viernes, 18 de noviembre de 2011

Escribir


    Decía Rosa Chacel que escribir es el deseo de irse por los tejados. Y creo que tenía razón. Suelo escribir, desde pequeño, porque anhelo nuevas realidades; realidades que las palabras me hacen sentir más cerca de mí mismo que las que afronto cada día en el trabajo o mi vida personal. Quizás sólo escribo cuando tengo el deseo de escapar de algo, de hacer la realidad más deseable, o de ir más allá de lo que puedo asumir. Escribo cuando tengo la necesidad de irme por los tejados, de volar por mi imaginación y de sentir real lo que parece no serlo, o sentir irreal lo que duramente lo es demasiado. Es muy parecido a soñar.

    Sé que escribir, en mí, surge de la necesidad. La necesidad de encontrarme a mí mismo, o de hallar nuevos caminos. Pero, a veces, la necesidad no es más que un deseo, y ya decía Cernuda que el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe. Por ello, quizás, también escribo, porque me canso de la espera sin esperar nada, porque busco en las palabras esa respuesta perdida por los tejados. Quizás, porque escribo para mí. Quizás, porque espero que, algún día, venga una persona con mirada transparente que, a través de mis palabras, me diga te quiero.