mar de la libertad. Y
cuando estéis agotados, tengáis miedo o dudas, recordar que antes que vosotros
también hubo otros con miedo. Que nosotros también tenemos miedo y dudas. Recordar
con alegría los buenos momentos, no borréis la sonrisa de vuestro rostro. Y
tener presente siempre que aquí estamos, que somos vuestros amigos, para lo que
necesitéis. Y, sobre todo, recordar que el mar puede ser el lugar más hermoso
del mundo. <o:p></o:p></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Arial;">Os quiero chicos, y os echaré mucho de menos.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Arial;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: right; text-indent: 35.4pt;">
<span style="font-family: Arial;"><b>ÁLVARO</b></span></div>
Álvarohttp://www.blogger.com/profile/02813136475868686659noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-6678624513850600142.post-87045855816477034462014-09-04T04:13:00.001+02:002014-11-02T23:48:51.792+01:00HUELLAS BAJO EL SOL DE MEDIANOCHE Svalbard, en el norte del Norte.<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDln62SoNuIWn-byUEqVwFovbzpjXBAFXb-sC1MVK0MdJzf-13Nb02Sl-IImaqMRijfhOvDBJpLoPa87Ffmfy1bRd0fO5-EzrOk801ImXiQzw_SXDTHKzkR1PnWlHpxvku17wCqM88Jxw/s1600/IMG_9742.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgDln62SoNuIWn-byUEqVwFovbzpjXBAFXb-sC1MVK0MdJzf-13Nb02Sl-IImaqMRijfhOvDBJpLoPa87Ffmfy1bRd0fO5-EzrOk801ImXiQzw_SXDTHKzkR1PnWlHpxvku17wCqM88Jxw/s1600/IMG_9742.JPG" height="213" width="320" /></a></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<b><span lang="ES">“Todo les parece imposible a los que nunca lo han
intentado”<o:p></o:p></span></b></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span lang="ES">Jean-Louis
Étienne.</span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span lang="ES">A los tres
últimos hiperbóreos: Albert, Fernan y David.</span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span lang="ES">A mis
compañeros en la expedición del <i>Sterna</i>:
Olga, Jacopo,</span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span lang="ES">Alex,
Esther, Marta, Ana, Jaume, Teresa y Jordi.</span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span lang="ES">A mis
compañeros en la expedición de kayak: Teresa, Marco, </span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span lang="ES">David,
Marga, Óscar, Ion, Iban, Gigo y Stefano.</span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span lang="ES">Y a Rubén
y Piza, nuestros guías y exploradores de la naturaleza</span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span lang="ES">Todos
amigos, todos poetas del alma humana.</span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span lang="ES">Los sueños también pueden convertirse en costumbre:<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span lang="ES">-volar, surcar las olas, ir en tren-<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span lang="ES">pero un día sucede –quién sabe la razón-<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span lang="ES">que regresa el misterio;<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span lang="ES">dura sólo un momento, si es que dura,<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span lang="ES">en el que comprendemos que aquello es un milagro<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span lang="ES">hermoso y terrorífico:<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span lang="ES">un caballo de acero, un pájaro gigante<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span lang="ES">una ballena ciega o un dragón<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span lang="ES">Ya hace tanto que no nos sorprendemos<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span lang="ES">que este instante sublime nos conmueve al olvido.<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span lang="ES">Y seguimos viajando. Como si nada hubiera<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span lang="ES">más natural; sencilla dicha humana<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i><span lang="ES">que pervive en los sueños de los niños.<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span lang="ES">Ben Clark</span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES">La
luz, quizás lo que más recuerdo es la luz. Una luz blanca, pura, perenne, sobre
las cumbres nevadas. Una luz que sigue iluminando cuando cierro los ojos y me persiguen
las palabras de Conti: en este cielo inmenso en el que residen los fulgores del
crepúsculo polar, finalmente centellean para mí, exactamente sobre mí, las
constelaciones árticas, y echo la cabeza hacia atrás, asombrado. Una luz que
creía imposible, como en aquel tiempo lejano en el que buscábamos la emoción de
las historias en los libros de Julio Verne. Pero que es real, y cierta: la luz
del norte, la luz ártica, la luz de Svalbard.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES">Cuando
viajé a Groenlandia con Tierras Polares hace unos años, oí hablar por primera
vez, con profundidad, de las Islas Svalbard. Fueron palabras que dibujaban
paisajes tan naturales, tan remotos, tan auténticos, que soñé desde el primer
momento con acercarme a esa frontera del Polo Norte, un lugar donde la
naturaleza era blanca, un lugar donde cualquier cosa podía suceder, una
geografía casi imaginaria. Hasta entonces, su nombre evocaba exploraciones
árticas, las expediciones de hombres que se lanzaron a la conquista del Polo
Norte, la búsqueda de nuevas rutas de navegación o territorios desconocidos (Parry,
Nansen, Peary, Amundsen, Nobile). Soñadores, más allá del fracaso de sus
objetivos, de la enfermedad, el hambre o la dureza del clima. Soñadores, como
nosotros, ya que todos, de una u otra forma, nos podemos ver reflejados en esos
sentimientos, en esos anhelos por alcanzar lo imposible y ponernos a prueba.
Como dice Herzog, el ártico está habitado por soñadores profesionales. Y, a
veces, la vida hace realidad los sueños. Así que me embarqué en la tarea de
hacer que el lugar real pudiera ser visto con los ojos de los sueños. Al final,
vivir no es más que aventurarse más allá de lo que conocemos y de lo que
creemos ser. </span><o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<o:p> </o:p><span style="text-indent: 35.4pt;"> Alcanzar
Svalbard es dejar una huella arriba del globo terráqueo, en uno de los puntos
más lejos donde el hombre puede llegar. A menos de mil kms del Polo Norte,
llega a superar los 80º de latitud, así que alcanzarlo era toda una aventura.
Sólo había que darle forma, y los amigos de Tierras Polares dibujaron el
camino: una expedición en velero y otra de kayak, que debían transformar una experiencia
en una historia que superaría el sueño.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> En mi cartografía imaginaria le
faltaba un pasado, así que buceé en el tiempo. Según las sagas noruegas y los
anales de Islandia, a finales del s. XII los vikingos avistaron en esta latitud
unas altas montañas nevadas que denominaron “<i>svalbard” </i>(costa fría). Con posterioridad, a finales del s. XVI,
sería el holandés William Barents quien oficialmente las descubriría,
bautizando a la mayor de las islas del archipiélago como <i>Spitsbergen</i>, “montañas o cumbres puntiagudas“. Después de Barents,
en los siglos XVII y XVIII las frecuentarían aventureros, exploradores y balleneros,
como los pescadores vascos, motivo por el cual España defiende derechos
históricos de pesca en la zona. Sin embargo, los rusos siempre han aducido que
los cazadores rusos “pomores” (<i>pomor</i>
es una palabra rusa que significa “encima del mar”), son los que verdaderamente
descubrieron Svalbard, tras huir más allá de Siberia por la invasión mongol. El
problema surgió a finales del XIX, cuando se descubrieron las minas de carbón
que atrajeron la codicia de diferentes países. A principios del XX se fundarían
las primeras minas, y por su valor estratégico y siderúrgico, que llevo a
enfrentarse a Noruega y Rusia, se tuvo que firmar el Tratado de Svalbard que
establecía la soberanía noruega a cambio de no militarizar las islas y permitir
el derecho de explotación mineral y científica a la cuarentena de países
firmantes. Hoy en día, la autoridad reside en un Gobernador que es quien regula
la protección medioambiental y patrimonial de las islas y otorga los permisos
de navegación, trekkings, etc (más de un compañero sospechábamos quién era).</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> Con la ubicación, el camino y la
categoría de soñador profesional, sólo me faltaban dos cosas, llegar y
encontrar compañeros de expedición, tan locos o soñadores como yo. Ambas cosas,
de nuevo, fueron un regalo. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES">Llegando
al archipiélago desde Oslo, el avión sobrevoló montañas nevadas, entrelazadas
por filigranas de agua azulada y verdosa, que escondían pequeños y diminutos
valles; parecía imposible que pudiera aterrizar allí. Pero uno de esos valles
imposibles, en la isla más grande, Spitsbergen (que antes daba nombre al
archipiélago), escondía a Longyearbyen, nuestro primer <i>sinik</i>. Un oso disecado y una temperatura en torno a los 6-7 grados
fue el recibimiento, pero lo que más me impactó fue el sol de medianoche: mirar
las doce de la noche en el reloj y tener el sol en el horizonte fue mágico, sobrecogedor,
indescriptible. Un letrero con la famosa señal de peligro osos mostraba las
coordenadas: 78º 15' N y 15º 30' E. Lo había logrado, empezaba el camino. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiI4pLe1_15SUvfsYrMThPgdDQEMt1AzLskXyu7jQIoOYp_0jljBHPPGZDv1SCaZle2P_HxhC4wJ-GVaOyTOLh2IpIkQagi8KX4q93f3ZVmoljvylNSppCPGOVfUNdKZRbnIfI_FwXPps/s1600/DSC_0185.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiI4pLe1_15SUvfsYrMThPgdDQEMt1AzLskXyu7jQIoOYp_0jljBHPPGZDv1SCaZle2P_HxhC4wJ-GVaOyTOLh2IpIkQagi8KX4q93f3ZVmoljvylNSppCPGOVfUNdKZRbnIfI_FwXPps/s1600/DSC_0185.JPG" height="212" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES">Longyearbyen,
un nombre que me costó lo suyo pronunciar. Se debía a un empresario
estadounidense, Longyear, quien a principios del s. XX explotó las minas de
carbón de la zona; aunque para nosotros resultaba más curioso derivar el nombre
de un topónimo mezcla de inglés y noruego que describía lo que puede significar
vivir en las islas: “el lugar donde el año es muy largo”. Sin duda, el tiempo
aquí no conoce medida. Por ello no es de extrañar que fuera el último lugar
donde se enfrentaron los alemanes y los aliados durante <st1:personname productid="la II Guerra" w:st="on">la II Guerra</st1:personname> Mundial,
simplemente porque los alemanes destinados aquí ignoraban que la guerra había
finalizado cuatro meses antes.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES">El
paisaje alrededor de Longyearbyen era ya el propio de la naturaleza ártica:
montañas escarpadas que sirven de apoyo a pedregales y restos olvidados en el
tiempo de los orígenes mineros del enclave, tamizados por un barniz nival que
cubría picos y laderas. Sólo las alegres casas de madera coloreada daban un
toque de color. La presencia del hielo la mayor parte del año explicaba los
pilares bajo las edificaciones, las incontables motonieves y las tuberías por
encima del suelo. El asentamiento nació al cobijo del fiordo de Advent, en los
inicios del siglo XX, como un campamento minero noruego; y se trata de la
ciudad poblada (unos dos mil habitantes) más septentrional del mundo. En el
resto del archipiélago sólo se encuentran otros dos establecimientos (el ruso
Barentsburg, con unos 400 habitantes, y Sveabruga, con 200; junto con la base
cientifica de Ny-Alesund). El resto pertenece a la naturaleza salvaje ártica:
montañas escarpadas, fiordos, valles nevados, glaciares, ballenas, focas,
renos, zorros árticos, una gran variedad de aves, y, cómo no, osos polares, que
superan en número a los seres humanos.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> Como no existió una población <i>inuit </i>u otra población indígena en las
islas, la mayoría de la población era de origen europeo: noruegos, rusos,
ucranianos, tailandeses. Al poco de llegar descubrí que tan solo había un
pequeño cementerio abandonado desde los años veinte, ya que estaba prohibido
nacer y morirse en estas tierras. La existencia del <i>permafrost</i> y las bajas temperaturas impedían la descomposición del
cadáver lo que olbigaba a las autoridades a prohibir las inhumaciones. Al igual
que si una mujer ha de dar a luz se recomendaba que se trasladara a <i>mainland</i> para asegurar las condiciones
sanitarias<i>; </i>si alguien fallecía su
cuerpo era repatriado. Quizás por eso, uno tiene la sensación de que
Longyearbyen es un campamento provisional en medio de una naturaleza salvaje
que se resiste a ser conquistada por el hombre. Los restos abandonados de la
actividad minera, las señales de peligro por los osos y la dureza climática me
confirmaron esa idea.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4SvdacpCTnApdeb15f6ZiYbmt5U09HVig9a4ElX5iJwNLwmgEhnQUgPcjH3zOVTKPczudAXmTJPsgun-aLcgmOyFeyxXIBvHOzoZg0s8DfYylbHfTkC0nu9QgJPxPXRQtbqgStMs8Mlo/s1600/DSC_0054.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4SvdacpCTnApdeb15f6ZiYbmt5U09HVig9a4ElX5iJwNLwmgEhnQUgPcjH3zOVTKPczudAXmTJPsgun-aLcgmOyFeyxXIBvHOzoZg0s8DfYylbHfTkC0nu9QgJPxPXRQtbqgStMs8Mlo/s1600/DSC_0054.JPG" height="212" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> </span><span style="text-indent: 35.4pt;">El
camino al puerto, donde se encontraba mi primer destino, estaba lleno de polvo
y piedras. Y pensaba en cuándo vería el blanco. Aquí, la mayoría de la vida que
hay se reduce al blanco, al blanco del hielo, de las montañas nevadas, de los glaciares,
del hielo que cubre dos tercios de las islas. Pero tendría que esperar, no
tocaba blanco, sino semillas. Junto al aeropuerto, se encontraba en las
entrañas de la montaña, a 120 metros de profundidad en el interior del
permafrost, el Banco Mundial de Semillas, la “Bóveda del fin del mundo” o “Arca
de Noé”, que guarda gérmenes de todas las especies de flora del planeta en caso
de catástrofe mundial. Y yo, en ese momento, veía mi camino como una caja de
semillas de Svalbard, esperando el momento adecuado para germinar y
sorprenderme.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES">Este
primer trayecto no lo hice solo. En el camino blanco siempre hay alguien que
anda a tu lado, y desde la primera huella en Longyearbyen me acompañó un grupo
de expedicionarios tan soñadores profesionales como yo: Olga, Jacopo; Jordi,
Tere, Jaume, Esther, Marta, Ana y Alex. Y un guía, Rubén, al que seguiría no
sólo durante el velero, sino en la expedición de kayak. Rubén, una persona que
en sus vivaces ojos tenía la actitud de explorador, del que escapa de los
caminos trillados, buscando nuevas sendas, retos y horizontes. Una persona
curtida en el hielo y la montaña, que inspiraba confianza y seguridad desde el
primer momento, y que, con su rifle al hombro, recordaba a los últimos
exploradores, ojeando el territorio, saboreando la naturaleza, como si
dialogara con ella. Una persona en quien confiar. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuDMaiI9F3ezUzJgA7NIv9qJhIu4ovxOM8BbG3PYUaMc1bCmwyFcuPKfbukidYJ73kEcoRL9-K1vnUMvR6ErzdNbCMUR2RBZSr-aKkKJay13w3EN0kXXsrkCj4p1fPesRtBuaGV1__mpM/s1600/DSC_0688.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuDMaiI9F3ezUzJgA7NIv9qJhIu4ovxOM8BbG3PYUaMc1bCmwyFcuPKfbukidYJ73kEcoRL9-K1vnUMvR6ErzdNbCMUR2RBZSr-aKkKJay13w3EN0kXXsrkCj4p1fPesRtBuaGV1__mpM/s1600/DSC_0688.JPG" height="212" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES">El
velero esperaba, fondeado en puerto sobre aguas tranquilas, expectante. A pesar
del cansancio no pude evitar sobrecogerme ante su imagen: el <i>Sterna. </i>Como el planeo del ave ártica
del que toma el nombre,<i> </i>se mecía
suave y elegantemente sobre el agua, dejando una estela a modo de bienvenida. Un
barco de 26 metros de eslora y un mástil de 34 metros que nos abría la
oportunidad de alcanzar un mundo inaccesible desde tierra, viajando al ritmo
del viento y el sol de medianoche, como si fuera el <i>Endurance </i>de Shackleton, el <i>Terra
Nova </i>de Scott o el <i>Fram </i>de
Amundsen. Su lema: <i>hay todavía lugares en
la tierra que sólo puedes alcanzar desde el mar</i>. Aún impactado, embarqué
con mis compañeros de expedición: como decían los griegos, vivir no es lo
importante, lo esencial es navegar. Y a la mañana siguiente eso es lo que
hicimos, navegar, navegar en el ártico, con todo un mundo de fiordos a
descubrir, hacia la última Thule. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES">Las
aguas de esta ruta habían poblado de monstruos, misterios y sueños la
imaginación de los marineros durante siglos. En los mapas antiguos, más allá de
Thule, no existía el mundo, tan sólo criaturas fantásticas como los
hiperbóreos, hombres longevos y felices, poseedores de un extraordinario sentido
de la justicia. Y así fue, a bordo del <i>Sterna
</i>conocí a los tres últimos hiperbóreos, que parecían escapar de las páginas
de mis libros de exploraciones para introducirnos en el <i>mare incognitum</i> de Pytheas: Albert, Fernan y David.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> El ártico se suponía que no era un
mar fácil, no hay cartas náuticas fiables, el hielo, las rocas, los fiordos
podían complicarlo todo. Pero eso no fue problema, formaba parte de la
aventura. Unos frailecillos aletearon siguiendo nuestra estela, con su plumaje
blanco y negro, regordetes, pico multicolor. La navegación era tranquila, el
mar apenas se agitaba, y los petreles, el fulmar ártico y los skuas nos
acompañaban exhibiendo su vuelo. La costa estaba cuajada de fiordos, que en
invierno se cubren de hielo pero que en ese momento eran navegables,
permitiendo al barco explorarlos y detenerse frente a sus frentes glaciares. Navegar
por mares boreales, con el viento y el aire frío acariciando nuestro rostro.
Como decía Albert, no es sólo un viaje al exterior, al paisaje, sino al
interior de uno mismo. Y así lo vivimos.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEieyUqTNm-swCJ14M-CIsSa0tnpUkbmZ0jPKsAqNZA0TONDMkl3tgHMidcNbiOzABRJX2Bep6xOIn-r2v5Tc1Tv0oh3YkcBXe0skjqi3ZlGzof6-8C7KY84QN0tlokY8YU31_1VHI4Zovo/s1600/P8140002.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEieyUqTNm-swCJ14M-CIsSa0tnpUkbmZ0jPKsAqNZA0TONDMkl3tgHMidcNbiOzABRJX2Bep6xOIn-r2v5Tc1Tv0oh3YkcBXe0skjqi3ZlGzof6-8C7KY84QN0tlokY8YU31_1VHI4Zovo/s1600/P8140002.JPG" height="240" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> Nos dirigimos a Tempelfjorden, donde
entre abanicos aluviales tomamos contacto con los kayaks para acercarnos a su
frente glaciar, descubriendo la pericia en el paleo de Jacopo, la conversión en
rusos y monarcas de parte de nuestra expedición, y la habilidad con <st1:personname productid="la Gopro" w:st="on">la Gopro</st1:personname> de nuestro capitán
Fernan. Un paseo por las morrenas, con Rubén armado con el rifle ante el
peligro de los osos, culminó en una preciosa panorámica del glaciar. Al día siguiente,
nos esperaba un trekking en Skansbukta, en el fiordo Billefjorden, dominado por
los sedimentos horizontales y el relieve montañoso de cumbres puntiagudas de
Skansen. A sus pies, inspeccionamos los vestigios de una antigua mina de yeso
de los años veinte, que aún conservaba varada una pequeña embarcación de
transporte del mineral. El trekking, bordeando arroyos de deshielo entre la
tundra, nos permitió observar renos y skuas. Nuestro premio final, la música <i>remember</i> del Ipod de Fernan. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXoiLf0GsMEp1Fv-X2OcvNMlaCV-kuBEIuE7rMFbsl_UC33O87ev9rvJpxeerHF8lEUHRafaL9lDWJKQ4jA-H90G-Mt_b8vgd1tVVUutT15h3XG3uoPPcSh9r1jAEQdP8ABm4VxKkJbNM/s1600/DSC_0111.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXoiLf0GsMEp1Fv-X2OcvNMlaCV-kuBEIuE7rMFbsl_UC33O87ev9rvJpxeerHF8lEUHRafaL9lDWJKQ4jA-H90G-Mt_b8vgd1tVVUutT15h3XG3uoPPcSh9r1jAEQdP8ABm4VxKkJbNM/s1600/DSC_0111.JPG" height="200" width="132" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgD3ARVYq56KMFAUCRS-IYhFR1HYSAT3pQi0Sx8I7QJXxxYEDR3CnqUoer7ZHSsIAFm3wDZ03ixGDbQawV8L0Q1UDyr5RhkXoxyL9p2z5ayiWuYKVGwBBpC2iRpNJr7VOklCgqKWaS3Hrg/s1600/DSC_0082.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgD3ARVYq56KMFAUCRS-IYhFR1HYSAT3pQi0Sx8I7QJXxxYEDR3CnqUoer7ZHSsIAFm3wDZ03ixGDbQawV8L0Q1UDyr5RhkXoxyL9p2z5ayiWuYKVGwBBpC2iRpNJr7VOklCgqKWaS3Hrg/s1600/DSC_0082.JPG" height="200" width="132" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> <i>Hay
que tener suficiente locura para largar amarras, y suficiente cordura para
llegar a puerto</i>. Estas palabras de Albert, a raíz de la lectura de El
Principito, resumía perfectamente nuestro espíritu de navegación, y como prueba
de la locura, nuestro capitán Fernan tuvo la idea de dejarme llevar el timón.
No creo que pueda describir con palabras que sentí al guiar durante un tiempo nuestro
velero. Sólo pude emocionarme, como en los versos de Salem: no sé que puedo
contarte del mar, amigo, como no sea que cada noche que nado en él, desnudo,
vuelvo a pensar que lo importante no es estar muerto o estar vivo, sino
aprender el pulso ajeno, el rumbo de los ríos, y, por un instante al menos,
sentirte parte de la sangre del planeta. Gracias Fernan, por hacerme sentir
parte del mar, del mundo.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES">De
este modo, llegamos a Pyramiden, en el fiordo de Billefjorden, una ciudad
minera rusa abandonada. Fløgstad, en su libro del mismo nombre, dice que era a
la vez una mina subterránea y una montaña tallada en forma piramidal por la propia
naturaleza, por lo que Pyramiden fue a su vez una ciudad que se ha convertido
en mausoleo de una cultura pasada, anclada como un fósil social. Pero en el
interior de la mina no yacía ningún faraón soviético embalsamado, sino que este
se encontraba erguido en un pedestal en el centro de la ciudad: Lenin. Moscú
compró las minas a una compañía sueca en 1916, y el establecimiento vivió ajeno
al mundo, autosuficiente, gracias a un gran invernadero, corrales cubiertos
para ganado y todas las comodidades. En 1998, tras la caída del comunismo y la
falta de rentabilidad, el asentamiento fue clausurado, y en poco tiempo se
abandonó. Bajo una montaña en forma de pirámide los edificios e instalaciones
mineras abandonadas permanecían resistiendo el paso del tiempo: las oficinas,
la biblioteca, cine, piscina, pabellón de deportes, viviendas, centro social,
comedor, hotel… En el duro trekking de la montaña, Rubén, Olga, Alex, Jacopo y
yo la contemplamos desde arriba, en silencio. La ciudad se asemejaba al barco
medio naufragado en la dársena del tiempo. El triunfo de la naturaleza sobre el
ser humano.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgcISCOLrWYSEAVT7mm6aVhqKUK-DyKiuv-JSgvTELpBKeO7aBGh4wBqhaSAZxoYGL8zQFTkYv4Q7_-nA5n2f65KC5Bj1KyD4XdxEQfJRIkKJE0C05KsOKOQlvcq9v2zi5-lZCa6c8GJ9w/s1600/DSC_0343.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgcISCOLrWYSEAVT7mm6aVhqKUK-DyKiuv-JSgvTELpBKeO7aBGh4wBqhaSAZxoYGL8zQFTkYv4Q7_-nA5n2f65KC5Bj1KyD4XdxEQfJRIkKJE0C05KsOKOQlvcq9v2zi5-lZCa6c8GJ9w/s1600/DSC_0343.JPG" height="132" width="200" /></a> <a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjI9bP8dhrlrO6PdLaDqmVYQ2qFd7oueEtoMQ6pjcktOsRqEW328IebP-Y4b8O1HVW5IUi_zm6KdUTBbHpsF21x-BrK_BUfcbxUQh_kj_44DEv9IlaE5J0NLJlQxbPu9fCKSTMq02OrsOs/s1600/DSC_0330.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjI9bP8dhrlrO6PdLaDqmVYQ2qFd7oueEtoMQ6pjcktOsRqEW328IebP-Y4b8O1HVW5IUi_zm6KdUTBbHpsF21x-BrK_BUfcbxUQh_kj_44DEv9IlaE5J0NLJlQxbPu9fCKSTMq02OrsOs/s1600/DSC_0330.JPG" height="132" width="200" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES">Quisimos
cenar y dormir en el hotel, el más septentrional (como todo lo del
asentamiento) del mundo, lo que supuso transportarse en el tiempo a un piso de
Moscú de los 70. Nos sentíamos lejos, no sólo en la distancia, sino en el
tiempo. Lenin tenía una famosa consigna: “es necesario soñar”, y quizás así
emparentaba el realismo socialista con el modernismo occidental. Por ello, en <st1:personname productid="la Unin Sovi←tica" w:st="on"><st1:personname productid="la Unin" w:st="on">la Unión</st1:personname> Soviética</st1:personname> calificaban a
los ingenieros que construyeron ciudades como Pyramiden de poetas del alma
humana. En esa noche sin noche intentamos comprenderlo, bebiendo vodka al
amparo de un zorrillo ártico. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> Poco a poco, en dirección al fiordo
Ymerbukta, el mar nos atrapaba, como su tripulación, los hiperbóreos. Siempre
había un momento de conversación, de entendimiento, de cercanía con Albert,
David y Fernan. Conocimos sus sueños, su experiencia, lo que dejaban en tierra.
Sus manos, fuertes y ágiles en las maniobras, sus instrucciones al virar cadena
y subir el ancla, en el manejo de los winches o al ayudarnos a subir a la
botavara; su sonrisa; la sensibilidad de Albert ante nuestras inseguridades; la
habilidad repostera de David ante los cumpleaños de Albert y Jacopo; las clases
magistrales de Fernan sobre el sextante y la astronomía (¡cuánto me falta por
aprender como profesor!); su mirada serena ante nuestra necesidad de saber, de
preguntar, de conocer. No eran tripulantes, ni navegantes, sino los auténticos
hiperbóreos, los verdaderos poetas del alma humana.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzDPQpwE23njWjHMU9UjA7gQ6xo5UnJ6qGbB0dgvxwVMmYB3ylR-xKGphMVRnHb6i6H1v1WXhG2NtaZRcwg9Sje8b4iHumw2fIWx7lZeCbfpYcp__PvVMgM4Lo6c2KtmPorrB9wttIiQU/s1600/DSC_0416.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzDPQpwE23njWjHMU9UjA7gQ6xo5UnJ6qGbB0dgvxwVMmYB3ylR-xKGphMVRnHb6i6H1v1WXhG2NtaZRcwg9Sje8b4iHumw2fIWx7lZeCbfpYcp__PvVMgM4Lo6c2KtmPorrB9wttIiQU/s1600/DSC_0416.JPG" height="212" width="320" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> Una ligera brisa mantenía las velas
izadas, y el <i>Sterna </i>se deslizaba casi
sin moverse bajo la luz blanca, confiando en la fuerza del viento. No era
difícil imaginar que transitábamos por el lugar en el que las huellas de los
hombres se borraban, como la estela de nuestro velero al avanzar por el mar
camino de Ymerbukta. Al llegar, nuestro guía Rubén, rifle al hombro, nos
desembarcó en su frente glaciar y regaló un paseo sobre el blanco hielo. Los
crampones, el arnés, los selfies de Alex y Esther, el acompañamiento del vuelo
del charrán ártico, la foca curiosa vigilando nuestros movimientos, la caída
del diente de Albert; todo acompañó un momento especial: Jacopo hizo un
homenaje a través de un dibujo en la nieve a un amigo suyo, que murió unos
meses antes y que le iba acompañar en este viaje. Creo que todos compartimos
durante un momento su dolor, sobre todo cuando se volvió y con su mirada
bondadosa, nos sonrió con un <i>todo va bien</i>
sin palabras. Con emoción, respetamos el momento.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiT3TgdUAE80lQbdoLX8zvinqo-XfmbpxUTU1MY2ORN3tvBwSTcaE5IV3PBe9h882M9-RMDRMjt-yWICI6ttVByHPPwzumfFmrQ75WI3_c7Mjr4veoufMXY3Iks5fg-LjJi96Hjd4IUeJA/s1600/DSC_0455.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiT3TgdUAE80lQbdoLX8zvinqo-XfmbpxUTU1MY2ORN3tvBwSTcaE5IV3PBe9h882M9-RMDRMjt-yWICI6ttVByHPPwzumfFmrQ75WI3_c7Mjr4veoufMXY3Iks5fg-LjJi96Hjd4IUeJA/s1600/DSC_0455.JPG" height="132" width="200" /></a> <a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0R99jhBxsFYmQSrlMYZ7PlBeaTxMxYBtC6ZJ3MsLn6OH-7RMSEV7Yu9f2ZBpUwrrJ5JNsiyBgq11jFcXXWw3r0kP2n1q1dxfHv_f9Y-o_mDg0rj7LmQcyvPbKzYCHm7tDMVbs2fMlFmg/s1600/CIMG4843.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0R99jhBxsFYmQSrlMYZ7PlBeaTxMxYBtC6ZJ3MsLn6OH-7RMSEV7Yu9f2ZBpUwrrJ5JNsiyBgq11jFcXXWw3r0kP2n1q1dxfHv_f9Y-o_mDg0rj7LmQcyvPbKzYCHm7tDMVbs2fMlFmg/s1600/CIMG4843.JPG" height="150" width="200" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Horas después, iniciamos el regreso
a Longyearbyen. Aproveché para sentarme un rato en soledad, a sotavento, dejándome
acariciar el rostro por la brisa que producía el desplazamiento del barco, que
aún así parecía suspendido sobre el mar, en el silencio del agua. Respiraré
hondo, entre las sonrisas de mis compañeros en popa, pensando que quizá el
único sentido de nuestra vida era estar aquí, ahora, sabiendo que ese momento
podría llevarlo conmigo, como el silencio, y relativizar con él lo que viniera
en el futuro. Daba igual qué escondía mi pensamiento, mis recuerdos, el tiempo
ausente, la vida. El mar me devolvió en su horizonte todo lo que alguna vez
había creído perder y soñar. "Alma se tiene a veces, nadie la posee sin
pausa y para siempre", escribe Wislawa Szymborska. Y, durante un instante,
recuperé mi alma.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES">Imagino
que todo formaba parte del final de la expedición, esa sensación de melancolía
que te invade cuando crees que vas a dejar atrás unos paisajes, unos amigos,
unas experiencias que, sin darte cuenta, ya forman parte de ti. Todos fuimos
conscientes, y, quizás por ello, o pese a ello, la llegada a Longyearbyen, la
tan deseada ducha de agua caliente, las compras de regalos, la cena en el Kroa
y las copas en el Svalbar y en el Karlsberger (bar de los mineros), se
desdibuja en el recuerdo entre risas, abrazos, selfies, y promesas de que este
vínculo, esta experiencia, no se acababa, sino que acaba de empezar. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi65nvWVrp7E-64Ucygcl2NH8OwfdX5-u7RjNhJzLq0yB8hEtI1FIRwa8R3XVIReSGojEGCuIn8hhyphenhyphenHMTcc9tK_D_ZGUHefsWpKaniDHUDh3JiyAuV0oMHWOVRo-lZbz3bVYaxa3Ok1Ils/s1600/CIMG4882.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi65nvWVrp7E-64Ucygcl2NH8OwfdX5-u7RjNhJzLq0yB8hEtI1FIRwa8R3XVIReSGojEGCuIn8hhyphenhyphenHMTcc9tK_D_ZGUHefsWpKaniDHUDh3JiyAuV0oMHWOVRo-lZbz3bVYaxa3Ok1Ils/s1600/CIMG4882.JPG" height="240" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES">Antes
de entrar en mi litera, eché un último vistazo a mi mesa de lectura del <i>Sterna. </i>Mapas, guías, libros sobre el
ártico se esparcían despreocupados en todas direcciones. Intenté fijarlo en mi
memoria, a modo de talismán. Me quedé dormido pensando que lo que había vivido
y con quien había vivido formarían parte del camino que me quedaba por
recorrer, como un amuleto al que recurrir en los momentos difíciles. Era el
final de un camino, pero también el principio de otro. E, inconscientemente,
sonreí, agradecido. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES">Puede
ser que la persona que descendió del <i>Sterna</i>
hacia el camping del aeropuerto fuera una persona diferente. Puede ser que el
mar, el viento, el sol de medianoche, y la huella de mis compañeros y
tripulación, originaran una extraña fuerza que superara al miedo ante lo que me
esperaba: la expedición de kayak y trekking. Puede ser. Y lo cierto es que
llegué feliz hasta allí, con esperanzas de aventura y de conocer a quienes
tomarían el relevo de mis compañeros expedicionarios: un grupo totalmente
peninsular e insular, norte, sur, este, baleares, canarias, italianos. Todo un juego
de coordenadas que situó en mi cartografía emocional a unos locos soñadores,
comandados por Rubén y Piza, para hacerme ver que aún quedaba espacio para la
aventura, para alcanzar el misterio de la última Thule.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> Y como toda nueva aventura tiene su
preparación, camino de Ymerbukta nos fuimos conociendo entre llenar petates,
probarnos los trajes estancos, distribuirnos en tiendas y crear parejas de
kayaks: la fuerza de los vascos Iban y Ion; los fotógrafos David y Óscar; el
ingenio de Marga, la sonrisa de Teresa (la mejor compañera de Kayak y tienda), el
gracejo tupido de Marco (dyayo dyayo), la independencia italiana de Gigo y
Stefano, y la sombra que siempre nos perseguía del gobernador. Creamos un gran
grupo, que nos hizo sentir seguros. La expedición ártica es un regreso al
pasado, cuando las personas tenían que responsabilizarse unas de otras, igual
que los <i>inuits</i> siglos atrás.
Fácilmente aprendimos esa lección.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> La ruta a seguir imponía sus
necesidades: desembarcar kayaks, montar campamento (tipi o lavu y tiendas),
buscar agua, preparar cena y establecer el cuadrante de guardias para las
noches sin noches y evitar el peligro de los osos polares. El protocolo a
seguir era claro: turnos de dos horas por tienda, discernir los eventuales
ronquidos de la amenaza osezno, no perder de vista el silbato y el gas de
pimienta y evitar despertar a Rubén (nuestro Amundsen portador del rifle) con
falsas alarmas (desde piedras cuya silueta a lo lejos era amenazadora, a los
movimientos de gansos, perdices nivales o cualquier elemento de la fauna
circundante que sobresaltaba en las horas de madrugada). </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQ6pCq3PB1m3dT_e6Voqn45CnTlz8o-OSjoqOeMVzOi3hKC_DMSlnjSr4V-AlWBYao-028S_N1xb7X-QzmdrnmPeo16g4THPwhyq-GS1gZTdVQq8nHaNw_Nw0M6Rn9KYJjgh08FIRvuxU/s1600/DSC_0732.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQ6pCq3PB1m3dT_e6Voqn45CnTlz8o-OSjoqOeMVzOi3hKC_DMSlnjSr4V-AlWBYao-028S_N1xb7X-QzmdrnmPeo16g4THPwhyq-GS1gZTdVQq8nHaNw_Nw0M6Rn9KYJjgh08FIRvuxU/s1600/DSC_0732.JPG" height="212" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> En Ymerbukta, entre farallones
gastados y desnudos, probamos los kayaks, para habituarnos, hasta llegar al
glaciar Esmarkbreen. Mientras la luz reverberaba en la superficie del agua, el grupo empezó a practicar las primeras paladas…, pronto
los torpes movimientos iniciales adquirieron el ritmo necesario, y los vascos
nos demostraron lo fácil que es alejarse con apenas un breve paleo ante la
mirada curiosa de las focas. En el glaciar realizamos el recorrido con
crampones desde la zona de morrena, situada en el lateral del final del hielo. Enseguida
el blanco se ramificaba en varios pasillos de hielo vivo, algunos de los cuales
acababan en profundas grietas que la nieve prístina suavizaba. Entre
fotografías y fila india, podíamos contemplar como la lengua del glaciar
culminaba en un azul intenso que se sumergía suavemente en el agua helada.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjP6OFNWs6qFBUCbS8xo6VFawdukbtcIualzbhBtlJVjr131yOQW7JZWBKJiM0ahgAN7V1mQJvcndprWFBhSmbwsfwLJbto9zOdtFRhrSD3QIuiagp7OFq93e-3h2xsq5X0bPUFHOEjxAM/s1600/DSC03373.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjP6OFNWs6qFBUCbS8xo6VFawdukbtcIualzbhBtlJVjr131yOQW7JZWBKJiM0ahgAN7V1mQJvcndprWFBhSmbwsfwLJbto9zOdtFRhrSD3QIuiagp7OFq93e-3h2xsq5X0bPUFHOEjxAM/s1600/DSC03373.jpg" height="213" width="320" /></a></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: x-small;">Foto de mi compañero David González</span></div>
<div style="text-align: center;">
<span style="font-size: x-small;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> Al día siguiente nos dirigimos en
kayak hacia Trygghamna, fiordo al oeste de Ymerbukta, para hacer un trekking.
Tras desembarcar en una playa de guijarros, y avanzar en la tundra con alguna
que otra seta comestible (pedo de lobo), iniciamos un cresteo espectacular que
nos premió con unas vistas espléndidas de la bahía, rodeada de picos altos,
skuas, fulmares, gaviotas árticas y renos. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> Poco a poco, como los primeros pasos
de un niño, íbamos descubriendo la naturaleza salvaje, a veces inhóspita, de
los fiordos. Parecía el último refugio del ser humano, abriendo caminos en
áridos picos o caprichosos relieves tallados por el frío. Las montañas lucían
un color marrón oscuro, de tierra volcánica cuajada de minerales, coronadas por
una pequeña lámina de nieve. Y entre tanta belleza indómita, que alimentaba el
alma, nosotros desarrollábamos nuestros rituales: la odisea de ponerse y
quitarse los trajes estancos, desmontar y montar campamentos (inolvidable el
del polvo), la búsqueda del agua, los esporádicos (y rapidísimos) baños en
lagunas de deshielo para intentar mantener la higiene pese a los ataques de las
golondrinas árticas; las conversaciones sobre comida en los trekkings (que
inspiró a Ruben su famosa frase: ¡tenéis más hambre que los pavos de
manolete!), pero que prontamente se olvidaban ante la pericia culinaria del
propio Rubén en las cenas calientes (pollo al tikka masala, cuscús, lentejas
con arroz, estofado de calamares, los tres intentos, que fueron superándose, de
pudding), perder la dignidad en cagaderos con vistas, las celebraciones de los
cumpleaños de Óscar y Piza con cócteles de minibotellas de whisky con tang de
piña; las conversaciones de cine con Piza en el lavu…</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgy3FouocJgV3TFtZ6S96dYH-oMyPF2p28Z7IaIU1xvmQVOvqy-R6Y1EXxni7Q2-XRFLqTkUCCBL9YeTMkpGzohR5DFX1FuM1QIXb9BSzOJjSZYlYNsuCQmk-r5nBbHpa5_aHr1PJVgtzY/s1600/DSC_0436.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgy3FouocJgV3TFtZ6S96dYH-oMyPF2p28Z7IaIU1xvmQVOvqy-R6Y1EXxni7Q2-XRFLqTkUCCBL9YeTMkpGzohR5DFX1FuM1QIXb9BSzOJjSZYlYNsuCQmk-r5nBbHpa5_aHr1PJVgtzY/s1600/DSC_0436.JPG" height="212" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> Pero, sobre todo, teníamos la
sensación de seguir el ritmo de la naturaleza, pues dependíamos de ella, algo
que saben muy bien los inuit. Comprendían que en la naturaleza todo afecta a
todo, así siempre sabían la dirección del viento, o el sonido de las olas, para
aún yendo en kayak entre la niebla densa, poder encontrar el camino hacia su
destino incluso sin ver tierra o las estrellas. Como leí en un libro, era menos
importante saber la dirección del viento que comprender cómo el viento afectaba
a la vida. Así, cuando un determinado viento del norte alejaba a los témpanos
de hielo, era un buen momento para cazar focas; o cuando el del sur volvía a
juntar lo témpanos, había que empezar la caza de la morsa. Edmund Carpenter
cuenta la historia de un esquimal al que se le pidió que escribiese un diario;
casi todas las entradas empezaban con un comentario sobre el viento. Según él,
su forma de pensar podía describirse con las palabras “déjanos escuchar lo que
vemos”. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> Y, en esa necesidad de seguir el
ritmo de la naturaleza, aparecía Piza. Piza<b>,</b>
es de esas personas que sabe escuchar la voz de las cosas, porque entiende,
como los inuit, que todas las cosas viven. Explorador, montañero, nómada,
narrador innato. Su piel conservaba el moreno del sol groenlandés. Sus ojos,
atentos, escrutadores en los trekkings, desprendían una tranquilidad que sólo
las personas que han atesorado miles de experiencias pueden transmitir. Parecía
que conocía el espíritu de la tierra, y, que al comunicarse con ella, podía contar
la verdadera historia de lo que somos.</span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmBzVZBPOZUT436VEHiGKg2nWXxnRM9C9vLIeVg8zuKxms7MMhlFjgsgXtoty8VUKpTiJIOfTpv6zxJ-Ft5JE6ISLE3eSzE91b-Bd98aHqnrDENfn8pL7S7M4wi9LTT-ZE2BD7hR6nuSo/s1600/DSC_0764.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmBzVZBPOZUT436VEHiGKg2nWXxnRM9C9vLIeVg8zuKxms7MMhlFjgsgXtoty8VUKpTiJIOfTpv6zxJ-Ft5JE6ISLE3eSzE91b-Bd98aHqnrDENfn8pL7S7M4wi9LTT-ZE2BD7hR6nuSo/s1600/DSC_0764.JPG" height="212" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> Y seguir el ritmo de la naturaleza
nos procuraba sorpresas, como las de descubrir huellas de oso en todos nuestros
campamentos, algunas muy recientes. Tras la obligatoria inspección de Ruben y
Piza, y entre la euforia fotógrafa, el recelo en la guardia nocturna y el ansía
de verlo cerca (y lo suficientemente lejos), las huellas de oso se convirtieron
en nuestro fetiche. Y recordé como Martín Garzo, en un artículo reciente, hablaba
de que los rodajes de las películas estaban llenos de extrañas historias. Una
de ellas la protagonizaron el productor de cine Dino de Laurentiis y el
director francés Robert Bresson. De Laurentiis preparaba su gran
superproducción de <st1:personname productid="La Biblia" w:st="on"><i>La Biblia</i></st1:personname> y, entre
otros directores, había elegido a Bresson para que dirigiera el episodio de
Noé. Fue a verle momentos antes de que iniciara el rodaje. Allí estaban, en
jaulas, innumerables parejas de animales, y de Laurentiis no pudo menos de
comentarle a Bresson lo contento que debía estar con una producción como la
suya, que no reparaba en gastos a la hora de permitirle el rodaje de las más
espectaculares escenas. Bresson le contestó que se lo agradecía mucho pero que
lo único que se iba a ver de aquellos animales eran sus huellas sobre la arena.
Esa misma tarde, recibió una llamada diciéndole que estaba despedido. De
Laurentiis operaba sin duda con la lógica de una gran producción, con la lógica
de aquellos que no saben que la poesía no está en ese mundo enfático de las
grandes declaraciones y los grandes gestos, sino en las huellas casi
imperceptibles de los cuerpos que amamos sobre la arena del tiempo.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdjsP3HpP3HsSvJxS0yiJOUJSjoV85noMA21CZkICGORf6QuDI9n-XM8mLV_Y-WvVF-Rp_OJUFKg3HTy5mqNSIr47PsTkX413TY-NF7BnKmuW9sYWGI6YzNi1W32e1XSfcc6n1xNfwd-g/s1600/DSC_0736.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdjsP3HpP3HsSvJxS0yiJOUJSjoV85noMA21CZkICGORf6QuDI9n-XM8mLV_Y-WvVF-Rp_OJUFKg3HTy5mqNSIr47PsTkX413TY-NF7BnKmuW9sYWGI6YzNi1W32e1XSfcc6n1xNfwd-g/s1600/DSC_0736.JPG" height="320" width="212" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> Los días se sucedían, de Borebukta a
Nansenbreen, con un hermoso trekking en el ascenso a Sten de Geerfjellet; e
íbamos mejorando en el kayak. Había momentos, que parecía que las olas nos
hacían bailar, en el movimiento sincronizado de las palas con Teresa, en el
suave deslizamiento sobre el agua. Se creaba algo cercano, íntimo, en la relación
directa que se establecía con el mar al palear, donde las aves siempre
presentes te acompañaban en su vuelo el aleteo de las palas, mientras rozabas
cuidadosamente las algas, alimento de focas y aves marinas. Y agradeciendo el clima
benévolo que nos permitía disfrutar del trayecto pese al cansancio. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyKn-nOw7McELpH1j-cpa_0HhdC48T0z9OaQJbEMKC3V_3s5Hm-LHHXWcrseYZD4PwdoSxvdDfd2_auXBRGAMXGAVZIa_903Hx7YlajgCN0dQDpA59amBN87WVqBThujgOvUYoIWmKkxQ/s1600/DSC_0205.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjyKn-nOw7McELpH1j-cpa_0HhdC48T0z9OaQJbEMKC3V_3s5Hm-LHHXWcrseYZD4PwdoSxvdDfd2_auXBRGAMXGAVZIa_903Hx7YlajgCN0dQDpA59amBN87WVqBThujgOvUYoIWmKkxQ/s1600/DSC_0205.jpg" height="213" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> Junto al glaciar Nansenbreen fijamos
nuestro nuevo campamento, punto de partida del trekking a Sylfjellet. Mientras
ascendíamos, nuestro ánimo era alegre y parecía que la salvaje tundra se iba
apropiar de todo el espacio, del horizonte. El trote de los renos en solitario,
mirándonos con curiosidad, las perdices nivales, los gansos, el algodón ártico
(cuyo nombre en inuit era la flor que se asemeja a una liebre ártica, según
Piza), la risa exuberante de Gigo; todo ello preparaba nuestro espíritu para
contemplar, desde la cima, las montañas distantes en un cielo claro, las grises
pedreras empinadas que se precipitaban por detrás de los glaciares blancos. Las
laderas que asemejaban acantilados se dibujaban en colores ocres sobre el mar.
Una belleza que vivimos, que sentimos, y que celebramos como equipo haciéndonos
fotos saltando en el aire. Al fin y al cabo, al contemplarse la tierra nunca
deben olvidarse las personas que alberga y que nos unen. </span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmzwAICVxLLkRITEBtXclIJBfFM3js4JwCT28hjCFU4V65pGgoAj2RzUJLWOLsy-ardKQBQQdYnu2zNadTD2BKf32wMSrP62pBDi_89aBS7KP4yfWjpKI-S6eg1SSqPRD787da9E3N-3o/s1600/DSC_0803.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmzwAICVxLLkRITEBtXclIJBfFM3js4JwCT28hjCFU4V65pGgoAj2RzUJLWOLsy-ardKQBQQdYnu2zNadTD2BKf32wMSrP62pBDi_89aBS7KP4yfWjpKI-S6eg1SSqPRD787da9E3N-3o/s1600/DSC_0803.JPG" height="132" width="200" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4t5QQBt3_afkQSPx8Qhh9cOFUiacx7EqOgYDUNACq0T4o9cEGaRPymRQ-M1VO_rNvCkCkgqK2WoxRSelzAhuj6dBYBIGTuZLgHerNsCARYAxBy5vxtJCBiOlN-hWR2IJLCk8jHjI1oNE/s1600/DSC_0830.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4t5QQBt3_afkQSPx8Qhh9cOFUiacx7EqOgYDUNACq0T4o9cEGaRPymRQ-M1VO_rNvCkCkgqK2WoxRSelzAhuj6dBYBIGTuZLgHerNsCARYAxBy5vxtJCBiOlN-hWR2IJLCk8jHjI1oNE/s1600/DSC_0830.JPG" height="200" width="132" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> De nuevo, abandonamos el campamento,
e iniciamos la etapa reina del kayak, treinta kilómetros para alcanzar
Yoldiabukta. Madrugamos para aprovechar el buen tiempo y nos encontramos con un
mar en calma y el acompañamiento de fulmares y focas. Las risas y las bromas se
sucedían sin parar, hasta que bordeamos Ǿienbukta, nuestro Cabo de Hornos
personal. El viento en contra, el mar rizado, y las olas de gran tamaño
hicieron que nos acercáramos a Piza y Ruben. Era curioso ver cómo nuestras
voces se iban apagando conforme se rizaba el mar y las olas se erigían
orgullosas en nuestro camino. En silencio, nos centramos en bordearlo lo antes
posible. Fueron ocho horas de kayak, que al finalizar, nos hizo sentir
eufóricos. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> Al montar campamento cerca del
glaciar, la sensación térmica del frío aumentó, por lo que aprovechamos la
presencia de maderas traídas por el mar para hacer una hoguera. Ion y Marga
desplegaron su sabiduría para confeccionarla, y lo hicieron genial. En momentos
así, solitarios y sencillos, da la sensación de que no existe el tiempo ni el
mundo, y que lo único que se necesita para vivir es una hoguera que
chisporrotea. Para vivir, y para hacer una guardia en condiciones, claro, ya
fuera fotografiando o leyendo un libro. El sol, en ocasiones, no acababa de asomarse lo necesario como para dejar
de sentir frío. A pocos metros del lavu, se asentaban nuestras tiendas,
al principio cercanas las unas a las otras, como para inspirarnos protección,
no sólo contra el frío, sino contra lo desconocido, lo salvaje. Poco a poco,
nos fuimos distanciando, tanto por la seguridad que te daba el día a día, como
por los ronquidos de algún compañero oso. En esos momentos de guardia, sin embargo, me gustaba caminar solo,
en silencio, aprendiendo en cada paso los sonidos y paisajes de cada
campamento, mientras el sol describía círculos contorneando el horizonte. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhha0BKW9uEx3mlU9alUwAaluOrRaAdeJtxf88pG8JrJOCCsrpyLqkYaOHBz4P21ohOA50_3L36VpWJYmNDpvxQcaWR4_rgNj_upSP7HoFUsveROflZUPu6LDYmX0nY91SB2KCyy7MdR4g/s1600/DSC02962.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhha0BKW9uEx3mlU9alUwAaluOrRaAdeJtxf88pG8JrJOCCsrpyLqkYaOHBz4P21ohOA50_3L36VpWJYmNDpvxQcaWR4_rgNj_upSP7HoFUsveROflZUPu6LDYmX0nY91SB2KCyy7MdR4g/s1600/DSC02962.jpg" height="212" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> Tras desayunar, iniciamos el
trekking hacia el glaciar Wahlenbergbreen. El cielo estaba cubierto por una
capa opaca de blancura de tonos pagados, y el cielo y las montañas nevadas se
confundían entre la tundra, los restos de cornamentas y las huellas de
animales. Al acercarnos al glaciar, caminamos por la playa desierta, llena de
troncos arrastrados por la marea y pequeños icebergs. Algunos buscábamos
fósiles, a pesar de que no puedes coger nada, por protección medioambiental y
porque todo lo anterior a 1947 es “cultural heritage”. Pero las piedras nos
llamaban, quizás porque, como dicen los versos de Cañamares, durante los viajes
recogemos las piedras que el mar nos regala. Son las piedras con las que luego,
en el invierno, reconstruimos las ruinas de nuestras guerras. No sólo les
pedimos que resistan. También que nos recuerden que el mar existe. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1cGnBE7hukKnHfuezgyMe0S-mfUBRl1pZufq_QDRpgqH_5bLvdJimbZwpLQ-xeaIUIwD2pTQeX573uBJCXiXdPfF1R4ds4czzHbFI__jocNa7HqFRa4DJmtsa3nOeW6D3NagO_d55j7c/s1600/P8250048.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1cGnBE7hukKnHfuezgyMe0S-mfUBRl1pZufq_QDRpgqH_5bLvdJimbZwpLQ-xeaIUIwD2pTQeX573uBJCXiXdPfF1R4ds4czzHbFI__jocNa7HqFRa4DJmtsa3nOeW6D3NagO_d55j7c/s1600/P8250048.JPG" height="240" width="320" /></a></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> Al día siguiente, en nuestra última
etapa de kayak, nos dirigimos hacia el glaciar Sveabreen, formando campamento
en Sveaslett, junto a la arena de la playa. Al llegar, celebramos el haber
conseguido realizar la expedición de kayak con fotos y abrazos. Creo que nos
sentíamos los más orgullosos del mundo, y como regalo de nuestra gesta un par
de curiosos, traviesos y hambrientos zorros árticos decidieron invadir nuestro
recién montado campamento. A pesar de otra hoguera, el frío aumentó por la
cercanía del glaciar al soplar el viento del noreste. Esa noche sin noche,
sobre la arena de una playa sin nombre, en mi turno de guardia y en el silencio
interrumpido por los seracs desprendiéndose, contemplé ensimismado cómo tonos
de azul y rosa bañaban las montañas de cumbres nevadas anunciando la llegada de
un próximo atardecer o amanecer a finales de agosto. La luz guardaba la memoria de Svalbard.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDvoUEApWUta6EJfxlhVo0OxVaudZo4ZoRA35QaJFciwaGpfd8amaUbnd3Cj82vZTcajjJUxT9siKQQVn85t5U0qOpwJtzU_d3TRkzzQo9q565Av3R1gvNWPhJCWdnTlMMXj1NW8ymdtw/s1600/CSC_0911.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjDvoUEApWUta6EJfxlhVo0OxVaudZo4ZoRA35QaJFciwaGpfd8amaUbnd3Cj82vZTcajjJUxT9siKQQVn85t5U0qOpwJtzU_d3TRkzzQo9q565Av3R1gvNWPhJCWdnTlMMXj1NW8ymdtw/s1600/CSC_0911.JPG" height="132" width="200" /></a> <a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbamJM2q38KGzCgSK3JjHW1x8tasW2Q3mlOVIIj1XkjGSHwyDQXMsvwZQAQV34Yph8KZJLeft9LusghGfkXrKBnlnC6gW9L3RuehvNHshzY5IBBahOxVfEv_XCmOrM15vmgsmtTHwwrZw/s1600/DSC_0281.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgbamJM2q38KGzCgSK3JjHW1x8tasW2Q3mlOVIIj1XkjGSHwyDQXMsvwZQAQV34Yph8KZJLeft9LusghGfkXrKBnlnC6gW9L3RuehvNHshzY5IBBahOxVfEv_XCmOrM15vmgsmtTHwwrZw/s1600/DSC_0281.jpg" height="132" width="200" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div style="text-align: justify;">
<span lang="ES"><span style="font-size: x-small; text-align: center;"> Foto de mi compañero David González </span></span><br />
<span lang="ES"><span style="font-size: x-small; text-align: center;"><br /></span></span></div>
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> El trekking final nos dirigió al
glaciar, en un paseo sobre crampones, sintiendo el frío, el viento y la soledad
de esta tierra. El hielo nos recibía proveniente de un tiempo antiguo,
inmemorial, y parecía guardar los secretos del principio del mundo. Grietas,
blanco, luchaban contra el cambio climático bajo cada paso, cada huella de
nuestra expedición. Subimos a una pequeña cima cercana para contemplar las
preciosas vistas del fiordo y el glaciar, y descansamos un rato, casi en
silencio. Puede ser que la lengua de hielo adivinara que nos marchábamos, que
quedaba poco para que el viento borrara nuestra huella, sabiendo que el blanco
seguiría aquí, más allá de nosotros. No sabe el hielo de barreras, ni concibe
los límites del tiempo.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzudPLEdw9-lFES48hS4fjdDOp851sRjNDxe-cALkn0V__OpxlLfH8igGPO7nxjXBfK8AiLRfRIeLMf7ySRnmLc2fCFt1Ro2dxBJoRGQJxlmtZ_uuyO9p4WEtl7shK_8UHafgjIZxvl0o/s1600/DSC_0935.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzudPLEdw9-lFES48hS4fjdDOp851sRjNDxe-cALkn0V__OpxlLfH8igGPO7nxjXBfK8AiLRfRIeLMf7ySRnmLc2fCFt1Ro2dxBJoRGQJxlmtZ_uuyO9p4WEtl7shK_8UHafgjIZxvl0o/s1600/DSC_0935.JPG" height="212" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> Desmontamos el campamento y
esperamos la zodiac de Víctor para regresar a Longyearbyen. La tarde se iba
tiñendo de plata y nos mirábamos con una sonrisa tranquila, mientras jugábamos
a lanzar piedras al hielo. Cuando llegó la zodiac embarcamos tras una última
foto de grupo, sin mirar atrás, con los ojos en el horizonte, en ese sol que
nunca se ponía.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span lang="ES"> El regreso a la ciudad supuso no
solo la ansiada ducha caliente en el camping, sino la oportunidad de desayunar
contemplando los lomos de un grupo de belugas, pequeñas ballenas blancas que
bailaron en el horizonte para nosotros. No nos movimos para fotografiar,
simplemente nos quedamos en silencio, contemplando, necesitábamos vivir, sentir
ese momento juntos, sin romperlo. El regreso también supuso la oportunidad de
volver a visitar el museo, las casas de colores, los establecimientos y los
restaurantes. En la entrada de uno se podía leer “como es improbable que algún
oso intente penetrar en este establecimiento mientras usted está cenando, se
ruega que todos los clientes depositen sus pistolas, rifles y demás armas en la
recepción”. Entre risas acabamos en el Svalbar, la primera parada a la hora de
celebrar los regresos a la civilización a base de cervezas.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES">Y
si había que celebrar, y despedir, y sentir la vida, era necesario el
reencuentro con la familia del <i>Sterna</i>,
los hiperbóreos Albert, David y Fernan, unidos a Jytte e Ibon. David me regaló
un colgante en hueso de reno, tallado por él mismo, con mi nombre. Más que un
regalo, se convirtió en mi piedra de Svalbard, en mi dibujo de un sueño a
recordar, en el medio para comprender la fragilidad de aquello que amamos y de
entender la necesidad de mantener los sueños vivos y luchar por ellos. Gracias,
por todo eso y más.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES">Era
la última noche, y no quisimos dormir, entre cervezas, cena en el Kroa, copas
en el sexto mejor bar del mundo, compañerismo y el último sol de medianoche. A
pesar de mi piedra, la escritura quedaba anclada y los personajes se iban
dispersando sobre el tiempo blanco.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span lang="ES">Cuando
marché, miré hacia atrás, pero la neblina cerraba la vista de las montañas y el
fiordo. Tras sentarme en el avión, entre la emoción de la despedida, los
comentarios con mis compañeros y las risas de las últimas cervezas, miré hacia
la ventanilla. Y allí estaban, diáfanas, orgullosas, las cumbres de Isfjorden. Intenté
fijarlas en el recuerdo, como huellas en mi memoria. Antes de dibujarme las
palabras que encerrarían ese momento, cerré los ojos. Svalbard era más que
huellas bajo el sol de medianoche. Como dijo Kerouac, nos quedaban largos
caminos por recorrer. Pero no importaba, el camino es vida.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span lang="ES">“Pero hoy
parece ser que incluso el blanco</span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span lang="ES">Ofrece
todavía una esperanza.”</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<b><span lang="ES">ÁLVARO<o:p></o:p></span></b><br />
<b><span lang="ES"><br /></span></b>
<b><span lang="ES"><br /></span></b></div>
Álvarohttp://www.blogger.com/profile/02813136475868686659noreply@blogger.com27tag:blogger.com,1999:blog-6678624513850600142.post-62802883098456322802013-12-18T01:47:00.000+01:002013-12-18T01:47:11.272+01:00Tu nombre, Loles<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcst1saLaHWA2U9XfJQ6avPv8wmF6Ye9SfbtJNoBySF5jlx6wkihttx3UprMue_SUsCMsXGdgy_7zywsa1NyjWUBL50VVlbsBmIQ1sAeE69AYP-fVGFnGv_dl5tmpTNmqaBlYCfBELiVM/s1600/Tu+nombre,+Loles.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="222" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhcst1saLaHWA2U9XfJQ6avPv8wmF6Ye9SfbtJNoBySF5jlx6wkihttx3UprMue_SUsCMsXGdgy_7zywsa1NyjWUBL50VVlbsBmIQ1sAeE69AYP-fVGFnGv_dl5tmpTNmqaBlYCfBELiVM/s320/Tu+nombre,+Loles.JPG" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
“Regreso al tiempo
aquel y estás allí,</div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
horas inciertas del
amor, tan frágiles,</div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
que contienen el mundo
y son eternas…</div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
Luego otra vez camino
hasta este día,</div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
y no vienes conmigo.”</div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
Eloy Sánchez Rosillo</div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Nunca
imaginé buscar palabras para mantener tu nombre cerca. Siempre pensé que
crecerías junto a mí, porque formabas parte de aquello que construye a uno
mismo: los primeros pasos, las primeras sonrisas, las primeras palabras para
definir lo que suponía hacerse mayor. Y entre tantas primeras veces, nunca
imaginé buscar la palabra que borrara de mi alma el adiós último, la despedida,
el sueño inacabado de vernos madurar juntos, de despedirnos juntos. Nunca
imaginé pensar en mí sin ti.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Y
en esa búsqueda me he sentado de nuevo, para volver a sentir tu risa, tus ojos
preguntándome por mis viajes, por las clases, por los proyectos de futuro. Me
he sentado de nuevo para volver a sentir mas allá del tiempo nuestras primeras
veces: juegos y disfraces, oír música bajo las camas, los paseos por la glorieta,
las pipas en los bancos del paseo, las meriendas y la piscina en casa de tu
abuelita, estudiar en el balcón, las charlas interminables en el sofá frente al
televisor, tu bajar las escaleras para tocar el timbre de mi casa, llegar de
todo para contarnos todo…Me he sentado de nuevo para sentirte otra vez, y
enfadarme con el mundo por llevarte cuando dabas vida. Me he sentado de nuevo
para cerrar los ojos, y pensar en lo que te debo, para que no te robe el tiempo.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Ahora, en diciembre,
en este día en que cada año hablaba contigo, pienso, como Blaistein, en las
cosas que no sucederán, pienso en las cosas que nos dijimos, en aquellas que no
llegaron a decirse; pienso en que ya no soy yo, sino tan sólo una parte. Pienso
en los últimos 37 años, en una hermana, en la mejor amiga, en tu nombre. Pienso
en que ya no oigo pasar la vida, y en que no me importa crecer en este mundo en
el que el tiempo es ya tan sólo arena. Y, como Dulce Chacón, ahora susurro tu
nombre, ahora que tu sueño se ha quebrado, y no sabemos muy bien cuándo, ni por
qué, ni hacia dónde. Susurro tu nombre para que sea un mañana pronunciarlo,
hambriento de ti, callado de ti. Susurro tu nombre, tu nombre, Loles, tu nombre
lleno de ti. Y sigo sin encontrar las palabras…</div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<b>ÁLVARO<o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
Álvarohttp://www.blogger.com/profile/02813136475868686659noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-6678624513850600142.post-20783699235491356182013-08-27T18:57:00.001+02:002013-08-27T19:10:45.433+02:00LOS PLIEGUES DE LA TIERRA<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWhskfRiXAR84NLJsanFDUMTJJSzZ53BkIvnGAFf6KReMFFzMpnmggTVqhiEZgf4nLc-FsDh21TpGMD7AE-xAmL0YuhGbn4GyqcqCDDukQbCxSNXYh87zXYpTWBX2T_2K0991BYb2YidY/s1600/CSC_0097.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjWhskfRiXAR84NLJsanFDUMTJJSzZ53BkIvnGAFf6KReMFFzMpnmggTVqhiEZgf4nLc-FsDh21TpGMD7AE-xAmL0YuhGbn4GyqcqCDDukQbCxSNXYh87zXYpTWBX2T_2K0991BYb2YidY/s320/CSC_0097.JPG" width="320" /></a></div>
<div align="CENTER" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<br /></div>
<div align="CENTER" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<br /></div>
<div align="RIGHT" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;">A mis compañeros de expedición,
Aida, David, Esperanza, Fernando,</span></div>
<div align="RIGHT" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;">Manón y José, Charo López, Mª
Luisa, Mar, Ana Uriz, Charo Rodríguez, </span>
</div>
<div align="RIGHT" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;">Ana Iturrioz, Vicen, Rafa, Juan de
<i>Eland</i>, y nuestro guía Manu,</span></div>
<div align="RIGHT" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;">por acompañarme en el cielo<b>. </b></span>
</div>
<div align="RIGHT" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;">Y regresar, para poder contar
historias.</span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<br /></div>
<div align="RIGHT" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: x-small;"> <i>Existe
un lugar donde las palabras de los seres humanos no tienen
significado,</i></span></div>
<div align="RIGHT" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-size: x-small;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;"><i> Existe
un desierto donde solo una mirada revela los secretos de esta vida, </i></span>
</span></div>
<div align="RIGHT" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><i>y
todo lo que existió antes de ella.</i></span></span></div>
<div align="RIGHT" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><i> Existe
una montaña que es un brillante sendero hacia un desconocido mundo,</i></span></span></div>
<div align="RIGHT" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><i>en
el que su luz y calor se unen en tus ojos.</i></span></span></div>
<div align="RIGHT" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><i> Existe
un río cuyo antiguo discurrir te conduce a la eternidad,</i></span></span></div>
<div align="RIGHT" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><i>y
cada despertar es el inicio de otro sueño.</i></span></span></div>
<div align="RIGHT" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><i> Existe
un templo en una tierra lejana en el que los dioses no se ven,no se
oyen,</i></span></span></div>
<div align="RIGHT" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><i>y
sólo se idolatran tus pensamientos en un silencio atemporal.</i></span></span></div>
<div align="RIGHT" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><i> Y
yo sé de quienes caminan a través de esta tierra plegada
arrodillándose ante el suelo que los conduce al cielo, con sus
sueños, sus promesas y esperanzas.</i></span></span></div>
<div align="RIGHT" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><i>Vienen
con lo que son, y con lo que nunca serán, sabiendo que vienen a
casa.</i></span></span></div>
<div align="RIGHT" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><i> Y
a esos viajeros, Ladakh les da lo que es, lo que existe.</i></span></span></div>
<div align="RIGHT" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<br /></div>
<div class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; text-align: right; widows: 2;">
<div style="text-align: right;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><span style="font-size: x-small;"><i> Prabir
Purkayastha.</i></span></span></div>
</div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> ¡<i>Julley</i>!, me giro y alguien
me sonríe bajo unos ojos desmesuradamente abiertos. Devuelvo esa
sonrisa sin nombre con una mirada agradecida. Una sonrisa ante la
curiosidad del viajero. Pienso que sólo una palabra parece bastar
para formar parte de Ladakh: <i>julley</i>. A través de ella,
contemplé Ladakh, a la sombra del Himalaya, sus montañas, sus
monasterios perdidos en cimas de gran altitud, sus valles y senderos,
huella de un intercambio de milenios. A través de ella, de un saludo
y agradecimiento, existí. </span>
</div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> Esta es la historia de un viaje, de
una sonrisa, de un regreso a las montañas. Y no podría hablar de
las montañas sin esa sonrisa, sin esa palabra, sin las miradas
cómplices. Una sonrisa sin nombre que habita en mi memoria. Dice
Martín Garzo que una vida puede fracasar sino encuentra quien la
sepa vivir, sino encuentra quien sabe mirar a su alrededor sin haber
perdido aún el gusto por el prodigio y la aventura de vivir. Gracias
a la búsqueda del prodigio, de los pliegues y la historia de la
tierra, de un grupo de compañeros que miraban la vida a través de
los ojos de la geología, viví esta historia. </span>
</div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> La vida iba nuevamente más allá de
un sueño cumplido: sentir el techo del mundo, sentir Ladakh. Un
reino perdido en la altura en que se contemplan los Himalayas, más
allá de la India del Ganges, de los <i>sharis</i> de colores y la
pobreza que abruma. Un reino, que reflejado en el espejo del cielo,
es Tíbet, y que a los pies de Nepal tiñe de blanco el horizonte en
un sendero de cimas inalcanzables. Un reino de mil nombres, y todos
uno: la tierra de los pasos de montaña, la tierra de los lamas, la
tierra de nieve, la tierra lunar, pequeño Tíbet, el shangri-la
perdido... </span>
</div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> Un antiguo reino al que la historia
le ha llevado a formar parte del estado indio de Jammu y Cachemira,
donde pervive la civilización tibetana del Alto Himalaya (por encima
de los 3.500mts), donde pervive Lhasa. Un reino que conoció el mundo
gracias a la Ruta de la Seda, encrucijada de caravanas de nómadas
tibetanos, comerciantes chinos y artesanos de Cachemira, erigiéndose
como el <i>caravansai </i>más alto del mundo. Un territorio anclado
en el tiempo que se abrió a occidente en el último cuarto del siglo
XX, para iniciar una lucha constante entre modernidad y tradición,
al convertirse en el reclamo de todos aquellos que aman tanto la paz
y aventura de la montaña como la espiritualidad del misticismo
budista. Quizás, los mismos deseos y ansias de cualquier ser humano
que llegara hasta allí desde hace siglos. Un territorio de fe, de
deseo y de esperanza, en definitiva. </span>
</div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> A pesar de todo lo que había leído
y conocía, iniciaba un camino que me iba a deparar sorpresas, que me
iba a dejar sin palabras, en el que intentaría borrar de mí
cualquier etiqueta para conocer, sentir, una cultura, sus habitantes.
Pensé que así me sentiría a mi mismo, o aprendería a prescindir
de mí, a conocerme un poco más en el silencio. Iniciaba un camino
del que sólo sabía a ciencia cierta su primera etapa: Nueva Delhi.</span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLQ0gaKTd0OFHnffjbPFP3SNosu8AQ0Xxj1wVL12LMuH1sIP7umebtyH7utTzwDc4N9p9txJZdWxuweFXWOEzvsg_kxjTki4qSTLcc6SRRkiwqRjeGOUnHGI905lACM_YExbyb2p35dF4/s1600/DSC_0015.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="132" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiLQ0gaKTd0OFHnffjbPFP3SNosu8AQ0Xxj1wVL12LMuH1sIP7umebtyH7utTzwDc4N9p9txJZdWxuweFXWOEzvsg_kxjTki4qSTLcc6SRRkiwqRjeGOUnHGI905lACM_YExbyb2p35dF4/s200/DSC_0015.JPG" width="200" /></a></div>
<br />
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> </span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> India. Al bajar del avión sentimos
la humedad y un olor característico difícil de definir, amargo,
picante, dulce. Caos, calor y humedad asfixiante, claxon, motos,
locura de coches, camiones y autocares, su presencia continua
borraría la sensación de peligro. Pese al aturdimiento, tras una
ducha reparadora en un hotel sacado de un catálogo de lujo asiático,
un grupo de aventureros decidimos lanzarnos a las calles de Delhi:
avenidas extensas, arquitectura funcional y gris salpicada por bellos
templos hindúes, poca vegetación y un asfalto que poco a poco
empieza a dominarlo todo. Y a sus gentes: color, miradas penetrantes,
miseria, castas, personas y perros tirados por los suelos, miles de
rostros que convergían en parques, esquinas... Y a los <i>rickshaws</i>,
enclenques taxis convertidos en carromatos tirados por una bicicleta
o una moto, que fueron nuestra salvación ante la deshidratación que
suponía andar bajo un sol y humedad implacables. Montados cuatro en
un habitáculo destinado a dos nos dedicamos a visitar la Tumba de
Humayun, hermosa huella de la civilización mogol y arquitectura
persa, donde la arenisca roja pugna con el mármol blanco para
anteceder al Taj Mahal; pasear por sus jardines y parques y alcanzar
la fundacional Puerta de la India, que simboliza su nacimiento como
estado independiente, y el corazón porticado de Connaught Place. La
lluvia que nos asaltó no sólo refrescó el ambiente, sino que al
empaparnos, en cierto modo, nos purificó del caos y la aglomeración.</span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> De madrugada nos dirigimos al
aeropuerto, para coger el avión a nuestro verdadero destino, las
montañas de Ladakh. Sobrevolamos la cordillera del Himalaya, a más
de diez mil pies de altura, un impresionante altiplano árido plegado
de cimas nevadas, que, sobre las montañas, parecían limar el cielo.
Emocionado, sentía la vida comenzar de nuevo. </span>
</div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> En un gran descenso casi vertical,
aterrizamos en una minúscula pista del que denominan el aeropuerto
más alto del mundo. Todo era opuesto a Delhi, desde estar rodeado de
imponentes montañas a una temperatura mucho más baja que nos obligó
a buscar una manga adicional. En la región habitada más elevada del
mundo quedaba clara la presencia militar, por el conflicto con la
vecina Pakistán, con la que se disputa la zona de Cachemira.; y muy
pronto se empezaron a notar los primeros síntomas del famoso “mal
de altura”, del que te informaba como prevenirlo un gran cartel en
el pequeño aeropuerto. Aún así, un cielo azul de un claro intenso
y diáfano por la falta de contaminación, nos daba la bienvenida.</span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> Una carretera en construcción
(aperitivo de lo que nos esperaba las siguientes semanas) nos llevo
en poco tiempo a Leh, pasando por una hermosa Puerta de entrada
construida en arquitectura oriental. Una puerta que recordaba que Leh
fue paso esencial en la gran ruta comercial que unía Punjab con Asia
Central. Una ciudad encerrada en un valle lunar y abrazada por
montañas. Nos encontrábamos a 3700 metros de altura, y el mal de
altura empezó a actuar. Habría que seguir las recomendaciones:
reposo las primeras 36 horas y beber líquidos para hidratarse como
mejor forma de combatirlo. </span>
</div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> Nos instalamos en un pequeño pero
céntrico hotel en Leh, dónde descansar y recuperar fuerzas ante la
debilidad. Pero ni cortos ni perezosos, algunos salimos a callejear
por las céntricas calles comerciales de Leh, salpicados de colores y
edificios de adobe a medio construir, curiosear por los mercados
tibetanos bajo mantas de yak y delicadas pashminas, observar a lo
lejos el gran Stok Kangri con sus impresionantes 6.150 metros de
altura (dentro de la cordillera de Zanskar), la blanca Shanti Stupa
(símbolo del budismo ladakhi), caminar junto a mochileros de todas
las nacionalidades del mundo y, por la tarde, ascender a la colina a
cuya sombra crecía la ciudad.</span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> Encaramado en lo más alto de la
colina de Tsemo en cuyos pies se extiende Leh, se erigía el fuerte
de Namgyal Tsemo y el gran Palacio Real (Lhachen Palkhar), iconos de
la ciudad y vestigio del poder del antiguo reino. Se alzaban como
torre vigía de sus habitantes, presencia omnipresente desde donde
mires, símbolo de la unión entre cielo y tierra que encarna la
propia Ladakh. Un pequeño sendero de tierra y polvo, arena y rocas,
serpenteante entre las callejuelas detrás de la mezquita en el
camino que asciende al palacio real, nos permitió llegar. Una
auténtica prueba de fuego y locura ante el mal de altura, que nos
obligaba a recuperar el aliento cada poco, pero que sirvió para
mejorar nuestra aclimatación. Decenas de banderas votivas, las
<i>lhungsta</i>, que dispersaban oraciones budistas por el cielo, a
cualquier confín de la tierra, nos recibieron. No pude evitar la
sensación de que, conforme ascendía entre dunas rampantes, escalaba
en la historia. En la cima, al atardecer, decidimos descansar en
silencio, observando las cordilleras del Himalaya y Zanskar, bajo las
banderas votivas, construyendo el inicio de nuestra propia oración
que en los días siguientes desplegaríamos por sus senderos.</span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdM1U-ouWZoUORs3821nwBvAesLgCd82XZbrZxU3NxfDZ_oFMn3Jto0QPZaoA5k3xg9yMRY3OJkx-0moLBEe3nlCHpm12BABJEdFDZwLs6mezoMPQPlrk65sNz92Euappxi8__BbdG8wE/s1600/DSC_0091.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="211" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdM1U-ouWZoUORs3821nwBvAesLgCd82XZbrZxU3NxfDZ_oFMn3Jto0QPZaoA5k3xg9yMRY3OJkx-0moLBEe3nlCHpm12BABJEdFDZwLs6mezoMPQPlrk65sNz92Euappxi8__BbdG8wE/s320/DSC_0091.JPG" width="320" /></a></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> Al descender, entre <i>mani </i>y
<i>chortens </i> tibetanos y llamadas a la oración de las mezquitas,
descubrimos en pleno centro comercial (<i>Main Bazaar Road</i>) y
cerca del hotel, la <i>Dzomsa</i>, una pequeña tienda donde vendían
productos ecológicos, un surtido espléndido de albaricoques secos y
agua potabilizada, depurada por ellos mismos para, trayendo tu
botella, rellenarla y así disminuir los residuos plásticos. Un
ejemplo de la gran conciencia ecológica de estos habitantes (<i>green
Ladakh) </i>que no sólo respetan sino valoran su medio ambiente,
gracias a la cultura budista y a sus propias tradiciones. Un pueblo
solidario como medio para progresar en un entorno duro y hostil.</span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> Al ponerse el sol, y descender la
temperatura, la ciudad empezó a desaparecer. Los cortes de luz, y la
aparición de las velas y las linternas por calles que empezaban a
quedar desiertas, me hicieron pensar que Leh era una ciudad
encantada, que se deshacía por las noches y se construía cada
mañana. Una ciudad encantada que se convertiría en nuestra base de
operaciones, aquél lugar al que regresar tras expediciones por las
carreteras más altas del mundo a los monasterios y pasos de montaña,
a las <i>maravillas geológicas</i> y los valles y lagos glaciares.
Cualquier dirección, este-oeste-norte-sur era idónea para
maravillarse, con Leh como perfecto centro geográfico, como puerta
del Tíbet y del Himalaya.</span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> A la mañana siguiente, y a modo de
un sherpa extraído de cualquier leyenda de montaña, conocimos a
Skarma y su equipo de expediciones. No sólo se encargaron de
gestionar los permisos y la logística para la expedición sino que,
día a día, a golpe de sonrisa, se convirtieron en elementos
indispensables de nuestro viaje: guías, referentes, amigos, una
llave que abría cualquier cerradura, que resolvía cualquier
problema. </span>
</div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> Nos vimos inmersos en el paisaje de
Ladakh, una aridez inmensa provocada por la barrera que el Himalaya
le impone al monzón, que se veía moteada por la presencia de valles
fluviales del río Indo que teñían de verde los colores terrosos
primigenios. Y, junto a ello, un rosario de estupas, templos y
monasterios. Una tierra en destrucción y construcción, desde el
punto de vista geológico y humano. Como dijo nuestra compañera
Espe, no era de extrañar que la diosa Shiva fuera propia de parte de
estas tierras. </span>
</div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> Dirigiéndonos a los monasterios de
Thiksey y Hemis por las grandes terrazas fluviales del valle del
Indo, descubrimos que aquí las distancias no son lo que parecen,
cualquier trayecto se puede perder en el tiempo. <span lang="en-GB">En
cada recodo encontrabas peculiares señalizaciones de seguridad vial
como “</span><span lang="en-GB"><i>Don’t be a Gamma in the land
of Lama</i></span><span lang="en-GB">” (antiguo refrán), “Every
day is the Earth Day” o “</span><span lang="en-GB"><i>Don’t be
the silly in the hilly</i></span><span lang="en-GB">”. </span>Las
reparaciones eran constantes, y necesarias. La naturaleza se
apoderaba de las carreteras, que acababan sepultadas por los
desprendimientos y sumergidas bajo cascadas de agua, consecuencia de
inviernos largos y duros. En nuestro todoterreno teníamos una
pequeña figura de Buda bajo el retrovisor, un elemento de protección
que, visto lo visto, no era nada desdeñable. Por ello, el tiempo se
había de olvidar, y lo mejor era dejarse llevar, entre los saltos de
los obstáculos de las carreteras (derrumbamientos, grandes tramos
sin asfaltar, baches, ríos, animales, precipicios increíbles)
haciendo lo que mejor podías: perderte en el paisaje, descubrir
nuevas advertencias de tráfico, imaginar, dormir, fotografiar o
intentar escribir.</span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> El camino también me enseñó que,
acompañado de geólogos, cualquier trayecto es un descubrimiento:
depósitos de molasas (o <i>molonas</i>), zonas de sutura, morfología
fluvial, glaciar, deslizamientos, cabalgamientos, fuentes termales,
depósitos de sedimentos, dunas eólicas, fallas…Fue toda una
experiencia contemplar su entusiasmo ante la geología del Himalaya,
cómo seguían las explicaciones de Manu, cómo tomaban nota y
dibujaban o recogían muestras, cómo debatían y analizaban un
paisaje que poco a poco adquiría otra lectura para mí, aprendiendo
a leer en las montañas, en sus pliegues y valles, la historia de la
Tierra. </span>
</div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgydCAgN3746ooIMKhVLo8R0NOpVFFxNoi1GH74sf1uzPMWfT6lai7Mx_EUJcqKc0a7WQykI8CwO2bRC435vvu702hNTMBFH335W8kU0L3fqCgKvRZ_yVaN19-JJLpIsZzikJS9zQV1Mwc/s1600/DSC_0243.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="211" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgydCAgN3746ooIMKhVLo8R0NOpVFFxNoi1GH74sf1uzPMWfT6lai7Mx_EUJcqKc0a7WQykI8CwO2bRC435vvu702hNTMBFH335W8kU0L3fqCgKvRZ_yVaN19-JJLpIsZzikJS9zQV1Mwc/s320/DSC_0243.JPG" width="320" /></a></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> Decía Tagore que, cual si fueran
anhelos de la tierra, los árboles se ponen de puntillas para
asomarse al cielo. Y cerca del cielo, asomándose a él, encontramos
los monasterios. En una de las antiguas disciplinas del budismo se
creía que el sonido de cada sílaba de una palabra correspondía a
una divinidad, y que éstas adquirían formas al ser pronunciadas,
como si se tratara de magia o un estado de posesión de los sentidos.
Por ello, los monasterios no son sólo un templo, sino un conjunto de
edificaciones con simbología propia dirigida a preparar el paso
hacia la iluminación y el Nirvana, con lo que, independientemente de
aquéllos que hubieras visto, siempre había algún elemento que te
sorprendía o intrigaba. En Hemis, hábitat del famoso leopardo de
las nieves, el monasterio se encontraba en la cima de una pequeña
colina entre montañas de 3700 metros de altura, con un bello patio
central de madera pintada que daba paso a una impresionante
representación de diez metros de <i>Guru Padmasambhava</i>, “el
nacido del loto”, introductor del budismo en el Tíbet en el s.
VIII. Thiksay recordaba el Potala de Lhasa, situado en un promontorio
rocoso con impresionantes vistas del valle. Contemplar sus doce
plantas, revocadas de blanco y rojo en sucesivas terrazas, los 15
metros dorados del Buda, decena de templos y <i>chortens,</i> cortaba
la respiración. Pero, sobre todo, observar a los monjes budistas,
muchos de ellos niños que correteaban y jugaban por los rincones del
monasterio; o a una niña acabando su desayuno mientras entraba
despacio la luz por la ventana en la cocina.</span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCD6q_xUbzX-hVcMvOc1pHJffFkOheqbJxWzy1WH9dpIPuB3u54oml4PIMJZ0OiY4ZWmJh9LPm51nGHB3VdhQdg9o91H89xIRzh-Pq3nPAqcgKTYyvA7BGtmGVOo38NGCvySlg4D0S4tA/s1600/DSC_0145.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCD6q_xUbzX-hVcMvOc1pHJffFkOheqbJxWzy1WH9dpIPuB3u54oml4PIMJZ0OiY4ZWmJh9LPm51nGHB3VdhQdg9o91H89xIRzh-Pq3nPAqcgKTYyvA7BGtmGVOo38NGCvySlg4D0S4tA/s320/DSC_0145.JPG" width="212" /></a></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> Los monjes, mirando en silencio los
valles y las montañas, parecían recordar el triste éxodo de los
tibetanos a través del Himalaya tras la invasión china. Los
templos, las ruedas de oración (<i>khorten</i>), las máscaras de
los demonios de la mente, todo resultaba remoto y desconocido para
quienes sólo habíamos imaginado aquellas grandes cumbres. De ser
anterior al conocimiento. A pesar de mi experiencia en Nepal, me
sentía extraño, como ajeno a un lugar al que parece que le vas a
arrebatar el silencio y la paz con tus pasos descalzos.</span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> Al día siguiente, bajo un vasto
cielo despejado, salimos hacia Khalse por el Indo, en un trayecto que
obligó a múltiples paradas para analizar la unión del Zanskar con
el Indo, terrazas fluviales y deslizamientos. En palabras de Roy, el
territorio de Leh parecía un lugar primigenio, como en el mismo día
de la creación. En los pliegues del terreno se veía el rastro del
desplazamiento de los continentes: cómo se desgajaba de África la
península del Indostán, cómo chocaba contra Asia, con cósmico
estruendo, y cómo hacía emerger el Himalaya del fondo del océano a
causa de la tremenda colisión. Si dirigías tu vista a la cordillera
de Zanskar, intuías su formación por capas de sedimento
provenientes del fondo oceánico, y cómo la cordillera o batolito de
Ladakh, entre las colosales cordilleras del Karakorum y el Himalaya,
afloraba del granito nacido del gran calentamiento generado por el
choque entre las dos placas (Indostán y Asia). La zona de sutura
entre las dos placas discurría al sur del valle del Indo, creciendo
en altura mientras que el agua, el viento y el movimiento de los
glaciares continúan hoy día configurando el paisaje que vemos. Una
lección viviente, real, de la historia de la tierra.</span><br />
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjX7Z4qT-KyKUQKM5SDCqGWIApaqXRSrFrMomo3vu_rFcWBmqirFYNPGXBxXXkC7WWE0oOrJP_-lKwLha7ToosjdohMdIzG-HkvGdV4a6rumxidSpINjX8RWhYaiYWqk5ob7xmMIp4cVCc/s1600/20130728_102615.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjX7Z4qT-KyKUQKM5SDCqGWIApaqXRSrFrMomo3vu_rFcWBmqirFYNPGXBxXXkC7WWE0oOrJP_-lKwLha7ToosjdohMdIzG-HkvGdV4a6rumxidSpINjX8RWhYaiYWqk5ob7xmMIp4cVCc/s200/20130728_102615.jpg" width="150" /></a></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> En esta tierra, donde empieza y acaba
el cielo, llegamos a Tingmosgan, antigua capital del bajo Ladakh a
más de tres mil metros de altura, en el corazón de un verde valle
fluvial. Comimos la que sería nuestra dieta habitual en los días de
montaña: un huevo duro, una patata asada, un sándwich, una
chocolatina, una pieza de fruta y un zumo; y mientras mis compañeros
se encaminaron a un trekking para analizar granitos y una serie
metamórfica, opté por conocer la aldea y ascender a su alto
promontorio, en cuya cima se encontraba el monasterio y restos de una
muralla. Al llegar, una anciana se apiadó de mí y me abrió el
templo mientras rezaba sus mantras. Descendiendo, por un camino de
cabras poco transitado, me sentía como si no existiera nada ni
nadie, salvo mi propia respiración y mis piernas cansadas.</span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> En la aldea, bajo los árboles, fui
testigo de la llegada de niños pequeños de un colegio cercano.
<i>Gritos de niños son los montes, que levantan sus brazos porque
quieren estrellas, </i>decía Tagore. Un joven holandés que los
acompañaba me explicó el voluntariado para turistas extranjeros,
senderistas o montañeros, que quisieran dedicar un tiempo de su
viaje a enseñar a los niños ladakhies a aprender a leer y escribir,
en remotas escuelas. Me pasó la dirección dónde localizar las
escuelas y ofrecerse como voluntario, mientras señalaba el lema de
la escuela del pueblo: <i>education is the creation of sound mind in
a sound boy, a journey of a thousand milies begins with a simple
step</i>. Me emocioné, y esa noche me quedé durmiendo pensando que
algún día debería volver para ayudar a esas escuelas. </span>
</div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQzmgyis_xlOKWXbD0lksHxZyhz6EUEk5QfLB2glxrqoKouD5VIm7iGI3CdjXRoZO82SZ43ffcCn04NVg4lz9JOkhyY_ui4517CY9oj1AchbCjh9nhTV_663H9eJO6E0IKlNDPEhmTq1M/s1600/DSC_0219.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgQzmgyis_xlOKWXbD0lksHxZyhz6EUEk5QfLB2glxrqoKouD5VIm7iGI3CdjXRoZO82SZ43ffcCn04NVg4lz9JOkhyY_ui4517CY9oj1AchbCjh9nhTV_663H9eJO6E0IKlNDPEhmTq1M/s320/DSC_0219.JPG" width="212" /></a></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> Tras despertar, nos esperaba el valle
de Yapola y el Monasterio de Lamayuru, el más antiguo de Ladakh y
uno de los más impresionantes de toda la región, protegido por
altas montañas nevadas. Esta tierra lunar nos proporcionaría una
nueva clase de geología: gigantes estratos sedimentarios cabalgaban,
uno sobre otro, mostrando los erosiones causadas por las glaciaciones
cuaternarias, y, en medio, la carretera ascendiendo por encima de los
4000 metros, con frecuentes controles militares donde era
indispensable tener siempre a mano el pasaporte.</span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> La leyenda más conocida de los
habitantes de Lamayuru decía que un gran lago ocupaba el fondo del
valle donde actualmente se encuentra el monasterio. Madyamika, que
era un seguidor de Buda, llegó volando, aterrizando en una pequeña
isla que existía en medio del lago y extendiendo los brazos
profetizó: “llegará un día en que, exactamente aquí, se erigirá
un gran monasterio”. Acto seguido sembró unos granos de trigo en
ofrenda, y con sus poderes abrió una brecha profunda en la montaña
que se llevó las aguas del lago permitiendo así que los pastores
nómadas se instalaran allí para cultivar tierras fértiles en una
región previamente inhóspita. Así nació el monasterio más
antiguo de Ladakh, que recibió el nombre de “tierra de la
libertad”, Tharpa Ling, porque en el pasado buscaban refugio
espiritual y arrepentimiento los delincuentes y criminales del reino.
Imbuidos de historia, que no todo iba a ser geología, iniciamos un
trekking a Wanla, con una ascensión que casi agotó nuestras
fuerzas, y un descenso por un cañón que nos premió con un baño de
pies en el Yapola. </span>
</div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMZ6QYQ338EAkfd36AX_wvIn_ByW6f-XV2fW-2dqNsNzm4WXPlWbB-yFiclOxLRlcr9W_8uJFIWZJaHk5IHaKqIYpG75e5wD6_Q-vIALvu1IpBTe3ztu3qQ6M4_Zqu75sqosmQyYaq4FM/s1600/DSC_0277.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMZ6QYQ338EAkfd36AX_wvIn_ByW6f-XV2fW-2dqNsNzm4WXPlWbB-yFiclOxLRlcr9W_8uJFIWZJaHk5IHaKqIYpG75e5wD6_Q-vIALvu1IpBTe3ztu3qQ6M4_Zqu75sqosmQyYaq4FM/s320/DSC_0277.JPG" width="212" /></a></div>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; orphans: 2; widows: 2;"> Conseguimos continuar hasta Alchi,
donde visitamos los monasterios del mismo nombre y Likir. Alchi nos
sorprendió por sus hermosas pinturas que se remontaban al primer
budismo ladakhi, siglos XI y XII, con un arte diferente al tibetano y gran influencia del estilo de Ghandara, una antigua provincia del
norte de la India ahora en territorio de Pakistán. Un importante
lugar de contacto entre Oriente y Occidente, con un estilo artístico
propio, mezcla del ideario budista y el arte griego, al ser paso de
caravanas de la ruta de la Seda. Likir, del s. XV, te recibía con
una estatua gigante de Buda, de 23 metros de altura. Se construyó en
el lugar exacto en el que, según la mitología local, descansan los
cuerpos de dos grandes reyes Naga (dragones semidioses que vigilaban
el curso de los ríos en la mitología hindú); que yacen formando un
círculo, razón por la cual el territorio se denomina Lukyil o
Likir, que significa “círculo de los espíritus del agua”. En
ambos, las ofrendas de mantequilla roídas por los ratones; las
pinturas murales que se desconchaban y deshacían por la humedad y el
paso del tiempo; las pequeñas lámparas de aceite que prendían las
llamas que expresaban el anhelo de visión, de conocimiento, de
protección, iluminando de forma tenue las estancias; te daba la
sensación de que allí, en la montaña, empieza y termina todo.</span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> </span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> Los días pasaban sin un fin, y tras
un breve retorno a Leh, nos encaminamos al Valle de Nubra. Abierto a
Occidente sólo desde 1994, para llegar a él debías atravesar el
paso de montaña de Khardong-La (5.400m), el más alto del mundo. Un
paso al cielo. La falta de oxígeno empezó a jugar malas pasadas a
algún compañero, por lo que tuvimos que marcharnos rápidamente,
pero los breves minutos que estuvimos allí, rodeados de motos,
banderas votivas, fotografías rápidas en las señalizaciones, me
conmovieron tremendamente, sentí rozar el cielo ante los ojos
entusiasmados de cientos de montañistas, comerciantes, militares,
guías, nómadas. Todos queríamos guardar este momento, respirando
el poco aire que entraba en nuestros pulmones, buscando un lugar en
el que dar un giro sobre nosotros mismos para abrazar el cielo, como
en la cima del mundo. Sentirte de la montaña.</span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3qwsqE_Mk7s9SVzlEocGr6gsyLg9LB4gaSQCDHSg98OqXfZMownOAmewX7YeSXnRxKRNcjSa9EtYG4BaUvLYwK8Dgoa-9rPI6BR9GKgymZqzXgjWK0P-OQsjGC5Y6dYzeVinZg_9jEsk/s1600/DSC_0364.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3qwsqE_Mk7s9SVzlEocGr6gsyLg9LB4gaSQCDHSg98OqXfZMownOAmewX7YeSXnRxKRNcjSa9EtYG4BaUvLYwK8Dgoa-9rPI6BR9GKgymZqzXgjWK0P-OQsjGC5Y6dYzeVinZg_9jEsk/s320/DSC_0364.JPG" width="212" /></a></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> Bajar era toda una experiencia,
mientras te debilitas por la emoción y el mal de altura, atrapado en
las mil y un curvas de una carretera pedregosa y rodeado por la
impresionante cordillera del Karakorum. El valle estába atravesado
por el río Shyok, y conectaba con Kashgar en la ruta de la Seda. Con
un poco de suerte, podías ver el Saser Kangri, la cota más alta de
Ladakh (7.023 m.). El Nubra se une a Shyok cerca de Diskit y fluye
hacia el norte para finalmente convertirse en una parte del Indo.
Como estos dos ríos, el pueblo y su historia también fluye en
paralelo, manteniendo sus identidades: el valle de Nubra es sobre
todo budista salpicado de pueblos musulmanes y el Shyok es sobre todo
musulmán salpicado de pueblos budistas. Monasterios, <i>chortens</i>
y mezquitas destacaban la síntesis cultural de tierras paralelas.</span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> Dormimos en Tigger, una pequeña
aldea junto al río Nubra, que nos ofreció una representación de
danzas tradicionales de mujeres del pueblo. Ataviadas con sus trajes
típicos: <i>goncha</i> de lana con fajas de colores, una capa de
piel de oveja y botas de fieltro, así como los gorros típicos de
piel de cordero denominados <i>peraks, </i>adornados con líneas de
turquesas, sobre un cabello recogido en pequeñas trenzas; iniciaron
el baile. Las bailarinas se colocaron en un semicírculo, y
acompañadas por los instrumentos tradicionales (<i>surnas
</i>instrumento de viento típico muy parecido al oboe, y tambor),
bailaron con pequeños pasos, siguiendo la cadencia del ritmo de la
música. Cada paso en la danza parecía tener un significado propio.
Bailaron y cantaron, alrededor de un fuego unificador, tanto para
nosotros como para ellos, ensalzando el camino de la vida, el de los
pequeños gestos y grandes pasos, el de la cercanía más allá de
razas y culturas.</span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> Con el aroma del fuego, los ecos del
tambor y una improvisada clase de historia de España, pasó la noche
que nos dio la fuerza necesaria para afrontar al día siguiente el
trekking sobre cornisas rocosas hacia Ensa. Las rutas las fijaron con
seguridad tanto nómadas como comerciantes, por lo que cada paso era
observar huellas de la historia. En cada ruta añadíamos una piedra
a los pequeños amontonamientos del camino (<i>the-gor</i>); era lo
que se solía hacer para dar gracias por haber llegado hasta allí y
poder continuar nuestro camino. En Ensa coincidimos con el Festival
de las Flores, y, mientras esperaba la llegada de mis compañeros,
conseguí entrar en la estancia en que las mujeres se vestían con
sus ropas tradicionales para ejecutar nuevas danzas. La delicadeza de
los gestos, las miradas furtivas a la cámara, las sonrisas al cruzar
las miradas, el frágil ritual del vestir, las manos entrelazadas al
ceñir las telas de mil colores, la suavidad al colocar los adornos
que salpicaban los vestidos como las flores en los prados en
primavera… faltan palabras, sólo se necesitaba respirar. Y eso, a
veces, es suficiente. </span>
<br />
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguQPXgbxt1_EE1O_zQ-cjK2SUP7EcxSfByfWCRjyEUFkDI8Yz_wWR9NSVAgqpEON_UV7E1KvinoYl-_vb8VmvGM0kYW_GV0EkNlsUbre0uDQfnpGyNyAyfw_6rL11K4GA-QU-o2N87_no/s1600/DSC_0439.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEguQPXgbxt1_EE1O_zQ-cjK2SUP7EcxSfByfWCRjyEUFkDI8Yz_wWR9NSVAgqpEON_UV7E1KvinoYl-_vb8VmvGM0kYW_GV0EkNlsUbre0uDQfnpGyNyAyfw_6rL11K4GA-QU-o2N87_no/s320/DSC_0439.JPG" width="212" /></a></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> La presencia del Himalaya se notaba
en sus rostros castigados por la altura, de piel agrietada y oscura,
adaptados a la altitud, con cabello azabache y ojos muy rasgados, en
niños de expresión radiante que correteaban por las montañas. En
sus rostros había arrugas de viento, sol y nieve. Tranquilidad,
bondad, saber vivir con poco, espiritualidad. Contaba Juan Luís
Salcedo que hasta hace pocos años no lavaban nunca la ropa, por lo
que enseguida adquiría un tono oscuro. Una vez al año, al principio
del verano, existía un día señalado para lavarse, tirar la ropa
que se había llevado durante todo el año y ponerse ropa nueva. Era
un día de fiesta, ya que no sólo cambiaba la ropa de color, también
cambiaba el de las personas, abandonando los rostros el tono marrón
oscuro de la suciedad, grasa y hollín, para pasar a lucir unas
mejillas sonrosadas. Pese al arbitrio de la geopolítica, eran tan
tibetanos como los ciudadanos de Lhasa, y tan de la montaña como la
cima al cielo.</span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> Avanzamos en una carretera ascendente
hacia una empinada cima rocosa junto a un abismo vertical, donde se
situaba el Monasterio de Deskit. Con 700 años de antigüedad estaba
dedicado a Maha Kaal, en cuya representación encontramos restos del
cuerpo de un joven guerrero mongol. Según los lugareños, un demonio
mongol se alojó aquí, y a pesar de ser asesinado se creyó que
volvería por su cuerpo, por lo que su cabeza surcada y su mano se
ofreció a Buda. Dejándolo atrás, entre los pastos verdes de la
vega del río y protegido por los acantilados del valle, nos
sorprendimos encontrando un territorio de dunas de arena. En este
desierto eólico con vegetación de oasis, podías montar en camellos
de doble joroba, herederos de los que se usaban para las caravanas de
la ruta de la Seda. Quise alejarme hacia una gran duna solitaria, y
me sorprendí buscando las huellas de los camellos en la arena, de
los comerciantes, de la gente de la montaña, de mis propios pasos, y
recordé esa hermosa definición de poesía que nos enseñó Martín
Garzo: mucha gente no sabe que la poesía no está en el mundo
enfático de las grandes declaraciones y los grandes gestos, sino en
las huellas casi imperceptibles que sobre la arena del tiempo dejan
los cuerpos que amamos. Y en estas dunas formadas por la arena de
tiempos inmemoriales, de la propia génesis de la tierra, quise
abrazar desde el pensamiento a la gente que quiero. Y el tiempo se
paró, dejó de ser arena.</span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOLxsaBksm2AEWDtuQ_eL7IoCGq4EALuYf2VmAAo7NcDKueG4-9utsY5kincpKnh8Dqvfn95SAqcv_8xMARVhe3Q1iF6bmZyWqZex1dpLQAqwpiEB7umBAeWpriHMO-00HppmQ1oZ2L74/s1600/DSC_0504.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOLxsaBksm2AEWDtuQ_eL7IoCGq4EALuYf2VmAAo7NcDKueG4-9utsY5kincpKnh8Dqvfn95SAqcv_8xMARVhe3Q1iF6bmZyWqZex1dpLQAqwpiEB7umBAeWpriHMO-00HppmQ1oZ2L74/s320/DSC_0504.JPG" width="320" /></a></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> Dormimos en una pequeña pensión con
unas vistas espectaculares al valle, bañados por una preciosa luna
que anunciaba su plenitud para el día siguiente, contando chistes
sobre asturianos, gallegos y catalanes y aprendiendo de estrellas
gracias a Rafa. Fue hermoso contemplar la noche en el valle, con un
cielo estrellado como nunca se ve en occidente. A menudo los días
tienden a suceder en el pasado, sin embargo, la noche tiende a amar
sobre todo a aquellos que construyen su casa en el presente. Las
palabras de Lanseros hablaban de nosotros mismos, hablaban de cómo
en dos semanas habíamos construido un presente juntos, en el
descubrimiento, en los pasos del trekking, en las conversaciones
interminables al anochecer. El tipo de vínculo que la noche tiende a
amar, y que quisimos trascender a los días y las distancias. </span>
<br />
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjeIW9ZfrZOwIKALKfPMOqSwzZKF6GZOlZ7Ey3FnrQUhX_h0kGAOiHtk8BuyrHitUfWmKxqGty7bkDAChZIhV_GkvMFN5rtQMwFd0dRI4BZEGtw6r0EfjSSRtLuQsRpQw22GW45Tl995FQ/s1600/DSC_0713.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjeIW9ZfrZOwIKALKfPMOqSwzZKF6GZOlZ7Ey3FnrQUhX_h0kGAOiHtk8BuyrHitUfWmKxqGty7bkDAChZIhV_GkvMFN5rtQMwFd0dRI4BZEGtw6r0EfjSSRtLuQsRpQw22GW45Tl995FQ/s320/DSC_0713.JPG" width="320" /></a></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> En el nuevo retorno a Leh atravesamos
otro paso de montaña, el Agla-La (5200 m), por un trayecto muy poco
transitado, vadeando afluentes, zonas verdes de pastoreo para rebaños
de yaks, huidizas marmotas y unos paisajes increíbles en las
antípodas de la tierra lunar. Casi en la cota del paso observamos a
monjes recogiendo hierbas medicinales. Era la arqueología de las
montañas, la que habla de sus gentes, de susurros, del planeo de
águilas, del pacer de los yaks…En Leh, tras la ansiada ducha,
buceamos hasta el anochecer en plena festividad de la luna llena
entre los mercadillos tibetanos, aventurándonos entre casas de adobe
que se amontonaban en filas sucesivas, casi desplomándose; entre
tiendas con postigo de madera y fabricantes, artesanos, comerciantes
que te sonrían al pronunciar <i>if you happy, me happy. </i></span>
</div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> Al día siguiente iniciamos el largo
camino hacia los lagos, a través del río de la luna, el Chandar, y
cruzando otro paso de montaña, Namshang La (4970m). Se trataba del
territorio de Changthang, la zona de más altitud dejando de lado las
cordilleras, por encima de los 5000 metros. Un altiplano habitado por
los nómadas, bordeando Tíbet y China, donde se podía encontrar
fauna salvaje e impresionantes lagos a gran altura, como Pangong Tso
(Tso significa lago), Tso Moriri o Tso Kar. A medio camino, nos
detuvimos a comer en un prado verde donde se había instalado un
poblado nómada. Quedamos atrapados por los juegos de los niños y
por un estilo de vida autosuficiente. Era fácil imaginar a estos
pueblos de montaña contando sus secretos a los campos, escondiendo
en ellos sus recuerdos, sus certezas, su memoria; en montañas que
velaban su sueño. Estoy seguro que en ese momento, ante las sonrisas
de los niños y los gestos amables de sus mayores, más allá de la
dureza y la pobreza de su día a día, alguno pensamos en ser nómada,
haciendo de nuestra experiencia rumor de montañas. Aunque, quizás,
muchos ya lo éramos, pero regresando a nosotros mismos, en el
presente más allá del tiempo, más allá de donde camináramos. El
viaje lleva en su seno ese regreso a uno mismo.</span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFe_5jnJxVcgj9Bz0uHrBie-6U0QuH-jc8fDMU9gNpWw4ECM-PpjZciXpBUBu2AqTK8BzrNlG7UkGPEkfaXeQO7L_jXeSEyEOUwekHfAeDsI_QedYcDh0U3LAzkLBKIKN2WDvX0E0ALkI/s1600/DSC_0615.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFe_5jnJxVcgj9Bz0uHrBie-6U0QuH-jc8fDMU9gNpWw4ECM-PpjZciXpBUBu2AqTK8BzrNlG7UkGPEkfaXeQO7L_jXeSEyEOUwekHfAeDsI_QedYcDh0U3LAzkLBKIKN2WDvX0E0ALkI/s200/DSC_0615.JPG" width="132" /></a></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> Tras una breve parada en el Lago
Kyooasgar, donde Manu nos aleccionó sobre depósitos y geomorfología
lacustre, llegamos a nuestro primer destino: Tso Moriri, un lago del
que del reflejo de sus aguas se alzaban pendientes de nieve hacia el
cielo azul. Poseía un pueblo Korzok, con población nómada
asentada, y un pequeño monasterio. Entramos en el pueblo con las
últimas luces del día y llegamos al campamento, prácticamente de
noche, observando el cielo estrellado, teniéndolo tan cerca, casi
tocándolo. Pero estar a cinco mil metros de altitud también tiene
sus inconvenientes, como dormir en una tienda de campaña a casi bajo
cero en la que me despertaba cada media hora con la sensación de
falta de aire. Y como a las cinco amanece en el Himalaya, Aida y yo
marchamos a la orilla del lago a sentir la caricia del agua sobre la
arena y las pequeñas piedras, mientras que el sol que ascendía
bañaba nuestro rostro. La vida se iniciaba de nuevo, y con ella
nuestro camino. Antes de salir fuimos testigos de la llegada de las
tribus nómadas, <i>changpa,</i> al monasterio. Se dirigían a una
festividad en el templo, por eso algunos venían rezando con sus
instrumentos de meditación (pequeños <i>manikhor</i>, molinillos de
oración). Unos niños, de sonrisa y ojos enormes, se acercaron
rápidamente a nosotros y nuestro compañero David aprovechó la
oportunidad para repartir bolígrafos de colores que había traído
como regalo. Nos escribieron en inglés las palabras que habían
aprendido en escuelas remotas. Aún conservo el pedazo de papel con
el dibujo de una flor bajo la palabra <i>sunflower. </i>En el pequeño
monasterio se oía a los monjes tocando las trompas (<i>raktung</i>),
con un sonido antiguo, ronco; el sonido de campanas ceremoniales que
acompañan las plegarias, los <i>mantras</i> recitados. Ese sonido
ancestral parecía indicarnos que había llegado el momento en que
nos convertíamos en una persona de las montañas: alguien que sólo
se sentía en paz cuando la tierra se elevaba y caía una y otra vez
como las olas del mar.</span><br />
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtaQLjtmhXL3Cdbs1ekGNWx2XrTNYc6lcGilrhBmxoVrY2oVozeGaler_Y1vPef-PQ5bcphtF3jX5Lhw0lbcBfUi8q_18R9pGeLKi8Yww8Ax06cBcxsoxqpg3M-_5m77dPqpVpqHiKbNc/s1600/DSC_0704.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhtaQLjtmhXL3Cdbs1ekGNWx2XrTNYc6lcGilrhBmxoVrY2oVozeGaler_Y1vPef-PQ5bcphtF3jX5Lhw0lbcBfUi8q_18R9pGeLKi8Yww8Ax06cBcxsoxqpg3M-_5m77dPqpVpqHiKbNc/s200/DSC_0704.JPG" width="132" /></a></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> El camino, entre marmotas, águilas y
cuervos y un nuevo paso (Polokongka-La, 4970m), nos llevó hasta Tso
Kar, cuyas aguas eran más verdes en su tonalidad, y saladas. También
poseía un pequeño pueblo, Thukje, con un monasterio. Tras una noche
de lluvia y nieve, amanecimos en un despertar blanco. Las montañas
que rodeaban el lago aparecían nevadas y tras la tienda nos esperaba
una alfombra blanca que poco a poco fue deshaciéndose con los
primeros rayos de sol. Manón nos dirigió en ejercicios de
estiramiento que se convirtieron en una costumbre antes de desayunar.
Todo invitaba a cabalgar por sus cimas, y nos lanzamos a un trekking
de duro ascenso. Cada repecho que subíamos pensando que sería el
último nos quitaba la razón, y comprobábamos que más allá había
una punta más elevada. Así que, tras horas de ascenso, convertimos
un collado en nuestra cima, a más de cinco mil metros. Descansé en
el improvisado altar de oraciones al viento que creamos la
avanzadilla, y miré con tranquilidad el lago a mis pies y las
montañas que me rodeaban. Respiré profundamente e intenté no
olvidar el momento, porque este era el sentido de mi viaje, la paz y
comunión con la naturaleza. Como dijo Matthiessen en <i>El leopardo
de las nieves</i>, “la intensidad del silencio en este lugar es una
señal de que aquí los seres humanos están fuera de lugar”. Un
lugar sin geografía. Un lugar, en palabras de Amos Oz, donde el aire
suave transformaba completamente todos los sonidos. Ni siquiera el
grito más terrible rompía el silencio sino que, cómo decirlo, se
unía a él.</span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjY54cHKbSWKhUFKe84SQjfMWV0mMZUIS0TzO_-915hc1e3QQtN1jXoyuBaIDiCg9j-mdOSUTaFoHIo9lSGkmdO2DlO3EWAXT7fDvlTPo3eG_VKTc6n2TCwDNCQ-oTlme5FxKJQWLbBxOE/s1600/CSC_0776.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjY54cHKbSWKhUFKe84SQjfMWV0mMZUIS0TzO_-915hc1e3QQtN1jXoyuBaIDiCg9j-mdOSUTaFoHIo9lSGkmdO2DlO3EWAXT7fDvlTPo3eG_VKTc6n2TCwDNCQ-oTlme5FxKJQWLbBxOE/s320/CSC_0776.JPG" width="320" /></a></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> Tras
un descenso incluso más duro por pedregales de pendiente casi
vertical, conseguimos llegar al campamento. </span><span style="color: #1a1a1a;"><span style="font-family: Arial, sans-serif;">Después
de una cena tibetana con una sopa de verduras que revivió nuestros
cuerpos, poco más quedaba por hacer en la fría noche del Himalaya,
salvo una animada tertulia sobre viajes, cine, familia. Nos
encontrábamos acampados a más de cuatro mil trescientos metros de
altitud y las noches eran el silencio pleno. Tan sólo unas pequeñas
hogueras que quemaban excrementos de yak fueron testigos de nuestro
sueño.</span></span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> El último regreso a Leh fue por el
segundo paso más alto del mundo, el Tanglang-La (5328 metros),
atravesando <i>chortens </i>perdidos en valles, en cuyas laderas
verticales cabras salvajes desafiaban la gravedad, y dejando atrás
los campos que, regadas por el agua canalizada del río, daban vida y
pastos a esta dura tierra. Nos esperaba un regalo final, un rafting
en la confluencia de los ríos Indo y Zanskar. El Indo nace en el
sagrado Kailás y desemboca en el Mar Arábigo después de recorrer
más de 3.500 kilómetros. Recibe el nombre ladakhi de <i>Sengge
Kabab, </i>“el que huye de la venganza del león”, ya que, según
narra una tradición popular, sus aguas nacen de la boca de un león.
El agua fría no era nada comparado con el paisaje espectacular a
ambos lados de la ribera del río y nuestras risas cuando la fuerza
de los rápidos nos empapaba de agua completamente. En los tramos
tranquilos, nos dejábamos llevar por el lento fluir de sus aguas,
poco importaba el sol que ardía en nuestra piel. Introducir el remo
en el agua terrosa parecía un gesto casi místico, pues cada onda
que producíamos era un recuerdo de la historia que sus aguas han
contemplado durante milenios, desde el albor de la civilización. </span>
<br />
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhd9bF3SeG4UEoMNayrO1nFw805pb0Ro92E9J2UKE0h91Yqn-iFCc0T1dL1kZ3yILp5eVp1eJ_AgAFgQlNnglCb_e8DkGoOB3o203TTodNrOc-pksiDDtfLO6W7zSvhcRlXfr8Gic1AkFg/s1600/DSC_0818.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhd9bF3SeG4UEoMNayrO1nFw805pb0Ro92E9J2UKE0h91Yqn-iFCc0T1dL1kZ3yILp5eVp1eJ_AgAFgQlNnglCb_e8DkGoOB3o203TTodNrOc-pksiDDtfLO6W7zSvhcRlXfr8Gic1AkFg/s320/DSC_0818.JPG" width="320" /></a></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> Cuenta Roy que en las montañas el
cielo se halla circunscrito. Todo su fluido azul cabe en la palma de
una mano, cuyos dedos son las montañas que nos rodean. Saber que
teníamos que dejar ese cielo, las montañas, nos convenció de
organizar una cena de despedida con nuestros guías, Skarma y su
equipo, quienes nos dijeron adiós colocándonos la tradicional <i>cata</i>,
ese trozo de tela pálida que sirve para dar la bienvenida, pero que
en este momento adquirió valor de amistad, de protección en nuestro
nuevo viaje. El regreso a Delhi quedó teñido de tristeza, por
abandonar los amigos, las montañas, la claridad del cielo, la
cercanía de los tibetanos, el silencio… y preveer el caos, el
ruido, el ajetreo y la humedad del próximo destino. Pero todo forma
parte del camino, y con las mochilas (físicas y emocionales) a
rebosar, nos encaminamos al avión rumbo a Delhi y Agra. </span>
</div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> No hay, en ninguna parte del mundo,
una realidad fácil de entender. Y bajo esa perspectiva había que
conocer Agra, una ciudad que conectaba dos extremos: el impacto y el
asombro, el sonrojo y la tristeza. Maraña de callejas. Niños
pequeños que juegan entre montones de escombros compartiendo espacio
con bueyes y vacas que devoran todo tipo de basura. Niños en cuyos
ojos se adivinan sueños, quizás sueños más sencillos que los
nuestros, pero más reales. La magnificencia del Fuerte Rojo. Calles
que forman laberintos, entre suciedad, desagües, colores de sharis,
perros con lepra tirados por el suelo, ancianos desvalidos tumbados
en maderas entre los escombros, un peluquero pelando a un niño bajo
la atenta mirada de su madre, una vida que discurre ajena a nuestra
percepción de la pobreza y miseria. La India cruda, la antigua India
que se destila en cada barraca olvidada del mundo.</span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifeTf3eXS3ikm13GRfMljCI2DoyXY45R2ctzkN-FbRXRNCBq5sovkYNWPM-G_sYt7CmVMXMltFQbd0OBuCCu274TD2bGi6CCpZ0zieej79BSW7CG-ZuObMk41vlrdSjb8SfI1KA_PvQYw/s1600/CSC_0850.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEifeTf3eXS3ikm13GRfMljCI2DoyXY45R2ctzkN-FbRXRNCBq5sovkYNWPM-G_sYt7CmVMXMltFQbd0OBuCCu274TD2bGi6CCpZ0zieej79BSW7CG-ZuObMk41vlrdSjb8SfI1KA_PvQYw/s200/CSC_0850.JPG" width="132" /></a><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh45RjtT3bSSbq118-xsbHLQhgQY1WYKVBQrOp2-noyAzVNKql4wsdyS4zsSHKBy17kojkDPmzWa1N0orRa_N1Oehtq6lnZBUhZGCiIO1QuvI634SU-kWuBPImWtz0eZVzyr6oNxDVOYKc/s1600/DSC_0849.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh45RjtT3bSSbq118-xsbHLQhgQY1WYKVBQrOp2-noyAzVNKql4wsdyS4zsSHKBy17kojkDPmzWa1N0orRa_N1Oehtq6lnZBUhZGCiIO1QuvI634SU-kWuBPImWtz0eZVzyr6oNxDVOYKc/s200/DSC_0849.JPG" width="132" /></a></div>
<br />
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> Detrás de la niebla, el caos y la
basura, sorprende encontrar el Taj Mahal escondido en el corazón de
Agra. Mentiría si dijera que no estaba excitado, con una ilusión
tremenda por ver, por tocar con mis manos, un edificio que no sólo
es huella de historia y arte, sino emblema de mis sueños de
infancia, de lo exótico que representaba la India y Oriente en mi
educación literaria y cinematográfica. Por sus muros paseaban en mi
imaginación Emilio Salgari, <i>Las cuatro plumas</i> de Mason, E. M.
Foster, <i>Beau Geste</i>, <i>Lord Jim</i> de Conrad, Errol Flynn,
Peter O’Toole, Gary Cooper… Con los dedos toqué su perfección,
su poesía hecha arte, rocé cada filigrana que formaban flores de
una pureza lejana, y regresé a mi infancia, donde los sueños podían
hacerse realidad. Como ahora, en ese roce tembloroso de mis dedos.</span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwcYZ1m0GP06KKks5yJFdbCoYuMe41qMtUQNCqrQeK5lK9YfM2dd2u2iYGieMAsI7f_O-ukC8iSVpSR3-Gtje9pQiWly9GEzovSi-F16ivExfSbM1S15sOMA6yqBtrvoWmuRHEEdzhOog/s1600/DSC_0929.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwcYZ1m0GP06KKks5yJFdbCoYuMe41qMtUQNCqrQeK5lK9YfM2dd2u2iYGieMAsI7f_O-ukC8iSVpSR3-Gtje9pQiWly9GEzovSi-F16ivExfSbM1S15sOMA6yqBtrvoWmuRHEEdzhOog/s320/DSC_0929.JPG" width="212" /></a></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><br /></span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> Desde el muro perimetral, junto a los
minaretes, descansamos observando el río y los miles de personas de
todos los rincones de la India y el mundo que caminan sobre el
mármol. Dicen que las vacas en India rumian todo lo que sobra,
incluso el tiempo, y eso es lo que nos faltaba, tiempo. Tiempo para
asumir, tiempo para retener, tiempo para pensar, imaginar. Y, sobre
todo, tiempo para despedir, en silencio. </span>
</div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<br /></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> El cielo que me contempló en las
montañas, y acarició mi rostro en cada ascenso; el rumor de los
rezos que serenó mi espíritu en monasterios perdidos; y las miradas
de los ladakhies que me sonrieron el alma, es ya una historia. Pero
no es fácil llenar el silencio con palabras. Cuando llegue el
invierno y todo quede sepultado por la nieve y el hielo, mientras se
retrasa el mundo, posadas sobre la arena y las piedras del Himalaya,
reposarán mis sueños, allí, donde encontraron cobijo.</span></div>
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"> Con el paso de los días ya no
quedará huella de mis pasos, ya no se harán eco mis palabras en los
valles, ya no se sentirá mi respiración al subir las montañas,
pero allí seguirá real, humilde, Ladakh. Y, con ella, la parte de
mi mismo que descubrí en su seno, en el silencio. Y así la
recordaré, recordaré los senderos, los pliegues de la tierra,
acariciado por el viento, cerrando los ojos ante la imagen de una
sonrisa sin nombre que me diga: ¡Julley!. Y serán montañas lo que
mis palabras pongan en tu nombre. </span>
</div>
<div class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; text-align: right; widows: 2;">
<div style="text-align: right;">
<span style="font-family: Arial, sans-serif;"><b>ÁLVARO</b></span></div>
</div>
<br />
<div align="JUSTIFY" class="western" style="margin-bottom: 0cm; orphans: 2; widows: 2;">
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
</div>
Álvarohttp://www.blogger.com/profile/02813136475868686659noreply@blogger.com18tag:blogger.com,1999:blog-6678624513850600142.post-81650911023095756832013-01-11T11:55:00.000+01:002013-01-11T15:13:59.915+01:00Roque Baños: músico de sueños<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div style="text-align: center;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjDwlv1zP-6tlOLL-aDIKFAaZaTsYm0bCyL82wYeqksz4RASLJMPcLYDJRN0lhg8sBMGGk-xTHePCqjgQhR-Bh8X0i95jfR_r2N0JKV5ELWrQB7rh3_lf9N4sP7jktsqX5S0InJM43DlY/s1600/roque2.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="219" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjjDwlv1zP-6tlOLL-aDIKFAaZaTsYm0bCyL82wYeqksz4RASLJMPcLYDJRN0lhg8sBMGGk-xTHePCqjgQhR-Bh8X0i95jfR_r2N0JKV5ELWrQB7rh3_lf9N4sP7jktsqX5S0InJM43DlY/s320/roque2.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div style="text-align: center;">
Dentro de las actividades del Festival Internacional de Cine de Cartagena, tuve el privilegio de presentar a Roque Baños en un Curso/Master Class de Bandas Sonoras. Esta fue la presentación que leí. Gracias de todo corazón a Cristina Roca por darme la oportunidad.</div>
<div style="text-align: center;">
<br /></div>
<br />
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i>Como los sueños,
más allá<o:p></o:p></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i>de la idea del tiempo,<o:p></o:p></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i>hechos sueños de sueño os llevo.<o:p></o:p></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i>Porque sueño y recuerdo<o:p></o:p></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i>tienen fuerza para obligar la vida, <o:p></o:p></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<i>aunque sean no más que un límite imposible<o:p></o:p></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
Gil de Biedma</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Martín Garzo
dice que hablar de cine es, sobre todo, hablar de sueños. Porque en sus salas
se esconden nuestros pensamientos, nuestros recuerdos, el tiempo ausente, nuestra
vida. De ahí que el poder del cine sea devolvernos en sus imágenes todo lo que
creímos perder. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Por
ello, no es fácil hablar de cine para mí. Porque nada es más difícil que hablar
de lo que amamos, de nuestros sueños. Cuando aprendes a mirar la vida, sin
embargo, necesitas comprenderla, y, en ocasiones, expresarte. Y es en ese
momento cuando valoras más que nunca las palabras, las imágenes, y la música. Afirmaba
Lytton Strachey que la tarea del arte no es comprender, sino iluminar. Ningún
arte cumple mejor ese precepto que el cine. Y, por eso, de todas las artes, la
que más me emociona es, precisamente, el cine, porque aúna imágenes, palabras y
música para no sólo comprender mi vida, sino también, iluminarla. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Y
de iluminar bien sabe, y mucho, Roque Baños, una persona que se dedica a
armonizar música con imagen, aquello que no se ve y se quiere contar. Por ello,
la música de cine es mucho más que un mero acompañamiento sonoro de la imagen,
es la música de nuestros sueños. En este sentido, no sería descabellado
denominar a Roque Baños como músico de sueños. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Hoy
en día muy poca gente puede concebir una película sin una banda sonora, y aunque
algunos directores minusvaloraron este elemento cinematográfico (“No me gusta
la música de las películas, detesto ver a un hombre en el desierto muriéndose
de sed con la orquesta de Filadelfia detrás de él” comentó John Ford),
afortunadamente, la gran mayoría no han dudado en utilizarlo (incluido el
propio Ford) para darle un mayor sentido al cine. José Nieto, otro gran genio
español de la música de cine, al recoger el premio Nacional de Cinematografía
decía: “los compositores de música para el cine no somos sino los continuadores
de aquellos que, desde los orígenes de nuestra civilización pusieron su música
al servicio del arte de contar historias, historias en forma de mitos y
leyendas que daban cuerpo a creencias religiosas, historias en formas de cuento,
de comedia o de tragedia, para proyectar hacia el espectador la risa, la
ternura, el llanto, el miedo… la emoción en definitiva. En este sentido, sin la
música, el cine como espectáculo hubiese dido imposible”.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
A
pesar de las dificultades de presupuesto, el desinterés de algunos directores y
productores, compositores como Roque Baños continúan esa maravillosa tarea de
narrar historias, de terminar de dar sentido a un plano o una película a través
no sólo de la ambientación, sino sobre todo de la sugerencia y la expresión, de
dar voz. Porque Roque, como bien lo denominó Alex de <st1:personname productid="la Iglesia" w:st="on">la Iglesia</st1:personname>, es la voz del
cine español. Un hombre que ha dado voz a nuestros sueños, que ha puesto música
a muchas de las mejores obras cinematográficas de los últimos años en nuestro
país. Un hombre al que acompaña la versatilidad, la humildad, el genio, la
honestidad. Y que como buen músico de sueños, de narrador de historias,
consigue que cualquier espectador, aún sin imágenes, se emocione al escuchar su
música. Eso es arte, eso es luz. <br />
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggjGaZaoDXPcbb64mOR_UfC7Cb8zqf2Xsg3q2FXSCptY1sbRgnOzWGCtvFCbFebLinrwe78u1pPoSgLDV28-5OA9nBiAPZnrasjeWSc1T-N1QUdcRGw5bol46r2X44qn8CqPsAbtTDVLg/s1600/DSC_0494.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEggjGaZaoDXPcbb64mOR_UfC7Cb8zqf2Xsg3q2FXSCptY1sbRgnOzWGCtvFCbFebLinrwe78u1pPoSgLDV28-5OA9nBiAPZnrasjeWSc1T-N1QUdcRGw5bol46r2X44qn8CqPsAbtTDVLg/s320/DSC_0494.JPG" width="320" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<span style="text-indent: 35.4pt;">Pero para
iluminar hay que aprender a mirar la vida con otros ojos, y esta es una lección
que Roque demostró conocer desde sus inicios. Siendo niño vivió influenciado
por la música ya que su padre era saxofonista. Por ello, poco a poco, los días
llegaron y fueron lo que prometieron ser. De su Jumilla natal y Murcia, donde
estudió en el Conservatorio Superior de Música (consiguiendo el Premio Fin de
Grado de Solfeo y Matrícula de Honor en Saxofón) pasó a Madrid (en el Real
Conservatorio de Música, obteniendo el Premio Fin de Carrera en las
titulaciones de Saxofón, Piano, Armonía, Fuga, Contrapunto, Composición e
Instrumentación y Dirección de Orquesta); y acabó completando sus estudios en
Estados Unidos, donde se especializa en composición de música para cine y en
Jazz, gracias a una beca del Ministerio de Cultura para ampliación de estudios
en el extranjero. Se graduó “Summa Cum Laude” en el Berklee College of Music de
Boston en las especialidades de composición para música de películas e
interpretación de Jazz, en un tiempo récord de dos años.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Gracias a su
formación en Berklee, centro por donde han pasado figuras de la composición tan
reconocidas como Howard Shore, afianza una pasión por la música de cine y la
composición, que arranca desde su adolescencia, donde, como él mismo reconoce,
“la música era una voz interior tan fuerte que no pude aplacar, sino todo lo
contrario, me esforcé al máximo para hacer ese sueño realidad, a pesar de que
los muros que tuviese que sortear fuesen demasiado altos.”. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
De regreso a
España, entra de lleno en el mundo del cortometraje, componiendo la música de
tres cortos: “Arañazos” de Pedro Barbero, “Andeo” de Luís Vallés, y “Lisa” de
Carlos Pullet. El salto a los largometrajes y a la pantalla grande vino de la
mano del pianista Polo Ortí, un amigo conocido en Berklee, quien se encargó de
presentar a Roque al actor Gabino Diego, el cual impresionado por sus
composiciones lo promociona con el director Emilio Martínez Lázaro, con el que
acababa de rodar la película “Los peores años de nuestra vida”.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Este contacto
traería como resultado que Emilio Martínez Lázaro confiara en Roque para la
composición de la banda sonora de “Carreteras Secundarias”, en 1997, que obtuvo
el premio a la mejor banda sonora en el festival de Cine de Peñíscola, iniciándose
así una carrera cinematográfica que, creciéndose en cada obra, ha marcado los
últimos quince años del cine español.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Afortunadamente,
no se trata de un caso aislado. Roque pertenece a una generación que ha
protagonizado una revalorización de la banda sonora gracias a la labor de
insignes compositores como Pepe Nieto o Antón García Abril, y que ha permitido
iniciar una serie de colaboraciones director-compositor en la mejor tradición
del cine europeo y americano. Al igual que el tándem formado por Gracia
Querejeta con Ángel Illarramendi; Ventura Pons con Carles Cases; Bingen
Mendizábal con Juanma Bajo Ulloa y Mariano Barroso; José Luís Garci con Pablo
Cervantes o Alberto Iglesias con Julio Medem y Pedro Almodóvar; Roque Baños ha
sabido ganarse la confianza de los mejores directores de nuestro país y el
extranjero, desarrollando una fructífera relación con Emilio Martínez Lázaro,
Santiago Segura, Alex de la Iglesia y Carlos Saura.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
¿El resultado?
Medio centenar de películas, tres premios Goya de diez nominaciones; tres
medallas del Círculo de Escritores Cinematográficos sobre 9 nominaciones; tres
Premios de la Música de 6 nominaciones; así como nominaciones en las academias
de cine argentina y mexicana, el premio a la mejor banda sonora en Toulouse o
el premio homenaje Ricardo Franco del Festival de Cine Español de Málaga. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyTGKHpq2UA29-RH44U2HGBLvlSIVtZoB8r3ptkjKL-xNL354WTDi5QiNA5FnPHnbxrfBw5v31r7pqPU4ylD43VRbI84wzMKEU7uo-D94MHsypE21pCphQC4FvfKD1GWb8Ibomolp7Nio/s1600/DSC_0493.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiyTGKHpq2UA29-RH44U2HGBLvlSIVtZoB8r3ptkjKL-xNL354WTDi5QiNA5FnPHnbxrfBw5v31r7pqPU4ylD43VRbI84wzMKEU7uo-D94MHsypE21pCphQC4FvfKD1GWb8Ibomolp7Nio/s320/DSC_0493.JPG" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Un
resultado fruto del trabajo constante, el esfuerzo y la dedicación. En palabras
de Roque: “el trabajar siguiendo las indicaciones de un director supone adaptarse
a las necesidades de la producción, pero no renunciar al estilo propio: solo
adecuar mis recursos a los requerimientos de la película. Al igual que los
pintores o los escritores, los músicos también tenemos nuestras etapas, que
bien podrían diferenciarse por colores. Aún así pocas cosas han variado en mi
estilo. La única diferencia entre el que yo era antes y el que soy ahora es que
he podido componer música para géneros totalmente opuestos, disfrutarlos al
máximo y superar con más entusiasmo los nuevos retos que han surgido”. Y es que
hay varias palabras con las que definir su obra, emoción, intuición, sensibilidad,
contrapunto, creatividad, pero, sobre todo, versatilidad. De la melancolía y
sensibilidad fundacional de “Carreteras Secundarias”, la seriedad y espectacularidad
con grandes orquestaciones de la serie “Torrente”, los contrapuntos serios y
dramáticos a las tragicomedias de “Muertos de Risa”, “Obra maestra” o
“Isis/Disi”, la música de raíz y mediterránea de las colaboraciones con Saura
“Goya en Burdeos”, “Buñuel y la Mesa de Rey Salomón”, “Salomé” o “El Séptimo
Día”; de épica y fantasía en “El corazón del Guerrero”; el homenaje a Schifrin y
el jazz en “El robo más grande jamás contado”; el western y la música de genero
en “800 balas”; de la identificación en “No somos Nadie”; el musical con “Los
lados de la cama”; la emoción y compasión de “Segunda Piel” o “Las Trece Rosas”;
el comentario musical y etnográfico de Lázaro de Tormes”; la sensibilidad y
coraje femenino de “Diario de una Ninfómana”; la inquietud de “La Comunidad”, la
tensión y melancolía de “El Maquinista”; el thriller en “La voz de su amo” o la
enérgica “Celda 211”, el misterio en “La Caja Kovak”; la inocencia y el horror
en “Frágiles” e “Intruders”; el suspense en “Los Crímenes de Oxford”; la íntima,
sutil y dolorosa épica de “Alatriste”; y la rabia, fuerza y dolor de “Balada
Triste de Trompeta”, entre muchas otras.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
Esta
versatilidad va más allá de influencias de Herrmann, Elfman o Williams. Como
bien dice Roque, hay formas de ver la armonía, la melodía, marcadas por la
maestría de Ravel, Debussy, Stravinsky, Prokofiev, Tchaikovsky….que hace que
puntualmente los compositores lleguen a conclusiones parecidas. Pero, en
definitiva, Roque Baños hace la música que siente, y esa música es la que ha
dotado siempre a sus personajes, sobre todo, de dignidad y emoción. </div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOuQsp8RVAO_bdkF9OnuUDWzF8AR8_9kDVgS84VTlgbu8HvdFwkq8zvkq3eA4Rt6eEO4yG5eOnfsmzfjzQR9dt5AhkCT_6dlXpy07vw3CLk4MXhyphenhyphenfiTssYlhyphenhyphenSsgnz3ZhQdcKOhPp0J4s/s1600/Roque1.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="236" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOuQsp8RVAO_bdkF9OnuUDWzF8AR8_9kDVgS84VTlgbu8HvdFwkq8zvkq3eA4Rt6eEO4yG5eOnfsmzfjzQR9dt5AhkCT_6dlXpy07vw3CLk4MXhyphenhyphenfiTssYlhyphenhyphenSsgnz3ZhQdcKOhPp0J4s/s320/Roque1.JPG" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: center; text-indent: 35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Preparando
esta presentación de Roque Baños, leí entrevistas, artículos, monografías, y,
entre toda esa información, encontré un pequeño detalle que me emocionó. Cuando
le preguntaban cuál fue la película que le marcó el amor a la música de cine su
respuesta fue E.T. No pude evitar sentir un estremecimiento. Mi padre murió
antes de que cumpliera siete años. Durante los años setenta, junto a mi madre,
dedicó parte de su tiempo a asistir a proyecciones en Murcia y Alicante para
contratar las películas que se proyectaban en el cine de mi pueblo. No recuerdo
cuál fue la primera película que ví, pero si la única que asocio con él, poco
antes de que falleciera, en una sesión doble que proyectaba Drácula de
Cristopher Lee y E.T. La música me impactó tanto que la primera banda sonora
que compré, a los doce años en L.P, fue la de John Williams para esta película.
Desde entonces, las bandas sonoras han acompañado mi vida, mis sueños.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Para
Gil de Biedma, como la luz, la música tiene una calidad fosforescente y suave
de sueño recordado Si la música de cine es la música de los sueños, la música
de Baños tiene el don, como los grandes, de permanecer para siempre en nuestra
memoria. De dar sentido a lo que no se ve. De fabricar recuerdos, emoción y mantener
los sueños. Iluminar caminos. Gracias a la música de cine he mantenido mis
sueños. Gracias Roque, por hacer esto posible.</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<o:p> Á<b>LVARO</b></o:p></div>
Álvarohttp://www.blogger.com/profile/02813136475868686659noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-6678624513850600142.post-75246825734025903632012-08-27T11:13:00.000+02:002012-08-27T11:17:56.145+02:00EL GRAN NORTE<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJVCp3A3PtHeM0vWcQcPVbL10Yhe8mL_y-yx2s5zMGGntChaEHJlfgVISLmr-PqDZsJhmHobwZHxJHvGi7np0gHEUAbUgoaTDq_fvFuDER14xIxJY90tMqzxo2AtnUH27Ck5hB4U5PzTw/s1600/CSC_1007.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJVCp3A3PtHeM0vWcQcPVbL10Yhe8mL_y-yx2s5zMGGntChaEHJlfgVISLmr-PqDZsJhmHobwZHxJHvGi7np0gHEUAbUgoaTDq_fvFuDER14xIxJY90tMqzxo2AtnUH27Ck5hB4U5PzTw/s320/CSC_1007.JPG" width="320" yda="true" /></span></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"></span><br />
<div align="right">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><em>Existe una región donde las montañas no tienen nombre</em></span></div>
<div align="right">
<span style="font-family: Arial;"><em>Y donde los ríos corren hacia lo desconocido.</em></span></div>
<div align="right">
<span style="font-family: Arial;"><em>(Robert Service, 1897)</em></span></div>
<div style="text-align: right;">
<br /></div>
<div style="text-align: right;">
<span style="font-family: Arial;">Para mis compañeros de tierras polares que escucharon la llamada:</span></div>
<div style="text-align: right;">
<span style="font-family: Arial;">José Luís, Felipe I, Bego, Felipe II, Susana, Joan, Elena,</span></div>
<div style="text-align: right;">
<span style="font-family: Arial;">Federico y nuestro guía y amigo, Javier "Cherry".</span></div>
<div style="text-align: right;">
<br /></div>
<div style="text-align: right;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><em>Hay una raza de hombres inadaptados,</em></span></div>
<div style="text-align: right;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><em>una raza que no puede estarse quieta;</em></span></div>
<div style="text-align: right;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><em>rompen los corazones de sus parientes y amigos,</em></span></div>
<div style="text-align: right;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><em>mientras vagan por el mundo a su albedrío.</em></span></div>
<div style="text-align: right;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><em>Recorren las llanuras, navegan sin rumbo en los ríos</em></span></div>
<div style="text-align: right;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><em>y escalan las cumbres de las montañas.</em></span></div>
<div style="text-align: right;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><em>Llevan en su interior el sino de la sangre gitana</em></span></div>
<div style="text-align: right;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><em>y nunca aprenden a descansar</em></span></div>
<div style="text-align: right;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><em>(Robert Service, Los hombres inadaptados)</em></span></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> No sé con certeza cuando empezó este viaje. Debió arrancar en mi infancia, en esa etapa en la que se crecía entre la realidad y el mito, construyendo sueños a través de las lecturas de Jack London, Mark Twain, Emilio Salgari, o conociendo nombres como Malaspina, el almirante Valdés, el Capitán Cook o Vitus Bering; lecturas que hablaban de aventuras y supervivencia, de la búsqueda de oro en la cuenca del Klondike y el Yukón, de tierras boreales y noches de aurora, de peligros incontables, de bestias salvajes, tribus hostiles, bosques vírgenes e impenetrables y de grandes cordilleras montañosas; las lecturas que nos cambian para siempre, porque supone situarnos en ese camino “donde las cosas pueden ser” del que hablara Rosa Chacel. </span></div>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Y como ese camino nunca debe abandonarse, hace unos meses quise convertir el mito en realidad. Aprendí en Groenlandia que las distancias y los días se medían en sueños (sinik) y que lo que uno quiere que suceda puede suceder, por lo que el Gran Norte empezó a configurarse como un sueño que podía ser, una realidad.</span></div>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Al preparar el viaje, me acompañaban las palabras de Robert Service sobre Alaska: ¿Te has entregado a la desnuda grandeza de la inmensidad, donde no hay nada más que contemplar, donde las montañas alcanzan el cielo y los ríos roban el agua de los valles, atravesándolos hacia lo desconocido? ¿has borrado las huellas que tus botas dejaron, has osado adentrarte en lo lejano? ¿has entregado tu alma al silencio? Entonces, por amor de Dios, ve y hazlo. Escucha el desafío, aprende la lección, asume las consecuencias. Entonces, escucha lo salvaje, te está llamando.” (La llamada de lo Salvaje).</span></div>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Me llamó la naturaleza salvaje, escuché el desafío y asumí el reto. Inicié el viaje. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6xG_yKRo60nmbjQSS2Je2ktHarPqf-SEU8cKsi13JKJER_3wLZmQau_laz1n2WFAC8-xTeydgYXt1XddC78b9huXQMzuQ2jNKbosPXlLp9Mk51eX3Cbz2uSasPsRthQdt5ZXWqZzQ1A8/s1600/DSC_0674.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj6xG_yKRo60nmbjQSS2Je2ktHarPqf-SEU8cKsi13JKJER_3wLZmQau_laz1n2WFAC8-xTeydgYXt1XddC78b9huXQMzuQ2jNKbosPXlLp9Mk51eX3Cbz2uSasPsRthQdt5ZXWqZzQ1A8/s320/DSC_0674.JPG" width="320" yda="true" /></a></div>
<div align="center" style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Decía Jack London que en Alaska no se habla, se piensa. Y pensando en mí mismo me encontré sobrevolando, a la llegada a Anchorage, el McKinley (en indio, Denali, el Grande). Contemplar de cerca el techo de Norteamérica, la montaña más alta de los Estados Unidos y emblemática de Alaska, supone sensación de poderío de una naturaleza salvaje, grandiosa y única. No hubo palabras, solo emoción. Ya estaba preparado, la fiebre del aventurero, del trampero, del soñador, se había apoderado de mí. Y no me abandonó. Ni lo ha hecho aún. </span></div>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Anchorage, que olía a fiordo y parecía un mirador urbano hacia las montañas modeladas por glaciares y el mar; Anchorage, como bien señalizaba su centro histórico, encrucijada entre Europa, América y Asia; Anchorage, la ciudad tranquila y superviviente, nos recibía como antesala de montañas, ríos, glaciares, bahías, icebergs e islas; de alces, osos, caribús, linces árticos, lobos y águilas calvas que sobrevolaban por tundras, frondosos bosques, valles y cordilleras. En ese momento, con la mochila a nuestras espaldas, dejamos de ser personas condicionadas por el reloj, el trabajo o las responsabilidades. Respondíamos a la llamada de la naturaleza, y hacia ella nos dirigíamos. En plural, porque no viajaba sólo, sino acompañado por nueve aventureros que rápidamente anularon distancias, y crearon un vínculo de hermandad que no conocía diferencias y sí sonrisas, ilusión y la misma necesidad de desafío. Y allí conocimos a nuestro guía, Javier, “Cherry”, “el hombre más sociable que jamás hubiera silbado por los caminos o entonado una balada ante la hoguera de un campamento”, como diría nuestro compañero London. A quien quisimos ver, no sólo como guía, sino como amigo. </span></div>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Preparados, tuvimos unas horas para respirar el aire de la última frontera, como nos recordaba a cada rato hasta las matrículas de los coches: “the last frontier”. E igual que en la fiebre del oro bastaba un simple comentario acerca del lugar donde abundaba el preciado metal, para que decenas de aventureros se embarcaran sin más comprobaciones en empresas irracionales y sin garantías de éxito, así iniciamos nuestra propia estampida siguiendo las instrucciones de Javier y con nuestras mochilas cargadas de ilusiones y, con el tiempo, de sandwiches. </span></div>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El poeta Robert Service escribió una vez “los caminos de Alaska tienen sus historias secretas”. Cabalgando sobre Denali Highway a lomos de una furgoneta, que se convirtió en un miembro más de la expedición, nos lanzamos al descubrimiento de esos secretos. Las cúpulas azules de la catedral ortodoxa de Anchorage parecía marcarnos el camino. La carretera atravesaba unos paisajes impresionantes en torno a la cordillera que nos adelantaban lo que iba a ser la naturaleza de los bosques de Alaska, y para prepararnos espiritualmente hicimos parada e Eklutna, aldea de los indios atabascos, para observar su cementerio plagado de coloridas casas de espíritus a modo de panteón. Talkeetna, que significa confluencia de los ríos, fue la siguiente parada. Puerto fluvial durante la fiebre del oro, fue el lugar idóneo donde degustar nuestro primer sándwich, a los pies del McKinley y rodeados de jóvenes mochileros y montañeros que preparaban sus expediciones a la gran montaña en los almacenes históricos del pueblo. </span></div>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El primer contacto directo con la naturaleza salvaje nos lo ofreció el Parque Nacional Denali, en torno al McKinley. Toda una inmensidad de taiga y tundra, una alfombra de flores silvestres que iban mudando su color hacia la ventana del otoño, en un terreno abrupto con puertos de montaña que servían de miradores para cordilleras de rocas volcánicas de vivos colores y la majestuosidad del Denali. El autobús del parque, con su inefable Wendy al mando, nos permitió encontrarnos con caribús, alces, y una osa grizzly con sus oseznos; mientras que un pequeño trekking ascendiendo un sendero de montaña nos empequeñeció ante la visión nebulosa de los 6200 metros del McKinley. Un paisaje indómito que nos recordó el escenario primitivo de London: “yo me ví con el oro en el punto de mira, y descubrí la ética del mundo salvaje”. Quizás, como London, comenzaba a recoger la verdadera perspectiva de mi mismo. En la cabaña del Denali donde pernoctábamos recogí esta impresión del guest book: “we need more time to spend, to share, to explore…”. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuz4rhVKsgAdQTcXH1wDAAQVYgQeCbvsreHHDNHdgb8rhqM-T0cf8XoKzTarnQt9fLZwCEXowEXsKuDOA2nOlsRP-9dKDDBX73SEqz0LpLdkdhljVblUWpbH2INjGZjxQBD4qn6q9jnzU/s1600/CSC_0312.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="133" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuz4rhVKsgAdQTcXH1wDAAQVYgQeCbvsreHHDNHdgb8rhqM-T0cf8XoKzTarnQt9fLZwCEXowEXsKuDOA2nOlsRP-9dKDDBX73SEqz0LpLdkdhljVblUWpbH2INjGZjxQBD4qn6q9jnzU/s200/CSC_0312.JPG" width="200" yda="true" /></a></div>
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Según las narraciones de las poblaciones inuit de Alaska, el corto verano de las tierras del Norte es especial. Bajo la luna llena la nieve es azul, y también son azules las nubes que cruzan el cielo. En la brisa se distingue el olor de la hierba fresca que empieza a brotar alimentada por las aguas del primer deshielo. El viento agita los amuletos colgados a la entrada de la casa, el hueso suena ligero entre los sueños y se confunde con el sonido de las pequeñas esquilas de los caribús. Entre la nieve y la luna se marcan los caminos, y el nuestro nos dirigía a McLaren River. Dejando a tras la tundra de Denali Highway, una lancha nos recogió para remontar el río hasta su inicio, en plena cordillera de Alaska, donde instalamos el pequeño campamento de tiendas de campaña alejados de cualquier punto habitado. La cena de salmón rojo fue la excusa perfecta para reír, contar historias y hablar de nosotros a la luz de las velas. Dormimos mecidos por la lluvia, en plena libertad. Al día siguiente, Cherry nos guió a través de la lluvia y la tundra, vadeando pequeños ríos, hasta las cercanías del glaciar, que, imponente, había sido nuestro horizonte a lo largo de todo el trekking. La soledad, el musgo, el agua tejía el paisaje. No nos sentíamos solos, la naturaleza nos acompañaba donde las montañas no tenían nombre, y el río nos llevó en el descenso en canoa por el McLaren, en silencio, donde los ríos corren hacia lo desconocido…</span></div>
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOiFofYDY-Wi3WWCMsp_-ogOIiopiOeGCuZFKoxpMxa4c3q0ycLe_Hx04COH4RzrE4YroTjjnsR4RxasEEWh4ly6fcZWqVkrBs21lNKg9d38C0kb8ioZtOZBXEthGZ-KEa1jfRzi2ggpk/s1600/DSC_0612.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOiFofYDY-Wi3WWCMsp_-ogOIiopiOeGCuZFKoxpMxa4c3q0ycLe_Hx04COH4RzrE4YroTjjnsR4RxasEEWh4ly6fcZWqVkrBs21lNKg9d38C0kb8ioZtOZBXEthGZ-KEa1jfRzi2ggpk/s320/DSC_0612.JPG" width="212" yda="true" /></a></div>
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<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> La soledad y el infinito tejen los paisajes y los relatos que narran cada rincón de Alaska. Como los aborígenes australianos; los indígenas de Alaska han trazado una narración que recoge infinitos caminos: los recodos de los ríos, barrancos, lagos y montañas tienen nombre y sentido. El hombre no esta solo: la naturaleza siente. Y la mejor prueba de todo ello fueron los días de convivencia con los tramperos Steve y Joy Hobbs (y su perro Sugar), en Slana, al norte del parque Wrangell-St. Elias, en la frontera con Canadá. Alojados en unas cabañas de madera construidas por ellos mismos, quedamos inmersos en una zona salvaje, de bosques de coníferas y arroyos junto al río Slana. Ni los mosquitos ni el miedo al encuentro con osos o lobos impidió que exploráramos la zona, con la recompensa de la excelente cocina casera de Joy (alce, salmón, ¡esas american pie!) y divertidos juegos de carta (are you ready? Spoon!). El descenso en canoa por el río Slana (en indio Slow River), nos hizo transfigurarnos en buscadores de la última frontera, haciendo piruetas entre canoas y donde hasta el aventurero Federico, nuestro fichaje italiano, cambió su nombre a indígena, the boy with the camera on his head. Escuchar el golpe de nuestros remos y el rumor del agua, nada más. Pero, quizás, lo más hermoso y sentido de estos días de tramperos fue la velada a guitarra de Steve, cuando nos emocionó dedicándonos canciones que hablaban de hospitalidad, generosidad, y sentimientos. Nos abrió su corazón, sus inquietudes, sus miedos y esperanzas. No pude evitar derramar alguna lágrima, que me hizo comprender que no necesitábamos más para sentir el sueño de naturaleza salvaje y lo que significaba la amistad en ese entorno. Esa noche, regada por la cerveza típica, Alaskan Amber, nos fuimos a dormir pensando que, en la naturaleza, el idioma no es una barrera, quien no entiende una mirada no entiende una larga explicación. </span></div>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><div style="text-align: justify;">
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<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El río era un hombre, y el hombre marcó el camino hacía el río, y así, a través del Copper River y Kuskulana River, continuamos por la carretera McCarthy, siguiendo parte del trazado del ferrocarril que explotaba las minas de cobre de las montañas (el ferrocarril que por la orografía del terreno se le apodó “el que no circula y nunca lo hará”), impresionados por sus atrevidos puentes de hierro y madera. Y de tramperos pasamos a ser mineros a través de un viaje al pasado que nos instaló en el viejo pueblo minero de McCarthy. Poco importaba que su vocación fuera claramente turística, su ambiente de Old West te recuerda a Jack London y, como él, se sucumbe al influjo del Norte. A ello ayudaba las hermosas montañas de cinco mil metros y los dos glaciares del parque nacional de Wrangell-St.Elias que nos rodeaban. Como mineros, avanzamos hacia la mina de cobre abandonada de Kennicott, reflejo del apogeo de la Fiebre del Oro del Klondike en 1898, en un camino al que no quiso faltar la presencia de un oso negro. No podía cerrar los ojos.</span></div>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><div style="text-align: justify;">
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<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Kennicott, hermosa huella histórica de un tiempo de oportunidades y sueños rotos, con su infraestructura minera deteriorada por el paso del tiempo, construida en madera rojiza y hierro oxidado; nos abrió las puertas hacia el Glaciar del mismo nombre en un sendero plagado de señales de la presencia de osos. El recuerdo del oso negro y las advertencias de Cherry fueron suficientes para agudizar nuestros sentidos y armarnos de piedras, bien representados por la minera Bego. A cada paso, el “miedo” se fue mutando en emoción ante el glaciar, y con los crampones bien sujetos quedamos inmersos en el inmenso silencio blanco de la lengua de hielo. Avanzar sobre grietas y ondulaciones de todas las tonalidades imaginables de blanco y azul en un glaciar que, vivo, retrocede ante el peso de la historia, te impulsa a respirar y lanzarte a escalar sus verticales paredes. Nuestras huellas anunciaban los caminos secretos de Alaska de los que hablaba Service, y sólo podías respirar profundamente y perderte en el blanco. </span></div>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><div style="text-align: justify;">
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<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Y el silencio blanco nos brindó la oportunidad de sobrevolar sus cumbres en avioneta, y empequeñecerte al mirar por la ventanilla lo que exhibía la naturaleza: glaciares, montañas nevadas, infinitos ríos que atravesaban bosques o un antiguo barracón de la mina Erie, abandonada y desafiante en la cumbre de las montañas Kennicott. Mis ojos eran conscientes de lo irrepetible del momento, y sólo unas palabras venían a mi mente: «donde las luces del Norte bajan por la noche para bailar sobre la nieve deshabitada.».</span></div>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><div style="text-align: justify;">
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<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Fue todo un esfuerzo dejar de ser minero para volver a ser viajero, pero la perspectiva del trayecto hacia el mar ayudó, y mucho. De los fish wheels del río Chitina, donde avistamos un alce hembra y su cría bañándose, a la exploración del Glaciar Worthington que fluye por la ladera de la montaña en ramales hasta prácticamente la carretera, y las cataratas de cola de caballo en cuyas aguas cristalinas el atardecer dibujaba pequeños arcoiris; hasta el Thompson Pass a 2618 pies de altura (unos 816 metros), el punto donde más nieva de Alaska, y en cuyos picos asemejamos ser agrestes montañeros. La llegada a Valdez te permitía observar el Solomon Gulch, un criadero de salmones aprovechando su remonte de las aguas, y en el que esperamos contemplar a un oso pardo atrapar en mitad de su brinco a los rosados salmones en ruta hacia sus lugares de desove. Una cría de oso, en las cercanías, no nos defraudó.</span></div>
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3VUwI_vLEJN2ISSzjjbxXjRMtqbWaWGlmC1JnBQy2bDuM0fnmb0xaT64TEocu7Uc4QctYdqm8ZgMlHaq8MxcvW8q3ruV-2x-efpOmWsoKKQd-4vRK7VDAWZzm3yUNDDqh2Rux2tLawag/s1600/DSC_1081.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg3VUwI_vLEJN2ISSzjjbxXjRMtqbWaWGlmC1JnBQy2bDuM0fnmb0xaT64TEocu7Uc4QctYdqm8ZgMlHaq8MxcvW8q3ruV-2x-efpOmWsoKKQd-4vRK7VDAWZzm3yUNDDqh2Rux2tLawag/s320/DSC_1081.JPG" width="320" yda="true" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
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<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El puerto de Valdez nos recordó la nueva fiebre del oro negro, cuando la Richardson Highway se convirtió en el oleoducto Trans-Alaska que comunica los campos de petróleo con el puerto. Valdez, donde la naturaleza de Alaska reclamó su lugar frente a los excesos del hombre por la nueva fiebre de oro, el oro negro. Valdez, otra ciudad superviviente, que nos trasladó por ferry a través del estuario del Príncipe Guillermo hasta Whittier, y de allí, en nuestra entrañable furgo, hacia Seward, donde unas preciosas yurtas se convirtieron en nuestro alojamiento los siguientes días. </span></div>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><div style="text-align: justify;">
<br /></div>
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<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Dejamos de ser viajeros para convertirnos en balleneros, con permiso de Melville, y montados en nuestra embarcación nos dejamos llevar por la majestuosa belleza de los fiordos de Kenai. Valles excavados por glaciares que se cernían sobre las frías aguas oceánicas en una mezcla de roca, hielo y agua habitada por una fauna salvaje inimaginable: delfines, marsopas, orcas, focas, leones marinos, águilas de cabeza blanca, nutrias, los hermosos puffins o frailecillos, y gaviotas que anidan en los huecos y salientes de los desfiladeros. Soñar con los ojos abiertos en kayaks que te permiten remar entre estrellas de mar y focas por la ensenada en la que desemboca el glaciar Aialik. Sentirse enmudecido, la respiración contenida, ante el desprendimiento de seracs (témpanos de hielo), y al divisar el canto de las ballenas rompiendo la superficie del agua, con instantes que jamás borrará la memoria como la inmersión majestuosa de la enorme cola alada de las ballenas rorcuales tras unos segundos suspendidas en el aire.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiK80axJjFAkgoMNH5HI1-3pvQcF-1DXMewNkx14YHrwc7apurz1AccGNwXuKC5a0vt_np_QDwr_rss4w8XF85-XXl6BV0dsbZ_yMZRMNRSL8ZkC8TYpgkYdFBbZqWV8GfQA6ngjQPCpfo/s1600/CSC_0026.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiK80axJjFAkgoMNH5HI1-3pvQcF-1DXMewNkx14YHrwc7apurz1AccGNwXuKC5a0vt_np_QDwr_rss4w8XF85-XXl6BV0dsbZ_yMZRMNRSL8ZkC8TYpgkYdFBbZqWV8GfQA6ngjQPCpfo/s320/CSC_0026.JPG" width="320" yda="true" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> De balleneros, la magia de Alaska nos transformó de nuevo en montañeros. Mochila al hombro, iniciamos el ascenso al glaciar Exit, en una escarpada ruta de gran desnivel pero hermosos contrastes de paisaje, del frondoso bosque boreal del inicio, pasando por las morrenas terminales hasta el blanco campo helado del plato superior del glaciar. De nuevo, la inmensidad del campo de hielo nos desnudó y empequeñeció ante la naturaleza virgen y salvaje. De nuevo, el silencio blanco. </span></div>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Los vínculos que nos unían, tras ser viajeros, tramperos, mineros, balleneros y montañeros, se reforzaron en la emoción de compartir durante semanas la contemplación de la naturaleza, y encontraron su lugar en las cervezas que regaron cada día y las efemérides de nuestras aventureras Susana y Bego. Momentos inolvidables que nos darían fuerzas para los últimos días. </span></div>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Cuenta la leyenda que los lugareños tienen un pacto de convivencia con la sabia naturaleza. Sólo ellos y no ningún otro ser humano tiene la posibilidad de asentarse en estas inhóspitas tierras. Cada pequeño bar de carretera en el regreso a Anchorage por Girdwood, el recuerdo de Steve, Joy o Sue, la propietaria de las yurtas, nos evidenciaba que la leyenda tenía mucho de realidad. Por ello, no pudimos faltar a nuestro último sueño de aventura, el Gold Rush en Crow Creek. Allí, en el pequeño pueblo minero abandonado y su mina de oro a cielo abierto, decenas de actuales buscadores de oro rivalizaban por un asentamiento en el río donde cribar en busca de partículas auríferas. No nos pudimos resistir a dejarnos llevar por la quimera de oro. ¿El resultado? El mayor tesoro del mundo: las risas y el compañerismo. Como diría London, “me ví con el oro en mi punto de mira, y descubrí la ética del mundo salvaje”.</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTg94nvWZthPkj-phT-PsaFVKQP2hkChYJNoh9BdvGZOzpCarkc1iJSYkE1owNeXC2Oay6XFf1qR6yCIBoju7Nv_A37EVfKDprmskh-EiM6fpVnk-jo97A-8mOKHoAVms92-OSS71TBYk/s1600/DSC_0108.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiTg94nvWZthPkj-phT-PsaFVKQP2hkChYJNoh9BdvGZOzpCarkc1iJSYkE1owNeXC2Oay6XFf1qR6yCIBoju7Nv_A37EVfKDprmskh-EiM6fpVnk-jo97A-8mOKHoAVms92-OSS71TBYk/s320/DSC_0108.JPG" width="320" yda="true" /></a></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El regreso a Anchorage fue emocional. En la furgoneta sentía la despedida cercana, quizás condicionado por el espectáculo que ofrecía el camino a lo largo del fiordo, que sigue la orilla norte del Turnagain Arm, precioso nombre atribuido al capitán Cook cuando se vio obligado en 1778 a desandar el camino después de descubrir que no había una ruta navegable de comunicación. Quisimos parar a cada rato pero fue en Beluga Point, donde como consecuencia de las mareas se puede contemplar las ballenas entrando en el fiordo, el lugar que marcó la despedida. Allí, subido a unas rocas, contemplando el mar y perdiéndome en el horizonte recordé las palabras de Chris en Doctor en Alaska: "Miramos atrás para ver el camino que hemos recorrido y nos damos cuenta de que nuestro pasado no es un sendero solitario a través de bosques secretos, sino una vista tan grande y ancha como el mismo océano, de que nuestras experiencias alcanzan el horizonte como barcas pequeñas vistas desde lejos, absorbidas por el mar enorme". Quise guardar ese momento. Quise coger fuerzas y respirar. Quise permitirme pensar que vivir era esto, la libertad que nos ofrecía la naturaleza. </span></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZho6nOlCbl0JKQWhdLp1IigAxU2mlO76gPZfdiIDLR7erLpCszUjdb1Vs2NWHmoHYCoOyfJFY6B8fIARbD7v3WeWqN6VsP8z4NVMyPjtvy9RzAA1vsEdJ5bqHTRASjaw1rz3DuNQSh5E/s1600/DSC_0121.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhZho6nOlCbl0JKQWhdLp1IigAxU2mlO76gPZfdiIDLR7erLpCszUjdb1Vs2NWHmoHYCoOyfJFY6B8fIARbD7v3WeWqN6VsP8z4NVMyPjtvy9RzAA1vsEdJ5bqHTRASjaw1rz3DuNQSh5E/s320/DSC_0121.JPG" width="212" yda="true" /></a></div>
</span><br />
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Dice Martín Garzo que contar es volver a vivir, pero poniéndose a salvo del desorden propio de la vida. Porque contar una historia es, por encima de todo, contemplar el rostro del que la escucha. Cuando cuento la experiencia del Gran Norte veo en los ojos de quien me escucha mi propio asombro, mi misma ilusión y el reflejo del rostro de mis compañeros de aventura. Quizás, esa amistad forma parte del verdadero Norte. Alaska, como Groenlandia, nos hace creer que todavía es posible soñar despierto, que uno puede ser trampero, buscador de oro, montañero o expedicionario, si uno quiere que suceda. Soñar cada uno con su particular El Dorado. En este sentido, la carrera del oro continúa, pero lo hace en el territorio en el que las personas se reinventan a sí mismas. Esa era la Alaska que buscábamos. Cuenta Cavafis que al llegar a un oasis perdemos el privilegio de los espejismos. Los lugares del deseo requieren la distancia que permite anhelarlos, pues el arribo supone una pérdida. No es el caso, Alaska respondía a la llamada, a la llamada de lo salvaje, a la llamada de uno mismo. Ha sido una frontera, quizás no la última. Al fin y al cabo, el mundo no es un lugar acabado, sino un lugar donde las montañas no tienen nombre…</span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /> </span></div>
<div style="text-align: right;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">ÁLVARO</span> <br />
<br />
<br />
<br />
<div align="center">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"></span></div>
</div>
Álvarohttp://www.blogger.com/profile/02813136475868686659noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-6678624513850600142.post-9766791920931702522012-04-24T11:19:00.000+02:002012-05-03T00:27:59.884+02:00Oraciones en el viento<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiP_NKjrODzFHNx65mjX2WWBaNj8D2g2uEaWBrDQDTQdD6HTzyTLyLYrw5tVEIXB6Su0yHJopkmx-WAgbERa2DM-SqBR_CfeAZo37D9XhylDDhWOcmT5VvmDSM7Nj3ouWV2rLC3IGJxG5k/s1600/DSC_0082.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiP_NKjrODzFHNx65mjX2WWBaNj8D2g2uEaWBrDQDTQdD6HTzyTLyLYrw5tVEIXB6Su0yHJopkmx-WAgbERa2DM-SqBR_CfeAZo37D9XhylDDhWOcmT5VvmDSM7Nj3ouWV2rLC3IGJxG5k/s320/DSC_0082.JPG" width="214" /></a></div>
<br />
<div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;">“Madre sherpa<o:p></o:p></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;">déjeme dormir<o:p></o:p></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;">el sueño más profundo<o:p></o:p></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;">de mi vida<o:p></o:p></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;">en su granero cálido<o:p></o:p></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;">sin puerta<o:p></o:p></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;">iluminado por la luz de la luna<o:p></o:p></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;">filtrándose<o:p></o:p></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;">en las grietas<o:p></o:p></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;">de sus paredes de madera.”<o:p></o:p></span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;">Sharma<o:p></o:p></span></div>
<div align="center" class="MsoNormal" style="text-align: center;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;"> En
la gran Ruta tibetana de la sal me encuentran de nuevo viejas amigas olvidadas…
En sus rostros la fatiga de un sueño ebrio, sus vidas gastadas, sus patas
torcidas, temblando de transportar ilustres banderas de escaladas malditas.
Aferradas a viejas campanas como heridas abrasantes, notas marcando el compás
de una esclavitud que trae el modernismo: cartones de Iceberg, botellas de agua
mineral, estufas, azulejos chinos, latas, tablas, sacos de arroz y sal yodada
de las llanuras del Terai nepalí. Las mariposas de los bancales conocen sus
nombres. Los arroyos cantores son tempestades en sus escaladas sin aliento.
Suben atentas al tráfico y a prueba de tiempo…Hay escalones de piedra de las
montañas en relieve… cielos estrellados de los valles adormecidos conocen el
dolor de su sudor secreto. Días soleados por los ríos cristalinos tienen el
sabor de sus ojos sangrantes… repiqueteando sus pezuñas por las calzadas; en
círculos la cruel grandiosidad de senderos de mulas alrededor del glaciar de
los Annapurnas (Sharma, poema nepalí).<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;"> Al
viajar escapo del tiempo, o más bien, intento vivir ajeno a él, de su esclavitud,
de todo aquello que condiciona en una vida que da pocas oportunidades de
pensar, sentir o respirar con claridad. Trato que el camino libere, y de
sentido a palabras y emociones que ayuden a construir un tiempo de vida que
permita afrontar el regreso y los límites de la cotidianeidad. Y, al viajar,
uno se pierde en realidades, que entusiasman, endurecen, emocionan o debilitan.
Y, al viajar, uno ve, escucha, se cruza con hechos, vivencias y personas en el
camino, cuyo vuelo parece escaparse en el encuentro. Y, al viajar, a veces se
tiene la suerte de encontrar una tierra en la que cada elemento te atrapa y te
remueve por dentro, componiendo en cada paso, de forma inconsciente, palabras y
emociones que escapan de ti, como banderas escritas con oraciones que el viento
traslada más allá de uno mismo. Esa tierra es Nepal.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;"> No
es fácil describir Nepal, quizás porque no es fácil recordarla sin que un golpe
de emociones enturbie las imágenes que grabé en mi retina. Desde el primer día
que pisé Katmandú, en un valle rodeada de increíbles montañas, la consideré una
tierra desacostumbrada, a la vez que emocional, sensorial, donde volaba el alma
pero sin dirección ni voluntad. Dejando atrás los vaivenes del viaje desde
Madrid, en el que se sentaron las bases de una amistad entre compañeros que se
fortalecería con el paso de los días, la llegada a su capital me marcó un
camino de experiencias contradictorias, de entrega. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;"> Katmandú,
una ciudad caótica, perdida, nos acogió reflejando un abanico inmenso de realidades:
desde la miseria y callejones sin sentido, o el tráfico demencial sazonado de
un ritmo de cláxones frenético, a sus cientos de colores y olores diversos, y
la devoción budista e hinduista presente en millones de personas que, entre
mercados, <i>stupas</i>, templos y barrios
marginales, defienden una cultura que parece perderse en el tiempo. Una ciudad
que adquiere diferente sentido dependiendo de los ojos con que la observes o la
sientas, lo que la hace fácil y difícil de vivir. Un lugar en el que conviven
los escombros, la contaminación y el abandono con un futuro a construir, a
partir de una historia ritual resucitada a la memoria. Un lugar donde la
pobreza asfixia los santuarios en ruinas, mientras es posible encontrar en
cualquier callejón una sonrisa cercana y unos ojos expresivos que te tienden la
mano hacia lo poco que tienen. Sí, así nos acogió Katmandú, la ciudad que
creció de un solo árbol, como tierra desacostumbrada que abría sus caminos para
el encuentro.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;"> “Hermanos
somos, todos los pueblos, todas las gentes, madera de un solo árbol” (Canto
tradicional de los Satsi Krana). El carácter solidario del viaje me marcaba el
primer camino, la necesidad de recorrer lo interno, lo que nadie iba a
mostrarme más allá de los rostros, la verdadera identidad de un territorio, sus
gentes. Y la memoria se inició el primer día cuando, tras dormir en el barrio
tibetano, tomamos un primer contacto con la <i>stupa</i>
budista de Boudhanath al amanecer, un auténtico hervidero de peregrinos y
creyentes que con devoción se abstraían en caminar a su alrededor en el sentido
de las agujas del reloj haciendo girar los rodillos de oración para que sus
plegarias se elevaran al cielo a la par de cientos de banderas de colores,
oraciones al viento. No podías más que quedarte quieto y observar entre olores
de incienso, murmullos de mantras y lámparas de mantequilla; observar como los
atentos ojos de Buda desde su dorada torre central, hacia los cuatro puntos
cardinales; observar como entre los mercados, leprosos mendicantes, vendedores
de collares y cuencos cantores convive con naturalidad las dificultades
cotidianas con la alegría de vivir. <o:p></o:p></span><br />
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmQFurGaZePW1d4P2AWBtBZi7iv43HUvwAApMzfQMr4yRxuv4LFos384H6kttK2dzYxj9beIXu_2lPa4G6YufHiI1vk-USZhsG1V6xf1SKujPIzft_zRv4BwzXxY2H-Vly8u_1gILnKlI/s1600/CSC_0294.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjmQFurGaZePW1d4P2AWBtBZi7iv43HUvwAApMzfQMr4yRxuv4LFos384H6kttK2dzYxj9beIXu_2lPa4G6YufHiI1vk-USZhsG1V6xf1SKujPIzft_zRv4BwzXxY2H-Vly8u_1gILnKlI/s320/CSC_0294.JPG" width="320" /></a></div>
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;"> Y
la memoria se grabó cuando, esa misma mañana, nos dirigimos a la casa de
acogida y conocimos a las niñas. Aún me acompaña el primer encuentro, el <i>namasté </i>dibujado en una decena de tímidas
sonrisas infantiles mientras te señalaban en la frente con el punto rojo, <i>Bingu o tika</i>, a modo de bienvenida. Nisha,
Karishma, Anisha, Saanjeta, Yangui, Nirmala, …, sus ojos, curiosos y llenos de
vida, interrogantes sobre nuestra lengua; su baile de bienvenida, y la canción <i>resom Firiri </i>que nos acompañaría hasta
el último día, y aún hoy. Cómo recibieron nuestro improvisado show de payasos y
globos fue una lección de lo hermoso que es vivir, de</span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #797971; font-family: Arial; font-size: 9pt;"> </span><span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;">querer sonreír como
ellas, acercarse a su ingenuidad, a su inocencia y a vivir el presente como si
fuera el tesoro más grande al que podemos acceder. No importaba el pasado, y el
futuro era un camino a descubrir.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;"> En
ese momento supe que estaba en Nepal, en los ojos de esas niñas, en su sonrisa,
en el contexto de la realidad de Katmandú; y el viento, con sus oraciones,
barrió el frenesí, la contaminación, el rumor de cláxones y voces, la pobreza
de sus calles, y comenzó mi entrega y mi propia oración. De su mano se inició
el camino de la ciudad, el templo de Pashupatinah, principal templo hindú a
orillas del sagrado y contaminado río Bagmati. De su mano, corrimos escaleras
arriba y lanzamos hojas a una fuente como buen augurio ante los deseos
imposibles. De su mano recorrimos el complejo de templos dedicado a Siva,
salpicados de monos salvajes, <i>sadhus </i>(santones
hindúes) de largos cabellos que acechan la foto turística, hasta los <i>ghats </i>(escalones de piedra) que conducen
al agua y donde incineran a sus difuntos en rituales piras funerarias. De su
mano me sobrecogí y fui incapaz de fotografiar. Decía Dudjom Rimpoché: “Ya
sabes, ¿verdad?, que en realidad todas estas cosas que nos rodean se van, sencillamente
se van...”, y cerrando los ojos no podía evitar pensar en ello. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;"> Con
la mirada cansada, y tras una breve visita al Monasterio de Kopan, centro del
budismo europeo, donde un aleccionador cartel nos recordaba que no podíamos
matar, robar, dormir, ni mantener actos sexuales; nos trasladamos al barrio de
Thamel, donde enmarcados en una marea de tiendas, mochileros y turistas de todo
el mundo, nos íbamos a alojar. Permanecer ajeno al tráfico demencial,
principalmente de motos, a los vendedores ambulantes de bisuteria, marihuana y
bálsamo de tigre y a los centenares de tiendas de montaña, música, ropa y
artesanía, era toda una aventura, sin contar los cortes de luz y la falta de
agua caliente. Sin embargo, la adaptación al país hizo su función, acompañados
de arroz, especias, momos y múltiples platos de pollo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;"> La
leyenda cuenta que el Valle de Katmandú fue en sus orígenes un hermoso lago en
el que flotaba una flor de loto de la que emanaba una mágica luz. El patriarca
chino Manjushri decidió, ante tanta belleza, drenar el agua del lago para que
la flor se posara en el suelo y utilizó su espada para cortar la pared que
encerraba el valle y permitir que el agua saliera. En el lugar que el loto se
posó, el patriarca construyó un templo, la stupa de Swayambhunath o Templo de
los Monos. En el lugar donde el loto se posó, acompañados de la historia y la religión, conocimos a la mañana siguiente el templo, reflejo de una oración viviente. Situado en lo alto de una colina,
sus vistas de Katmandú tienden un manto de devoción sobre la ciudad, donde
representaciones de los ojos de Buda, su aguja dorada e iconografía hindú
acompañan la vuelta ritual a la <i>stupa. </i>Tan
sólo los monos parecen escapar del ritual con su vida salvaje alrededor de las
espinadas escalinatas que conducen a la <i>stupa.
</i>De allí, marchamos al centro
histórico de Katmandú, Durbar Square, donde casi invisibles por la caída del sol
quedamos enmudecidos por su bullicio y templos medievales; descansando en los
peldaños de sus templos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;"> A
pesar de su pequeño tamaño, Nepal es un país de contrastes no sólo en sus
realidades sino también en sus territorios, que se extienden desde las
planicies selváticas húmedas del Terai, hasta las más altas cumbres de la
tierra.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;"> De
las primeras, nuestro camino nos llevó a Chtiwan (que significa “corazón de la
jungla”), a orillas del río Rapti, cerca de la frontera con <st1:personname productid="la INDIA" w:st="on">la India</st1:personname>, donde Kipling, el
autor del “Libro de <st1:personname productid="la Selva" w:st="on">la Selva</st1:personname>”,
sitúa la acción de “Kim de <st1:personname productid="la INDIA" w:st="on">la India</st1:personname>”.
En un entorno de selva, donde el día se debía al sueño, podías atrapar entre
tus dedos el sol del atardecer con la complicidad de tu compañero fotógrafo. Una
luz especial y un cielo inmenso que, por momentos, uno no sabía si se
encontraba en Nepal, África o India. Durante los días que estuvimos allí,
anduvimos por la selva acompañados de guías locales que daban instrucciones
sobre la presencia de animales salvajes (tigres, rinocerontes de un solo cuerno,
osos, cervatillos, monos, serpientes); embarcamos al amanecer en canoas de
madera deslizándonos sobre el cauce del río frente a cocodrilos, aves de
colores; y paseamos a lomos de elefantes, vadeando ríos y bañándonos con ellos
en un juego acuático que nos hizo volver a la infancia entre risas, remojones y
una vitalidad sin límites.<o:p></o:p></span><br />
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;"><br /></span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjl4zqGF1G9YMQCn7aHddQniqzyXZ3Nb8BQYsdm59FYVAkoswR7J-Gnyl_g0_UhEEhFYJeD48iplEy9FjcFsdNzU0DZJT2-SrE5sA3OQioEsPhjMfsn08ol82DU808TkIxDJcbnUyKnDg8/s1600/DSC_0502.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjl4zqGF1G9YMQCn7aHddQniqzyXZ3Nb8BQYsdm59FYVAkoswR7J-Gnyl_g0_UhEEhFYJeD48iplEy9FjcFsdNzU0DZJT2-SrE5sA3OQioEsPhjMfsn08ol82DU808TkIxDJcbnUyKnDg8/s320/DSC_0502.JPG" width="214" /></a></div>
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;"> De
las segundas, olvidando el recuerdo de las carreteras y los pequeños y
destartalados autobuses y sus peculiares sistemas de conducción, el ascenso a
los Annapurnas. Partiendo de Pokhara, campamento base para todos aquellos que
inician el camino hacia las cumbres de los Himalayas, iniciamos el trekking en
Nayapul y Birethanti, hacia Ulleri y Ghorepani, junto a unos sherpas que nos
ayudarían con las mochilas y que se convertirían, junto a Juan Antonio, no sólo
en guías sino en grandes compañeros de viaje. Días de ascenso cuyo camino
tomaba la forma de escaleras de piedra con cientos de años de antigüedad, que
marcaban el itinerario de la gran ruta tibetana de la sal. Atravesamos pequeñas
aldeas de piedra y madera, bosques de todo tipo y montañas nevadas que abrían
nuestros ojos al Hiunchuli, el Annapurna sur y la pirámide del Machapuchare, la
montaña sagrada de los nepalíes y en cuya forma bífida se inspiran los típicos
gorros nepalíes. Mientras, un tráfico lento pero constante de ancianos y
jóvenes de espalda frágil en apariencia, con cargas de alimento, de
supervivencia, de vida. Uno piensa en los porteadores, en su carga de
modernismo, de sueños de escalada y campamento base, que contrasta con la
indiferencia de sus ojos, sólo atentos a los escalones de piedra, al camino que
bifurca, al arroz y al agua. <i>Mariposas de
bancales conocen sus nombres</i>. Mientras, continúas ascendiendo bajo la
lluvia, vislumbrando arco iris entre las montañas y los rayos de sol, con pasos
cansados pero decididos sobre las hojas secas y las flores de rododendro.
Mientras, la vida rural de Nepal permanece ajena al paso del tiempo, al de tu
mirada, en un cultivo milenario de terrazas, en el que campesinos te sorprenden
por la alegría con que te sonríen a pesar de los surcos de sus rostros.
Mientras, asciendes construyendo pequeños túmulos de piedras para simbolizar el
buen viaje, la buena suerte en el camino; hacerlo y acostumbrarse a la tierra, sintiéndote
cerca de la vida, como nunca antes lo has estado, caminando, curioseando,
sonriendo…<o:p></o:p></span><br />
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;"><br /></span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoQRY7chAYqOEgRlrdxEUsxwSlpbEM8YNaMjOCqwFSICnmbWMFaCKh8ivXKM0hf3LveVi6nd4Y4PJsaI_PuVnEbLrogUC_GBNjiZ1bm91xx95pfipeYFOtQ4nwkLvZXnQyNdSa6A_dNec/s1600/DSC_0692.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhoQRY7chAYqOEgRlrdxEUsxwSlpbEM8YNaMjOCqwFSICnmbWMFaCKh8ivXKM0hf3LveVi6nd4Y4PJsaI_PuVnEbLrogUC_GBNjiZ1bm91xx95pfipeYFOtQ4nwkLvZXnQyNdSa6A_dNec/s320/DSC_0692.JPG" width="214" /></a></div>
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;"> Tras
hermosas puestas de sol, hilillos de agua templada a modo de duchas, reconfortantes
cenas y tés nepalís, charlas, chistes, bailes, canciones y abrazos bajo la
luna; solo, en la noche, pensaba en la familia, en mis amigos, en mi vida en
Cartagena, acurrucado en mi saco de montaña. O, simplemente, respiraba, hasta
dormirme en el recuerdo del recibimiento en la llegada a Ghorepani por un grupo
de niños sonrientes al grito de Namasté. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;"> La
cima de Poon Hill, tras un ascenso final en la madrugada, en una estela de
cientos de frontales encendidos en silencio, nos permitió tocar el cielo,
contemplar los Annapurnas (Annapurna sur, Hiunchuli, Gangapuana, Annapurna I,
Dhaulagire) en el despertar del sol. Sentí que todo era posible, cerré los ojos
y respiré, dejando volar mi alma, pensando en todos con los que quería
compartir ese momento, y que estuvieron allí, conmigo, en el techo del mundo. <o:p></o:p></span><br />
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;"><br /></span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAIrnSThygFLZZKPzFIl-k5oSK5MrDZW7Tn9wrY15YXpt7wu8of_O-MxNoVLmIMBWZPOYy_HB_CbYD-yIl8sNBcEfm6sSXj5AMil3M5ElI7fFiWQbJG4htpt-Q4CivzvfZ4gANENLR5is/s1600/DSC_0725.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="214" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAIrnSThygFLZZKPzFIl-k5oSK5MrDZW7Tn9wrY15YXpt7wu8of_O-MxNoVLmIMBWZPOYy_HB_CbYD-yIl8sNBcEfm6sSXj5AMil3M5ElI7fFiWQbJG4htpt-Q4CivzvfZ4gANENLR5is/s320/DSC_0725.JPG" width="320" /></a></div>
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;"> Y
como los sueños están para cumplirse celebramos el cumpleaños de nuestro
compañero Alex en plena cima, y saltamos para atrapar el momento en el recuerdo.
Tras tocar el cielo, iniciamos el descenso hacia Deurali, Banthanti y Ghandruk,
atravesando arroyos, valles, cascadas y pequeños pueblos colgados en la
montaña, compartiendo la hospitalidad de la gente en la pobreza, desde la
dignidad y la sonrisa. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;"> Tras
la experiencia de los Annapurnas, el regreso a la caótica Katmandú suponía un
gran esfuerzo. Las visitas a las ciudades medievales de Bhaktapur y Patan, con
sus tallas de madera newar impertérritas ante el paso del tiempo y ahogadas por
la contaminación y el turismo, nos permitió conocer la historia de Nepal y
celebrar el año nuevo (2069) a través de templos con ofrendas de flores y
bendiciones, junto a fuegos encendidos que debían cumplir deseos y sueños de
esperanza. La estancia en el Monasterio de Namo Buddha, situado en la ruta de
los exiliados tibetanos, en plena montaña en las afueras de la capital, nos
adentró en la meditación y la formación budista, dejando para el recuerdo plegarias
acompañadas por cacofonías de platillos, tambores y cuernos tibetanos, en una
melodía casi atonal, profunda, que parecía provenir de las entrañas de un mundo
que hace ya tiempo que entró en descomposición. Tierra de nuevo
desacostumbrada, que intentaba prevalecer, perdida, al menos en mis ojos.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;"> El
regreso a la casa de acogida, a los ojos y las sonrisas de las niñas, volvió a
darle sentido a la ciudad. Horas y horas de juegos, de peinados, de risas, de
abrazos y miradas cómplices, anunciaban una despedida que encogía el corazón,
pese a la certeza del buen camino. “En realidad todas estas cosas que nos
rodean se van, sencillamente se van...”, y cerrando los ojos de nuevo, no podía
evitar pensar en ello. <o:p></o:p></span><br />
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;"><br /></span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhjWnecyKzcyTadbKpYRAUTqokKdG14SxapM2vQPov_LhtQ5NJ698EA_1ZoSP7CaRjhuS_HFCJIgFnWesia4TafJ3mEXNlhCAJuRCstYBwQOJi5XpHaCcf8-6R3IndTvOrWw5Q0e_tNBn4/s1600/DSC_0128.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhjWnecyKzcyTadbKpYRAUTqokKdG14SxapM2vQPov_LhtQ5NJ698EA_1ZoSP7CaRjhuS_HFCJIgFnWesia4TafJ3mEXNlhCAJuRCstYBwQOJi5XpHaCcf8-6R3IndTvOrWw5Q0e_tNBn4/s320/DSC_0128.JPG" width="214" /></a></div>
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="color: #444444; font-family: Arial;"> En
una tierra de carencias, las emociones adquieren un nuevo sentido. En una
tierra de contrastes, la necesidad de soñar no es suficiente, aunque se mire al
cielo con frecuencia. En una tierra como Nepal, cada uno construye su propia
oración, su camino, en un lugar desde el que se puede partir sin certezas hacia
donde el viento, el cielo te indique. Y no es fácil, porque a cada paso
deshacemos una utopía o constatamos un sueño, y lo que uno cree no tiene por
qué ser cierto. Por ello, las palabras que no pronuncié y las emociones que no
escribí en mi pequeña libreta negra, y que quedaron perdidas en la montaña, en
el lago Fewa del valle de Pokhara, o en las calles polvorientas de Katmandú, son
las que me acompañarán, siempre, en el paso del tiempo. Y serán esas palabras y
emociones, que aunque se pierden también nacen de nuevo, las que, junto a los
ojos de una decena de niñas, construirán la imagen que asociaré a Nepal:
plegarias de colores moviéndose al compás del viento.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<span style="background-attachment: initial; background-clip: initial; background-image: initial; background-origin: initial; color: #444444; font-family: Arial;">Namasté<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Arial;"><br /></span></div>
</div>Álvarohttp://www.blogger.com/profile/02813136475868686659noreply@blogger.com11tag:blogger.com,1999:blog-6678624513850600142.post-22133024729366948062012-03-02T08:23:00.003+01:002012-03-02T08:23:33.359+01:00Zapatos<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHWs7iuEmEUDueNFdNu_n3hyphenhyphenCp0j3ZVTb_Htj6r2B-3SGIWjtYUKzwe8VKscopZpOooWIqZ_tynwDJB5jFz9eEVziWdM0TZs7JyntXTBdT28w0TPJnxYAckuk98NV-w20eR4_yCdePqJw/s1600/zapatos_low.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="214" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHWs7iuEmEUDueNFdNu_n3hyphenhyphenCp0j3ZVTb_Htj6r2B-3SGIWjtYUKzwe8VKscopZpOooWIqZ_tynwDJB5jFz9eEVziWdM0TZs7JyntXTBdT28w0TPJnxYAckuk98NV-w20eR4_yCdePqJw/s320/zapatos_low.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal">
Se agachó. Le costaba ponerse los
zapatos. Con un gran esfuerzo lo intentó una vez más. No pudo, estaba cansada.
Y desconcertada. Alguien los había guardado en una vieja caja polvorienta, al
fondo del armario y tras decenas de pares de zapatos de señora mayor. No
entendía por qué tanto esfuerzo en ocultar su calzado escolar. Así, desde
luego, no podría llegar a tiempo al colegio, y menudo humor se gastaban las
monjas con aquellas alumnas que se retrasaban. Además, tampoco encontraba su
uniforme, la ropa del armario le era extraña. Aún no había intentado recordar
qué necesitaba exactamente para el colegio, y seguía cansada, desconcertada. Se
decidió por una camisa blanca, pero apenas pudo abrochársela. Un par de golpes
en la puerta distrajeron su atención: “mamá, ven a desayunar”. Confusa, sintió
un pequeño estremecimiento. Dirigió su vista hacia el espejo, y su imagen,
agrietada, le hizo comprender. “Enseguida voy, hijo”, respondió mientras
borraba una pequeña lágrima de su rostro.</div>
<br />
<div>
<br /></div>Álvarohttp://www.blogger.com/profile/02813136475868686659noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-6678624513850600142.post-54827487381753476992012-01-20T03:59:00.000+01:002012-01-20T03:59:55.717+01:00Tu imagen<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9nV7sAnRb4oiS2pP_m3ardaeN0DdeOYkL99f1rFBcC4G_HKvsySdfjEUwEdz_S59LrVIirBfuBJ3gOTOwjwiFMfCibVcEZ_E6o8DfW5VGPmDqxi4wXToIqWdtpdHcmiflndsYE8AVdFQ/s1600/pinocho2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="250" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9nV7sAnRb4oiS2pP_m3ardaeN0DdeOYkL99f1rFBcC4G_HKvsySdfjEUwEdz_S59LrVIirBfuBJ3gOTOwjwiFMfCibVcEZ_E6o8DfW5VGPmDqxi4wXToIqWdtpdHcmiflndsYE8AVdFQ/s320/pinocho2.jpg" width="320" /></a></div>
<br />
<div style="text-align: justify;">
Estas navidades, después de 30 años de la muerte de mi padre, mi madre me regaló unas imágenes en Super-8 que había pasado a DVD y que desconocía. Fue la primera vez que ví su imagen, junto a la mía, en acción real. Su sonrisa, su forma de mirarme a los ojos, cómo me tendía la mano...Y siento que fue algo importante, me sentí niño, me sentí hijo. Perdonarme el atrevimiento del poema, lo necesitaba</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
</div>
<div class="MsoNormal">
Hace más de 30 años</div>
<div class="MsoNormal">
que no se proyectaba tu imagen,</div>
<div class="MsoNormal">
hoy la ví real,</div>
<div class="MsoNormal">
la sentí cercana,</div>
<div class="MsoNormal">
y todo pudo ser,</div>
<div class="MsoNormal">
de nuevo.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Y decidí </div>
<div class="MsoNormal">
poder recordar aún,</div>
<div class="MsoNormal">
una niñez que ya no me recuerda;</div>
<div class="MsoNormal">
poder vivir aún, </div>
<div class="MsoNormal">
de las fotografías,</div>
<div class="MsoNormal">
de las palabras que me leíste.</div>
<div class="MsoNormal">
Poder regresar </div>
<div class="MsoNormal">
a tu imagen </div>
<div class="MsoNormal">
al cerrar los ojos;</div>
<div class="MsoNormal">
y poder callar aún</div>
<div class="MsoNormal">
los silencios,</div>
<div class="MsoNormal">
hasta el silencio</div>
<div class="MsoNormal">
de aquello que no existe.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Y decidí poder engañar aún </div>
<div class="MsoNormal">
el tiempo equivocado,</div>
<div class="MsoNormal">
la presencia ausente;</div>
<div class="MsoNormal">
poder rescatar aún</div>
<div class="MsoNormal">
sueños,</div>
<div class="MsoNormal">
ahogados en el olvido.</div>
<div class="MsoNormal">
Poder caminar </div>
<div class="MsoNormal">
por ese raro país</div>
<div class="MsoNormal">
en el que todo es encuentro</div>
<div class="MsoNormal">
y poder perderme aún</div>
<div class="MsoNormal">
en un pasado </div>
<div class="MsoNormal">
que nunca fue presente.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Decidí poder construir aún</div>
<div class="MsoNormal">
una vida</div>
<div class="MsoNormal">
de ventanas abiertas;</div>
<div class="MsoNormal">
poder sentir </div>
<div class="MsoNormal">
que no fue ayer</div>
<div class="MsoNormal">
ni es hoy, </div>
<div class="MsoNormal">
sino mañana,</div>
<div class="MsoNormal">
y poder llorar aún</div>
<div class="MsoNormal">
tu caricia</div>
<div class="MsoNormal">
en mi mirada.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Hace más de 30 años</div>
<div class="MsoNormal">
que no podía nada, </div>
<div class="MsoNormal">
hoy me expliqué contigo,</div>
<div class="MsoNormal">
y todo pudo ser, </div>
<div class="MsoNormal">
de nuevo.</div>
<br />
<div>
<br /></div>Álvarohttp://www.blogger.com/profile/02813136475868686659noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-6678624513850600142.post-24288639048255953192011-11-18T09:10:00.000+01:002011-11-18T09:10:09.580+01:00Escribir<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgm-aE7LWGGucfJmLgSXIE7d78LZw6L6u38WmnP8J2gu-hJOShr7XyXg1wMRMOEOVZnveucoFNq625HPTn-zdIId4JssYKjUNEzMQk8QVexI51jSzSrOVJT9klgDfIG-lqd4r44y36rL9U/s1600/plantillani%2525C3%2525B1o1-3.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" hda="true" height="320px" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgm-aE7LWGGucfJmLgSXIE7d78LZw6L6u38WmnP8J2gu-hJOShr7XyXg1wMRMOEOVZnveucoFNq625HPTn-zdIId4JssYKjUNEzMQk8QVexI51jSzSrOVJT9klgDfIG-lqd4r44y36rL9U/s320/plantillani%2525C3%2525B1o1-3.JPG" width="216px" /></a></div><br />
<div style="text-align: justify;"> Decía Rosa Chacel que escribir es el deseo de irse por los tejados. Y creo que tenía razón. Suelo escribir, desde pequeño, porque anhelo nuevas realidades; realidades que las palabras me hacen sentir más cerca de mí mismo que las que afronto cada día en el trabajo o mi vida personal. Quizás sólo escribo cuando tengo el deseo de escapar de algo, de hacer la realidad más deseable, o de ir más allá de lo que puedo asumir. Escribo cuando tengo la necesidad de irme por los tejados, de volar por mi imaginación y de sentir real lo que parece no serlo, o sentir irreal lo que duramente lo es demasiado. Es muy parecido a soñar.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> Sé que escribir, en mí, surge de la necesidad. La necesidad de encontrarme a mí mismo, o de hallar nuevos caminos. Pero, a veces, la necesidad no es más que un deseo, y ya decía Cernuda que el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe. Por ello, quizás, también escribo, porque me canso de la espera sin esperar nada, porque busco en las palabras esa respuesta perdida por los tejados. Quizás, porque escribo para mí. Quizás, porque espero que, algún día, venga una persona con mirada transparente que, a través de mis palabras, me diga te quiero.</div><br />
<br />
<br />
<div align="justify"></div>Álvarohttp://www.blogger.com/profile/02813136475868686659noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-6678624513850600142.post-16795375813989943922011-08-24T21:56:00.001+02:002011-08-25T00:02:27.497+02:00GROENLANDIA: EL DIBUJO DE UN SUEÑO<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8bhsCj1zH_OjZsF0QwM0Ueipx24vXRwUy4_1eW0cjihn_uM0MM-IS6Wl4U0cvnwm23jbh1izqfH27FSD1ojE73kH-OjQy4rRuissDxqRSfkqDHDPUX23d4igejFdbitCPDhVua84Y7A4/s1600/DSC_1551.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" qaa="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8bhsCj1zH_OjZsF0QwM0Ueipx24vXRwUy4_1eW0cjihn_uM0MM-IS6Wl4U0cvnwm23jbh1izqfH27FSD1ojE73kH-OjQy4rRuissDxqRSfkqDHDPUX23d4igejFdbitCPDhVua84Y7A4/s320/DSC_1551.JPG" width="320" /></a></div><br />
<div style="text-align: right;">Cuando cuento, sólo estamos tu y yo, juntos,</div><div style="text-align: right;">Pero cuando miro hacia delante en el camino blanco</div><div style="text-align: right;">Siempre hay otro que anda a tu lado. </div><div style="text-align: right;"><br />
</div><div style="text-align: right;">T.S. Elliot, La tierra yerma.</div><br />
<br />
<div style="text-align: right;">Para mis compañeros de sueño: Aznar, Melania, Dámaso, Irene, Roberto, Giovanna, Pilar, Horacio, Mª Carmen, Paco y Conchi, y nuestros compañeros-guías Dani Sastre y Aroa.</div><br />
<br />
<div style="text-align: justify;"> En los tiempos más antiguos, cuando tanto las personas como los animales vivían en la tierra, una persona podía convertirse en animal si quería y un animal podía convertirse en ser humano; a veces eran personas, y a veces, animales, y no había ninguna diferencia, hablaban todos el mismo lenguaje. Era la época en que las palabras eran como magia, la mente humana tenía poderes misteriosos; una palabra pronunciada por casualidad podía tener extrañas consecuencias, de repente cobraba vida y lo que la gente quería que sucediera podía suceder, lo único que tenías que hacer era decirlo. Nadie podía explicar esto: así es como era. (Leyenda Inuk) </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> En esta época, en que las palabras han perdido parte de su magia, y en un tiempo en que el misterio de lo desconocido se ahoga por el conocimiento global, es necesario creer que puedes volar más allá de tu imaginación, más allá de tus sentidos, que aún existen fronteras que puedes rebasar. Y como en la leyenda inuk, el origen de este relato fue una palabra pronunciada por casualidad, y lo que quise que sucediera, sucedió: GROENLANDIA.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> ¿Cuándo se pronunció? Lo recuerdo con exactitud, fue a inicios de julio, cuando buscaba con cierta ansiedad una escapada a la rutina del trabajo, unos días de desconexión que le dieran sentido a un año cansado y difícil. Y allí apareció, bajo la forma de una expedición de aventura, de deporte, de comunión con la naturaleza, de un sueño de tierras polares, paisaje blanco y azul intenso. Y allí la pronuncié por primera vez, sin saber que con ello iniciaba una de las mejores experiencias de mi vida. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> Dejando atrás la inquietud sobre viajar solo, el equipaje necesario y las compras de última hora en ropa de alta montaña, el nerviosismo iba abriendo paso a la expectativa casi infantil de cumplir un sueño construido a partir de lecturas sobre Shackleton, Amundsen, Reverte… Pronto me daría cuenta que en esta tierra los sueños de los demás no son más que una guía para dibujar tu propio sueño, y el mío tenía la forma de una foca, una foca blanca.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> Al igual que Ulises, emprendí el viaje hacia el profundo mar abierto, con un único barco que era yo mismo, y con una pequeña banda de compañeros que conocí el primer día y que rápidamente se convirtieron en cómplices de una aventura de emociones. Leí que las distancias en Groenlandia se miden en sinik, en "sueños", en el número de pernoctas que dura un viaje; y abrí los ojos ante los 17 sueños que tenía ante mí. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><strong>Primer Sueño.</strong></div><div style="text-align: justify;"><strong><br />
</strong></div><div style="text-align: justify;"> Enzia Verduchi, poeta italiana, describía Groenlandia recordándola, sin conocerla, como si se pudiese añorar lo que se desconoce: “tu nombre es un continente. Kalaallit Nunaat; tu nombre es una herida, una elipsis, una isla entre el Atlántico y el Ártico; tu nombre es el deseo, el olvido; es la tundra, la corriente del Labrador; tu nombre es un destello en la nieve; la bahía de Baffin y el Estrecho de Davis, tu nombre, arde”. En el vuelo desde Reykjavik, pronunciaba su nombre, en silencio, mientras observaba desde la ventanilla la costa de Tierra verde, un relieve abrupto y erosionado dominado por una banquisa que se fragmentaba entre glaciares, montañas nevadas, fiordos helados y un blanco que teñía de solemnidad todo el trayecto. Y cuando aterrizamos, en Narsarsuaq, un pequeño aeropuerto huella de la presencia norteamericana durante la II Guerra Mundial y la Guerra Fría, mis ojos fueron más allá de la pequeña torre de control y la exigua pista de aterrizaje para posarse en los icebergs, que, enmarcando toda la costa, parecían darnos la bienvenida flotando impasibles en el agua azul ante nuestro ajetreo. Y no nos abandonarían en el resto del viaje.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> En ese momento, no podías dejar de sentirte como un expedicionario, cargando con tu mochila y afinando los sentidos ante un mundo nuevo, en el que el blanco esperado contrastaba con el verde y la tundra, sin carreteras, sin ciudades, tan sólo la naturaleza y algo que descubriríamos muy importante, el tiempo. Y, como expedicionarios, nos recibió nuestro guía, Dani, una persona que el paso de los días confirmaría no sólo como cicerone sino como un soñador más. Él fue quién nos introdujo en el condicionamiento del tiempo, enseñándonos una palabra inuit que nos acompañaría cada día: immaqa, quizás. Porque de nada servían los itinerarios prefijados, las rutas establecidas o las previsiones de más de un día, si el tiempo y la naturaleza decían que no, quién sabe que podríamos hacer en cada momento. Había que valorar cada día. Immaqa, esa fue la primera lección que aprendimos de los inuit.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> Alojados en Qassiarsuk, a modo de campamento base, nuestro primer sueño cobró la forma de una pequeña aurora boreal. Esa noche dudo que hubiera alguien en el mundo que tuviera más ilusión en sus ojos, lo que para los habitantes del campamento era algo normal, para nosotros era un acontecimiento extraordinario, una auténtica danza verde en el cielo por pequeña que fuera. Un guía nos contó que la leyenda del Ártico decía que estas fascinantes luces se las denominaba “Revontulet” o “Los Fuegos del Zorro”, y que resultaban de los golpes que daban los zorros contra los montones de nieve en las montañas de Laponia, el golpe de estos producía en el cielo estos reflejos. Sin embargo, los inuit creían que la Aurora Boreal no era más que el camino celestial a un mundo más allá, y su luz se desprendía de la llegada de espíritus nuevos. Recuerdo que me dormí pensando en que era un espíritu nuevo en una tierra desconocida, blanca y verde, y que aún me quedaban sinik, una quincena de sueños por vivir. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><strong>De la Tierra Verde al hielo del Inlandis</strong>.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> El espíritu del oso polar, considerado a su vez el espíritu del Ártico, ha estado presente en la historia oral del pueblo inuit a través de varias leyendas, como la del oso Nanoq y la madre-humana. Dicen que Nanoq mantenía una estrecha relación con la madre-humana y vivían en armonía. Hasta que un día los hombres del pueblo, los cazadores, mataron a Nanoq. La madre-humana se convirtió entonces en una piedra de dolor ante el desamparo de su pérdida. La leyenda representa la pérdida espiritual de la cultura inuit ante las adversidades del mundo externo y la lucha por sobrevivir en los tiempos modernos. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> Por ello, viajar por Groenlandia, querer ser por unos días expedicionario, es respetar a la naturaleza y a la cultura inuit. Olvidarse de las comodidades y las infraestructuras de un viaje ordinario y abrir la mente y el espíritu a un entorno virgen y a un modo de vida tradicional, algo que desde un principio tuvimos claro y que desarrolló en nosotros un enorme sentimiento de libertad. Cada sinik nos ofreció diferentes lecturas de un mundo que seguía siendo auténtico, real, sin la contaminación del prejuicio y la diferencia. Poco importaba, más bien se disfrutaba, lo que significaba ser autosuficientes: los traslados continuos, el ponerse todas las capas de abrigo para los viajes en zodiac (¡gafas, guantes, gorro!), el montaje de tiendas, las cadenas humanas para el transporte del equipaje y los familiares bidones azules estancos que contenían nuestra comida (¡nunca nos supo mejor el paté, la nutella, la leche y el capuccino en polvo, el té, la manzanilla, el arroz, el queso cortadito por navajas, arenques, las lentejas, los garbanzos, las adictivas galletas digestive, “el cuando no hay lomo de todo como”…!). Es increíble cómo, en un pequeño hornillo, Dani nos pudo preparar, en su faceta escondida de gran chef, deliciosos cous-cous, cocido, lentejas, revueltos, postres…Como bien decía nuestro compañero Horacio, “dadme una lata de paté y echaré a andar…”.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> Nuestra ruta nos llevó desde Qassiarsuk al glaciar Qoorooq en el hermoso barco ballenero Puttut; un glaciar activo que nos permitió iniciarnos en el espectáculo de observar el desprendimiento de bloques de hielo y su conversión en icebergs, rodeándonos en silencio en su desplazamiento por el agua. En el lento acercamiento al glaciar, evitando el contacto con los grandes bloques de hielo, creímos ser Melville degustando literalmente el blanco hielo, tan sólo interrumpidos en el silencio por el ruido seco del desprendimiento.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> De ahí, en un tiempo que no avanzaba al compás de un reloj, sino en amaneceres y atardeceres, recorrimos en trekking y zodiac Igaliku hasta Qacortoq, un pequeño pueblo de pescadores donde nos enseñaron palabras inuit (sila= tiempo; ajunngilaq= bueno; sila ajunnqilaq, el buen tiempo que durante toda la expedición nos brindó el espíritu del ártico); de allí al fiordo de Unartoq, para bañarnos al atardecer en sus naturales aguas termales entre icebergs y donde pasamos la noche en un campamento a la orilla del fiordo, despertando con el arrullo de las olas y las gaviotas. Se sucedieron los sinik en trayectos en zodiac y trekking por Tasiusaq, el pequeño campamento de Qusuak (el valle del río salmonete) en el fiordo de Tasermiut (combinando un imponente glaciar con un rincón de tundra verde que nos permite practicar la pesca del salmón y la recogida de mejillones) hasta llegar al inolvidable campamento de Tasermiut. No se puede describir con palabras la sensación de dormir en tiendas a los pies de una de las maravillas del ártico, refugio de escaladores de todas las nacionalidades, los trekking a los pies de Nalumartosoq y Ulamertorsuaq, llenando la cantimplora en los innumerables arroyos de agua dulce mientras observas un águila real en su nido; o lavando la ropa (y el cuerpo) en la cascada junto al campamento producto del deshielo; sin contar las risas y conversaciones con los compañeros a la hora de la cena en el duomo-comedor bebiendo una infusión a la luz de las velas.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> El regreso a la civilización en forma de ducha caliente que supuso las dos noches de Nanortalik y Narsaq, nos permitieron disfrutar de las casas modernas de los inuit, que asomaban prefabricadas entre el blanco del hielo y el azul del mar, como fichas de colores, azul, verde, rojo, amarillo. A través de sus ventanas, apenas cubiertas con visillos y colgantes, se podía entrever una vida cotidiana que hablaba de cientos de historias a través de los amuletos colgando, los juguetes de los niños, los trineos y kayaks a sus pies o los restos de electrodomésticos. Todos tuvimos la impresión de que había más ciudades y nombres en Groenlandia que habitantes o inuit habitándolas…, y que la modernización había destruido en parte una sociedad tradicional, sin dar tiempo a construir una nueva con sus propias raíces. Pese a ello, la cercanía de los niños y la sonrisa de los inuit, daban la calidez necesaria para abandonar rápidamente esos pensamientos.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> La penúltima etapa de nuestro viaje nos llevó a Fletanes, un impresionante campamento frente a tres lenguas de un glaciar en el fiordo de Qalerallit, que servía de inicio a las rutas de ascenso al casquete polar, al inlandis. Un campamento que te hacía enmudecer, cerca de una playa de arena fina, casi una base espacial, en un valle de aspecto desértico que miraba hacia los glaciares. No podías apartar la vista del fiordo donde constantemente caían seracs (enormes bloques de hielo), produciendo un estruendo, un ruido seco, que nos recordaba lo pequeños y frágiles que éramos en comparación con la naturaleza. Tu mente se desnudaba, se abría a la libertad que te ofrecía la proximidad del inlandis, de una naturaleza virgen. Durante las tres noches que pasamos allí, no importaron los ronquidos de los compañeros, el estruendo de los seracs desprendiéndose era el mejor de los bálsamos. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> Tras el avistamiento de los caribús, liebres árticas, lagos escondidos entre montañas y una ruta sobre el inlandis para practicar el desplazamiento con crampones y la escalada en hielo, iniciamos la última etapa de nuestra expedición regresando a Qassiarsuk, el punto de origen. El día amaneció gris, con una niebla que lo cubría todo, y los glaciares que la noche antes nos habían brindado un espectáculo de luces de atardecer, ahora parecían hielos fantasmales acompañando el rugido de la banquisa sobre el casco de la zodiac. Puede que el tiempo se hiciera cómplice de nuestro ánimo, que preveía el fin de nuestro viaje. Pero dado que aún nos quedaban unos días y muchas cosas que hacer, ambos, tiempo y ánimo, mutaron hacia un sol brillante y unas expectativas renovadas cuando llegamos a la casa de Tierras Polares.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> Un trayecto en kayaks entre icebergs, trekking por el valle de las mil flores, rodeados de montañas con pequeñas cascadas que caían por sus laderas, en un paisaje de tundra sembrado de pequeñas florecillas y algodón artico que culminaba en un fuerte desnivel. Una vez lo escalamos, ayudados por una cuerda, la visión que pudimos grabar en nuestra retina merecía la pena: la lengua en descenso del inlandis del glaciar Kiattuut. Nos sentamos, en silencio, para respirar profundamente y despedirnos inconscientemente de la naturaleza ártica. Ahora, en el recuerdo, lo asocio a un poema inuit que leí hace poco: dos hombres llegaron a un agujero en el cielo; uno le pidió al otro que le ayudara a subir… pero el cielo era tan bonito que el hombre que miraba por encima del margen lo olvidó todo, olvidó a su compañero al que había prometido ayudar y salió corriendo hacia todo el esplendor del cielo. Así permanecimos un rato, observando el glaciar, olvidándonos de todo. Un precioso final para nuestro último trekking. Nuestro último sinik.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;"> Decía Javier Reverte en su último libro, En Mares Salvajes, que en el Ártico percibía que no había felicidad en la nieve y en el hielo, mientras sentía que viajaba hacia la nada. No puedo estar más en desacuerdo. Para mí, Groenlandia, la nieve, el hielo, no sólo me aportaron algunos de los momentos de mayor felicidad de toda mi vida, sino que me hizo sentir libre y en paz como pocas veces lo he podido sentir, en un viaje hacia mi mismo, el viaje más importante de todos. Pero todo viaje adquiere un color y una forma especial, dependiendo de algo tan sencillo como al lado de quién se estuvo, porque todos los lugares lo son gracias a la gente que conocimos y amamos en ellas. El color, el blanco y el azul, en todas sus tonalidades. La forma, un dibujo, un dibujo especial, que dio forma a Groenlandia y al sueño que la configura: el de una pequeña foca blanca que me dibujó el último día el compañero Dámaso. </div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdOcwR02qW7jnDz8jZhHDvhyphenhyphenr4t8vjh0-gAZQIas_oFUBNSi7PPPTmyLF9tETAgB3RrTmwk1wEbjNg2xAbWGsAgAWiwQ_-oJGVM0MJUz_CRFPVlNmDeomy5KEyZFcjWbdrxU4wU0eqiAE/s1600/FocaD%25C3%25A1maso-2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="232" qaa="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjdOcwR02qW7jnDz8jZhHDvhyphenhyphenr4t8vjh0-gAZQIas_oFUBNSi7PPPTmyLF9tETAgB3RrTmwk1wEbjNg2xAbWGsAgAWiwQ_-oJGVM0MJUz_CRFPVlNmDeomy5KEyZFcjWbdrxU4wU0eqiAE/s320/FocaD%25C3%25A1maso-2.jpg" width="320" /></a></div><div style="text-align: justify;"> Un dibujo que me permitió ver, como indica Martín Garzo, que en la vida, como en los viajes, todos vamos trazando un dibujo desconocido, y que nuestra tarea es hacer todo lo posible para que no quede incompleto. Esa foca la empezamos a dibujar todos desde el primer día, en el inicio de nuestro sinik, en nuestro camino blanco, y por eso terminó de dibujarse, sobre papel, el último. La verdad no cabe en un solo sueño, y necesita del entrelazarse de los muchos sueños para revelarse. En este caso, el sueño de Groenlandia necesito de un dibujo y doce sueños, el de cada uno de mis compañeros. ¿Volveremos a Groenlandia? ¿Mantendremos vivo el sueño? <em>Immaqa.</em></div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">"Nunca la bandera arriada, nunca la última empresa". Sir Ernest Shackleton.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><br />
Álvaro.<br />
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Álvarohttp://www.blogger.com/profile/02813136475868686659noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-6678624513850600142.post-28293365687430185812011-01-05T12:12:00.003+01:002011-01-05T12:28:13.990+01:00Saber mirar<div><br /></div><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGalzhSR48piiAAZL1WDIKz7hcFun2XrqrlornDc2CAB0M8-gx-9hRbr8HzE_M_Y4QF270IKUWldVItVeAkfdoqyzUgMRGlIWXDwxSz70inYvQgIRPauNm9j0MHS0Dcf3IDRyWdb1wCrI/s1600/El-espiritu-de-la-colmena-Victor-Erice-1973_pollGaleria.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 252px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgGalzhSR48piiAAZL1WDIKz7hcFun2XrqrlornDc2CAB0M8-gx-9hRbr8HzE_M_Y4QF270IKUWldVItVeAkfdoqyzUgMRGlIWXDwxSz70inYvQgIRPauNm9j0MHS0Dcf3IDRyWdb1wCrI/s320/El-espiritu-de-la-colmena-Victor-Erice-1973_pollGaleria.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5558660413690460178" /></a><br /><div><div style="text-align: right;">Tristeza de mis manos,</div><div style="text-align: right;">demasiado graves para no abrir llagas,</div><div style="text-align: right;">demasiado ligeras para dejar huella.</div><div style="text-align: right;">Tristeza de mi boca,</div><div style="text-align: right;">que dice tus mismas palabras</div><div style="text-align: right;">-otras cosas entienden-</div><div style="text-align: right;">y este es el modo </div><div style="text-align: right;">de la lejanía más desesperada.</div><div style="text-align: right;">A. Pozzi</div><div><br /></div><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space:pre"> </span>Me has pedido que te escriba. Con tu mirada siempre encontraste mis palabras, perdidas en hojas de cuartilla entre apuntes de estudio o en pequeños trozos de papel, abandonados en los bolsillos de pantalones que lavabas una vez tras otra. </div><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space:pre"> </span>Me has pedido que te escriba, en estos días que no nos gustan a ninguno de los dos. Quizás porque nos parecemos mucho, quizás porque no hemos dejado de mirarnos, sin decir nada, desde una niñez que ya no me recuerda.</div><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space:pre"> </span>Y he decidido escribirte, porque cuando hablamos casi siempre dejamos las cosas importantes a un lado, porque duelen y porque ya estamos cansados. Y he decidido escribirte a partir de tu mirada, porque entre todas las cosas que me enseñaste, y que más amo, se encuentra el cine y la literatura; porque, al inicio, lo que me enseñabas lo veía a través de tus ojos. Y es precisamente de la unión de cine y literatura que los dos nos emocionamos, cada uno a nuestra manera, con una frase que siempre asociaré a ti: saber mirar es saber amar.</div><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space:pre"> </span>Pocas veces me has dicho te quiero. Supongo que para alguien que ha tenido que ser padre y madre la mayor parte del tiempo, esas palabras serían un lujo del que no se podía disponer. Pero yo, que he vivido de las palabras, de las pequeñas emociones, sentí su ausencia. Por eso, con los años, me centré en tu mirada, crecí con ella, para adivinar en su intensidad, en su atención, en su caricia, qué sentías.</div><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space:pre"> </span>Los cuadros más reales de la vida son aquellos formados por las pequeñas cosas, aquellas que forman parte de ti, que te rodean a diario y que parecen no tener importancia. Y con tu mirada he aprendido que a veces la vida sabe a naranja, y otras a limón, que tiene una luz desnuda, suave, pero que a veces deslumbra, y eso te ciega; pero que si se la sabe mirar, amarla es fácil. </div><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space:pre"> </span>Y siempre he querido mirar. Mirar cómo lavabas la ropa, aspirando su aroma al tender; mirar cómo cocinabas los platos de la abuela, que nunca he aprendido a hacer; mirar cómo leías, al atardecer, en el pequeño sillón de casa o junto al mar. Hasta cuando he cerrado los ojos, me he sorprendido regresando a tu imagen, a tu caricia en mi rostro infantil, suspendida en el tiempo desde aquella tarde en el parque. Y siempre he querido mirar porque callaba tus silencios, hasta el silencio de aquello que no existe, y tenía miedo. Y tengo miedo. Y siempre he querido mirar porque me castigabas con la mirada, me perdonabas con la mirada, y, como descubrí aún sin darme cuenta, siempre me has amado con la mirada.</div><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space:pre"> </span>No he tenido el tiempo necesario para aprender todo lo que tengo que aprender, si es que hay un mínimo. No puedo evitar tener la sensación de que algo se me escapa entre los dedos en estos días tristes. Y tengo miedo, de no saber mirar, de no saber amar, de perder tu mirada.</div><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-tab-span" style="white-space:pre"> </span>Hoy soy una ventana abierta que escucha, y todo me ha traído hasta aquí, hasta estas palabras. Me has pedido que te escriba, y quizás no leas estas palabras nunca, aunque las esperas. Pienso en otra cosa que amamos los dos, que tú me enseñaste a mirar, el mar. Y, como siempre, cierro los ojos, y te miro, esperando, junto al mar, esperando.</div><div style="text-align: justify;"><span class="Apple-style-span" ><u><br /></u></span></div><div style="text-align: justify;"><br /></div></div>Álvarohttp://www.blogger.com/profile/02813136475868686659noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-6678624513850600142.post-61056135164796391912010-12-22T22:20:00.004+01:002010-12-22T22:27:31.450+01:00Ser profesor<div><br /></div><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipPNHTgXr2imnkK_ysoR5gi6xtuLIPvWLfdY5zSXpIQZuS9spYO_bSkoGT7ZYEZxhCfhDPSMaKnfPp4bj19R0abD7y0723vAhuZVUAh9d0Sk2i_-4u-YV10jAsRf2caUfXPOa2BCA4PUk/s1600/Sala-Clases.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 198px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEipPNHTgXr2imnkK_ysoR5gi6xtuLIPvWLfdY5zSXpIQZuS9spYO_bSkoGT7ZYEZxhCfhDPSMaKnfPp4bj19R0abD7y0723vAhuZVUAh9d0Sk2i_-4u-YV10jAsRf2caUfXPOa2BCA4PUk/s320/Sala-Clases.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5553620087982924738" /></a><p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><i>Siempre he preferido el reflejo de la vida a la vida misma. Si he elegido los libros y el cine desde la edad de once o doce años, está claro que es porque prefiero ver la vida a través de los libros y del cine.<o:p></o:p></i></p> <p class="MsoNormal" align="right" style="text-align:right"><span style="mso-bidi-font-style: italic">(F. Truffaut).<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" align="right" style="text-align:right"><span style="mso-bidi-font-style: italic"><o:p> </o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-tab-count:1"></span> Desde que leí estas palabras, hace ya unos cuántos años, me identifiqué en el sentido de entender la vida más allá de su realidad, quizás como un medio de reconciliarme ante un devenir vital con el que no estaba del todo conforme. Todos tenemos nuestras razones para estar más o menos satisfechos con la realidad que nos ha tocado vivir, o con la realidad que hemos construido de forma más o menos consciente. Desde pequeño, como Truffaut, opté por el reflejo, dolía menos y excitaba más mi imaginación y los sueños de cómo quería construir un camino. Me equivoqué, seguramente, porque acentuó demasiado una sensibilidad que de por sí me desbordaba y condujo a desengaños innecesarios para alguien con los pies en la tierra. Pero cada uno es como es, y yo era, soy, y supongo que seré, así. Ciertamente, un problema.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-tab-count:1"></span> Por ello, entrar como invitado de última hora en un mundo tan real y poco dado al reflejo utópico como el de la educación, me obligó a replantearme muchas cosas. No sólo la vocación (ya sabéis que mi ilusión era la arqueología), sino planteamientos vitales de primer grado. Quise evitar el vértigo de las reflexiones refugiándome en la entrega, en la ilusión de un trabajo, profesor, que me abría mil y un caminos de acercarme, incluso de reconciliarme, a la realidad. </p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-tab-count:1"></span> Han pasado años, tampoco muchos, desde ese punto de partida. Mentiría si no dijera que en algunos momentos el vértigo de las dudas, las inseguridades, me ha llevado a detenerme y hacer balance. Os ahorro las conclusiones. Pero estas semanas situaciones, comentarios, evaluaciones, amigos, y, sobre todo lo que está ocurriendo hoy, me ha traído de nuevo a la cabeza una<span style="mso-spacerun:yes"> </span>serie de preguntas: qué es la realidad, qué es ser profesor, qué hago yo aquí, …, que quizás atiendan a una única respuesta. </p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-tab-count:1"></span> Desde el primer día que entré a una clase como profesor, muchos de los referentes que tenía de cuál era mi función en el aula se tambalearon. La diferenciación de roles, la autoridad, la transmisión de conocimientos, quizás no eran tan importantes como la comprensión, la aceptación y la lucha de afrontar o cambiar una realidad. Y me desbordó, y me desborda. Porque cada vez que abría la boca e intentaba enseñar, aceptaba, rechazaba o buscaba cambiar una realidad. Y con ello, me desnudaba un poco. </p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-tab-count:1"></span> Un proceso tan personal no ha encajado nunca bien con una profesión en la que cada vez más se ha ido imponiendo la gestión: reuniones, papeles, autorizaciones, guardias, clases de 55 minutos; y olvidando al alumno (y al profesor) como personas, a sus preguntas, a sus acciones, a sus inquietudes… </p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-indent:35.4pt">Nadie me enseñó a ser profesor, nadie enseña a serlo, somos nosotros quiénes aprendemos con cada clase, con cada año; y por ello nadie te enseña cómo desnudarte, si es necesario o no, cómo asumir la realidad del aula, del instituto, de la sociedad de la que emana todo. Nadie te enseña más que uno mismo.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-indent:35.4pt">Me ha costado llegar a hoy. Me sigue costando abandonar los miedos de las preguntas de los alumnos, de no llevar bien preparada la materia, de no lograr transmitir, de esconder los nervios ante un grupo que desconozco. Me ha costado alcanzar una mínima libertad, poder decidir que es igual de importante lo que sabe el alumno como lo que siente, que no se debe tener miedo a decir la palabra no sé, a desnudarme.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-indent:35.4pt">Me ha costado ser un poco libre, y partir de esa libertad para intentar comprender el mundo en el que habitamos. Y cada día, desde hace unos años, he dirigido mi función como profesor a que mis alumnos comprendieran, y sintieran y se expresaran. Y escucharan. A que <st1:personname productid="la Historia" st="on">la Historia</st1:personname> no es lo que aprendí en <st1:personname productid="la Universidad" st="on">la Universidad</st1:personname>, sino que es comprensión, y palabra. Mi palabra, sus palabras. Que es silencio y miradas. Mi silencio, mis miradas. Su silencio, sus miradas.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-indent:35.4pt">Me ha costado esa libertad, y hoy he tenido la sensación de que me la robaban. Que la realidad, esa realidad con la que la educación me reconciliaba, me decía a la cara que todo esto no importa. Que no importa la comprensión, el sentimiento, la expresión, la escucha. Que no importan las palabras. Que no importa la dignidad del profesor, porque hay crisis; porque la realidad no entiende que hay una persona detrás del profesor, que no quiere ser policía de la cultura, sino inductor y promotor de deseo, de imaginación, de comprensión. La realidad no entiende que no es una cuestión de dinero, sino de respeto. Que no hay educación sin respeto.</p><p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-indent:35.4pt">Hoy hace años que murió mi padre, quizás la primera persona que vio en mis ojos la necesidad de comprensión, de ser profesor. Hoy la realidad no sólo me ha recordado su ausencia, sino que ha querido arrebatarme la necesidad e ilusión de ser docente. Y he recordado a Truffaut, y sus 400 golpes, y la preferencia al reflejo de la vida antes que la vida misma. Y hoy no quiero acostarme con la sensación de que ser profesor no tiene sentido, de que no me voy a poder reconciliar con la realidad. Hoy no quiero que me roben la libertad, porque soy profesor a pesar de todo. Y quiero serlo.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-indent:35.4pt"><br /></p>Álvarohttp://www.blogger.com/profile/02813136475868686659noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-6678624513850600142.post-10818795391323673262010-12-12T14:58:00.004+01:002010-12-12T15:14:49.781+01:00El Reino de la pequeña altura<div style="text-align: center;"><br /></div><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjX7D_lazuBpIl2zLI0Uxok2d23uIcwIa6HjyLHfdk1oBYNbRJm-_FyGwtJnmeQiXrz0aCnYgfmG0XAHivwmBSLXWEqZw9GOya4A3PsDBtQLJDVQ27l3jawTl9775OO6vPTOn9-w4rp6ZE/s320/DSC_0007.JPG" style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 213px; height: 320px;" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5549795941612731570" /><div><p class="MsoNormal" align="right" style="text-align:right"></p><div style="text-align: right;"><b style="mso-bidi-font-weight: normal"><i style="mso-bidi-font-style:normal">A los once soñadores de Fez, Volubilis y Alhucemas.</i></b></div><p></p> <p class="MsoNormal" align="right" style="text-align:right"><i style="mso-bidi-font-style: normal"><o:p> </o:p></i></p> <p class="MsoNormal" align="right" style="text-align:right"><i style="mso-bidi-font-style: normal">“He aquí el paraíso en el que yo vivía antes:<o:p></o:p></i></p> <p class="MsoNormal" align="right" style="text-align:right"><i style="mso-bidi-font-style: normal">mar y montaña.<o:p></o:p></i></p> <p class="MsoNormal" align="right" style="text-align:right"><i style="mso-bidi-font-style: normal">Hace de eso toda una vida.<o:p></o:p></i></p> <p class="MsoNormal" align="right" style="text-align:right"><i style="mso-bidi-font-style: normal">Antes de la ciencia, antes de la civilización <o:p></o:p></i></p> <p class="MsoNormal" align="right" style="text-align:right"><i style="mso-bidi-font-style: normal">y la conciencia.<o:p></o:p></i></p> <p class="MsoNormal" align="right" style="text-align:right"><i style="mso-bidi-font-style: normal">Y, tal vez, volveré,<o:p></o:p></i></p> <p class="MsoNormal" align="right" style="text-align:right"><i style="mso-bidi-font-style: normal"><span style="mso-spacerun:yes"> </span>para morir en paz, un día…”<o:p></o:p></i></p> <p class="MsoNormal" align="right" style="text-align:right"><i style="mso-bidi-font-style: normal"><o:p> </o:p></i></p> <p class="MsoNormal" align="right" style="text-align:right">Driss Chraïbi.</p> <p class="MsoNormal" align="right" style="text-align:right"><o:p> </o:p></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-tab-count:1"> </span>Nada es más difícil que hablar de lo que amamos. En mi caso, es aún más difícil hablar de lo que pierdo, de lo que duelo. Lo intento a través de las palabras, pero las no habladas, las escritas, aquellas que me guían hacia el lugar en el que las cosas se ven mejor, hacia el lugar en el que la mirada expresa lo que amo, lo que duelo. Desde hace un tiempo intento llegar a ese lugar, pero me he perdido muchas veces. El problema me parece claro, necesito guía.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-tab-count:1"> </span>Martín Garzo me habló del reino de la pequeña altura, un reino que se encuentra suspendido a tan sólo unos centímetros del suelo, donde habitan las palabras que guían. Un reino al que, para acceder, cada cierto tiempo hay que escaparse de tus amigos, de tu familia, de ti mismo, y andar por ese camino insignificante sin buscar nada, sin comprender por qué lo haces. Un reino del que no tienes gran cosa que contar, y del que una vez y otra vuelves tan pobre como te fuiste, aunque con los ojos llenos de lágrimas, como si hubieras visto en él algo que no acertaras ni a explicar ni explicarse. Un reino en el que las palabras te explican lo que no podemos tener de la vida, para aceptarlo o trascenderlo.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-tab-count:1"> </span>Utilizando la única guía que conozco, mi corazón, y a pesar de que a veces no es certero, ni siquiera sabio, emprendí hace poco un viaje, abrí un camino. Tenía que recorrer ese reino, lo necesitaba. Y lo emprendí de la única forma que sé, entre sueños. Soñé un camino real, bañado por el Mediterráneo, un camino que llevara a un paraíso de mar y montaña, a una tierra que cada caricia de aire hablara de historia, de ciencia, de vida milenaria. Un camino de ida y vuelta que me refugió a la luz de las estrellas, al compás del mar y los delfines. Un camino que no andaba solo, aunque la soledad me acechara. A cada paso sentí once soñadores, portadores de risas y abrazos, en una extraña pero cercana lengua. Un camino que desembocó en un lugar en el que no había nacido, pero que no me era extraño.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-tab-count:1"> </span>Es una tierra que no dormía, ni me dejaba dormir, acogedora de exiliados y aventureros, que oculta en sus entrañas los cuentos de las mil y una noches; y que, por ello, era igual de hermosa vista desde lo alto. Porque desde lo alto comprendías por qué en cada rincón de su laberinto de minaretes y callejuelas podías desaparecer, por qué en algunas zonas decenas de cubetas encerraban los colores del arco iris dormidos en ellas para teñir telas, pieles y sueños, mutando la putrefacción en hierbabuena; por qué en cada rincón los muros te abrían ventanas de madera trabajada de cedro hacia mezquitas, escuelas coránicas, plazuelas, pequeños patios que ocultaban té, cerámica, arrieros con borricos cargados de mercancías, decenas de zocos de babuchas, adornos, pequeños laúdes, carteras y estuches de piel, alfombras, y cuencos con sopas y una gastronomía robada al tiempo.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-tab-count:1"> </span>Es una tierra para sentir, para imaginar, para buscar esas palabras del reino de la pequeña altura. Un mundo cercano que baña un cielo protector, que une ruinas romanas con un mundo casi medieval, suspendido en el tiempo, donde lo importante no es el dinero, ni las distancias, sino el contacto, el lenguaje del cuerpo, de las manos, de las miradas; un mundo en el que el saber se encuentra en el vivir, no en la palabra escrita.</p><p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7Ag9kVOimmPparfWs_0dwp8qsamn8oVUP3oJfPQuIE7F7QBrJYDvbJfNaRnIJCuSYGhyphenhyphen4D7PHQRr_-oC9qozZKZUM2ED5YDqXPmmAnzTCQK9yh-8Z73JaQl-CPVyStNeHfLa9MaSmJ40/s320/CSC_0203.JPG" style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 214px;" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5549797972571554642" /></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-tab-count:1"> </span>Once soñadores se postraron. Once soñadores respiraron y observaron. Once soñadores bailaron en el tiempo, al son de tres pequeños laúdes. Cada uno buscó su sueño, y en la búsqueda estaba el sentido del baile, del viaje.</p><p class="MsoNormal" style="text-align:justify">Busqué el mío, y me perdí en el reino de la pequeña altura. Sentí demasiado, y demasiado poco apresé. La verdad no cabe en un solo sueño, necesita del entrelazarse de los muchos sueños para revelarse. Y la verdad necesita de lugares reales, más allá de ese reino. Lugares donde soñadores te brinden su apoyo y su sonrisa. Lugares donde la soledad se pierda buscándote, y donde se nombren las cosas. Lugares como esta tierra, de mar y montaña. Antes de la ciencia, antes de la civilización y la conciencia.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-tab-count:1"> </span>Necesito este lugar. Y, tal vez, volveré. Un día.</p></div>Álvarohttp://www.blogger.com/profile/02813136475868686659noreply@blogger.com9tag:blogger.com,1999:blog-6678624513850600142.post-29746095509644537182010-11-28T23:44:00.003+01:002010-11-28T23:59:52.625+01:00Tiempo<div><br /></div><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgaLvEfIGkKxTmi9gUllE2C0GUpQb2j0aHFLMRHDF4eVO4DjVucMyyfhBG1OvvQ83kZzbKOr98dlPlrWo8aljA7wtIwmJ-SuqxrVM-_BJNx4ZmTkPjrxWWMkarjsFyT0ENKH531gOPV4aI/s1600/78003_1487707789515_1138547974_31066681_3308532_o.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 240px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgaLvEfIGkKxTmi9gUllE2C0GUpQb2j0aHFLMRHDF4eVO4DjVucMyyfhBG1OvvQ83kZzbKOr98dlPlrWo8aljA7wtIwmJ-SuqxrVM-_BJNx4ZmTkPjrxWWMkarjsFyT0ENKH531gOPV4aI/s320/78003_1487707789515_1138547974_31066681_3308532_o.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5544735452220712178" /></a><p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-indent:35.4pt">Necesito tiempo. Tiempo para aprender, y aprender muchas cosas. Pero hay una que me cuesta aprender, y mucho. En verdad hay muchas que me cuestan, aprender a afrontar miedos, a llenar carencias; aprender a quitarle importancia al destiempo, aprender a reaccionar ante los ojos que se desvían, y podría seguir hasta completar un catálogo de inseguridades del que soy más o menos consciente. Pero, sobre todo, hay un aprendizaje que, cada fracción de tiempo que pasa, creo más difícil. No se trata de aprender a vivir, para eso no hay lecciones más que tu aliento diario. Para mí se trata de aprender a ser libre, a caminar pudiendo tomar las decisiones sin lastres ni hipotecas de cualquier tipo.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-indent:35.4pt">Hay veces que sueño que cierro los ojos, y cuando los abro he aprendido a mirar en libertad. Con lo que ello supone. Observo, miro, actúo sin cadenas, sin prejuicios, sin condicionamientos. Pero es un sueño. Sin embargo, también hay veces en que confundo el sueño con la realidad, en que olvido los lastres, las preocupaciones, los dolores y responsabilidades, y sólo respiro, miro, vivo. Suele coincidir con los momentos en que me abandono al mar. Pero, últimamente, y quizás por eso me estoy aficionando tanto a la escalada, también me ocurre con la brisa y la montaña.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-indent:35.4pt">Hoy ha sido uno de esos días en que necesitaba abandonarme en la naturaleza. Hoy ha sido uno de esos días en que los amigos, los de siempre y los de ahora, te dan esa oportunidad, te enseñan a mirar entre el sendero y el ascenso. Hoy ha sido uno de esos días en que la mirada y la respiración han alzado el vuelo, a <st1:metricconverter productid="1200 metros" st="on">1200 metros</st1:metricconverter> de altura, en una danza libre de rapaces, sol y viento.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-indent:35.4pt">Y me he sentido pequeño y grande a la vez, he respirado, cerrado los ojos y deseado ser libre. Y, durante unos breves segundos, lo he sido, con una mirada limpia y una respiración pausada. Libre.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-indent:35.4pt">Necesito tiempo, para nacer en muchas cosas, para aprender sobre otras tantas, y desaprender sobre algunas. Necesito tiempo, y ayuda, para soñar la libertad, para borrar miedos. Necesito tiempo para direccionar mis pasos y conocer, comprender. Necesito tiempo, y me asusta no saber cuánto.</p><p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-indent:35.4pt"> Mientras tanto, esta tarde, esta noche, aún siento esa mirada limpia, en vuelo, libre.</p>Álvarohttp://www.blogger.com/profile/02813136475868686659noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-6678624513850600142.post-63327110620735763272010-11-21T21:03:00.004+01:002010-11-21T21:15:52.021+01:00Con una sonrisa basta<div><br /></div><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlBPmpAaGVfuYhhgQ_BmZFV_xUJ4ahvxVBZpZmyxCgo6BEarPXjOnEVUpvprjiiCb_572mFFfmZ158LphNSEpgluVf8-1gwpacRfTxqtHPLqjCLRuwAsNf8qhoGSxbj3XJzw3q4QqKVmI/s1600/D%2526iacute.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 320px; height: 186px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlBPmpAaGVfuYhhgQ_BmZFV_xUJ4ahvxVBZpZmyxCgo6BEarPXjOnEVUpvprjiiCb_572mFFfmZ158LphNSEpgluVf8-1gwpacRfTxqtHPLqjCLRuwAsNf8qhoGSxbj3XJzw3q4QqKVmI/s320/D%2526iacute.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5542096850578917778" /></a><p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span class="Apple-tab-span" style="white-space:pre"> </span>Cuando pienso que no hago las cosas bien, o que la vida se empeña en correr cortinillas de desencuentros o sinsentidos; cuando la tristeza amanece en mis ojos o la soledad acecha en esa piedra que me cuesta tanto levantar (o, últimamente, escalar), busco sonrisas. Busco sonrisas porque a veces me cuesta dibujar la mía, y no me gusta mi reflejo sin ella. Y la búsqueda trasciende, porque con ese dibujo siempre hay algo más, algo escondido, algo de miedo. Miedo a hacer las cosas mal, a verme solo. Es lo que tiene la seriedad, que a veces lo disfraza todo de inseguridad, carencia, dificultad.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-tab-count:1"> </span>Y mira por donde esta semana las he encontrado. Es verdad que siempre están alrededor, pero a veces necesitas que te las dirijan a ti. Tengo un trabajo especial, especial para mi, porque me ayuda a eso, a ser feliz, a dibujarme sonrisas, a encontrarlas. Esta semana las he encontrado en compañeros, que son ya buenos amigos, en sus planes de cenar, de ir de excursión, de viajar o simplemente en bañarse en limoncello a deshoras. Y sobre todo en unas personitas que tienen un don especial en hacerme sonreír. Unos alumnos que visten de colores, que se transforman en pajaritos blancos, en la conversación que necesitas, en una risa catalizadora de ilusiones y proyectos, que te asaltan por el pasillo con un abrazo, un beso o una palmadita; que te envían un mail después de unos pocos años recordándote como el primer día para decirte que te echan de menos; que te envían una foto con su sonrisa para que pueda escribir estas palabras; que te piden ayuda, sin saber lo que te ayudan ellos cada día, cada mes, cada año.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-tab-count:1"> </span>Y, todos, con su sonrisa han dibujado la mía. Con su sonrisa han borrado palabras, y forjado ilusiones. Con su sonrisa han subido el telón de nuncajamás, del tiempo atemporal en que puedo y debo vivir. Con su sonrisa me han dado el pequeño empujón que todos necesitamos para poder escalar las piedras que bloquean el camino. Y, para los que dormimos solos, es hermoso cerrar los ojos viendo esa sonrisa. Es hermoso sonreír pensando en el mañana.</p>Álvarohttp://www.blogger.com/profile/02813136475868686659noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-6678624513850600142.post-8591473514303511602010-11-14T21:45:00.004+01:002010-11-14T21:50:23.758+01:00Tu rostro no tiene nombre<div><br /></div><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZbBGR6y9_-CNdytSYl475a5Cv0ERgYZuDnm2Tmg3LpLWitJbtc-sy1Mc2mSx7gBWLLkg4kXWQ1Scf3PPCkKFqQDV7XttroIxSqkm6afBv2kPMpgPG5VwI1Zd-zedmoDG8T3Qkl2b7YnM/s1600/images.jpg"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 189px; height: 266px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgZbBGR6y9_-CNdytSYl475a5Cv0ERgYZuDnm2Tmg3LpLWitJbtc-sy1Mc2mSx7gBWLLkg4kXWQ1Scf3PPCkKFqQDV7XttroIxSqkm6afBv2kPMpgPG5VwI1Zd-zedmoDG8T3Qkl2b7YnM/s320/images.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5539509415504733202" /></a><p class="MsoNormal" align="center" style="text-align:center"><i style="mso-bidi-font-style: normal">Tu rostro no tiene nombre,<o:p></o:p></i></p> <p class="MsoNormal" align="center" style="text-align:center"><i style="mso-bidi-font-style: normal">tu voz no tiene sonido,<o:p></o:p></i></p> <p class="MsoNormal" align="center" style="text-align:center"><i style="mso-bidi-font-style: normal">tu tren no tiene número,<o:p></o:p></i></p> <p class="MsoNormal" align="center" style="text-align:center"><i style="mso-bidi-font-style: normal">tu viaje no tiene horario,<o:p></o:p></i></p> <p class="MsoNormal" align="center" style="text-align:center"><i style="mso-bidi-font-style: normal">pero yo sé que vendrás<o:p></o:p></i></p> <p class="MsoNormal" align="center" style="text-align:center"><i style="mso-bidi-font-style: normal">con ese rostro,<o:p></o:p></i></p> <p class="MsoNormal" align="center" style="text-align:center"><i style="mso-bidi-font-style: normal">con esa voz,<o:p></o:p></i></p> <p class="MsoNormal" align="center" style="text-align:center"><i style="mso-bidi-font-style: normal">en ese tren,<o:p></o:p></i></p> <p class="MsoNormal" align="center" style="text-align:center"><i style="mso-bidi-font-style: normal">cuando termine tu largo viaje.<o:p></o:p></i></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><o:p> </o:p></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-indent:35.4pt">Para muchas cosas nací tarde, y en otras, bueno en otras aún no sé si he nacido. Son cosas de la vida, que a cada uno le hacen ser como es. Y yo me he perdido demasiadas veces preguntándome <i style="mso-bidi-font-style:normal">por qué</i> de algunas de ellas. <span style="mso-spacerun:yes"> </span>Últimamente, del pequeño caos que inunda mi cabeza ha emergido un rostro, un recuerdo, unas palabras, consecuencia del <span style="mso-spacerun:yes"> </span>reciente viaje a Italia. El rostro se ha dibujado nítidamente, casi he podido tocarlo. El nombre, no importa. El recuerdo, la primera vez que temblé y me emocioné por un gesto, una caricia. En una época, la de mi despertar a los amigos, a la universidad, a la arqueología, a la vida, ese recuerdo dejó una impronta que condicionó mucho mi actitud. Pero fueron unas palabras, las de la despedida, el destiempo y la lejanía las que más permanecieron. Siempre pensé que fue una ilusión de verano, de las que plagaban las excavaciones arqueológicas en que gastaba mis vacaciones estivales, pero esas palabras se encerraron en mí. Su sentido.</p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify;text-indent:35.4pt">Han pasado muchos años, y me sorprendí en este último viaje, mirando tras el cristal del autobús, viendo su reflejo. Sentí nuevamente esa primera caricia que derrumbó todo lo que hasta entonces me había parecido estable, y recordé sus palabras, sobre el tiempo equivocado, sobre la ausencia y la distancia. Y desde ese momento, no dejo de pensar sobre lo que hay de destiempo en mi vida. No importa su rostro, ni su nombre, pasó y se ahogó entre el océano de recuerdos. Pero espero que este largo viaje que parezco andar y desandar tenga una parada en la que volverá esa caricia, ese temblor inocente por el sentimiento. Y oiré su voz, sin recelo. Oiré su voz diciéndome <i style="mso-bidi-font-style:normal">ya estoy aquí.<o:p></o:p></i></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span style="mso-tab-count:1"> </span></p>Álvarohttp://www.blogger.com/profile/02813136475868686659noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-6678624513850600142.post-85567038623624875172010-11-06T19:42:00.005+01:002010-11-07T10:47:10.348+01:00Acudo<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhych1e0WeMSE5pG1lG5tfgcST8FSbK_HlX8O3hq2qZPHCSV5RJ7doDIyuDzkDFPRoVJBOUMWix0qxFyn1dYN1NsfwXtgVqZqdPOHvzYMjUdDU_leqSBzyVuQa1vir3jvaU-8QWKhwLusE/s1600/DSC_0040.JPG"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5536522254194233058" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 320px; CURSOR: hand; HEIGHT: 214px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhych1e0WeMSE5pG1lG5tfgcST8FSbK_HlX8O3hq2qZPHCSV5RJ7doDIyuDzkDFPRoVJBOUMWix0qxFyn1dYN1NsfwXtgVqZqdPOHvzYMjUdDU_leqSBzyVuQa1vir3jvaU-8QWKhwLusE/s320/DSC_0040.JPG" border="0" /></a> <p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><span class="Apple-style-span" style="font-size:13;"></span></span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="Apple-style-span"><span class="apple-style-span"><span style="color:#29303b;"><span style="font-family:arial;">Estoy algo cansado. Se trata de un cansancio que va un poco más allá de lo físico. Y claro, tiene su explicación. Se debe a un regreso, y como suele ocurrir, la cercanía de lo cotidiano, el trabajo, las clases, el ir y venir en un mismo camino, pesa. Desde luego, no es la primera vez. Pero uno nunca está preparado para este peso, que, con cada viaje, aumenta unos gramos. <?xml:namespace prefix = o /><o:p></o:p></span></span></span></span></p><span class="Apple-style-span"><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="apple-style-span"><span style="color:#29303b;"><span style="font-family:arial;">Quizás se deba a la soledad que caracteriza mi vida diaria desde hace unos otoños. Quizás es que con cada silencio o vivencia pasada tomo más consciencia de que entre esperas se está escapando algo. Quizás, simplemente, tengo nostalgia ante el proceso en el que la vivencia se está transformando en recuerdo.<o:p></o:p></span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="apple-style-span"><span style="color:#29303b;"><span style="font-family:arial;">Este viaje no ha sido nuevo, repetía configuración, motivos y destino; repetía hasta expectativas; y, por todo, ha acabado siendo diferente, singular y emotivo. Comparando con otros viajes, apenas tengo fotos, como si hubiera dado pereza retratar lo que tan sólo había que vivir, en palabras de un amigo poeta.<o:p></o:p></span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="apple-style-span"><span style="color:#29303b;"><span style="font-family:arial;">Y vivir, he vivido, ahogado entre chianti y limoncello, abrumado entre el arte del hombre y la naturaleza, entre el sol y la lluvia de <?xml:namespace prefix = st1 /><st1:personname st="on" productid="la Toscana. Y">la Toscana. Y</st1:personname> no sólo he sido profesor, sino alumno ante compañeros de guardia de pasillo que me han recordado lo que era tener ilusión por un proyecto, que me han enseñado lo hermoso que es implicarse en un compromiso de vida. He descubierto sonrisas, afinidades.<o:p></o:p></span></span></span></p><p class="MsoNormal" style="TEXT-ALIGN: justify"><span class="apple-style-span"><span style="color:#29303b;"><span style="font-family:arial;">He vivido sintiéndome pequeño ante otras vivencias, y, sin embargo, no me he abandonado como otras veces ante las ausencias. Pero si es cierto que estoy cansado, con el peso de la vacía pena del viajero que regresa. Quizás necesito tener una sonrisa acogedora en casa o un abrazo ante la entrada de la cotidianeidad, que alivie ese peso. Mientras tanto acudo a ti, que te encuentras en el alma de las palabras, en la imagen que se crea cuando cierro los ojos. Acudo a ese candado en un rincón<span style="mso-spacerun: yes"> </span>del puente Sant’Ángelo de Roma. Acudo.<o:p></o:p></span></span></span></p></span><p></p>Álvarohttp://www.blogger.com/profile/02813136475868686659noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-6678624513850600142.post-35051088930879503172010-09-12T13:03:00.004+02:002010-09-12T13:08:54.611+02:00Un niño<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuO4ZGlFyzQqyUwiyRnEQ-QRF5TYzGdm1RJNvBaFjro15rIfu1aWdFX2jOKPvG0Cgy_Jun1o4CjbFLDklEdR4aEK750BBKmtrWMudHv1uTmtulMhlp4xE0bek88lCJssb6TZ1VYpi88z0/s1600/palomas-72-px.gif"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5515981186784376626" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; WIDTH: 226px; CURSOR: hand; HEIGHT: 320px; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuO4ZGlFyzQqyUwiyRnEQ-QRF5TYzGdm1RJNvBaFjro15rIfu1aWdFX2jOKPvG0Cgy_Jun1o4CjbFLDklEdR4aEK750BBKmtrWMudHv1uTmtulMhlp4xE0bek88lCJssb6TZ1VYpi88z0/s320/palomas-72-px.gif" border="0" /></a><br /><div align="justify">He salido a caminar. Serían las 9 de la mañana, y, por ser domingo, apenas había gente por el parque que verdea mi barrio. La luz era suave, cercana, una luz que acompaña. He procurado dejar mi mente en blanco, no pensar, porque ha sido una semana dura de trabajo y quería desconectar de lo que ha sido mi vida estos días. Observar la vida de los demás me ha parecido un buen recurso. Una señora que se precipitaba en un andar rápido al toque de la Iglesia. Tres amigos, o desconocidos unidos por la noche, que volvían de parranda. El empleado de la cafetería que limpiaba las mesas y sacaba las sillas, buscando clientes con la mirada. Y un anciano con un niño pequeño agarrado de su mano, que buscaba un banco en el que sentarse. Me he sentado en el banco enfrente del anciano, decidido a dejar la vida pasar, a ser un espectador durante unos minutos.<br />Las palomas han empezado a revolotear cuando el niño se ha lanzado hacia el charco de agua en que intentaban beber. El cielo más cercano a mí se ha cubierto de alas que se entrelazaban, mientras el niño saltaba de alegría. El camarero ha refunfuñado y los tres amigos, antes de abandonar el parque, han girado su cabeza. El abuelo no le apartaba la vista, paciente, tiernamente.<br />Durante unos segundos, quizás un instante, mi mirada, la del camarero, los tres amigos, y la del abuelo, se han centrado en el niño. Sólo existía una persona en el parque: ese pequeño que saltaba alrededor de las palomas. Hemos dejado de ser vidas anónimas, con cargas o sin ellas. No soy bueno imaginando la vida de los demás, pero puedo decir a ciencia cierta que, en ese instante, todos los que estábamos en el parque, hemos querido ser ese niño. Y me he sentido bien.</div>Álvarohttp://www.blogger.com/profile/02813136475868686659noreply@blogger.com4