miércoles, 18 de diciembre de 2013

Tu nombre, Loles



“Regreso al tiempo aquel y estás allí,
horas inciertas del amor, tan frágiles,
que contienen el mundo y son eternas…
Luego otra vez camino hasta este día,
y no vienes conmigo.”
Eloy Sánchez Rosillo

            Nunca imaginé buscar palabras para mantener tu nombre cerca. Siempre pensé que crecerías junto a mí, porque formabas parte de aquello que construye a uno mismo: los primeros pasos, las primeras sonrisas, las primeras palabras para definir lo que suponía hacerse mayor. Y entre tantas primeras veces, nunca imaginé buscar la palabra que borrara de mi alma el adiós último, la despedida, el sueño inacabado de vernos madurar juntos, de despedirnos juntos. Nunca imaginé pensar en mí sin ti.
            Y en esa búsqueda me he sentado de nuevo, para volver a sentir tu risa, tus ojos preguntándome por mis viajes, por las clases, por los proyectos de futuro. Me he sentado de nuevo para volver a sentir mas allá del tiempo nuestras primeras veces: juegos y disfraces, oír música bajo las camas, los paseos por la glorieta, las pipas en los bancos del paseo, las meriendas y la piscina en casa de tu abuelita, estudiar en el balcón, las charlas interminables en el sofá frente al televisor, tu bajar las escaleras para tocar el timbre de mi casa, llegar de todo para contarnos todo…Me he sentado de nuevo para sentirte otra vez, y enfadarme con el mundo por llevarte cuando dabas vida. Me he sentado de nuevo para cerrar los ojos, y pensar en lo que te debo, para que no te robe el tiempo.
Ahora, en diciembre, en este día en que cada año hablaba contigo, pienso, como Blaistein, en las cosas que no sucederán, pienso en las cosas que nos dijimos, en aquellas que no llegaron a decirse; pienso en que ya no soy yo, sino tan sólo una parte. Pienso en los últimos 37 años, en una hermana, en la mejor amiga, en tu nombre. Pienso en que ya no oigo pasar la vida, y en que no me importa crecer en este mundo en el que el tiempo es ya tan sólo arena. Y, como Dulce Chacón, ahora susurro tu nombre, ahora que tu sueño se ha quebrado, y no sabemos muy bien cuándo, ni por qué, ni hacia dónde. Susurro tu nombre para que sea un mañana pronunciarlo, hambriento de ti, callado de ti. Susurro tu nombre, tu nombre, Loles, tu nombre lleno de ti. Y sigo sin encontrar las palabras…
            ÁLVARO